FT-CI

Polémica con la LIT y el legado de Nahuel Moreno

01/01/1994

El trabajo que presentamos es la sistematización de un debate que comenzó hace dos años, durante las escuelas de cuadros del PTS y reflejan las posiciones sostenidas por el Buró Político de nuestro partido. Su importancia reside en que permitió homogeneizarnos en una visión crítica de nuestro propio pasado teórico-político: delimitándonos de la corriente del movimiento trotskista de la cual venimos, el morenismo, al mismo tiempo creemos haber retomado el método y la teoría de Trotsky.
Lo hicimos sin embargo, sin ceder a quienes querían acelerar esa ruptura en forma anti-dialéctica, negando absolutamente todo hilo de continuidad con el pasado*.
Del legado teórico de Nahuel Moreno, reivindicamos aquellos trabajos que surgieron producto del debate que éste dio en forma principista contra el revisionismo, entre los que se destacan "Dictadura Revolucionaria del Proletariado" contra el SU de Ernest Mandel combatiendo la teoría revisionista de la "democracia socialista" en los estados obreros; y el trabajo "La Traición de la OCI" donde Moreno defiende contra Pierre Lambert, una política trotskista contra una versión de "la teoría de los campos burgueses progresivos" de aquel.
Nuestra polémica está centrada en las revisiones teóricas que Moreno hizo, fundamentalmente en los ‘80, de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky. Moreno, que tuvo el mérito de plantear honestamente que estaba revisando a Trotsky, llevó con estas revisiones al callejón sin salida teórico, político y programático de la LIT y es uno de los fundamentos de su actual estallido.
Siguiendo el mismo método que Moreno recomendaba de decir claramente lo que se revisa, vamos a hacerlo con su teoría de la revolución.
Lejos de la visión de que Moreno dejó "bases de granito" para la construcción de una corriente trotskista internacional principista, el actual derrumbe del edificio demuestra que las bases teóricas elaboradas en los ‘80, en abierta y declarada ruptura con Trotsky, no sirvieron para interpretar los nuevos acontecimientos desatados desde el ‘89. Lejos de ser una superación de la Teoría de Trotsky, se desmostró en los hechos inútil para interpretar la realidad y dotarse de una política revolucionaria correcta. Más aún, sirvieron de taparrabos teórico a las inmensas claudicaciones políticas y programáticas de la LIT y de sus secciones nacionales.
Es por eso que toda posible regeneración revolucionaria de la LIT (y de sus secciones), sólo puede surgir de una vuelta sin titubeos a las bases teóricas y al método pergeñados por el fundador de la IV Internacional.

* Ese fue el método de O. Garmendia, ex-dirigente del MAS que fue expulsado junto a nosotros y luego se fue del PTS. Terminó criticando a Moreno desde una posición de derecha y de claro tinte socialdemócrata, valiéndose de un Lenin "aggiornado" y castrado de contenido revolucionario.


LAS CAUSAS TEORICO-POLITICAS DE LA ACTUAL CRISIS DE LA LIT

os intentos de explicar la profunda crisis de la LIT no pueden ser más superficiales. Todas sus tendencias y fracciones internas parecieran coincidir en que los acontecimientos del ‘89, más allá de la evaluación que haga cada una de los mismos, fueron el detonante de la actual debacle. Sin embargo, a la hora de encontrar la causa por la cual (¡¡después de 4 años de los sucesos!!) avanza la crisis y dispersión de la LIT sin que ésta pueda tener un balance del ‘89, la mayoría de las explicaciones se reducen, en última instancia, a la "muerte de Moreno" o a "presiones sociales".

La nota discordante la da la corriente dirigida por SR (Socialismo Revolucionario de Italia) e integrada por la mayoría del partido español, llamada Fracción de Izquierda. Para ellos, los males de la LIT, y en general de todo el movimiento trotskista, están en "... la sublimación de una excepción histórica y sus presupuestos. El haber elevado la Revolución de Octubre a modelo indiscutible de todas las revoluciones, el haber asumido el camino de esta como paradigma inviolable ha sido el error (...) que ha confinado al marxismo revolucionario (...) en una posición fatalmente minoritaria (...) la revolución rusa no era otra cosa que un episodio absolutamente excepcional por el ‘donde’ y el ‘como’ se había dado (...) Sobre todo, por haber transformado 1917 en una ideología significaba y significa estar en posición de choque con el concreto, rico y diferenciado desenvolvimiento de la lucha de clases y los procesos revolucionarios". (1)

Nosotros, la Fracción Internacionalista, rechazamos el dogmatismo sectario. Pero afirmamos categóricamente, al revés de lo que sostiene la SR, que el principal cáncer del movimiento trotskista fue y sigue siendo el revisionismo de distinto tipo que se ha expresado a lo largo de la historia del trotskismo de posguerra, bajo el orden de ‘Yalta’. Revisionismo como el que hoy representa la SR que, alejándose cada vez más del trotskismo y del marxismo, basada en su caracterización de una "nueva época" distinta a la época de revolución socialista inaugurada por la revolución de Octubre, se perfila como un "trotskismo aggiornado", adaptado a las "nuevas izquierdas", cuyo horizonte son las "revoluciones democráticas" en todo el mundo.

Para nuestra Fracción Internacionalista (F.I.), la razón principal de la actual crisis de la LIT está, efectivamente, (y esto es lo único que nos une a la SR) en las bases teóricas, políticas y programáticas con que la LIT estaba armada para enfrentar el ‘89.

Pero nuestra posición va en dirección opuesta a la de la SR-Fracción de Izquierda: esas bases lejos de tener el problema de "haber elevado la Revolución de Octubre a modelo indiscutible", estaban impregnadas de elementos revisionistas sobre las lecciones de la revolución de octubre, de las que se nutrió el trotskismo, su teoría y su programa.

Lejos de desarrollar, ante los nuevos hechos, el contenido revolucionario del marxismo puesto en práctica en la revolución de octubre del ‘17 y en la etapa de la lucha de clases que ésta abrió hasta el ‘23, cuando existía una internacional revolucionaria, la IIIra., a través de las lecciones programáticas de sus cuatro primeros congresos; el "trotskismo" de Moreno está basado en una ‘teoría de la revolución’ adaptada al ‘modelo’ de las revoluciones de la etapa del 43-48 (etapa que fue, como demostraremos más adelante, verdaderamente "excepcional" por "el ‘cómo’ y el ‘dónde’ se habían dado" y que Moreno "sublimó" para decirlo a la manera de SR) y las de posguerra, que Moreno llamó de "febrero triunfantes" y la hija directa de esta teoría globalizada en los ‘80: "la revolución democrática".

Para nosotros, el 43-48 fue una etapa en la que se dio la hipótesis teórica del Programa de Transición, en el capítulo de "gobierno obrero y campesino", de que "bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crack financiero, presión revolucionaria de las masas, etc.), los partidos pequeñoburgueses, incluídos los stalinistas fueran más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la burguesía".

Esta etapa que dio lugar a los nuevos estados obreros de posguerra, en el Este de Europa, Yugoslavia, China y Corea, Moreno la extiende a toda la posguerra donde hubo sólo dos revoluciones que triunfaron en un mar de revoluciones traicionadas y derrotadas, Cuba y Vietnam, correctamente caracterizados como estados obreros deformados por Moreno junto a un ala de la IV contra los sectarios que los negaban porque no habían surgido con las condiciones de la revolución de octubre rusa.

La base teórica de la actual crisis de la LIT se debe a que se llevó esta excepción a norma programática a partir de que se afirmó que: "... Hoy tenemos que formular que no es obligatorio que sea la clase obrera y un partido marxista revolucionario el que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución socialista..." (2).

Aún más, en los ‘80, ante la oleada de caídas de dictaduras como las de Somoza en Nicaragua, la junta militar argentina y las del cono sur de Latinoamérica, procesos que ninguno llegó a la expropiación de la burguesía e instauraron regímenes democrático-burgueses, la LIT da una vuelta de tuerca adaptándose a esos procesos con la teoría de la "revolución democrática". Como la define Moreno en ‘Revoluciones del Siglo XX’: "... una revolución en el régimen político: destruir el fascismo para conquistar las libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la burguesía, del estado burgués".(3)

Como demostraremos en este trabajo, la LIT revisa en forma antitrotskista las herramientas teórico-programáticas fundacionales de la IV Internacional: la Teoría de la Revolución Permanente y el Programa de Transición.

No hay ninguna fracción interna de la LIT que haya puesto esto blanco sobre negro.

Por el contrario, todos reafirman esta revisión de la Teoría de la Revolución Permanente, en un arco que tiene en un polo a los que, después del cachetazo que les dio la realidad en el ‘89, sostienen, increiblemente, que "estaba todo previsto", como la TBI de la LIT, fracción dirigida por el partido colombiano.

En el otro extremo está la SR italiana y su Fracción de Izquierda, los que, partiendo de la misma matriz teórica, llevan esa lógica hasta límites insospechados llamando en la Italia actual a "preparar una revolución democrática". (4)

Hay que reconocerle audacia a la SR: una "revolución democrática" no ya contra el fascismo (lo cual como demostraremos es una concepción lindante con el reformismo) sino en la Italia imperialista y democrático-burguesa !!! ¿Qué significa plantear en la Italia de hoy una "revolución democrática", donde se ha desenmascarado para millones en el mundo el carácter de esa democracia de los monopolios que controlan y compran a sus funcionarios y partidos? ¿Significará, para la SR, la "democratización" de la Fiat o la Olivetti?

Es que estos "teóricos" superadores de los "esquemas del marxismo" son simples impresionistas empíricos. Son los apologistas de las revoluciones democráticas universales y se basan también en una "excepción histórica", no en la del Octubre ruso del ‘17, ni siquiera en las revoluciones que conquistaron los estados obreros deformados de la posguerra, sino en las revoluciones de baja intensidad del ‘89.

Revoluciones en las que, por la debilidad estructural en que se encontraban esos regímenes y el aparato de estado de la burocracia, por la imposibilidad del ejército de la burocracia de intervenir: movilizaciones-salvo Rumania-pacíficas, incruentas, con el proletariado diluído en el torrente popular, sin organismos de doble poder ni dirección revolucionaria, voltearon al stalinismo y su régimen de opresión política, a la vez que se demostraron impotentes para derrotar al conjunto de la burocracia y en particular al ala restauracionista.

Los "eseristas" han transformado en "modelo indiscutible" y universal de revolución esta excepción que, como lo demuestra el alistamiento del Ejército Rojo después del golpe bonapartista de Yeltsin y la represión de este al putch del parlamento, no volverá a repetirse. Esta gente, que se llama trotskista, le dice al proletariado ruso y de las nacionalidades de la ex-URSS que hay que "superar definitivamente las desdichadas opiniones insurreccionalistas"(5).

Han elevado a programa las revoluciones espontáneas del ‘89, donde la "sociedad civil" es todopoderosa y la contrarrevolución, el estado y sus órganos de represión, es nada.

Los otros agrupamientos de la LIT polemizan contra estas posiciones antileninistas. Pero no se las puede combatir consecuentemente si no se ataca sus bases teóricas revisionistas, que es donde hace pie el reformismo. En última instancia, como intentaremos demostrar a lo largo de este trabajo, en todo cuadro armado con la concepción antitrotskista de ‘revolución democrática’ anida un eserista.

Por supuesto que no creemos que sólo una teoría y un programa correcto sea garantía de éxito y aciertos. Pero una dirección no probada en la lucha de clases, como se define a si misma la propia dirección de la LIT incluso en vida de Moreno y asentada en Latinoamérica, Argentina y Brasil fundamentalmente; sujeta a presiones sociales, y de los aparatos contrarrevolucionarios, como cualquier otra, aún la más revolucionaria; si tiene una teoría y programa incorrecto, las influencia hostiles de clases enemigas se cuelan por todas las grietas y esa organización es revolcada por los acontecimientos tal como sucedió con la LIT en el ‘89.

Para la FI, toda regeneración de la LIT debe partir de un rearme teórico, político y programático en el sentido de las bases fundacionales de la IV internacional. Para esta tarea es que llamamos a todos los cuadros y militantes de la LIT que coincidan con nuestras posiciones a reagruparnos en una tendencia por el trotskismo. Ese rearme y vuelta al trotskismo no puede hacerse sin liquidar los elementos revisionistas que contiene el ‘morenismo’.

1. ¿ "REVOLUCION DEMOCRATICA" O REVOLUCION PERMANENTE?

La "revolución democrática" es, para Moreno, un tipo específico y nuevo de revolución que surge como necesaria con la aparición del fascismo en los paises imperialistas, y de las dictaduras en las semicolonias.

En "Revoluciones del Siglo XX", la define de la siguiente manera: "Lo que Trotsky no planteó, pese a que hizo el paralelo entre stalinismo y fascismo, fue que también en los países capitalistas era necesario hacer una revolución en el régimen político: destruir al fascismo para conquistar las libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la burguesía, del estado burgués. Concretamente, no planteó que era necesaria una revolución democrática que liquidara al régimen totalitario fascista, como parte o primer paso hacia la revolución socialista, y dejó pendiente este grave problema teórico". (6)

En primer lugar, es falso que Trotsky dejó el problema sin plantear. Se puede estar en contra de su legado teórico, pero no se lo puede ocultar. Transcribiremos sólo dos citas, por demás categóricas, de las decenas de ellas que responden con el mismo tenor al problema teórico que plantea Moreno.

Damos esta respuesta del fundador de la IV a Pietro Tresso y a los oposicionistas italianos que planteaban, en la Italia de Mussolini, una posición similar a la de Moreno:

"En cuanto a la ‘revolución antifascista’, la cuestión italiana está más que nunca ligada íntimamente a los problemas fundamentales del comunismo mundial, vale decir a la llamada teoría de la Revolución Permanente."

"A partir de todo lo anterior surge el problema del período ‘transicional’ en Italia. En primerísimo lugar, hay que responder claramente: ¿transición de qué a qué? Un período de transición de la revolución burguesa (o ‘popular’) a la revolución proletaria, es una cosa. Un período de transición de la dictadura fascista a la dictadura proletaria, es otra cosa. Si se contempla la primera concepción, se plantea en primer término la cuestión de la revolución burguesa, y sólo se trata de determinar el papel del proletariado en la misma. Sólo después quedará planteada la cuestión del período transicional hacia la revolución proletaria. Si se contempla la segunda concepción, entonces se plantea el problema de una serie de batallas, convulsiones, situaciones cambiantes, virajes abruptos, que en su conjunto constituyen las distintas etapas de la revolución proletaria. Puede haber muchas etapas. Pero en ningún caso puede implicar la revolución burguesa o ese misterioso híbrido, la revolución ‘popular’.

"¿Significa ésto que Italia no puede convertirse nuevamente, durante un tiempo, en un estado parlamentario o en una ‘república democrática’? Considero - y creo que en esto coincidimos plenamente - que esa eventualidad no está excluída. Pero no será el fruto de una revolución burguesa sino el aborto de una revolución proletaria insuficientemente madura y prematura. Si estalla una profunda crisis revolucionaria y se dan batallas de masas en el curso de las cuales la vanguardia proletaria no tome el poder, posiblemente la burguesía restaure su dominio sobre bases ‘democráticas’ ". (destacados nuestros) (7).

Incluso, para observar el método de Trotsky, aunque no en el caso de una "revolución antifascista", en el año ‘29 escribe en ‘La revolución Permanente’, refiriéndose a la primera revolución en Alemania: "... En cuanto a la revolución alemana de 1918, es evidente que no fue el coronamiento democrático de la revolución burguesa, sino la revolución proletaria decapitada por la socialdemocracia, o, por decirlo con más precisión: una contrarrevolución burguesa obligada por las circunstancias a revestir, después de la victoria obtenida por el proletariado, formas pseudodemocráticas". (8)

Está claro que Trotsky no cierra los ojos ante un probable estallido de una "profunda crisis revolucionaria" producto de "batallas de masas" contra el fascismo, ni duda en llamar "victoria obtenida por el proletariado" al hecho de la caída del Kaiser en Alemania del ‘18.

Incluso para Trotsky no estaba descartado que después de la caída del fascismo, Italia "puede convertirse nuevamente, durante un tiempo, en un estado parlamentario o una república democrática".

No hay en estas citas un ápice de "unilateralidad" ni "sectarismo".

En este mismo sentido nosotros hemos caracterizado como "revoluciones", por su parecido a las "revoluciones de febrero", a la caída del partido único stalinista durante el 89-91 en el Este y la URSS, en oposición a los sectarios que las llaman contrarrevoluciones. Contra ellos, nuestra Fracción Internacionalista reivindica la magistral definición de la "revolución de febrero" que hace Trotsky en ‘¿ Adónde va Francia?’.

"Después de la guerra, se produjeron una serie de revoluciones, que significaron brillantes victorias: en Rusia, en Alemania, en Austria-Hungría, más tarde en España. Pero fue sólo en Rusia donde el proletariado tomó plenamente el poder en sus manos, expropió a sus explotadores y, gracias a ellos, supo como crear y mantener un Estado Obrero. En todos los otros casos, el proletariado a pesar de la victoria se detuvo, por causa de dirección, a mitad de camino. El resultado de esto fue que el poder escapó de sus manos y, desplazándose de izquierda a derecha, terminó siendo el botín del fascismo. En una serie de otros paises, el poder cayó en manos de una dictadura militar. En cada uno de ellos, el parlamento no ha mostrado tener la capacidad de conciliar las contradicciones de clase y asegurar la marcha pacífica de los acontecimientos. El conflicto se resolvió con las armas en la mano" (9).

Pero para el fundador de la IV Internacional, que las masas conquistaran sólo "las libertades de la democracia burguesa, ... en el terreno del estado burgués" sería producto no de una "revolución democrática triunfante", como etapa independiente previa a la revolución socialista, sino del "aborto de una revolución proletaria insuficientemente madura y prematura" en el caso italiano; o de "una contrarrevolución burguesa obligada por las circunstancias a revestir después de la victoria obtenida por el proletariado, formas pseudodemocráticas", como caracterizó la de Alemania del ‘18.

¿Qué opinan las distintas fracciones de la LIT? ¿Están con Trotsky en llamar a esto "aborto de la revolución proletaria" o con Moreno en llamarla "revolución democrática triunfante"?

A diferencia de lo que opina Moreno está claro que Trotsky sí respondió a la cuestión de la "revolución antifascista", y que, además, para él estaba "ligada íntimamente" a la teoría de la Revolución Permanente.

Planteó que frente a ella había dos concepciones opuestas en cómo definir al "período transicional" entre la lucha por derrocar al fascismo y la dictadura del proletariado: una concepción contempla "un período de transición de la revolución burguesa (o popular) a la revolución proletaria", la otra, "un período de transición de la dictadura fascista a la dictadura del proletariado".

Moreno se ubica en la primera concepción cuando dice que: "era necesario hacer una revolución en el régimen político (...) aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la burguesía, del estado burgués".

Las consecuencias de tal posición son, para Trotsky, inevitables: "Si se contempla la primer concepción, se plantea en primer término la cuestión de la revolución burguesa y sólo se trata de determinar el papel del proletariado en la misma".

Moreno, sin caer en la teoría etapista del menchevismo basada en la necesidad de una etapa histórica desde el punto de vista del desarrollo económico burgués; cae en un etapismo justificado, según él, por el propio desarrollo de la movilización de las masas: es necesaria una etapa para "conquistar las libertades de la democracia burguesa".

Según esta teoría, la "revolución anti-fascista" no es una revolución burguesa, antifeudal. Es anticapitalista, pero no proletaria sino democrática. Es decir, un "híbrido", una revolución ni obrera ni burguesa, como la revolución "popular" a la que hacía referencia Trotsky en Italia.

En lo que concierne al papel del proletariado en la "revolución antifascista", si se sigue la lógica de Moreno, estaría limitado a respetar los márgenes de una revolución "en el terreno ... del estado burgués". Las consecuencias programáticas, si esto es llevado hasta el final, no pueden ser más graves: la ruptura abierta con el trotskismo, con su estrategia.

Quien no distingue un régimen democrático-burgués del fascismo, porque ambas son formas de la dictadura del capital, cae en una caracterización ultraizquierdista y en una política sectaria como el stalinismo en el "tercer período", su teoría del "social-fascismo", que definía como igualmente contrarrevolucionarios a los socialdemócratas y a los nazis, y su negativa al frente único obrero con los primeros para combatir en las calles a los últimos.

Pero quien sostiene que, como "el primer paso de la revolución socialista", hay que hacer una revolución "... en el terreno del régimen político de la burguesía, del estado burgués" linda con el reformismo. Moreno cae en el error opuesto a los que igualan democracia y fascismo: los ve dos regímenes totalmente antagónicos.

Aquí subyace una concepción ajena al marxismo que tiene puntos de contacto con la sociología burguesa, la cual no define a los estados según su carácter de clase (contenido social) sino su función (forma política). Para esta concepción, la distinción esencial no es entre estados burgueses y proletarios sino entre estados "totalitarios" y "democráticos". Esto es lo opuesto por el vértice al marxismo y su teoría del estado: tanto el régimen totalitario del que habla Moreno como la democracia burguesa son dos formas de la dictadura del capital.

Esta teoría-programa de una revolución limitada al régimen político separa la tarea de derrotar a la dictadura fascista de la lucha por derribar al estado burgués y con ello renuncia de antemano a la lucha por la dictadura del proletariado, nudo central de todo revisionismo en el marxismo. Por lo tanto, es una teoría enteramente etapista ya que liquida, en una primera etapa, la lucha por la dictadura del proletariado, cuestión que quedará planteada para después de la caída del fascismo, en una segunda etapa.

Demás está decir que esto lleva a capitular al curso de "reacción democrática" con la cual la burguesía desvía la movilización de masas y, tal cual lo hizo en Argentina después de la caída de la dictadura, recompone el estado burgués, entendido como aparato de represión. En el caso del fascismo en Europa hubiera llevado a adoptar, en los hechos, la política del "frente antifascista" junto a la burguesía de los imperialismos "democráticos", forma que adquirió la política del "frente popular" extendido a escala mundial, tan criticada por Trotsky al stalinismo con su famosa frase "es inútil aliarse con el diablo para combatir a la cola y a los cuernos del diablo".

Aquí es necesario detenerse en relación a posiciones sostenidas por Moreno y la LIT en relación a la política del trotskismo en España del ‘36 y la Segunda Guerra Mundial. Moreno aplica en los dos casos la teoría de la "revolución democrática". O mejor dicho, ajusta la realidad a esa teoría.

En "Revoluciones del Siglo XX" se afirma: "De cualquier manera la revolución española demostró hasta que grado el régimen democrático burgués era antagónico con el fascismo, no sólo la clase obrera y sus organizaciones."

"La II Guerra mundial presenta, como mínimo, elementos similares. Sin desarrollar el tema, creemos que hay que estudiar seriamente si no fue el intento de extender la contrarrevolución fascista imperialista a todo el mundo, derrotando principalmente a la Unión Soviética, pero también a los regímenes democrático-burgueses europeos y norteamericano. Lo que decimos es que hay que precisar bien, al igual que en la guerra civil española, cuál fue el factor determinante. ¿Fue la lucha del régimen fascista esencialmente contra la URSS pero también contra la democracia burguesa? ¿O fue el factor económico, la pelea entre imperialismos por el control del mercado mundial?"... (10)

Y más adelante, en el mismo libro, leemos: "Hay que precisar si los ejércitos aliados, a pesar de ellos, no cumplieron también un rol progresivo, ya que la derrota de Hitler fue el más colosal triunfo revolucionario de toda la historia de la humanidad". (11)

Las lecciones de España

Antes que nada, debemos aclarar lo que, verdaderamente, "la revolución española demostró". Está claro que Moreno deja entrever que "el factor determinante" en España era el antagonismo entre el régimen democrático-burgués y el fascismo.

Para Trotsky, ¿"hasta que grado el régimen democrático burgués era antagónico con el fascismo..." en la España del ‘36?

Dice en el ‘37: "Según la concepción de los socialistas y stalinistas, mencheviques de la primera y segunda camada, la revolución española no debía resolver mas que tareas democráticas, para lo cuál había que hacer frente con la burguesía ‘democrática’. Toda tentativa del proletariado para salir de los límites de la democracia burguesa era, desde este punto de vista, no sólamente prematura, sino también funesta.

"Además , lo que estaba a la orden del día no era la revolución sino la lucha contra Franco. El fascismo, es una reacción burguesa, no feudal y el menchevismo, rama del pensamiento burgués, no quiere ni puede hacer suya la noción de que contra esa reacción burguesa no se puede luchar con éxito más que con la fuerza y los métodos de la revolución proletaria". (12)

En primer lugar, en relación a la revolución española, Trotsky sostuvo la misma lógica que veíamos anteriormente para Italia: combate contra la concepción de revolución por etapas, contra la idea de una revolución que no supere los límites democrático-burgueses.

Pero, ¿cuál era el "factor determinante" en España? ¿Acaso no era la lucha armada entre la república y el fascismo?

Según Trotsky, "... en el territorio de España se enfrentaron dos programas irreductibles. Por una parte el programa de la salvación a cualquier precio de la propiedad privada contra el proletariado, y en la medida de lo posible de la salvación de la democracia contra Franco. Por otra parte el programa del aniquilamiento de la propiedad privada por medio de la conquista del poder por el proletariado. El primero expresaba el programa del capital y por intermedio de la aristocracia obrera, de sectores superiores de la pequeñoburguesía y sobre todo de la burocracia soviética. El segundo programa traducía en lenguaje marxista las tendencias, no plenamente concientes, pero pujantes, del movimiento revolucionario de las masas. Para desgracia de la revolución, había entre el puñado de bolcheviques y el proletariado revolucionario, el tabique contrarrevolucionario del Frente Popular". (13).

Pero, ¿cómo entender entonces el enfrentamiento entre el régimen fascista de Franco con el régimen de la república?

"El fondo social de ésta (revolución) había sido, en el curso de los últimos seis años, la ofensiva creciente de las masas contra la propiedad semi-feudal y burguesa. Es precisamente la necesidad de defender esta propiedad la que arrojó a la burguesía a los brazos de Franco. El gobierno republicano había prometido a la burguesía defender la propiedad por medidas ‘democráticas’, pero cayó, sobre todo en Julio de 1936, en una completa quiebra" (14).

En conclusión ¿que demostró la revolución española?

"La revolución española muestra una vez más que es imposible defender la democracia contra las masas revolucionarias de otro modo que no sea por métodos de reacción fascista e inversamente, es imposible llevar una verdadera lucha contra el fascismo de otro modo que no sea por los métodos de la revolución proletaria" (15).

La particularidad de la revolución española es que hubo dos campos, republicano y fascista, militarmente enfrentados mediante una guerra civil. Esto es un "factor determinante" de la táctica de los revolucionarios. Obviamente la política trostskista fue la de estar en primera fila en el campo militar republicano contra el campo militar fascista de Franco. Pero está claro que para Trotsky, en contraposición a socialdemocrátas y stalinistas, y de lo que opina Moreno, en España el antagonismo entre el régimen democrático burgués y el fascismo estaba subordinado al antagonismo entre la contrarrevolución burguesa y la revolución proletaria. Esto es "el factor determinante" de la estrategia revolucionaria.

Por ello, aún participando en él, la política de Trotsky no tuvo un ápice de confusión en cuál debía ser, para la clase obrera y los que combatían en el campo militar republicano, el objetivo de esa guerra civil: "Las condiciones de la victoria de las masas en la guerra civil contra los opresores, en el fondos son muy simples".

¿Cuál era la primera condición para Trotsky?

"Los combatientes del ejército revolucionario deben tener plena conciencia de que luchan por su completa emancipación social y no por el restablecimiento de la antigua forma (democrática) de explotación".

Es decir, participar en el campo militar republicano con una estrategia independiente por la revolución obrera y socialista.

Aún más, "La estrategia de la guerra civil debe combinar las reglas del arte militar con las tareas de la revolución social".

¿Qué significaba ésto para Trotsky?

"El ejército revolucionario debe, no sólamente proclamar, sino llevar a término inmediatamente en las provincias conquistadas, las medidas más urgentes de la revolución social: expropiación y reintegro a los necesitados de las reservas existentes de productos alimenticios,..., redistribución de las viviendas en beneficio de los trabajadores y sobre todo de las familias de los combatientes, expropiación de la tierra y de los instrumentos agrícolas en provecho de los campesinos, establecimiento del control obrero de la producción y el poder soviético en el lugar de la antigua burocracia" (16).

Como vemos, para nada una estrategia de una "revolución democrática" limitada en los márgenes "del régimen político de la burguesía, del estado burgués".

¿Qué posición tienen las distintas corrientes de la LIT?

¿Están o no con Trotsky en definir que, aunque haya campos enfrentados militarmente y participemos en el campo militar republicano, el antagonismo principal es entre la contrarrevolución burguesa y la revolución proletaria? ¿O están con Moreno en que el "factor determinante" es el antagonismo entre el régimen fascista y el democrático-burgués?

¿Una guerra mundial de regímenes?

Una cosa es decir que en un estado, como en España, al haber un enfrentamiento armado entre dos campos, hay una guerra civil que enfrenta, en los hechos, dos tipos de regímenes y hay que combatir en uno de los bandos militares, lo cual es correcto; y otra cosa muy distinta es trasladar esta situación a escala mundial.

¿La Segunda Guerra una "guerra mundial de regímenes"? ¿De qué estado?

Un régimen es la forma política que adquiere el contenido social de un determinado estado. El estado se establece nacionalmente, y una guerra civil como la de España adquirió la forma, dada por la dirección republicana, de guerra de regímenes dentro de un mismo estado nacional. El régimen político es una superestructura inferior a la superestructura estatal. Una guerra de regímenes supone una superestructura mayor, un estado, que la contiene.

¡¡Pero no hay un estado mundial!! Ya Lenin combatió la teoría antimarxista de Kautsky sobre el superimperialismo.

Si existe la posibilidad, planteada por Moreno, de un guerra mundial de regímenes, y que esto fue la Segunda Guerra como factor determinante, se está cuestionando, además, la propia definición leninista del imperialismo y sus leyes. ¿Por qué? Porque para Lenin, el imperialismo no era un estado mundial que eliminaba la lucha interestatal, por el contrario, la exacerbaba como expresión de los enfrentamientos entre las distintas burguesías imperialistas por el control de las colonias y el mercado mundial. Es decir el estado en la época imperialista pasaba a jugar no sólo el rol de órgano de represión interna sino que, además, es el aparato de las distintas burguesías para la guerra de rapiña y de conquistas. Aquí se basaba Lenin para pronosticar una época de "crisis, guerras y revoluciones"; y en la teoría del superimperialismo, una especie de estado mundial, se basaba la perspectiva pacífica y reformista de Kautsky.

Esa época de "crisis, guerras y revoluciones" definida por Lenin, que supone guerras interimperialistas, estuvo mediatizada durante una etapa: el reinado del orden mundial de Yalta consolidó la hegemonía del imperialismo norteamericano y una supremacía económica, política y militar con que salió de la guerra mundial. Pero no puede confundirse la hegemonía coyuntural de un imperialismo con un superimperialismo o estado mundial que elimine las guerras entre los distintos imperialismos. Al revés, fue gracias a la última guerra que el imperialismo norteamericano consolidó su hegemonía.

Si no se quiere caer en la teoría de que el fascismo es un nuevo tipo de sistema social distinto al capitalismo, basado en relaciones de producción más reaccionarias que el capitalismo, de "tipo esclavista", para justificar estar del lado del capitalismo contra "ese nuevo régimen de propiedad" más reaccionario; se debe aceptar la definición marxista del fascismo como expresión concentrada del capital financiero, del capitalismo imperialista.

Sólo del primer punto de vista puede sostenerse seriamente que "... los ejércitos aliados, a pesar de ellos, ... cumplieron también un rol progresivo..." De lo contrario, la guerra entre Alemania contra Inglaterra, Francia y Estados Unidos, es una lucha interimperialista, que en determinados paises, nacionalmente, adquiere características de "lucha de regímenes" dado que los ejércitos de ocupación nazi no pueden imponer el dominio del capital financiero alemán sobre otros países a través de la democracia burguesa. Pero siempre, el "factor determinante" se define por el contenido social de la lucha y a escala mundial, para luego precisar las formas políticas que adquiere esa lucha en lo nacional. Lo primero define la estrategia; el segundo factor, la táctica.

Moreno termina, con su caracterización de la Segunda Guerra, acercándose peligrosamente a la política stalinista de apoyo al imperialismo "democrático" contra el imperialismo fascista.

Aunque no llegara hasta allí, la posición de Moreno, como mínimo, no deja piedra sobre piedra de la política de Trotsky sobre el fascismo, y la de la IV Internacional sobre la Guerra Mundial, la cual, a pesar de algunas desviaciones nacionales, los trotskistas definimos que pasó la prueba de la guerra gracias al legado teórico-político de sus fundadores.

Si no fuera así, las distintas corrientes de la LIT deberían respondernos, ¿sobre que bases reconstruir la IV Internacional en la posguerra? Seguramente no sobre sus bases fundacionales. Y entonces, ¿por qué la necesidad de reconstruir la IV? ¿Será por ésto que ninguna de las tendencias de la LIT luchan por la reconstrucción de la IV Internacional?

Una escuela escandalosa

El libro Escuela de Cuadros-Argentina 1984, fue editado por la dirección del MAS en 1992, después de la muerte de Nahuel Moreno. Es presentado por el dirigente nacional del MAS, Eugenio Greco. En dicha presentación este dice: "... reafirmamos que estos trabajos, que deben ser tomados como parte de un conjunto del cual lo decisivo son las obras escritas por el autor, son lo más avanzado que produjo Moreno en cuanto a teoría de la revolución y, por eso, son punto fundamental de referencia para seguir avanzando en nuevos y superiores desarrollos teóricos".

En él se sostienen una cantidad innumerable de dislates antitrotskistas que abarcan un amplio abanico de temas, incluso hasta una posición favorable a la participación de los revolucionarios en el "bando democrático" de una eventual guerra entre la Argentina de Alfonsín y el Chile de Pinochet. No vamos a polemizar con todas esas posiciones. Nosotros también consideramos como "lo decisivo las obras escritas del autor". De todas maneras, si como dice Greco, "estos trabajos (...) son lo más avanzado que produjo Moreno en cuanto a teoría de la revolución", nosotros polemizaremos con esta publicación, ya que con este veneno revisionista se ha educado, y se los sigue haciendo, a camadas de cuadros trotskistas.

Queremos citar, en particular, una afirmación verdaderamente escandalosa que se hace en ese libro.

"Acá hay un problema político grave, tremendo (...) Pareciera que el hecho de la contrarrevolución capitalista ha replanteado la necesidad de que tiene que haber una revolución democrática. Y que ignorar que lo que se plantea en los paises adelantados donde hay regímenes contrarrevolucionarios también es una revolución democrática, es maximalismo, es tan grave como ignorar la revolución democrático-burguesa en los países atrasados. (...) Si es correcto, hay que cambiar toda la formulación de las Tesis de la Revolución Permanente. Me da la impresión de que es correcto y de que Trotsky apuntaba para allá.

"Si es correcto cambia toda nuestra estrategia con respecto a los partidos oportunistas y, en buena medida, respecto a los partidos burgueses que se oponen al régimen contrarrevolucionario. Como un paso hacia la revolución socialista, nosotros estamos a favor de que venga un régimen burgués totalmente distinto al régimen contrarrevolucionario. Así como estábamos a favor de la revolución democrático-burguesa, y decíamos que era distinta a la otra, a la revolución socialista, que había que hacerla, que había que voltear al Zar, que era una tarea democrático-burguesa específica, hay que discutir si no hay ahora también una tarea democrático-burguesa específica, que es tirar al régimen contrarrevolucionario para que venga, aunque sea, un régimen burgués" (17).

Aquí la ruptura con el trotskismo es evidente.

Se plantea que "si es correcto (la teoría de la revolución democrática) cambia toda nuestra estrategia con respecto a los partidos oportunistas y, en gran medida, respecto a los partidos burgueses que se oponen al régimen contrarrevolucionario". Esto es un ataque en regla a la estrategia, al programa y - de llevarlo a la práctica - al partido trotskista como partido independiente del proletariado. Se propone directamente una actitud conciliatoria de los revolucionarios con los partidos "oportunistas"... y "burgueses"!!!

De la carta a los oposicionistas de izquierda italianos, comentada anteriormente, citamos (si hiciera falta una cita por el estilo en una discusión entre trotskistas) lo siguiente: "¿Cuál es el objetivo a largo plazo de Concentración Antifascista?" Esta prevé la caída del estado fascista ante una insurrección del proletariado y las masas oprimidas en general y se prepara a frenar esa movilización, a paralizarla y desviarla para que el triunfo de la contrarrevolución renovada aparezca como una supuesta victoria de la revolución democrático-burguesa. Si se pierde de vista un sólo instante esta dialéctica de las fuerzas sociales vivas, se corre el riesgo de embrollarse irremediablemente y desviarse del camino recto. Creo que entre nosotros no debe existir el menor malentendido" (18).

Trotsky no deja lugar a dudas sobre cuál debe ser nuestra actitud frente a la burguesía "antifascista".

¿Qué estrategia tienen las tendencias de la LIT ante la burguesía "antifascista"? ¿La de Trotsky o la de Moreno?

¿Y en cuanto a los "partidos oportunistas... que se oponen al régimen contrarrevolucionario"? Trotsky define claramente el peligro del rol del partido oportunista por excelencia en la Italia fascista, la socialdemocracia, en momentos en que la dirección oficial del Partido Comunista (stalinista) afirmaba que esta había desaparecido.

"El fascismo no liquida a la socialdemocracia; por el contrario, la preserva. Ante los ojos de las masas, la socialdemocracia, en parte víctima del régimen, no es responsable de que el fascismo se haya impuesto. Así ganan nuevos adeptos y se fortalecen los antiguos".Y más adelante: "Sólo un imbécil total o un traidor buscaría convencer a la vanguardia proletaria de Italia de que la socialdemocracia italiana ya no puede desempeñar el mismo papel que cumplió la socialdemocracia alemana en la revolución de 1918". Es decir, para Trotsky el partido oportunista cumpliría el mismo papel en Italia fascista que en Alemania del ‘18. Recordemos: "... una revolución proletaria decapitada por la socialdemocracia".

Y remata: "Más importante aún, no podemos olvidar que desde 1920 han transcurrido diez años, y desde el advenimiento del fascismo ocho. Los niños que tenían diez y doce años en 1920-1922 y que presenciaron los actos del fascismo son hoy la nueva generación de obreros y campesinos que combatirá heróicamente al fascismo, pero que carece de experiencia política. Los comunistas sólo entrarán plenamente en contacto con el movimiento de masas durante la revolución y, en circunstancias más favorables, necesitarán meses para desenmascarar y demoler a la socialdemocracia, la que - repito - no fue liquidada sino preservada por el fascismo" (19).

No entendemos, sinceramente, qué base real tenía la suposición de Moreno de que "Trotsky apuntaba para allá" e iba en el mismo sentido de sus conclusiones de que "cambia toda nuestra estrategia con respecto a los partidos oportunistas...". La política de Trotsky apuntaba a la estrategia de "desenmascarar y demoler a la socialdemocracia", lo que incluía, por supuesto, la táctica del frente único obrero para enfrentar en las calles y con las armas al fascismo.

En Argentina pudimos comprobar que Trotsky apuntaba bien. En este caso no fue un partido oportunista sino directamente burgués, el partido radical, el verdaderamente preservado y no liquidado por la dictadura militar. Las nuevas generaciones que despertaron a la vida política luchando contra la dictadura no conocían las denuncias antiobreras de Balbín en 1976 sobre "la guerrilla fabril" y su llamado público al golpe. Tenían entonces 10 o 12 años. La UCR de Alfonsín se convirtió en 1982, a la caída de la dictadura, y después de la derrota de Malvinas, en el principal instrumento de la "reacción democrática", recompuso el estado burgués, desvió hacia el pacifismo a esas nuevas generaciones y, más tarde, le retribuyó el favor a las fuerzas armadas "preservándolas" con las leyes que impidieron juzgar a los genocidas. Esas generaciones, esta vez, deberían recordar esa experiencia.

¿Están o no, las corrientes de la LIT, de acuerdo con Trotsky en la estrategia de "desenmascarar y demoler" a los partidos oportunistas bajo el fascismo y las dictaduras militares? ¿O están con Moreno en "cambiar toda nuestra estrategia con respecto a los partidos oportunistas y burgueses"?

Una ruptura con Lenin

Pero es evidente que la cita de ‘Escuela de Cuadros’ no solo reniega de la política de Trotsky frente al fascismo guiada por su Teoría de la Revolución Permanente. Es además, una ruptura abierta con Lenin, no ya el de 1917 posterior a ‘Las Tesis de Abril’, sino con el de 1905, el Lenin "etapista" que aún consideraba teóricamente que a la revolución contra el Zar sobrevendría una primera etapa, previa a la dictadura del proletariado, bajo la forma de una supuesta "dictadura democrática de obreros y campesinos".

Los hechos revolucionarios en Rusia demostraron que esa "dictadura democrática de obreros y campesinos" que, como dice Trotsky, "... se asignaba concientemente un cierto carácter algebraico, que debía ceder el sitio a unidades aritméticas más concretas en el proceso de la experiencia histórica"; no se concretó sino como una "dictadura del proletariado arrastrando tras de sí a las masas campesinas", tal como aconteció en el Octubre dirigido por los bolcheviques y lo formulará luego Trotsky en las tesis de la permanente (20).

La primera revolución proletaria ya demostró que es falsa la afirmación de Moreno de que "la revolución democrático-burguesa... era distinta a la otra, a la revolución socialista". No fueron "distintas", entendidas como etapas independientes, sino que se combinaron, al triunfar la dictadura del proletariado, en una sóla revolución: "La revolución democrática se transforma directamente en socialista, convirtiéndose con ello en permanente" (21).

Ahora bien; aún para aquel Lenin era absolutamente claro que esa primera revolución que, según él, tendría un carácter democrático-burgués, y no socialista, no podía hacerse junto a la burguesía liberal y su partido Kadete.

Es que para Lenin, la revolución democrático-burguesa en Rusia no era sólo cuestión de "voltear al Zar".

Moreno dice: "...había que voltear al Zar, que era una tarea democrático-burguesa específica", y de allí hace una analogía de la revolución democrática en Rusia con la lucha por derribar una dictadura fascista, diciendo que "...tirar al régimen contrarrevolucionario para que venga, aunque sea, un régimen burgués" también es una tarea democrático-burguesa específica.

Esto, para alegría de la SR, está muy lejos de ser una "sublimación" de la Revolución de Octubre. Es directamente una falsificación de la propia revolución rusa.

Los únicos que planteaban la cuestión en términos de "voltear al Zar... para que venga, aunque sea, un régimen democrático-burgués", como lo hace Moreno, eran los mencheviques: "... los mencheviques concebían la revolución burguesa principalmente como una reforma de tipo liberal-constitucional", dice Trotsky en "La revolución Permanente" (22).

La tarea democrático-burguesa verdaderamente "específica" de la revolución rusa fue el problema de la tierra en un país atrasado y eminentemente campesino. Obviamente que para solucionar todos los problemas de las masas rusas, y sobre todo el de la tierra, había que voltear al Zar, pero Lenin no discutía sólo cómo conquistar las libertades democráticas formales aplastadas por la autocracia zarista, sino y fundamentalmente, alrededor de una tarea estructural de la revolución democrático-burguesa: la solución del problema agrario, la liquidación de la clase terrateniente y la transformación revolucionaria de la propiedad de la tierra.

Como señalara Trotsky: "Lenin planteó con una audacia verdaderamente revolucionaria el problema agrario, que tocaba los intereses de la inmensa mayoría de la población, y condicionaba al mismo tiempo el problema del mercado capitalista. Como la burguesía liberal, hostil a los obreros, está unida por numerosos lazos a la gran propiedad agraria, la verdadera emancipación democrática de los campesinos sólo podía realizarse, lógicamente, por medio de la unión revolucionaria de los campesinos y los obreros y, según Lenin, el alzamiento conjunto de ambos contra la vieja sociedad, conduciría, en caso de triunfar, a la instauración de la ‘dictadura democrática de obreros y campesinos’" (23).

Para ello la fórmula de "dictadura democrática de obreros y campesinos", aunque era "algebraica", es decir no establecía quién dirigía la dictadura, si los obreros y los campesinos; sí señalaba las relaciones recíprocas entre el proletariado, el campesinado y la burguesía: la alianza revolucionaria de los dos primeros contra la burguesía liberal.

Por esta razón Lenin, aunque con una teoría incorrecta, tuvo una política revolucionaria y pudo corregir, en abril del ‘17, su estrategia "etapista": se guió siempre por una política de independencia de clase del proletariado y de separar al campesinado de la influencia de la burguesía. Y precisamente fue esa actitud irreconciliable de Lenin hacia los kadetes y la burguesía liberal "antizarista" lo que dividió a bolcheviques de mencheviques en la Rusia pre-revolucionaria, y que se refractó en la discusión del tipo de partido: o uno centralizado para la estrategia de la toma del poder del Estado, o uno laxo para organizar al proletariado como acompañante de la burguesía liberal "antizarista". Si hay que volver a insistir en "las lecciones de Octubre" no es por un afán académico ni pedantería, sino porque el revisionismo ha llegado hasta 1917.

¿De qué lado están las distintas fracciones de la LIT? ¿Están con Lenin y Trotsky y su actitud irreconciliable con la burguesía "antizarista" y "antifascista" en una dictadura, o con Moreno en "cambiar nuestra estrategia con respecto... a los partidos burgueses que se oponen al régimen contrarrevolucionario"?

Nuestra Fracción Internacionalista llama a poner en pie una estrategia independiente del proletariado en todas las circunstancias, y a repudiar estas afirmaciones antitrotskistas con las que se educó y se está educando a nuevas camadas de revolucionarios. No debe existir el menor malentendido al respecto.

Si en vida de Moreno esto no se llevó al programa y a la práctica política hasta sus últimas consecuencias, luego de su muerte se ha convertido, al menos, en el taparrabos teórico de cuanta desviación oportunista han cometido y cometen, alternativamente, las distintas secciones de la LIT.

¿No es esta cita, que hizo "escuela", la que encubre a la Convergencia Socialista en Brasil que fue pata izquierda de la burguesía "antiCollor" en las movilizaciones del ‘92? ¿No es con afirmaciones como estas que están justificadas las "Plazas del NO" o las capitulaciones a la oposición burguesa "antimenemista" del MAS en Argentina?

Nuestro llamado a construir una tendencia por el trotskismo en la LIT debe partir de desterrar estas posiciones que, a su vez, son la consecuencia lógica de una revisión antitrotskista de la teoría de la Revolución Permanente.

Una teoría objetivista de la revolución

A principios de siglo, los mencheviques y, más tarde, los stalinistas, sostenían la inevitabilidad de pasar por una primera etapa democrático-burguesa en la revolución, necesaria históricamente desde el punto de vista del desarrollo burgués en los países atrasados. Los mencheviques, sostenían desde 1905 que en Rusia no estaba planteada la revolución socialista sino después de una etapa de desarrollo capitalista que liquidara los resabios feudales y fortaleciera al proletariado, por lo tanto: hacía falta una primera etapa para lograr las condiciones económicas de los países avanzados, como Alemania o Inglaterra, y sus condiciones políticas, una República democrático-burguesa. En esa primera etapa el proletariado debía jugar un rol subordinado a la burguesía liberal.

Los stalinistas, a los que Trotsky llamó "el menchevismo de nuestros días", extendieron luego esta teoría a nivel mundial distinguiendo "países maduros y no maduros para la revolución socialista", ubicando en los "no maduros" a los países coloniales y semicoloniales.

Ambos basaban su teoría etapista en una lógica mecánica: un país de desarrollo burgués atrasado, con resabios feudales o una colonia del imperialismo, no están maduros para la revolución socialista y corresponde una "primera etapa" de revolución democrático-burguesa donde el proletariado sigue a la dirección burguesa.

La Teoría de la Revolución Permanente combate explícitamente contra esta distinción entre países maduros y no maduros, ya que ubica a países coloniales y semicoloniales en la época de dominio imperialista mundial y de la revolución socialista: "El imperialismo, al crear un mercado mundial, una división mundial del trabajo y fuerzas productivas mundiales, se encarga por sí sólo de preparar la economía mundial en su conjunto para la transformación socialista" (24).

Así, las tareas democrático-burguesas, principalmente las democráticas estructurales como la tierra para los campesinos y la liberación nacional del sometimiento imperialista, que la burguesía no pudo anteriormente, y ya no podrá, resolver en esos países, sólo las puede resolver el proletariado imponiendo su dictadura, mediante la revolución socialista.

La "teoría de la revolución" de Moreno, adoptada por la LIT, parte del siguiente aspecto de la teoría de la Revolución Permanente: toda tarea democrática en un país semicolonial es anticapitalista por la base económica de esa semicolonia, ya que se da en el marco de la economía mundial capitalista y, por lo tanto, es objetivamente socialista. Hasta aquí, correcto.

Pero de esto, y de las revoluciones de posguerra donde partidos contrarrevolucionarios expropiaron a la burguesía, Moreno saca la conclusión de que "... los hechos han demostrado que en esta posguerra no se dio lo que decía el texto de la revolución permanente: que sólo habría revoluciones socialistas si las hacía la clase obrera dirigida por un partido bolchevique. Ese fue un tremendo error porque hubo procesos de revolución permanente que expropiaron a la burguesía, hicieron una revolución obrera y socialista sin ser acaudillados por la clase obrera y sin partido comunista revolucionario. Es decir, los dos sujetos de Trotsky, el social y el político, faltaron a la cita histórica. Hoy tenemos que formular que no es obligatorio que sea la clase obrera y un partido marxista revolucionario el que dirija el proceso de la revolución democrática a la revolución socialista..." (25).

Es decir, el "tremendo error" de Trotsky está, agregará luego, en estructurar la teoría de la revolución permanente "sobre los sujetos y no sobre el proceso objetivo" (Idem).

¿Cómo caracterizar una revolución?

Una crítica metodológica similar a la de Moreno -aunque para decir en 1928 que en China la revolución debía ser democrático-burguesa- tiene el oposicionista ruso Preobrajenski cuando le señala a Trotsky que "su error fundamental yace en el hecho de que usted determina el carácter de una revolución sobre la base de ‘quién la hace’, cuál clase, es decir, por el sujeto efectivo, mientras que le asigna sólo importancia secundaria al contenido social objetivo del proceso" (26).

Moreno, repetidas veces, le dio la razón a Preobrajhenski "en este nudo central" de su crítica a Trotsky.

León Trotsky polemiza con Preobrajhenski, alrededor de las tareas de la revolución china y, a nuestro entender, responde a esa lógica. "¿Cómo caracterizar una revolución? ¿Por la clase que la dirige o por su contenido social? Hay una trampa teórica subyacente al contraponer la primera a la última en una forma tan general" (...) "La revolución de noviembre en Alemania fue el comienzo de la revolución proletaria pero fue detenida en sus primeros pasos por la dirección pequeñoburguesa, y sólo logró algunas pocas cuestiones que no fueron cumplidas por la revolución burguesa. ¿Cómo llamamos a la revolución de noviembre: burguesa o proletaria? Ambas respuestas son incorrectas. El lugar de la revolución de octubre será restablecido cuando establezcamos la mecánica de esta revolución y determinemos sus resultados. No habrá contradicción en este caso entre la mecánica (poniendo bajo este nombre, por supuesto, no sólo la fuerza motriz sino también la dirección) y los resultados: ambos poseen un carácter ‘sociológicamente’ indeterminado" (...) "El quid de la cuestión yace precisamente en el hecho de que aunque la mecánica política de la revolución depende en última instancia de una base económica (no sólo nacional sino internacional), no puede, sin embargo, deducirse con una lógica abstracta de esta base económica. En primer lugar, la base misma es muy contradictoria y su ‘madurez’ no permite la determinación estadística por sí sola; en segundo lugar, la base económica y la situación política deben enfocarse no en el marco nacional sino en el internacional (...); tercero, la lucha de clases y su expresión política, desarrollándose sobre bases económicas, también tiene su lógica imperiosa del desarrollo que no puede saltearse "(27).

Detengámonos en esta cita. ¿Cómo debe caracterizarse una revolución, según Trotsky?

El "contenido social" de la revolución sólo puede definirse una vez que "establezcamos la mecánica de esta revolución y determinemos sus resultados". Es decir, no puede deducirse de antemano partiendo de una "lógica abstracta de la base económica"; por tanto su "carácter es sociológicamente indeterminado". Es decir: tareas democrático-burguesas no determinan una revolución burguesa con una dirección burguesa (ahí estaba la Revolución de Octubre para demostrarlo), sino que dependerá de la lucha de clases y partidos: de los resultados de la lucha entre las fuerzas vivas de la revolución y la contrarrevolución, nacional e internacional, y su "expresión política", es decir, sus direcciones.

Por ello dice en esa carta a Preobrajenski: "Me tomo la libertad de plantearle la cuestión: ¿Cómo llamaría usted a la revolución húngara de 1919? Usted dirá: proletaria. ¿Por qué? ¿Acaso el ‘contenido social’ de la revolución húngara no resultó ser capitalista? Usted contestará: ese es el contenido social de la contrarrevolución. Correcto. Aplique ahora esto a China. El ‘contenido social’ bajo la dictadura del proletariado (basado en una alianza con el campesinado) puede permanecer durante un período como no socialista ‘todavía’, pero el camino al desarrollo burgués desde la dictadura del proletariado sólo puede producirse a través de la contrarrevolución. Por esta razón, en la medida en que concierne al contenido social, es necesario decir: ‘esperar y ver’ " (28).

De esta manera, Trotsky contesta a Preobrajenski que le daba a la futura revolución china un carácter democrático-burgués deduciéndolo de su base económica atrasada. Es decir, partía de una "lógica abstracta de la base económica" para determinar el "contenido social" de la revolución. Al igual que los mencheviques en Rusia de principios de siglo o, más precisamente, que los "viejos bolcheviques" en abril del ‘17, veía necesaria una etapa de "dictadura democrática de obreros y campesinos" cuyo contenido social no sobrepasara las tareas democráticas, es decir, intermedia a la dictadura del proletariado. Trotsky le responde que ya no podía sostenerse esta posición no sólo después de la prueba de verdad que había significado la revolución rusa, sino también por las distintas experiencias que llevaron al fracaso a la segunda revolución china del ‘27.

Continúa Trotsky:
"... ¿qué debe decirse a sí mismo un comunista chino bajo estas condiciones? Puede razonar de la siguiente manera" el contenido social de la revolución china sólo puede ser burgués (como demuestran tales y tales tablas estadísticas), por ende, no debemos plantearnos la tarea de la dictadura del proletariado; el ‘contenido social’ prescribe, en el caso más extremo, una dictadura de coalición del proletariado y los campesinos. Pero para una coalición (lo que está en cuestión aquí, por supuesto es una coalición política y no una alianza ‘sociológica’ de clases) se necesita un compañero. Moscú me enseñó que el Kuomintang es un compañero. Sin embargo, no se ha materializado ningún Kuomintang de izquierda. ¿Qué hacer? Obviamente, sólo me queda a mí, comunista chino, consolarme con la idea de que ‘es imposible decir hoy si la pequeñoburguesía china podrá crear cualquier clase de partido’... o si no lo hará. ¿Y si de repente lo hace?

Un comunista chino que razonara según semejante esquema degollaría la revolución" (29).

Para Trotsky de lo que se trataba era que el Partido Comunista tuviera la convicción de que "la tercera revolución china puede llegar a un fin triunfante sólo mediante la dictadura del proletariado bajo la dirección del Partido Comunista... Y en lo que hace al ritmo con que construiremos el socialismo en China, esto ...‘es cuestión de esperar y ver’...".

Moreno parte también, de una "lógica abstracta de la base económica de la revolución", al igual que Preobrajenski, sólo que dada vuelta: Preobrajenski, por la base económica atrasada nacional de China, dice que a tareas democrático-burguesas corresponde una revolución inevitablemente democrático-burguesa; Moreno, por la base económica madura internacional para la revolución socialista, y como toda revolución democrática va contra el capitalismo, es inevitablemente socialista. Para el primero, la revolución es sociológicamente determinada nacionalmente; para el segundo, se determina internacionalmente.

Tanto Moreno como Preobrajenski, al deducir en forma directa el contenido social de la revolución de la base económica, cometen un error análogo. Ambos degradan la necesidad del partido revolucionario para dirigir la alianza obrero-campesina contra las direcciones burguesas y pequeñoburguesas que llevan a la revolución a la derrota. Esta es la base común del ataque de Preobrajenski y Moreno al presunto "subjetivismo de Trotsky".

Las consecuencias políticas también son análogas.

Preobrajenski cae en la política de la Comintern para China: como la revolución era democrático-burguesa el proletariado chino debía buscar un aliado en el "ala izquierda" del Kuomintang o esperar el surgimiento de un partido campesino independiente.

Moreno, al actuar con el mismo método de contraponer falsamente el contenido social de la revolución con la clase que la dirige -"una trampa teórica", según Trotsky- la convierte de una revolución objetivamente socialista en automáticamente socialista. Con ello, se transforma en objetivista, separando las tareas de una revolución de la clase y dirección que las lleva a cabo. Como le dijera Trotsky a Radek, su contradictor, en el libro de "La Revolución Permanente": "... se ha abstraído tan considerablemente de las ‘instituciones políticas’ que ha olvidado lo ‘fundamental’ de toda revolución: quién la dirige y quién toma el poder" (30).

Moreno, al afirmar que "... no es obligatorio que sea la clase obrera y un partido marxista revolucionario el que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución socialista..." le asigna un carácter revolucionario independiente de la clase obrera a los campesinos y embellece el rol de los partidos contrarrevolucionarios, como el stalinismo.

De ahí a la teoría de que la revolución la pueden hacer un "grupo de hombres decididos" había un solo paso que la dirección del MAS en el ‘90 dio con toda personalidad (ver Correo Internacional N° 40 sobre China). Todo objetivista termina capitulando a un sujeto cualquiera.

Una historia falsa de las revoluciones y contrarrevoluciones de la posguerra

La teoría objetivista que vimos anteriormente se basó en las condiciones objetivas y subjetivas de las revoluciones del período ‘43/’48. En base a ello, Moreno hace una revisión incorrecta de los aspectos escenciales de la teoría-programa trotskista de la Revolución Permanente y llevó a la LIT a un callejón sin salida. Para justificarla se ven obligados a hacer una "particular" interpretación de la historia de las revoluciones de la posguerra violentando los hechos.

Moreno sostiene que la "posibilidad teórica de que, bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crack financiero, presión revolucionaria de las masas, etc.), los partidos pequeñoburgueses, incluyendo a los stalinistas, puedan ir más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la burguesía", señalada en el Programa de Transición, fue la característica central de los procesos revolucionarios de la posguerra.

A partir de ello, en el año ‘82, define en "Revoluciones del Siglo XX": "La nueva etapa revolucionaria, que se inicia con la derrota de Stalingrado del ejército nazi y abre una etapa de revoluciones triunfantes que se extiende hasta el presente (...) A esta etapa la hemos denominado de la ‘revolución inminente’, porque a diferencia de la etapa abierta con la revolución rusa, que redujo sus efectos a algunos países de Europa y Oriente, en ésta la revolución estalla y, ocasionalmente triunfa, en cualquier parte del globo..." (31).

Como se ve claramente, esto no es ninguna "sublimación" de la revolución de Octubre sino una exaltación de los triunfos conseguidos con los nuevos estados obreros deformados de posguerra.

Excepción y norma

Moreno afirma que lo que Trotsky previó como excepción se dio como norma en la posguerra. Los hechos demuestran que esto es totalmante falso.

Donde se generalizó la posibilidad teórica del Programa de Transición fue en el período ‘43/’48 y no en toda la posguerra. Ese período fue verdaderamente excepcional porque combinó un enorme ascenso de masas por la resistencia al fascismo con la extrema debilidad en que habían quedado los principales imperialismos, producto de la guerra en un marco de profunda crisis económica (hiperinflación) y penurias sin límites para las masas (hambre y racionamiento de alimentos en el proletariado y en las clases medias). A las anteriores condiciones contempladas dentro de la hipótesis de Trotsky ("guerras, derrota, crack financiero, presión revolucionaria de las masas") se agregó el elemento paradójico e imprevisible de que el stalinismo que había firmado el pacto Molotov-Ribenttrop y a pesar de la desastrosa política militar de Stalin que costó 20 millones de muertos a la URSS, quedó ubicado como el verdugo del nazismo, prestigiado y fortalecido frente al movimiento de masas y con el Ejército Rojo ocupando Europa del Este.

Esta, como toda excepcionalidad, como vemos no fue producto de un solo elemento, sino un conjunto de condiciones combinadas, es decir, no un hecho sino una estructura como bien define Trotsky.

Los principales imperialismos europeos quedaron destruidos en la guerra y las fuerzas de las burguesías debilitadas. Se llega a esta situación porque son derrotados en la guerra los imperialismos que tenían zonas de influencia en Europa Oriental y parte de Europa Occidental (el sur de Europa): el imperialismo alemán, en primer lugar y el italiano, en segundo término. A pesar de estar en el campo vencedor, Francia e Inglaterra quedan muy debilitadas por el excesivo esfuerzo bélico, que es lo que explica, en el caso de la última, la apertura de condiciones excepcionales para que el Mahatma Ghandi se convierta en el liberador de la principal colonia inglesia, la India.

Italia, Francia y Grecia combinaban esa debilidad con la existencia de resistencia armada dirigida por los PCs de masas. En el Este, los países de desarrollo burgués atrasado combinaban la destrucción de sus estados por la invasión nazi con la ocupación del Ejército Rojo y aún así, los stalinistas se niegan a expropiar hasta el ‘48. En el caso de Yugoslavia, donde se conquistó un estado obrero contra la voluntad de Moscú, había guerra civil contra los "ustachi" colaboracionistas y resistencia insurreccional al ocupante nazi. En la revolución china del ‘48-’49, la derrota de su principal imperialismo opresor en la guerra, Japón, con la existencia de una guerrilla campesina de masas dirigida por Mao, aliada a Moscú, y la imposibilidad de EE.UU de intervenir, por su crisis de la inmediata posguerra producto de un ascenso obrero en su propio país y el levantamiento de las tropas norteamericanas en todo el mundo contra la continuidad de la guerra. Además porque, EEUU, se centró en la reconstrucción de Europa.

Indochina, Corea del Norte, Vietnam del Norte, fueron la onda expansiva de la revolución china.

Este período ‘43/’48 como -someramente y, sin duda, insuficientemente- describimos, abrió condiciones excepcionales producto de la más grande guerra mundial que padeció la humanidad y fue cuando los stalinistas se vieron obligados a ir "más lejos de lo que ellos mismos querían en su vía de ruptura con la burguersía". En él, lo que Trotsky no descartó como excepcionalidad en determinados países, se dio como situación excepcional a nivel mundial, generalizada, y se consiguieron grandes conquistas para el proletariado y las masas del mundo: los nuevos "estados obreros deformados" de China, el Este de Europa y Corea.

Fue así porque nunca hubo condiciones objetivas tan favorables para la derrota del imperialismo que, utilizando la expresión de las Tesis del ‘85 de la LIT, era lo más parecido a un "tigre de papel".

Pero, al mismo tiempo, es en esta situación donde el stalinismo muestra su rol contrarrevolucionario más pérfido, liquidando la revolución europea, desarmando las resistencias maquis y partisana en Francia e Italia, la guerrilla en Grecia; y utilizando todo el peso y prestigio de los PCs de masas para poner al movimiento obrero a trabajar por la reconstrucción capitalista de los países centrales, condición escencial que hizo posible que los capitales provenientes del Plan Marshall permitieran la estabilización del capitalismo en Europa y se abriera la etapa del "boom" económico. Por otra parte, en los países en los que expropiaba, imponía estados obreros deformados que ahogaban todo intento de organización independiente del proletariado y las masas.

En síntesis, en esa situación objetiva excepcional a la salida de la guerra o, en otras palabras, en donde se dio la posibilidad histórica más grande, hasta nuestros días, del movimiento obrero y los pueblos oprimidos del mundo de dar jaque mate al imperialismo, este puede sobrevivir porque se apoya en la dirección contrarrevolucionaria más fuerte que se haya conocido.

Es decir que la traición del stalinismo en el período ‘43/’48 tiene un efecto mil veces superior a la de la socialdemocracia en el ‘14 cuando arrastro al proletariado a la Ira. guerra mundial, o la de ésta junto al stalinismo en las derrotas previas de las revoluciones en Francia y España que podrían haber parado la IIda Guerra, ya que se da en una situación de ofensiva y no defensiva del movimiento de masas.

Por ello decimos que es en esta situación, justamente en el período ‘43/’48, por lo excepcional de las condiciones objetivas para la revolución mundial, donde cobra mayor fuerza, y no menor, la premisa básica del Programa de Transición, de que "la crisis de la humanidad es la crisis de su dirección revolucionaria".

La norma durante Yalta

Este período excepcional se cierra en el ‘48 con la consolidación de los pactos de Yalta y Postdam entre el stalinismo y el imperialismo, el acuerdo más contrarrevolucionario que hayamos conocido a escala planetaria, con la burocracia soviética ahora fortalecida (en el interior de la URSS, en Occidente controlando al movimiento obrero, y en el Este como sistema interestatal), actuando como cogarante de ese nuevo orden mundial.

Con esto no estamos diciendo que el stalinismo era más contrarrevolucionario que Hitler, sino que nos referimos a un pacto de cooperación mundial entre éste y el imperialismo para frenar la revolución de una magnitud nunca vista, superior aún a los servicios que la burocracia había ofrecido a la burguesía en los años previos, como el pacto Laval-Stalin o la traición de la revolución española, entre otras.

Este acuerdo no sólo congeló la relación de fuerzas en Europa, liquidando la revolución en los países centrales a cambio de lograr una zona de amortiguación o glacis para la URSS, tanto de las presiones imperialistas como de los procesos revolucionarios; sino que además la revolución se trasladó a la periferia como subproducto de los acuerdos de Yalta. Allí se demuestra que la norma en las colonias y semicolonias fue la de procesos revolucionarios abortados, desviados y llevados a la derrota tanto por los stalinistas como por los movimientos nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses. El stalinismo chantajeó, desvió, paralizó y, en la mayoría de los casos, decapitó los procesos revolucionarios que se abrieron en las colonias y semicoloniales y, en el auge obrero del ‘68/’74, también en los países centrales. A diferencia de lo que planteó Moreno, ésta fue la regla a partir de los acuerdos de Yalta.

Desafiamos a todas las corrientes de la LIT a demostrar con hechos que "la etapa abierta en el ‘43 es una etapa de revoluciones triunfantes que se extiende hasta el presente" como se afirma en "Revoluciones del Siglo XX". Según fueran así los hechos, negarían para Moreno y la LIT la siguiente tesis de la Revolución Permanente: "Sean las que fueren las primeras etapas episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista..."

Veamos los hechos después del ‘48.

Los procesos de descolonización de Africa: la insurrección Mau Mau en Kenia, ex-colonia inglesa en el ‘52/’54, y el movimiento de liberación nacional de Patricio Lumumba en el Congo, ex-colonia belga, en el ‘58/’60; sólo lograron su independencia formal como semicolonia de sus antiguos opresores. En Argelia del ‘63, que llegó al "gobierno obrero y campesino", después retrocedió reconstruyendo el estado burgués semicolonial. Otro ejemplo ilustrativo son las colonias portuguesas en Africa, Angola, Mozambique y Guinea-Biseau, donde los movimientos pequeñoburgueses que encabezaron la lucha por la liberación nacional, como el MPLA angoleño, no sólo no instauraron un estado obrero deformado, sino que ni siquiera llegaron a la variante excepcional de Trotsky de ruptura con la burguesía. Tan es así que el mismo Moreno, correctamente, los llamó "regímenes stalinistas burgueses". Esto mismo se dio en Etiopía.

En el mundo semicolonial se dieron dos tipos de procesos. En primer lugar, están las revoluciones "clásicas" que siguieron el "modelo" de la rusa, fueron las revoluciones proletarias derrotadas en las semicolonias como Bolivia del ‘52 debido a la traición del nacionalismo burgués del MNR; Chile del ‘73, donde el stalinismo tuvo peso de masas y llevó a la derrota un proceso que contaba con embriones de soviets en los "cordones industriales", al igual que en Uruguay del ‘73, donde el PC llevó a un callejón sin salida la oleada huelguística con ocupaciones de fábricas. En segundo lugar, los procesos con base popular o campesina y direcciones no proletarias como fueron Nicaragua e Irán en el ‘79, donde no se llegó a la ruptura con la burguesía; en el primer caso no sólo por la incapacidad de clase del FSLN, sino también por la decisiva influencia del stalinismo de Moscú y La Habana.

Esto, sin contar otros ejemplos donde el stalinismo y las direcciones pequeñoburguesas llevaron revoluciones al fracaso como el de Indonesia que terminó con la masacre de cientos de miles de comunistas, la traición de la revolución salvadoreña, el apoyo del stalinismo a las burguesías nacionalistas árabes en Libia, Siria y el Partido Bath en Irak, así como su reconocimiento al estado de Israel traicionando la causa de liberación nacional de Palestina.

En el ascenso obrero del ‘68/’74, a pesar del fin del "boom" de posguerra y del comienzo de la crisis de la burocracia, el stalinismo siguió prestando enormes servicios a la burguesía mundial: traicionando la huelga general de más de un mes contra el gobierno de De Gaulle en mayo del ‘68 en Francia, al mismo tiempo que impedía que el ascenso del proletariado occidental se colara hacia el interior de los estados obreros reprimiendo a sangre y fuego el levantamiento en Checoslovaquia conocido como la "primavera de Praga".

A pesar de que el imperialismo estaba sufriendo la peor derrota militar en Vietnam, el stalinismo junto a la socialdemocracia, volvió a jugar un papel contrarrevolucionario de primer orden en Portugal en el ‘74. En esta revolución, que Moreno definió como "clásica" en el sentido del "modelo" de la revolución rusa, se sintetiza el rol jugado por el stalinismo bajo las condiciones de Yalta: llevando a la derrota un proceso que combinaba la liberación de las colonias -Angola, Mozambique y Guinea Bisseau- con la revolución socialista en la metrópoli.

Hay que agregar a este mar de derrotas de la revolución proletaria, los levantamientos de las masas de los estados obreros (además del que nombramos en Checoslovaquia): los intentos de revolución política aplastados directamente por la burocracia en Berlín del ‘53, donde los obreros marchaban bajo la bandera de "gobierno metalúrgico", la revolución de Hungría del ‘56 y, más tarde, la liquidación mediante el golpe de Jaruzelsky, apoyado por el imperialismo, en Polonia del ‘80-’81 de la movilización que había planteado la posibilidad de que Solidaridad tomara el poder.

No queremos agotar con los ejemplos, pero esta breve reseña demuestra que no fue la posibilidad excepcional del Programa de Transición lo que primó en la posguerra como dice Moreno. El error de Moreno está, en primer lugar, en generalizar para toda la posguerra ("... desde el ‘43... hasta el presente"), lo que fue determinante sólo en un corto período entre el ‘43 y el ‘48, antes de la consolidación del orden mundial de Yalta. Situación excepcional que, por la existencia del aparato stalinista mundial, sólo llega a la expropiación en países secundarios y en forma brutalmente contradictoria.

Las pocas excepciones nacionales a esta norma mundial de traiciones y derrotas, es la revolución cubana y la vietnamita. En Cuba, por la presión del imperialismo, la dirección castrista se vio obligada a expropiar. La revolución en Vietnam fue producto de una guerra donde una semicolonia derrota militarmente al imperialismo ayudada por las movilizaciones anti-guerra en EE.UU, con lo que estaría contenida dentro de la posibilidad teórica del Programa de Transición.

Las excepciones cubana o vietnamita* no pueden contrapesar las decenas de derrotas en las semicolonias desde el ‘48 hasta la actualidad y no le da base fáctica a una revisión de la teoría de la Revolución Permanente, por el contrario la confirma.

Evidentemente, no se puede hacer de estos hechos aislados una ley, o generalización teórica, tal como la hace Moreno cuando dice: "Hoy tenemos que formular que no es obligatorio que sea la clase obrera y un partido marxista revolucionario el que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución socialista..."

Por ser, la de Moreno, una revisión incorrecta de la teoría trotskista, no interpreta la propia realidad: la ausencia de partidos revolucionarios a la cabeza de los procesos revolucionarios de posguerra fue la causa central por la cual la enorme mayoría de ellos fueron a la derrota.

Desde ya que nosotros no sostenemos que la liberación de una colonia de su opresión imperialista, como fue la descolonización del Africa, o la caída de dictaduras, como la de Somoza en Nicaragua, signifiquen derrotas del movimiento de masas; por el contrario, son triunfos parciales, subproductos de su lucha revolucionaria, lo máximo que puede conseguir la heróica lucha de las masas, sin dirección proletaria, o a pesar de sus direcciones contrarrevolucionarias. Pero recordemos que estamos discutiendo con una concepción que dice que hubo "revoluciones triunfantes" desde el punto de vista de la expropiación de la burguesía, del "... proceso de la revolución democrática a la revolución socialista", y que para ello no es necesario que dirija la clase obrera ni el partido revolucionario. Hablamos de derrotas en relación a la revolución proletaria y socialista, es decir, allí donde Moreno define triunfos de la misma.

Para nosotros, como regla, se demostró absolutamente acertada la Tesis 4 de la teoría de la Revolución Permanente, que la "teoría de la revolución" de Moreno y la LIT liquida. Recordemos: "sean las que fueran las primeras etapas episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista..."

El que sostiene lo contrario está negando los hechos de 50 años de lucha de clases en función de hacer apología del rol jugado por los stalinistas y los ejércitos de guerrilleros pequeñoburgueses.

¿Qué posición tienen las tendencias de la LIT? ¿Están con las Tesis de la Revolución Permanente o con las tesis de Moreno de que "no es necesario que dirija la clase obrera y el partido revolucionario" justificada con una versión "fantástica" de la historia de las revoluciones del último medio siglo?

¿”Triunfos colosales”?

La base del error de Moreno está en la total incompresión de los acuerdos entre el imperialismo y la burocracia, que dieron lugar a ese orden mundial tal como lo describimos anteriormente. Esto fue propio de la mayoría del movimiento trotskista en la posguerra.

Es conocida en el movimiento trotskista la discusión de Moreno con el dirigente lambertista Stephan Just. En ella puede sintetizarse la unilateralidad de que fue víctima el movimiento trotskista. Para Just, desde la derrota de Hitler hasta el ‘53 había avanzado cada vez más la contrarrevolución porque se fortalecía el stalinismo, la dirección contrarrevolucionaria, y recién la situación cambiaba a revolucionaria en el ‘53 porque entonces se dio el levantamiento de los obreros de Berlín contra la burocracia de Alemania del Este. Evidentemente era una posición subjetivista y sectaria: Just no tenía en cuenta nada menos que la revolución en China, que había conseguido el estado obrero en el país más grande del planeta, y las conquistas que significaban los nuevos estados obreros del Este de Europa. Era, además, una posición que no interpretaba la realidad: en el ‘53 ya se había estabilizado Europa, producto del elemento que él mismo tomaba, el fortalecimiento del stalinismo que permite los acuerdos de Yalta en el ‘48.

Nosotros estamos con Moreno y los que en aquel momento, correctamente, polemizaron con Just, determinando la periodización de la situación mundial, escencialmente por los factores objetivos. Pero opinamos que, después, Moreno cae en una unilateralidad cuando abstrae el factor objetivo y le da un valor sin límites, sin ver cómo influía el factor subjetivo, la dirección contrarrevolucionaria, sobre las propias conquistas: hoy se puede ver hasta qué punto influyó la burocracia hundiendo a los estados obreros.

"La manera de pensar oportunista, así como la sectaria, tienen un rasgo en común: que extraen de la complejidad de las circunstancias y de las fuerzas en presencia uno o dos factores que les parecen los más importantes -y que a veces lo son realmente-, los aíslan de la realidad compleja y les atribuyen una fuerza sin límite ni restricciones" (32).

Todos los ataques a la teoría de la Revolución Permanente, no ya del stalinismo sino los que provienen del revisionismo del movimiento trotskista, se basan en el surgimiento de nuevos estados obreros en la posguerra bajo la dirección stalinista o de ejércitos guerrilleros, los estados obreros deformados.

Desde entonces surgieron quienes, por un lado, se adaptaron a esos hechos negando la necesidad de la IVª y los partidos trotskistas, corriente de la cual el "pablismo" fue su ala más consecuente, liquidacionista. Por otro lado, quienes negaron las revoluciones de la posguerra por atenerse normativamente a los sujetos de la teoría de la Revolución Permanente. Unos, objetivistas, resaltando esas conquistas de la clase obrera mundial, minimizando el carácter "deformado" de esos nuevos estados obreros; los otros, subjetivistas, negaron su carácter "obrero". Ambas concepciones antidialécticas impidieron comprender la realidad concreta y a partir de ella dotarse de una política y programa para construir la IVª y los partidos trotskistas. Unos, porque cedieron al stalinismo o a direcciones no proletarias que dirigieron revoluciones; los otros, porque liquidaron parte escencial del programa: la defensa incondicional de esas conquistas del proletariado mundial.

La consecuencia de esta falsa interpretación de la historia de las "revoluciones y contrarrevoluciones del siglo XX" es que, como vimos, vulnera aspectos escenciales de la teoría de Revolución Permanente.

Teoría que, como condición necesaria, debe servir para explicar los hechos, pero que es, además, una teoría-programa.

Es en este sentido que, también, deben analizarse las excepciones, allí donde los stalinistas y pequeñoburgueses fueron "más lejos de lo que querían en su vía de ruptura con la burguesía", y las consecuencias políticas de esas revoluciones para el proletariado mundial.

Los triunfos conseguidos con los estados obreros de posguerra, lejos de ser "colosales" fueron tan contradictorios, tan poco "económicos" para la clase obrera, que profundizaron la crisis de dirección mundial del proletariado, al fortalecer al stalinismo como aparato contrarrevolucionario mundial, ayudaron a consolidar la "pax americana", denigraron frente a la conciencia del proletariado los ideales socialistas y terminaron cayendo de la forma tan contradictoria que vemos hoy donde la burocracia juega el papel determinante para descomponer las bases sociales de esos estados obreros (ver tesis internacionales).

Porque las revoluciones, excepcionales, que no se hicieron bajo las condiciones de la vanguardia del proletariado organizada en un partido trotskista, se hicieron bajo las condiciones de la casta burocrática y sus partidos stalinistas. Lo que "no se dio" según la teoría-programa de la Revolución Permanente, se hizo bajo las condiciones de la teoría del "socialismo en un solo país" aplicada a esos estados.

Hay que decir claramente que las burocracias contrarrevolucionarias en los estados obreros deformados de posguerra, dirigieron "a su manera" el "proceso de la revolución democrática a la revolución socialista".

Uno: aunque concentraron y aumentaron numéricamente al proletariado en países de desarrollo atrasado, pero lo hicieron asegurándose su fragmentación política, separándolo de la clase obrera de occidente y mundial, y liquidando el rol de la vanguardia conciente. Dos: dieron la tierra a los campesinos, pero destruyendo la alianza estratégica entre el campesinado y el proletariado, como se pudo ver en China. Tres: obtuvieron con la expropiación de la burguesía grandes éxitos económicos para "la nación" pero debilitando desde el primer día el monopolio del comercio exterior. Cuatro: desarmaron a la población y en lugar de milicias obreras creó un ejército de parásitos profesionales que debilitan la defensa del estado obrero succionando gran parte de sus riquezas. Cinco: en lugar del internacionalismo proletario y la necesidad de convertir al estado obrero en trinchera de la revolución mundial, organizaron los objetivos del estado para defender los intereses de la casta burocrática negociando con el imperialismo como monedas de cambio los procesos revolucionarios, aislando y preparando la derrota del propio estado obrero.

Tales fueron las condiciones impuestas al proletariado mundial con los "triunfos colosales" de la posguerra como los llamó Moreno, y aún los llama la corriente dirigida por el Partido colombiano de la LIT.

Por todo ello, desde la Fracción Internacionalista - FI, siempre sostuvimos que la revolución política en esos estados era ‘algo más’ que conseguir en ellos "la democracia" y nos opusimos en 1988 a la fórmula de "socialismo mas democracia" acuñada por la LIT.

Y no era solo "democracia obrera" debido a que el rol de la burocracia había hecho retroceder las conquistas de las masas en los estados obreros. Por ello el pronóstico del Programa de Transición es que "un nuevo ascenso en la URSS empezará fundamentalmente bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la opresión política".

Ese y no otro es el sentido de la consigna del mismo Programa para la revolución política: "revisión, de pies a cabeza, de la economía planificada en interés de los productores y consumidores".

Con un programa solo de democracia política, en última instancia, se limitaba al rol del trotskismo a ser el partido de una "revolución democrática" en el régimen de los estados obreros deformados que ya han conquistado, como en las revoluciones de posguerra, los stalinistas o los ejércitos guerrilleros apoyándose en los campesinos u otros sectores populares.

En lugar de decir que fracasó la Teoría de la Revolución Permanente, como hace la LIT, hay que pronunciarse sobre el veredicto histórico de la discusión que dividió a bolchevismo y stalinismo, desde el ‘24 en la URSS. Con un costo de miles de muertos y el retraso de la revolución proletaria, la burocracia stalinista confirmó "a su manera" la Teoría de la Revolución Permanente.

¿Qué dicen las distintas tendencias de la LIT? ¿Teoría de la Revolución Permanente o Teoría del Socialismo en un solo país?

En última instancia, si la "revolución democrática" en los países fascistas es una concesión a la burguesía "democrática" y su régimen, la "Teoría de la Revolución Democrática" aplicada a los estados obreros, y enfrentada a la concepción de revolución política, parte integral de la revolución permanente, es una concesión a la "teoría del socialismo en un solo país" y, fundamentalmente, a la práctica de la burocracia stalinista. La teoría de "revolución democrática" no sobrevivió a la prueba de los hechos en 1989.

La LIT y el 89: El colapso de la teoría de la "Revolución Democrática"

Para nuestra Fracción, en primer lugar, en el ‘89 se estrelló contra la realidad la teoría-programa de la "revolución democrática triunfante" con la cual Moreno revisó a Trotsky y a la teoría de la Revolución Permanente.

Esta teoría de la revolución del ‘trotskismo de Moreno’ tenía su aplicación a la revolución política en los estados obreros. En "Actualización del Programa de Transición", Nahuel Moreno, decía: "...Si tenemos en cuenta Hungría y Checoslovaquia, vemos que la revolución (política) comienza con un movimiento obrero y popular por la conquista de la democracia en general, uniendo a todos los disconformes. Va a ser un movimiento obrero y popular por la democracia: todos unidos contra el gobierno bonapartista y la burocracia...

"Creemos que comenzará con esta primera revolución de febrero, lo que dará paso a la democracia en general, y en este proceso surgirán los órganos de poder obrero (...) y paralelamente se fortalecerá el partido trotskista, el único que puede llevar a cabo la verdadera revolución política, la de Octubre (...) Este partido luchará contra todas las corrientes pequeño-burguesas restauracionistas... Estas (...) se opondrán ferozmente a que se imponga una dictadura revolucionaria del proletariado en este interregno entre febrero y octubre (...) La revolución política de Octubre del trotskismo se hará muy probablemente contra ese frente restauracionista..." .

Pronóstico y programa

En primer lugar, gran parte de ese pronóstico estaba liquidado de antemano por un problema de método: esa etapa de "democracia en general" no podía surgir porque ese tipo de democracia no existe ni existió nunca en la realidad y de haber ocurrido, los hechos hubieran negado al marxismo, ya que éste define a la democracia, como a toda superestructura, por su carácter de clase, como obrera o burguesa. Como vimos anteriormente, la sociología burguesa inficionaba la definición marxista del estado en el "Trotskismo de Moreno"; aquí se traslada esto a los regímenes políticos.

En segundo lugar, hay que decir categóricamente que los hechos no tuvieron nada que ver con el pronóstico con que estaba orientada la LIT en los ‘80.

Los nuevos regímenes que surgieron en el Este en el ‘89, así como el de la ex-URSS después de Agosto del ‘91, aunque surgieron después que las masas tiraron abajo el régimen de partido único stalinista, no fueron el resultado de la liquidación de la burocracia en su conjunto, y en este sentido no fueron "triunfantes". Los nuevos gobiernos del Este, para no hablar de Rusia ni de las repúblicas de la ex-URSS, están llenos de viejos nomenklaturistas transvestidos.

La perspectiva de "todos unidos contra la burocracia", se mostró totalmente falsa. El pronóstico de Moreno de un "movimiento obrero y popular por la democracia" suponía la existencia de dos campos en "la primera revolución de febrero": uno en el que participábamos los trotskistas junto a las "corrientes pequeño-burguesas restauracionistas", y el otro el campo del "gobierno bonapartista y la burocracia".

El escenario real que vimos fue, a partir del surgimiento de Gorbachov, que la burocracia no se presentó ante los ojos de las masas como un solo bloque. Un sector de ella se montó y desvió el "movimiento obrero y popular por la democracia" y fue la burocracia, al mismo tiempo, la principal fuerza restauracionista y no, escencialmente, las "corrientes pequeño-burguesas" . Esas alas de la burocracia encabezaron, junto a las corrientes pequeño-burguesas, "el frente restauracionista" que se hizo del poder expropiando el triunfo de las masas contra el régimen de partido único.

Además, ese "frente restauracionista" actuó desde el primer momento, antes del febrero, y no en el "interregno entre febrero y octubre", "oponiéndose ferozmente a que se imponga una dictadura revolucionaria del proletariado" e impidiendo que surjan "organos de poder obrero".

En última instancia, el pronóstico de la LIT suponía que volverían a repetirse las condiciones de la revolución polaca del ‘80, donde la burocracia actuó homogéneamente alrededor de la salida del golpe contrarrevolucionario de Jaruzelsky, el cual fue apoyado por el Kremlin y el imperialismo, y donde el movimiento de masas en torno a Solidaridad era dirigido por Walessa como agente de la Iglesia y por corrientes pequeño-burguesas. La LIT no vió que el ala mas lúcida de la burocracia soviética sacó las lecciones de Polonia y se preparó para el recambio ante el temor de ser barridos por el ascenso de masas: surgió así el intento bismarkista de Gorbachov.

La LIT no incluyó en su pronóstico este hecho monumental de la política internacional de mediados de la década del ‘80: la glasnot y la perestroika. Partiendo de esto hubiera quedado claro que la burocracia, al mismo tiempo que desprendía un ala que se embanderaba con la democracia, era la principal fuerza restauracionista en los estados obreros y no "las corrientes pequeño-burguesas" en general, según el esquema de Moreno. Sin esto, el supuesto bloque de "todos por la democracia" estaba destinado a capitular al ala "democrática" de la burocracia y con ello a uno de los intentos de la restauración capitalista.

Gorbachov primero y después Yeltsin le arrebataron a la LIT las banderas de la "democracia en general". Por ello el problema más importante no se reduce a un pronóstico equivocado sino a un programa enteramente etapista para la revolución política. Con la teoría-programa de la "revolución democrática" se liquida también la revolución política, como tipo específico de revolución que, siendo parte de la revolución permanente y socialista mundial, combina la tarea del derrocamiento revolucionario de la burocracia simultáneamente con la defensa de las bases sociales del estado obrero. Y esto es verdaderamente grave. Si contra una dictadura militar en un estado burgués, la política de ser parte del campo democrático con corrientes burguesas o pequeño-burguesas lleva a la capitulación a la ‘reacción democrática’ con que la burguesía y sus partidos, desvía la revolución y preserva los intereses del estado capitalista, por encima de las formas que adquiere la dictadura del capital, sus regímenes; en un estado obrero significa capitular a los que, como la burocracia, el imperialismo y todas las fuerzas restauracionistas, quieren hacer retroceder las conquistas del proletariado que significa la expropiación de la burguesía, las bases sociales del estado obrero, ya que allí la reacción democrática viene acompañada de una contrarrevolución social y económica.

De la teoría de la "revolución democrática" se desprendía que el programa para los trotskistas en los estados obreros no debía ser el programa de transición de Trotsky para pelear por los órganos de poder obrero desde los inicios de la movilización, sino uno "democrático" que no combatía a las alas de la burocracia stalinista que se reconvertían, ni a las corrientes pequeño-burguesas restauracionistas sino después de la primera etapa del febrero. Es decir, se les capitulaba desde el comienzo.

La demostración de esta concepción programática es que la LIT lejos de pelear por una política soviética, de construir los organismos de poder obrero, levantó la de "libertad de partidos" en general, es decir, incluyendo a los restauracionistas y burgueses; y no, como aconseja Trotsky en el Programa de Transición: "legalización de los partidos soviéticos", o los que los obreros decidan con su voto. Esto mismo sigue aún hoy, levantando la LIT para el estado obrero cubano, cuando en él pugnan por legalizarse no sólo fuerzas restauracionistas como "Convergencia Democrática" sino los "gusanos" de Miami, en lugar de pelear por la "legalización de los partidos que defienden la revolución" y al mismo tiempo llamar a la formación de los "consejos de obreros, campesinos y soldados", consigna esta última ausente en el programa de la LIT para la revolución política en Cuba.

Creemos que se debió, además, a una evaluación incorrecta no sólo de las perspectivas de la revolución política en los estados obreros, sino de ésta como parte de la situación mundial en los ‘80: la LIT, en vida de Moreno, centrada como estaba en el proceso de la revolución centroamericana, no vio la consolidación de la reacción del reaganismo-thatcherismo en los países centrales (la LIT insistía ver una situación pre-revolucionaria en Europa, cuando la huelga minera inglesa en el ‘85 era derrotada en un marco de extremo aislamiento de pérdida de conquistas de la clase obrera de las metrópolis), la refracción de este fenómeno hacia el interior de los estados obreros y, más específicamente, el pasaje de la burocracia a la restauración como agente directo de Reagan y Thatcher que significó el gorbachovismo. Ni tampoco, por otro lado, la posibilidad de que ese fenómeno trasladara el centro de la revolución mundial a la URSS y el Este y lo sacara del mundo semicolonial. La confirmación de esto es que las Tesis de la LIT del ‘85, año en que comenzaba la perestroika, no dedicaban un solo renglón al problema. Por ello, la desviación de la LIT no empezó en los procesos del ‘89. Ni siquiera cuando desde nuestra corriente, por entonces TBI, alertamos ante las primeras expresiones de la revolución política con los sucesos de Armenia en el ‘88 mientras el MAS se preparaba para un frente ‘cuasi-estratégico’ con el stalinismo argentino. Ello era tan solo las manifestaciones políticas de una orientación coherente votada en el Congreso Mundial del ‘85 que nosotros no supimos ver.

Mientras un ala de la burocracia junto al imperialismo preparaban el intento de ‘revolución desde arriba’, en realidad de contrarrevolución gradual y pacífica, utópico proyecto que si bien fracasó, jugó su importante rol contrarrevolucionario en engañar a las masas de la URSS y el Este y en confundir a la vanguardia proletaria; la LIT, lejos de responder a este problema, se orientaba a fusionarse mediante la política de FUR (Frente Unico Revolucionario) con cuanta corriente filo-stalinista anduviera suelta por el continente. Lo verdaderamente importante no es, en sí mismo, el balance del FUR con la burócrata barrialista América Baroa en México y con las corrientes pequeño-burguesas guerrilleristas en Colombia con ‘A Luchar’, lo cual ya es bastante*. Sino que lo importante es que, mientras sectores del movimiento trotskista actuaban descaradamente como pata izquierda del gorbachovismo como el Secretariado Unificado de Mandel, la LIT fue ‘capitulador de capituladores’ al no combatir esa estrategia de la mayoría revisionista del trotskismo.

La "Revolución Democrática" ante la prueba de los hechos en Alemania

Pero acaso, ¿la revolución política no tiene planteadas tareas democráticas? Completamente cierto. Pero la pregunta debe formularse así: ¿Pueden resolverse estas tareas democráticas en un movimiento de "todos por la democracia" junto a las "corrientes restauracionistas" y en el marco de una revolución que conquista una ficticia "democracia en general"?

Veamos el ejemplo de una revolución política que tenía una enorme tarea democrática por resolver. El proceso de la revolución en Alemania en 1989 comenzó detrás de las banderas de la democracia política y de la tarea democática central en esa nación artificialmente dividida por los pactos de Yalta: la unidad nacional.

En Alemania la teoría de Moreno fue consecuentemente planteada por la LIT y estuvo sometida a la prueba de los hechos. Ante la movilización de las masas de la RDA que voltearon a Honecker y el Muro de Berlín, la consigna ordenadora del programa de la LIT era "reunificación Alemana YA!" . Es decir, no "Reunificación Obrera o Socialista de Alemania", que hubiera sido la forma de plantear la tarea democrática de la unidad nacional de Alemania, a lo que aspiraban y por lo que se movilizaban las masas del Este, en sentido transicional a la revolución socialista en el Oeste, sino reunificación a secas, o sea burguesa-imperialista.

Contra los que como el S.U. de Mandel y la mayoría de la izquieda alemana se pusieron a sostener el Muro de Berlín yendo contra las legítimas aspiraciones de las masas y su voluntad de unificación nacional, la LIT desarrolló una desviación opuesta.

Para la LIT, por ese entonces, "si se unen las dos clases obreras (alemanas) constituirán el proletariado más fuerte del continente, que estaría mil veces más fuerte para luchar por el socialismo en Alemania y en toda Europa" (33).

Esto fue una perfecta síntesis de la teoría y programa menchevique adaptada a nuestros días. Como sabemos, éstos planteaban en Rusia que había que hacer una primera revolución que instaurase una república democrático burguesa, donde el proletariado se fortalecería para, en una segunda etapa, luchar por el poder. Para la LIT, guiada por esta nueva versión de la teoría menchevique de revolución por etapas, la "revolución democrática", la lucha por el socialismo es posterior a la reunificación, que no sería producto de la revolución proletaria, sino bajo la democracia, no ya "en general", sino imperialista.

La concepción etapista de "revolución democrática triunfante" con que estuvo guiada la LIT en los sucesos del ‘89, lleva, como lo demostró la lucha de clases en Alemania, a abandonar el principio trotskista que sostiene que la burguesía en la época imperialista ya no puede resolver las cuestiones democráticas más que en forma reaccionaria. Consecuentemente con su teoría y programa etapista, la LIT no combatió las ilusiones de los obreros alemanes apoyándose en sus justas aspiraciones democráticas, sino que cedió a esas ilusiones y por esa vía a la política del imperialismo, alemán en este caso, siendo que ésta es "reacción en toda la línea" como sostiene el Programa de Transición, o sea, en contra de las masas explotadas de las dos Alemanias y sus aspiraciones, como sobradamente demostró más tarde la realidad.

Desde ya que la consigna de "reunificación obrera y socialista" no podía, por sí sola, actuar como una fórmula mágica que garantizara el triunfo de la revolución política. Pero al menos hubiera asegurado el destino histórico de la LIT y los trotskistas alemanes que lucharan por ella. Posiblemente hubiera permitido que hoy fuéramos los trotskistas, y no los stalinistas reciclados del PDS alemán ni los socialdemócratas del SPD, los que se fortalezcan, como está ocurriendo, ante la caída de las ilusiones de las masas en Kohl en la ex-RDA.

La "Revolución Democrática" y la cuestión nacional

En el proceso de las revoluciones del 89, la "cuestión nacional" emergió como la principal cuestión por todo un período en la etapa abierta con la caída del Orden de Yalta. Nuestra Fracción Internacionalista, considera que el legado teórico y programático de la IV Internacional permitía un punto de partida metodológico y de principios para abordar esta "expresión laberíntica de la lucha de clases", para decirlo con palabras de Trotsky.

Las distintas corrientes de la LIT se demostraron incapaces de responder a este problema que se nos replanteó a los trotskistas en la actualidad.

Todas las tendencias de la LIT se negaron a levantar la consigna, tal como lo hizo Trotsky para la independencia de Ucrania en el ‘39, de "República Independiente obrera y socialista", es decir una política por una "independencia soviética", para luchar tanto contra la burocracia opresora como contra los intereses de las potencias imperialistas a las que son entregadas las repúblicas de la mano de las direcciones nacionalistas pequeño-burguesas o burocráticas.

Esta vez la infalible división que se da en el movimiento trotskista entre quienes, con el argumento de defender las bases sociales del estado obrero, defienden en realidad a la burocracia; y quienes, ubicándose en la lógica democrática contra la burocracia le hacen el juego a los restauracionistas y al imperialismo; se dio dentro de la propia LIT.

Así, por un lado, la dirección mayoritaria levantó la consigna de "autodeterminación o independencia nacional", a secas, es decir la misma lógica etapista que aplicaron en Alemania, con los resultados conocidos, pero esta vez capitulando programáticamente ante las direcciones reaccionarias, nacionalistas y restauracionistas, de los movimientos progresivos de las masas oprimidas (musulmanes, eslovenos, croatas en un primer momento, etc.).

En el otro extremo, el partido colombiano y su actual tendencia, la TBI, se negaron a luchar por la independencia nacional de las nacionalidades y repúblicas oprimidas por la burocracia gran rusa, principalmente, en la ex-URSS o, directamente, estuvieron del lado de los carniceros gran serbios contra los musulmanes en Yugoslavia. Los colombianos basan su negativa a luchar a favor de las masas de las repúblicas obreras oprimidas y por estados obreros independientes, esgrimiendo el argumento de que es preferible una "federación de repúblicas socialistas", tanto del punto de vista económico como político, ya que las guerras entre estados obreros son fraticidas e impiden la lucha unificada de las masas de todas las nacionalidades contra la burocracia.

Nosotros no negamos que una federación de estados obreros es superior a un estado obrero aislado. Pero las, hasta el 89, existentes federaciones de estados obreros (como la URSS o Yugoslavia) eran sostenidas a punta de bayonetas por burocracias opresoras. La consigna de "Federación" era defendida por la burocracia contra las masas. La revolución política comenzó, en buena medida, como lucha contra la opresión política nacional de la burocracia. Es decir, contra esas "federaciones". En esa situación concreta, levantar la consigna de "Federación", no como estrategia con la cual estamos de acuerdo, sino en primer término, tiene el problema de intentar resolver los conflictos nacionales con la consigna que los desató. Creemos que esta última concepción, punto clave y fundacional de la corriente del partido colombiano, es producto de la consigna que planteó la LIT en los ‘80: "Federación democrática de estados obreros existentes".

Aquella consigna no se refería a las repúblicas de la URSS, sino a todos los estados obreros (URSS, el Este, China, etc.) en una sola federación. Fue presentada en las ‘Tesis para la reconstrucción de la IV Internacional’ de la CICI de Moreno y Lambert, en 1980, de la siguiente manera: "Esta consigna podría tender a unificar políticamente a todos los estados obreros en un solo bloque contra el imperialismo y por la liquidación de la burocracia, abriendo la perspectiva de relaciones libres, desprovistas de violencia, que desembocará gracias a la unidad y a la planificación controladas democráticamente por los comités y consejos revolucionarios, sobre el conjunto de la economía de los estados obreros". De esta forma podría dársele, según las mismas Tesis, "un contenido vivo y transicional a las reivindicaciones nacionales legítimas".

Esta consigna que, ante la posibilidad concreta de una guerra entre la URSS y China es tácticamente discutible, tomada como una estrategia es sencillamente defensista de la burocracia y subordina a los avances económicos las aspiraciones de liberación de la bota stalinista de las nacionalidades oprimidas.

Moreno recae aquí sobre un argumento economicista con el que polemizó largamente Trotsky. Para este último la ventaja de la separación de Ucrania de la URSS en 1939 no debía medirse en relación a los avances económicos, sino en relación a los aplastamientos del pueblo ucraniano de parte de la burocracia del Kremlin. "Las grandes masas del pueblo ucraniano están insatisfechas con la situación de su nación y desean cambiarla drástricamente. Este es el hecho del cual debe partir la política revolucionaria a diferencia de la burocrática y la sectaria" (34).

Moreno y Lambert, a la idea de "unificar los estados obreros en un bloque contra el imperialismo", puesta en práctica por el stalinismo a través no sólo de un bloque económico (COMECON) sino también militar (Pacto de Varsovia), le agregaron la formulación de la LIT de "Cuba más democracia" o "socialismo más democracia", con lo cual "los comités y consejos" quedan desprovistos de todo contenido revolucionario y están llamados a jugar un papel de control en un "COMECON más democracia".

Así, mas que un bloque "por la liquidación de la burocracia", cosa dificil de lograr con la misma burocracia que dirigía los "estados obreros existentes", se jugaba con la peregrina idea de que el avance de las fuerzas productivas, abriría "la perspectiva de relaciones libres desprovistas de violencia" entre el Kremlin, las nacionalidades oprimidas de la URSS y los países del Este.

Está demostrado que la crisis económica del ‘socialismo en un solo país’ exacerbó el avasallamiento de los derechos nacionales. En la ex-federación de Yugoslavia, por la dramática crisis de los ‘70 (20.000 millones de deuda con el FMI) que llevó a la burocracia serbia a aplicar un brutal plan de ajuste, el desempleo alcanzó en 1988 al 57% de la población del Kosovo, mientras la media de desocupación yugoslava era del 16%.

Lo que parece difícil es demostrar lo contrario: que el desarrollo económico, en manos de la burocracia signifique automáticamente menor opresión nacional. La historia de la URSS demuestra lo opuesto. En la década del ‘30, los éxitos económicos de la Unión Soviética (su poderío industrial estaba alcanzando al de Alemania) no sólo fueron financiados por la clase obrera recibiendo la mitad de los salarios, sino en base al aplastamiento de las masas de las nacionalidades, mayoritariamente campesinas, con la colectivización forzosa. Por ello Trotsky, reconociendo los avances, discute contra los que veían que el programa de la Oposición de Izquierda había sido tomado por Stalin, que no sólo importaba el ‘que’ se hacía con la economía sino ‘como’ se aplicaba y ‘quien’ dirigía ese programa, si los soviets o la burocracia.

Con la consigna de "Federación de Estados Obreros existentes", Moreno subordinó así, las reivindicaciones de las nacionalidades oprimidas por la burocracia, y de los estados del Este que sufrían la opresión nacional de la URSS, a la ‘tarea progresiva’ de reunir todas las fuerzas productivas en torno a un plan centralizado, aunque fuera burocráticamente centralizado. Tenemos aquí, nuevamente, una lógica objetivista que separa las tareas socialistas del sujeto, clase y partido, que las realiza. A la vez reaparece la lógica etapista: primera etapa, federación de estados obreros existentes; segunda etapa conseguir en ellos la democracia obrera.

Esto significó, en los hechos, el reemplazo de la teoría stalinista del "socialismo en un solo país" por una teoría centrista de "socialismo con democracia en una federación de los estados obreros existentes". Nuevamente, una variante más de la teoría de "revolución democrática" aplicada a los estados obreros.

En última instancia, esta concepción es la que impidió a la LIT ver el comienzo de la revolución política que empezó a manifestarse bajo la forma de lucha nacional y que ésta: o podía transformarse en una poderosa palanca para la revolución política o sería utilizada por la contrarrevolución burocrática-imperialista.

No obstante, lo que consideramos un revisionismo teórico-programático de Moreno, no inhibe a la dirección de la LIT de la responsabilidad por el crimen político de haber expulsado, en el año 1988, al grito de: "Váyanse a Armenia", a los que hoy formamos la Fracción Internacionalista.

En síntesis, en el ‘89 se vino abajo la concepción teórico-política de la LIT de "revolución democrática" como contrapuesta a la "revolución política" de Trotsky. Quienes hoy todavía la sostienen, negando la prueba de verdad que constituyen para las teorías y programas los procesos revolucionarios, o están condenados a cerrar los ojos ante la realidad, o se convierten en apologistas de un tipo de revolución cualquiera con una dirección cualquiera. Ayer la corriente del MST argentino, hoy fuera de la LIT, y ahora la SR italiana en su seno son los que llevan hasta las últimas consecuencias la teoría de la "revolución democrática" de Moreno. No se puede combatir a corrientes de este tipo sin volver a Trotsky y al trotskismo.

La disyuntiva de la LIT es clara: retomar las bases fundacionales de la IV Internacional volviendo al trotskismo o alejarse de ellas en el camino que propone la SR: o Revolución Permanente o "revolución democrática".

2. ¿PROGRAMA DE TRANSICION O PROGRAMA MINIMO Y MAXIMO?

Esta concepción de la revolución en la LIT, presupone el abandono del Programa de Transición de la IV Internacional y su reemplazo por un programa mínimo-democrático para la acción (o para la primera etapa de la revolución) y un programa máximo-socialista para la propaganda (o para la segunda etapa).

Al negar a Trotsky en que "las reivindicaciones democráticas, las revivindicaciones transitorias y las tareas de la revolución socialista no están separadas en la lucha por etapas históricas sino que surgen inmediatamente unas de otras", (35) todas las tendencias de la LIT, aunque por distintas vías, quiebran el programa trotskista, levantando un muro infranqueable entre las consignas democráticas y las socialistas y liquidan el Programa de Transición para la revolución proletaria.

Ya vimos el ejemplo de Alemania donde este programa llevó, objetivamente a capitular al plan de reunificación imperialista de Kohl. Ya vimos como de haber tenido partidos en el este de Europa, hubieran ido detrás de las corrientes o alas de la burocracia que se hicieron del poder, en la "primera etapa" de la revolución política, levantando demagógicamente las banderas democráticas, nacionales, antiburocráticas para llevar a las masas de los estados obreros detrás del programa de la restauración capitalista.

Y hubiera sido así porque, sencillamente, la LIT no levantaba un programa de acción que, como dice el Programa de Transición: sirva para "ayudar a las masas, en el proceso de la lucha cotidiana, a hacer un puente entre sus reivindicaciones actuales y el proceso de la revolución". Un programa que "invariablemente los lleve a una conclusión: la toma del poder por el proletariado" (36).

Todas las tendencias de la LIT, aunque adhieren al Programa de Transición de palabra, lo abandonan en los hechos. Tanto los que, como el MAS argentino o la Convergencia Socialista o, en extremo, la SR italiana, utilizan las consignas democráticas como estratégicas. Son los adalídes de las "elecciones generales" en Brasil, de la Asamblea Constituyente como ‘vía regia’ al socialismo en Argentina, la consigna de "independencia de las nacionalidades" oprimidas en los estados obreros separada de la defensa de las bases sociales del estado; como los que en el otro polo, como el partido colombiano, consideran las consignas democráticas como un estorbo para la movilización y no una palanca transicional a la revolución socialista, como en la ‘cuestión nacional’ en Yugoslavia.

Para nuestra Fracción Internacionalista, sólo el Programa de Transición de Trotsky, que borra de un plumazo la teoría etapista de la "revolución democrática", es el que, además, permite en la acción librar una "guerra implacable" contra las direcciones burguesas, burocráticas y reformistas, no en la "segunda etapa" de la revolución sino desde el comienzo mismo de la irrupción de la movilización.

3. ¿POLITICA TROTSKISTA INDEPENDIENTE O CONCILIACION DE CLASES?

La LIT recae constantemente en la capitulación a los aparatos, en políticas frente-populistas y navega a la deriva sin una estrategia proletaria independiente.

En Argentina, la recordada "plaza del NO" a Menem, la alianza con el Partido Comunista y el abogado de la burguesía Vicente en IU, la falta de una denuncia sistemática al bipartidismo burgués y sobre todo al partido de la "oposición" radical y, nuevamente, la ubicación en el frente "anti-menemista" encabezado por la UCR ante los prolegómenos del "Pacto Constitucional" peronista-radical contra los trabajadores y el pueblo. En Brasil, la ubicación en el "frente burgués opositor" que preparó el recambio burgués de Itamar en las movilizaciones anti-Collor en el ‘92 y, actualmente, con el PSTU participando alegremente en movilizaciones "por la ética", que los ubica en el campo anti-corrupción de los que quieren limpiar y embellecer al parlamento brasilero.

Todas orientaciones que, aunque no lleguen a elevarse a la teoría stalinista de los "campos burgueses progresivos’, parten de una lógica "campista" similar y se ubican, en la práctica, en el terreno de la conciliación de clases y del abandono de una clara estrategia de independencia de clase.

La misma lógica se puede ver en la tendencia del partido colombiano y su ubicación en el "campo de la defensa del estado obrero" junto a Milosevic cuanto éste, avalado por el imperialismo norteamericano, reventaba a los musulmanes bosnios.

La FI, sin renegar de la unidad de acción puntual con sectores de la burguesía que permitan movilizaciones de masas contra los gobiernos de los explotadores de turno, sin dejar de ubicarnos incondicionalmente en el campo militar de la burguesía nacional o la burocracia del estado obrero ante una agresión imperialista, estando en primera fila en el campo militar junto a una burguesía que en una guerra civil como en España del ‘36, enfrente con las armas al fascismo, luchamos en forma irreconciliable contra toda variante burguesa o burocrática.

Levantamos una política que permita la independencia de clase del proletariado para luchar con sus propios métodos y acaudillar así al conjunto de los explotados, los campesinos y los sectores populares; separándolos de la burguesía "opositora", "nacionalista", "democrática", "republicana" o la burocracia de un estado obrero.

La FI lucha por desterrar de la LIT los nefastos gérmenes de conciliación de clases, por reagrupar a los revolucionarios que no cedan a los "cantos de sirena del frente popular" y marchar hacia la reconstrucción de la IV con una estrategia trotskista independiente.

4. ¿GOBIERNO OBRERO Y CAMPESINO O "GOBIERNO OBRERO-BURGUES"?

No es de extrañar, partiendo de una teoría objetivista de la revolución socialista, en el mejor de los casos, cuando no directamente una revolución democrática "en el terreno del estado burgués"; que todas las fracciones de la LIT hagan una utilización "democrática" de la consigna de "Gobierno Obrero y Campesino".

"La principal acusación que lanza la Cuarta Internacional contra las organizaciones tradicionales del proletariado es la de no querer desvincularse del semicadáver político de la burguesía. En estas condiciones, la exigencia dirigida sistemáticamente a la vieja dirección, "Romped con la burguesía, tomad el poder", es un arma extremadamente importante para poner al descubierto el carácter traidor de las Internacionales Segunda, Tercera y de Amsterdam. Así pues, la consigna de ‘gobierno obrero y campesino’ solo es aceptable para nosotros en el mismo sentido que tenía para los bolcheviques en 1917, es decir, como consigna antiburguesa y anticapitalista, pero de ninguna manera con el sentido democrático que después le han dado los epígonos, transformándola de un puente hacia la revolución socialista en el principal impedimento en su camino"(37).

Todas las tendencias de la LIT interpretan la consigna de "gobierno obrero y campesino" en un sentido "democrático" similar al que Trotsky criticaba de la Comintern cuando ésta resucitó para China la vieja fórmula de "dictadura democrática de obreros y campesinos", como etapa previa a la dictadura del proletariado, o "primera etapa" de la revolución socialista. Como aclaramos anteriormente, la diferencia está en que los stalinistas consideraban esa primera etapa como necesaria históricamente desde el punto de vista del desarrollo burgués del capitalismo en los países atrasados. El ‘trotskismo de Moreno’ la considera una etapa política, no económica, necesaria desde el punto de vista de la movilización de masas, que dada la crisis de dirección revolucionaria y la dinámica "objetivamente socialista" de la revolución en todo el mundo, comienzan la revolución socialista con direcciones contrarrevolucionarias, siguiendo el ‘modelo’ de las revoluciones de posguerra dirigidas por el stalinismo o los ejércitos guerrilleros que dieron lugar a los estados obreros deformados.

Esta discusión teórica reviste una enorme importancia política a medida que se acerque la posibilidad de un gobierno burgués de frente popular encabezado por Lula en Brasil, el país más inestable del continente. Toda revisión teórica de la consigna del Programa de Transición puede llevar a la capitulación política directa al eventual futuro gobierno burgués en el que participen las organizaciones obreras o sus dirigentes; o a capitular indirectamente, confinando la política trotskista a ejercer presión sobre la dirección contrarrevolucionaria del PT y la CUT, para que ésta vaya "más allá de lo que quiera en su ruptura con la burguesía" a un gobierno obrero y campesino.

Con esta perspectiva se orienta la LIT en Brasil. En el periódico de la Convergencia, CS N° 380 se dice: "¿Pero será que un gobierno de Lula, aún con una enorme presión del movimiento obrero, popular y campesino, atenderá a nuestra exigencia, romperá con la burguesía y estimulará y se apoyará en la autorganización de los trabajadores para llevar adelante un programa anticapitalista que erradique la miseria y el hambre en nuestro país?.. solo la historia demostrará si Lula sucumbirá a los reclamos y a las reivindicaciones de las masas o si quedará prisionero de la institucionalidad burguesa y los patrones".

Esto de dejar la puerta abierta a una evolución de Lula hacia una ruptura con la burguesía, prepara una nueva capitulación de la LIT en Brasil a la dirección del PT. Pero esta vez sería peor que en el proceso del ‘92, ya que lo haría ante la dirección contrarrevolucionaria que estaría en el gobierno, administrando el estado burgués.

¿LLegará la CS, o el PSTU, a apoyar a ese gobierno burgués de frente popular como lo hizo el POUM en España contra la política de Trotsky? ¿Se mantendrá en la oposición pero presionará sobre él manteniendo la esperanza de que Lula y la dirección cutista asuman un curso revolucionario? ¿Dilapidará el PSTU, atados a esa estrategia, la posibilidad de desarrollar organismos de poder obrero en nuevas oportunidades que de la revolución brasilera, superiores a las que ya desperdiciaron con el Encuentro de Belo Horizonte?

Las duras críticas que hacemos, desde la Fracción Internacionalista, es para evitar esa posibilidad y para que los honestos militantes de la CS no tengan el mismo desastroso destino que los dirigidos por Andrés Nin.

El curso asumido por la CS desde el ‘92 hasta la fecha y su actual política, no muestra perspectivas muy alentadoras en este sentido. La Convergencia Socialista en las movilizaciones contra Collor, no agitó la consigna de "gobierno obrero y campesino", concretamente, según creemos sería una formulación correcta en Brasil, "Gobierno de la CUT y el PT que rompa con la burguesía y el imperialismo". Por el contrario a una alternativa de poder de la clase obrera, la CS tuvo como política central" "Elecciones Generales". Cuando el PT sostuvo al gobierno burgués de Itamar Franco y, gracias a la dirección del PT, se marcha hacia las "elecciones generales" del ‘94, la sección brasilera de la LIT redujo la consigna trotskista del Programa de Transición a la fórmula: "Que Lula gobierne", comentiendo así una triple deformación.

Primero, la formulan sin la exigencia de "romped con la burguesía y EL IMPERIALISMO", hecho curioso tratándose de un país semicolonial y de las excelentes relaciones de la dirección petista (como todos los integrantes del Foro de San Pablo) con la embajada norteamericana. De esta manera (y ligada al ‘caballito de batala’ de la CS, "elecciones generales") la asunción de Lula solo puede dar como resultado en el mejor de los casos un gobierno obrero-burgués, cuando no directamente burgués de frente popular, pero nunca un gobierno obrero y campesino. Gobierno obrero-burgués, según la definición de la III Internacional, es un gobierno de los partidos obreros reformistas bajo las instituciones (ejército, policía, parlamento), reglas y leyes del capitalismo, como administradores de izquierda del Estado burgués y los negocios de los capitalistas.

¿Qué diferencia hay, en principio, entre este gobierno de Lula que propone la Convergencia y el de Mitterrand en Francia, Felipe González en España o los tradicionales gobiernos socialdemócratas de Suecia.?

Segundo, con la excusa de "personificar" al gobierno obrero y campesino para "hacerlo más concreto ante las masas", se llama al gobierno de los dirigentes traidores y no de las organizaciones obreras y campesinas de masas, partidos o sindicatos que ellos dirigen, el PT y la CUT en este caso.

Nosotros reivindicamos la tradición de haber levantado en Bolivia la consigna "Todo el poder a la COB!" en el ‘52 y en el ‘85, contra los que como Lora agitaban la fórmula abstracta de "dictadura del proletariado" y llamaban a construir "soviets", desconociendo la forma real que había asumido el organismo de las masas obreras en lucha que arrastraba a los campesinos, y había transformado el carácter rutinario de las organizaciones sindicales, a pesar y contra Lechín. Reivindicamos la consigna "Todo el poder a Solidaridad!" en Polonia del ‘80 (que no era un "gobierno de Walesa", variante que se diera mas tarde poniéndose éste a la cabeza de los planes restauracionistas en el estado obrero polaco), ya que esa consigna expresaba la lucha porque ese organismo, que unificaba a las masas en lucha superando los estrechos límites de un sindicato, se extendiera a los soldados y se armara, a pesar y contra Walesa.

Rechazamos la posición de los sectarios que se negaban a levantar estas consignas aduciendo el carácter contrarrevolucionario de las direcciones de la COB y de Solidaridad, justamente porque "Todo el poder a la COB" y "Todo el poder a Solidaridad" era la mejor política para que los obreros rompan con Lechín y Walesa, y nunca para alimentar ilusiones de las masas en ellos.

De la misma manera, Lenín les exigió a los mencheviques y los socialistas revolucionarios, entre Febrero y Octubre del ‘17, "Romped con la burguesía, fuera los 10 ministros capitalistas", como táctica circunstancial, cuando estos eran la dirección de los soviets y los llevaban a la conciliación con la burguesía participando en el gobierno burgués de frente popular de Kerensky. Lo planteó como posibilidad de un gobierno de esos organismos de obreros, campesinos y soldados que rompiera con los capitalistas, y no como un "gobierno de Tseretelli". Aun peor, la CS está embarcada en la lucha por que la fórmula del PT para las elecciones del ‘94 sea Lula-Osmarino (este último un importante dirigente campesino integrante del PSTU). "Nuestra propuesta es que Osmarino sea el candidato a Vice presidente, al lado de Lula, en el sentido de personificar la alianza entre los trabajadores de la ciudad y el campo, entre el proletariado y el campesinado, contra el conjunto de la burguesía" (38)

No nos negamos a levantar una táctica electoral que exprese una alternativa de clase, pero con esto la consigna de ‘gobierno obrero y campesino’ fue simplificada (despojada de todo su contenido revolucionario) por la CS hasta ser, convertida en una fórmula presidencial,... y ni siquiera levantando la mínima exigencia de que sea la CUT, en congreso de delegados de base, la que vote esa candidatura y su programa!

Tercera tergiversación. Por lo anteriormente dicho, esta consigna en manos de la sección brasilera de la LIT no cumple, obviamente, con el rol asignado por Trotsky en el Programa de Transición, como "arma extremadamente importante para poner al descubierto el rol traidor" de las direcciones del movimiento obrero. Por el contrario, lejos de tener este enorme valor educativo, así planteada, por un lado, alimenta en lugar de combatir las ilusiones de los trabajadores en Lula y, por el otro, en que por la vía de las elecciones burguesas se solucionarán los problemas de las masas en Brasil, un Brasil donde la lucha de clases asume formas cada vez más violentas, donde la burguesía desata embriones de guerra civil contra las masas en ciudad y en el campo, y sectores de las Fuerzas Armadas se alistan para una contrarrevolución por si fracasa el dique de contención del frente popular.

Contra los aspectos más escandalosas de esta política de la sección brasilera, se levantan tibiamente las voces del MAS argentino y de la Tendencia dirigida por el partido colombiano. Sin salir, lamentablemente, de la misma lógica le exigen a Convergencia que llame a imponerlo con la movilización de masas y que, a la formulación de "gobierno de Lula", se le agregue: "responsable ante la CUT". Esto es por un lado, aumentar la presión (movilizando a las masas) sobre la dirección contrarrevolucionaria, y por otro una suerte de control obrero de los futuros administradores del estado capitalista.

Ninguno de los agrupamientos internos de la LIT la plantea, no pueden hacerlo sin romper con su programa "democrático", con el método de Trotsky y el Programa de Transición: para educar en la guerra de clases, en la ruptura de las masas con la burguesía y el imperialismo, en el sentido de desarrollar los organismos que superen los límites del régimen burgués y como instrumento para desenmascarar a las direcciones reformistas de la clase obrera. Es decir entendiendo que, en el caso de concretarse, defenderemos a ese gobierno de los ataques de la burguesía pero sin participar "ni asumir cualquier responsabilidad política por él", en fin, como táctica transicional hacia la dictadura del proletariado.

5. ¿ESTRATEGIA SOVIETICA O ADAPTACION A LA DEMOCRACIA BURGUESA?

La lógica etapista y la ausencia de un programa de reinvindicaciones transitorias por parte de la LIT, lleva de cabeza a una adaptación a la democracia burguesa y al abandono de la estrategia soviética, es decir: de la dictadura del proletariado.

Trotsky en el Programa de Transición dice: "ninguna de las reivindicaciones transitorias puede ser completamente realizada con el mantenimiento del régimen democrático burgués...¿cómo armonizar las diversas reinvindicaciones y formas de lucha aunque sea sólo en los límites de una ciudad? la historia ya ha respondido a este problema: por medio de todos los grupos en lucha. Nadie ha propuesto, hasta ahora ninguna otra forma de organización y es dudoso que se pueda inventar otra. Los soviets no están ligados por ningún programa apriori. Abren sus puertas a todos los explotados. Por estas puertas pasan los representantes de las capas que son arrastradas por el torrente general de la lucha... Todas las tendencias políticas del proletariado pueden luchar por la dirección del soviet sobre la base de la más amplia democracia. Es por esto que la consigna de los soviets es el coronamiento del programa de reinvindicaciones transitorias" (39).

El MAS en el ‘88, cuando todavía imponía su impronta al resto de las secciones de la LIT, llegó al colmo sosteniendo la aberración teórica de que el partido, a través de sus "bastiones", contenía o reemplazaba a los embriones de soviets en la Argentina!

Desde entonces, mucho se ha hablado en la LIT sobre que se "cedió a la democracia burguesa", pero se han buscado los orígenes en causas sociales. Sin dejar de reconocer esas causas, sostenemos que por sí sola la clase obrera, imbuída como está por sus direcciones burguesas y burocráticas de prejuicios pequeño-burgueses y legalistas, no puede ser el único, ni siquiera el principal, reaseguro contra la adaptación al régimen político burgués. La política de "ir a la clase obrera", en sí misma, sin un programa que combata a sus direcciones, no resuelve nada, ya que la adaptación al régimen no es a la democracia burguesa "en general" sino a instituciones concretas: los sindicatos conciliadores, los partidos reformistas y las direcciones burguesas del movimiento de masas. La adaptación a la democracia burguesa se llama PT en Brasil, se llamó CGT y se llama CTA-UCR en la Argentina. Sostenemos que se claudica a estas direcciones porque no se levanta una estrategia y un programa que apunte a superar los límites del estado burgués, una estrategia soviética.

La Fracción Internacionalista no cae en el fetichismo soviético de los dogmáticos. Pero siguiendo a Trotsky intentamos ver cuáles son los organismos existentes que puedan cumplir el rol de los consejos rusos de 1905 y 1917.

Por el contrario, la lucha de clases ha demostrado que, una y otra vez, la LIT, en la Argentina del ‘90 o en Brasil del ‘92, se adapta a los organismos de las masas construídos en épocas de paz, los sindicatos conciliadores o los partidos obreros reformistas, como la CGT y la CTA argentinas y la CUT y el PT brasileros, tal y como son, parte del régimen democrático burgués, y por esta vía se adaptan al régimen en su conjunto.

Igual que el POUM en la revolución española que enfrentó a Trotsky en su lucha por la "juntas revolucionarias" o como el SWP norteamericano durante la revolución en Portugal del ‘74 que se negó a hacer eje de su programa en la formación de los comités de obreros, soldados e inquilinos; la LIT deja de lado una estrategia basada en organismos soviéticos y la lucha porque éstos se desarrollen, se doten de un programa y una dirección revolucionaria y se armen haciéndose irreconciliables con el estado burgués.

De esta estrategia de dictadura del proletariado, reniega directamente la SR, cuando afirma que su "modelo" es el de un "socialismo que será, en su primera fase, un estado no estado", y la reemplaza por una "democracia socialista (que) será la superestructura de toda la sociedad para toda la sociedad" y que incluso podrá "integrar algunas instituciones nacidas de la democracia burguesa"(40).

Tal parece que el "estado no estado" que propugna la SR no es ningún nuevo aporte al marxismo revolucionario. Es tan viejo como la teoría del "Estado combinado" con que Hilferding, el ala derecha de la socialdemocracia alemana, en el ‘19 pretendía combinar los consejos obreros de la revolución proletaria con la Asamblea Constituyente de la democracia burguesa. Los ‘amigos de Rosa’ (Luxemburgo) son aquí sus enemigos declarados.

Para el resto de los reagrupamientos de la LIT, la dictadura del proletariado es reemplazada por la consigna de "gobierno obrero y campesino", no como táctica ni como denominación popular de la dictadura del proletariado sino como estrategia de una primera etapa hacia la dictadura del proletariado, como ya vimos.

6. ¿PARTIDOS TROTSKISTAS O PARTIDOS "POUMISTAS"?

Toda la teoría y el programa trotskista apuntan a un objetivo: superar la mayor crisis de la humanidad, su crisis de dirección revolucionaria.

¿Qué significa crisis de dirección revolucionaria?

En primer lugar, no significa "vacío de dirección" como se sostuvo durante mucho tiempo en la LIT. Crisis de dirección revolucionaria en la época imperialista por el contrario significa para nosotros, la capacidad que tiene el imperialismo en cooptar, comprar, corromper y utilizar como correa de transmisión de su política a las direcciones del movimiento obrero y de masas. Es decir, significa no una falta o vacío de dirección, sino la conformación de aparatos contrarrevolucionarios de la burocracia y la aristocracia obrera en el seno del proletariado, desde sindicatos y partidos hasta estados obreros dirigidos por contrarrevolucionarios.

Lenin define brillantemente el fenómeno de la aristocracia obrera en los países centrales como subproducto del surgimiento del imperialismo y explica en que fuerzas sociales se asentaba el oportunismo de la II Internacional: con las migajas de las ganancias que extraía de la superexplotación de sus colonias, la burguesía imperialista compra a una capa de la clase obrera de las metrópolis y a sus dirigentes.

Esto da un salto cualitativo en la época de "crisis, guerras y revoluciones", de la revolución socialista, distinto que en la época reformista anterior a la primera guerra mundial, en la que se constituyeron la I y la II Internacional. Antes del 14, la socialdemocracia alemana era una corriente oportunista, en cambio a partir de la votación de los créditos de guerra que necesitaba su burguesía imperialista para llevar al proletariado como carne de cañón a su guerra de rapiña, se transformó en contrarrevolucionaria. Es decir, empezó a actuar de acuerdo a los intereses de su burguesía imperialista. En última instancia, cuando las principales fuerzas actuantes son la revolución y la contrarrevolución, el oportunismo de ayer se transforma directamente en reformismo. Lo mismo sucedió con los mencheviques en Rusia: con la revolución pasaron del oportunismo de claudicarle a la burguesía liberal, antes de la caída del zar, a oponerse abiertamente a la revolución bolchevique primero, y después de octubre, a la participación directa en el ejército "blanco". La evolución, más tarde, de la burocracia soviética de "centrismo burocrático" en el ‘23 a casta "pasada con armas y bagajes" a la contrarrevolución en el ‘33 con la traición a la revolución alemana, permitiendo el ascenso de Hitler; y en la última década a restauracionista de capitalismo en los estados obreros, es otro ejemplo.

Esta es la ley tendencial del capitalismo en la época imperialista en relación a las organizaciones del movimiento obrero: de no avanzar la revolución socialista mundial y liquidar al imperialismo, la contrarrevolución avanza sobre el movimiento obrero, no sólo haciéndolo retroceder en sus conquistas económicas, sino comprando y cooptando más y más a sus organizaciones. Si esto es una ley tendencial y no absoluta, se debe, por un lado a las propias contradicciones del capitalismo, que por la baja de la tasa de ganancia se ve obligado a atacar permanentemente al movimiento obrero y con ello socava las bases de sus propios agentes, como acabamos de ver en el Este y la ex-URSS; y por otro, porque los embates de las masas logran conquistas parciales liquidando o poniendo en crisis a esos aparatos, como también se deduce de las lecciones del ‘89. Es sólo en este último sentido que, como dijo Trotsky, "las leyes de la historia son más fuertes que cualquier aparato".

Partiendo de lo anterior, ¿cómo se lucha por la conciencia revolucionaria de clase y se construye una dirección revolucionaria?

La mayoría de la LIT pone el acento en el "agravamiento de la crisis de dirección" que supuestamente provocó el proceso de revoluciones del ‘89. Esta afirmación está basada en el "atraso en la conciencia" no sólo con el que las masas participaron en esas revoluciones, sino incluso el que estas provocaron al generar escepticismo en sectores de la vanguardia obrera y popular en la idea del socialismo.

Para nuestra Fracción Internacionalista, al revés que para la LIT, la caída del stalinismo no agrava sino que sienta las bases para la superación de la crisis de dirección revolucionaria. Esto es así porque, a pesar del brutal atraso en la conciencia de las masas del Este y la ex URSS, que no desconocemos, consideramos como principal factor para la superación de la crisis de dirección, la caída del aparato stalinista mundial y la fuerza de la espontaneidad de las masas, que estaban enchalecadas y que esa caída está liberando, como lo demuestra el actual ascenso en Europa Occidental.

Esto es así porque ha caído el aparato que, por ejemplo, hizo de quinta columna en la guerra civil española, con la GPU stalinista masacrando a los trotskistas que luchaban para que las fuerzas de la revolución proletaria, superaran los límites que le imponía la política de la contrarrevolución a través del frente popular. Veamos como define Trotsky el rol del stalinismo en la revolución española: "Cuando la situación en el frente de la propiedad privada se tornó aun más amenazante en el frente militar, los demócratas de todo pelo, comprendidos los anarquistas, se inclinaron delante de Stalin, y este último no encontró en su arsenal otros métodos que los de Franco. Sin las persecusiones a los trotskistas, los poumistas, los anarquistas revolucionarios y los socialistas de izquierda, las calumnias ignominiosas, los documentos fraguados, las torturas en las prisiones stalinistas, los asesinatos por la espalda, la bandera burguesa no se habría mantenido ni dos meses bajo la enseña republicana. La GPU se encontró dueña de la situación solamente porque defendía de una manera más consecuente que otros, es decir con más trampas y más crueldad, los intereses de la burguesía contra el proletariado" (41).

Como lo demuestra el rol del stalinismo en el caso de la revolución española, se desprende que la lucha por una conciencia revolucionaria de clase, significa la lucha a muerte política y física, contra los aparatos contrarrevolucionarios del movimiento obrero.

Por el contrario, la posición de la LIT, semi-idealista, lleva de cabeza a la capitulación completa a los aparatos contrarrevolucionarios. Por empezar, ¿de dónde viene el monumental atraso en el nivel de conciencia de las masas rusas y del Este, sino de la existencia del aparato stalinista que las oprimió y reprimió, creando una conciencia hostil al socialismo? Por otra parte, llamemos a las cosas por su nombre: la definición negativa de atraso en la conciencia es, por la positiva, conciencia pro-capitalista. Y esta, ¿de dónde proviene sino, de los aparatos contrarrevolucionarios como la socialdemocracia, las corrientes pequeño-burguesas y principalmente la propia burocracia que, con Gorbachov desde el aparato de estado, envenenaron la conciencia de las masas sembrándola de ilusiones en las reformas capitalistas?

De aquella interpretación del atraso en la conciencia se desprende una concepción anti-leninista: para la LIT, la lucha por una conciencia revolucionaria de clase, no es una lucha contra los aparatos, sino una lucha ideológica, a través de la propaganda por el socialismo. No seríamos trotskistas, ni estaríamos haciendo esta polémica, si negáramos la lucha teórico política y la necesidad de la propaganda para organizar en nuestras filas a obreros concientes, pero éste es un componente indispensable en el movimiento trotskista, sólo si es puesto en función de la lucha contra los aparatos contrarrevolucionarios en el movimiento obrero. O sea, para poner en práctica "la máxima expresión de la lucha de clases: la lucha política entre partidos", al decir de Lenín. Esa lucha política entre partidos, que a fin del siglo pasado y a principios de éste, se manifestaba como lucha ideológica, se manifiesta a tono con la época de "crisis, guerras y revoluciones" en medio de violentos enfrentamientos entre las clases. Como plantea el Programa de Transición, es una "guerra sin cuartel", hasta física, contra los aparatos contrarrevolucionarios que dirigen al movimiento obrero.

No accede a una conciencia de clase revolucionaria quien no comprende que debe enfrentar en el seno del movimiento obrero a organizaciones que, con dinero y matones a sueldo, van a comprar o reprimir abiertamente a la vanguardia, para impedir que vaya hacia la revolución.

A no ser que se opine que la conciencia revolucionaria, de clase, es una "conciencia socialista" en general. Para nosotros esa "conciencia socialista", separada de la lucha intransigente contra las direcciones reformistas o burocráticas, no es revolucionaria ni es de clase, es una conciencia burguesa del tipo de la del votante al PDS italiano. Por ello, la diferencia escencial entre una conciencia revolucionaria de clase y la "conciencia socialista" adquirida a través de la propaganda, es que la primera se construye luchando contra los aparatos contrarrevolucionarios y la otra se hace a la sombra de los mismos, adaptándose a ellos.

El FUR

Todas las tendencias de la LIT adoptan como suya la política votada en su congreso del ‘85: el FUR, Frente Unico Revolucionario.

Tal orientación fue presentada en ese congreso, como una "táctica para construír partidos revolucionarios". Curiosamente, casi una década después se la sigue presentando como una táctica con lo que estaríamos en presencia: o de una estrategia o de una táctica para toda una etapa, es decir de la negación de una táctica.

Un revolucionario honesto puede ver en la política del FUR una vía parta dar pasos en la superación de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado.

Lo cierto es que cada sección de la LIT, reivindica para sí esta "táctica" para hacer con ella lo que quiera. Hace unos años en México y Colombia , se las utilizó para capitularle a una corriente populista de la barrialista mexicana América Baroa, y a las corrientes pequeño-burguesas guerrilleristas colombianas en ‘A Luchar’, tan es así que esas corrientes terminaron arrastrando al guerrillerismo a un sector de la dirección del PST colombiano.

Esta política no sirvió para construir partidos revolucionarios, porque sencillamente se capitulaba a esas organizaciones. Según lo definió Moreno en el "Informe al I Congreso" de la LIT: "El Frente Unico Revolucionario es la unidad de todos aquellos que levantan la revolución contra el régimen capitalista".

A ellos se les proponía "un programa mínimo revolucionario". Es decir, a organizaciones guerrilleras, maoístas o filo-stalinistas, que tienen el método acostumbrado en la guerrilla de liquidar físicamente a los opositores internos, se les proponía un programa "mínimo" de definiciones generales "contra el régimen capitalista", ¿y què definción se les exigía en relación al stalinismo y al castrismo que estaban liquidando la revolución centroamericana? Por más que a esto se le agregue mucha "propaganda socialista", es una claudicación. El programa del FUR es "mínimo" pero no es revolucionario. El programa "mínimo" se delimita de la burguesía y sus partidos pero no es revolucionario porque no se separa de los agentes de la burguesía en el movimiento obrero.

Para ver hasta dónde puede llevar esta política queremos detenernos en el caso de la sección de la LIT en Brasil. Convergencia Socialista ha iniciado, desde las movilizaciones del ‘92, un acelerado curso hacia la derecha. Hoy, dice "la utilización de la táctica del FUR puede tener más posibilidades de concretarse en este proceso que estamos viviendo hoy, que antes. Estamos caracterizando una recomposición del movimiento de masas en sus inicios, desde el derrocamiento de las dictaduras en el Este. Es probable que ahora vayamos a encontrar más sectores de vanguardia en ruptura con los aparatos y viniendo a posiciones revolucionarias que antes"(42). Y se lanza a la constitución del FUR hecho partido, el PSTU brasilero (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado).

En síntesis, CS dice algo así como "antes, cuando existía el stalinismo, era más dificil concretar el FUR" , lo que ya es todo un balance de la claudicación del FUR que "concretaron" entonces. Luego afirma que ahora, "desde la caída de las dictaduras del Este (hay) más sectores de vanguardia en ruptura con los aparatos y viniendo a posiciones revolucionarias...".

Convergencia transforma la tendencia general al debilitamiento de las mediaciones, por la caída del stalinismo como aparato mundial, en una ley absoluta. Recaen así en la concepción de "vacío de dirección". ¡¡¡Dicen esto mientras construyen un partido único con burócratas sindicales de la CUT!!!

La Convergencia ha firmado una Carta de "principios" con las corrientes componentes del FUR-PSTU. No hay en ella una sola mención a la lucha contra los aparatos contrarrevolucionarios concretos que actúan en Brasil. No existe un pronunciamiento alrededor de la burocracia del estado obrero cubano, ni de su rol contrarrevolucionario en el continente. No se nombra al Foro de San Pablo, donde participa no sólo el PT, sino todos los stalinistas "aggiornados", castristas y socialdemócratas de Latinoamérica. La Carta de "Principios" no se define alrededor de nada de esto, en realidad para dejar la puerta abierta a todos esos sectores.

Toda la cháchara sobre la política del FUR para construir un partido revolucionario se demuestra como lo que es. El PSTU es el puente que lleva de la Convergencia a un partido de tipo "poumista" con los restos del stalinismo "aggiornado" como el PLP, filo castristas como la Liga y sindicalistas de todo pelaje.

En España en 1931, el POUM de Andrés Nin, firmó con la Federación Catalana, la Declaración del llamado "Bloque obrero y campesino". El parecido entre el accionar del POUM y el de la Convergencia es asombroso. Aquella declaración del POUM, igual que la carta de "principios" del PSTU , no se delimitaba de los aparatos reformistas. La crítica de Trotsky entonces, fue: "El Partido Socialista no ha sido mencionado en la declaración. No se dice, tampoco, ni una palabra sobre los anarcos sindicalistas,y el partido comunista oficial ni se lo nombra, se diría que el ‘bloque obrero y campesino’, se apresta a actuar en el vacío"(43).

Como sabemos el POUM terminó apoyando al Frente Popular. Esto no lo inhibió de los ataques de la GPU stalinista. En el ‘37 Trotsky dice: "Si el POUM cayó víctima de una represión engañosa y sangrienta, es porque el Frente Popular no podía cumplir con su misión de sofocar la revolución socialista, como no fuera abatiendo a su propio flanco izquierdo" (44).

En otro capítulo de este trabajo vimos como la CS, que tiene hegemonía en el PSTU, se inclina peligrosamente a una política de capitulación a un probable gobierno de Frente Popular, encabezado por Lula en Brasil. ¿tendrá la CS-PSTU el mismo trágico destino del POUM de Nin? ¿Habrá iniciado la CS con el PSTU un curso a seguir por la LIT en la construcción de partidos de tipo poumista?

Sólo la lucha resuelta de una fracción por el trotskismo en la LIT, puede frenar el curso de Convergencia, hoy la máxima expresión de una política que le cede a las direcciones reformistas.

Nuestra Fracción Internacionalista, considera imprescindible en el camino de la reconstrucción de la IV, tener políticas de bloques con agrupamientos centristas que evolucionen hacia la izquierda, que puedan llevar a posteriores fusiones principistas.

Trotsky y la Oposición de Izquierda Internacional, en el año 1933, junto a tres partidos obreros centristas, firmó lo que se llamó "la Declaración de los Cuatro" y constituyó el "Bloque de los Cuatro".

¿Cómo fue esa política de los fundadores de la IV Internacional?

El método de Trotsky no tenía nada que ver con el de la LIT y su FUR. Por empezar la Oposición de Izquierda no firmó ningún programa "mínimo" sino que firmó sólo una declaración que se comprometía a "elaborar un manifiesto programático que sea la base principista de la nueva Internacional". En segundo lugar, la declaración llamaba a la formación de una nueva Internacional, sobre bases principistas y no a un agrupamiento centrista con esas organizaciones. Y por último lo más importante, nada de declaraciones generales sobre el régimen capitalista y la revolución en el sentido de la LIT, la propia declaración incluía definiciones contundentes en relación a los aparatos contrarrevolucionarios: la II Internacional Socialdemócrata y la Comintern Stalinista. ¿Qué tiene que ver esto con el frente sin principios del FUR de la LIT?

¿Cuál es la posición de las corrientes de la LIT?¿Están con el método que Trotsky aplicó en el "bloque de los cuatro" como política para reconstruir la IV Internacional o con el FUR de Moreno que no se delimita de los aparatos contrarrevolucionarios y lleva a la licuación del trotskismo en agrupamientos centristas?

Finalmente para tal teoría y programa, tales partidos y política de construcción internacional. La de la LIT es una política centrista que no combate consecuentemente a los aparatos contrarrevolucionarios en el seno del movimiento obrero, con una estrategia de reconstrucción de la IV Internacional.

En el llamado que hacemos al Comité Ejecutivo Internacional de la LIT , pedimos la admisión de nuestra corriente, la Fracción Internacionalista (FI), en las discusiones pre-Congreso y en el Congreso de la LIT. Nuestra intención: reagrupar a los que quieran luchar porque ésta se transforme en una tendencia internacional al servicio de la reconstrucción de la IV sobre bases principistas. Nuestro objetivo: unir a las alas izquierdas del movimiento trotskista en un Movimiento por la Reconstrucción de la IV Internacional expurgada de revisionistas. En este trabajo, hemos intentado fundamentar teórica y políticamente, lo que para nuestra corriente serían las bases principistas para ese agrupamiento dentro de la LIT.

    (1) "Tesis sobre la nueva época", Socialismo Revolucionario.
    (2) Nahuel Moreno, "Escuela de cuadros" - Argentina, 1984. Crítica a las Tesis de la Revolución Permanente de Trotsky, pág. 39.
    (3) Nahuel Moreno, "Revoluciones del siglo XX", pág. 53.
    (4) Idem 1
    (5) Idem 1
    (6) Idem 3
    (7) León Trotsky, "Problemas de la revolución italiana", Escritos, 1930.
    (8) León Trotsky, "La revolución permanente", Edit. Yunque, pág. 29.
    (9) León Trotsky, "A dónde va Francia", Edit. JP Editor, pág. 11.
    (10) Idem 3, pág. 51.
    (11) Idem 3, pág. 56.
    (12) León Trotsky, "España, última advertencia" - La lección de España.
    (13) Idem 12
    (14) Idem 12
    (15) Idem 12
    (16) Idem 12
    (17) Idem 2, págs. 107-108.
    (18) Idem 7
    (19) Idem 7
    (20) León Trotsky, Tesis 5ta. de la Teoría de la Revolución Permanente.
    (21) Idem 20, Tesis 8va.
    (22) Idem 8, pág. 25
    (23) Idem 8, pág. 25
    (24) Idem 20, Tesis 11va.
    (25) Idem 2
    (26) Extraído de la correspondencia entre Trotsky y Preobrajenski de "La era de la revolución permanente", recopilación de Ernest Mandel.
    (27) Idem 26
    (28) Idem 26
    (29) Idem 26
    (30) Idem 26
    (31) Idem 3, pág. 28
    (32) León Trotsky, "La revolución española".
    (33) Correo Internacional de la LIT, Nro. 44, pág. 17.
    (34) León Trotsky, "La independencia de Ucrania y el confusionismo sectario", Escritos, 1939.
    (35) Programa de Transición de la IVª Internacional, Ediciones Crux, pág. 63.
    (36) Idem 35
    (37) Idem 35, pág. 59
    (38) "Ante el proyecto de tesis sobre el Frente Popular", Convergencia Socialista, Boletín Internacional de la LIT.
    (39) Idem 35, pág. 62
    (40) Idem 1
    (41) Idem 12
    (42) "Sobre el PSTU", Convergencia Socialista, Boletín Internacional de la LIT
    (43) Idem 12
    (44) Idem 12

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