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Ante la ausencia de una candidatura obrera independiente: votar nulo
por : Mario López

14 Nov 2006 |

En el actual proceso electoral llamamos a votar nulo, ante la ausencia de una candidatura obrera independiente que represente los intereses de los trabajadores y trabajadoras del país. Es evidente que la candidatura de Manuel Rosales no representa más que los intereses directos del imperialismo y de los sectores de la burguesía nacional más proyanquis; son los mismos que derrotaron a sangre y fuego el Caracazo, los mismos de los planes serviles al FMI y el Banco Mundial, los del golpe de abril, el paro patronal y sabotaje petrolero. ¡Las mayorías trabajadoras y pobres del país lo saben y hace rato que le han dado la espalda a estos sectores entreguistas, hambreadotes y represivos! En el campo de la clase trabajadora la discusión se centra obviamente en torno al proyecto y la figura de Chávez, que dice encabezar una revolución y representar los intereses de los explotados y pobres.

En números anteriores hemos desarrollado detalladamente por qué, aún cuando se enfrenta en la escena política nacional contra el puntofijismo, aún cuando desplazó del poder a las camarillas adecas y copeyanas, aún cuando ha sido objeto de intentos de tumbarlo por parte de la burguesía y el imperialismo, los cuales ha resistido por el gran apoyo de masas y la combatividad de éstas, Chávez y su gobierno, lejos de representar una propuesta revolucionaria, consecuentemente antiimperialista y verdaderamente anticapitalista, encabeza un proyecto de reformas que no van más allá del impulso al «desarrollo nacional» mediante una alianza entre el Estado y sectores del empresariado nacional. Es un limitado nacionalismo burgués, que no es capaz de ir hasta el final en la lucha por la liberación nacional y, mucho menos, contra la explotación capitalista.

Todos los partidos, agrupaciones y activistas que se reclaman de izquierda en el país, respaldan el llamado a la reelección de Chávez, incluso todos los grupos que se reclaman trotskistas que hacen vida en el país. En ese vendaval están desde los que lo hacen incondicionalmente, que forman parte integral y dirigente del proyecto de Chávez, como los «partidos de cambio», el Partido Comunista y la UPV, hasta los que lo hacen «críticamente», «tácticamente» para «derrotar a la derecha», o para «acompañar a las masas», como es el caso de la mayoría de las corrientes que se reivindican del trotskismo. Pareciera pues que, bien que se sea chavista convencido, o que se reclame revolucionario «independiente» o «marxista revolucionario», no hay problema alguno en apoyar electoralmente a Chávez.

La cuestión central es que en unas elecciones presidenciales lo que se juegan son los proyectos de país de las formaciones políticas que representan a determinadas clases o sectores de clases. El voto por alguna opción presidencial implica respaldar su proyecto político y los intereses de clase que representa. Desde esta perspectiva, aún cuando no es el del imperialismo y de los sectores más concentrados de la burguesía nacional, el proyecto de Chávez no representa tampoco los intereses obreros y populares, sino una variante nacionalista. Para Rosales y Cía., el país debería abrir sus puertas para que el imperialismo explote nuestros recursos y fuerza de trabajo incondicionalmente, incluyendo el petróleo, con el Estado actuando sólo como garante de la legalidad y estabilidad burguesas, así como alinear al país tras todas las iniciativas imperialistas yanquis. Es un plan de entrega completa, sin disputar siquiera la plusvalía que los capitales imperialistas se llevarían, conformándose con las migajas que quedarían para los empresarios que formen parte del engranaje del capital trasnacional y para los burócratas del Estado que favorezcan estos negocios. Es el plan de los años de la decadencia puntofijista.

Por su parte, Chávez plantea un papel central para el Estado en la conducción de la economía, conservando este la propiedad y el control de la renta petrolera, negociando también con los capitales transnacionales, pero regulados éstos por el control estatal; así, la renta petrolera en manos del estado y los impuestos cobrados a los capitales extranjeros son usados para el desarrollo y la producción «nacionales», es decir, la producción estatal y la privada; así como para planes de atención social y desarrollo cooperativas y microempresas. Es un proyecto que reclama para «el país» la propiedad del petróleo y una porción de las ganancias imperialistas, con lo que se propone impulsar el crecimiento y desarrollo del empresariado nacional (no es casual su alianza con los empresarios agrupados en Fedeindustria y los ganaderos de Confagan). Su expresión en el plano de las relaciones con el imperialismo yanqui es de mayor independencia, que no se alinea con sus políticas y busca mayores márgenes de acción, mediante alianzas con otros polos de poder internacional o regionales, como China, Rusia o Irán, así como apuesta a la formación de bloques regionales para mejor negociar con el imperialismo1, como el MERCOSUR, detrás del cual están las burguesías de los países semicoloniales y las transnacionales que en estos operan. Por otra parte Chávez es espaldado por un gran movimiento de masas que espera respuestas a sus demandas. Es todo esto lo que le gana la oposición tenaz del imperialismo yanqui y la gran burguesía nacional.

Pero en el proyecto de Chávez -y luego de casi 8 años de gobierno-: nada de expulsión de las transnacionales y expropiación de los capitales imperialistas que tanto nos han robado durante casi un siglo, nada de expropiación de los parásitos banqueros y socialización de su riqueza, nada de expropiación de la explotadora burguesía nacional y puesta de la economía bajo control de los trabajadores y el pueblo, nada tampoco de expropiación sin indemnización de todos los terratenientes y entrega de esas tierras a los campesinos pobres. Con el proyecto de Chávez y su gobierno los empresarios y banqueros (nacionales y extranjeros) siguen haciendo sus jugosos negocios, viviendo de la explotación y la pobreza de la clase obrera y el pueblo trabajador. En última instancia es el normal funcionamiento de cualquier economía capitalista. Cierto es que sin embargo el grueso de los trabajadores y el pueblo pobre creen en Chávez y confían en que de su mano resolverán su situación. El que esto sea así y no haya aún importantes sectores obreros levantando una política obrera independiente, es en buena parte responsabilidad de quienes dirigen el movimiento obrero, particularmente quienes se dicen marxistas revolucionarios, pues se niegan a explicar con claridad cuál es el verdadero proyecto del gobierno y a aprovechar las numerosas luchas que sectores de trabajadores vienen dando para demostrar cómo el que no tengan resueltas sus demandas fundamentales es responsabilidad del gobierno. En este sentido, es responsabilidad de la mayoría en la dirección del PRS que no haya una candidatura propia de los trabajadores, de lucha consecuente contra la explotación capitalista, existiendo las posibilidades reales para levantarla. Es ante esta ausencia de una candidatura obrera independiente que llamamos a votar nulo.


1 La reciente derrota electoral de Bush y los republicanos amplía los márgenes de acción para este tipo de políticas.

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