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¿”Clasistas” con el partido de Chávez y los empresarios?
por : Milton D’León

29 Apr 2007 | Las consecuencias de una política de conciliación de clases

Como escribíamos en un artículo anterior (ver aquí), durante los meses de enero y febrero, dirigentes político-sindicales del Partido Revolución y Socialismo (PRS) votaron que la corriente sindical CCURA se sume a la construcción del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de Chávez. De esta manera, intentan liquidar cualquier atisbo de independencia organizativa y política que conserva aún la corriente sindical y llevar todo tras el proyecto de Chávez. Lo que siguió no fue más que la continuación de esta política, yendo más allá, pues rápidamente un sector importante del PRS decidió sumarse directa y abiertamente a la construcción del PSUV. Se consuma así una división donde la fuerza centrípeta del chavismo arrastra a dirigentes como Stalin Pérez Borges, Gonzalo Gómez (ligados al MST de Argentina) entre otros referentes de la corriente sindical y del PRS que se suman con armas y bagajes al partido del gobierno de Chávez. Pero esto no es más que la consecuencia anunciada por las políticas de la dirección del PRS que se ha venido negando a dar una batalla por la independencia de clase, subordinándose al chavismo.

Qué podía esperarse de dirigentes del PRS que no hace poco le escribían a Chávez, en nombre de la corriente sindical, que en “...el primer acto público -hacia la conformación del PSUV- ...hubo definiciones sobre distintos temas políticos, sociales económicos e ideológicos. Muchos de ellos los compartimos plenamente...Nos reafirman en la decisión de ser parte del proceso de construcción del nuevo partido”.

Tal decisión política de sumarse al PSUV y separarse de lo que resta del PRS, la han formalizado en un reciente Plenario Nacional, más allá de que en los hechos ya lo venían haciendo público como se expresa en las cartas a Chávez: “hoy, proponemos dar un paso hacia el PSUV, porque estamos convencidos de la necesidad de ser parte de la construcción de este proyecto político” (Aporrea, 25/04/07). Así llevarán hasta el final lo votado en la corriente sindical: transformando a los sindicatos que componen CCURA en el ala obrera del PSUV, liquidando en todos los sentidos cualquier independencia de los sindicatos con respecto al Estado. No son poca cosa las consecuencias de tal decisión política, justo cuando Chávez se ha lanzado en una guerra a muerte en la cooptación de los sindicatos por el Estado, contra cualquier “autonomía” de las organizaciones sindicales.

...Pero la dirección del PRS no rompe con su política de llevar a CCURA al PSUV

Desde la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR) dimos una fuerte lucha política, durante el Plenario Nacional, frente a la política liquidacionista lisa y llana de los que se suman al PSUV, pero también contra la política que sostiene un importante sector que no se suma al PSUV y mantiene el PRS (sector liderado por Orlando Chirino, donde tiene influencia el grupo Izquierda Socialista de Argentina), que continúa defendiendo con todas las letras la resolución votada para que la CCURA se sume “al proceso de construcción del PSUV”. Como vemos, este segundo sector no cambia un milímetro la orientación política que ha venido manteniendo, demostrando que no son capaces de luchar realmente por una verdadera independencia de clase. No es una reorientación política hacia la izquierda, sino que no quieren a ir más a la derecha aún ingresando al PSUV.

Los compañeros afirman sostener que el PSUV es un partido de conciliación de clases, un partido que defenderá abiertamente las políticas gubernamentales, incluso que es un partido directamente de carácter burgués. Hasta allí, bien, pero todo eso queda en puras palabras cuando se niegan a revertir la resolución para que CCURA se sume “al proceso de construcción del PSUV”, resolución que contó con el acuerdo, tanto de los que se van como de los que se quedan. ¿Es lícito entonces, que dirigentes que se autodenominan defensores de la causa de las y los trabajadores, impulsen que una corriente sindical y los sindicatos que la componen ingresen a un partido de esas características al lado de empresarios nacionalistas y oficiales de las Fuerzas Armadas?

No se trata solamente de mantener el nombre PRS, y declamar en abstracto que se está por un partido revolucionario, mientras en la práctica se continúa con la política de subordinación al chavismo pero por fuera del PSUV. ¿Qué alternativa les proponen a los trabajadores los que no se van al PSUV? El PRS no existe en la vida política nacional, y no se trata de mantener un grupito para que puedan decir que ellos también “están construyendo un partido”. No, no es el nombre del PRS, sino la política hacia CCURA lo que define la política concreta del momento. Desde la JIR propusimos y luchamos por una política consecuente, para romper inmediatamente con la política de ser parte del “proceso de construcción del PSUV” y orientar a CCURA hacia una política de independencia organizativa y política. Planteamos que en este momento, y frente al PSUV, es clave levantar una política transicional para que los trabajadores se expresen en la vida política nacional, luchando por un partido propio de los trabajadores, un partido obrero independiente basado en los sindicatos, en los métodos de la democracia obrera, un partido que levante un programa claramente anticapitalista y antiimperialista en la perspectiva de luchar por un gobierno obrero, campesino y del pueblo pobre; que CCURA convocase en lo inmediato a un Comité Promotor de un gran partido obrero independiente que se proponga ser la voz de los millones de trabajadores.

La respuesta fue una estruendosa negativa, bajo increíbles argumentos que allí no se podía votar nada al respecto de la corriente sindical. Cínicamente afirman que no hay que mezclar las cosas: “una cosa es la corriente sindical CCURA y otra cosa es el PRS”. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que la CCURA es un frente único obrero, de sindicatos que se reivindican clasistas conformados en corriente sindical-política, y que el PRS es un partido político que intenta aglutinar a trabajadores/as conscientes bajo un programa revolucionario (al menos esta ha sido nuestra pelea). Pero CCURA es ideada e impulsada por el PRS y ejerce en ella un rol dirigente, tanto así que hicieron votar por propia iniciativa la entrada de la corriente al PSUV. Es un chiste de mal gusto decir que ingrese la CCURA donde está el 95% del PRS y no el PRS como organización. En verdad, esta política encubre la negativa a luchar consecuentemente por la independencia política de los trabajadores, y la continuación de la política de subordinación al chavismo, un liquidacionismo indirecto vía la corriente sindical. Mantener en abstracto el nombre del PRS mientras se le cede en la corriente sindical, no le hace ni cosquillas a Chávez y su proyecto político. En cambio plantear abiertamente a la CCURA (que moviliza a miles de trabajadores y tiene una fuerte influencia en la UNT) una política independiente, que delimite del chavismo y levante la necesidad de un partido obrero independiente es enfrentar en los hechos al seudonacionalismo burgués de Chávez de cara a los trabajadores.

Los que sostienen no irse al PSUV afirman que hay que seguir los lineamientos expresados por Orlando Chirino en una reciente entrevista donde declara que “...con los lineamientos expresados por el presidente Chávez, nos parece que se aleja la posibilidad de que los sectores verdaderamente clasistas, honestos y revolucionarios en el movimiento sindical, y que luchan por la autonomía, avancen hacia el PSUV “ (Aporrea, 10/04/07). ¿Quiere decir que si Chávez hubiese tenido un discurso un poco más a la izquierda, y no se hubiera referido a la autonomía de los sindicatos, valía entonces la entrada al PSUV? Pocas palabras bastan para develar el verdadero contenido de la política que se ha venido manteniendo de subordinación al chavismo. Luego de haber firmado ambas cartas, intenta reubicarse parcialmente, pero como toda reubicación parcial demuestra el verdadero contenido de la política. Como vemos, no llegan a cuestionar ni a romper con la resolución votada de llevar a CCURA al PSUV, que anula toda independencia política de los trabajadores, y se continúa con la política de cederle al chavismo.

Por un partido obrero independiente que sea la voz de millones de trabajadores

Como hemos desarrollado, desde la JIR presentamos una política de fondo tanto frente a los que actúan como abiertamente liquidadores como a los que lo hacen indirectamente vía la corriente sindical, al no romper con la nefasta política de llevar a CCURA al PSUV. Sostenemos que la clase obrera debe confiar solamente en sus propias fuerzas y métodos de lucha: sólo así podrá sellar una alianza obrera, campesina y del pueblo pobre verdaderamente anticapitalista. Por eso planteamos en carácter de urgencia que se abandone y se rompa con esa política de subordinación al chavismo, para luchar contra la política de la conciliación de clases del PSUV, luchando por un gran partido obrero independiente en la lucha por la independencia política de los trabajadores que busque liquidar definitivamente el PSUV. La puesta en pie de este partido sería un primer paso para avanzar en la construcción de un potente partido obrero revolucionario que luche por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre y avanzar hacia una verdadera revolución obrera y socialista.


¿Nacionalización del petróleo?

En el acto del 1° de Mayo en Venezuela, el presidente Hugo Chávez dijo que los nuevos contratos en la Faja del Orinoco representan la “nacionalización verdadera de nuestros recursos naturales”. La realidad es que el Estado controlará el 60% de las sociedades mixtas que comparte con las empresas trasnacionales. Junto a este anuncio, entrarán en vigencia en Bolivia también los decretos del presidente Evo Morales con 44 petroleras trasnacionales, que aumentan la participación del Estado en el negocio petrolero y gasífero. Ambas medidas son presentadas como “nacionalizaciones” y “expropiaciones” pero en ambos casos de lo que se trata es de un mayor control y participación por parte del Estado en asociaciones mixtas con empresas trasnacionales, a las cuales estos gobiernos les garantiza fabulosas ganancias y la “seguridad jurídica”.

 

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