El 28 de marzo, el mismo día que 3 millones de trabajadores salieron a manifestarse en toda Francia, al otro lado del Canal de la Mancha 1 millón y medio de trabajadores del sector estatal y público se plegaron al paro en defensa de su jubilación y contra el cambio al régimen de pensiones. ¿Qué tienen en común ambas luchas? Ambas protestas enfrentan los ataques neoliberales de los gobierno de turno que atacan las condiciones de empleo, ya sea bajo la cara ‘humanitaria’ de Francia o el ala guerrerista del Reino Unido.

La huelga llamada por Unison (el sindicato más grande del Reino Unido), GMB y Amicus entre otros y con alcance en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte fue la medida de fuerza más grande desde la única huelga general que vivió este país en 1926 y la más fuerte del sector estatal desde los meses conocidos como el ‘invierno del descontento’ en 1973-74.

Los trabajadores del sector estatal salieron a la calle para enfrentar la reforma jubilatoria a través de la cual el gobierno pretende extender la edad de retiro de 60 a 65 años de los trabajadores que se encuentran bajo el esquema de pensiones de los gobiernos locales (LGPS por su sigla en inglés). Por otra parte, el gobierno intenta dividir a los trabajadores estatales -acusándolos de ‘privilegiados’ por querer jubilarse a los 60 años siempre y cuando tengan la antigüedad de servicios requerida- contra los privados, que deben someterse a esquemas de pensiones mucho peores.

Además de su elevado grado de acatamiento, la huelga se caracterizó por la importante presencia de trabajadores en las calles: Sheffield, Londres, Leeds, Manchester (Inglaterra); Glasgow (Escocia) y Cardiff (Gales), por nombrar sólo algunas, presenciaron movilizaciones con un gran espíritu militante. En muchos lugares de trabajo los docentes, cuyo sindicato no había llamado a ninguna medida de fuerza, se plegaron a los piquetes para evitar la entrada de empleados contratados por agencias para que actúen de carneros.

Los efectos se sintieron en muchos lugares de trabajo; cientos de escuelas primarias y colegios secundarios permanecieron cerradas porque el personal administrativo, de cocina y de mantenimiento se plegó al paro. Los servicios de ferrys y túneles subfluviales manejados por las municipalidades que comunican a las distintas islas de Inglaterra, Escocia e Irlanda fueron cancelados, lo mismo ocurrió con otros sectores de transporte de buses y trenes. En muchos barrios del país la basura no se recolectó. Estas acciones muestran el papel que los trabajadores públicos tienen en la actividad económica del país.

A pesar de la gran combatividad demostrada por los trabajadores, el nivel de coordinación ha sido bastante débil y no ha intentado superar los límites de las direcciones burocráticas. Como la disputa sigue abierta, hay otra huelga de 24 horas convocada para fines de abril (aún no se ha decidido la fecha). Esta es una gran oportunidad para unir a los trabajadores estatales y privados -para los cuales se anunció que se extendería la edad jubilatoria a 68 años. Además del ataque a las pensiones, el gobierno está recortando el presupuesto en varios hospitales despidiendo a cientos de trabajadores; la lucha por las pensiones debemos ligarla a la lucha contra los recortes en salud.

La gran masividad de la protesta puso a su vez a la luz del día los problemas que enfrenta Tony Blair; un líder que día a día ve bajar su popularidad a causa de la guerra en Irak, que va perdiendo el apoyo de los sindicatos y está golpeado por las acusaciones de conceder cargos de honor a donantes laboristas multimillonarios. Este tipo de acciones es lo que menos necesita Blair un mes antes de las elecciones locales (4 de mayo) en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.

Los políticos patronales que votan aumentar la edad jubilatoria de los trabajadores, gozarán de jubilación plena aunque se retiren a los 60 y si Blair se retira en el 2009 cobrará una jubilación de 120.000 libras anuales (180.000 dólares) por el resto de su vida.