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El PMDB se fortalece, el régimen político se debilita
por : Leandro Lanfredi

03 Oct 2014 | Mucha agua todavía puede correr debajo del puente hasta el domingo. Independientemente de los contornos finales de las elecciones, hoy ya es posible definir: el menos moderno de los tres pilares partidarios del régimen (PT, PSDB y PMDB) será justamente el que saldrá fortalecido, el PMDB. Y esto, contradictoriamente, preanuncia una tendencia a una (...)
El PMDB se fortalece, el régimen político se debilita

Mucha agua todavía puede correr debajo del puente hasta el domingo. Independientemente de los contornos finales de las elecciones, hoy ya es posible definir: el menos moderno de los tres pilares partidarios del régimen (PT, PSDB y PMDB) será justamente el que saldrá fortalecido, el PMDB. Y esto, contradictoriamente, preanuncia una tendencia a una mayor crisis de representación.

El régimen político que se fue configurando después de la dictadura (1964 – 1985) tiene contornos partidarios precisos, más allá de su aparente disgregación. Tres son los partidos fundamentales en el régimen político: el Partido de Trabajadores (PT), el Partido de la Socialdemocracia Brasilero (PSDB) y Partido del Movimiento Democrático Brasilero (PMDB).

En el congreso hay 22 partidos, 22 en la Cámara de Diputados y 16 en el Senado. Sin embargo, la amplísima mayoría orbita sobre los tres principales para alcanzar cargos y negocios. Sólo el ejecutivo federal posibilita el acceso a un botín de 20 mil cargos de comisionados directos, sin contar los puestos en el Estado, agencias, etc.

Entre los tres partidos reúnen 203 de los 513 diputados federales, 45 de los 81 senadores, 18 de los 27 gobernadores, 2361 de las 5566 intendencias. Hay otras representaciones y gobiernos más allá de ellos pero políticamente las principales campañas, gobiernos y cuestiones nacionales pasan por ellos.

El PT y el PSDB polarizan las elecciones presidenciales desde 1994. Esta es la primera donde existe la posibilidad de que el que salga segundo no sea ninguno de los dos. Estos partidos del orden, “modernos”, fueron piezas fundamentales en la transición de la dictadura. Ambos surgieron referenciándose en San Pablo como centro político con bases históricas de votantes en los sectores más modernos de la población urbana: trabajadores, clase media y la elite urbana, aunque esto ha ido cambiando en los últimos años porque el PT fue ganando apoyo en los pobres urbanos y rurales y en parte perdiéndolo en la clase media y entre los trabajadores calificados.

Estas bases históricas más modernas, ligadas a la dinámica capitalista del país, permitieron suplantar políticamente a los partidos apoyados en intendentes, en el interior del país, y en relaciones clientelares.

Sin embargo, estas transformaciones no inviabilizaron al resto de los partidos. Por el contrario. Tanto el PT como el PSDB siempre buscaron a los miembros de la “vieja política” para integrarlos a sus gobiernos y asegurar la “gobernabilidad”. El PT hace años promueve rupturas en esos partidos y la creación de nuevos, como con el Partido Republicano del Orden Social (PROS) y el Partido Social Democrático (PSD). El papel del PMDB, el gran partido de “gobierno” (no importa cuál) es clave para hacer posibles estas alianzas. Solo el PMDB gobierna cerca del 20% de las intendencias del país (el PT y PSDB juntos suman un poco más que el PMDB).

El PMDB no tiene candidato a presidente desde 1989. Pero aún así nunca dejó el poder. Accedió al gobierno con Sarney en 1985 bajo la presidencia interrumpida de Tancredo Neves (el abuelo de Aécio) y desde entonces apoyó desde el Congreso o fue parte de todos los gobiernos federales (Collor de Melo, Fernando Henrique Cardoso, Lula y Dilma). El PMDB es la cara más “vieja”, oligárquica y oportunista del régimen.

La gran mayoría de los 19 partidos con representación en el Congreso orbitan alrededor de los tres principales. El Partido Comunista de Brasil (PCdoB) tiene poca vida política fuera de la esfera del PT; los Demócratas (DEM) y el Partido Popular Socialista (PPS) alrededor del PSDB, y un sin fin de siglas en torno al que ocupe el gobierno, sea cual fuere.

El ascenso de Marina Silva provocó un revuelo en esta configuración política, pero el PSB - su partido - no tiene posibilidades de emerger como uno de los “grandes”. Antes de la muerte de Eduardo Campos (candidato a presidente), el PSB ya era un partido con tendencias estratégicas contradictorias. Por un lado, fundadores como Roberto Amaral cercano al PT y su entorno fueron aliados desde las elecciones de 1989. Por otro, sectores de San Pablo y de los otros estados del centro-sur son más cercanos al PSDB (tucanos). Entre estas alas Eduardo Campos actuaba como árbitro. Luego de su muerte, la sucesión de Silva y sus “marinistas” complicó aún más la ecuación interna. Con el declive de Silva en la campaña electoral y la expectativa de pérdida de algunos gobernadores en diferentes estados, el PSB quedará como uno de los derrotados del 2014, a pesar de los votos a Silva, pues tendrá menos gobiernos y terminará más dividido.

La derrota del PSDB y la declinación estratégica del PT

Si se confirman las encuestas, el PSDB será el mayor derrotado en estas elecciones. No solo completa la cuarta derrota consecutiva frente al PT ocupando el gobierno federal, sino que corre el riesgo de quedar en un humillante tercer lugar. Como si fuera poco, además perderá un “bastión” de Aécio, Minas Gerais, que pasaría a manos del PT. La derrota no llega a ser catastrófica porque mantendrán San Pablo y algunos otros estados como Paraná. Además, su bancada parlamentaria, aunque disminuya, seguirá estando entre las mayores.

El PT, confirmando las encuestas, obtendría una victoria importante. Alcanzará su principal objetivo de mantenerse en el gobierno federal y su principal competidor quedará debilitado. Sin embargo, el triunfo encuentra algunos límites electorales y grandes contradicciones estratégicas. Entre los primeros, la pésima elección del candidato Padilha en San Pablo y el no crecimiento (o ligera declinación) de su bancada parlamentaria. Estos contratiempos son secundarios en relación a mantenerse en el gobierno federal y conquistar Minas Gerais, pero encuentra una contradicción mayor en el plano estratégico.

Los votos de Dilma en 2014 le han costado más esfuerzo que en otras contiendas electorales. Un sector representativo entre los trabajadores vota al PT en estas elecciones “como mal menor”. Las condiciones económicas y sociales para la reproducción del lulismo ya no son posibles. Será un triunfo más endeble, del que surgirá un gobierno más cuestionado y en peores condiciones para contener las contradicciones políticas abiertas con las Jornadas de Junio y el proceso de huelgas y por otro lado, afrontar las necesidades del sector empresarial nacional y el imperialismo frente a las debilidades de la economía nacional. Por último, el PT tendrá, además, un PMDB más fuerte que le exigirá más espacios de poder.

El fortalecimiento del PMDB

El fortalecimiento del PMDB se produce en el marco del declive del PSDB y de las contradicciones del PT – fin del contexto económico que hizo posible el lulismo –. Las encuestas señalan la posibilidad de duplicar el número de gobernadores de 5 a 10, y se espera que aumente su bancada en el Congreso, aunque la representación del PMDB por San Pablo se reduzca y la de Río y otros estados aumente. Su poder de negociación crecerá luego de las elecciones junto a los conflictos internos por espacios y peleas por cargos en los estados. Si desde 1985 no hubo gobierno que no contara con el PMDB, el 2014 reafirmará con más énfasis este aspecto.

Una tendencia a la crisis del régimen

La gran contradicción de este resultado electoral es que se encuentra (encontrará) en contradicción aún más flagrante con las expectativas de “cambio”. Nada más lejos que el PMDB de las “jornadas de Junio”. Como desde hace años señalan las encuestas, el Congreso es una de las instituciones del Estado más desprestigiadas entre la población. Y se dibuja una tendencia al aumento de los aspectos de “crisis de representatividad” que ya existen.

El debilitamiento de los otros pilares partidarios del régimen lo harán más y más dependiente de los acuerdos con la “vieja política” corporizada en el partido de los Ulisses, los Sarney y Temer. De estos acuerdos no es posible esperar solo estabilidad y gobernabilidad sino también numerosos escándalos de corrupción como los que vimos en los últimos años como el del mensalào (el gran escándalo de corrupción durante el gobierno de Lula) y el de Petrobras, más recientemente. Cada vez que el PMDB buscó una mayor parte del botín fue necesario “desalojar” a alguien y entonces, surgen los grandes escándalos.

Cuanto más PMDB, más se fortalece la base oficialista en el Congreso pero al mismo tiempo, mayor es la tendencia a la inestabilidad política. Esta es la ecuación de la gobernabilidad de los últimos 30 años en Brasil. El 2014 está preparando el terreno para nuevas crisis.

 

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