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Tres "R"... hacia la derecha
por : JIR (FT-CI)

21 Feb 2008 | Luego de la derrota del referéndum del 2 de diciembre, las famosas políticas de las tres «R» (revisión, rectificación y reimpulso) de Chávez, estarían indicando un corrimiento político hacia la derecha del gobierno nacional.

Luego de la derrota del referéndum del 2 de diciembre, las famosas políticas de las tres «R» (revisión, rectificación y reimpulso) de Chávez, incluyendo la amnistía de los sectores golpistas de la oposición proimperialista, junto a sus llamados más abiertos a la burguesía nacional a sumarse a su proyecto político, estarían indicando un corrimiento político hacia la derecha del gobierno nacional. Preso de sus propias contradicciones, el gobierno navega en turbulentas aguas en medio de un equilibrio político altamente inestable expresando grados de debilidad que no había manifestado en período anteriores, incluso ni en los días difíciles de los años 2002 y 2003 -pues se sustentaba en la gran fuerza de las masas populares. La abstención de los 3 millones de personas que no fueron a votar durante el referéndum y que habían sido parte fundamental en la reelección presidencial, pero que se negaron a manifestar su voto por la derecha, develó en toda su magnitud las fuerzas subterráneas que socavan una estructura de gobierno que, incluso, dentro de su limitado nacionalismo burgués, no ha sido capaz de lidiar con las fuerzas políticas sobre las que se sustenta.

Como hemos afirmado, Chávez podía unir por arriba para la articulación de sus políticas y arbitrar entre las clases, porque obtenía y tenía mayoría en los votos y ganaba elecciones. Al comenzar a perder esta facultad, salen a la luz un conjunto de contradicciones ocultas por el velo de la preponderancia de Chávez.

La centralización de un movimiento electoral de masas en su mando y en su persona, que comienza a resquebrajarse, lleva a una situación de fragmentación política, y expresándose ya en síntomas de agotamiento político del gobierno de Chávez. Es que, como ya hemos explicado desde las páginas de En Clave Obrera, el bonapartismo plebiscitario tal como ha venido existiendo, luego del resultado del 2 de diciembre, tiende a desaparecer, pues «el bonapartismo de Chávez que mientras hablaba de «socialismo» y hacía algunas tímidas reformas desde arriba, intentaba actuar como «árbitro» entre los intereses en punga reglamentando la vida sindical y política de los explotados, ha entrado en grave crisis». Esto es lo que se está expresando en los primeros meses de gobierno, y los cambios del tren ministerial, incluida su política de las tres «R» -una especie de mecanismo de corte «gatopardistas», siguiendo la definición de Gramsci, para recrear ilusiones en las instituciones y alejar el peligro de una aceleración de la lucha de masas hacia un curso más independiente.

Podemos estar asistiendo, siguiendo las definiciones del revolucionario italiano-a quien Chávez le gusta citar-, a lo que podemos llamar un inicio de «crisis de autoridad» de Chávez con respecto al movimiento de masas que lo ha venido siguiendo y sosteniendo en los nueve años de gobierno. Se está comenzando a debilitar el «consentimiento» del que ha venido gozando entre los trabajadores y las grandes masas populares, abriéndose así una fuerte crisis más estructural, en el sentido estratégico, y no sólo ocasional. Esto no significa ruptura de las amplias mayoría populares con respecto de Chávez, en tanto que como corriente política aún mantiene una fuerza importante, pero sí un debilitamiento con respecto a la «autoridad» de la que venía gozando, lo que se expresa actualmente más directamente en el gobierno. Como hemos escrito, «la afirmación de Chávez de que ‘no estamos maduros para un proyecto socialista’, es toda una justificación y un mensaje a todos los sectores políticos de cambios hacia la derecha en el rumbo político, para asegurar la «gobernabilidad» con nuevas negociaciones con la oposición». El flamante ministro de Planificación, Haiman El Troudi, que hablaba con la mano izquierda mientras dirigía el Centro Internacional Miranda, actúa con la mano derecha en cuanto hombre de gobierno, ha sido enfático al afirmar que está siendo convocado el sector privado para que «participe en la evaluación, construcción y seguimiento del plan» que abarca «la revisión y rectificación de las políticas cambiarias, monetarias y fiscal». Este «asunto», sostiene el ministro, «no es sólo del sector público, sino de sectores empresariales afines o no al proceso», enfatizando que «queremos un diálogo bien fructífero para tratar de construir la solución más inteligente»1. Y todos sabemos, a qué soluciones se llega cuando se trata de pactos y acuerdos con los sectores empresariales2. Y si estos son los lineamientos del ministro «izquierdista», cuáles no serán de la llamada «derecha endógena» de la que se habla en el propio chavismo.

La oposición burguesa, tal como hemos venido manifestando, si bien ha venido aceptando y participando en los comicios electorales, reconociendo incluso el resultado presidencial, actúa agazapadamente, y no ha desperdiciado el momento político. Mientras el gobierno le atiende sus llamados -incluyendo la liberación de precios que aumentan sus ganancias en detrimento de las grandes mayorías populares-, golpea por abajo con su política de «guerra de baja intensidad» apuntando a debilitar aún más el gobierno actuando como un impulsor importante en el desabastecimiento de los principales productos alimenticios, y preparar su carrera electoral para finales del año, que la vaya reposicionando en el espectro político nacional. Una derecha que ha salido «fortalecida» no por fuerza propia sino por la propia autoderrota que se infligió el gobierno el referéndum de la reforma constitucional, brindándole un triunfo político que no se lo esperaba si tomamos en cuenta que no pasa de los mismos números que ha venido teniendo en las continuas contiendas electorales.

Los cambios en el tren ministerial incluyendo el del vicepresidente del país, no han cambiado la percepción de un gobierno que se muestra sin rumbo, agobiado por el conjunto de los problemas nacionales que en apenas un mes se han visto acrecentados. La subida de los precios de los productos elementales, el desabastecimiento, la inflación, los problemas en la producción petrolera -ahora acrecentados con la embestida de la imperialista Exxon-Mobil -a los que el gobierno no ha sabido hacer frente, no son más que oleajes en la superficie que expresan problemas estructurales y de fondo de un gobierno que durante nueve años se basó en la retórica pero sin resolver los problemas centrales de los trabajadores y del pueblo. El discurso vacío del «socialismo del socialismo del siglo XXI», que no tocaba ninguno de los intereses de los fuertes grupos económicos nacionales e internacionales, ni resolvía los problemas fundamentales del pueblo, termina estrellándose frente a la cruda realidad y mostrando a todas luces lo que hemos venido insistiendo durante años: que de la mano de la burguesía jamás se darán pasos en resolver los problemas acuciantes, mucho menos avanzar hacia el socialismo.

Mientras tanto las luchas de los trabajadores comienzan a desarrollarse, expresando una especie de liberación de fuerzas en el nuevo escenario político, destacándose la emblemática lucha de los trabajadores de Sidor por un convenio colectivo justo al mismo tiempo que levantan la demanda por la re-nacionalización de la empresa. Pero también son los trabajadores del sector eléctrico que luchan contra la tercerización, por las condiciones contractuales y por la seguridad industrial; los trabajadores petroleros de PDVSA Oriente, los trabajadores portuarios de Puerto Cabello, los trabajadores de la construcción del Metro de Caracas quienes con enorme disposición dan pasos en defensa de sus derechos. Por su parte los sectores populares continúan con su lucha por una vivienda digna, tal como se ha expresado en las últimas semanas en la ciudad de Caracas, por la salud, y contra la carestía de la vida, como también la lucha de los campesinos por el derecho a la tierra. Mientras las expectativas de los trabajadores de recuperar lo perdido con la inflación durante el 2007, están chocando con los techos salariales que buscan imponer en los convenios colectivos, de lo cual la discusión en Sidor es un claro ejemplo. El ministro del Trabajo, ya ha salido al cruce, actuando como bombero previniendo incendios, y actuando como garante de una «paz social» en detrimento de los trabajadores (véase su actuación en Sidor).

Como hemos venido escribiendo desde estas páginas, en la nueva situación política, «se abre una nueva perspectiva para una política obrera independiente, por el proceso en curso de experiencia con el chavismo». El discurso retórico del «socialismo del siglo XXI» hace aguas, y el gobierno avanza en su pactos con los sectores empresariales. Frente a dichos eventuales pactos que el chavismo derrotado hará con la derecha a espaldas del pueblo, los trabajadores y las grandes masas populares, deben prepararse para luchar. Al mismo tiempo el gobierno tenderá a estrangular la acción del movimiento de masas -las mismas que lo defendieron contra el golpe de abril del 2002-, cuestión que ya ha venido intentando cercenar la autonomía de los sindicatos y demás organizaciones independientes y reprimiendo las luchas más avanzadas del movimiento obrero. En este marco se abren importantes espacios para una lucha decidida del movimiento obrero y de masas, sobre todo sus sectores de vanguardia que han venido actuando con sus acciones concretas, aunque capaz no con una clara conciencia, en oposición al gobierno, por izquierda. Esta vez tendrá que enfrentar, no ya sólo a la vieja burocracia adeca dentro de sus filas, sino centralmente a la propia burocracia obrera del chavismo, que actúa y actuará como un fuerte chaleco de fuerzas para impedir el surgimiento de fuerzas independientes dentro de los trabajadores. Pero sustentándonos en la experiencia que vienen comenzando a hacer sectores de vanguardia de los trabajadores con «su gobierno», se abre la posibilidad de unificar a los sectores avanzados del movimiento obrero con un programa propio, de forma independiente del gobierno, para movilizar a amplios sectores por sus demandas. En este camino apuntamos los revolucionarios (ver notas centrales).

Notas

1 El Nacional, 18 de enero. Entrevista exclusiva.

2 Recordemos los acuerdos llegados luego del golpe de abril y del paro-saboteo petrolero, que tuvo como expresión política el Referéndum.

 

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