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Cuba, ¿El pueblo es el que decide?
por : Eduardo Molina

09 Dec 2010 | La convocatoria al Congreso y la publicación de los “Lineamientos” abrieron un nuevo escenario en la Isla, generando un proceso de discusión política a nivel nacional.
Cuba, ¿El pueblo es el que decide?

El 1° de diciembre comenzó oficialmente en las organizaciones del PC cubano la discusión hacia el VI° Congreso, que se reunirá en abril próximo. El proceso “incluirá, hasta el próximo 28 de febrero, a todas las secciones sindicales en los centros de trabajo y a las comunidades de todo el país.” (Granma, 1/12/10). La convocatoria al Congreso y la publicación de los “Lineamientos” de política económica y social (ver nota en LVO 401) abrieron un nuevo escenario en la Isla, generando un proceso de discusión política a nivel nacional.

¿“Quién decide”?

El editorial de Granma del 1/12 titula “es el pueblo el que decide” citando el discurso de Raúl Castro que el 8/11 decía “el sexto será el congreso de toda la militancia y de todo el pueblo, quienes participarán en las decisiones fundamentales de la Revolución.”

Raúl y su equipo vienen implementando una política de reformas que retoma y profundiza en los “Lineamientos” las medidas iniciadas en el “período especial” de los 90, con nuevas concesiones al capital extranjero, más autonomía en la gestión de las empresas públicas y mayores espacios para el mercado y la iniciativa particular (trabajadores independientes, cooperativas, pequeños empresarios, empresas mixtas), una política de fuerte restricción en el gasto estatal, eliminando las “gratuidades indebidas” y otros recortes en los servicios sociales, y una campaña contra el “igualitarismo”, con mayor productividad laboral y reduciendo las “plantillas infladas” que hasta abril despedirá a medio millón de trabajadores desplazados al sector no estatal.

Al servicio de este curso, el gobierno ha venido ensayando cierta “tolerancia” política. Como describe el intelectual cubano Pedro Campos (10/08/10, www.kaosenlared) esto viene permitiendo “las criticas oficiales al estado paternalista, las negociaciones con la Iglesia católica, una cierta tolerancia a las criticas sean desde posiciones revolucionarias o adversarias sin una represión abierta, reconocimiento a la diversidad sexual, una política cultural relativamente más abierta y otras, mientras no comprometan el control del poder político en manos de la dirección histórica.”

El debate pre-congreso se inscribe en esta dirección como una relativa “apertura” muy controlada (como se dio en otras ocasiones), buscando legitimar su plan económico entre la población, vencer las reticencias de sectores de la burocracia y alinear a los estamentos dirigentes tras su plan y “válvula de escape” al malestar ante una crítica situación.

Se busca plebiscitar el rumbo del gobierno y utilizar el apoyo popular para dirimir las diferencias internas, preparando el camino a la futura Conferencia del PC (posterior al congreso) que definiría una nueva dirección. El ala de Raúl, apoyándose en las FAR (que controlan un área clave de la economía) y en sectores “tecnocráticos”, y que ha recibido el aval de Fidel, parece chocar con la reticencia de alas “inmovilistas” de la burocracia que temen verse afectados por los cambios o de otros sectores críticos, incluso de izquierda.

El proceso es presentado como gran expresión de “democracia socialista”, sin embargo, se hace bajo el firme control burocrático del régimen de “partido único” y sus métodos plebiscitarios que niegan todo verdadero poder de decisión a las masas.

¿El cómo o el qué?

Tomemos dos ejemplos. Juventud rebelde (5/12), comenta la reunión del núcleo comunista de la Empresa de Tabaco Torcido José Martí, perteneciente al Grupo Tacuba, elegida como ejemplo representativo del proceso de discusión. El título es ilustrativo de cómo se orienta el debate: es “la hora de los como en la sociedad cubana”. Toda la descripción de la reunión insiste en cómo aplicar aspectos parciales del plan: perfeccionamiento de la gestión empresarial y cumplimiento de los contratos, contra “los vagos” que acceden a los servicios sociales sin trabajar, a favor del recorte de prestaciones sociales tildadas de “gratuidades indebidas”, etc.

Otra nota, esta vez de Trabajadores (5/12/10) vocero de la CTC, titulada “Con la voz de todos” adjetiva como “ejemplar ejercicio de democracia” la reunión de la sección sindical de servicios a trabajadores, de la Unidad Básica del contingente Fructuoso Rodríguez donde el eje fue “la prioridad que deben tener el mantenimiento en todas las construcciones, las hechas y las por hacer”.

La propia CTC anunció la medida de despido de 500.000 trabajadores en los próximos meses, “bajando la línea” desde arriba y garantizando su aplicación, en lugar de desarrollar un amplio proceso de discusión en las bases y defender frente al Estado las demandas e intereses que expresen los trabajadores.

En suma, no se aborda ninguna discusión de fondo, sino que se da por sentado el programa de los “Lineamientos” y se limita a discutir el detalle de su aplicación (el cómo). Se excluye del debate el problema crucial y previo del “qué hacer” así como todo balance de fondo sobre la política aplicada desde el gobierno en los últimos años. Y por supuesto, no figuran en el temario el control del poder por la burocracia ni sus privilegios, siendo que uno de los males más irritantes y dañinos es la corrupción en los estratos dirigentes.

El plan oficial implica enormes peligros para la revolución y sus conquistas, afecta a los trabajadores y acentúa la descomposición de la economía nacionalizada en un camino que lejos de llevar a la “superación de los errores y desviaciones en la construcción del socialismo”, agrava los peligros de un retorno gradual, al estilo chino o vietnamita, al capitalismo y por ende, a la recolonización imperialista.

Este es el verdadero fondo de una discusión decisiva para el futuro de la revolución cubana y que exigiría, por tanto, la más amplia democracia obrera para que los trabajadores puedan decidir y tomar en sus propias manos la salida a la crisis.

La Iglesia aplaude los cambios

Pero mientras la dirección encuadra bajo control burocrático y con sus métodos plebiscitarios el debate, obstruyendo la posibilidad de que se desarrollen y organicen tendencias críticas por izquierda entre los trabajadores o en la base del propio PC, deja correr a sectores como la Iglesia cubana, que está tomando partido en el debate para “acompañar los cambios” porque “Hoy es posible expresar opiniones con mucha más facilidad que unos años atrás” y el plan oficial apunta a “comenzar a des-estatizar la sociedad cubana”. Los curas se proponen “ayudar a que los cambios sean posibles ha de ser por medio de una actitud positiva encaminada a presentar propuestas capaces de crear confianza política, así como a ensanchar y profundizar los proyectos oficiales.” (Editorial de www.espaciolaical.org del Consejo Arquidiocesano de Laicos de La Habana).

El gobierno viene negociando y haciendo acuerdos con la Iglesia, ese viejo y astuto partido católico de la contrarrevolución (como lo fue en Polonia), convirtiéndola en oposición tolerada y visible nacionalmente. Por su intermedio -como mostró el rol clerical en la liberación y exilio de disidentes presos a España-, negocian con el imperialismo europeo y norteamericano (recientemente el arzobispo Ortega fue a Nueva York). La Iglesia y otros grupos “disidentes” pro-imperialistas, hacen demagogia a favor de la “apertura” económica y política que el imperialismo quisiera imponer rápidamente, buscando sacar réditos de la falta de libertades sindicales y políticas y de la insatisfacción popular ante las carencias materiales. Contrasta la actitud del gobierno que permite a los curas actuar, hacer seminarios y todo tipo de actividades al servicio de su proyecto político, con su política de ahogar cualquier voz de izquierda independiente.

Por la más amplia democracia de masas

Los burócratas y ciertos “amigos de Cuba” (léase del gobierno) pretenden encubrir la política del PC descalificando las posiciones críticas desde la izquierda, cuando no con las gastadas calumnias stalinistas, con el “argumento” de que bajo el bloqueo imperialista y las graves dificultades internas, las críticas debilitarían a la revolución. Es al revés, se necesita el más amplio debate, la crítica radical de los problemas vitales, en la que debieran poder expresarse ampliamente todas las posiciones que desde el campo de la revolución y los intereses de los trabajadores, plantean alternativas económicas y políticas para responder a la crisis.

Es necesario que los trabajadores obtengan los más amplios derechos democráticos de discusión y organización, comenzando por el de presentar y difundir ampliamente (con pleno acceso a los medios de comunicación públicos, las imprentas estatales, etc.) otras plataformas y programas alternativos a los Lineamientos, el de organizarse para defenderlos, dentro o fuera del PC, e incluso a formar organizaciones sindicales para defender los legítimos derechos obreros sin tutela estatal y tendencias políticas (con el sólo requisito de ubicarse en el campo anticapitalista y de defensa de la revolución).

En el debate está planteada la lucha por un programa que, partiendo de la lucha contra el bloqueo, rechace el programa de los “Lineamientos”, defienda las conquistas de los trabajadores, luche contra la burocracia y sus privilegios y plantee las medidas para reencausar la economía nacionalizada de acuerdo a las necesidades de la clase trabajadora y la transición al socialismo. No puede haber verdadera democracia obrera y revolucionaria sin expulsar del poder a la burocracia, conquistando un régimen basado en consejos (o soviets) de delegados libremente elegidos de obreros, campesinos y soldados. Como el futuro de Cuba es inseparable del desarrollo de la lucha de clases a nivel internacional, ese programa debe incluir la lucha por la unidad económica y política de toda la región en una Federación de Repúblicas Socialistas de América latina.

 

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