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A modo de actualización al artículo "Economía: Las medidas de contención devienen eslabones débiles"
por : Paula Bach

07 Jul 2011 | Como ejercicio de reflexión vale la pena considerar el curso que tomaron los acontecimientos y evaluar cómo se expresaron efectivamente las tendencias allí formuladas. Ver artículo de EI 27: Economía: Las medidas de contención devienen eslabones débiles

Cuatro meses transcurrieron desde que el artículo “Economía: Las medidas de contención devienen eslabones débiles” fuera originalmente publicado en Estrategia Internacional N° 27. Como ejercicio de reflexión vale la pena considerar el curso que tomaron los acontecimientos y evaluar cómo se expresaron efectivamente las tendencias allí formuladas. Señalamos en aquel momento el endeudamiento de los estados como uno de los eslabones débiles de la recuperación alentada por medidas monetarias y fiscales. Hoy la economía mundial está atravesando una profunda crisis de deuda con epicentro en los principales estados capitalistas tanto a un lado como al otro del Atlántico. Esta crisis de deuda está provocando tendencias a la desaceleración y podría estar colocando a la economía mundial a las puertas de una nueva recesión. Europa está en el centro de la escena con una aparentemente imparable tendencia hacia el default en la “rescatada” Grecia (cuya deuda alcanzó actualmente un nivel de calificación CCC, es decir un escalafón por debajo del nivel de bonos basura) y que amenaza con propagar el contagio hacia Portugal, Irlanda, Bélgica, España e Italia. La viabilidad del euro se encuentra amenazada y se acrecientan los roces entre el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea, Alemania y Francia. La discusión respecto de cómo se repartirá la carga (entre los Estados y los bancos privados) de una virtual reestructuración de la deuda griega asociada a un nuevo plan de “rescate”, es un emergente del agotamiento del mecanismo de endeudamiento estatal en la eurozona donde existe una moneda única pero de ningún modo, un único estado. No es nuestra intención desarrollar aquí una descripción de los hechos pero baste enunciar que Estados Unidos con 14,3 billones de dólares (casi el 100% del PBI), llegó al tope de deuda permitido por el Congreso con lo cual, de no aprobarse en el Congreso una ampliación del límite de deuda, entraría en una situación de default técnico. La debilidad financiera y económica norteamericana, con el telón de fondo de las calificadoras Standar & Poor’s y Moody’s, amenazando por primera vez en la historia rebajar la nota de la deuda pública, con los demócratas recortando tímidamente el gasto y los republicanos pidiendo recortes más agresivos como precio para aumentar el tope de deuda, está invocando los fantasmas de un “retorno a 1937”. La analogía refiere a la posibilidad de que la mayoría de los estímulos fiscales y monetarios sean retirados, provocando una abrupta recaída en la crisis. Como contratendencia a la acumulación de deuda estatal, tanto en Estados Unidos como en la Eurozona, funcionaron mecanismos de default encubiertos. En Estados Unidos mediante la persistente devaluación del dólar, en la zona euro mediante la compra por parte del Banco Central Europeo de títulos con descuento a los bancos, fondos de inversión y financistas privados. Estos mecanismos se están agotando y el papel de las agencias calificadoras, verdugos de sus propios rescatistas, resulta sintomático. Por supuesto los movimientos de estas agencias están guiados por fines claramente especulativos de corto y mediano plazo. Sin embargo existe un error de matriz y una unilateralidad manifiesta en la visión que identifica a estas agencias como una suerte de agente macabro, instrumento del capital puramente especulativo. No existe un capital especulativo separado del capital productivo. Otra cosa es que existan operaciones puramente especulativas. Pero este tipo de acciones consideradas muchas veces como exteriores al funcionamiento del “capitalismo productivo” expresan en realidad, algo así como la voz del capital en sentido amplio. Las agencias calificadoras disparan sobre los puntos débiles del sistema. La fragilidad de las deudas estatales no es consecuencia de las apuestas de las calificadoras sino que, a la inversa, las apuestas de las calificadoras están sustentadas en la debilidad de las deudas estatales. Por supuesto su acción no hace más que empeorar (o acelerar) el asunto pero es una gran confusión suponer que son las causantes del problema. En última instancia la acción de las calificadoras es un emergente del carácter poco estructural de la recuperación en curso. Tanto la amenaza que pende sobre el euro como aquella que pende sobre los Bonos del Tesoro norteamericano ponen en tela de juicio la posibilidad de que los Estados se endeuden infinitamente minimizando por esta vía la gran destrucción de fuerzas productivas necesaria (que muy difícilmente pueda ser pacífica) para asentar un proceso de revalorización del capital y una salida estructural de la crisis. Las amenazas de las calificadoras y la política de China de diversificar sus tenencias de Bonos del Tesoro son síntomas que señalan que aunque Estados Unidos es agente emisor del dólar que aún persiste como moneda mundial por excelencia, ese mecanismo, aunque por la ausencia de respaldo parezca ilimitado, en realidad no lo es. Si los Bonos del Tesoro pierden la calificación máxima (que conlleva en teoría un riesgo inexistente), aún cuando pueda seguir emitiendo su propia moneda no podrá seguir endeudándose como hasta ahora es decir, no podrá seguir utilizando el mecanismo que le ha permitido una contención de la crisis.

A su vez, y como señaláramos en aquel momento, el límite de la carga estatal de la deuda resurge bajo la forma de tensiones interestatales incrementadas así como de tensiones políticas al interior de los Estados. Es el caso de cómo se repartiría la carga de un nuevo “rescate” y la posible restructuración de la deuda griega que viene enfrentando a Alemania junto a Finlandia, Austria y Holanda, de un lado y a Francia junto con el Banco Central Europeo y el FMI, del otro y que está generando tendencias (al menos en el mediano plazo) a la desintegración de la zona euro. Las tendencias xenófobas al interior de la UE fortalecidas por la diáspora resultante de las agudas crisis en el Norte de África, las profundas crisis políticas internas como es el caso de Grecia, Portugal, España e Italia y el claro ascenso de la lucha de clases con el movimiento de los “indignados”, consecuencia de los brutales planes neoliberales en curso orientados a hacer pagar a los trabajadores y las masas pobres de los países menos ricos de la zona euro, los negocios en estado crítico de los bancos de los principales países de la zona como Alemania y Francia. Todos estos factores están íntimamente asociados a los límites de la “desigualdad en los ritmos” de crecimiento que se venía gestando al interior de la zona del euro y que señalábamos hace cuatro meses. En Estados Unidos se acrecientan las contradicciones entre Demócratas y Republicanos y cuando el programa QE2 que está llegando a su fin, no parece que vaya a tener lugar un nuevo programa de reemplazo. Los “gestos” demócratas buscando consensuar con los Republicanos a través de recortes presupuestarios, se vuelven cada vez más complejos frente a los magros resultados de la economía y el ascenso del desempleo. Incluso es probable que hasta el año próximo no sean incrementadas las tasas de interés ya que el problema del crecimiento débil aparece como una amenaza mucho más poderosa que las tendencias inflacionarias. Hace cuatro meses señalábamos que estábamos entrando en una fase caracterizada por el fin de las políticas de coordinación entre los estados y estos elementos parecerían estar verificándose.

En aquel momento señalábamos que en los países centrales primaban las tendencias deflacionarias combinándose con tendencias inflacionarias en la periferia. Señalábamos también que los mecanismos de facilidad cuantitativa que le permitieron a Estados Unidos una recuperación débil, estaban afectando seriamente el precio mundial de las materias primas y alimentos y que estos factores habían actuado como desencadenante de los agudos procesos políticos en el Norte de África. También señalábamos que a su vez estos procesos podían generar una estampida en el precio del petróleo que reactuara sobre el conjunto de la crisis mundial. Visto desde hoy debemos decir que si bien el precio del petróleo no se disparó a los niveles de 1973, no es menos cierto que tanto su incremento como el de los precios de las materias primas se están instalando como un problema que ya no se limita a los países periféricos. La contradicción de un proceso inflacionario en la periferia y deflacionario en los centros muestra una tendencia convergente a la suba de precios en particular en Estados Unidos donde la inflación alcanzó su máximo valor desde fines de 2008. Este factor constituye un elemento clave porque remite a la consecuencia dual, incluso al interior de Estados Unidos, de los programas de relajación cuantitativa. La inflación de los precios del petróleo y las materias primas estimulada en gran parte por las políticas que en un primer momento favorecieron la recuperación de la economía norteamericana mediante la devaluación del dólar, están volviéndose ahora contra la propia economía estadounidense. Se está combinando el retiro de gran parte de los planes de estímulo con el incremento de los precios de los productos básicos, cuestión que en el marco de una economía frágil, está provocando un debilitamiento del consumo y de la inversión. Como consecuencia de ello existen elementos de estanflación en la economía norteamericana y la muy débil tendencia a la disminución del desempleo que operó en los últimos meses, volvió a revertirse. En la actualidad, la economía de Estados Unidos se encuentra en una trampa: el fin próximo del programa QE2 (y su improbable repetición) así como una mayor reducción del gasto y ni hablar si se implementara un aumento de las tasas de interés (improbable al menos hasta el año próximo), redundaría en una recaída en la recesión y un incremento de la lucha de clases, pero su continuidad la induciría, al menos en el mediano plazo a una desvalorización severa de los Bonos del Tesoro limitando la capacidad de Estados Unidos de seguir tomando deuda.

Hace cuatro meses señalábamos la debilidad del crecimiento en los países centrales y el crecimiento acelerado en varios países periféricos como una contradicción que al menos en el mediano plazo iba a volverse insostenible. Aunque esta tendencia no representa en este momento un factor central de la crisis, el debilitamiento de la economía norteamericana hace cada vez menos probable que Estados Unidos pueda absorber progresivamente los crecientes excedentes productivos en particular de China. Este elemento fortalece el límite señalado a la posibilidad de que China continúe actuando como tendencia contrarrestante a la crisis económica y como factor de demanda mundial. A su vez las tendencias inflacionarias se profundizan en China y no se vislumbra que sea posible un cambio de modelo tendiente a fortalecer el mercado interno. Las tendencias inflacionarias en China, muy asociadas al incremento internacional del precio de los alimentos y las materias primas, constituyen un límite desde otro ángulo a la continuidad de su crecimiento acelerado. El riesgo que significa la inflación ya condujo a políticas de enfriamiento que comenzaron a debilitar la economía china reduciendo el crecimiento del PBI del 10,3% el año pasado al 9,7% en lo que va del año en curso1. China no sólo es un fuerte factor de demanda mundial sino que se convirtió en el destino principal de capitales desde el estallido de la crisis económica mundial. La mayor parte de ese capital (debido a la gran sobreacumulación existente) tuvo como destino la especulación inmobiliaria con lo cual China está presa de una burbuja que podría estallar en algún momento no muy lejano. El crecimiento chino se encuentra de este modo amenazado al menos desde los tres ángulos que habíamos señalado: la debilidad del crecimiento norteamericano, las tendencias inflacionarias y la masiva entrada de capitales que ha estado gestando una poderosa burbuja inmobiliaria.

Las tendencias de la economía y la política mundial son múltiples y complejas. No hemos pretendido con esta actualización agotar todos los problemas sino sólo señalar los que nos han parecido los principales elementos alertando de todos modos que estamos frente a una profunda crisis abierta que tendió a agudizarse en los últimos meses. No sólo la economía mundial se enfrenta a una desaceleración y podría encontrarse a las puertas de una nueva recesión, sino que puede afirmarse que con la continuidad de los agudos procesos en el Norte de África y el surgimiento del movimiento de los “indignados” en Europa, como alertamos hace cuatro meses, la crisis económica internacional ya entró “en una nueva fase en la cual los asuntos casi puramente económicos que ocuparon el primer plano durante los últimos dos años”, se están combinando “con explosiones de lucha de clases y –crecientes- contradicciones entre los estados capitalistas.”

 

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