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El fraude de la “nueva política” de Kirchner
por : Christian Castillo

05 Sep 2007 | Los trabajadores necesitamos nuestro propio partido

El fraude realizado en las elecciones de la provincia de Córdoba por el gobierno justicialista de De la Sota para favorecer al candidato del presidente es una muestra más de la decadencia del peronismo en el gobierno que se suma al caso Skanska, la “bolsa” de la ex ministra de Economía Miceli y la “valija” del empresario venezolano.

Ahora maniobran al mejor estilo de los conservadores de la década del ’30. Apelan al “fraude patriótico” para que gane el “caballo del comisario”. Mientras tanto la candidata oficial hace como si nada y se codea con lo más granado del empresariado multinacional y local a quienes les ofrece garantías para mantener sus ganancias. “Ganar dinero no debe ser considerado pecado” les dijo. Va quedando claro lo que significa para los Kirchner el slogan “el cambio recién comienza”.

La “nueva política” K no tiene nada para ofrecer a los trabajadores y el pueblo. Hay que darle la espalda a estos partidos de los empresarios y como plantea el Frente de Izquierda y los Trabajadores por el Socialismo que conformamos el PTS, el MAS e Izquierda Socialista luchar por la independencia política de la clase trabajadora.


El fraude en Córdoba y la “nueva” política K

El gobierno tuvo un verdadero “domingo negro” con los resultados electorales de Santa Fe y Córdoba. En la primera provincia, el peronismo perdió por primera vez desde 1983 -y por una diferencia de alrededor de 10 puntos- frente a Hermes Binner, el candidato del Frente Progresista. En la segunda, el fraude cometido por el candidato oficial del PJ abrió una crisis política de envergadura y avivó los enfrentamientos en el seno del propio gobierno nacional que, como ya se ha hecho costumbre, en las elecciones provinciales “pone los huevos en distintas canastas”.

Según señala en su edición digital el diario La Voz del Interior del 5 de septiembre, Schiaretti “apuntó sus dardos contra el jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández, a quien acusó de tener ‘empleadas oligarcas venidas a menos como (Patricia) Vaca Narvaja y (Graciela) Ocaña que andan fogoneando romper la institucionalidad’. ‘Yo sí he recibido la felicitación del ministro del Interior, Aníbal Fernández’, agregó. ‘(Alberto) Fernández lo único que ha hecho a lo largo de todo este proceso electoral es apoyarlo a Juez, si perdió que deje actuar a la Justicia y no venga aquí a entrometerse a través de esta oligarca venida a menos, que el justicialismo le regaló su banca’, sostuvo”. Recordemos que mientras Alberto Fernández -y otros sectores kirchneristas- apoyaron a Luis Juez, fue el propio Kirchner quien ungió como candidato oficial a Schiaretti, el delfín de De la Sota, con el apoyo entusiasta de De Vido y del Secretario de Transporte, Ricardo Jaime. Igualmente, por parte de Juez, sus declaraciones en defensa de la “paz social” y la “gobernabilidad”, presagian que no peleará consecuentemente ni por sus propios votantes. Todos tienen acuerdo en tratar de preservar al gobierno nacional del escándalo y en evitar que la movilización de masas se cuele por la brecha abierta con la crisis política.

Un régimen antidemocrático y fraudulento

Si desde comienzos de año, con el caso Skanska, el gobierno se había visto involucrado en distintos casos de corrupción que llevaron a la salida de varios funcionarios, en Córdoba se ha manchado con un acto burdo de manipulación electoral, en el que estuvieron involucrados los gobiernos provincial y nacional, la justicia electoral cordobesa así como las autoridades del Correo Argentino (presidido por el dirigente del PJ cordobés Eduardo Di Cola). Un hecho que revela la completa hipocresía de los políticos burgueses y sus declamaciones sobre el “respeto a la soberanía popular” y a la vez, muestra los mecanismos que pueden llegar a activarse si el kirchnerismo se ve en aprietos en alguna elección provincial o la nacional. Este acto de manipulación electoral es una vuelta de tuerca más del conjunto de mecanismos antidemocráticos mediante los que se realiza cada elección “normal”, recurriendo a encuestas truchas para ir condicionando la elección y con la mínima presencia en los grandes medios de comunicación masiva -y en las elecciones provinciales con la ausencia total de espacios gratuitos de radio y TV- de los candidatos que no cuentan con el apoyo de los empresarios o los aparatos de gobierno, amén del robo directo de votos en los lugares donde es más difícil realizar la fiscalización. En la propia provincia del presidente, el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, y candidato oficial contará a su favor con alrededor de 260 sub-lemas para mantener el control del kirchnerismo.

Por su parte, la candidata presidencial intenta hacer como si nada, continuando con su periplo para ganar puntos ante lo más selecto de la clase capitalista (ahora exponiendo en un Precoloquio de IDEA, una entidad patronal que fogoneó el golpe genocida de 1976 y donde hoy se concentran las 430 empresas que más facturan en el país). Pero lo cierto es que el cierre de las listas oficialistas en la provincia de Buenos Aires es un hervidero, con duras disputas entre el ex duhaldismo que tiene el sello oficial del PJ, la burocracia sindical de la CGT (donde Moyano pidió un “33% de los cargos para el movimiento obrero”), los candidatos del “Frente Para la Victoria” y los “piquetruchos” y “transversales” de Libres del Sur, el Movimiento Evita, la FTV y los seguidores de De Petris.

Las tendencias expresadas en las elecciones

Más allá del fraude, y a diferencia de lo ocurrido en Tucumán (donde Alperovich, el candidato oficialista, obtuvo gracias al mecanismo del “acople” casi un 80% de los votos), tanto las elecciones en Santa Fe como en Córdoba mostraron un fuerte retroceso en los mecanismos de control del aparato tradicional del PJ, como expresaron más agudamente las diferencias siderales por las que perdieron sus candidatos en Rosario y Córdoba Capital, pero también la derrota “pejotista” en ciudades emblemáticas como Santa Fe Capital y Villa Gobernador Gálvez. Políticamente, fueron las clases medias y el discurso “anticorrupción” las que impusieron su impronta, dando su voto a candidatos con un perfil de centroizquierda moderada, semiopositores-semioficialistas respecto al gobierno nacional. Las elecciones mostraron también que la clase trabajadora, si bien ha protagonizado en este período numerosos conflictos y desarrollado procesos de reorganización sindical, no actúa políticamente como clase independiente, siguiendo mayoritariamente a uno u otro de los candidatos patronales. La votación a la izquierda fue marginal, como ha ocurrido en el conjunto de las elecciones realizadas hasta el momento, expresando que el descontento político con el aparato peronista existente en las capas medias y sectores de la clase obrera se combina con un relativo conformismo basado en la continuidad del crecimiento económico. Esto explica que hayan sido candidatos claramente patronales y comprometidos con el régimen, a la vez que con bajo nivel de confrontación con el gobierno nacional, los que se vieron favorecidos con los resultados electorales.

Nuestro partido ha señalado una y otra vez que los cambios que requiere el pueblo trabajador no vendrán por la vía electoral, sino producto de la movilización y organización de la clase trabajadora y el conjunto de los sectores oprimidos. Participamos en estas elecciones para utilizarlas como tribuna de agitación de la necesidad de los trabajadores de organizarse en una fuerza política independiente y levantar un programa para torcerle el brazo a los capitalistas. Es con este objetivo que nuestros candidatos recorrerán el país y en la campaña electoral enfrentaremos a las distintas variantes patronales desde el Frente de Izquierda y los Trabajadores por el Socialismo, que hemos conformado entre el PTS, el MAS e Izquierda Socialista, y que lleva a nuestro compañero José Montes como candidato presidencial.

 

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