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Panrico: Aportes para un balance de una huelga heroica
por : Clase contra Clase (Estado español)

01 Aug 2014 | Hace ahora 9 meses, los periódicos económicos titulaban a cuatro columnas la negativa de Panrico a abonar la nómina de septiembre a sus casi 4.000 trabajadores. Era el principio de una gran batalla de clase que se ha convertido en un hito de la historia reciente del movimiento (...)
Panrico: Aportes para un balance de una huelga heroica

Suplemento Especial
del periódico
ContraCorriente


1- Una huelga contra tres gigantes: empresa, Generalitat y dirigentes sindicales

Hace ahora 9 meses, los periódicos económicos titulaban a cuatro columnas la negativa de Panrico a abonar la nómina de septiembre a sus casi 4.000 trabajadores. Era el principio de una gran batalla de clase que se ha convertido en un hito de la historia reciente del movimiento obrero.

Primero, porque se han enfrentado a un gigante. Esta empresa emblemática de la alimentación había sido adquirida por uno de los mayores fondos buitre del mundo, Oaktree. Este fondo se había hecho con una empresa con una deuda de 900 millones de euros generada por la compra financiada por terceros que el fondo Apax Partner, su anterior propietario, había realizado a la familia Costafreda (una de las grandes familias de la burguesía catalana) y otras operaciones. Oaktree es una de las firmas líderes en la compra, desguace y venta de empresas con problemas financieros. Actúa como un cirujano de hierro, aplicando severos planes de ajuste sobre los trabajadores para que sean ellos -en forma de rebajas de salario, condiciones y destrucción de empleo- quienes paguen los agujeros contables generados por las operaciones especulativas.

En esta ocasión el cirujano elegido ha sido un viejo enemigo de los trabajadores, Carlos Gila el nuevo Consejero Delegado que entre otras hazañas tuvo la liquidación de Sintel a finales del 2000 o de la Seda de Barcelona.

Con el no pago de la nómina de septiembre Gila pretendía marcar una posición de ventaja en la negociación inmediata de un ERE y una rebaja salarial que pretendía liquidar casi 2.000 empleos y rebajar el salario un 40%. Una propuesta de máximos que al final logró imponer parcialmente con el despido de 756 trabajadores y rebajas del 18% sobre el salario de 2013 y del 15% en el 2014.

La huelga de Panrico se da en un contexto de ataques a los sectores de la clase obrera que mejores condiciones laborales habían conquistado en las últimas décadas y que hoy es más fácil liquidarlas gracias a las sucesivas reformas laborales del PSOE y el PP, por medio de esta guerra social la patronal española quiere imponer su plan de salida de la crisis.

La excepcional respuesta de los trabajadores de Panrico

La respuesta de los trabajadores de Panrico Santa Perpetua fue un hecho que sorprendió a muchos.

En la mayoría de las empresas hasta el momento los sindicatos dejaban pasar los ataques casi sin lucha o negociando una reducción del número de despidos a cambio de rebajar conquistas, etc. En Panrico la patronal esperaba que pasara algo similar. UGT es el sindicato mayoritario y viene actuando como un brazo del departamento de recursos humanos desde hace años. CCOO ha mantenido una posición algo más crítica pero siempre sin sacar los pies del plato. Algo que no es de extrañar cuando Pedro Izquierdo, Secretario General de la sección sindical de CCOO en la empresa que lleva décadas sin coger un donnete pero recibiendo mensualmente la nómina de la firma de los Donnuts y el Bollicao.

Cuando los trabajadores de Santa Perpetua conocieron los planes de la empresa, empezaron a enfrentarse en las asambleas a las primeras maniobras de las direcciones de CCOO y UGT. Éstas habían convocado a nivel estatal huelga indefinida para el 16 de octubre, a sabiendas de que el 15 comenzarían las negociaciones del ERE y la huelga no llegaría a realizarse. Los trabajadores exigieron a su Comité de centro la convocatoria independiente de huelga indefinida para el 13 de octubre. De esta forma se blindaban de la desconvocatoria previsible de las Federaciones de CCOO y UGT e imponían que toda decisión sobre la huelga fuera tomada por la asamblea de los huelguistas de Santa Perpetua. Esto fue una lección que sacaron de una lucha del 2011 donde el Comité Intercentros desconvocó la huelga contra la voluntad de la plantilla y se impuso una rebaja salarial del 25%.

Un ejercicio elemental de democracia obrera que para Carlos Gila fue un verdadero problema. Allá en Cataluña, había emergido un aguerrido poblado de galos que resistían sus planes y las maniobras de sus aliados de UGT y CCOO.

Trabajadores de 40 y 50 años, con más de 20 y 30 años de fábrica y de afiliación a CCOO, se ponían en marcha para defender sus conquistas. Se plantaron en el 0 despidos- 0 recortes, un lema muy distinto a negociar el mal menor que levantan las direcciones sindicales como norma general.

La formación de la “Santa Alianza” contra la huelga

La plantilla se encontró con un gran frente reaccionario contra la huelga: empresa, Generalitat y dirigentes sindicales de UGT y CCOO.

Primero la empresa la denunció como una huelga ilegal, con demandas por daños y perjuicios al Comité de centro por 5 millones de euros. Pero además para que la huelga tuviera el menor impacto posible en su mercado habitual, –Catalunya supone más del 20% del mercado total –, incrementó las horas de trabajo y la contratación en el resto de fábricas; trayendo productos a diario a Catalunya. Una vulneración del derecho de huelga que ha contado con la venia de la Generalitat, la Justicia y la burocracia sindical.

En segundo lugar, la Generalitat de Catalunya con Artur Mas a la cabeza. Cuando Marx decía que el Estado burgués es lo más parecido a un Consejo de Administración de las grandes empresas parece que hablaba de la familia del President. Y es que ha estado gestionando los intereses del hermanito del President, Joan Mas, apoderado de Panrico hasta marzo de 2014 y después trasladado en ese mismo puesto a la Bella Easo (marca del mismo grupo). La Generalitat ha obrado durante todos estos meses como el lacayo de esta patronal sin escrúpulos. El primer día de la huelga mandó a los Mossos a cargar para facilitar la entrada de los esquiroles y cuatro días más tarde un dispositivo escandaloso -más de 100 antidisturbios- acorralaron y retuvieron ilegalmente a los trabajadores para que empresas y personal externo sacase 9 trailers con materia prima. Los Mossos d´Esquadra escoltaron a personal rompe huelga. Después, a pesar de que la Inspección de Trabajo reconoció en diciembre que la llegada de producción de otras plantas vulneraba el derecho de huelga, ha estado mirando a otra parte, limitándose a una ridícula propuesta de sanción de 6.250 euros. Todas las apariciones de la Generalitat y sus mediadores, han sido siempre en favor de la empresa y dejando pasar incluso amenazas tan graves como la del despido del Comité de Empresa y los trabajadores más destacados de la huelga.

Pero no ha sido la Generalitat la única institución estatal que ha trabajado en favor de los planes de Oaktree. La Inspección de Trabajo dependiente del Ministerio emitió un informe negativo ante el carácter discriminatorio del ERE contra la planta de Santa Perpetua. La Audiencia Nacional emitió una sentencia política y ejemplarizante contra ellos, incluso la jueza de lo social del juzgado de Sabadell se ha negado desde el 13 de febrero a emitir sentencia sobre la legalidad de la huelga porque de hacerlo, pondría más difícil a la Generalitat seguir mirando para otro lado ante la llegada diaria de trailers.

A esta coalición reaccionaria se sumó la dirección de la UGT, el sindicato de la empresa, que defendió no sólo lo innecesario de toda medida de fuerza sino todas las propuestas que la empresa presentaba a la Comisión Negociadora. A pesar de que éstas fueron rechazadas por la plantilla de todo el Estado en dos referéndum consecutivos todos sus delegados en esa Comisión salvo uno y la dirección de la Federación, terminaron firmando el acuerdo de 756 despidos y la rebaja del 18% y 15% para 2013 y 2014. Tan descarado ha sido su rol pro-patronal que además de los ataques contra la huelga al más puro estilo Intereconomía llegaron a “amenazar” a la empresa de hacer huelga si se plegaba a negociar con los huelguistas. ¡Un sindicato amenazando con ir a la huelga si se frenaba un plan de despidos y de rebaja salarial! El grado de degradación de la camarilla burocrática que encabeza Méndez no tiene límites.

La dirección de CCOO se ha visto dificultada en cumplir el rol que hasta ahora venía jugando en esta empresa y otras muchas. La dirección de la Federación Agroalimentaria está en manos de los mal-llamados críticos de CCOO, sobre todo cuadros del estalinismo más reformista del PSUC-Viu, PCC y EuiA. Una de sus joyas de la Corona, empresa emblema, era justamente Panrico, donde Ginés Salmerón viene presidiendo su Comité desde hace décadas. Es por ello que este sector de la burocracia de CCOO ha tenido que someterse durante meses a las exigencias de la base de los trabajadores, sin poder imponer por fuera de la asamblea una traición abierta.

Los dirigentes del Comité de centro ligados a la dirección de la Federación no podían imponer una traición abierta porque los trabajadores de Santa Perpètua no lo iban a permitir y de hecho sus maniobras fueron varias veces derrotadas. Siempre se hacían eco de las amenazas sobre la ilegalidad de la huelga, les daban todo el crédito o exageraban sus consecuencias (amenazando con que los huelgistas responderían con su patrimonio ante posibles demandas de daños y perjuicios de la empresa). Con el asesoramiento de las organizaciones que nos acercamos desde el primer día al piquete, el SUT, los CUO y CcC, todos esos fantasmas legales se fueron disipando y los trabajadores en las asambleas impusieron las primeras derrotas a quienes desde adentro querían acabar con su lucha.

Sin embargo, junto a la UGT, CCOO impidió que la huelga se extendiera a otras plantas del grupo Panrico. Así lo hizo en aquellas en que tiene un peso significativo como la de la Bella Easo de Zaragoza (donde además también se dicen “críticos” y están vinculados al PCA) o la de Paracuellos en Madrid. En esta última, aún a pesar de que en dos asambleas los trabajadores se manifestaron partidarios de sumarse al paro indefinido comenzado en Catalunya.

Al final CCOO dio tres de sus votos el 4 de noviembre en la Comisión Negociadora al plan de la empresa, rechazado en referéndum por la plantilla, a pesar de lo cual no se ha abierto ningún expediente interno contra ellos. Algo que es totalmente coherente con otras decisiones previas como el visto bueno al informe económico de la empresa que justificaba el plan de ajuste o la constitución de la Comisión Negociadora que iba a firmar el acuerdo final. A pesar de todo ello la presión de la huelga en Catalunya y el rechazo en referéndum del plan hicieron que la Federación catalana presionase para que se impugnase el ERE y la rebaja salarial, algo que la estatal terminó haciendo muy a su pesar. Sin embargo como veremos los palos en la rueda que la dirección de CCOO pondrá a esta lucha no terminaron aquí sino todo lo contrario.

Esta primera traición quiso ser nuevamente utilizada por los burócratas del Comité de centro y la Federación para forzar el final de la huelga. Sin embargo los trabajadores se mantuvieron firmes y le ganaron la asamblea, imponiendo que se debía continuar hasta tirar atrás los despidos y la rebaja salarial. Un hecho que ya indicaba que estábamos ante una huelga muy fuera de lo normal, en la que los trabajadores no sólo no se habían plegado al mal menor durante una negociación tramposa, sino que estaban dispuestos a continuar la lucha incluso contra el acuerdo firmado por sus representantes legales, que no legítimos.

2- Ocho meses de escuela de lucha y organización obrera

El 13 de octubre comenzó una huelga heroica que supo enfrentarse a gigantes: la empresa, Generalitat y dirigentes de CCOO y UGT . En las primeras semanas, mientras sorteaban las primeras maniobras contra la huelga , los trabajadores empezaron poco a poco a organizarse para una batalla que aunque se preveía dura nadie podía imaginar que llegase a atravesar las cuatro estaciones del año .

En las primeras jornadas se organizó lo más elemental: los turnos para vigilar el piquete, montar y acondicionar el campamento, las primeras manifestaciones contra la represión policial, la primera marcha a Santa Perpetua ...Poco a poco fueron surgiendo grupos que tomaron en sus propias manos tareas cada vez más importantes.

En todo esto la dirección del Comité de empresa no jugó ningún rol. Organizar el activismo y poner en marcha tareas fundamentales para una pelea dura iba en contra de su propósito de liquidar cuanto antes esta “anomalía” en los planes de la dirección de CCOO y la empresa. Los trabajadores contaron sólo con su propia iniciativa y el apoyo de las organizaciones políticas que estuvimos desde el día uno del conflicto.

Entre las tareas que iban proponiéndose iban apareciendo algunas que empalmaban con las mejores tradiciones de lucha de la clase trabajadora, y que se demostraban fundamentales para fortalecer la lucha y romper el aislamiento y el desgaste económico al que les quería llevar la dirección de CCOO.

1. La Caja de Resistencia

La puesta en marcha de la caja de resistencia en las primeras semanas fue obra de grupos de trabajadores que recorrieron empresas como Nissan, Danone, Coca Cola, el puerto de Barcelona... Así comenzaron los aportes a una caja que a lo largo del conflicto llegaría a recoger más de 200.000 euros. También muchas trabajadoras se sumaron a esta labor elaborando manualidades que después se vendían en mercadillos. La creatividad era puesta al servicio de la lucha para confeccionar adornos navideños, llaveros, colgantes, rosas; generando una fuente de ingresos privilegiada durante todo el conflicto que tuvo su máxima expresión con la venta de las rosas de la dignidad para Sant Jordi, cuando se recaudaron en un sólo día más de 15.000 euros.

También fueron a las universidades. Diversos pasaclases junto a organizaciones estudiantiles llevaban el conflicto a las aulas y pudieron recaudar fondos con la campaña “un estudiante un euro” en varias facultades de la UB y la UAB. Las banderas de la unidad obrero-estudiantil se levantaron desde las primeras semanas de huelga.

Esta tarea era central para poder resistir la huelga. Sin embargo, la caja de resistencia no ha contado con el apoyo de CCOO, ni un sólo ingreso -salvo los de algunas secciones sindicales por iniciativa de afiliados y delegados- y una negativa total a hacer cualquier tipo de campaña de apoyo económico. En varias ocasiones los trabajadores le han exigido que pusiera en marcha algunas medidas, como solicitar un euro a cada afiliado, y se negaron por completo. Pero los trabajadores impusieron una tradición obrera ya olvidada por estos dirigentes vendidos que demostraron no estar preparados para grandes huelgas.

2. Romper el cerco de aislamiento. Primeros intentos de coordinación

El trabajo de la caja de resistencia estuvo siempre muy ligado a la difusión del conflicto. Desde las primeras semanas varios trabajadores comenzaron a dar charlas en barrios, asociaciones... en las que además de explicar su conflicto se sumaba la solidaridad de cientos de personas. Además, las y los trabajadores comenzaban a ser conscientes de la enorme lucha que estaban llevando a cabo , y reflexionaban cada paso dado.

Otras iniciativas desde el primer momento fueron las que buscaban romper el cerco. En una primera etapa tratando de pasar por encima a las direcciones de CCOO y UGT que estaban dejando sola a Santa Perpetua. Los compañeros fletaron autobuses para ir a las plantas de Paracuellos y Zaragoza e intentar dialogar directamente con sus compañeros de trabajo. Después se trataron de ligar a otras luchas obreras y buscar la coordinación con ellas, como Tenneco en Asturias a donde viajó una delegación en febrero o el caso de Coca-Cola Fuenlabrada que fue el caso en que más se pudo avanzar en una coordinación efectiva.

En la misma Catalunya trataron de promover la coordinación con otras luchas obreras como Alstom cercana a Panrico, aunque el cordón sanitario que imponían los Comités dirigidos por CCOO lo hizo casi imposible. Pudo lograrse ciertos contactos con otras luchas como TV3 o Unipost, pero sus direcciones no apuntaban a una coordinación real como la lograda por Tenneco en Gijón entre más de 20 empresas en conflicto con manifestaciones muy masivas de más de 15.000 personas.

La búsqueda de apoyos sociales la realizaban también “devolviendo” la solidaridad recibida. El primer caso fue la pequeña empresa ALUPU de Sabadell, donde algo menos de una decena de trabajadores enfrentaba despidos. Más de 80 trabajadores de Panrico fueron a su piquete varios días hasta que lograron una salida satisfactoria para ellos. También estuvieron presentes en acciones contra desahucios, como la del bloque de vivienda de Salt. Y en innumerables manifestaciones; como la participación en las manifestaciones por el derecho al aborto en las que las mujeres trabajadoras con sus propias pancartas realizaron un video que tuvo gran repercusión en el movimiento feminista.

Iniciativas todas ellas que muestran la potencialidad de la lucha de los trabajadores para actuar de una manera hegemónica, fusionándose y siendo parte de las demandas de otros sectores populares. El lema "Panrico Somos Todos" no sólo expresaba que lo que hoy pasa allí puede pasar mañana en cualquier empresa, sino que su lucha y su espíritu de combate se estaba convirtiendo en un referente para muchos sectores que hoy pelean contra los ataques e injusticias que padecen las mayorías sociales.

3. La pelea contra la vulneración del derecho de huelga

La vulneración del derecho de huelga contaba con el beneplácito de la Generalitat, y CCOO también lo dejaba pasar. Fueron grupos de trabajadores por fuera del Comité quienes se pusieron a organizar el bloqueo de los almacenes y camiones con piquetes y a levantar actas (más de 50) contra los trailers bajo noches de mucho frío y tensión.

Sin embargo todo este esfuerzo era despreciado por los dirigentes del Comité de Empresa. Dejaban a la gente pasando frío y desgastándose en la calle y se negaban a poner las denuncias diarias que la labor de los piquetes permitía. Presentaron solamente una denuncia por vulneración y dejaron pasar otros atropellos de la empresa como su negativa a dejarle entrar a la fábrica que jamás denunciaron.

Así hasta pasadas las navidades se fue configurando un activismo que de manera espontánea había asumido en sus propias manos tareas fundamentales para que la huelga pudiera triunfar. Un sector se volcó al combate contra la empresa y la vulneración del derecho de huelga, con un desgaste físico muy fuerte que nunca se vio correspondido por el sindicato. Otro más volcado a la labor estratégica de conseguir fondos para sostener la lucha y apoyar a las familias más afectadas por la falta de salario. Y otro volcado a la socialización del conflicto y la búsqueda del apoyo de otros sectores obreros y sociales que ayudasen a romper el cerco al que la burocracia sindical les estaba sometiendo, y que tuvo una gran expresión en el primer encuentro en solidaridad con Panrico realizado en Sabadell el 12 de diciembre.

Todos estos sectores enfrentaban por distintas vías a los componentes de la Santa Alianza, incluida la dirección del sindicato y el Comité de empresa: el tratar de que cundiera el desgaste económico, de fuerza, de que la lucha se quedara recluida en el campamento, que los trailers llegaran tranquilos a Catalunya...

4. Solidaridad con la huelga y el comité de apoyo

Conforme los huelguistas mostraban cada vez más firmeza para continuar la lucha, la solidaridad se fue ampliando. A las organizaciones presentes desde el comienzo de la huelga se fueron sumando otras al Comité de Apoyo, que ha servido durante todo el conflicto como un centro coordinador de la solidaridad y también de todo este activismo.

Desde el comienzo los trabajadores agradecieron y se mostraron abiertos a escuchar a las organizaciones que veníamos a dar la solidaridad, y en numerosas ocasiones manifestaban que habían sido claves para poder desbaratar las maniobras del Comité para levantar la huelga. De ahí la acusación repetida por el Comité y la dirección de CCOO de que la huelga estaba dirigida por organizaciones ajenas; todo un menosprecio a la capacidad de los mismos trabajadores para tomar sus propias decisiones y al hecho de que la inmensa mayoría de las iniciativas y propuestas salieran de sus propias cabezas.

5. La conquista de las asambleas semanales como centro de decisión y organización de la lucha

Los grupos de trabajo entre los trabajadores y el Comité de Apoyo permitieron la puesta en contacto de los diferentes grupos de activistas, abriendo así espacios de reflexión y organización más profunda. Pero lo más importante es que la propia experiencia de tomar en sus manos las tareas claves para mantener la huelga, les dio confianza para organizarse contra las maniobras de la dirección del Comité de empresa. Ésta, desde la firma del acuerdo en Madrid, se venía negando a convocar asambleas. De esta manera dejaba que cundiera la desorganización, la dispersión entre cada grupo de trabajo y la ausencia de un plan de acción de conjunto. Finalmente, muchos de los trabajadores más destacados en tareas como la caja de resistencia, las charlas, los piquetes... lograron imponer al Comité de empresa la celebración semanal de asambleas para discutir cómo continuar y fortalecer la lucha. Una primera conquista de democracia obrera elemental que se logró imponer definitivamente en el mes de enero.

6. La burocracia impone la moderación por medio del miedo

A finales de año la empresa realizó la primera tanda de despidos: 31 trabajadores y trabajadoras. A ellos se sumarían también 6 despidos disciplinarios, toda una represalia anti-sindical contra algunos de los más significados en la pelea contra los trailers y en los almacenes. Este primer golpe fue antes de que los trabajadores lograsen imponer al Comité la celebración semanal de asambleas y por lo tanto la respuesta fue nula. El Comité y CCOO dejaban claro cuál era su verdadera actitud, dejar pasar el ataque y esperar a que la huelga decayese por desgaste y cansancio. Sin embargo el fortalecimiento de los grupos de activistas y la celebración semanal de asambleas acabó siendo un verdadero obstáculo para este objetivo.

Eran cada vez más los trabajadores que empezaban a sacar conclusiones. Un sector veía que se trataba de una pelea que trascendía la lucha contra la empresa, que se trataba de un conflicto que se había convertido en testigo. Si Panrico ganaba iba a sentar un precedente para el resto de los trabajadores. Y no sólo porque iba a demostrar que se pude luchar y se puede ganar, sino porque cuestionaba la política de concertación social de las direcciones sindicales, la política del mal menor.

Esto es lo que explica el rol cada vez más hostil de la burocracia sindical en la huelga. Así como el rol de la Generalitat de lacayo de Oaktree. Y eso significaba que la huelga tenía que dar un salto, lograr la coordinación con otros sectores obreros y sociales y transformarse en un conflicto político. El "Panrico Somos Todos" tenía que hacerse carne en un gran movimiento de apoyo que le hiciera pagar muy caro a la Generalitat su rol de abogado de la empresa, que le forzara a tener que frenar la vulneración del derecho a la huelga y forzar a la empresa para que se alcanzase una salida favorable a las demandas de los trabajadores. Ese era el camino, torcerle el brazo a la Generalitat para poder partírselo a la empresa. La lucha de Gamonal en Burgos, era vista como un referente y algunos trabajadores planteaban que hacía falta un "Gamonal obrero".

Bajo esta idea varios grupos empezaban a pensar en cómo hacer una lucha más política. Es el momento en el que se hacen los mayores esfuerzos por buscar la coordinación con otras empresas y se proponen planes de acción que ubicaran a la Generalitat como el objetivo de las protestas, desde acampadas en San Jaume hasta cortes de carreteras. Todas estas propuestas se hacían en un momento en el que las fuerzas del activismo estaban aún en muy buen estado, por lo que de haberse aprobado en asamblea hubiera contado con un respaldo de la gran mayoría de los huelguistas.

Pero la burocracia, ante esta situación, tuvo que reubicarse y transitar del autismo en el que se encontraba en las últimas semanas a una actitud mucho más ofensiva de apaga-fuegos. Volvió con un discurso del miedo para tratar de frenar el activismo. Esta vez el "fantasma" era el juicio del 13 de febrero sobre la legalidad de la huelga: no había que hacer mucho ruido para evitar una sentencia desfavorable. Como la jueza no emitió, ni ha emitido aún sentencia, este temor lo hizo extensivo para el resto de los meses, logrando imponer un mantra sobre buena parte de la plantilla de que todo lo que tocaba hacer era acciones de protesta simbólicas e institucionales.

Sin duda esta fue una conquista importante de la burocracia: imponer una suerte de "paz social" que no se logró revertir en los meses siguientes. Algunos sectores siguieron planteando en diferentes momentos la necesidad de un plan de lucha más contundente que lograra transformar la huelga de Panrico en un problema político para la Generalitat y por esa vía lograr potenciar el apoyo social necesario para torcerle el brazo. Sin embargo la línea de la mayoría del Comité se impuso y además fue secundada por algunas organizaciones del Comité de Apoyo que apostaban por un plan de lucha basado casi exclusivamente en acciones simbólicas, algunas manifestaciones, recogidas de firmas y declaraciones e intervenciones institucionales.

Sin despreciar todo este tipo de medidas que creemos pueden ser de gran utilidad a cualquier movilización obrera, lo son a condición de que sean complementarias a un plan de lucha que mantenga al conflicto en la escena política y pueda ser visto por el conjunto de la sociedad como una lucha que peleando por sus propias reivindicaciones está enfrentando a las instituciones (Generalitat, patronal, burocracia sindical...) contra las que cientos de miles vienen expresando una indignación creciente en los últimos años. Esto es justamente lo que temía tanto la patronal, como la misma burocracia sindical.

7. Solidaridad desde abajo para enfrentar el aislamiento de la burocracia

Para que la huelga se transformara en un problema político para la Generalitat, era también fundamental romper el aislamiento al que la quería condenar la dirección de CCOO. Un cerco que se manifestaba en el nulo apoyo de la dirección del sindicato a toda medida de lucha que tomaran los trabajadores e incluso el boicot activo de las medidas legales elementales a su alcance. Así tramitaron solo una denuncia contra los camiones que venían de fuera a pesar de contar con más de 50 actas recogidas por los piquetes, no asistieron al acto judicial en el que debían pedir medidas cautelares contra los mismos por vulneración del derecho de huelga... por no hablar de sus intentos de levantar el juicio de impugnación del ERE de los que luego hablaremos.

Esta línea era reproducida por la izquierda institucional, ligada por múltiples lazos a la burocracia sindical. Tanto por ICV-EUiA, que son el brazo político del mal-llamado sector crítico de CCOO, como por el PSC, brazo político de la UGT, como la ERC, socia de facto del Govern de Mas.

Aun así los trabajadores de Panrico tuvieron numerosas iniciativas para exigir un giro en esta política criminal. En todo momento llamaron a CCOO a ser parte de sus manifestaciones, a apoyar la caja de resistencia, e incluso exigieron que se convocasen medidas de solidaridad activa como la convocatoria de paros en el sector agroalimentario o la región del Vallés.

El boicot sufrido tuvo que ser revertido con sus propios medios. Las charlas, los grupos que visitaban otras empresas en lucha, las facultades, que iban a apoyar otras movilizaciones... fueron logrando un movimiento de solidaridad importante que ha ido creciendo a lo largo de los meses. Incluso llegaron a realizar llamamientos internacionales para recabar el apoyo de organizaciones obreras de otros países, que fueron atendidos por diversas organizaciones de América Latina y Europa realizando actos en embajadas y aportes económicos a la caja de resistencia desde Alemania, Francia, Argentina o México. Una ola de apoyo que ha sido clave para el sostenimiento económico y moral de los huelguistas, pero que no ha logrado transformar la lucha de Panrico en un movimiento que supusiese un problema político mayor a la Generalitat.

Cabe hoy preguntarse si esto era posible o no. Es evidente que no iba a surgir esta iniciativa de los mismos que estaban boicoteando la lucha. Pero hay que preguntarse si la izquierda sindical y las organizaciones que se reclaman de la izquierda anticapitalista y transformadora han hecho todo lo posible para ayudar a romper el cerco; y así Panrico pasara a ser una causa tomada por miles que pudieran verse reflejados en su lucha. Un efecto como el de Gamonal o Can Vies, donde una reivindicación concreta termina desatando la solidaridad y al apoyo de miles hasta convertir la pelea contra un Boulevard o la defensa de un Centro Social en un movimiento que hace temblar a los distintos Gobiernos y permite torcerles el brazo.

En nuestra opinión las condiciones para poner en pie este movimiento estaban dadas. Los graves problemas de paro, desahucios y recortes que venimos sufriendo en los últimos años han generado un malestar que explota periódicamente y que se manifiesta a diario en múltiples movilizaciones. En este sentido una política consciente de parte de las organizaciones de la izquierda sindical y grupos como la CUP, con una implantación muy fuerte en toda Catalunya, hubieran posibilitado el surgimiento de un movimiento de apoyo a Panrico capaz de poner contra las cuerdas a Mas y por esa vía facilitar la consecución del "0,0".

Sin embargo la respuesta ha estado muy por detrás de las necesidades. La izquierda sindical, empezando por sus principales organizaciones en Catalunya la CGT y la IAC, pero también otros sindicatos menores como CoBas, estuvieron casi completamente ausentes del conflicto en los primeros meses. En muchos casos las reticencias sectarias a apoyar una huelga en la que la mayoría de la platilla estaba afiliada a CCOO pesaba más que el hecho de que se tratase de una huelga obrera justa y que, además, deja pequeños a cualquiera de los conflictos en los que estas centrales han podido jugar algún rol de dirección. Una actitud sectaria a la que los marxistas revolucionarios siempre nos hemos opuesto y combatido abiertamente. Como planteaba León Trotsky en 1937 en su discusión contra el sectarismo hacia los obreros que aún mantenían confianza en las direcciones sindicales tradicionales sostenía “No apoyamos todas las huelgas. Si alguien llama a una huelga para echar a obreros negros, chinos o japoneses de una fábrica, nos oponemos. Pero si el objetivo de la huelga es mejorar (en la medida de lo posible) la situación de los obreros, participamos en primera fila cualquiera que sea la dirección. En la inmensa mayoría de las huelgas los dirigentes son reformistas, traidores profesionales, agentes del capital. Se oponen a todas las huelgas. Pero de vez en cuando la presión de las masas o la situación objetiva los obliga a embarcarse en el camino de la lucha.”

En las diferentes manifestaciones celebradas en Sabadell y Barcelona CCOO no participó –salvo la concentración del 13F por el juicio al Comité– y a lo sumo mandó alguna delegación testimonial. Pero no deja de ser lamentable que las delegaciones de la izquierda sindical en todas estas movilizaciones no pasaran tampoco de lo testimonial. CCOO llevó adelante una política de aislamiento consciente de esta lucha, y las centrales de la izquierda sindical tuvieron la oportunidad, –y desde nuestro punto de vista la obligación– de poner todos los medios posibles para romper ese cerco, poniéndose a la cabeza de una gran campaña de solidaridad activa con la huelga de Panrico.

En el caso de la extrema izquierda política ha habido ausencias realmente injustificadas en estos ocho meses de huelga, como la de Revolta Global o En Lluita. Otras fuerzas han tenido una presencia muy por detrás de su tamaño e implantación. La principal fuerza que se reclama del anticapitalismo, la CUP, ha tenido una presencia y vuelco casi reducido a la colaboración institucional con algunas de las peticiones y preguntas presentadas al Parlamento, y algunos actos locales impulsados por asambleas de base. Sin embargo el vasto movimiento de la izquierda independentista no se ha puesto en movimiento en una sola ocasión en estos ocho meses para rodear de apoyo y solidaridad esta huelga.

El abandono de una estrategia de transformación social basada en la movilización con la clase obrera a la cabeza se hace patente ante hechos así. El triunfo de esta huelga hubiera sido un gran triunfo obrero capaz de acelerar el cambio de aires en el movimiento obrero que viene de muchas derrotas. Y a la vez un gran triunfo contra la burocracia sindical de CCOO y UGT, los dos grandes pilares estabilizadores de la crisis política que atraviesa el Régimen del 78. Cuando estos grupos hablan de abrir un proceso constituyente o conquistar el derecho de autodeterminación lo hacen sin una hoja de ruta basada en imponer estas demandas democráticas por la movilización, sino por medio de victorias electorales y cierta presión. Esto explica cómo han podido estar tan alejadas del apoyo que merecía y necesitaba la mayor huelga obrera de Catalunya desde la Dictadura.

8. Los trabajadores profundizan su experiencia con la burocracia sindical. De la Paz social a la gran traición del 20M

En ese marco las ilusiones sobre la resolución judicial del conflicto se incrementaron. Por un lado había argumentos jurídicos sólidos para que la sentencia de impugnación del ERE saliera adelante. Y por el otro, se había impuesto el discurso de la burocracia de que era mejor mantener una cierta “paz social” que "no perjudicara el resultado de los juicios y la posibilidad de negociación".

La posibilidad de una victoria judicial alarmaba enormemente a la Santa Alianza, que en las semanas previas al juicio de la Audiencia Nacional va a hacer todo lo posible para evitar su celebración. La Generalitat va a incrementar su actividad con distintas propuestas mediadoras que recogían la voluntad de la empresa y que resultaban inaceptables para los trabajadores por cuanto mantenían los recortes salariales y un número de despidos cercano al centenar. Hasta el último momento querían que éstas fueran aceptadas para lograr que se levantara la demanda de impugnación. Las asambleas las rechazaron una tras otra para desespero de la Federación de CCOO que presionaba para que se aceptasen.

Finalmente en los días previos al juicio del 20 de marzo la Generalitat, la empresa, CCOO y un delegado de CGT que fue más tarde desautorizado por su sindicato, pidieron el aplazamiento del juicio con la excusa de que se encontraba abierto un proceso de mediación. Con el aplazamiento se buscaba sembrar el desánimo, alargar más aún la huelga y el desgaste económico, y por esa vía lograr que los trabajadores aceptasen alguna de las pésimas propuestas que tiraba la mediación del Govern.

Estos hechos supusieron un punto de inflexión para la inmensa mayoría de la plantilla. La desconfianza con la dirección de CCOO en la Federación y el Comité se profundizó enormemente, quedó claro que estaban jugando del lado de la empresa y que iban a tratar de llevar la lucha a una derrota total o parcial. Pero esto no tuvo el efecto desmoralizador deseado por la burocracia, al contrario. El mismo día que se conoció la maniobra para desconvocar se realizó una asamblea auto-convocada en una plaza de Santa Perpetua y más tarde más de 50 trabajadores se presentaron en la sede de la CONC para exigir que se siguiera adelante con el juicio.

Finalmente se retiró la solicitud de aplazamiento, pero. El delegado de CCOO de Valladolid, firmante del acuerdo y acusado en la demanda, no se presentó alegando baja médica. El juicio se pasó para el 6 de mayo imponiendo un mes y medio de espera en el que la burocracia iba a proseguir con sus intentos de quebrar la lucha.

9. Panrico y Coca-Cola: un avance en la coordinación de las luchas obreras

A pesar del impasse posterior al 13 de febrero numerosos grupos de activistas siguieron intentando que la lucha de Panrico transcendiera y se convirtiera en una bandera de lucha por otros sectores. Esta política tuvo su más valiosa expresión en la relación establecida con los trabajadores de Coca-Cola Fuenlabrada, que desde el 30 de enero estaban en huelga indefinida contra el plan de despidos y cierres de planta de esta multinacional.

En ambas empresas los trabajadores estaban enfrentando un plan de ajuste draconiano, que además en el caso de Coca-Cola se hacía en una empresa con 900 millones de beneficios anuales. En la marca de refrescos los despidos llevaban consigo el cierre de cuatro plantas. Estos agravantes pusieron más difícil a las direcciones sindicales poder repetir una política tan nefasta como la de Panrico. Además por la repercusión pública mayor que tenía el conflicto, en la principal marca de refrescos del mundo, podía tener un alto coste de desgaste para los mismos sindicatos. Es por ello que desde el primer momento dieron apoyo a las movilizaciones de los trabajadores, aunque sin alentar a sostener la lucha una vez el plan se hizo efectivo. Esta decisión la tomaron por iniciativa propia los trabajadores de Fuenlabrada junto a su Comité de empresa. Es por ello que quedaron con el sobrenombre de los “espartanos de Coca-Cola”.

El 14 de febrero se realizó la primera charla pública entre Panrico y Coca-Cola en Madrid, organizada por el Comité de Apoyo a las luchas obreras de la capital. La relación siguió en torno a la preparación de las marchas de la dignidad y tuvo un momento clave en la misma jornada del 20 de marzo. Ese día los trabajadores de Panrico se desplazaron a Madrid para asistir al juicio de impugnación del ERE. En la calle se encontraron con una numerosa delegación de Coca-Cola que había venido a apoyarles. Cuando se conoció la noticia del aplazamiento y los compañeros de Panrico se dirigieron a protestar y exigir explicaciones a la sede del sindicato en Madrid, un grupo de Coca-Cola fue con ellos.

Los actos de protesta unitaria tuvieron una continuidad, en las marchas de la dignidad, en el viaje de los compañeros de Coca-Cola a Barcelona para protestar frente a la sede central de su compañía , en la concentración del juicio del 6 de mayo o en pocos días en el Encuentro de Coca-Cola y Panrico que tendrá lugar en Barcelona. Pero lo más valioso de esta incipiente relación de coordinación fue el apoyo efectivo que supuso para los trabajadores de Panrico en su pelea con el sindicato. La presencia de Coca-Cola el 20 de marzo y el 6 de mayo comprometía objetivamente a los dirigentes de la Federación agroalimentaria estatal ante los trabajadores de este conflicto (con los que han tenido una posición de relativo apoyo, temerosos del coste político de no hacerlo). Si traicionaban abiertamente a Panrico se lo iba a tener que explicar también a los de Coca-Cola, quienes ya habían expresado su voluntad firme de defender a los compañeros de Santa Perpetua ante cualquier maniobra que levantase el juicio.

La coordinación con Coca-Cola fue por lo tanto un activo clave en la pelea contra la burocracia sindical . Fue establecida desde la base, sin ningún apoyo, más bien al contrario, de parte de las direcciones de la Federación. Pero mostró el potencial de esta política que puede llegar a quebrar el aislamiento de las luchas, fortalecerlas y de lograr profundizarse convertirse en polos de agrupamiento de sectores de vanguardia que hagan pesar las luchas obreras en la agenda política . Por ello la burocracia sindical es enemiga de toda esta coordinación. Lamentablemente tampoco la izquierda sindical, en aquellas posiciones que dirige, da pasos en este sentido, en ocasiones por una ilusión demasiado corporativa y en otras por el sectarismo que impide la confluencia con luchas protagonizadas por trabajadores de CCOO o UGT; como es el mismo caso de Coca-Cola.

10. Los pasos y límites para constituir una alternativa de dirección obrera en el conflicto

La traición manifiesta de CCOO y los dirigentes del Comité de empresa en las vísperas del juicio del 20 de marzo continuó en las semanas siguientes. El Consejo Confederal de la CONC emitió una declaración tildando de "violentos e ingobernables" a los huelguistas , acusando a las organizaciones de apoyo de estar dirigiendo la lucha desde la sombra y planteando que había que someter la propuesta mediadora de la Generalitat a un referéndum junto a los esquiroles. Toda una declaración de guerra abierta a la huelga que después sería utilizada por el juez de la Audiencia Nacional para emitir su sentencia desfavorable a los trabajadores. El Comité de empresa una vez más intentó levantar la huelga en una asamblea el 27 de marzo, recibiendo una derrota categórica de 154 votos a favor de mantenerla y 11 en contra. Y aún tuvieron el intento desesperado de que se aceptase la mediación de la Generalitat convocando una asamblea de afiliados de CCOO en la que se llegó a amenazar con retirar la demanda de impugnación en el caso de que no se aceptasen las exigencias de la Federación y la CONC.

Hasta entonces uno de los grandes límites del activismo más comprometido con la huelga, era la falta de decisión de llevar adelante una revocación de los miembros del Comité de empresa que estaban jugando en contra de los trabajadores. Algo totalmente comprensible ante la falta de experiencia de todo un sector de huelguistas muy combativos, ya que para muchos era la primera gran huelga en la que participaban. De haberse dado la revocación de un comité de empresa, sería la primera desde hace décadas. Por el momento, por medio del control y la presión de la asamblea se había logrado desmantelar sus maniobras más crudas. Pero aún permanecía un límite crucial de la huelga, impuesto por la burocracia: la hoja de ruta de moderación "para no perjudicar la negociación con la empresa y los juicios", por lo que tampoco había que enfrentarse a la Generalitat. Por tanto, también ya se hacía cada vez más insuficiente continuar la “presión desde abajo” que planteaba la mayoría de los huelguistas, incluso los más combativos y significados con la huelga. Era insuficiente presionar: era cada vez más necesario que las y los trabajadores que habían motorizado la huelga desde el principio, tomaran el control del Comité de empresa y de huelga. Porque en definitiva fueron los grupos de trabajo formados "desde abajo", los que habían "dirigido" la huelga y los que habían puesto todos sus esfuerzos para que se mantuviera hasta el final.

En síntesis, en una lucha tan compleja en la que se enfrentaba a tres grandes enemigos -patronal, Estado y burocracia sindical- una nueva dirección de la lucha era necesaria para que ésta no solo se defendiera de las maniobras contra la huelga sino que pudiera dar pasos adelante, proponer iniciativas y una hoja de ruta para que la lucha pudiera transformarse en un gran conflicto político.

Los últimos episodios protagonizados por la burocracia hicieron que las voces en favor de que entrasen compañeros de la base al Comité de huelga fueran en aumento y más teniendo en cuenta que había 3 vacantes libres. Finalmente en una asamblea se logró la entrada de 5, ante la dimisión sorpresa de los dos representantes más ligados a la burocracia de la Federación. Sin embargo esta ampliación y renovación del Comité de Huelga se llevó adelante de forma poco organizada entre el conjunto del activismo. Esto también llevó a que muchos de los compañeros más destacados en la pelea contra la dirección del Comité no entrasen a formar parte. En las semanas siguientes y mientras se peleaba porque esta nueva dirección estuviera reconocida legalmente, los intentos de que estos compañeros destacados entrasen –ya que hubo más dimisiones– fueron abiertamente boicoteados por la burocracia sindical; y de hecho fue la primera pelea política que los compañeros no lograron ganar a pesar del amplio respaldo de la base con el que contaban los trabajadores que estaban siendo vetados.

Sin duda la ampliación y renovación del Comité de huelga es uno de los hechos a resaltar de esta huelga. Lamentablemente no es algo que ocurra en la inmensa mayoría de las luchas obreras. El peso de las direcciones sindicales, incluso cuando éstas se muestran timoratas o traidoras, es fuertísimo en la mayor parte de los centros de trabajo. Eso explica que a pesar de la disposición a la lucha de muchas plantillas al final ésta sea canalizada y reconducida por las maniobras de las direcciones sindicales de turno. En Panrico la capacidad de maniobra de la burocracia estaba limitada por la “presión desde abajo”, pero esto se manifestaba insuficiente para el salto que debía dar la lucha, pues aún sin imponer la desconvocatoria de la huelga la política de la dirección del Comité buscaba conscientemente el desgaste y la pérdida de toda perspectiva de combate.

La decisión de formar una nueva dirección se tomó tarde. Esto no es una responsabilidad exclusiva de los trabajadores, sino que responde a los límites políticos impuestos por décadas de pasividad por la misma burocracia. Lo cierto es que la tónica en la mayoría de las empresas es la ausencia de un activismo obrero. También en aquellos centros de trabajo en donde dirige o tienen peso las organizaciones de la izquierda sindical. La ausencia de activismo obrero es siempre una ventaja para las direcciones sindicales burocráticas, pues hace mucho más tortuoso el tumbar sus maniobras y aún más que surja una alternativa de dirección a tiempo para cambiar el rumbo de la lucha y evitar las traiciones. Por otro lado esta debilidad es muchas veces planteada como un bálsamo auto justificativo para no llamar a la lucha o hacerlo de una forma muy testimonial y en no pocas ocasiones se culpa a la pasividad de la base de que los ataques estén pasando.

A esta inexperiencia de lucha previa de la plantilla de Panrico se sumó también el hecho de que las fuerzas del sindicalismo que se plantea como alternativa a CCOO y UGT no estuvieron presentes con su experiencia para poder aconsejar y demostrar la certeza de construir una nueva dirección con los obreros más destacados durante la huelga.

11. Una sentencia política y ejemplarizante

A tan solo 13 días de la celebración del juicio de la Audiencia Nacional los magistrados emitieron un fallo que supuso un varapalo muy fuerte contra los trabajadores . A pesar de los múltiples defectos de forma de todo el proceso de negociación, de la vulneración del derecho de huelga que mermaba la capacidad de los trabajadores en la misma negociación, de la ocultación de información económica, de cómo la carga de despidos sobre la única planta en huelga se había engrosado injustificadamente. Es decir a pesar de todas las fortalezas jurídicas de la demanda interpuesta por CCOO (por la presión de los huelguistas) el juez desestimó la mayor parte de sus puntos.

Avaló los despidos de 2013 aunque los declaró improcedentes por el pago de la indemnización en diferido. Avaló todos los de 2014 y sólo declaró nulos los previstos para el 2015 y 2016. La rebaja salarial también la dejaba pasar. Un veredicto que buscaba ser totalmente ejemplarizante, mandar el mensaje de que el camino emprendido por los trabajadores de Panrico no puede conducir a nada bueno. Y no sólo por haber decidido salir a la huelga, sino por haberse mantenido en ella aún con el acuerdo firmado por los representantes de UGT y CCOO, y sobre todo por mantenerse en una posición de total insubordinación con su dirección sindical.

De hecho si estos jueces pudieron dictar esta sentencia tan política y anti-obrera fue gracias a que CCOO le suministró argumentos suficientes. El aval de CCOO a la constitución de la Comisión Negociadora y sobre todo al Informe económico que justificaba el ERE fueron dos puntos claves, pero también las declaraciones de la CONC tachando a la huelga de Santa Perpetua como “ingobernable y violenta”.

Es por ello que la demanda presentada por CGT ni siquiera aceptaron discutirla. En un fallo sin precedentes justificaron que la baja representatividad de este sindicato lo deslegitimaba para impugnar el ERE, sentando de paso un precedente jurídico nefasto para los derechos de defensa de todos aquellos trabajadores que se encuentran afiliados en opciones sindicales diferentes a los sindicatos mayoritarios.

La Santa Alianza contra los trabajadores de Panrico se fortalecía con la inclusión en ella de una de las más elevadas instancias judiciales del Estado, la Audiencia Nacional. Sin embargo la mayoría de los trabajadores, aún a pesar de las ilusiones que se habían puesto en el juicio fruto del impasse al que se había conducido a la huelga desde diferentes caminos, decidieron mantener el pulso. En una semana frenética con tres asambleas la burocracia del Comité de empresa trató de aprovechar la desmoralización para imponer una vuelta sin condiciones al trabajo.

Un sector de los activistas peleó por la continuidad de la huelga, por conseguir la readmisión de los 37 despedidos de 2013, evitar la ejecución de los de 2014 y revertir el rebaje salarial. La sentencia obligaba a la empresa a desembolsar las indemnizaciones de golpe, lo cual le podía suponer problemas de tesorería. Esto no era una suposición sino que en esos mismos días se conocía el dato de que estaba aplazando el 70% del pago de sus deudas. Mantener la principal fábrica del grupo paralizada era una posición de fuerza para que los trabajadores forzasen la apertura de nuevas negociaciones y pelear por una salida lo más favorable posible. Al mismo tiempo planteaban multiplicar los llamamientos a las organizaciones sindicales y políticas a redoblar la solidaridad con Panrico, a llenar de nuevo su caja de resistencia y hacerle pagar un precio político a la Generalitat por su rol lacayo de la empresa y a la burocracia de CCOO por el papel de traidores que habían estado jugando.

En esos mismos días se discutieron otras hojas de ruta que afortunadamente fueron rechazadas por la mayoría de los trabajadores. La peor sin duda era la sostenida por la dirección del Comité de empresa. Otra que gozó de cierto apoyo en los primeros días después de la sentencia era la que quería acotar la huelga a un plazo determinado y reducir las demandas a la readmisión de los despedidos en 2013, sin plantearse si quiera pelear por la no aplicación de los de 2014. Ésta fue por ejemplo la posición defendida por una parte del nuevo Comité de huelga y por grupos de apoyo como Lucha Internacionalista, quien en una carta a los trabajadores sostenía como la mejor opción posible “seguir la huelga limitando el tiempo y alrededor de los dos puntos más concretos: 1) readmisión (no indemnización) de los despedidos del 2013 y 2) los 6 disciplinarios”.

12. Un último sprint en condiciones muy difíciles

Finalmente la posición defendida por las y los trabajadores huelguistas partidarios de mantenerla fue la que se votó en la asamblea del sábado 24 de mayo, con 111 votos a favor y 64 en contra. Una muestra de que casi dos tercios de la plantilla querían seguir luchando. Pero la continuidad del combate por casi un mes se iba a dar en unas condiciones realmente difíciles. La estrategia del desgaste a la que la burocracia venía jugando todo el conflicto estaba haciendo ahora muchísimo daño.

El proceso de negociación que se tornó a abrir pillaba a los trabajadores con las fuerzas exhaustas y con la oposición frontal a su decisión de la burocracia de CCOO y los dirigentes del Comité de empresa. La respuesta de la izquierda política y sindical, como decíamos bastante débil durante casi ocho meses de huelga, no cambió en lo fundamental, y mucho menos lo que se necesitaba para respaldar la valiente decisión de los trabajadores de mantener su huelga aún con una sentencia desfavorable. La empresa aprovechó esta posición de fuerza para ofrecer unas condiciones de acuerdo que casi empeoraban el ERE. Se atenía a rebajar en un 40% el número de despidos -algo que podría estar incluso dentro de sus planes para evitar problemas de tesorería- a cambio de medidas brutales como el despido del Comité de Empresa, poder elegir a dedo a los despedidos para hacer una limpieza del activismo e imponer un lock out patronal en forma de ERTE para los que se quedaran.

Ni siquiera estas posiciones semi-fascistas de la patronal provocaron una reacción defensiva de la burocracia sindical. CCOO las dejó pasar. UGT emitió un comunicado denunciándolas. Pero tampoco la izquierda política y sindical reaccionó a la altura de las circunstancias, salvo una tardía (a 8 meses) propuesta de manifestación de parte de CGT que tras la desconvocatoria de la huelga los trabajadores no vieron sentido mantener.

Una situación en la que las dos fallas a las que había estado apostando la burocracia no hacían más que agrandarse: el desgaste anímico, físico y económico de los trabajadores y el aislamiento de su lucha. Los límites del nuevo Comité de huelga que planteábamos antes en medio de esta difícil situación se hicieron notar con fuerza. La exclusión de la mayor parte de los trabajadores que se venían destacando en la pelea contra la burocracia del Comité y la Federación, peleando por una orientación combativa y más política del conflicto, facilitó que el nuevo organismo terminara siendo rehén de los burócratas del Comité de empresa.

13. La desconvocatoria de la huelga

En una asamblea tramposa se presentó -a pocos minutos de que hubiese que abandonar el local- la propuesta de levantar la huelga e ingresar inmediatamente a trabajar. Una propuesta que cayó como una sorpresa para todo el mundo y que los burócratas lograron que apareciera con el respaldo del viejo y el nuevo Comité de huelga. Solamente un compañero del nuevo Comité de huelga, justamente de los que venían siendo parte de las principales peleas contra la burocracia en los meses anteriores y de los más significados, se pronunció en contra. Finalmente en este marco y por 98 votos a favor y 45 en contra se decidió la entrada a la fábrica el lunes 16 de junio.

Los grandes obstáculos que sus enemigos venían imponiendo a la huelga – sobre todo el aislamiento y no llegar a transformarse en un conflicto político– se incrementaron exponencialmente en una etapa final que era objetivamente más difícil por el resultado de la sentencia y el cansancio acumulado. Además los límites del mismo conflicto se demostraron como trabas claves para la superación de esos mismos obstáculos. Por un lado un límite de la misma huelga, el que atañían a la tarea central de constituir una dirección obrera alternativa a la burocracia sindical capaz de proponer una hoja de ruta para transformar la huelga en una lucha política y actuar de polo de coordinación con otros sectores obreros. Por otro lado el otro gran límite ajeno a los trabajadores que fue la no puesta en marcha de un gran movimiento de apoyo y solidaridad por parte de la izquierda política y sindical que hubiera sido clave para contra-restar la labor de la burocracia sindical y ayudado al surgimiento e imposición de una dirección alternativa al conflicto.

Sin embargo, a pesar de todos estos límites y de haber perdido el arma principal con el levantamiento de la huelga, un grupo muy amplio de trabajadores se propuso continuar organizado y seguir la pelea. El primer objetivo que se dieron fue la revocación del Comité de empresa para poder re-elegir sus miembros y lograr la entrada de los trabajadores que han conformado el activismo y las demandas de estos 8 meses de huelga. El día de la "entrada a la fábrica" la sonrisa del presidente del Comité de empresa anunciando la desconvocatoria de la huelga, quedó desdibujada ante el anuncio de estos trabajadores sobre la recogida de firmas para revocarlos.

Se dejaba así claro la intención de acabar con una dirección traidora y pelear por una alternativa anti-burocrática, combativa y de clase. Los compañeros a la vez que recogían firmas para la revocación iban debatiendo la necesidad de ir agrupando en una lista unitaria a todo el activismo que había sido parte de las principales peleas y se había puesto al frente de las tareas de la huelga. Se trataba así de levantar una alternativa basada en las lecciones de 8 meses de huelga, con independencia de la afiliación sindical de los trabajadores. Una lógica muy valiosa no sólo para Panrico sino para hacerla extensible al resto del movimiento obrero, unificar a los sectores combativos detrás de un programa, y que choca con la lógica de “construir el propio sindicato” que caracteriza a las organizaciones de la izquierda sindical incluidas las presentes en la lucha de Panrico, y que en ocasiones termina dividiendo a los mejores luchadores por pelea de aparatos o aparatitos.

14. La empresa quiere barrer con todo y que de Panrico sólo se recuerde la derrota

Una vez logrado el final de la huelga la empresa comenzó a imprimir durísimos golpes contra los trabajadores, especialmente los que más se habían destacado en la huelga.

La primera medida fue la de imponer un verdadero lock out patronal. Excusándose en el estado de la fábrica tras tantos meses de paro mandó a todos los trabajadores a casa, primero con permiso retribuido y a partir del 1 de julio por medio de un ERTE. Esta medida de dudosa legalidad supone incrementar el sufrimiento económico de estos trabajadores que no cobrarán estos salarios hasta tres o cuatro meses más tarde.

La siguiente medida fue la realización de una segunda tanda de despidos, esta vez 38. En esta ocasión la nueva remesa no ha seguido ningún criterio del ERE, sino los criterios que la empresa ya anunció en las últimas negociaciones, los de la persecución política y sindical. Han querido descabezar a lo mejor del activismo. La lista de estos 38 despedidos está casi al 90% contenida en la lista de firmantes por la revocación del Comité de empresa, en ella están todos los nuevos integrantes del Comité de huelga o sus parejas y la inmensa mayoría de los compañeros que en estos 8 meses se han puesto a la cabeza de tareas claves para motorizar la huelga.

Son 75 compañeros despedidos y la empresa amenaza con realizar más tandas (legalmente aún podría hacer 95 más). Los que se quedan lo hacen con una rebaja salarial que convierte a trabajadores con más de 30 años de fábrica en mileuristas y además con una penuria económica muy fuerte para los próximos meses de aplicación del ERTE. La criminal política de CCOO en alianza con el resto de fuerzas de la Santa Alianza está logrando imponer unas condiciones de derrota muy duras a los trabajadores. Su intención es dejar una lección para el resto de los trabajadores: no hay que salirse del sindicalismo del mal menor, de aceptar estoicamente los despidos y recortes que se nos imponen, y que toda lucha no puede cuestionar lo más mínimo el rol que juega la burocracia sindical en las empresas.

15. Los galos de Santa Perpetua, como los espartanos de Fuenlabrada, no se rinden y pueden convertir su experiencia en un arma para el futuro de la clase obrera

Lo excepcional de esta lucha está también en las consecuencias del desenlace sobre los trabajadores. A pesar de la dureza con que la empresa está tratando de cerrar el conflicto un buen número de trabajadores, despedidos y no despedidos, están dispuestos a continuar la lucha desde dentro y desde fuera de la empresa.

El Comité de empresa parece que ha cogido ya las vacaciones de verano, pues no se le ve por ninguna parte. Realizada su función, aunque con 8 meses de retraso, han abandonado a su suerte tanto a los despedidos como a los afectados por el ERTE. Al haber logrado el fin de la huelga y sin la convocatoria de asambleas, la organización del activismo se hace más compleja, tanto para poder continuar la pelea como para tratar de sostener solidariamente a aquellos trabajadores que han quedado en una situación económica peor.

Sin embargo buena parte del activismo obrero quiere seguir la pelea y se mantiene organizado para pelear por la readmisión de los despedidos, la retirada del ERTE y la reversión de la rebaja salarial. Una pelea que la presentan como lo que es, una pelea política, pues la derrota que se quiere infligir a Panrico es un atentado de parte de la empresa, el Estado y la burocracia sindical al derecho de los trabajadores a hacer huelga, luchar y organizarse democráticamente. Es necesario pelear por la nulidad de todos los despidos, tanto a nivel judicial (demostrando que se trata de una represalia y persecución política) como con un plan de movilizaciones discutido en común entre los despedidos y quienes siguen dentro. En este punto hay que exigir a todas las organizaciones sindicales, empezando por el sindicalismo alternativo y de la izquierda política, que pongan todos los medios a su alcance para no dejar pasar este resultado que es un atentado contra toda la clase trabajadora.

Como parte de esta pelea los compañeros mantienen viva la llama de la lucha contra la burocracia sindical en diferentes frentes. El primero es al interior de la empresa, aunque el golpe realizado contra el activismo en la última tanda de despidos deja muy debilitado este frente y las posibilidades de revocación del Comité de empresa. La empresa con su política de persecución hace un gran favor a los burócratas ligados a la Federación de CCOO y que llevan apoltronados en el cargo desde hace décadas. Aun así sigue estando planteada la posibilidad de agrupar a las y los trabajadores de dentro dispuestos a pelear contra esta casta en base a las lecciones de la huelga y hacerlo en unión y coordinación con todos aquellos que quieren continuar la lucha desde afuera.

La iniciativa surgida de parte de un sector de los trabajadores más comprometidos en la huelga de impulsar una asociación o plataforma de afectados por el ERE de Panrico es a nuestro entender una buena propuesta para hacer posible este agrupamiento para continuar la pelea.

16. Una huelga histórica que marca nuevos aires en el movimiento obrero

El agrupamiento que se está produciendo entre lo mejor del activismo de esta gran huelga junto con algunas organizaciones del Comité de Apoyo tiene un valor extraordinario. Puede servir de polo de organización para distintos sectores de trabajadores que quieran pelear en el movimiento obrero por las lecciones que deja planteadas esta lucha y desde nuestro punto de vista esto contribuiría enormemente en una tarea capital para la clase obrera: avanzar en liquidar el corsé de la burocracia sindical.

Debe ser un agrupamiento que llame a todos aquellos que quieran defender la democracia obrera y la pelea por direcciones obreras combativas y anti-burocráticas en todas las luchas. Pelear por un programa de 0,0, porque la crisis no la paguemos los trabajadores sino los capitalistas que la han generado. Por la coordinación de todas las luchas obreras. Por la socialización de los conflictos y el apoyo del movimiento obrero a todas las reivindicaciones populares y democráticas, como la lucha en defensa del derecho al aborto. Por convertir cada batalla de un grupo de trabajadores en un gran combate de clase, rodeado de solidaridad activa y convertirlo en un verdadero problema político para los gobiernos de turno que trabajan día a día para la patronal y los banqueros.

En definitiva la gran huelga de Panrico puede y debe servir para remover al máximo el avispero en el movimiento obrero y lograr que los nuevos aires de lucha que han significado luchas como esta, la de Coca-Cola o Tenneco, se conviertan en un vendaval. La coordinación con Coca-Cola que se mantiene aún después del final de la huelga es además un gran activo para que este intento de agrupar a los sectores de vanguardia obrera pueda tener un desarrollo estatal. En este sentido la propuesta de algunos trabajadores de Coca-Cola de formar una coordinadora estatal de sectores obreros en lucha es una gran iniciativa para dar pasos en esta dirección.

La experiencia de Panrico y sus lecciones merecen ser conocidas por todos los trabajadores que mañana salgan a luchar, para que ellos no tengan que partir de cero. En este sentido el agrupamiento de estos luchadores junto a otros sectores obreros abre la posibilidad de la emergencia de una corriente sindical anti-burocrática, combativa y de clase, que pueda estar integrada por todos aquellos trabajadores que compartan dichas lecciones con independencia de su carnet sindical.

Cuando hablamos de que la huelga de Panrico es histórica no se limita a haber sido la más larga desde la Dictadura. Su carácter histórico se lo da a que junto con otras luchas de vanguardia, como la de Coca-Cola o Tenneco, creemos que está indicando un cambio de aires en el movimiento obrero. Luchas donde los trabajadores se plantan ante los ataques y cuestionan la política del mal menor de las direcciones sindicales. Retoman tradiciones obreras que estaban enterradas tras décadas de paz social, como la caja de resistencia o la coordinación. Y sobre todo en el caso de Panrico se convierten en una verdadera rebelión contra la burocracia sindical.

Hasta ahora la crisis capitalista se viene descargando con una dureza inusitada sobre la clase obrera y los sectores populares. Ha habido importantes fenómenos de resistencia a estos ataques y grandes movilizaciones en contra del Régimen político que es visto por millones como una “democracia para los ricos”. Sin embargo la clase obrera, aun siendo el sector social más golpeado, no ha salido a la escena al nivel del ataque sufrido y la crisis política abierta sobre todo desde el 15M. Si esto es así es por el rol que están jugando las direcciones de CCOO y UGT. Hoy Toxo y Méndez, y sus subalternos en el resto de niveles del sindicato, son unos pilares claves para que la crisis del Régimen no se transforme en terminal y que el ajuste capitalista pueda aplicarse sobre nuestros hombros en los próximos años. Actúan como un férreo corsé para evitar que las luchas obreras dejen de estar dispersas y por esa vía se abra una situación de ascenso obrero como la que se vivió a finales de la Dictadura. Ellos tienen memoria histórica y son conscientes de que si los trabajadores salieran a la escena política sería una gran amenaza para los capitalistas, la casta política y el conjunto de las instituciones del Régimen del 78.

Estas luchas que se dan en el marco de una creciente conflictividad obrera por sectores (y que hemos visto en otras grandes huelgas como la de la limpieza viaria en Madrid en 2013 o los mineros en 2012, aunque más controladas por las direcciones sindicales) y ello abre la posibilidad de que no sean “casos aislados”. Que además se den en sectores donde el peso de las direcciones sindicales es tradicionalmente muy fuerte, la industria, habla de la profundidad del proceso.

Es por ello que aún en el marco de la derrota que la patronal está imponiendo en Panrico -no así en Coca-Cola o Tenneco- esta lucha, sus lecciones y lo que quede organizado después de ella, puede ser un gran activo para el conjunto del movimiento obrero para poner fin a la dinámica de retroceso de estos años y empezar a hacer pesar a la clase obrera en la convulsa escena política en la que son millones los dispuestos a cuestionar el orden político y social reinante.

3- Principales lecciones de esta histórica huelga

1. El ajuste que los capitalistas están descargando sobre los trabajadores y sectores populares afecta de manera directa al conjunto de la clase obrera. Esto hace que la pasividad lograda por la burocracia sindical durante décadas en sectores estratégicos como la gran industria esté totalmente cuestionada, abriéndose así la posibilidad de que se puedan dar luchas duras y combativas en sectores con mejores condiciones.

2. Las décadas de pasividad y la inexperiencia de lucha es una debilidad importante. Sin embargo en ningún caso constituye un obstáculo absoluto. La clase trabajadora tiene un potencial enorme para reponerse de los años de retroceso.

3. La confianza en las direcciones sindicales tradicionales no es eterna. Cuanto más choque su papel de apaga-fuegos de éstas con la necesidad de luchar de los trabajadores, más profundos podrán ser los cuestionamientos y posibilidades de superación de la burocracia sindical. Esto vuelve aún más miopes los planteamientos sectarios de buena parte de la izquierda sindical hacia los obreros de CCOO y UGT y las luchas por ellos protagonizadas.

4. La lucha de Panrico y su heroica huelga de 8 meses, así como las de Coca-Cola o Tenneco, muestran los nuevos aires en el movimiento obrero que cuestionan la política de “mal menor” de la burocracia sindical y retoman tradiciones enterradas por ésta durante décadas. De todas estas experiencias la de Panrico es la que más lejos ha llevado el cuestionamiento de la burocracia sindical. El rol que está jugando como factor de contención del malestar obrero es clave para evitar que la crisis del Régimen se torne terminal. Es por ello que ante experiencias tan avanzadas es probable que se levanten verdaderas “Santas Alianzas” que incluyan a la burocracia, la patronal y las principales instituciones del Régimen. En el caso de Panrico la unidad reaccionaria contra la huelga ha sido total y la convirtió en un conflicto político y muy duro desde las primeras semanas.

5. Los trabajadores de Panrico de una manera muy auto-organizada y con el apoyo de algunos pequeños grupos que brindamos desde el comienzo nuestra solidaridad han rescatado tradiciones obreras que han demostrado ser piezas fundamentales para fortalecer la lucha y la organización. La caja de resistencia, fundamental para paliar el desgaste económico, la organización de los piquetes, la búsqueda de solidaridad y difusión del conflicto y los intentos de romper el cerco entre las empresas de su marca y coordinarse con otras luchas obreras.

6. Esta huelga contó con un activismo que logró superar el centenar de trabajadoras y trabajadores, cuya organización y confianza en sus propias fuerzas crecieron en la lucha contra las maniobras de la burocracia. Sin embargo la poca experiencia sindical previa al conflicto mantuvo durante mucho tiempo una lógica de “presión desde abajo” en la mayoría de los trabajadores que si bien fue suficiente para desmantelar las maniobras más abiertas de la burocracia, no logró impedir que está mantuviese el control sobre la orientación más general del conflicto.

7. En este marco la burocracia logró imponer una línea de paz social por medio de un discurso del miedo. Pérfidamente quiso confundir las acciones contundentes y dirigidas a transformar el conflicto en un conflicto político contra la Generalitat, con acciones descolgadas o ultras. Reorientó, con el acuerdo práctico de algunas organizaciones del Comité de Apoyo, todo el plan de lucha a acciones simbólicas y presión institucional.

8. Esta “paz social” llevó a un impasse a la huelga que hacía ver como única salida la vía judicial. Sin embargo la clave para obtener una victoria (ya fuese por la vía judicial o cualquier otra) era la transformación de la huelga en un gran combate político. Un sector de los trabajadores mantuvo constantemente iniciativas e intentos para que la lucha se convirtiera en un problema político sobre todo por medio de su difusión social y los intentos de coordinarse con otras luchas obreras. El cerco sanitario de los Comités dirigidos por CCOO fueron un obstáculo que no se pudo superar (como fue el caso de Alstom), y la ausencia de una orientación dirigida a esta coordinación en otras luchas con peso de la izquierda sindical limitaron muchos contactos con ellas, a actos testimoniales.

9. En el caso que más lejos se llegó en la coordinación fue con los trabajadores de Coca-Cola Fuenlabrada. Las diferentes acciones realizadas en común en ambas ciudades y la relación permanente entre ambos colectivos obreros fue tanto un activo para la lucha de Panrico, marcando límites a los intentos de la burocracia de CCOO de realizar una traición abierta, como para los trabajadores de Coca-Cola, mostrando un ejemplo de lucha dura a seguir frente a la ofensiva de la patronal imperialista.

10. La ausencia de experiencia del activismo se vio agravado por la casi ausencia del conflicto de otras centrales del sindicalismo alternativo que podrían haber aportado una experiencia obrera que convenciera y diera confianza a los trabajadores para pelear por un cambio de dirección de la huelga (Comité de empresa y de huelga). Los intentos de constituir una dirección obrera alternativa se llevaron adelante con un retraso importante y sin que los sectores que más se habían destacado en la pelea contra la burocracia durante la huelga tuvieran apenas presencia en el nuevo Comité de huelga. Esto facilitó que la misma dirección alternativa terminase absorbida por la política de la vieja dirección cuando la huelga entró en su etapa más crítica. En esta situación es que la burocracia de CCOO logró ganar para su posición de levantar la huelga a todos los miembros del nuevo y viejo Comité de huelga salvo una honrosa excepción..

11. Lo ocurrido en las semanas posteriores a la desconvocatoria de la huelga demostró que ésta fortaleció la posición de la empresa para tratar de imponer la peor derrota posible. Pero aún así, un sector significativo del activismo mantuvo una hoja de ruta para sostener la lucha contra los despidos, el recorte salarial y el ERTE, vinculándola también a la revocación del Comité de Huelga y el agrupamiento de los trabajadores despedidos y no para dar en común esta pelea. Este agrupamiento es una pieza fundamental en el próximo periodo para la continuidad de la pelea en todos los frentes: sindical, judicial y político.

12. El carácter histórico de esta huelga y las intenciones de la “Santa Alianza” de que sólo se recuerde la derrota, grafican con fuerza su importancia para el conjunto del movimiento obrero. Los heroicos trabajadores y trabajadoras de Panrico, junto a los de Coca-Cola y todos aquellos que compartan las lecciones de su gran lucha, están en la posición de llamar a una gran coordinación estatal de todos los sectores combativos, anti-burocráticos y de clase del movimiento obrero para pelear por el triunfo de las luchas que están por venir y la derrota de las patronales, los gobiernos y las burocracias sindicales que se levanten contra ellas. Avanzar en una experiencia de coordinación de este tipo, sería un paso de gigante en la tarea estratégica de derrotar a la burocracia sindical, el principal corsé para que los trabajadores podamos salir a la escena a frenar el ajuste capitalista y ponerle la puntilla al Régimen del ‘78.
Las compañeras y compañeros de Clase contra Clase, desde el primer día hasta hoy junto a la lucha de Panrico

Desde el primer día del conflicto nuestro grupo ha tratado de aportar al máximo a la lucha de estos trabajadores. Lo hicimos desde el mismo 13 de octubre en aquellas jornadas “poniendo el cuerpo” como uno más en el piquete frente a la represión de los Mossos, y así hemos tratado que fuese siempre nuestro apoyo, no algo testimonial o simbólico, sino lo más efectivo y concreto posible.

Durante estos nueve meses hemos puesto nuestras humildes fuerzas al servicio de fortalecer esta lucha, siendo parte y apoyando todas las medidas de lucha decididas por los trabajadores. Hemos intentado ayudar al máximo en romper el cerco de aislamiento, así como para avanzar en la coordinación con otras luchas, poniendo en contacto a los compañeros de Panrico con Coca-Cola, ayudando a que la coordinación fuera un hecho y acompañándolos en otros intentos como el viaje a Tenneco en Gijón.

El apoyo a esta gran huelga ha trascendido las fronteras del Estado español, y en ello nuestros grupos hermanos de América Latina y Europa agrupados en la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional también han estado presentes, respondiendo a los llamamientos de solidaridad internacional realizados por los trabajadores. Toda nuestra actividad, declaraciones e iniciativas en la huelga son públicas y pueden seguirse, desde la sección especial permanente en nuestra página web, así como los hechos más importantes que se fueron sucediendo en los largos meses de huelga.

Todas estas medidas las hemos tomado siempre en común con muchos de los activistas de esta huelga. Con ellos hemos estado a veces de acuerdo y otras no, pero siempre hemos planteado abierta y fraternalmente nuestra opinión y consejos sobre el conflicto, todas ellas sintetizadas en este suplemento. Las lecciones y reflexiones que aquí planteamos son responsabilidad nuestra, más allá de que muchas puedan ser compartidas por bastantes trabajadores, pero sin duda no serían posibles sin los múltiples intercambios, discusiones y estos ocho meses de una experiencia de lucha en común que nuestros militantes han realizado con los protagonistas de esta heroica pelea.

Una experiencia de la que nos sentimos orgullosos porque grafica cual es la estrategia con la que desde CcC y nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista, peleamos por el triunfo revolucionario de los trabajadores sobre las ruinas del capitalismo. Ser parte activa de las luchas de los trabajadores, independientemente de su afiliación sindical o la confianza que puedan tener en direcciones reformistas o traidoras, ha sido siempre un aspecto esencial de nuestra tradición política. Y es así porque tenemos plena confianza en el potencial de la clase obrera para recomponer su capacidad de lucha, organización y conciencia para salir a escena como un sujeto determinante en la pelea contra el capitalismo y sus penurias. La clase trabajadora es la que ocupa el corazón de la producción y distribución de la riqueza, y por ello mismo es la que más puede colocar contra las cuerdas a banqueros, empresarios y toda la casta política, judicial, policial... a su servicio. Es esta potencialidad la que puede permitir que la clase obrera pueda tomar en sus manos las reivindicaciones de todos los sectores populares y oprimidos; y encabezar una pelea para acabar con toda forma de explotación económica y opresión. Una muestra de esta hegemonía la han dado las mismas compañeras de Panrico con su intervención en el movimiento contra la Ley del Aborto de Gallardón.

Toda nuestra intención es fortalecer estas experiencias obreras y aportar humildemente a alcanzar victorias que fortalezcan la organización de los trabajadores y ayuden a sacar el máximo posible de conclusiones políticas. Y en esas valiosas experiencias comunes aspiramos a que surjan nuevos destacamentos de obreros conscientes, revolucionarios, que quieran preparase para combates aún más decisivos que están por venir. Se trata de que los trabajadores demos un paso al frente y nos dispongamos a dar una lucha política, a combatir a los regímenes políticos de los capitalistas y pelear porque dejen de gobernar los patronos y banqueros -o sus lacayos- y empecemos a gobernar los trabajadores.

Queremos que el cántico que se oía en muchas de las manifestaciones de los obreros de Panrico "luchar hasta vencer, luchar hasta llevar a los obreros al poder" se haga realidad. Para ello, como nos demuestra la historia de nuestra clase, estamos convencidos de que habrá nuevas oportunidades. Pero la victoria no la tenemos garantizada. Para ello creemos que una tarea preparatoria pero fundamental es que los trabajadores que en base a su experiencia van sacando conclusiones revolucionarias, nos agrupemos y avancemos en construir un partido revolucionario que se prepare conscientemente para que, cuando el conjunto de la clase obrera se ponga en marcha, nadie ni nada pueda frenarla en la lucha por conquistar el poder político y acabar con una sociedad basada en la explotación de una minoría de capitalistas sobre la amplia mayoría de los trabajadores y el pueblo.

 

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