En lo que va del año ya se produjeron cinco suicidios de obreros en PSA Peugeot-Citroën Mulhouse por las condiciones extenuantes de trabajo, que se suman a casos alarmantes en otras empresas.

Este es una muestra de cómo la alineación en el trabajo, como consecuencia de la reconquista del poder y mando patronal de todos estos años de ofensiva neoliberal, ha transformado en totalmente insoportable la “vida” en las fábricas para los obreros que llegan hasta el suicidio en forma desesperada frente a este enorme explotación y opresión. Estas tendencias buscan ser profundizadas por el intento de Sarkozy de aumentar de hecho la jornada de trabajo con su lema de campaña “Trabajar más, para ganar más”. La campaña ideológica/cultural para lograr este objetivo llega a niveles brutales, así lo muestra la opinión de la ministra de finanzas (una punta de lanza de las nuevas políticas) de que sus compatriotas deben “pensar menos y trabajar más”, como afirmó en la Asamblea Nacional cuando se discutió la ley de reforma impositiva que incluye la liquidación de los impuestos patronales y a los trabajadores durante las horas extras. ¡Esto en la tierra nada mas ni nada menos que dio origen al racionalismo con Descartes!

Lo que es interesante es que así como los casos de PSA y otras empresas muestran la terrible cara negativa de esta realidad, hace pocas semanas la huelga de la cervecera Kronenbourg, contra la presión de mayores jornadas de trabajo ahora que viene el verano y hay mayor consumo de cerveza, pusieron un cartel en la entrada de la fábrica que mediante el humor negro denunciaba: “Trabajar más, para morir más rápido”. Un reclamo que cuestiona no sólo el nivel de remuneración de la fuerza de trabajo, sino el poder absoluto del capital en la producción. Un síntoma, pequeño pero enormemente significativo que, de desarrollarse, podría abrir una nueva etapa en la lucha de clases en Francia. Para acabar con la barbarie capitalista y sus miserias es necesario retomar ejemplos como la lucha de los trabajadores en el Mayo ’68 y los cuestionamientos a la cadena de montaje “fordista” que se desarrolló en las fábricas francesas, italianas y de otros países imperialistas avanzados en esos años.