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Chávez: ¿“La clase obrera pasó de moda”?
por : Milton D’León

16 Aug 2007 | El presidente venezolano Hugo Chávez, que no se cansaba de hacer referencias a Marx, Trotsky, Rosa Luxemburg, ahora ha salido con todo un discurso desligándose de cualquier cosa que huela a marxismo...

El presidente venezolano Hugo Chávez, que no se cansaba de hacer referencias a Marx, Trotsky, Rosa Luxemburg, ahora ha salido con todo un discurso desligándose de cualquier cosa que huela a marxismo. Luego de aclarar por enésima vez que en Venezuela se respetará la propiedad privada, salió a enfatizar que eso de marxismo “es una tesis dogmática que ya pasó de moda y no está acorde con la realidad de hoy” (Programa Aló Presidente N°287, 22/7/07). Pero no se quedó allí, avanzó en rematar que “tesis como la de la clase obrera como el motor del socialismo y de la revolución están obsoletas”.

¿Pero hacia quién Chávez dirige su nueva oratoria? Evidentemente no hacia los trabajadores, aunque sí seguramente trae tranquilidad a los grandes sectores empresariales y el imperialismo.

Hugo Chávez viene favoreciendo a los grandes sectores empresariales al mismo tiempo que toman más cuerpo los nuevos ricos bolivarianos. Mientras tanto, los trabajadores y el pueblo tienen que continuar conformándose con políticas asistencialistas como las Misiones, que hace tiempo alcanzaron un techo. No es casualidad que en sus giras internacionales Chávez suela ser acompañado de figuras de la talla de Alberto Vollmer, heredero de una de las más rancias familias de la vieja burguesía venezolana, para solo poner un ejemplo. El caso del “hombre del maletín”, del que con todas sus fuerzas el gobierno intenta desligarse como si fuese un asunto trivial, muestra todos los intrincados negocios que se realizan en los entramados del Estado y la industria petrolera.

Queda claro que “el socialismo con empresarios” de Chávez no es más que un discurso para subordinar los intereses de la clase obrera a los de los sectores empresariales ahora devenidos “nacionalistas” y “bolivarianos”, y para instrumentar esa subordinación viene convocando a construir un gran partido de la colaboración de clases, el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela).

Siendo consecuente con su giro discursivo, ha lanzado toda una política contra la independencia de los sindicatos, tal como ya hemos reseñado en otros números de este periódico. Si antes Chávez había salido con aquello de “fábrica cerrada, fábrica ocupada” cuando sectores empresariales lo acosaban, ahora ha salido con una fuerte ofensiva contra aquellos obreros que le tomaron la palabra.

La prueba de Sanitarios Maracay

Una clara demostración de todo esto es la política que ha venido sosteniendo contra una de las luchas más emblemáticas del país: la de los trabajadores de Sanitarios Maracay. Durante nueve meses, estos trabajadores ocuparon la fábrica y la pusieron a producir bajo su propia administración cuando el patrón amenazó cerrarla. Ahora más de 400 obreros han tenido que enfrentar toda una “santa alianza” reaccionaria orquestada desde el Ministerio del Trabajo junto a la patronal para derrotar esta lucha. El problema es que los trabajadores de Sanitarios Maracay pusieron en tela de juicio la sacrosanta propiedad privada que Chávez defiende. No le bastó la represión llevada a cabo por la Guardia Nacional en el mes de abril contra los trabajadores: “no estamos diciendo que Chávez dio la orden de represión -dicen los trabajadores- estamos diciendo que Chávez es el Comandante de la Guardia Nacional” (quien quiera oír que oiga). Ahora ha montado toda una política para liquidar esta lucha, que de la mano del empresario y el antiobrero ministro de Trabajo, incentiva empleados carneros para que, maniobras mediante, retomen el control de la empresa y así entregársela al patrón. De hecho han avanzado en este objetivo como ocurrió el pasado 10 de agosto.

Pero esta lucha de Sanitarios Maracay no es exclusiva en el país, aunque ha sido su punto más alto. Desde mediados del año pasado, importantes luchas de sectores asalariados han venido recorriendo el país, tanto en empresas privadas como públicas, con una diversidad que va desde la lucha por derechos laborales, por reconocimientos de sindicatos, contra cierres de empresas y algunas contra los acuerdos del gobierno con la burocracia sindical o los patrones, incluyendo las transnacionales del petróleo. En medio de estas luchas, sectores de vanguardia comienzan a hacer una experiencia política con el que consideran “su” gobierno, aunque ya con muchas reservas. Podríamos decir que en estos casos las acciones van más de prisa que la conciencia misma, y no por casualidad un trabajador de Sanitarios Maracay, que es sin duda la expresión más avanzada de este importante proceso, decía: “la cuestión no es si nosotros estamos con Chávez, sino si él está con nosotros, porque comenzamos a tener dudas”.


El debate sobre un partido obrero independiente

Frente a la experiencia que comienzan a hacer sectores de vanguardia con “su gobierno”, es posible que sectores avanzados del movimiento obrero puedan intervenir con un programa propio y de forma independiente del gobierno. Hoy más que nunca es necesario luchar por un partido propio de los trabajadores. En este marco se ha abierto un importante debate sobre la necesidad de una herramienta política propia de los trabajadores, pues el gobierno arrecia con su objetivo en construir el PSUV junto a los empresarios para impedir cualquier atisbo de independencia de clase. Desde hace muchos meses hemos venido planteando la necesidad de un instrumento político. Esta lucha tomó más cuerpo cuando un sector del PRS [1] (Partido Revolución y Socialismo) e integrantes de la corriente sindical CCURA (Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma) liderados por Stalin Pérez Borges, decidieron sumarse al PSUV, pero un sector importante de los dirigentes sindicales de esta corriente decidieron no hacerlo, manteniendo una política defensiva, ante el brutal ataque contra la autonomía sindical que expresaba el proyecto chavista, siendo que previamente habían hecho la propuesta que la corriente sindical CCURA entra al PSUV para llevar a cabo el debate.

Y los últimos hechos importantes nos vienen dando la razón. Recientemente, más de 600 dirigentes sindicales y trabajadores de base participaron del I Congreso Regional de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores) del estado de Aragua, cuyos trabajadores vienen de realizar el primer paro obrero regional y cortes en todo el estado, en apoyo activo a la lucha de los trabajadores de Sanitarios Maracay. En este Congreso, los trabajadores votaron entre sus importantes desafíos políticos, la necesidad de “construir un instrumento político de los trabajadores”: “...dejando a salvo el respeto a la libertad de opinión política de los afiliados a la UNETE-Aragua, queremos llamar a la reflexión a los dirigentes sindicales y a los trabajadores en general de la necesidad imperiosa de contribuir en la construcción de una herramienta propia de los trabajadores que funde su programa con las penurias inherentes e inmediatas de los trabajadores así como de sus necesidades estratégicas e históricas. Un partido de los trabajadores donde hagan la experiencia los mejores dirigentes sindicales y sociales para dar una batalla política diaria contra la explotación de unos pocos sobre la inmensa mayoría desposeída, que confronte en la lucha y electoralmente a los partidos reformistas y capitalistas, en fin un poderoso instrumento que responda a la necesidad que tienen los trabajadores de tomar el poder político de un estado que sigue al servicio de la clase burguesa, para instaurar verdaderamente la nueva sociedad: el socialismo” [2]. Este es un hecho de real importancia política y un gran paso adelante. Por su parte Orlando Chirino, principal dirigente de la CCURA ha planteado recientemente que: “Los trabajadores tenemos que sacar una sola conclusión: nuestro lugar no está en el PSUV, tenemos que construir nuestro propio espacio, nuestro propio partido de los trabajadores. Un partido que defienda la autonomía sindical, que movilice a los trabajadores en defensa de sus derechos, que rompa de verdad con los empresarios y las multinacionales, que luche por la expropiación y socialización de los medios de producción, de las tierras en propiedad de los terratenientes, de los grandes comercios y del sistema bancario... No queremos un partido que sólo viva de las críticas al gobierno, queremos un partido que luche por el poder y el gobierno de los trabajadores” [3]. Es necesario ya pasar de las palabras a los hechos. Es necesario sentar las bases para darle vida a la Resolución del Congreso de la UNT-Aragua. Desde nuestro punto de vista, proponemos un partido basado en los sindicatos, comités de fábrica, etc., que comienzan a mostrar la potencial fuerza social de la clase trabajadora. La propuesta de un gran partido obrero independiente basado en las propias organizaciones de la lucha de masas, es para intentar superar la tijera abierta entre lo que los trabajadores ven como sus propias organizaciones de lucha, y la necesidad de una dirección política de los propios trabajadores con independencia de los partidos patronales, incluyendo el partido del “socialismo con empresarios” que propone Chávez. Un gran partido obrero independiente basado en los organismos de representación y lucha de los trabajadores y basado en los métodos de la democracia obrera y que levante un programa claramente anticapitalista, en la perspectiva de un gobierno obrero, campesino y del pueblo pobre como única vía real para dar pasos hacia la resolución de los principales demandas obreras, campesinas y populares, contra todo palabrerío del “socialismo del siglo XXI”. Es necesario poner ya las bases de este partido de los trabajadores: los sindicatos de la CCURA, tal como lo hizo el Congreso de la UNT-Aragua deben hacer llamados similares, y montar ya una junta promotora del nuevo partido. La clase obrera debe confiar solamente en sus propias fuerzas y métodos de lucha.

 

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