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La suspensión de la “mesa de diálogo político” del Gobierno y la MUD, sus significados
por : LTS, Venezuela

25 Jun 2014 | El hecho político de mayor relevancia del momento ha sido la suspensión de estas “mesas de diálogo” entre el Gobierno y un sector de la oposición patronal aglutinada en la MUD. Si en el plano de las llamadas “mesas de diálogo económico” entre el Gobierno y los concentrados sectores capitalistas, han avanzado aceleradamente, -con implementación de (...)
 La suspensión de la “mesa de diálogo político” del Gobierno y la MUD, sus significados

Por Gabriel Bottoni

El hecho político de mayor relevancia del momento ha sido la suspensión de estas “mesas de diálogo” entre el Gobierno y un sector de la oposición patronal aglutinada en la MUD. Si en el plano de las llamadas “mesas de diálogo económico” entre el Gobierno y los concentrados sectores capitalistas, han avanzado aceleradamente, -con implementación de medidas que incluso son aplaudidas por Wall Street, como las continuas devaluaciones en curso, el aumento acelerado de los precios, la liberación de dólares para los concentrados sectores empresariales, el aval del gobierno a la ola de despidos en las empresas y fábricas, y donde se avizora el aumento del precio de la gasolina, etc.- es en el caso de las “mesas de diálogo político” donde las cosas se han trancado.

Una expresión de las tensiones de la transición en el post-chavismo.

Recordemos que el sector más “duro” de la oposición patronal, en la imagen de María Corina Machado y Leopoldo López, principalmente, quiso darle curso a la llamada “Salida”, estrategia política basada en presionar fuertemente desde las calles “hasta que Maduro se vaya”. Vimos cómo durante varias semanas la base social más fuerte de la oposición patronal, -los sectores de las clases medias acomodadas, y el movimiento estudiantil derechizado- protagonizó las llamadas “guarimbas”, combinadas con movilizaciones y acampadas por parte del sector estudiantil pro-oposición.

Ante ese escenario, inesperado para el Gobierno, que venía de ganar cómodamente en las elecciones municipales de diciembre de 2013, éste optó, además de golpear duro con las acciones de represión, por descomprimir las protestas llamando a diálogo político al bloque de la MUD, lo cual abrió la posibilidad de que mediante esa vía el Gobierno cediera ante demandas específicas de la oposición derechista, como: renovación de los poderes públicos, excarcelamiento de los llamados “presos políticos”, principalmente López y el comisario Simonovis uno de los responsables de la masacre de Puente Llaguno en el 2002, el regreso de lo que la oposición llama “exiliados” como Pedro Carmona Estanga, Carlos Ortega, que presidieron el golpe del 2002, entre muchos otros, etc. El platillo fuerte de la MUD fue pedir una ley de amnistía para todos estos casos, frente a lo cual el Gobierno manifestaba no ceder, haciendo que los representantes políticos de la MUD que habían estado asistiendo a las jornadas de diálogo se retiraran de ese escenario.

Las discordancias de un “diálogo político”

En el artículo “Acuerdos Gobierno-MUD: en la búsqueda de una transición ordenada”, del 8 de mayo de este año, planteábamos que: “El gran empuje de los ‘diálogos’ entre el Gobierno y la MUD es buscar canalizar vías constitucionales a la crisis misma, como por ejemplo, que la derecha baje la tensión a la espera de un referéndum revocatorio a mitad del mandato del Gobierno de Maduro, buscando una transición más pacífica del post chavismo, si es que éste no lograr salir de la crisis y debilidad en que se encuentra sumergido. Un fracaso de estas mesas no significaría otra cosa que un envalentonamiento de la derecha más “dura” y no se podría descartar que se abran escenarios superiores en conflictividad y tensión a los abiertos en febrero”.

Y en efecto, o por lo menos hasta lo que viene mostrando la realidad política nacional, las “mesas de diálogo político” entre el Gobierno y la MUD han sido levantadas, y la mediación de los cancilleres de Unasur se ha mostrado un fracaso. Este hecho viene a demostrar que la imposibilidad de un entendimiento político mayor entre el Gobierno y la MUD muestra las contradicciones abiertas del proceso traumático de transición en el post chavismo. Y esto no es casualidad, dado que el cambio del régimen político bonapartista del fallecido Chávez a otro diferente, aún en transición, no será un proceso librado de contradicciones y tensión política.

Si el Gobierno para buscar salir de la crisis económica va tomando parte de la agenda económica de la derecha, una mayor alianza con transnacionales petroleras y gasíferas, incluso también coincidiendo en la misma agenda de “mano dura” de la MUD frente a la cuestión de la “inseguridad”, se interpreta que no son cuestiones “a favor del pueblo” lo que trancan las negociaciones. Decimos que el gobierno le toma parte de la agenda, pues la derecha tiene un plan más abiertamente de sometimiento y dependencia del imperialismo, que implicará aplicar medidas más duras aún para buscar reordenar en función de los intereses capitalistas la economía nacional. Pero, una cosa es aplicar medidas económicas cónsonas con el grueso de los sectores empresariales de la mano del control del chavismo, y otra es ceder espacios de poder político en las riendas del Estado nacional. Ni el Gobierno va a poner en riesgo tan fácilmente los propios intereses materiales y políticos de bloque gobernante, en donde también han surgido grupos económicos de la mano del Estado, ni la oposición patronal retrocederá en su agenda de aprovechar la crisis económica y la muerte de Chávez para acelerar el desgaste del Gobierno, allanando el camino para llegar al poder del Estado.

La incidencia de las divisiones de la derecha y del chavismo en la suspensión del “diálogo político”.

Las divisiones internas de la derecha, donde el llamado sector “duro” liderado por María Corina Machado, Leopoldo López y Cía., que nunca se comprometió en las “mesas de diálogo” con el Gobierno, sino más bien tensionó para su fracaso, pareciera tomar nuevamente la ofensiva tal como lo hizo a mediados de febrero, buscando ajustar cuentas con el ala “moderada” de la MUD, pues estarían “demostrando” sobre la práctica que fue acertado no ir a dichas “mesas de diálogo”. Actualmente, en la vocería de María Corina Machado principalmente, este sector ha salido ahora con una nueva agenda que implica presionar por elecciones anticipadas y una supuesta Asamblea Constituyente como vía para “salir del Gobierno actual”, incorporando ahora el llamado a un “Congreso ciudadano popular”, respaldada por Copei.

Frente a esto varios voceros de la MUD, desde Capriles (PJ) hasta Omar Barboza (UNT) se han delimitado públicamente, reafirmando su estrategia de mediano plazo de debilitar al Gobierno para capitalizar un triunfo electoral ante un eventual referendo revocatorio a mitad del mandato de Maduro, conscientes de un Gobierno que se desgasta permanentemente y sumido en una crisis muy grande. Es un problema de tiempos y de tácticas, entre un sector y otro, solo que, para la implementación de la agenda del primero se busca una caída abrupta del Gobierno abriendo una situación más convulsiva, y el otro capaz una transición “más ordenada” que le permita gobernar evitando mayores tensiones. Al momento la línea de María Corina Machado no ha tomado mucho eco, y el Gobierno nacional ha decidido pasar más a la ofensiva contra este sector.

Quienes controlan el aparato del Estado y el Gobierno -una burocracia que ha creado intereses económicos propios, ya sea por la administración directa de sectores claves económicos, desde el sector petrolero y otras ramas importantes, o por su ligazón directa con grupos económicos surgidos al calor del chavismo o siendo parte de los mismos- tienen sólidas raíces echadas tanto en la parafernalia estatal como en las riendas de la economía nacional. En este sentido estos sectores ven en la posibilidad de mayores niveles de entendimiento con la MUD, que aspira a ese control del Estado o ser parte del mismo, que podría jugar en contra de sus propios intereses como casta gobernante y sector económico.

El papel político que viene jugando Diosdado Cabello, (presidente de la Asamblea Nacional y primer vice-presidente del PSUV, vinculado fuertemente a las Fuerzas Armadas, siendo bien conocido por ser anticomunista y no muy amigo de Cuba, y que se muestra públicamente como el “chavista intransigente”, que aparenta no cederle un “centímetro” a la oposición patronal) que incluso en determinadas situaciones ha asumido funciones que son parte del Ejecutivo, con programas públicos propios, es el ejemplo más visible de los diversos grupos de poder dentro del chavismo, y puede ser parte de esos sectores que deben temer muchísimo que cualquier espacio que se le ceda a la oposición patronal pudiera convertirse, a largo plazo, en una acumulación de poder político que vaya contra sus propios intereses de camarilla gobernante, y tomando en cuenta, también, que es parte de las figuras más odiadas por parte de la oposición. Es por esto que la ubicación de Diosdado no expresa una oposición en función de la defensa de la “revolución bolivariana” entendida como aspiración de las masas obreras y populares a una vida mejor, sino que expresa el mantenimiento de los intereses materiales de una burocracia que se ha enriquecido a lo largo de la última década. Pero aquí Cabello es solo un ejemplo. También se mantienen grupos poderosos como del que es parte Rafael Ramírez, inamovible en el control de PDVSA.

En este sentido, es muy probable que el fracaso de las “mesas de diálogo político” tenga que ver, en parte, con las fuertes divisiones que existen en el chavismo, en el que determinados sectores pueden tender a bloquear cualquier posible negociación con la MUD allí donde otros estarían dispuestos a ceder en determinadas demandas, buscando una transición menos torpedeada pero donde se aseguren sus intereses. Recuérdese por ejemplo de la tan cacareada “Comisión de la Verdad sobre los hechos de febrero”, la cual nunca avanzó seriamente porque el mismo Diosdado Cabello fungía como presidente de esa instancia, hecho que sólo puede interpretarse como una provocación abierta a los factores de la oposición derechista, que exigían que la composición de esa comisión fuera más proporcional y que los incluyera como fuerza política del país, que tiene presencia en el parlamento. Otro síntoma de lo que venimos diciendo se manifestó en aquellas oportunidades en que el secretario general de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, salió anunciando públicamente que se había llegado a acuerdos con el Gobierno nacional en el tema de los presos y “exiliados políticos” de la derecha, y que era posible la aprobación de una ley de amnistía para todos esos casos. Es probable que se haya acordado eso, pero luego salía Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas, desmintiendo a fondo estos anuncios de Aveledo, seguramente haciendo control de daños frente a las divisiones internas de sectores que no acordaban con tales acuerdos. También el levantamiento de los campamentos del movimiento estudiantil derechista en Chacao y Las Mercedes, ejecutado por la GNB, fue una medida que desencajaba abiertamente con la línea del “diálogo político” con la MUD, y se especula que fue promovida por cuenta propia de ciertos sectores del chavismo para terminar de hacer fracasar la “mesa de diálogo”. De hecho este acontecimiento se dio cuando ya era franco el congelamiento de las mesas de diálogo.

Las nuevas movidas en el tablero político

Frente a una eventual capitalización del sector más “duro” de la derecha del fracaso de la “mesa de diálogo” que permitiera aglutinar tras estos sectores al conjunto de la MUD, Maduro jugó la ficha con la denuncia que ha hecho el alto mando político del Gobierno sobre un supuesto plan de magnicidio contra el propio Presidente, donde estarían implicados la derechista Corina Machado, el ex director de PDVSA, Pedro Emilio Burelli, y figuras como Diego Arria y Ricardo Koesling. Frente a este movimiento del Gobierno no es casualidad entonces que desde Capriles (PJ) hasta UNT se hayan desmarcado de la nueva política de este sector más “duro” de forzar la renuncia de Maduro buscando montar nuevamente los escenarios de febrero y marzo.

Aunque tomando en cuenta los antecedentes, no sería de extrañar que estas personalidades de la oposición patronal, además de muchas otras, incluso del “ala moderada” de la MUD, anden moviéndose tras bastidores dentro del mundo militar, o discutiendo alternativas golpistas; sería ingenuo pensar que la actual estrategia de la mayor parte de los partidos aglutinados en la MUD, es decir, la de capitalizar el desgaste social y político del Gobierno para llegar al poder por la vía electoral, es una vía inmodificable y estática. Pero pareciera ser también que esta movida política del Gobierno denunciando un plan magnicida encuadra mejor en la línea del ala “dura” del chavismo que se opone a ceder espacios y negociar con los factores políticos de la oposición derechista. Claro que el Gobierno lo hace luego de ganar tiempo con el montaje de “las mesas de diálogo político” y de desactivar enormemente la protesta callejera de las bases sociales opositoras, y evitar una capitalización del sector “duro” del fracaso de las negociaciones. Hasta el momento de redactarse este artículo, las movilizaciones y acciones de la derecha, y los niveles de activismo callejero anti-gubernamental que venían desarrollándose en los estados Táchira, Miranda, Bolívar y Carabobo, han diezmado notablemente, y la nueva línea lanzada por Corina Machado no ha terminado de cuajar, al menos cualitativa y cuantitativamente.

El cuadro de la situación política nacional comprueba que la transición del pos chavismo será traumática y profundamente inestable.

Por todo lo que venimos diciendo es que –más allá de la actual distensión en los niveles de conflictividad política Gobierno/oposición patronal- la situación nacional es realmente inestable, en una dinámica donde afloran las grandes contradicciones abiertas en la nueva etapa política que ha entrado el país luego de la muerte de Chávez. Por un lado persiste la crisis económica tras el agotamiento económico de un proyecto político que ha mostrado su rotundo fracaso para superar las contradicciones de la explotación capitalista, nacional y extranjera, y por el otro, continúan las fuertes pugnas entre los principales factores políticos. Sobre esta base, y el malestar social acumulado en amplias franjas de los trabajadores y el pueblo pobre, hace y seguirá haciendo demagogia la oposición derechista. Mientras, el ala “dura” de esa oposición pudiera cobrar vuelo político ante el fracaso completo y sin vuelta de las “mesas de diálogo” con el Gobierno, se podrían presagiar tensiones mayores.

Aunque en el momento no veamos protestas callejeras de las bases sociales de la oposición a los niveles de febrero, la coyuntura tiene los ingredientes para que éstas pudieran reanimarse. Es que el desgaste político y social del Gobierno no se detendrá mientras éste se halle entrampado en las contradicciones que le plantea el agotamiento del modelo económico, todo lo cual sirve a la oposición (en sus dos alas) para hacer demagogia entre los trabajadores y el pueblo. La búsqueda de una transición “ordenada” está a la deriva, lo cual reactualiza la definición que hemos hecho en otros artículos sobre el carácter profundamente inestable y traumático de la transición del régimen pos-chavista a otro diferente.

El Gobierno y los capitalistas se empeñan en descargar la crisis sobre los trabajadores y el pueblo pobre.

Aunque el Gobierno haya bajado provisionalmente el envalentonamiento que tuvo el sector “duro” de la derecha con las protestas callejeras, éstas aceleraron aún más le tendencia del Gobierno nacional a querer acomodar los desajustes del capitalismo venezolano golpeando duro sobre los trabajadores y el pueblo pobre con sus medidas “anticrisis”. En las “mesas de diálogo económico” como escribimos al inicio de este artículo se ha avanzado en una serie de medidas económicas antipopulares y obreras, y en las mismas se han cocinado más de 20.000 despidos a nivel nacional, directamente bajados como orden a las Inspectorías del Trabajo. La escasez de productos de consumo masivo se ha convertido en la principal forma de chantaje de la burguesía sobre el Gobierno, al cual le exige mayores aumentos de precios, y liberación de los dólares, para “poder producir”. La deuda pública acumulada en quince años (entre PDVSA, interna y externa) ya empieza a golpear más duro el presupuesto nacional, frente a lo cual ya se está planteando liberar el precio de la gasolina, y aumentar las tarifas del consumo eléctrico.

En cuanto a las exigencias de dólares que pide la burguesía nacional, hemos visto cómo el Gobierno cede a todos los sectores facilitándole sus transacciones comerciales, y en el caso más reciente como a las empresas extranjeras, entre ellas las aerolíneas, se les ha cancelado en dólares para que sean repatriados su casa matriz, los mismos dólares liquidados desde el 2012, y que fueron comprados por esas aerolíneas a tasa Cadivi, aunque vendieran los boletos finales a precios que duplicaban o triplicaban ese tipo de cambio. Y no conforme con eso, ahora la tasa para el sector aeronáutico será la del Sicad II, donde las divisas se cotizan a 50bs por dólar, lo cual se traducirá en un incremento enorme de los pasajes, situación que viene a golpear más duro el ya débil bolsillo de los trabajadores. Se estima que la inflación del 2013, que fue de 56,2% pueda ser superada este año y ser cercana al 70%. Además, ya Rafael Ramírez, vice-presidente para el área Económica y Presidente de PDVSA, anunció la posibilidad de ir hacia una unificación del tipo cambiario, lo que no es otra cosa que una mayor y profunda devaluación del bolívar como medida típica de ajuste capitalista para “corregir” los desbarajustes económicos del Gobierno.

Frente a todo esto, los revolucionarios de la LTS continuamos luchando para que la clase trabajadora entre en la escena política nacional con sus propias demandas y métodos de lucha, bregando por la independencia política de los trabajadores para que avancen tanto en superar al chavismo como también para que no caigan en las marañas y demagogias de los partidos de la oposición derechista, y dar una salida obrera y popular a la crisis.

 

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