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¿A donde va México?
por : LTS-CC, México

13 Jun 2007 |

Recientemente, Calderón presentó un plan hasta el año 2030. Ante lo más “selecto” de los empresarios, apareció como el garante de la estabilidad de los negocios capitalistas no sólo durante su gobierno, sino durante los próximos... 23 años. El gobierno del PAN se muestra así como el representante más orgánico del “orden” reaccionario que desean implantar en el país los monopolios y grandes patrones. Este “plan” busca garantizar “reformas profundas”, es decir, un mayor ataque sobre las condiciones de vida, la entrega de los recursos naturales y energéticos a las grandes trasnacionales, así como el fortalecimiento de las instituciones represivas del estado.

El gobierno “blindado” de Calderón

En los últimos meses, el gobierno implementó un gran despliegue de tropas, declarando la guerra al narcotráfico. La campaña publicitaria en los medios de comunicación presenta unas fuerzas armadas que protegen al “ciudadano común”. Es, por un lado, un intento de disciplinar a los grandes cárteles que montaron un ejército paralelo y compraron a amplios sectores del aparato de seguridad del Estado, lo que echa luz sobre la crisis de las instituciones y sus vínculos con el narcotráfico. Por otra parte, la presencia del ejército en las calles quiere inhibir el descontento de los trabajadores, y es un verdadero ataque a las libertades individuales y democráticas, que va de la mano con duros golpes a los que luchan.

Cuenta para esto con el apoyo de la clase dominante y el aval de las clases medias conservadoras, así como con la fortaleza que le da el acuerdo PAN-PRI (Partido Acción Nacional y Partido Revolucionario Institucional) quienes, en el Congreso, votaron conjuntamente las reformas al Código Penal. El objetivo central de esta política de Calderón es fortalecer el ataque capitalista y poner a la defensiva a los trabajadores y la juventud combativa.

Una salida reaccionaria a la lucha

Esta campaña es ni más ni menos que una respuesta reaccionaria del régimen de “la alternancia” a la movilización obrera y popular que se expresó desde el movimiento democrático antifraude hasta las grandes luchas de Sicartsa y Oaxaca (ver recuadro). Y, si el gobierno de Vicente Fox no pudo frenar la protesta, lo intenta hacer su sucesor, apoyándose en un mayor protagonismo de los militares e intentando quitar la imagen de ilegitimo y débil que arrastra como presidente, aunque al precio de quedar -en los hechos- como un probable rehén de las FF.AA. Si Calderón hace esto es porque, después de la entrada de la PFP (Policía Federal Preventiva) en Oaxaca, la lucha de los trabajadores, continuó. El 1 y el 2 de mayo se mostró una fuerte tendencia a la unidad obrera y popular en las calles. Y en las semanas siguientes, la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) y trabajadores universitarios siguieron su lucha; como el 21 de mayo que paralizaron la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y otras escuelas, y el 1 de junio cuando miles de trabajadores organizados, se manifestaron en muchos estados del país.

Estas luchas se dan pese a que los dirigentes de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores) y el SME (Sindicato Mexicano de Electricistas) no convocaron a la huelga nacional, como propuso la CNTE. Estos sindicatos, que se posicionan como opositores, podían llamar al conjunto del movimiento obrero a una gran lucha en las calles, así como a la base de los sindicatos industriales controlados por el CT-CTM (Congreso del Trabajo-Central de Trabajadores Mexicanos). Fue la presión de las bases la que los obligó a realizar los paros cívicos, como se vio el 1 de junio y el 21 de mayo, lo que no evitó que la base combativa cuestionara con una gran rechifla a Agustín Rodríguez (secretario general de la UNT). Hoy, los trabajadores de la educación muestran el camino de lucha a seguir por el resto del movimiento obrero. Y como se ve en el STUNAM (Sindicato de Trabajadores de la UNAM), comienza a surgir una vanguardia combativa que cuestiona a su dirección y puede orientarse hacia una política alternativa. Los trabajadores están en el centro de la escena nacional y de la lucha contra el gobierno.

Las perspectivas están abiertas: si el movimiento obrero profundiza su lucha y pone en práctica sus métodos como la huelga y la movilización en las calles, puede abrirse una etapa de mayor agudización de la lucha de clases. Si esta perspectiva no se concreta, el gobierno intentará entonces ahondar su política represiva y sus planes (como la reforma laboral), para dar lugar a una situación más reaccionaria para los trabajadores.

Si después de las luchas que recorrieron el país el último año, Calderón tiene fuerza para aplicar su política, es debido a cómo actuaron las direcciones del movimiento obrero y popular. Los dirigentes sindicales opositores se negaron a coordinar las luchas hacia la huelga general y, aunque realizaron acciones conjuntas y de solidaridad con la CNTE, sindicatos como el SME no hicieron realidad su promesa de “bajar el swich” (cortar la electricidad). En el caso de López Obrador y el PRD (Partido de la Revolución Democrática), cuando estaban en la cresta de las movilizaciones contra el fraude, evitaron que éstas se radicalizaran, frenándolas y llamando a confiar en la acción pacífica del “gobierno legítimo” (de López Obrador) y sus parlamentarios. Y es que López Obrador y el PRD plantean que la oposición debe hacerse principalmente por vía institucional.

Pero ya vimos el resultado de conducir la lucha antifraude a esa vía: Calderón no sólo gobierna sino que está lanzando su ataque. Ante esto, no podemos esperar frenarlo confiando en la acción del Congreso de la Unión (parlamento) y de una justicia que está claramente al servicio de los intereses capitalistas. Aunque las contradicciones en el régimen (con el PRD y con sectores del PRI) compliquen la política reaccionaria de Calderón, los trabajadores, debemos confiar sólo en nuestras fuerzas.

Preparar la huelga nacional

Necesitamos una gran lucha en las calles, con un plan de movilización y acción, y un programa que unifique el conjunto de las demandas democráticas con las reivindicaciones más sentidas por el movimiento obrero y popular. Los sindicatos -junto a organismos de DDHH-, deben encabezar la movilización. Con millones en las calles para luchar consecuentemente por la libertad de todos los presos políticos de Atenco, Oaxaca y de todo el país y contra la militarización y por la disolución de la PFP y cuerpos represivos del estado.

El SME, UNT, la CNTE, tienen la responsabilidad de llamar a una huelga nacional contra la represión, para echar atrás la ley del ISSSTE (Instituto de Seguridad Social) y la anunciada reforma laboral que busca esclavizar a los trabajadores. Hay que rodear de solidaridad las luchas y movilizaciones que se están realizando, como el plantón de los compañeros de la CNTE en el ISSSTE, y el que se anuncia en Oaxaca para el día 18 de junio. Para avanzar en este camino, los trabajadores combativos y democráticos tenemos que organizar asambleas de base en los lugares y centros de trabajo para votarle a las direcciones sindicales la convocatoria efectiva de este paro. Debemos coordinarnos y transformar el Consejo Nacional de Huelga (que hasta ahora es un órgano de decisión de las direcciones sindicales) en un organismo más amplio y para la lucha, basado en delegados rotativos y revocables votados en asambleas de base, que asistan al CNH con mandato de sus centros de trabajo.

Este CNH podría discutir un pliego único de reclamos, que responda a las demandas de los oprimidos y explotados del país, por ejemplo los campesinos e indígenas pobres que viven la miseria de las transnacionales y represión de las guardias blancas en el campo, que luche por el no pago de la deuda externa para garantizar los recursos para la educación y la salud. Para revertir el ataque a la seguridad social y a las pensiones y pelear por aumento salarial de emergencia y escala móvil de salarios de acuerdo a la inflación. Por el reparto de las horas de trabajo (con igual remuneración) entre empleados y desempleados. Con la movilización y la huelga nacional podemos echar atrás el ataque de los capitalistas y la represión de su régimen de la alternancia.


2006: un año de luchas obreras y populares

Sicartsa: El 2 de abril los metalúrgicos de Sicartsa (parte del sindicato minero) se declaran en huelga y ocupan la planta de Michoacán. Después de casi 20 días, el gobierno nacional, con el aval del gobierno local en manos del PRD, intenta desalojarlos violentamente, con el saldo de dos obreros muertos. Esto desata la resistencia heroica de los trabajadores, junto a importantes sectores obreros y populares de la ciudad.

Atenco: En mayo, las policías municipal, estatal y federal, lanzaron una brutal represión que costó la vida de un muchacho de 14 años y 207 detenidos. Se denunciaron golpes, abusos y violaciones a las mujeres. Hubo decenas de desaparecidos, y la PFP tomó el control de toda la población.

Oaxaca: Durante casi seis meses la ciudad de Oaxaca estuvo ocupada por el plantón de los maestros de la Sección 22 del sindicato de magisterio en huelga. Esta firme lucha (y la dura represión del gobernador) generó simpatía entre los trabajadores y el pueblo pobre, protagonizando multitudinarias megamarchas. Se conformó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), se pusieron en pie barricadas, se tomaron las radios y el canal de TV de la ciudad. El pueblo se rebeló contra el odiado gobernador Ulises Ruiz.

 

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