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La continuidad del “lulismo” y la política de la izquierda
por : Leandro Ventura, Rio de Janeiro

30 Sep 2010 | Estas elecciones están marcadas por una ilusión gradualista de las masas, de cambios paulatinos y por ende, una identificación de las aspiraciones populares con un proyecto burgués: el lulismo.

Las elecciones del próximo 3 de octubre están marcadas por la inmensa popularidad del presidente Lula. Su candidata, Dilma Roussef, a pesar de las denuncias de corrupción divulgadas por la oposición, mantiene más del 50% de intención de voto. Mientras que la oposición a Lula - liderada por el PSDB de José Serra - atraviesa una importante crisis, (se proyecta que tendrá menos votos y diputados en toda su historia). Estas elecciones están marcadas por una ilusión gradualista de las masas, de cambios paulatinos y por ende, una identificación de las aspiraciones populares con un proyecto burgués: el lulismo.

El lado oculto del lulismo

Detrás de una potente oratoria y demagogia, de “avances sociales”: la creación de millones de nuevos puestos de trabajo, el aumento del salario mínimo, el plan Bolsa Familia “para acabar con la pobreza” y el creciente consumo popular, se esconde el trabajo precario y la continuidad de terrible situación de vida de la población. La elevación del salario mínimo en el gobierno de Lula (155%) -aún no llega siquiera a un cuarto de la canasta familiar-. También esconden cómo, la inversión en el plan Bolsa Familia, no alcanza siquiera al 7% de lo que el gobierno de Lula paga a los tenedores de la deuda externa e interna. El aumento del número de empleos formales se ve acompañado con la sustentación de elevadísimos índices de rotatividad del trabajo (18 millones de contrataciones y 16 millones de despidos). Cada vez que un trabajador es despedido y recontratado, sus condiciones de trabajo empeoran. Si depende de Dilma esta situación se agravará. Ha anunciado que aumentará la edad mínima y la fórmula para las jubilaciones, implicando un aumento de al menos cinco años. Esta grave noticia no fue denunciada por ninguna de las centrales sindicales subordinadas al gobierno, así como permanecieron calladas frente a las medidas tomadas por Lula contra el derecho de huelga.

El apoyo a Lula y Dilma de las principales direcciones de las masas (CUT, CTB, MST, Força Sindical), y la capacidad de Lula de construir una amplia base partidaria en su apoyo, viene ocultando esta dura realidad que se desarrolla al mismo tiempo que la propaganda oficial sobre los “avances sociales”.

La clase trabajadora y los proyectos de partido en la izquierda

Esta situación, donde la naturalización de la explotación y la precarización del trabajo se presentan como la “alternativa de los trabajadores” -gracias al rol conciliador de las direcciones burocráticas de los sindicatos y grandes centrales- exige de la izquierda una intransigente defensa de los luchadores y de la independencia de clase.

Con el triunfo de Lula en las elecciones de 2002, el PT profundizó su giro a derecha, convirtiéndose en partido de gobierno capitalista, como Lula mismo dice, sobre su “exitoso” gobierno: “fue necesario que un obrero llegara al gobierno para enseñar a hacer capitalismo”. En ese escenario, las corrientes de izquierda que no ingresaron al PT o fueron expulsadas antes de que éste llegara al gobierno, se ubicaron en el espacio vacante con diversos proyectos, llamados “petistas históricos” que reivindican el socialismo.

El PSOL en cuyo interior convergen varias corrientes trotskistas, puso en pie un partido anti neoliberal sin límite de clase, como lo demuestra su programa desarrollista y la aceptación de dinero de empresas monopólicas como la Gerdau y, consecuente con esto internacionalmente en su alineamiento con el socialismo de empresarios de Chávez. La corriente mayoritaria del PSOL orienta al partido hacia una variante centroizquierdista, como lo muestra su consigna electoral: “usted tiene opción”, esto bajo dirección de su ala “izquierda” (ENLACE ligado al SU, CST ligada a la UIT y APS -fusión grupos petistas maoístas y cristianos-) que además defiende la perspectiva histórica de conciliación de clases del PT -el llamado “gobierno democrático y popular”- y su candidato aparece en la TV reivindicando toda su trayectoria de vida, su participación en gobiernos burgueses en los ’60 o como coordinador de las campañas de Lula.

La variante stalinista el PCB se recicló después del ’89, pero sigue manteniendo su estrategia de conciliación de clases, ahora bajo una ropa bolivariana de “socialismo” chavista. Estas dos variantes de izquierda son enemigas de la estrategia de independencia política de los trabajadores. Por último el PSTU, que desde que salió del PT, lanzó la política de “volver al PT de los orígenes” para “agrupar a la izquierda socialista (del PT)” es decir un partido obrero centrista construido sobre la base del “luche y vote”. El proyecto del PSTU está en crisis, porque no logró ni las figuras parlamentarias, ni utilizar su peso sindical para desarrollar la lucha de los trabajadores, como se proponía. Peor aún, reivindicándose de la tradición del trotskismo fue incapaz de trazar una verdadera perspectiva revolucionaria. Quedó en evidencia en todos estos años, que no sirve para organizar a la vanguardia obrera y juvenil para intervenir en la lucha de clases, como lo demostró la derrota sin lucha que sufrieron los trabajadores de Embrear -dirigidos por este partido. Inclusive ni siquiera han apoyado la lucha ejemplar de los trabajadores de la USP –encabezada por su combativo sindicato, el Sintusp–, en el cual desde la LER-QI jugamos un rol destacado y dirigente. El PSTU, se está consolidando como un grupo grande con influencia sindical, para hacer propaganda del socialismo.

Por una política obrera revolucionaria

La clase obrera brasilera no necesita re-editar la experiencia del PT. Es evidente, más aún frente al desarrollo de la crisis internacional que hoy tiene su epicentro en los países centrales y que está azotando a Europa, que la clase obrera no necesita un partido obrero reformista para luchar por reivindicaciones y votar, en los marcos del capitalismo, sino para prepararse para tomar el poder y hacerle pagar la crisis a los capitalistas. Tampoco necesita partidos centristas adaptados y moldeados en años de democracia burguesa y ahora estabilidad económica y conformismo. Qué otra cosa puede expresar sino la propuesta del PSTU para la policía, donde defienden el “fin de la estructura policial actual y la creación de una policía civil unificada” con “delegados electos” [1]. La clase obrera necesita un partido revolucionario que comience por recuperar la estrategia de independencia de clase, no sólo frente a la burguesía, sino frente a todas sus instituciones.

¿Por qué llamamos a votar críticamente por el PSTU en estas elecciones? En la extrema izquierda brasilera se presentan en estas elecciones el PSOL, el PCB, el PSTU y el PCO. Los dos primeros como desarrollamos más arriba, expresan programas y perspectivas de conciliación de clases y por lo tanto la vanguardia obrera y popular no puede apoyarlos. En cambio tanto el PSTU como el PCO se presentan indendientes de la burguesía, por el peso en la vanguardia el PSTU, con el cual mantenemos muchas diferencias, llama en estas elecciones a no votar burgueses y presenta como su principal figura a Zé María de Almeida que es reconocido por su pasado como metalúrgico que fue parte de la fundación del PT. Es por eso que desde la LER-QI, que estamos impedidos de participar en estas elecciones por las leyes electorales proscriptivas y antiobreras y porque el PSTU nos retiró absurdamente la afiliación democrática [2], llamamos a votar críticamente por las candidaturas de este partido para ayudar a difundir lo más que podamos la idea y la necesidad de la independencia de clase [3]. Pero, como dijimos en el punto anterior, hace falta construir un partido revolucionario, por eso llamamos a la vanguardia obrera y juvenil combativa y a los estudiantes e intelectuales marxistas pro obreros, a fortalecer la LER-QI que lucha por esa perspectiva.

 

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