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La guerra civil libia se recrudece con combates en las ciudades clave
05 Mar 2011 | Los leales a Gadafi reinician el sábado sus ataques a puntos clave.- Ayer, el ataque a dos importantes enclaves deja ódecenas de muertos.- Reprimidas con violencia las manifestaciones contra el dictador en Trípoli

Los leales a Gadafi reinician el sábado sus ataques a puntos clave.- Ayer, el ataque a dos importantes enclaves deja ódecenas de muertos.- Reprimidas con violencia las manifestaciones contra el dictador en Trípoli

Álvaro DE CÓZAR | Ras el Ajdir 05/03/2011

La batalla por el control de ciudades claves al este y al oeste de Libia se ha recrudecido en la mañana del sábado. Al oeste, tropas leales a Gadafi han atacado con tanques y fuego de artillería barrios de Zauiya, ciudad clave porque queda a las puertas de la capital y alberga una refinería, según informan testigos desde la ciudad citados por Al Jazira y Reuters.

Al este y tras hacerse con el control de Ras Lanuf ayer, y aunque la información es confusa y ambos bandos se han estado atribuyendo el control de esta ciudad, esta mañana no había rastro de las tropas leales al dictador e incluso los rebeldes aseguraban a primera hora que habían continuado su avance hacia la capital y que habían conquistado la ciudad de Bin Jawad, a 525 kilómetros de Trípoli.

Viernes, protestas y represión

Día de rezo, día de protestas, día de disparos. Como todos los viernes desde que empezó la revuelta, el pasado 15 de febrero, Libia se convirtió en un polvorín que sirvió para medir la fuerza del régimen del coronel Muamar el Gadafi y comprobar que no está tan mal como hace una semana. Sus tropas exhibieron músculo allá donde los rebeldes han tomado el poder. En el oeste, las gentes de Zauiya se llevaron la peor parte porque los militares pro-Gadafi reconquistaron partes de la ciudad en un ataque que dejó 30 muertos, según la agencia Reuters. En el este, se vivieron intensos combates en la población costera de Ras Lanuf y algunas zonas de Brega y Ajdabiya fueron bombardeadas, aunque los leales al coronel no llegaron a tomarlas. Al menos una quincena de personas murieron en un ataque contra un depósito de armamento cerca de Bengasi.

En Trípoli, las manifestaciones contra el régimen fueron reprimidas por la policía con disparos. El terror se ha instalado en la capital y algunos testimonios relatan casos de tortura y violaciones.

Pasadas las doce del mediodía, cientos de personas de Tajura, un suburbio al este de Trípoli, partieron desde las mezquitas armadas con piedras hacia el centro de la ciudad. "No tenemos armas. Iremos a la mezquita y después diremos en la calle que Gadafi debe irse", señaló uno de los manifestantes a Reuters. No llegaron muy lejos. La policía y los paramilitares del dictador habían desplegado una columna de vehículos en la salida y les impidieron el paso con disparos de metralleta, según testigos, y gases lacrimógenos. Los manifestantes se dispersaron y los mercenarios iniciaron entonces una persecución por las calles del barrio. Lo que ocurrió a partir de entonces se desconoce, aunque organizaciones como Human Rights Watch dijeron ayer que han conocido casos de violaciones y desapariciones. Esta semana, miembros de la policía secreta han patrullado los barrios de Trípoli casa por casa y con fotografías de las revueltas para identificar a los alzados, según contó el jueves el diario The New York Times.

Los 130 periodistas invitados por el régimen a Trípoli la semana pasada no pudieron ser testigos de las manifestaciones y tuvieron que quedarse en el hotel. "Es por su seguridad, para protegerles de los miembros de Al Qaeda", dijeron las autoridades a los reporteros.

Además de en la capital, Gadafi quiso despejar dudas sobre su poder en algunos puntos que había perdido la semana pasada. Sus tropas lanzaron un contraataque sobre Zauiya, a 50 kilómetros al oeste de Trípoli. Los insurgentes se habían levantado allí la semana pasada y su conquista se consideraba clave para debilitar al dictador desde la parte occidental. Sin embargo, las fuerzas de élite seguían controlando las carreteras y los caminos de ese lado de la costa y desde allí lanzaron una incursión hasta el centro de la ciudad. Eran las once de la mañana cuando los mercenarios de Gadafi, la mayoría del África subsahariana, entraron y dispararon contra los habitantes. Tras cuatro horas de combate, se marcharon dejando a su paso entre 30 y 50 muertos, según los datos recopilados por las agencias. La televisión libia, sin embargo, anunció que el coronel había recuperado la ciudad. En cualquier caso, las últimas informaciones que vienen de Zauiya señalan que ya no queda apenas munición.

Las únicas buenas noticias para los rebeldes vinieron del lado este. Los cazas libios de Gadafi bombardearon otra vez bases militares de Brega y un gran arsenal en Ajdabiya, pero no lograron impedir el avance de las tropas rebeldes hacia un estratégico puerto petrolero en Ras Lanuf junto al que hay refinerías, oleoductos y un aeropuerto. La zona, a 660 kilómetros de Trípoli y muy cerca de Bengasi, la capital de los militares que han abandonado a Gadafi, vivió un intenso fuego de artillería.

Tras dos semanas de ataques en uno y otro lado del país, la jornada de ayer fue un punto de inflexión que permite extraer nuevas conclusiones. Que el este del país es el único que puede presentar batalla al régimen con ciertos visos de tener éxito; que el oeste sigue controlado por Gadafi tras ganar la batalla contra los rebeldes en Zauiya; que el terror ciudadano parece haberse instalado en Trípoli, el bastión del dictador, donde las protestas son reprimidas sin contemplación; y que Gadafi, arrinconado en su palacio, no da muestras de dar su brazo a torcer y tiene más fuerza de la que parecía. La situación está estancada. Por ahora, en tablas.

El régimen vende futuras reformas

"Tenemos solo una dirección: ir hacia adelante. Más libertad, más democracia. Tenemos que reformar de la A a la Z". Estas palabras de aparente espíritu reformista las pronunció ayer el hijo de Muamar el Gadafi, Saif el Islam, en una entrevista con la cadena Al Yazira en la que, por otro lado, insistió en el discurso mantenido durante las últimas semanas: los rebeldes son muy pocos -"100, 200 personas"- y son ellos, y no el Gobierno, los que están aterrorizando a la población civil. Una vez más, negó que estén reclutando mercenarios, los bombardeos y los ataques a manifestantes. "No estamos bombardeando a la gente; solo a las milicias armadas", afirmó. Saif el Islam es una de las personas bajo investigación de la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad.

El hijo de Gadafi, que hasta que estalló la revuelta era considerado como la cara amable del régimen, políglota y educado en Reino Unido, habló al lado de un gran retrato de su padre mientras defendía que Libia puede superar la situación y surgir como una nueva nación con leyes y reformas que garanticen un sistema democrático. "Esperamos que esta crisis cambie a Libia y le dé otra forma, otro perfil", aseguró.

El régimen, por otro lado, reemplazó ayer a su embajador ante la ONU -que se había apartado de su Gobierno y pedido que se tomaran medidas "tangibles y efectivas" contra Gadafi- por el exministro de Asuntos Exteriores Ali Abdusalam Treki, de la total confianza del dictador.

 

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