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Manifestaciones de extrema derecha en Brasil
por : Daniel Matos , Thiago Flamé

12 Nov 2014 | Cualquiera que haya visto los videos del acto en la Avenida Paulista el pasado 1 de noviembre no puede más que indignarse con esta derecha reaccionaria que asoma defendiendo la vuelta de la dictadura. Fue posible ver al diputado federal recién electo Eduardo Bolsonario (Partido Social Cristiano de San Pablo) al micrófono aclamando a la policía (...)
Manifestaciones de extrema derecha en Brasil

Cualquiera que haya visto los videos del acto en la Avenida Paulista el pasado 1 de noviembre no puede más que indignarse con esta derecha reaccionaria que asoma defendiendo la vuelta de la dictadura. Fue posible ver al diputado federal recién electo Eduardo Bolsonario (Partido Social Cristiano de San Pablo) al micrófono aclamando a la policía con un pistola en la cintura, junto al famoso cantante brasilero Lobão con la bandera de Brasil en la espalda y grupos de choque hostilizando a los transeúntes.

Gritos como "Viva la PM" (Policía Militar) fueron entonados por los casi dos mil derechistas. La protesta organizada por las redes sociales en internet fue confirmada por 100 mil personas. Una manifestación similar está siendo convocada en las redes sociales para el día 15 de noviembre en San Pablo, Rio de Janeiro, Brasilia y otras capitales. Los organizadores ligados por las redes sociales a todo tipo grupos ideológicos fascistas y de extrema derecha, están al igual que Levy Fidelix, en contra de los homosexuales.

La "nueva derecha" y la polarización electoral

Los programas y las prácticas políticas del PSDB y del PT, así como de la mayoría de los partidos brasileros, divergen en algunos aspectos pero coinciden en lo fundamental. A pesar de haber ampliado los planes de asistencia social y haber aprovechado el ciclo de crecimiento económico mundial para aumentar los empleos y elevar el consumo con crédito barato, el PT siguió destinando la mitad del presupuesto federal a pagar los intereses a los inversores y banqueros internacionales impidiendo cualquier mejora significativa de los derechos sociales. Siguió gobernando con los mismos oligarcas reaccionarios que antes gobernaban con el PSDB, con los mismos métodos corruptos.

Si no forzaran sus diferencias durante las elecciones sería difícil obtener legitimidad y el apoyo activo de sus bases sociales. Tanto el PT como el PSDB alimentaron la polarización en función de intereses electorales. Ahora, ambos se esfuerzan por calmar los ánimos. El acuerdo que lograron en la Comisión Parlamentaria Investigadora (CPI) de Petrobrás de no investigar a los políticos de ambos partidos es una clara demostración de ello.

Al final gobiernan sirviendo los mismos intereses del capital financiero, los bancos, empresas, el agronegocio, los monopolios nacionales y extranjeros, sectores que no están interesados en desestabilizar al gobierno petista para no afectar sus negocios. Por eso, ahora, los líderes del PSDB fueron obligados a salir públicamente a criticar las declaraciones contra Dilma aunque sin dejar de atribuir cierta legitimidad a las protestas.

Las jornadas de junio de 2013 fueron un momento de inflexión a izquierda en la situación nacional, poniendo en primer plano la ampliación de derechos sociales y civiles, cuestionando a todos los partidos del régimen, especialmente al PT pero también al PSDB. Esta inflexión a izquierda fue aprovechada por el movimiento obrero que protagonizó la mayor oleada de huelgas de los últimos veinte años y cuestionó a sus dirigentes sindicales corruptos. Sin embargo, el desvío de esta energía hacia la contienda electoral cedió la iniciativa de las calles a sectores de la derecha, que en parte canalizan el sentimiento "antipolítico" o "anti PT". Sectores que no se ven representados por el PSDB ni por la oposición moderada que lleva adelante, defendiendo soluciones más radicales por derecha, como la intervención militar contra el gobierno petista.

El acto contra Dilma en San Pablo, del que hubo versiones menores en Brasilia, Belo Horizonte y Curitiba, cuestiona por derecha al propio PSDB. Para muchos, incluso habiendo votado al PSDB contra el PT, los tucanos son conniventes con la “dictadura comunista“ (o “bolivariana”) que Dilma estaría implementando en Brasil. En el acto en San Pablo estuvieron presentes un gran arco de organizaciones de extrema derecha. No es mucho, sabiendo que son grupos que existen desde hace mucho tiempo. Lo nuevo es que hayan tenido por primera vez capacidad de movilizar un mínimo contingente para una acción unitaria, con presencia de un diputado federal (Eduardo Bolsonaro) y de un presentador de TV y músico famoso (Lobão). Y que esa acción haya tenido respaldo en sectores de clase media en las redes sociales.

Es cada vez mayor, principalmente en el estado de San Pablo, el resentimiento de la clase media tradicional contra el PT. Éste es un sector que permaneció estancado durante el lulismo y es la principal base social de la oposición. De tanto alentar el sentimiento conservador contra el PT, que se confunde con las visiones xenófobas contra los nordestinos, con posiciones religiosas más homofóbicas y machistas, el PSDB fortaleció las tendencias de extrema derecha de su propia base social.

La responsabilidad el PT

El PT colaboró durante estos doce años de gobierno al fortalecimiento de una derecha que se le vuelve en contra. Al huir de los enfrentamientos en nombre de la gobernabilidad, el PT fue entregando posiciones a sectores conservadores. Se sometió a la bancada evangélica al punto de entregar la comisión de derechos humanos de la Cámara de Diputados al fundamentalismo religioso del pastor y diputado federal Marco Feliciano, abandonando el combate a la homofobia y la lucha por el derecho al aborto.

Abandonó la reforma agraria y cualquier defensa consecuentemente de los ecosistemas brasileros (como la Amazonia) entregando todo a las grandes plantaciones de soja y crianza de ganado, fortaleciendo a los ruralistas y negando derechos a los pueblos indígenas.

En la Comisión Nacional de la Verdad, se sometió a todos los vetos militares y garantizó la impunidad de los torturadores. No por casualidad el más notorio defensor de la dictadura militar, Jair Bolsonaro (padre de Eduardo Bolsonaro) adhiere a un partido base del gobierno, el Partido Progresista (PP).

Avanzó en la militarización de las ciudades con el apoyo a las Unidades de la Policía Pacificadora (UPP) en Rio de Janeiro y en otras capitales. Sostuvo un sistema de "seguridad pública" para el Mundial de fútbol que favoreció a las elites y marginó aún más al pueblo pobre.

Solo en los tres mandatos del PT, precisamente el período en el que se hace apología del surgimiento de una "nueva clase media", en Brasil se duplicó el contingente poblacional carcelario, formado en su enorme mayoría por negros y pobres.

A lo largo de estos años, en cada uno de los embates que llevaría a la polarización con la derecha, el PT retrocedió y no presentó batalla. En ningún momento se apoyó en la fuerza de los trabajadores y los movimientos populares para aprobar medidas progresistas que alteraran aspectos estructurales del país. Cooptando a los sindicatos y movimientos sociales y utilizando a su favor el plan Bolsa Familia para amortiguar la lucha de clases en el campo, el PT impidió que los trabajadores y el pueblo se enfrentaran a sus nuevos aliados de derecha, como José Sarney, Collor de Mello, Paulo Maluf, los ruralistas y la bancada evangélica. Al hacerlo en nombre de la izquierda y los trabajadores, el PT ayudó a fortalecer el sentimiento antipartidario en la juventud.

Cómo combatir a la derecha

La situación en Brasil, incluso después de las elecciones, aún está bajo el impacto de Junio y de las huelgas obreras. No existe, como el PT muchas veces intenta hacer creer, una oleada reaccionaria en el país. A pesar del creciente fortalecimiento, la derecha y sobre todo la extrema derecha, aun representa una minoría de la población, incluso en San Pablo. El acto en la Avenida Paulista y sus repercusiones en las redes sociales son solo síntomas.

Aún así, el PT utiliza este posicionamiento de sectores de la extrema derecha para cerrar filas en su propia base social y reducir el cuestionamiento y la oposición por izquierda a su gobierno. Amplifican estas tendencias sintomáticas en las redes sociales y buscan alentar una especie de "apoyo crítico" al gobierno de Dilma en favor de la llamada "gobernabilidad".

Buscan apoyo en función de una gobernabilidad que ya aumentó las tasas de interés provocando el enfriamiento de la economía y consecuentemente más desempleo, que aumentó las tarifas públicas mientras el pueblo sufre con la falta de agua, que anuncia como candidato al Ministerio de Hacienda una figura apoyada por los bancos, que promete recortes en los gastos públicos para los próximos años con el fin de satisfacer la sed de ganancias de los inversores financieros.

Debilitar la lucha política de los trabajadores y la juventud contra el PT en función de los sectores que cuestionan al gobierno por derecha sólo perpetuará esta situación que favorece los intereses de los grandes empresarios, a los cuales sirven tanto el PT como el PSDB. Para combatir a la derecha, hace falta retomar el camino de Junio, la movilización organizada de los trabajadores y la juventud para defender sus demandas y que ofrezca una salida política independiente para el pueblo pobre y todos los sectores oprimidos.

 

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