Está claro que la ejecución de Saddam Hussein , como corolario del juicio que a pesar de todos los crímenes que el ex hombre fuerte de Bagdad realizó , es una farsa de la ocupación imperialista. No solo por la presencia de 140000 soldados que siguen ocupando Irak sino que hasta técnicamente el juicio resultó una aberración jurídica , como denunciaron incluso muchos organismos y ONG de los mismos EEUU. Saddam no fue condenado como un dictador ni mucho menos por los crímenes que realizó en colaboración con los regímenes árabes reaccionarios de la región, Europa y los EEUU por ejemplo durante la guerra fratricida entre Irak e Irán en los 80, cuando contaba con el apoyo de Occidente para detener la onda expansiva de la revolución iraní.

Esta fantochada procesal no tuvo la menor imparcialidad, por mas que se lo quiera hacer aparecer o presentar como un hecho soberano del gobierno iraki( ¿ quien puede creer esto?) que por el contrario se puede volver en contra de si mismo sobretodo ante los ojos de las masas árabes y exacerbando las tensiones interreligiosas al interior del propio Irak.

Pero lo que llama la atención es que un hecho tan trascendental como la ejecución de Hussein no puede ser utilizado por la Casa Blanca para renovar el apoyo a la guerra: esta no apareció ofensivamente ante las cámaras y solamente mostró un comunicado escrito después de su muerte, lo que demuestra tal como analizamos la anterior semana en Pateando el Tablero la debilidad de los EEUU en Medio Oriente o su fragilidad hegemónica a nivel internacional.

Incluso como una muestra de esto, el ex candidato presidencial demócrata en las elecciones de 2004, John Kerry, tan guerrerista como Bush, dijo en declaraciones al New York Times que: “Ir a una guerra para matar a una persona? Por favor.” y agregó “ que el la ejecución es una distracción de los dilemas fundamentales en que se encuentra Irak”. Son estas importantes contradicciones como explicamos los que decidirán el curso de la actual guerra.