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La “integración” de los negocios
por : Juan Andrés Gallardo

25 Jul 2006 |

El resultado de la XXX Cumbre de Jefes de Estado del MERCOSUR realizada en la provincia argentina de Córdoba hace dos semanas, la primera en la que participó Venezuela como miembro pleno, dio lugar a distintas visiones. Mientras algunos, agitando el fantasma de Chávez (y Castro), anunciaron la “desintegración” del MERCOSUR producto de la ingerencia cubano-venezolana, otros, entusiasmados con el supuesto “relanzamiento del MERCOSUR” anunciaron que se abriría el camino hacia la “verdadera integración regional”.

El fantasma de Chávez y la “desintegracion” regional

Los analistas e intelectuales que han esgrimido los mismos argumentos que los voceros de Washington, cuestionan la incorporación de Venezuela al bloque comercial, como así también la firma de acuerdos con Cuba y la participación de Castro en la Cumbre. Argumentan que la presencia de Chávez desestabiliza al bloque e irrita a los potenciales socios comerciales, profundizando a su vez las crisis internas del MERCOSUR. Sin embargo la realidad viene demostrando todo lo contrario.

En primer lugar, los levantamientos y acciones de masas que se repitieron durante los últimos años en la región, dieron lugar al surgimiento de gobiernos que al menos discursivamente tuvieron que distanciarse de la ortodoxia neoliberal de los años ’90. Aunque a su vez estos nuevos gobiernos estuvieron llamados a cumplir el rol de contención y desvío de esas levantamientos de masas, lo que pudieron lograr momentáneamente apoyados en la situación económica favorable de los últimos años. Esto permitió una relativa estabilización de los gobiernos de la región, luego de la seguidilla de levantamientos que tiraron presidentes y debilitaron los regimenes de muchos países del sub continente.

En segundo lugar, a diferencia de la cumbre de Viena (entre los países latinoamericanos y la Unión Europea) hace dos meses, momento en que la crisis que atravesaba la región se encontraban en su punto más alto, todos los presidentes trabajaron (a pesar de los roces) para llegar a esta cumbre del MERCOSUR dando una imagen de fortaleza, en torno al ingreso de Venezuela como miembro pleno. En el terreno político, Chávez fue una pieza clave en las conversaciones y negociaciones entre Brasil, Argentina y Bolivia, cuando Evo Morales anunció su proyecto de “nacionalización” de los hidrocarburos que había generado una de las crisis regionales más importantes de los últimos tiempos. Mientras tanto se pusieron paños fríos sobre los otros frentes de conflicto como el de las pasteras que enfrenta a Argentina y Uruguay (tras el fallo de la Corte de la Haya favorable a Uruguay) o la crisis en la Comunidad Andina de Naciones, tras la salida de Venezuela de ese bloque hace tres meses y que ahora trata de ser aplacada por Evo Morales al pedir algún tipo de integración entre la CAN y el MERCOSUR.

En el terreno económico, a pesar de lo que digan los voceros de Washington, lo cierto es que con la entrada de Venezuela al MERCOSUR, el bloque comercial pasará a representar el 75% del total del PBI regional, una cifra nada despreciable y que es mirada con simpatía por los capitales de todo el mundo como un buen lugar para invertir y conseguir ganancias extraordinarias. La región viene de 4 años de crecimiento sostenido y si bien es cierto que existen tendencias internacionales hacia un enfriamiento global de la economía, todavia se esperan altos índices de crecimiento tanto para este año como para el que viene. Crecimiento liderado por Venezuela como producto del impacto de los altos precios del petróleo sobre su PBI.

Si se tiene en cuenta que lo que aporta fundamentalmente el ingreso de Venezuela es ni más ni menos que recursos energéticos, gas y petróleo, es decir una de las áreas de negocios más rentables en la actualidad, entonces queda claro que Chávez, más que un fantasma para el imperialismo y las multinacionales, se ha convertido en un buen socio comercial. Y esto lo expresa claramente el hecho que Venezuela sea el tercer proveedor mundial de petróleo hacia los EE.UU., además de los muy buenos negocios que las petroleras multinacionales están haciendo en el país asociadas a la estatal PDVSA.

Lejos de la desintegración, el bloque trata de hacer pié como una plataforma donde cada una de las burguesías intenta hacer sus negocios asociada al capital internacional (lo que ciertamente genera roces entre los países de la región), como alternativa a los acuerdos directos de libre comercio impulsados por EE.UU.

A diferencia de los primeros meses del año en los que EE.UU. había logrado avanzar en la firma de TLC con varios países andinos luego de haberlo hecho con los de Centroamérica, e intentado aprovechar las brechas abiertas tras los anuncios de “nacionalización” de los hidrocarburos en Bolivia, los miembros del MERCOSUR trataron de mostrarse unidos tras el ingreso de Venezuela como miembro pleno, atrayendo el interés de los países más chicos de la región tras la idea de una “refundación del MERCOSUR como puntapié para la integración regional”.

¿Es posible la integración regional bajo el mando de la burguesía?

Con este escenario de fondo, la idea de que es posible y viable el camino hacia una integración regional bajo el mando de Kirchner, Lula, Chávez y cia, se multiplicó entre los medios e intelectuales “progresistas” que sueñan con un desarrollismo de la mano de un Banco del Sur y un mega gasoducto financiado con los petrodólares de Chávez.

Sin embargo, el MERCOSUR tal y como lo fue desde su génesis se trata de una plataforma de negocios donde las multinacionales se enraizaron con el correr de los años con las burguesías locales en cada uno de los países miembro, disfrutando de tasas preferenciales, sin trabas aduaneras y con la posibilidad de elegir el lado de la frontera con menores costos laborales (es decir el país donde se paguen salarios más bajos) para establecerse.

Esta dinámica no solo no se revirtió con los años sino que se acrecentó cada vez más y justamente fue en la disputa con Bolivia en torno a la “nacionalización” de los hidrocarburos donde más se vio el carácter de abogados de los capitales imperialistas que adoptaron los gobiernos de Kirchner y Lula. Uno a favor de la petrolera Repsol y el otro de Petrobras.

Lo mismo puede verse en el conflicto por las pasteras entre Argentina y Uruguay donde Tabaré Vázquez actúa defendiendo a las empresas ENCE y Botnia como si fuera parte de su directorio.

Estos ejemplos son solo un adelanto de los que van a ser los proyectos futuros. A diferencia de lo que los “integracionistas” digan, proyectos como el del Banco del Sur ya son recibidos con alegría por la banca financiera internacional pensando en los jugosos negociados que tiene por delante, tal y como hoy ya lo están haciendo con los Bonos que Venezuela le compra a Argentina (ver “Más que banco es una estafa”) o con el proyecto de Bono del Sur. Como dijo un colaborador de la Ministra de Economía de Argentina, Felisa Miceli, “No se imagina la simpatía que despierta esta iniciativa en los bancos de primera línea. Percibimos avidez del mercado financiero por este tipo de instrumentos” (Clarín 23/7/06) y no podría ser de otra manera teniendo en cuenta que no solo daran un empuje al sistema bancario, sino que gran parte de sus prestamos estarán destinados al pago de la deuda externa.

En el mismo sentido va el anuncio del Mega Gasoducto con el que empresas multinacionales piensan obtener multimillonarias ganancias durante se construcción. Como adelanto de estos beneficios, Chávez ya les facilitó el acceso a empresas como Tecpetrol (Techint) o Pluspetrol dentro de la cuenca del Orinoco para explotar una de las zonas más ricas en hidrocarburos de toda la región.
Los gobiernos de Kirchner, Lula, Chávez, Evo Morales o Tabaré Vázquez, no solo no están dispuestos a atacar los intereses de las multinacionales que saquean la región, empezando por las que se apropiaron durante los años ’90 de los recursos naturales y estratégicos, sino que no está en sus planes llevar adelante ningún tipo de lucha seria para romper con el imperialismo que oprime a nuestros países.
Más bien todo lo contrario, mientras los lazos entre las burguesías locales y el capital transnacional son cada vez mas estrechos, también lo son los gestos de los gobiernos hacia los países imperialistas.

Tabaré Vázquez no para de mencionar cada vez que puede, la posibilidad de hacer un acuerdo de libre comercio con EE.UU., fortaleciendo la posición de ese país hacia la región, mientras que Paraguay permitió directamente el establecimiento de una base militar norteamericana en su territorio con inmunidad para sus soldados.
Por otra parte, tanto Argentina, como Uruguay y Paraguay, forman parte de la misión de las Naciones Unidas en Haití comandada por Brasil, que ejerce un poder de policía sobre los trabajadores y el pueblo haitiano, cubriéndole las espaldas a EE.UU. para que este pueda disponer de más tropas en Medio Oriente.

Como si esto no fuera suficiente, el MERCOSUR se apresta a firmar un acuerdo comercial con el Estado de Israel, que no solo es un aliado estratégico de EEUU, sino que se encuentra librando un ataque brutal contra los pueblos de Palestina y el Líbano. Como si con este “gesto” no fuera suficiente, Kirchner pensaba incluir como parte del intercambio con Israel, la venta de aviones y equipamiento militar (!!!), algo que Israel sabrá como utilizar contra los pueblos árabes de medio oriente.

Es evidente que la integración regional bajo el mando de la burguesía es una absoluta utopía. Son justamente sus lazos cada vez más estrechos con las multinacionales como así también su coqueteo con los distintos países imperialistas lo que genera mayor tensión y provoca fisuras en la región. Los intereses de las multinacionales y el imperialismo van a contramano de cualquier intento de desarrollo serio de nuestros países e impide cualquier tipo de planificación racional de los recursos (ni que hablar del conjunto de la producción y la economia regional). Ninguna de las justas reivindicaciones de los trabajadores y el pueblo de la región, como son las de el derecho a la tierra, la vivienda o el trabajo genuino, las demandas de los pueblos originarios o el fin de la opresión imperialista sobre nuestros países, será resuelta por la burguesía y sus gobiernos.

Solo los trabajadores, campesinos y pobres de la ciudad y el campo podrán actuar resueltamente para atacar los intereses de las multinacionales (con las que no los ata ningún lazo) y romper definitivamente con el imperialismo, algo que solo es posible mediante la acción conciente de los explotados para acabar con el sistema capitalista, luchando por gobiernos de obreros y campesinos que comiencen por expropiar a los capitalistas, desconocer el pago de la fraudulenta deuda externa y nacionalizar bajo gestión de los trabajadores todos los recursos estrategicos (energéticos y naturales), lo que permitiria abrír el camino hacia una verdadera integración regional, la de una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.


Más que banco es una estafa

El anuncio de un Bono y Banco del Sur realizado por Chávez y Kirchner hace unas semanas en Caracas y confirmados en la última reunión del MERCOSUR fue festejado por estos presidentes como un acto de soberanía para impulsar el desarrollo regional. Sin embargo, como ya viene ocurriendo con los más de 3.300 millones de dólares en bonos que el gobierno venezolano le compró a Kirchner desde el año pasado, este dinero lejos de beneficiar a los trabajadores y el pueblo de nuestro país fueron utilizados por Kirchner para seguir pagando la deuda externa, mientras el gobierno venezolano por su parte viene vendiendo parte de esos bonos a los bancos locales, consiguiendo una importante ganancia, los que a su vez los revenden a los fondos buitres cuando no terminan directamente en Wall Street.

El Banco del Sur y los bonos emitidos por Venezuela, Argentina y Brasil funcionarían de una manera similar, aprovechando las bajas tasas de interés que consigue Venezuela por el respaldo de los altos precios del petróleo, este país seria el primero en lanzar una emisión de bonos y comenzar a “capitalizar” el Banco del Sur cuyo objetivo según Miceli seria el de mantener un flujo de fondos para los pagos de la deuda externa además del financiamiento a las empresas encargadas de llevar adelante los proyectos regionales como el del gasoducto del sur, sobre el que las empresas constructoras, siderurgicas y petroleras ya han puesto el ojo.

 

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