La interna del Partido Justicialista que tiene como contendientes a duhaldistas y kirchneristas, se centra (como señala José Montes en estas mismas páginas) en una disputa entre dos camarillas paridas de las entrañas del viejo régimen político que disputan las chequeras y recursos del clientelismo mientras comparten una política de sumisión frente al imperialismo y de buenos servicios a los grandes capitalistas.

El duhaldismo representa la facción en retirada de los punteros y caciques bonaerenses que han perdido su hegemonía sobre el PJ. El kirchnerismo por su parte es hoy una especie de síntesis de ex menemistas, ex duhaldistas, ex aliancistas, atraídos por su necesidad de mantenerse bajo la sombra del poder. Esta facción expresa el intento de reciclaje de neoliberales a “progresistas” de gran parte de la vieja casta política. Hay que señalar que la reconversión y el salvataje de la vieja oligarquía política no es exclusividad del peronismo. Carrió y el ARI -que gustan presentarse como alternativa “moral”- llevan en sus listas al delarruista ex jefe de gobierno Enrique Olivera. Incluso Cavallo ha vuelto a escena y recuerda sus acuerdos con Macri y no ahorra elogios para su vieja amistad con Kirchner. Esta realidad es la que en definitiva explica la necesidad cada vez mayor de faradulizar el escenario electoral con el afán de disimular el olor a rancio de las listas electorales de las fuerzas patronales.

Tal es la fuerza y la continuidad de la llamada “vieja política” que, lamentablemente, hasta la Izquierda Unida termina copiando los peores vicios de la política burguesa y se ofrece como plataforma para procurarle nuevas oportunidades electorales a viudas del PJ y la Alianza como Mario Cafiero y Jorge Rivas.

Los trabajadores nada pueden esperar de la pelea de estas camarillas patronales y tendrían que recordar el daño que produjo al país y el retroceso que significó para sus propias condiciones de vida el dominio de esta casta política corrupta y entregada.

Las causas de la fractura

Ahora sí, después de buscar hasta último momento un acuerdo, las cartas están echadas y el conflicto al interior del peronismo ha provocado la fractura electoral. El duhaldismo se quedó con el sello del PJ mientras que la señora K va en las listas del Frente para la Victoria.

La división del PJ responde a la necesidad del kirchnerismo de consolidar su propio poder derrotando al aparato bonaerense y crear la idea de un aval a la gestión que le otorgue la legitimidad electoral que necesita para continuar gobernando. Mientras que para los Duhalde implica defender sus posiciones y su poder territorial ante la avanzada oficialista en la provincia de Buenos Aires. La lucha interna es también expresión del agotamiento del régimen de partidos después del 2001, de la persistencia de una crisis orgánica que afecta a la representación política e institucional. Esta es -en última instancia- la razón del operativo reciclaje que monta el kirchnerismo. Su intento apunta a crear un sistema de partidos que permita una recomposición del régimen hacia un juego político de centroderecha y centroizquierda. En este reparto, el duhaldismo podría encarnar la pata peronista de una nueva derecha y el kirchnerismo el mismo tipo de apoyatura para el centroizquierda. Ambas son políticas patronales cuyo acuerdo fundamental es sostener los buenos negocios de la burguesía y continuar la sujeción del país al imperialismo. En esto tampoco tienen diferencias Macri, López Murphy, Menem, Sobisch, así como la opción progresista de Carrió y Binner.

Por último, la actual división en la provincia de Buenos Aires, es la confesión de que la transversalidad como idea de alternativa al peronismo terminó mutando en un “transpejotismo” táctico, el reforzamiento de una fracción del PJ para pelear la interna, con la idea de recuperar el sello para la “renovación” política. Es la demostración de bancarrota completa de quienes se embarcaron en ella (Bonasso, Patria Libre, la CTA, etc.)

Los trabajadores y la crisis del PJ

En los hechos, está rota la coalición interna del peronismo que sostenía al gobierno y el fantasma de la gobernabilidad es azuzado por Duhalde como amenaza a Kirchner y por este para polarizar la campaña entre “él o el caos”. Ya se puede ver que el Congreso está paralizado y Kirchner se va a ver obligado a seguir utilizando el decreto como forma de gobierno. Lo que pone un límite a la perspectiva de inestabilidad es el pleno apoyo burgués a la política oficial que le permitió hasta ahora grandes negocios. Sin embargo, más allá de la posibilidad real de la ingobernabilidad, su espectro vuelve a sobrevolar como una perspectiva a futuro.

Los trabajadores, los luchadores y la izquierda tienen que estar atentos a las consecuencias políticas que pueda traer esta división. Las contradicciones -de profundizarse- pueden ser de gran importancia para dar pasos adelante en la lucha de clases y en la organización independiente. Una victoria oficialista holgada puede fortalecer las intenciones del gobierno de continuar su política entreguista y pro patronal que -como ya hemos señalado reiteradamente- abonará futuras crisis; pero también la posibilidad de que el gobierno utilice su fuerza para golpear a los luchadores obreros y populares con el claro intento de impedir que los luchadores obreros y populares encarnen una oposición social al gobierno. Tampoco se puede descartar que en la interna, duhaldismo y kirchnerismo, quieran usar a las masas como peón en su juego.

La primer condición para estar preparados para los posibles escenarios que se plantean es enfrentar con fuerza a ambas alas del peronismo, sosteniendo un programa y una política independiente, de los trabajadores y el pueblo. De ahí la necesidad de romper con los partidos patronales y poner en pie un gran Partido de los Trabajadores basado en las organizaciones obreras -que hay que recuperar de manos de la burocracia- y dotado de un programa revolucionario, que señale como objetivo el gobierno obrero y popular.

En las próximas elecciones de octubre -que ya están ocupando el centro de la escena política- el PTS ha conformado junto al MAS el “Frente de la Izquierda Socialista y de los Trabajadores” para llamar a la clase obrera y el pueblo pobre a confiar en sus propias fuerzas y romper con los partidos sirvientes de los capitalistas y del FMI, a preparar sus luchas y su organización independiente contra el gobierno y por las reivindicaciones postergadas de los trabajadores y el pueblo, a luchar por renacionalizar todas las empresas privatizadas y ponerlas a funcionar bajo control de trabajadores y usuarios, a levantar las demandas democráticas como el derecho al aborto libre y gratuito y la libertad de los presos por luchar. En este sentido nuestras listas integradas por compañeras y compañeros trabajadores, luchadores y socialistas, insistimos en nuestro llamado al Partido Obrero para fortalecer una alternativa de izquierda obrera y socialista que oponga al reciclaje kirchnerista y el aparato duhaldista -así como a los engendros centroizquierdistas y de colaboración de clases- una perspectiva de organización e independencia política.