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El problema no es el portavoz, sino la orientación y el tipo de partido que queremos construir
por : Corriente Comunista Revolucionaria- Plataforma Z del NPA

12 May 2011 | En una carta dirigida a los militantes del NPA Olivier Besancenot ha informado su decisión de no aceptar presentarse como candidato a la presidencia en las próximas elecciones de 2012

Por: Corriente Comunista Revolucionaria- Plataforma 4 del NPA [1]

La semana pasada, en una carta dirigida a los militantes del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), Olivier Besancenot ha informado su decisión de no aceptar presentarse nuevamente como candidato a la presidencia de la República en las próximas elecciones de 2012. La novedad ha causado un nuevo shock en el NPA, cuando aún el partido no ha salido de la crisis estratégica abierta en el primer Congreso. A su vez, el anuncio ha sido recibido con entusiasmo en las filas del Front de Gauche de Mélenchon (integrado por el PCF y el Partido de Izquierda) quien ve aumentar su espacio electoral a la izquierda del PS.
El mismo Alain Krivine, de la dirección del NPA, se ve obligado a admitirlo: "En el plano electoral, esto puede ser malo. Es, quizás, un regalo indirecto para Mélenchon" (Le Journal du Dimanche, 8-5-11). Hasta el mismo Partido Socialista vio el anuncio con satisfacción: “El PS se ha desembarazado de un competidor que captaba a un electorado mucho más amplio que el de la extrema izquierda. ‘Podría decirse positivamente que esto va a limitar la división de la izquierda’, destaca Benoît Hamon, portavoz del PS” (Libération, 6-5-11).

Argumentos de izquierda que no cuestionan la política y orientación oportunista de la actual mayoría del NPA

En su carta de renuncia, Olivier Besancenot dice que nunca ha querido ser “el eterno candidato de la extrema izquierda” y advierte sobre “los riesgos de la personalización a ultranza” de los líderes políticos y sobre “la dinámica consensual que impone la competencia electoral y mediática repetida”. Estos argumentos de izquierda sobre uno de los riesgos que plantea el terreno electoral, uno de los ámbitos políticos más desfavorables para los revolucionarios, totalmente dominado por la burguesía, ya sea a través del propio sistema electoral o el control de los medios de comunicación de masas, no cuestionan la orientación oportunista en la que la dirección actual encamina al partido.
Es que el problema no es el portavoz sino la estrategia y el tipo de partido que construimos. La brecha entre la popularidad de Besancenot y la del NPA no es sólo un resultado de la acción de los medios, sino el de una construcción política deliberadamente basada en ocupar espacios políticos vacíos (ya sea electorales, sindicales, etc.) y no en una construcción orgánica en el seno de los trabajadores y la juventud explotada y oprimida.

La ausencia de una clara delimitación programática y de clase en los principios fundadores del partido, solo puede dar lugar a una gran heterogeneidad y a orientaciones políticas diversas y a menudo opuestas, tanto en el terreno electoral, sindical como en la lucha de clases. Esto se ha demostrado en diferentes ocasiones, en varias elecciones después de la fundación del NPA, en la orientación que llevan adelante los militantes en los sindicatos en los que intervienen, o en la falta de objetivos y de un programa de acción comunes en el reciente movimiento contra la reforma de las jubilaciones. Todas estas características hacen que el partido tenga poca identidad más allá del propio Besancenot y su popularidad. Más grave aún, estas ambiguedades han impedido que, en la medida de lo posible, el NPA represente una alternativa a los miles de trabajadores y jóvenes que querían ir más allá de la política de conciliación de clases de la burocracia en el poderoso movimiento del otoño pasado. Estas ambigüedades también son un obstáculo para que surjan nuevas camadas de dirigentes y cuadros revolucionarios, formados en la “escuela de guerra” de las luchas, las huelgas contra el estado burgués, la patronal y la burocracia. Estas luchas representan el lazo o las tareas preparatorios entre la lucha cotidiana y la lucha por el poder. La dirección del NPA articula esta relación alrededor de un pragmatismo oportunista y, en el mejor de los casos, con una pseudo-fraseología revolucionaria.
De ahí que Besancenot en su carta embellece la situación y el rol jugado por el partido, cuando dice: “Esto significa que aquí y ahora, llamamos, sin descanso y conscientemente, a todas las personas anónimas a apropiarse de su destino… Por eso llamamos sistemáticamente a las clases populares a irrumpir en la escena política rompiendo las murallas levantadas por los políticos con el objetivo de mantenernos a distancia de la arena, en donde se juegan nuestras vidas. Allí donde intervenimos, llevamos este mensaje original y subversivo: en los barrios populares, las empresas, los institutos, las facultades, en los mercados, en las manifestaciones, durante las elecciones. Este mensaje ‘todo terreno’ que es la marca de fábrica de nuestro partido, no debemos empañarlo en nombre de ningún ‘reflejo’ electoral”. En cierto sentido este es el discurso del NPA que atrae a sectores contestatarios de los trabajadores y la juventud y sobre el que se basa la popularidad de Besancenot en esos sectores. Sin embargo, es preciso decir que hoy ese discurso no es llevado adelante realmente por una práctica y una orientación consecuentes que es la única que puede transformar esta popularidad y esta simpatía en una fuerza militante activa y ganar para el partido y las ideas revolucionarias.

El NPA ante un cruce de caminos

Por su peso político, Besancenot jugó hasta ahora un rol, cada vez más difícil, de unificador del conjunto del partido. Su decisión de no ser candidato en 2012 puede profundizar y acelerar las delimitaciones internas en el seno del partido. A su vez, puede fortalecer internamente a aquellos que buscan un acuerdo político con el Frente de Izquierda, una posición que se consolidó después de la última reunión del CPN (Comité Político Nacional). Es suficiente con ver cómo el mismo día en que nos enteramos por la prensa de la renuncia de Besancenot a su candidatura, Léonce Aguirre (miembro de la dirección del NPA de la Plataforma 3) firmaba un llamado en Le Monde “Por una candidatura de la izquierda de transformación social y ecológica en 2012”, junto a otras figuras de la “otra izquierda” como Clémentine Autain o Christophe Aguiton.
Frente a esta alternativa estratégica, opuesta por el vértice a una política de independencia de clase y que se mantiene claramente dentro de los marcos del régimen democrático burgués, las quejas y los distintos llamados formulados por los compañeros de la Plataforma 2 son totalmente impotentes. En su moción, la Plataforma 2 plantea: “le pedimos a Olivier que reconsidere su decisión con el fin de permitirle al partido discutir esto colectivamente”. Aunque sus fundamentos cuestionando la decisión de Besancenot son válidos, al afirmar que: “la razón por la cual la decisión de presentarse o no a la elección presidencial no puede ser una decisión únicamente personal que ubique al partido ante el hecho consumado”, señalan una de las características intrínsecas del NPA: ser un partido en el que son fundamentalmente su portavoz y su entorno quienes deciden casi todo, por fuera de las instancias democráticas del propio partido.

Pero ese tipo de funcionamiento no es algo nuevo. Salvando las distancias, es bastante análogo a la forma en que funcionaba la socialdemocracia alemana con su fracción parlamentaria y su fracción sindical a principios del siglo XX. Este método fue corrompiendo progresivamente a este gran partido obrero, llevándolo a una adaptación al régimen democrático burgués, lo que culminó en la traición abierta al comienzo de la Primera Guerra Mundial.

El NPA no tiene aún diputados, en gran medida, debido a lo antidemocrático del sistema electoral francés que niega la representación proporcional. Pero el método de funcionamiento de sus figuras públicas (así como de miembros de la dirección cuyas propuestas son liberadas sistemáticamente por la prensa) es bastante similar al de la vieja socialdemocracia. Lamentablemente, Besancenot no critica este aspecto de la “personalización”, quizás el más grave, ya que convierte a la mayoría de los militantes en sujetos pasivos, lo contrario a lo que él propone como modelo de sociedad.

Besancenot no discute nada de esto. Tal vez porque eso lo llevaría a tener que debatir estratégicamente qué tipo de partido queremos construir. Esto tiene que ver, para nosotros, con su lectura errónea de la burocratización de la ex URSS y de la degeneración del partido bolchevique. Por eso, en una entrevista concedida después de su renuncia, declara con respecto a los procesos revolucionarios árabes: “He visto, cuando fui a Túnez y a Egipto, que las revoluciones no necesitaban ni líder, ni sustituto, ni vanguardia autoproclamada. Que el pueblo irrumpe en la escena política y que justamente es por eso que nosotros militamos. Y nosotros, aquí y ahora, esto es lo que debemos hacer a nuestra escala” (Médiapart).
Contrariamente a lo que afirma Besancenot, no se necesitan revolucionarios para que las masas irrumpan violentamente en la escena histórica. Como decía Trotsky, en su famoso prólogo de la Historia de la Revolución Rusa: “El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen”. Los revolucionarios son necesarios para que toda esa energía revolucionaria no se disperse en combates aislados y para poder canalizarla hacia la toma del poder. Esto es precisamente lo que no se pudo hacer todavía ni en Túnez ni en Egipto. Porque para eso se necesita un partido claramente revolucionario, que se construye previamente. Los compañeros del CCR-Plataforma 4 luchan por esta perspectiva, la única capaz de evitar una nueva decepción y un nuevo fracaso para el NPA.

 

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