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¿A dónde va el Partido Socialismo y Libertad?
por : Leandro Lanfredi

16 Nov 2014 | El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) logró crecer electoralmente este año. Su crecimiento en Río de Janeiro fue el que contuvo el crecimiento del voto nulo. Atrajo en todo el país una porción, en general minoritaria, especialmente en las grandes ciudades, de jóvenes y trabajadores que se identifican con su defensa del derecho al aborto y los (...)
¿A dónde va el Partido Socialismo y Libertad?

El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) logró crecer electoralmente este año. Su crecimiento en Río de Janeiro fue el que contuvo el crecimiento del voto nulo. Atrajo en todo el país una porción, en general minoritaria, especialmente en las grandes ciudades, de jóvenes y trabajadores que se identifican con su defensa del derecho al aborto y los derechos de LGBT.

En algunos lugares como en Río de Janeiro, el Partido Socialismo y Libertad surgido en 2004 como desprendimiento del gobernante PT, fue expresión de una alternativa a los principales candidatos.

Su retórica durante todo el primer turno fue la independencia de Aécio y Dilma. Sin embargo, la mayoría del partido, sus parlamentarios y figuras públicas se jugaron a la campaña de Dilma con todo. Se jugaron tanto que no respetaron las resoluciones de plenarias (como en Río) que prohibían hacer campaña por Dilma y fueron tan lejos que hasta hoy la mayoría ni siquiera emitió una crítica frente a todos los “ajustes” que están siendo aplicando (aumento de tarifas en energía, gasolina, recortes en el seguro de desempleo).

Este camino de indiferenciación con el petismo y el voto “anti-derecha” llega a situaciones extremas como la de Jean Wyllys (Río de Janeiro) quien sostuvo que “no hay diferencias ideológicas con el PT”, sino solo “diferencias puntuales”, hasta dejar abierta la posibilidad en una entrevista a la TV-IG de participar del gobierno. Otros parlamentarios como Ivan Valente (San Pablo), han planteado llamados a Dilma y al PT a cambiar el rumbo del gobierno y tomar el de las movilizaciones. La postura contra la derecha (Wyllys) o la que disputa los rumbos del gobierno (Valente) son variantes que la izquierda petista siempre sostuvo.

¿Este rumbo partidario semi-oficialista es un trazo coyuntural o de largo plazo?
Las posiciones teóricas e internacionales sustentan la inconsistencia en este camino de indiferenciación con el PT y preparan el camino hacia posiciones reformistas más profundas. Es decir, retórica socialista, pero defensa de la propiedad privada y del régimen político, tal como hacen en la intendencia de Macapá.

Las posiciones internacionales del PSOL alumbran su rumbo nacional

El PSOL es un partido de tendencias, sus posicionamientos sobre temas internacionales divergen. Sin embargo, es posible trazar una línea general a partir de analizar las principales posiciones. Todos convergen en el distanciamiento de una posición anticapitalista. Convergen en identificarse con los partidos de izquierda de otros países que buscan ser parte activa de gobiernos burgueses alternativos a los vigentes, como Syriza en Grecia o ahora Podemos en el Estado español.

Estos partidos huyen como “el diablo de la cruz” de enfrentar temas anticapitalistas o incluso temas democráticos decisivos en sus países, como el derecho a la autodeterminación nacional en el Estado español en el caso de Podemos.

Por un lado, la tendencia “Unidad Socialista”, de Randolfe y Valente, busca reeditar el proyecto petista de “gobierno democrático y popular” y tiene como modelo países que llaman resistentes al neoliberalismo y al imperialismo como Venezuela y Bolivia. Reivindican de forma acrítica a Syriza y Podemos. Su norte no es la revolución socialista sino crear “resistencias institucionales” en los marcos de la administración del capitalismo. Coherentes con su escepticismo en relación al potencial revolucionario de la clase trabajadora, “montan trincheras” institucionales que los llevan hasta reprimir huelgas de profesores como sucedió en Macapá.

A la izquierda de “Unidad Socialista”, la segunda mayor corriente interna es el MES de Luciana Genro. Según esta corriente en su balance con fecha del 10/11, “El conjunto de la izquierda necesita discutir y solidarizarse con estos procesos (Syriza y Podemos) de lejos los más avanzados tratándose de la recomposición de la izquierda y de los intereses de la clase trabajadora, no libre de presiones, dificultades tácticas y estratégicas”.

Esta corriente remarca que hay límites pero ni siquiera menciona cuáles son. Nada dice que Syriza toma como modelo al gobierno de Evo y al gobierno de Dilma y Lula. Su líder Alex Tsipiras se reunió con Dilma en 2012 para mostrarle a la burguesía internacional que no era anticapitalista sino tan de izquierda como Dilma…

Syriza no defiende ni siquiera el no pago de la deuda de Grecia. Quiere salvar al capitalismo griego y europeo defendiendo una utópica humanización de la Unión Europea que “negocie” con Grecia términos menos desfavorables de su expoliación.
Podemos ha crecido en medio de la crisis del bipartidismo español, está vinculado con varias luchas de trabajadores de su país y se define más allá de las definiciones “izquierda o derecha”.

Este es el modelo que el MES aspira a seguir. Su divergencia con la tendencia Unidad Socialista se da en cómo seguir los baluartes de Podemos, Syriza y Evo Morales.
Por un lado la tendencia de Randolfe ve solo los avances instituciones de estos procesos “bolivarianos” y europeos. EL MES ve la necesidad de combinar el avance institucional con la movilización en las calles y la “acción directa”, como ellos mismos afirman: “la combinación de apoyo a la luchas y a la acción directa de los trabajadores y la juventud con la representación radical en el ámbito político está forjando una nueva izquierda, de la cual nos consideramos parte. La perspectiva de un alto de calidad en nuestra influencia guarda identidad con estos procesos profundos”.

Esta posición que sacan de los avances electorales de Podemos y Syriza ya era una posición estratégica propia, como escriben en su documento “Un poco de lo que somos y defendemos”. En él afirman el mismo norte estratégico “europeo” a la luz de los países llamados “bolivarianos”: “La experiencia de América Latina ha demostrado que se puede ganar elecciones y promover profundos cambios en el Estado, de naturaleza progresista. En general, no llegan a destruir el Estado burgués y construir un Estado democrático de nuevo tipo. Pero cambian las cuestiones fundamentales y, por lo menos en las experiencias concretas de Venezuela, Ecuador y Bolivia, conquistan regímenes políticos cualitativamente más avanzados (…) Es decir, en estos países los procesos electorales fueron fundamentales, pero se combinaron con fuertes luchas sociales, con acción directa y enfrentamientos.”

Parar el MES, incluso con toda su retórica de “movilización social”, se trata de hacer cambios en el Estado, supuestamente progresistas (cerrando los ojos a cómo estos gobiernos favorecen a la burguesía en detrimento de la clase obrera).

Con un peso menor que el MES, otra corriente de la izquierda del PSOL, Insurgencia, de los diputados estaduales electos Roseno (CE), Serafini (RJ) y del concejal carioca Cinco, también se ubica en una posición de apoyo a estos fenómenos aunque manteniendo una retórica más anticapitalista y sin los contornos estratégicos claros que se expresan en las tendencias mayoritarias del partido.

Para la tendencia Insurgencia, según puede leerse en su Tesis al Congreso del PSOL de diciembre de 2013, los gobiernos llamados progresistas en América Latina no solo habrían derrotado al imperialismo (ignoran las innumerables concesiones tanto en Venezuela como en Bolivia), sino que Venezuela sería directamente una revolución socialista. Junto a las otras corrientes, apoyan todos los mismos procesos y los “partidos amplios” como Syriza y Podemos.

Influyentes parlamentarios del PSOL de Río (Freixo, Wyllys, Alencar) no tienen posiciones propias sobre en estos temas internacionales y oscilan entre estas tres posiciones citadas, aunque prima su aproximación a las tesis de Unidad Socialista, buscando afirmar que cualquier posición reformista hoy sería lo mismo que una posición revolucionaria, como Chico Alencar (diputado federal de Río) acostumbra decir. Es decir, la idea de que una lucha en defensa de alguna conquista sería lo máximo posible a alcanzar en muchos años. Las otras corrientes, minoritarias, no tienen peso para definir los rumbos del partido.

Una explicación teórica que desarma a los anticapitalistas

En síntesis, hay muchos matices que sin embargo convergen en apoyar a los gobiernos capitalistas que sean distintos del modelo actual (o anterior). Todos buscan ser alternativos al gobierno vigente pero no alternativos al capitalismo. Con esta “explicación” teórica y política internacional se entiende el oportunismo frente al PT de la mayoría y que todos se callen frente a los que son oportunistas al PT. Se trata de producir un partido alternativo pero no anticapitalista.

Se trata de ganar espacios institucionales (US), combinar el espacio institucional con la movilización para reformar este Estado (MES), de construir espacios de militancia anticapitalista con logros institucionales al servicio de estos fines (Insurgencia), y para elegir sus parlamentarios nada mejor que una ayudita de Freixo y Wyllys en los cálculos electorales.

Con este rumbo estratégico y posiciones internacionales, se afirma la tendencia del PSOL de adaptación creciente a los espacios de centroizquierda de gestión del capitalismo, llegando hasta participar del gobierno como deja en abierto Wyllys. Mientras no haya una ruptura más decisiva de sectores de masas con el PT, ese espacio - diferente de España donde el PSOE está en grave crisis - se mezclará con el PT y para esto, de acuerdo a sus posiciones estratégicas, los parlamentarios y corrientes se relacionarán con su ex-partido como hicieron en el segundo turno y siguen haciendo.

Se niegan a levantar una posición independiente de los trabajadores que exige denunciar al PT, sus ataques a los trabajadores y las innumerables concesiones a los capitalitas.

Es decir, el PSOL se encamina a ser cada vez menos independiente del PT y cada vez más reformista. Cada vez más el “socialismo” de su nombre se encamina a ser una “S” más entre los tantos que existen en el régimen partidario brasilero.

 

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