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Primeras lecciones después de más de un mes de huelga general
por : Ciro Tappeste

02 Mar 2009 | Con la huelga que estalló el 20 de enero, sin embargo, lo que está conociendo Guadalupe es mucho más que un simple conflicto laboral de gran envergadura...
Primeras lecciones después de más de un mes de huelga general

He vuelto, Harlem. Aquella bandera es tuya
Porque el pacto de orgullo, de gloria y de sufrimiento
Lo contraímos para ayer y para mañana;
Hoy desgarro la mortaja del silencio

 Jean Fernand Brière (1909-1992), poeta haitiano, Me revoici Harlem. (Au souvenir des lynchés de Géorgie victimes du fascisme blanc, 1980.

De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide.

 Antonio Maceo (1845-1896), revolucionario afro-cubano, dirigente del Ejército Revolucionario, Carta al coronel Federico P. Carbó, 14 de junio de 1896.

Lamento que los historiadores no se interesen a los lados positivos de la esclavitud (...). [Quiero] preservar mi raza. Cuando veo familias mestizas con Blancos y Negros, los niños nacen de colores distintos, no hay harmonía”.

 Alain Huygues-Despointes, uno de los grandes patrones “békés” (blancos) de Martinica, el 6 defebrero de 2009.

“Parece que el paroxismo de la crisis ya pasó, pero sigue habiendo mucho por hacer”. Éstas fueron las palabras lapidarias con las que ayer el presidente francés Nicolas Sarkozy caracterizó el actual derrotero de la huelga general en Guadalupe. La declaración de Sarkozy se asemeja más a un intento de exorcizar la realidad que a un lúcido análisis de la situación actual. Después de haber dejado la mesa de negociaciones el viernes ante la negativa de la patronal de acceder a sus reivindicaciones, hoy los huelguistas asisten a los funerales del primer mártir de la huelga, Jacques Bino, quien cayó baleado en circunstancias aún poco claras el 18 de febrero. Anuncian que el mejor homenaje que se puede rendir al luchador es seguir con una huelga general que dura desde ya más de un mes, hasta el triunfo de sus reivindicaciones.

En efecto, el pueblo guadalupeño parece más determinado que nunca a proseguir con su batalla. Ni la arrogancia de la patronal “béké” [1] ni la durísima represión de matriz colonial y racista llevada a cabo entre el 15 y el 18 de febrero por la gendarmería y la policía parecen haber socavado el espíritu combativo de los trabajadores, de los jóvenes y de los pequeños campesinos antillanos. Es más, el gobierno tuvo que dar este jueves un paso atrás, al constatar que aumentar los enfrentamientos con los huelguistas que habían levantado cortes y barricadas podía llevar a hacer estallar una situación objetivamente pre revolucionaria, como lo iremos analizando.
Ambos contrincantes están acumulando fuerzas. La huelga sigue manteniéndose, aunque la mayoría de los cortes hayan sido levantados por el LKP. París, por su parte, aunque ordenó que cesaran las provocaciones de las fuerzas de represión, continúa mandando tropas antimotines por avión. Superados los picos de violencia inauditos de las noches de enfrentamientos de esta semana, cuando jóvenes se enfrentaron con armas largas y cortas con las fuerzas de represión, lo que atemoriza el gobierno, la burguesía francesa y todas las fuerzas políticas burguesas metropolitanas, no es sólo que perdure la huelga sino el peligro de una situación pre revolucionaria en caso en que no se llegue rápidamente a un acuerdo, por la intransigencia de la burguesía béké. Lo que más teme es por un lado que el ejemplo guadalupeño se difunda a los otros territorios coloniales franceses en los cuales ya están previstas acciones de fuerza o ya están paralizados, como en la vecina isla de Martinica, paralizada por una huelga general que empezó el 5 de febrero. Por otro lado, lo que más atemoriza el gobierno y sus aliados es la posibilidad de que la gesta antillana contamine a los trabajadores metropolitanos, a los que en Francia protagonizaron la gran jornada huelguística del 29 de enero mientras docentes universitarios y estudiantes están en huelga por tiempo indeterminado desde inicios de febrero.

El conflicto guadalupeño no cae del cielo, y hace mucho tiempo que la situación social y política era explosiva. En las Antillas francesas, el capitalismo colonial es sinónimo, entre otras cosas, de una de las tasas de desocupación más altas de “Europa” [2], un ingreso per cápita casi dos veces menor que en Francia [3], lo que se combina con la perpetuación, más allá de los discursos oficiales, de un racismo colonial en todos los niveles de una sociedad en la cual son los blancos “béké”, los descendientes de los latifundistas esclavistas, los que siguen dominando la economía, en estrecha vinculación con las grandes multinacionales francesas.

Desde el ángulo de los explotados esta vez, es menester recalcar que si más de dos siglos de esclavitud en las colonias francesas de América y del Caribe fueron también sinónimo de cimarronaje y grandes revueltas de esclavos, dando vida inclusive a la primera República independiente de las Américas, Haití, el capitalismo colonial francés configuró cierto estado de ánimo entre el proletariado antillano, marcado por una elevada conflictividad. En los últimos años, desde 1995, a la tendencial recuperación obrera que conoció la Francia metropolitana con una serie de movimientos sociales nacionales en los que participaron los trabajadores antillanos, hay que añadir una serie de luchas específicamente guadalupeñas (huelga de 53 días del sector bananero de fines de 1997, oleada de huelgas sectoriales en 2006-2007) a través de las cuales el proletariado guadalupeño reanudó la peculiar combatividad que siempre lo caracterizó.

Con la huelga que estalló el 20 de enero, sin embargo, lo que está conociendo Guadalupe es mucho más que un simple conflicto laboral de gran envergadura: estamos presenciando una situación objetivamente pre revolucionaria. Encabezada por un vasto frente único de organizaciones obreras y populares, el LKP, cuyo contenido, en realidad, es infinitamente superior, la huelga es completa. El conjunto de la isla está paralizada. Los huelguistas, mediante piquetes, controlan el acceso de las principales empresas, tanto en el sector público como privado. Frente a ellos, la vieja casta política guadalupeña, de centroderecha como de centroizquierda, está completamente desdibujada y no controla más nada. Sólo está frente a los huelguistas la rabiosa burguesía blanca y las multinacionales francesas, que, sin ningún apoyo activo casi en la sociedad, solo cuenta con el respaldo directo del brazo armado del Estado colonial. Vimos sin embargo, en los últimos días, los límites de la estrategia de la tensión preconizada por el gobierno: ante la determinación de los huelguistas y la multiplicación de los enfrentamientos, inclusive armados, en los cortes y en las barricadas, París tuvo que retroceder tácticamente. Esta es la razón fundamental por la cual intentaremos sacar unas primeras conclusiones de la heroica lucha de los trabajadores y del pueblo de Guadalupe que aún perdura después de la caída del primer mártir de la huelga, Jacques Bino, enterrado hoy en Petit-Canal.

1. Carácter novedoso y gran contenido de clase de la poderosa huelga general guadalupeña

Lo que más llama la atención en el conflicto guadalupeño es por una parte su carácter profundamente novedoso y al mismo tiempo su gran contenido de clase.

Novedoso en la medida en que desde el principio la huelga rompió con la rutina desastrosa y desmoralizadora con la cual las grandes centrales sindicales francesas dirigieron los conflictos en los últimos 25 años, inclusive en casos como el de 1995 [4], 2003 [5] o 2006 [6], cuando estaban reunidas objetivamente todas las posibilidades para torcerle el brazo al gobierno de la burguesía.

Se trata sin embargo de un conflicto fundamentalmente clásico en la medida en que incorpora, a nivel de su táctica y estrategia de lucha, 150 años de lecciones de lucha del movimiento obrero internacional, combinándolas, específicamente, con lo más hondo de las tradiciones seculares de lucha de los esclavos de las plantaciones caribeñas y luego de los cañeros y del proletariado de los ingenios: unidad de las organizaciones obreras y populares, pliego de reivindicaciones y claridad en el programa, intransigencia en la lucha, materializada en los piquetes y en los cortes para asegurar la efectividad de las medidas de fuerza y, obviamente, extensión del conflicto a todos los sectores de la economía a través de las “huelgas caminantes” (“grèves marchantes”) que caracterizó, desde la época colonial, el conflicto de clases en el Caribe [7].

1.1. La constitución del LKP y de su plataforma de lucha

La unidad, impulsada en buena parte por la dinámica central sindical independentista UGTG [8], se fue construyendo alrededor de aquella central y de la CGTG [9], mucho más combativa que su organización hermana en Francia metropolitana, la CGT de Bernard Thibaut, por las condiciones objetivas de trabajo y de vida en la isla y por su dirección, controlada en parte por la extrema izquierda. Sentando las bases de una primera coordinación intersindical, primero alrededor de la cuestión del precio de los combustibles a inicios de diciembre del año pasado [10], más de cuarenta organizaciones dieron vida al Liyannaj Kont Pwofitasyon (LKP, según sus iniciales en “créole” [11], Colectivo Contra la Explotación): sindicatos obreros guadalupeños sobre todo (UGTG, CGTG, Central de los Trabajadores Unidos de Guadalupe (CTU)), sindicatos vinculados a las confederaciones metropolitanas (CFTC, CFDT, FO, FSU), sindicatos de pequeños productores (pescadores, transportistas, UPG (Unión de Productores Agrícolas de Guadalupe), organizaciones políticas, con exclusión de los de derecha y del Partido Socialista (PCG, Combat Ouvrier, partidos independentistas como la Unión Popular por la Liberación de Guadalupe, la principal fuerza independentista, vinculado a la UGTG) y numerosas organizaciones populares culturales “créole” [12].

Mientras iba preparando la perspectiva de la huelga, el LKP redactó conjuntamente, durante varias reuniones llevadas a cabo entre mediados de diciembre y mediados de enero un ambicioso pliego de reivindicaciones, 149 en total [13]. Más allá de algunos límites (cuestión nacional [ver recuadro I] y cierta ambigüedad respecto de las relaciones con la pequeña patronal no monopolista), la plataforma permite articular las demandas más sentidas de los trabajadores guadalupeños, tanto a nivel económico como social y cultural [14]. Las principales, a nivel socio económico, exigen un aumento de 200 euros de los salarios, subsidios y jubilaciones, la baja del precio de los combustibles, la efectivización de los precarios en el sector público y privado, la prohibición del aumento de los alquileres.

Aquella plataforma representa la base a partir de la cual el LKP pretende negociar con el Estado y la patronal. Para crear la relación de fuerzas necesaria para lograr aquellos objetivos, el LKP llamó, a partir del 20 de enero, a una huelga general hasta la satisfacción de todas las reivindicaciones. La fecha tampoco fue concordada casualmente. Se programaba el inicio del paro después de las fiestas de fin de año para que coincidiera con la estación más importante para la industria turística y golpear más duramente de este modo a la patronal. He aquí el carácter novedoso, para la mayoría de los analistas y periodistas, del movimiento guadalupeño, y también lo que impresiona a los militantes de la vanguardia clasista, en Francia y no sólo, más aun si se lo compara con lo que sucede en Francia desde dos décadas y media. Basta con pensar en la última acción de fuerza de fines de enero. Para el 29 del mes pasado, las ocho organizaciones sindicales principales llamaban, para “superar la crisis”, a... una sola jornada de acción intercategorías, sin proclamar el paro general. En Guadalupe pasa el exacto contrario.

1.2. “Grèves marchantes” y piquetes para centralizar la huelga

El LKP se esmeró en hacer realidad la perspectiva del paro general. Los primeros núcleos de huelguistas entraron en acción para hacer efectiva la medida de fuerza. Se pusieron en pie las primeras “huelgas caminantes” en todos los sectores económicos de la isla, empezando por los principales: servicios públicos (educación, transportes, empleados municipales y estatales), sector hotelero y turismo, en las PYMES industriales y de servicio, en el sector bananero y azucarero, etc.. Bien pronto la huelga se materializó a través de piquetes de huelguistas que lograban convencer a los trabajadores menos combativos de sumarse al paro y luego mantener la parálisis de la actividad económica. En asambleas generales ante las puertas de las empresas o, a veces, directamente frente a la Bolsa del Trabajo (Mutualité) de Point-à-Pitre, los trabajadores votaban y confirmaban día tras día su acatamiento al paro.

Escuelas, colegios y universidad cerrados, servicios municipales paralizados, estatales en huelga, la zona industrial de Jarry, en la periferia de Point-à-Pitre, en la cual se concentran más de 8.000 trabajadores, paralizada por los huelguistas. Lejos de asemejarse a un eterno típico día feriado, la isla entró, a partir del 20 de enero, en una frenética actividad huelguística que permitió mantener la efectividad del paro, con asambleas permanentes en los principales puntos de centralización de la huelga: la Mutualité de Point-à-Pitre (centro de la isla) por una parte, cuartel general del LKP, custodiado por los huelguistas, en Le Moule (Este), alrededor del ingenio Gardel, el último de Guadalupe, y en Basse-Terre (Oeste), capital administrativa, frente al Casa del gobierno (“Conseil général”) y en el local de la organización cultural “Ensemb Ensemb”.

1.3. “Grand déboulé”, una sucesión de marchas históricas para la isla

La huelga se combinó con una serie de manifestaciones masivas (“grand déboulé” en “créole”) para que pudiera participar el conjunto de la población. Bien pronto las movilizaciones alcanzaron niveles históricos para una isla de 480.000 habitantes: el 20 de enero bajaron a la calle entre 3 y 15.000 [15], 8 a 25.000 el 24, 12 a 65.000 el 30 de enero, de lejos la manifestación más importante jamás registrada en la historia de la isla. La marcha del 14 de febrero atestigua por sí sola el masivo apoyo popular del cual goza el movimiento, a pesar de las tres semanas de parálisis completa, con todo lo que implica para la población a nivel de perturbaciones y de desabastecimiento. En aquella jornada se suele conmemorar la matanza de cuatro Guadalupeños por parte de la policía colonial durante la huelga de 1952 de los obreros azucareros. Mientras que en épocas pasadas aquella marcha por la memoria y la dignidad solo nucleaba algunas decenas de activistas, esta vez son 20.000 los Guadalupeños que se manifestaron durante varias horas en Le Moule. Como durante la histórica movilización del 30 de enero, las mujeres y los jóvenes, los más golpeados por la desocupación que azota la isla, fueron importantes protagonistas de la protesta, al lado de los trabajadores y trabajadoras en lucha. Luego de estas marchas, se organizan mítines políticos a los cuales asisten varios miles de luchadores. Hasta la ceremonia fúnebre de Jacques Bino, que tuvo lugar hoy en Petit canal (Norte de la isla), a la cual asistieron 4.000 luchadores, después de que varios miles de anónimos le hubieran rendido homenaje en la capilla ardiente abierta ayer, se convirtió en un acto político: son las mujeres, vestidas de los típicos trajes de encaje blanco afro-caribeños las que quienes primero alzaron el puño antes de entonar himnos de resistencia.

1.4. Negociando al compás del “gwo ka”

A diferencia de las tradicionales negociaciones, o peor aun, amables discusiones, a espaldas de los trabajadores, a las cuales están acostumbrados los burócratas sindicales, el LKP planteó desde el vamos que pretendía que se diera satisfacción al conjunto de sus reivindicaciones. En los distintos momentos en los cuales el gobierno y la patronal llamó, a regañadientes, a negociar, el LKP lo hizo manteniendo las medidas de fuerza. La presión huelguística es tal que, tendencialmente, el LKP no puede negociar por fuera del control de la vanguardia movilizada. El 24 de enero, cuando empezaron las primeras negociaciones entre las autoridades y la patronal, los dirigentes del LKP se hicieron presentes con una delegación 500 trabajadores. Ante el rechazo del prefecto a que accedieran todos a la zona de las discusiones en Jarry, el LKP planteó que no haya negociado en semejantes condiciones. Desde aquel momento, todas las discusiones se llevan a cabo con la vanguardia movilizada y delegaciones de trabajadores en huelga debajo de las ventanas de las salas de negociaciones. Bien se puede imaginar el estado de ánimo de los burgueses locales y de los representantes del gobierno francés, discutiendo al compás del zumbido de los “gwo ka”, los bombos caribeños tradicionales, y de los cantos antillanos de los manifestantes...

2. El LKP, algo más que un simple frente único de organizaciones obreras y populares en lucha

2.1. Las características pre-sovietistas del LKP

Mientras prosigue la movilización, el LKP sigue ejerciendo una hegemonía completa en la isla. El LKP está liderado colectivamente por los dirigentes de las organizaciones que lo nuclean, en estrecho contacto, objetivamente, con su base movilizada. Por el papel que desempeña, es más que un mero frente único de organizaciones obreras y populares. Por la forma en la cual se articulan los piquetes, las reuniones y los mítines permanentes en los puntos de centralización de la huelga, se trata de una suerte de organismo pre-soviético, aunque no se haya trasformado (lo que no significa que no pueda dar este salto), en un organismo centralizado conformado por los representantes directos, elegidos democráticamente y revocables, de los huelguistas y de la población movilizada.

La transformación del LKP en un auténtico Comité central de huelga, cómo volveremos a subrayar, le conferiría una autoridad mayor aun para dirigir el conflicto y representaría la mejor garantía para reunir todas las condiciones necesarias para hacerlo triunfar, no solo en relación a las 149 reivindicaciones del LKP sino más ampliamente en relación a la patronal béké, las multinacionales y el Estado francés. Es de notar sin embargo que, más allá de este límite, son los huelguistas los que, tendencialmente, dirigen, controlan y deciden por todo lo que está pasando en la isla.

2.2. En algunas de las principales empresas, los huelguistas controlan, deciden, dirigen...

Los huelguistas controlan, mediante los piquetes, lo que pasa en las empresas clausuradas. Logran evitar de esta forma cualquier tipo de provocaciones tanto como la entrada de eventuales carneros [16]. Empezaron además a decidir cómo se llevaba adelante el conflicto en función de las necesidades de la población, es decir de sus propias familias. Desde este punto de vista se puede afirmar que tendencialmente los huelguistas empezaron, embrionariamente, a gestionar la economía de la isla.

Al contrario de lo que plantean los medios de comunicación metropolitanos que aseguran que los guadalupeños son rehenes de los huelguistas, la población apoya totalmente el movimiento, en buena parte también por que los huelguistas adoptaron una política activa de sensibilización en relación a los guadalupeños y para reforzar la alianza obrera y popular materializada en las marchas.

Los trabajadores de SARA (filial local de Total), organizados en el sindicato STPP-UGTG, son los que decidieron junto con el LKP que se permitiera la distribución de garrafas para evitar que los hogares se quedaran sin gas para cocinar. Lo mismo sucedió a inicios de febrero y este fin de semana con la apertura autorizada por los huelguistas de algunas estaciones de servicio para que la población no se quedara totalmente sin carburante. Los trabajadores de la electricidad en huelga organizan cortes rotativos de dos horas en distintos puntos de la isla mientras que los trabajadores del agua terminaron decidiendo no cortar el abastecimiento para no perjudicar la población. El puerto de Point-à-Pitre está totalmente paralizado y los portuarios descargan únicamente los containers cargados de material médico. En el principal hospital de la isla, el CHU de Point-à-Pitre, el conjunto del personal está en huelga, aunque asegura la atención a los internados y el servicio de emergencia. Desde finales de enero buena parte de los trabajadores de la comunicación de RFO en Guadalupe, el canal francés que transmite en los territorios de Ultramar, está en huelga. Decidieron sin embargo asegurar la transmisión de imágenes de la huelga o de entrevistas a líderes del LKP para los canales metropolitanos tanto como las negociaciones entre Colectivo, patronal y gobierno.

3. Después de haber apostado a que se empantanara la huelga, el gobierno intenta evitar que se desarrolle la situación pre revolucionaria

3.1. Después de ignorar la huelga y tratar de descabezarla mediante la represión...

La patronal local y el Estado francés se caracterizaron desde el inicio por su extremo desprecio en relación al movimiento guadalupeño, a imagen y semejanza del racismo o dela condescendencia con los cuales se tratan a los Antilleses en Francia. En su alocución televisiva del 5 de febrero, dedicada en buena parte a la jornada de huelga metropolitana del 29 de enero, Sarkozy ni siquiera mencionó el paro general en Guadalupe. Como lo planteó Elie Domota, portavoz el LKP, tanto los representantes del Estado francés como la patronal “béké” parecían confiar en que, como dice el racista proverbio acuñado por los latifundistas blancos, “los negros volverán a trabajar cuando tengan hambre”. Ante la histórica movilización del pueblo trabajador antillano, ni las autoridades ni los burgueses isleños parecieron entender al inicio el alcance y la determinación del movimiento.

Con el pasar del tiempo y la profundización de la huelga, ante el riesgo de propagación del ejemplo antillano a los otros territorios coloniales franceses y más aun al mismo territorio metropolitano, el gobierno, ya debilitado en el frente interno y externo por la crisis económica y su impacto social, empezó a vacilar en relación a las respuestas que tenía que aportar.

En la primera quincena de febrero empezaron a abrirse una serie de grietas secundarias en el seno del gobierno entre Sarkozy, el Premier Fillon y los distintos ministros encargados del dossier tanto como en la misma UMP, entre un ala más intransigente, los supuestos herederos del “gaullismo social” y los ex chiraquistas guadalupeños, encabezados por la senadora Michaux-Chervry, que disponen de una red clientelar con la cual el sarkozysmo no puede contar [17].

Mientras que Jégo, ministro por los Territorios de Ultramar, presente como negociador hasta el 8 de febrero, parecía estar dispuesto a presionar a la patronal local, inclusive en relación con las principales reivindicaciones sociales y salariales (el aumento de 200 euros), el gobierno lo desautorizó y le ordenó volver a París. A partir de aquel momento, para no ceder ante los huelguistas como tendencialmente se aprestaba a hacer Jégo, pareciera que el gobierno hubiera apostado a un empantanamiento del conflicto.

Sin embargo, con el pasar de los días, iba reforzándose la hegemonía ejercida por el LKP y creciendo el apoyo de la población al conflicto [18]. A estas alturas, al Estado no le quedaba otra opciñon que jugar la carta de la represión, provocando a los huelguistas para crear una situación de tensión que permitiera justificar como mínimo un duro amedrentamiento del LKP, descabezando la dirección de la huelga. Parece que el tiro le salió por la culata. Cuando a partir del fin de semana pasado el LKP decidió, ante el autismo del gobierno y de la patronal, pegar un salto en la movilización alzando cortes y barricadas en los principales puentes y carreteras de la isla, no se hizo esperar la reacción del Estado que había ido enviando refuerzos de gendarmería en la isla desde el inicio del conflicto. Los lunes, martes y miércoles fueron particularmente violentos, más aun luego de la difusión de informaciones según la cuales militantes del LKP y reconocidos líderes sindicales habían sido detenidos luego de haber sido brutalmente apaleados por la gendarmería que había recibido tácitamente carta blanca por parte de sus mandantes gubernamentales para “destrozar a los negros” [19].

Lejos de socavar las bases de la huelga, la represión desencadenó un inesperado movimiento de resistencia popular. Muchos son los cortes que resistieron mientras que grupos de jóvenes, desbordando la dirección del LKP, empezaron a intervenir, haciendo uso de armas de fuego contra la policía. Es más, los responsables de las fuerzas de seguridad se dieron cuenta de que por más que se interviniera para descabezar al LKP, deteniendo brutalmente a algunos de sus líderes y desmantelando los cortes, la población bajaba a la calle para dar una mano a los militantes del LKP para resistir, y luego exigir ante las comisarías la liberación de los detenidos. La muerte de Jacques Bino, militante de la CGTG y del LKP, baleado en la noche del 17 de febrero, terminó de determinar el gobierno a dar un paso hacia atrás, considerando el riesgo de explosión generalizada y que se desarrolle más aun lo que definimos como una situación pre revolucionaria.

3.2. ... el Estado francés tuvo que dar un paso atrás

El gobierno volvió a llamar a negociar, planteando el Premier Fillon, otrora más inflexible, querer satisfacer inclusive las reivindicaciones salariales de los huelguistas. El gobierno intentó ocultar este retroceso haciendo alarde de cómo las fuerzas de represión lograban reabrir todas las carreteras de la isla. La realidad es bien distinta. Es el LKP que dio la orden de desalojar los cortes y ahí donde los militantes siguen determinados a no levantar los bloqueos, como en Sainte-Rose hasta ayer o en Baie-Mahault hasta hoy en día, subsisten barricadas que no se atreve a desalojar la gendarmería. Hasta los escuadrones compuestos por gendarmes negros, que reemplazan a los escuadrones de gendarmes blancos venidos de la metrópoli, abucheados como “neg’ a blan” (“negros sirvientes de los blancos” en “créole”) por los manifestantes, no se atreven a intervenir.

Más llamativamente aun, luego de la violenta pulseada del 16 al 19 de febrero a la cual la burguesía francesa no está acostumbrada desde hace décadas, es la dirección del LKP que sigue teniendo la capacidad dictar el ritmo de las negociaciones. Ante la propuesta del Estado de aumentar marginalmente los salarios más bajos de unos 120 euros y la patronal que se limita a plantear un realzo de 50 a 75 euros de los salarios, el LKP levantó la negociación el viernes, planteando que reabrirían las discusiones sólo mañana lunes

4. Triunfar frente a la patronal “béké”, las multinacionales y el Estado colonial: la potencialidad de la lucha encabezada por el LKP

El LKP no está enfrentando sólo a la patronal béké, una burguesía particularmente voraz y profundamente racista, que ni se está dando cuenta que, al bloquear unas negociaciones por los 200 euros de aumento, podría estar arriesgando en realidad mucho más. El LKP tiene frente a él al Estado colonial francés. Por más debilitado que esté Sarkozy y consciente de que sea necesario, luego de los enfrentamientos de esta semana, retroceder tácticamente, el gobierno sigue siendo fuerte. La República colonial, mal llamada “Patria de los Derechos Humanos”, demostró su verdadero rostro. En última instancia, son sus tropas de choque las que defenderán por todos los medios necesarios los intereses de la burguesía a la cual responde.

4.1. Una solidaridad aún muy tímida en Francia entre la clase obrera, en gran parte por la nefasta política de la burocracia sindical

Ante semejante desafío, el LKP tendría que poder contar con su aliado más precioso, el movimiento obrero en la Francia metropolitana. Es de constatar lamentablemente que, en gran parte por culpa de la desastrosa orientación de las burocracias sindicales, hasta ahora se hizo bien poco. A pesar de varios llamados oficiales “al movimiento obrero y democrático internacional”, en particular los del 31 de enero y del 17 de febrero, en los cuales ya se denunciaba el peligro de la represión, sólo ayer, el 21 de febrero, se organizaron en Francia las primeras manifestaciones importantes de solidaridad con el combate del pueblo trabajador guadalupeño. Se movilizaron 20.000 personas en París mientras que varios centenares protestaron en Marsella, Toulouse y Rennes. Si las organizaciones obreras y populares, empezando por la dirección de los sindicatos, tardaron más que el gobierno burgués en reaccionar, es escandaloso, aunque no haya que maravillarse. Tanto por sus reivindicaciones como por sus modalidades de acción, la lucha en Guadalupe desmiente rotundamente la nefasta política desmovilizadora de concertación con la patronal y el gobierno defendida por las direcciones de las principales organizaciones sindicales en Francia. Demuestra, al contrario, cuál tendría que ser el camino que habría que emprender para crear realmente una relación de fuerza con la burguesía, para luchar efectivamente contra la crisis.

4.2. El LKP puede y tiene que empezar a poner en discusión las actuales estructuras de poder de la isla

Localmente el LKP está frente a otra disyuntiva importante. Uno de los eslóganes en “créole” más cantados durante las marchas es “la Gwadloup sé tan nou, la Gwadloup a pa ta yo” (“Guadalupe es nuestra, no tuya/de ustedes [los patrones békés y el gobierno francés]”). El alcance de esta consigna no es únicamente anticolonial, demostrando, dicho sea de paso, que por más que la Plataforma del LKP no mencione la cuestión de la autodeterminación, el combate anticolonial sigue siendo muy sentido por la base obrera y popular movilizada. Desde un punto de vista social los trabajadores en lucha supieron traducir materialmente aquella consigna. Con la parálisis de la isla y el control indirecto de algunas de las principales empresas, pusieron concretamente de relieve durante estas semanas de huelga quiénes son potencialmente los únicos en ser capaces de dirigir la isla del Caribe.

Los politiqueros locales, no sólo los de centroderecha sino también el PS local, encabezado por Victorin Lurel, se pasó el tiempo planteando en los últimos días que Guadalupe estaba al borde de la sedición y que había un vacío de poder... Hubieran tenido que recalcar, para ser más precisos, que se trataba de un verdadero “vacío” de su propio poder. Durante estas cuatro semanas de huelga el conjunto de la estructura política burguesa de la isla estuvo totalmente desdibujada, sin ninguna capacidad real de control. Los hechos pusieron de manifiesto que por una parte está el Estado colonial con su policía que defiende los intereses de los “békés” y de las multinacionales metropolitanas, y por la otra está el LKP.

Desde este punto de vista, tomando en cuenta la bancarrota completa de los partidos institucionales burgueses, tanto de centroderecha como de centroizquierda, que demostraron desde 1946 que sólo servían a perpetuar el yugo de matriz colonial, la única forma para responder a la actual crisis del poder racista es que el LKP empiece a poner seriamente en cuestión las actuales estructuras de poder de la isla. Tiene la base social para hacerlo, y la huelga le confiere aquella responsabilidad política. Esta perspectiva permitiría además de hacer avanzar más aun la relación de fuerzas con la burguesía y el gobierno. Sería la mejor garantía para estar en mejores condiciones para responder a un eventual vuelco represivo por parte del Estado colonial que no está por descartar.

Esa es la razón por la cual estamos convencidos de que el LKP tiene que romper totalmente con los representantes de los partidos burgueses, empezando por los metropolitanos, el Partido Socialista y el Partido radical de Izquierda (PRG) en particular. Es llamativo constatar que por más que el LKP haya roto tendencialmente con las estructuras locales del PS en Guadalupe y con los notables que lo dirigen, mantiene un diálogo indirecto con algunos de los peores figurones del centro izquierda burgués francés [20]. Paralelamente, el LKP tendría que avanzar hacia una definición completamente clasista de su programa. Tomando en cuenta las peculiaridades de la estructura socio-económica de las Antillas, es necesario que la Plataforma el LKP contemple además de las demandas del pequeño campesinado, las reivindicaciones más sentidas de los pequeños comerciantes y artesanos isleños. Éstas sin embargo tienen que estar subordinadas al ala más dinámica de la huelga, es decir los trabajadores. Desde este ángulo, para ser más filoso aun en las negociaciones con la gran patronal, el programa del LKP tiene que romper con cierta ambigüedad de fondo existente en relación con algunos llamados a la colaboración interclasista con empresarios guadalupeños, por más “anti-béké” que pueda ser su discurso

5. La huelga: una ocasión histórica para la extrema izquierda guadalupeña

Numerosos son los activistas de extrema izquierda que militan en el seno del LKP, empezando por los activistas de Combat Ouvrier, que forman parte del Colectivo, a imagen y semejanza de uno de sus principales dirigentes, Jean-Parie Nomertin, secretario general de la CGTG y líder del LKP. Otros, organizados en la CTU en particular, pero no sólo, intervienen también en el LKP. Hoy en día, el auditorio de la extrema izquierda guadalupeña es más vasto que nunca, lo que abre perspectivas inéditas para avanzar en la constitución de un polo revolucionario en las Antillas francesas que podría jugar un papel dinamizador en todo el Caribe y en Francia metropolitana.

Es en la extrema izquierda antillana, empezando por Combat Ouvrier, que recae la responsabilidad de luchar por una perspectiva claramente clasista del LKP. Esto ha de combinarse con un reforzamiento del movimiento huelguístico a través de la construcción, localmente, entre los huelguistas de cada empresa en lucha y en los barrios populares, de LKP locales, a imagen y semejanza del Comité de huelga que se puso en pie entre el personal docente y no docente en lucha de la Universidad de las Antillas, como lo reivindica Combat Ouvrier desde fines de enero. Es menester también plantear la perspectiva de la coordinación de los LKP por empresas o zonales, a nivel isleño en un primer momento. Esto no sólo sería la mejor garantía para que el LKP reforzara su ligazón con la base huelguista y para que respondiera directamente, a través de delegados elegidos democráticamente y revocables, a los trabajadores en lucha. Los patrones guadalupeños ya están planteando que “por culpa del conflicto” están en riesgo, en las 1.400 empresas que podrían cerrar, de 8 a 12.000 puestos del trabajo de los 80.000 con que cuenta el sector privado. El portavoz del MEDEF (asociación patronal) guadalupeño, Willy Angèle, pide más subsidios por parte del Estado para “superar la crisis”. Los huelguistas demostraron que podían controlar la isla mientras que sus patrones nada podían hacer sin trabajadores. Ante el chantaje del despido y la desocupación, defender un programa de emergencia obrera frente a la crisis que exija la expropiación y nacionalización de las empresas que podrían cerrar bajo el control de sus trabajadores junto con un gran plan de obras públicas bajo el control estricto de la población para empezar a resolver el problema ocupacional de la juventud, es más urgente que nunca. Los organismos más apropiados para llevar adelante este programa no podrían ser otra cosa que los LKP por fábrica y por barrio, una manera, además, para mantener cimentada la unidad forjada en estas semanas de lucha.

Es de central importancia, a diferencia de lo que suele suceder en Francia metropolitana cuando, al calor de las luchas, se logran construir coordinadoras (“coordinations”) desde abajo, que el LKP se mantenga en pie más allá del resultado de la huelga general. Esto dependerá en gran parte de la voluntad política de la extrema izquierda guadalupeña. Mantener en pie el LKP no sólo representaría un paso hacia adelante en la unificación del movimiento obrero y popular (unidad que demostró su eficiencia en estas últimas semanas de lucha), superando de esta forma la fragmentación sindical que sufre el movimiento obrero en las Antillas francesas como en la Francia metropolitana. Representaría una poderosa herramienta para construir en Guadalupe y más generalmente en las Antillas, un gran partido de los explotados. En forma tal vez excesivamente mecanicista, Combat Ouvrier recalca desde hace tiempo que “si haría falta 50.000 militantes para que un partido que defendiera realmente los intereses políticos y sociales de los trabajadores existiera en Francia, para desempeñar aquel mismo papel bastaría con 1.000 militantes en cualquiera de las islas [francesas del Caribe, Guadalupe o Martinica], ya que decenas de miles de trabajadores serían capaces de respaldarlo y de transformarlo en una fuerza determinante” [21]. Aquella base militante luchó codo a codo en los últimos días en los cortes de ruta y en las barricadas, participó a las huelgas caminantes, formó parte de los núcleos más combativos de huelguistas para que se extendiera la huelga y se mantuviera con semejante determinación. Esta fuerza determinante, de la cual habla Combat Ouvrier, podría emerger si existiera una voluntad política por parte de la extrema izquierda de disputarle al nacionalismo radical y al reformismo su hegemonía sobre las masas trabajadoras antillanas, partiendo de la experiencia acumulada durante la actual huelga. Semejante partido no sólo representaría una fuerza determinante en las Antillas francesas. Permitiría dar un salto importante, en términos políticos, para toda la vanguardia de clase, entre la inmigración y los descendientes de los antillanos residentes en Francia (donde resultan discriminados, tratados como ciudadanos de segunda categoría y constituyen fracción importante del asalariado, tanto en el sector público como privado), en el Caribe en general, mediante los vínculos que mantienen con su país de origen los numerosos trabajadores inmigrantes haitianos y dominicanos que viven en las islas francesas y que participan a la huelga actual. Los “déboulés en konsyans” como se dice en “créole”, es decir, las “manifestaciones conscientes”, como las que vivió Guadalupe en las últimas semanas, podrían convertirse, en este caso, en una poderosa arma de concientización capaz de hablarle a toda la vanguardia de clase del mundo.

“Jou nou ké mété a jounou péké vwè jou !” : ¡Más que nunca, la lucha continúa!

Más allá de la reapertura de las negociaciones con la patronal y el gobierno prevista para el lunes 23 de febrero, Domota ya indicó acertadamente que “en Guadalupe, nada volverá a ser como antes”. Es lo que más teme la patronal y el Estado seguramente. Tomando en cuenta la masividad del movimiento huelguístico guadalupeño, la determinación intacta de los trabajadores en lucha, el apoyo completo del cual gozan entre la población, la estructura de lucha que pusieron en pie a través del LKP y que permitió mantener el paro firmemente, resistiendo a la última ofensiva en regla de la gendarmería colonial, aún no se ha cerrado la situación pre revolucionaria que se abrió en la isla. Su desenlace no depende sólo de la evolución del conflicto en Guadalupe y de la política en los próximos días y semanas del LKP y de la extrema izquierda guadalupeña. Está estrechamente vinculado a la evolución del conflicto en Martinica pero también y sobre todo a la capacidad de la clase obrera en Francia de sacar provecho de la dificultad en la cual se encuentra el gobierno, debilitado por la crisis, para avanzar con sus propias reivindicaciones, solidarizándose consecuentemente con sus hermanos de clase antillanos.
En los eslabones débiles de la Europa del capital, en diciembre en Grecia, y en enero y febrero en las colonias francesas de Ultramar, la clase obrera y la juventud demostró cuáles eran sus capacidades. En Guadalupe, aún están dadas las condiciones para una victoria decisiva del proletariado antillano contra los “békés”, las multinacionales francesas y la República colonial. Semejante golpe a la burguesía imperialista francesa sería un enorme paso hacia adelante para el conjunto del proletariado, más allá del Caribe. Éstas son las razones por las cuales la batalla que se está librando en estos momentos es tan importante.

El Mayo francés no sólo fue en cierta manera anunciado, en Caen (Normandía), por duros e inauditos enfrentamientos entre estudiantes, obreros y policía, en enero de 1968. Esta es una de las razones por las cuales algunos analistas recalcaron el alcance de los enfrentamientos entre centenares de obreros de los astilleros de los Chantiers Navals de l’Atlantique, algunos delegados sindicales CGT, aun con su overol, y la policía, en Saint-Nazaire, el 29 de enero, algo que no sucedía desde hace más de dos décadas en Francia, y que fue totalmente silenciado por la prensa burguesa francesa. Un año antes del Mayo francés, Guadalupe había conocido un fuerte movimiento huelguístico, con tres días de enfrentamientos que habían costado la vida a 87 trabajadores y activistas.

La historia, por suerte, no se repite nunca. Sin embargo, puede ser que tanto los enfrentamientos de Saint-Nazaire como de la huelga general en Guadalupe sean los primeros señales de un cambio en la conflictividad de clase, tanto en Francia metropolitana como en las colonias. Es más, la dimensión y la profundidad del conflicto actual en Guadalupe y, en menor medida, en Martinica, ya dejan presagiar que estamos presenciando verdaderos “Mayos” tropicales, en los cuales la Mutualité de Point-à-Pitre desempeña el mismos papel que la Sorbona del ’68, superior tal vez. En efecto, hay una diferencia esencial entre la Sorbona estudiantil y la “Mutu” de Point-à-Pitre: custodiado por los huelguistas, se trata del cuartel general del LKP. Con cuarenta años de distancia, puede ser que el anhelo de los “gauchistes”, los izquierdistas franceses, según el cual había que construir Sorbonas en todas las fábricas, se esté materializando a 7.000 kilómetros de distancia.

Mientras tanto, confiamos en que el zumbido de los “gwo ka”, los bombos tradicionales caribeños, inspiren a todos aquellos sectores de vanguardia que se están preguntando cómo revertir la relación de fuerza para empezar a que la crisis la paguen realmente los capitalistas. Cómo cantan los guadalupeños en los piquetes de huelga y en las marchas, “Jou nou ké mété a jounou péké vwè jou!”: “¡Más que nunca, la lucha continúa!”

22 de febrero de 2009.

Anexo

¡Por el derecho a la autodeterminación de las Antillas francesas!

Por unas Guadalupe y Martinica Obreras y Campesinas, en el marco de una Federación de Repúblicas Socialista de las Pequeñas y Grandes Antillas y del Caribe

Como lo planteamos en la nota, aunque el LKP denuncie constantemente el carácter colonial o neo-colonial de la situación que caracteriza Guadalupe, y más allá, las Antillas francesas, la Plataforma no menciona en ningún momento el derecho a la autodeterminación del pueblo guadalupeño. Esto se debe no sólo a las divergencias existentes entre las organizaciones que componen la columna vertebral del LKP, autonomistas o independentistas, sino también y sobre todo para mantener en pie el frente único con aquellas organizaciones sindicales, menores que la UGTG, CGTG y CTU, y vinculadas a las confederaciones francesas metropolitanas (CFTC, CFDT, FO, FSU y UNSA) y que no reconocen el derecho a la autodeterminación en las colonias francesas (Guadalupe, Martinica, Guyana, Reunión, Nueva Caledonia/Kanaky y Polinesia francesa en particular, donde viven más de 2,6 millones de “franceses” de segunda categoría). Queremos exponer las razones por las cuales nos parece necesario que, en el marco del frente único de lucha, se plantee claramente la perspectiva del derecho a la autodeterminación.

Hasta los años ’80, la perspectiva independentista seguía estando muy viva entre la población de las colonias francesas, en particular en las Antillas. Ante la política pro-asimilacionista defendida por el stalinismo y sus correas de transmisión locales (PCG y PCM, CGTG y CGTM), muchos son los militantes obreros y estudiantiles que, al calor de las luchas de descolonización, la revolución cubana y las luchas afro-americanas en EE.UU., dieron vida en los años ’60 y ‘70a una miríada de organizaciones nacionalistas político-sindicales de izquierda para defender consecuentemente la bandera anticolonial y antiimperialista que los PC, no sólo en las Antillas Francesas sino en toda la región (basta pensar al PSP-PC cubano pre-1959), habían completamente abandonado.

Si en Guadalupe y en Martinica se puede criticar a aquellas organizaciones independentistas por defender en realidad, más allá de su radicalismo formal, una utópica perspectiva interclasista de liberación, la responsabilidad recae ante todo en el stalinismo francés, sus representantes en las islas y su política de subordinación política a la “República”, por más que la misma base de los PC y de las CGT guadalupeños y martiniqueses hubieran sido los protagonistas de importantes luchas combativas, empezando por la huelga de mayo de 1967, llevadas a callejones sin salida por parte de sus direcciones.

Con el reflujo de la clase obrera a nivel mundial luego del ciclo de ascenso 1968-1981, la ofensiva reaganiano-thatcherista que se expresó en Francia a través del primer gobierno Mitterrand, el discurso del nacionalismo antillano se fue moderando, convirtiéndose aquellas organizaciones que habían nacido en base a un programa nacionalista pequeño burgués en socios menores de las políticas coloniales que ponían cada vez menos en cuestión, contentándose con reclamar una mayor autonomía para las Antillas, una mayor descentralización del poder desde París, limitando la cuestión nacional a meras reivindicaciones culturales. Desde este ángulo es paradigmática la trayectoria del Movimiento Independentista Martiniqués de Alfred Marie-Jeanne (diputado que forma parte de la bancada socialista en el Parlamento).

Esta transformación del panorama social y político antillano (que llevó también a una serie de rupturas por derecha en el seno de la izquierda socialista y comunista institucional) estuvo acompañada por un discurso ideológico ferozmente asimilacionista, teñido de universalismo republicano. Por una parte se esmeró en liquidar en la memoria colectiva lo que habían sido una tradición plurisecular de lucha por la libertad de los pueblos aún colonizados por París. Por la otra, los representantes más cínicos del asimilacionismo contemporáneo planteaban que, por la política de subsidios a la población, la crisis del monocultivo azucarero y bananero y la fuerte dependencia económica de las islas en relación a Francia y la Unión Europea en general, la perspectiva independentista no sólo era ilusoria, sino que había desaparecido de la misma conciencia de los antillanos; como si el reforzamiento del carácter colonial de la dominación político-económica de París sobre las Antillas, más allá de los cambios de estatuto de de Guadalupe y Martinica desde 1946, fuera no tanto el fruto de quinientos años de colonialismo e imperialismo francés sino algo “natural”, deseado inclusive por los mismos antillanos, incapaces de salir de su subalternidad en relación a la República, patria de los Derechos Humanos, contentos con beneficiarse del Estado de bienestar francés, más aún a la luz de la situación económica y social desastrosa en la cual estaban sumidos la mayoría de los países caribeños independientes.

El actual movimiento guadalupeño y martiniqués, al enfrentarse con la patronal local y el Estado francés, vuelve a subrayar cómo se mantuvo desde 1946 la estructura colonial de repartición del poder político que responde en última instancia al poder económico que sigue estando en manos de una minoría “béké”, socio menor de las grandes multinacionales francesas. Éstas disponen, a 7.000 kilómetros de París, de un importante mercado de consumo y de explotación estrechamente controlado. Para el Estado colonial, los “Departamentos Franceses de América”, es decir Martinica, Guadalupe y Guyana, constituyen importantes puntos de apoyo en regiones tan estratégicas como el Caribe y la Cuenca del Orinico/Amazonas.

Al mismo tiempo los manifestantes demostraron en estos días que lejos de haber desaparecido una conciencia anticolonial antillana lo que había sufrido un reflujo habían sido las luchas obreras y populares que históricamente habían sido los canales de expresión del combate por la emancipación nacional y social. Ni los miserables subsidios pagados por el Estado francés, ni sus instrumentos de control ideológico, empezando por su sistema educativo y sus medios de comunicación, mermaron realmente la conciencia nacional antillana. Lo demostraron los manifestantes cantando “la Gwadloup sé tan nou, la Gwadloup a pa ta yo” (Guadalupe es nuestra, no tuya/de ustedes [los patrones békés y el gobierno francés]).

La situación actual pone de relieve no sólo la bancarrota de los asimilacionistas de centroizquierda de matriz socialdemócrata o stalinista (PCG, PPDG, PCM y PPM), ya que Francia nunca terminó de “asimilar” a sus colonias, manteniéndolas en una condición de total subalternidad económica y política. Señala también el fracaso de las formaciones políticas independentistas que, por su origen pequeño burgués, se fueron transformando en meras fuerzas autonomistas cooptadas por el sistema. Esto no quiere decir sin embargo que el combate por la independencia de las Antillas francesas sea una quimera. En realidad, es indisociable de una perspectiva global de transformación de las relaciones sociales y políticas en toda la región caribeña. Más allá de las diferencias lingüísticas y culturales que separan a los pueblos del Caribe, éstos comparten en realidad una misma historia y un mismo presente. Su pasado común está estructurado por siglos de esclavitud, por la deportación de decenas de millones de africanos cuyo trabajo esclavo sirvió de base, luego de la Conquista, a la primera acumulación que permitió el despegue de la sociedad burguesa y del capitalismo en Europa. El “presente” de los pueblos caribeños desde el siglo XIX, la abolición de la esclavitud y la accesión de algunos a la independencia, sigue marcado por la intromisión de las ex potencias coloniales y, crecientemente, a partir de finales del siglo XIX, por el poderío estadounidense. No es una casualidad si hoy en día los latifundistas békés de Martinica son socios de la United Fruit Company, de triste memoria para toda América central y el Caribe.

Hoy en día las potencias imperialistas siguen explotando las riquezas naturales del Caribe, sus recursos, su mano de obra, localmente en las zonas francas o forzándola a emigrar. Sólo en base a una lucha conjunta de los explotados del Caribe es posible pensar una real independencia de la región del yugo imperialista. El destino del proletariado caribeño está no sólo objetivamente vinculado al proletariado negro estadounidense, tanto el afro-americano como el afro-caribeño o latino de la emigración, sino también a los intereses de los obreros y campesinos cubanos por emprender una lucha victoriosa contra los agentes directos e indirectos de la restauración capitalista.

Es con esta perspectiva que defendemos incondicionalmente el derecho a la autodeterminación para los Guadalupeños y los Martiniqueses.

 

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