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Estrategia Internacional N° 16
invierno (austral) de 2000

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DOSSIER:
HOMENAJE A LEON TROTSKY A 60 AÑOS DE SU ASESINATO

 

Trotsky y las luchas de los pueblos coloniales:
la estrategia y la táctica revolucionaria en los países atrasados

Paolo Casciola

Paolo Casciola es director del Centro Studi Pietro Tresso en Foligno, la única institución italiana dedicada centralmente al estudio de la historia del movimiento trotskista internacional. Ha escrito varios estudios sobre la historia de la Cuarta Internacional y el movimiento trotskista italiano. Algunos de ellos son: "Pietro Tresso militante trotskista 1930-1945" (1985); "Apunti di storia del trotskysmo italiano 1930-1944" (1986); "Il trotskysmo e la rivoluzione in Italia 1943-44" (1987). Tradujo escritos de Trotsky al italiano e investigó la cuestión colonial en la Tercera y la Cuarta Internacional y las políticas de los trotskistas durante la Segunda Guerra Mundial, en particular en el período 1943-45.

La teoría de la revolución permanente de León Trotsky tiene un trasfondo histórico-político considerable. La concepción permanentista del proceso revolucionario se remonta a algunos escritos de Carlos Marx y Federico Engels, sobre todo el muy conocido "Mensaje al Comité Central de la Liga Comunista" de abril de 1850. En sus trabajos, sin embargo, uno puede encontrar también concepciones etapistas. Este legado contradictorio de los "padres fundadores" del comunismo científico tuvo repercusiones significativas para la evolución posterior del movimiento obrero. La "ortodoxia" pro-colonialista de la Segunda Internacional convirtió la concepción etapista de la revolución en un dogma absoluto que fue aceptado sustancialmente por todas las alas de la socialdemocracia, incluso la extrema izquierda.

La ruptura con esa tradición falsamente ortodoxa constituye una de las contribuciones mayores de Trotsky al desarrollo del pensamiento marxista en nuestro siglo. Alrededor del verano de 1905, Trotsky había empezado a desafiar abiertamente el dogma establecido de una forma que incluso fue más allá de las ideas radicales expresadas por Alexander Israel Helphand (Parvus). En la opinión de Trotsky, la fase democrática de la revolución en Rusia podía avanzar hacia la revolución socialista, iniciando en consecuencia una dictadura proletaria apoyada por el campesinado. De hecho, semejante posibilidad se transformó en realidad unos doce años después. La revolución de octubre confirmó positivamente la validez de la teoría que Trotsky había elaborado, negando así en la práctica los varios matices de las nociones etapistas de la revolución planteadas por otros teóricos.

Durante mucho tiempo, sin embargo, la teoría de revolución permanente siguió siendo una "teoría rusa", es decir, algo que, de una manera u otra, era visto sólo como pertinente a la historia rusa. Nadie en el campo marxista - incluso el propio Trotsky - entendió el alcance universal de esta teoría que, después de la prueba crucial de 1917, fue relegada al limbo de las "concepciones anticuadas."

 El punto de vista "europeizante" de Lenin sobre China. Con respecto a la cuestión de la revolución en los países coloniales y semi-coloniales, la política comunista continuó basándose en una perspectiva etapista que suponía que la burguesía nacional era capaz de llevar a cabo las tareas democráticas de la revolución anti-feudal. Cualquier intento por generalizar el postulado básico de la teoría -es decir, la incapacidad de la burguesía nacional (rusa) para resolver las tareas democráticas de la revolución democrática burguesa debido a sus conexiones con la clase feudal dominante por un lado, y con el imperialismo extranjero por el otro- fue desafiado repetidamente por el propio Lenin en los artículos que él consagró a analizar la situación en China, en los sucesos que siguieron a la revolución de 1911. En palabras de Lenin, la burguesía china y asiática estaba "todavía del lado del pueblo contra la reacción"2, y era, por consiguiente, capaz de jugar el mismo papel histórico progresivo que había sido jugado por la burguesía francesa en 1789: "en Asia hay todavía una burguesía capaz de ser la abanderada de la democracia sincera, militante, coherente, una digna camarada de los grandes hombres del Iluminismo francés y de los grandes líderes de finales del siglo dieciocho."3

La posición de Lenin sobre el potencial anti-feudal de la burguesía china estaba claramente basada en una información inadecuada sobre lo que estaba pasando en China en ese momento. De hecho, la revolución de 1911 significó la victoria de un bloque anti-Manchú formado por la burguesía nativa y por sectores considerables de las viejas clases feudales poseedoras, y en consecuencia, el orden social pre-existente no experimentó ningún cambio notable. Se sacrificaron las tareas de la revolución democrática en el altar de la alianza entre los comerciantes y empresarios urbanos por un lado, y los grandes terratenientes por el otro. Las tendencias conservadoras de la burguesía nacional se volvieron más manifiestas cuando -poco después del golpe de octubre de 1911 en Wuchang- la poderosa burguesía compradora de Shanghai, frente a un intento de aumentar los impuestos por parte del gobierno de Nanching (que fue boicoteado financieramente por los Señores de la nobleza), recurrió al "modernizador autoritario" Yuan Shi-kai. Lejos de seguir el mismo camino seguido por la burguesía europea durante su época revolucionaria, por consiguiente, la burguesía nacional china no se reafirmó como una clase gobernante y no creó un aparato estatal propio.

Fue, posiblemente, luego de estos acontecimientos que Lenin planteó episódicamente algunas dudas sobre la actitud revolucionaria real de la burguesía nativa. Así, en un artículo escrito a fines de 1912, declaró que:

La libertad de China fue ganada por una alianza de campesinos demócratas y la burguesía liberal. Si los campesinos, que no son dirigidos por un partido proletario, son capaces de mantener sus posiciones democráticas contra los liberales, que sólo están esperando una oportunidad para desplazarse a la derecha, se verá en el futuro cercano.4

Pero este embrión de revisión permanentista siguió siendo letra muerta. El movimiento comunista siguió actuando como antes dentro de un marco "europeizante", según el cual los pueblos coloniales de Asia tenían que atravesar las mismas fases de desarrollo socio-económico que habían sido experimentadas en Europa. Así, la tarea de los núcleos comunistas en los países atrasados era emprender "una lucha contra las supervivencias medievales y no contra el capitalismo", ya que era necesario para esos núcleos basarse "en el nacionalismo burgués que está despertando, y debe despertar, entre estos pueblos [del Este], y que tiene su justificación histórica."5

 Los primeros años de la Internacional Comunista y la cuestión colonial. Esa antinomia de los puntos de vista de Lenin con respecto a los países coloniales y semi-coloniales iba a marcar toda una época entera en la historia del movimiento comunista. Siguiendo los pasos de Lenin, la Tercera, o también, la Internacional Comunista (Comintern), siempre tuvo una comprensión inadecuada de la "cuestión colonial". El mismo hecho de que la Comintern sólo "descubriera" esa cuestión -y resolviera prestarle atención- a medida que las perspectivas revolucionarias en la "avanzada" Europa empezaron a desvanecerse, es muy sintomático. Además de eso, había más de una ambigüedad en la manera en que el Segundo Congreso Mundial de la Comintern abordó el problema de establecer las directrices de una política revolucionaria para los países coloniales y semi-coloniales.

El enfoque del Segundo Congreso sobre esta cuestión llevó, de hecho, a las políticas completamente erróneas seguidas en Gilán, Persia y Turquía en 1920-21. En esos casos, la libertad de acción de los movimientos comunistas locales se entregó literalmente en pos de llegar a acuerdos con gobernantes burgueses nacionalistas tales como Kemal Pashá o Reza Khan, es decir, en pos de la razón de estado de la Rusia soviética. Así, la Comintern en su primera época tenía algunas de sus secciones coloniales comprometidas en alianzas a largo plazo con las burguesías nacionales "anti-británicas", no obstante el hecho de que estas últimas evitaban que los comunistas locales "educaran y organizaran en un espíritu revolucionario al campesinado y las masas explotadas".6 Por supuesto, esto iba más allá de las tesis de 1920 de Lenin sobre la cuestión nacional y colonial, pero sin embargo, una política completamente equivocada, de hecho suicida, se derivó de las tesis mismas y, además, con el sello de aprobación de la Comintern.

Así, en lo que concierne a la revolución en los países coloniales y semi-coloniales, la política oficial de la Comintern a principio de los ‘20 continuó basándose en una perspectiva esencialmente etapista, que tomaba como premisa la capacidad de la burguesía nacional de llevar a cabo las tareas democráticas de la revolución "anti-feudal". No se planteó una visión claramente permanentista del proceso revolucionario en esos países. De hecho, Lenin sí entrevió la posibilidad de saltearse la etapa capitalista, burguesa, de desarrollo -no en sus tesis, sino en una de sus intervenciones ante el Segundo Congreso de la Comintern- pero esa posición era errada en la medida en que no señalaba el sujeto, es decir, la clase que estaba destinada a jugar el papel dirigente en el proceso de superar al capitalismo. Así, a Hendrikus Sneevliet (Maring) se le permitió estirar los principios hasta el punto de que éste llegó a declarar que el salto por encima de la fase capitalista sería logrado en cooperación con las fuerzas nacionalistas burguesas y/o pequeño-burguesas, transformándolas desde adentro. Tal malabarismo con los principios subrayaba que la política colonial de la Comintern sufrió una interpretación derechista desde el comienzo.

Dentro de este marco general, la línea etapista oficial encontró la oposición de revolucionarios activos en las colonias como Manabendra Nath Roy y Sultán Zadeh. El propio Trotsky tomó una actitud crítica hacia la política establecida en un informe que dio ante el Tercer Congreso Mundial de la Comintern en junio de 1921:

...La base para la lucha de liberación de las colonias está constituida por las masas campesinas. Pero los campesinos necesitan una dirección para su lucha. Tal dirección era proporcionada por la burguesía nativa. La lucha de ésta última contra la dominación extranjera no puede, sin embargo, ser coherente o enérgica ya que la propia burguesía nativa está íntimamente ligada con el capital extranjero y representa en gran medida una agencia del capital extranjero. Sólo el levantamiento de un proletariado nativo lo suficientemente fuerte numéricamente, y capaz de luchar, puede brindar un eje real a la revolución.7

Estas declaraciones permanentistas, sin embargo, eran sólo excepciones con respecto a las visiones etapistas prevalecientes, que hallaron una expresión contundente en enero de 1922 en la creencia de Grigory Zinoviev y Georgy Safarov de que Asia Oriental no estaba madura para una revolución socialista, sino sólo para una revolución nacional anti-feudal, antimperialista que entregaría el poder a la burguesía nacional.

El Frente Unico Antimperialista desde la teoría de la Comintern hasta la práctica china. Esa política fue completamente refrendada seguidamente por el Cuarto Congreso Mundial de la Comintern de noviembre-diciembre de 1922, mediante la adopción de la consigna del "frente único antimperialista", que exigía la creación de un frente común del proletariado colonial y la burguesía nativa; un bloque político con el objetivo de lograr tareas democrático burguesas tales como la unidad nacional y la independencia del imperialismo. La noción etapista subyacente era, de nuevo, que la "sovietización" de los países de Oriente no estaba a la orden del día y no podría ser realizada. El frente único antimperialista fue presentado como una extensión de la táctica del frente único proletario a los países coloniales y semi-coloniales. Sin embargo, ésta era radical y cualitativamente diferente en términos políticos, en la medida en que el frente único proletario, es decir, el frente de una clase (el proletariado) contra otra (la burguesía), se convirtió en esos países en un bloque frentepopulista, de alianza de clases.

Trotsky no participó en la discusión acerca de las cuestiones de Oriente que tuvo lugar en el Cuarto Congreso de la Comintern, y no hay ninguna evidencia de que él haya apoyado alguna vez la política del frente único antimperialista. Pero en un informe sobre ese congreso él planteó una variante de izquierda del punto de vista "europeizante":

...las colonias, si se consideran independiente y aisladamente, no están listas en absoluto para la revolución proletaria. Si se las considera aisladamente, entonces el capitalismo todavía tiene una gran posibilidad de desarrollo económico en ellas. Pero las colonias pertenecen a los centros metropolitanos y su destino está íntimamente ligado con el destino de estos centros metropolitanos europeos.

En las colonias nosotros observamos un movimiento revolucionario nacional creciente. Allí, los comunistas representan sólo núcleos pequeños implantados entre el campesinado. De modo tal que en las colonias tenemos principalmente movimientos nacionales pequeño-burgueses y burgueses… El crecimiento de la influencia de las ideas socialistas y comunistas, la emancipación de las masas trabajadoras de las colonias, el debilitamiento de la influencia de los partidos nacionalistas no sólo pueden asegurarse por el papel de los núcleos comunistas nativos, y no tanto por eso, como por la lucha revolucionaria del proletariado de los centros metropolitanos por la emancipación de las colonias.8

 

Siguiendo las tesis sobre la cuestión oriental adoptadas por el Cuarto Congreso de la Comintern, los documentos oficiales sobre China en 1923 se centraban en la necesidad de llevar a cabo una "revolución nacional". La tarea democrático burguesa central de reforma agraria fue completamente relegada a un segundo plano, debido a su potencial revolucionario, es decir, su capacidad de movilizar a las masas campesinas pobres y encender la lucha de clases en el campo. Semejante rechazo de cualquier posible intervención de los oprimidos en la escena política, que era necesaria por el deseo de no asustar a la burguesía nativa, iba de la mano con una interpretación de la revolución democrática nacional en términos nada más que de unificación del país y de liberación del yugo extranjero. La burguesía nacional china mostraría a continuación su determinación para lograr la unificación y la independencia nacional y su deseo de mantener las relaciones sociales precapitalistas en las áreas rurales.

Trotsky y la entrada del partido comunista chino en el Kuomintang. De conjunto, el curso de la segunda revolución china demostró que todos los sectores de la burguesía nativa, no importa qué tan de "izquierda" fueran, estaban bien listos para arremeter contra los obreros y los campesinos pobres. La política menchevique de etapismo y colaboración de clases impuesta al PC chino por la Comintern dirigida por Stalin-Bujarin abrió la puerta al golpe de estado de Shanghai perpetrado por Chiang Kai-shek en abril de 1927. Ese fue el último eslabón de una larga cadena de contrarrevoluciones nacional-burguesas que se habían asentado luego de la oleada huelguística de mayo-junio de 1925, cuando los antagonismos de clase entre el proletariado chino y la burguesía nativa se habían vuelto totalmente claros. Pero el punto de vista de Trotsky sobre la revolución china no era permanentista desde el comienzo mismo, y hasta septiembre de 1927 él levantó la consigna de "dictadura democrática de los obreros y el campesinado", es decir, la misma fórmula que Lenin había planteado para la revolución rusa de 1905. Esto estaba ligado al análisis de Trotsky acerca del Kuomintang (KMT).

Hasta principios de 1927 Trotsky consideraba al KMT como un embrión biclasista de un futuro partido completamente desarrollado, y esperaba que la política traidora de su ala burguesa empujara al ala pequeño-burguesa más radical a la ruptura. Entonces, el Partido Comunista chino podría establecer un bloque con este último, que era visto como el representante político del componente campesino de la "dictadura democrática". Y en la medida en que el KMT actuara como la fuerza principal del movimiento de liberación nacional, Trotsky no se oponía a la cooperación del PC chino con el KMT, a condición de que los comunistas chinos mantuvieran su completa independencia organizativa y política.

En agosto de 1922 Hendrikus Sneevliet (Maring), en su capacidad de representante de la Comintern en China, llamó a un pleno especial del Comité Central del PC chino, donde planteó una moción sosteniendo que el PC chino debía unirse al KMT ya que éste "no era un partido de la burguesía sino el partido unificado de varias clases"9. Esto se encontró con la oposición de toda la dirección del PC chino, y Sneevliet tuvo que invocar la autoridad de la Comintern para hacer que los líderes del PC chino se sometieran a la disciplina internacional, es decir, a los dictados de Zinoviev-Stalin. Finalmente, a pesar de una resolución redactada por Zinoviev y adoptada por el Comité Ejecutivo de la Comintern en enero de 1923, la política de "alianza del PC chino y el KMT" no se implementó totalmente hasta el Tercer Congreso del PC chino de junio de 1923. Más tarde, Trotsky sostuvo que él se había opuesto a la entrada en el KMT y que había exigido la independencia completa de los comunistas chinos, aunque ningún documento que pruebe esto ha sido hallado hasta el momento. Escribió hacia fines de 1930: "Yo me oponía personalmente desde el principio, es decir, desde 1923, resueltamente a que el partido comunista se uniera al Kuomintang, así como a la aceptación del Kuomintang en la ‘Kuomintern’"10. Es un hecho, sin embargo, que un año antes él había aprobado parcialmente la política de la Comintern dictando la entrada al KMT: " …en 1922 la [perspectiva de una] entrada [en el KMT] no era un crimen en sí misma, y quizás no era incluso un error, sobre todo en el sur [de China], si admitimos que el Kuomintang incluía en ese momento a un número grande de obreros, y que el joven Partido Comunista era débil y estaba formado casi completamente por intelectuales... En ese caso, la entrada habría sido un paso episódico en la dirección de la independencia…. La pregunta es: ¿Cuál fue el objetivo de la entrada, y qué política fue seguida a continuación?"11.

Los errores de Trotsky acerca de China en pos de la unidad con los zinovievistas. Estas declaraciones contradictorias son nada más que una faceta de la posición de conjunto incoherente de Trotsky con respecto a la entrada del PC chino en el KMT, es decir, de un enfoque doble que alcanzó su apogeo en la época de la Oposición Conjunta, que resultó en abril de 1926 en la fusión de la Oposición de Izquierda trotskista rusa, con asiento en Moscú, con la Oposición zinovievista de Leningrado. Como presidente del Comité Ejecutivo de la Comintern hasta octubre de 1926, Zinoviev había compartido la responsabilidad con Stalin y Bujarin por la política de colaboración de clases impuesta al PC chino. E incluso después de su ruptura política con Stalin en diciembre de 1925, Zinoviev siguió defendiendo que el PC chino había tenido razón al resignar la actividad independiente en 1923 para unirse al KMT. A pesar del hecho de que en la primavera de 1927 él se puso de acuerdo con Trotsky en la necesidad de exigir la formación de los soviets de obreros y campesinos en China para dar un contenido revolucionario a la consigna de "dictadura democrática de los obreros y el campesinado", la Oposición Conjunta no apoyó la nueva exigencia de Trotsky de que el PC chino rompiera organizativamente con el KMT.

Así, hasta comienzos de marzo de 1927, Trotsky vaciló entre la oposición formal a la entrada -con el objetivo de salvaguardar la independencia de clase de la vanguardia proletaria china, rechazando en consecuencia cualquier idea de construir un "frente único antimperialista chino" tal como lo concebía la Comintern- y su negativa a exigir la pronta salida del KMT, ya que esto habría abierto seguramente una crisis con el ala zinovievista de la Oposición Conjunta. Es verdad que en su autobiografía, Trotsky había afirmado que: "Desde 1925 yo había exigido el retiro de los comunistas del Kuomintang"12. Y al año siguiente él introdujo un pequeño cambio en cuanto a la fecha de su exigencia de la ruptura de la alianza entre el PC chino y el KMT:

En 1925…yo una vez más presenté la propuesta formal de que el partido comunista abandone el Kuomintang al instante…. En 1926 y 1927, yo tenía conflictos continuos con los zinovievistas sobre esta cuestión…. Pero como era cuestión de romper con los zinovievistas, la decisión general [del ala trotskista de la Oposición Conjunta] fue que yo me pronunciara públicamente sobre esta cuestión y que hiciera conocer a la Oposición mi punto de vista por escrito. Y así es cómo fue que la exigencia fue planteada tan tarde por nosotros…

Ahora yo puedo decir con certeza que cometí un error al transigir en esta cuestión por formalidades13.

De hecho, a pesar de estas afirmaciones ex post facto, no hay ningún documento de antes de marzo de 1927 disponible en que Trotsky, abiertamente y sin ambages, exigiera que el PC chino abandone el KMT.

Una interpretación diferente de la actitud de Trotsky hacia las relaciones entre el PC chino y el KMT ha sido planteada, en una polémica contra el autor de estas líneas, por uno de los editores de la colección en alemán de los escritos de Trotsky acerca de China14. Lauscher intentó demostrar que Trotsky "claramente exigió su retirada [la del PC chino] mucho antes de 1927", refiriéndose a un párrafo de un documento que Trotsky había bosquejado en septiembre de 1926 para la Decimoquinta Conferencia del partido bolchevique en la que él declaró que:

…ahora el PC chino ya no puede seguir siendo un grupo de propaganda dentro del Kuomintang, sino que debe proponerse la tarea de construir un partido independiente de la clase proletaria que debe luchar por la hegemonía de la clase obrera en la lucha para la liberación nacional15.

Dejando a un lado el mero argumento filológico de que la exhortación de Trotsky aquí (el PC chino "debe proponerse la tarea", etc.) no tiene el mismo significado práctico/político inmediato que exigir la pronta retirada de los comunistas chinos del KMT, también debe recordarse que sólo unos días más tarde Trotsky planteó realmente "la cuestión de revisar las relaciones entre el partido comunista y el Kuomintang.16"

Pero lo hizo, de nuevo, de una manera contradictoria. "La participación del PC chino en el Kuomintang", sostuvo, "era absolutamente correcta [mi énfasis - P.C.] en el período cuando el PC chino era un grupo de propaganda que estaba sólo preparándose para una futura [mi énfasis - P.C.] actividad política independiente [el énfasis es de Trotsky] pero que, al mismo tiempo, buscaba tomar parte en la lucha de liberación nacional en curso"17. Sin embargo, después del golpe anticomunista de Chiang Kai Shek del 10 de marzo de 1926, y el comienzo de la Expedición Norteña contra los señores de la guerra en julio de 1926, la tarea política inmediata de los comunistas chinos era, para Trotsky, "luchar por la dirección independiente directa de la clase obrera que ha despertado"18; pero esta lucha era concebida en el marco del "bloque político con el Kuomintang de conjunto o con elementos particulares de él, a lo largo y a lo ancho de la república o en provincias particulares, dependiendo de las circunstancias19".

Finalmente, fue sólo a principios de marzo de 1927 que Trotsky declaró definitivamente que: "Si nosotros queremos intentar salvar el Partido Comunista chino de degenerar finalmente hacia el menchevismo, no tenemos derecho a hacer a un lado un solo día más la exigencia de la retirada del Kuomintang"20. Y un mes después escribió que era necesario reconocer la corrección de una resolución formulada por Chen Tu-hsiu y Peng Shu-tse que había sido aprobada unos nueve meses antes por el Comité Central del PC chino, que exigía "que el partido se retire del Kuomintang y forme un bloque con esa organización a través de su ala izquierda"21, es decir, un frente único con el ala izquierda del KMT.

La naturaleza y dinámica de la revolución china. En 1926-27, Trotsky esperaba derrotar a Stalin políticamente a través del bloque con los zinovievistas. Para conservar ese bloque, se subordinó a la mayoría de la Oposición Conjunta, incluso sobre la cuestión candente de la revolución china que había empezado en mayo de 1925. Como hemos visto anteriormente, durante casi todo del período revolucionario, Trotsky no preveía que la revolución china podría seguir el mismo curso de la revolución de octubre en Rusia, y planteó la consigna de "dictadura democrática de los obreros y el campesinado", no de una dictadura proletaria. Todavía atado básicamente al punto de vista "europeizante" de la Comintern de los inicios, se abstuvo durante un largo tiempo de oponerse a las concepciones etapistas de Stalin. Por otro lado, antes de marzo de 1927, los eventos chinos no ocuparon una posición predominante en la lucha política de Trotsky.

Pero en marzo de 1927, cuando los ejércitos del KMT estaban capturando las principales ciudades industriales de China y el ala derecha del KMT estaba desarrollando rápidamente sus inclinaciones cada vez más anti-comunistas, Trotsky rechazó por primera vez la posibilidad de que cualquier ala del KMT pudiera jugar un papel progresivo. En palabras de Trotsky, el KMT de conjunto, sin distinción entre su ala derecha e izquierda, era "una organización del pasado":

…Mientras evitemos que el partido comunista tome una posición organizativa estrictamente definida, sometiéndolo a la disciplina ideológica del sunyatsenismo, el Kuomintang necesaria e inevitablemente conferirá poder a los elementos más influyentes, decisivos, y organizados del campo nacional "unido", es decir, hablando francamente, a la burguesía liberal. Así, el Kuomintang bajo las condiciones presentes es una "correa de transmisión" para entregar a las masas populares revolucionarias a manos de la burguesía, para subordinarlas políticamente a ella22.

Con el acuerdo de Zinoviev, exigió la formación de los soviets de obreros y campesinos bajo la guía de los comunistas, que fueron instados a abandonar el KMT, como una expresión concreta de la alianza obrero-campesina. Se pensaba que esto daba un contenido revolucionario a la consigna de "dictadura democrática": la tarea era crear un gobierno obrero y campesino en lucha contra el imperialismo y sus agentes burgueses nacionales. Pero en opinión de Trotsky tal gobierno no tenía todavía nada que ver con la revolución socialista:

El problema de la lucha por el gobierno obrero y campesino no debe en ningún caso ser identificada con el problema de los "caminos no capitalistas" de desarrollo para China. Esto último puede proponerse sólo provisionalmente y sólo dentro de la perspectiva del desarrollo de la revolución mundial. Sólo un ignorante de la variedad socialista-reaccionaria podría pensar que la China actual, con sus actuales cimientos tecnológicos y económicos, puede a través de su propio esfuerzo saltar por encima de la fase capitalista23.

Seis meses después, en septiembre de 1927, Trotsky dio un paso cualitativo decisivo e inequívocamente declaró por primera vez que el único camino a la victoria de la revolución en China pasaba por la dictadura proletaria. En otras palabras, las tareas de la revolución democrática en China podrían ser resueltas sólo bajo la dirección del proletariado urbano: "La revolución democrático burguesa china avanzará y resultará victoriosa en la forma soviética o no será nada"24. Este giro en el análisis de Trotsky sólo tuvo lugar después del golpe sangriento de Chiang Kai-shek el 12 de abril de 1927, y algunos meses antes de la ruptura de su bloque político con los zinovievistas. Fue por consiguiente sólo al día siguiente de la tragedia china, y extrayendo las debidas lecciones de ella, que Trotsky se decidió a aplicar la teoría de la revolución permanente a China y a todos los países coloniales y semi-coloniales.

 La generalización de la teoría de la revolución permanente. Así, la derrota de la segunda revolución china de 1925-27 trajo aparejada una generalización de la teoría de la revolución permanente a todos los países atrasados a lo largo y ancho del mundo. Pero hay un caso particular en el que Trotsky parece haber hecho un intento, no obstante embrionario y no desarrollado, de aplicar un principio básico de la revolución permanente fuera del imperio zarista ruso, incluso antes de 1917. En un artículo que trata acerca de los problemas nacionales de la región balcánica que apareció en la Pravda vienesa en agosto de 1910, Trotsky sostuvo que:

… La burguesía balcánica, como en todos los países que han llegado tarde al camino del desarrollo capitalista, es políticamente estéril, cobarde, carente de talento, y podridamente chovinista. Está absolutamente más allá de su poder emprender la unificación de los Balcanes. Las masas campesinas están demasiado desperdigadas, son demasiado ignorantes e indiferentes a la política como para esperar cualquier iniciativa política de ellas. Entonces, la tarea de crear condiciones normales de existencia nacional y estatal en los Balcanes recae con todo su peso histórico sobre los hombros del proletariado balcánico25.

Aparte de esta excepción al "permanentismo sólo ruso" de Trotsky previo a 1917, la revolución permanente fue codificada eventualmente como una teoría mundial en el libro de Trotsky La revolución permanente, publicado en 1929, que era una polémica profunda contra la visión de Karl Radek sobre este asunto. El libro terminaba con todo un juego completo de tesis que llevan el título "¿Qué es la revolución permanente? Postulados básicos", donde el primer rasgo básico de la teoría se resumió en los términos siguientes:

2. Con respecto a los países con un desarrollo burgués tardío, sobre todo los países coloniales y semi-coloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la solución completa y genuina de sus tareas de lograr la democracia y la emancipación nacional sólo es concebible a través de la dictadura del proletariado como el líder de la nación oprimida, sobre todo de sus masas campesinas.

3. No sólo la cuestión agraria, sino también la cuestión nacional le asigna al campesinado - la mayoría aplastante de la población en los países atrasados - un lugar excepcional en la revolución democrática. Sin una alianza del proletariado con el campesinado no pueden resolverse las tareas de la revolución democrática, ni incluso pueden ser planteadas seriamente. Pero la alianza de estas dos clases no puede realizarse de ninguna otra manera más que a través de una lucha irreconciliable contra la influencia de la burguesía nacional-liberal.

4. No importa cuales sean las primeras fases episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria entre el proletariado y el campesinado sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria, organizada en el partido comunista. Esto a su vez significa que la victoria de la revolución democrática sólo es concebible a través de la dictadura del proletariado basada en la alianza con el campesinado, y resolviendo las tareas de la revolución democrática en primer lugar26.

Finalmente, en el denominado "Programa de Transición" adoptado por la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional en septiembre de 1938, él reafirmó inequívocamente que: "la tendencia general del desarrollo revolucionario en todos los países atrasados puede ser determinada definitivamente por la fórmula de la revolución permanente en el sentido impartido a él por las tres revoluciones en Rusia (la de 1905, la de febrero de 1917, la de octubre de 1917)."27

Una política revolucionaria para la India. La generalización, por parte de Trotsky, de la estrategia de la revolución permanente a todos los países coloniales y semi-coloniales queda ejemplificada gráficamente en la posición que adoptó con respecto a la India. Ya en mayo de 1930, en un artículo dedicado a analizar las tareas y los peligros de la revolución india, Trotsky señalaba el "rol traidor" de la burguesía nativa, que había sido "obligada a emprender acciones con el objetivo de controlar al movimiento para quitarle su filo revolucionario"28. Tomando en cuenta el deseo de los campesinos pobres de una distribución "justa" de la tierra, sostenía que la lucha del campesinado podía ser transformada en una genuina revolución social "sólo mediante la dirección de una clase urbana, que a continuación se transforma en el caudillo del pueblo revolucionario"29, esto es, el proletariado colonial. Así, uno de los principales rasgos de la revolución india era la "lucha entre el proletariado y la burguesía por la dirección de las masas campesinas.30"

Trotsky rechazó de plano el programa de la Comintern stalinista, "que atribuye un rol revolucionario a la burguesía colonial"31 mientras que esta última "es capaz de jugar sólo un rol contrarrevolucionario y no uno revolucionario"32, y también condenó el movimiento de resistencia pasiva inspirado por Ghandi -que buscaba evitar la revolución social predicando la no violencia- como el "nudo táctico que ata la ingenuidad y la ciega abnegación de las masas pequeño burguesas dispersas a las maniobras traicioneras de la burguesía nacional"33. Y Trotsky llegaba a la siguiente conclusión:

...si la revolución india se desarrolla sobre la base de un bloque de obreros, campesinos y de la pequeño burguesía; si este bloque se enfrenta no sólo al imperialismo extranjero y al feudalismo sino también a la burguesía nacional que está ligada a estos en todas las cuestiones básicas; si el proletariado se sitúa a la cabeza de este bloque; si este bloque llega a la victoria barriendo a sus enemigos mediante un alzamiento armado y de esta forma el proletariado se eleva hasta tomar el papel de caudillo real de la nación entera; entonces se plantea la siguiente pregunta: ¿en qué manos estará el poder después de la victoria si no es en manos del proletariado?34

Nueve años más tarde, en 1939, Trotsky subrayó una vez más en términos inequívocamente permanentistas la incapacidad de la burguesía india de liderar una lucha genuinamente antimperialista debido a sus estrechos lazos de dependencia con el imperialismo británico. La victoria final de la revolución en India sólo podría asegurarse mediante "la alianza de los obreros y los campesinos pobres" ya que "la unión con la burguesía lleva al proletariado a renunciar a la lucha revolucionaria contra el imperialismo"35. Trotsky, sin embargo, no excluyó la posibilidad de que la burguesía nativa, si bien buscaba "un compromiso con el imperialismo británico no importa a qué precio"36, podría verse forzada a dar algunos pasos "en el camino de la lucha contra el dominio arbitrario de Gran Bretaña". En tal circunstancia, "el proletariado apoyará semejante paso naturalmente. Pero éste lo apoyará con sus propios métodos: reuniones de masas, consignas contundentes, huelgas, movilizaciones, y las acciones de combate más firmes"37, y no bajo la disciplina de un bloque político de colaboración de clase con la burguesía india. La "política de subordinar el proletariado a la burguesía" que los stalinistas estaban planteando "bajo el disfraz del Frente Popular" equivalía a "un rechazo del programa agrario revolucionario, un rechazo de armar a los obreros, un rechazo de la lucha por el poder, un rechazo de la revolución."38

Así, Trotsky reconoció la necesidad de apoyar "cada acción revolucionaria de oposición dirigida contra el imperialismo"39. Pero aclaró que "este apoyo debe estar inspirado por una desconfianza firme hacia la burguesía nacional y sus agentes pequeño-burgueses. No debemos confundir nuestra organización, nuestro programa, nuestra bandera con la de ellos ni por un momento."40

La revolución permanente en Indochina. La posición de Trotsky con respecto a Indochina a principios de los ‘30 mostraba una desconfianza similar de la burguesía nacional. En una crítica a un documento redactado por un grupo de Oposicionistas de Izquierda indochinos en París, él exigió "una lucha sin compromisos contra la burguesía nacional"41. La única forma aceptable de colaboración entre las clases era "la colaboración entre el proletariado y el campesinado pobre, así como con las capas más oprimidas y explotadas de la pequeño burguesía urbana. Este tipo de colaboración revolucionaria...se produce de una manera tal que transforma al proletariado en el verdadero líder de la nación"42. Trotsky también trazó una distinción clara entre el nacionalismo de la burguesía nativa que es "un medio para subordinar y engañar a las masas", y el nacionalismo de las masas populares indochinas, que es una expresión de su "justo y progresivo odio a... los imperialistas extranjeros"43. Mientras lucha contra estos últimos, el proletariado "no tiene derecho de volverle la espalda a este tipo de nacionalismo [de la masa del pueblo]. Por el contrario, debe demostrar en la práctica que es el luchador más coherente y sacrificado de la liberación nacional de Indochina."44

Estas posiciones permanentistas de Trotsky fueron apoyadas por los militantes indochinos que firmaron el documento al que Trotsky estaba refiriéndose, quienes iban a fundar el Ta Doi Lap, la primera organización de la Oposición de Izquierda en Indochina. Y en 1936 uno de ellos, Ho huu Thuong, redactó un artículo45 para el periódico teórico, en idioma francés, de los militantes cuartainternacionalistas indochinos, en el que presentó un resumen abarcativo de la política trotskista con respecto a la burguesía nacional. Criticó a aquellos "teóricos conservadores" que consideraban a la burguesía nacional como una clase que era "todavía revolucionaria". Contrariamente a esto, Ho huu Thuong explicaba que, "la burguesía nativa no es independiente de la burguesía internacional. Más que eso, es un agente del imperialismo", que llega tan lejos como hasta "traicionar en cada momento a sus propios intereses específicos de clase, porque su vida y su muerte dependen de la buena voluntad del imperialismo."

El imperialismo francés estaba usando a la burguesía indochina para mejor "explotar a las masas obreras con métodos semifeudales". Por consiguiente, "la burguesía nativa es el peor enemigo del pueblo", y la lucha proletaria debe emprenderse "en primer lugar" contra ella. Ho huu Thuong, sin embargo, no descartaba la posibilidad de alcanzar "acuerdos prácticos" con algunos sectores de la burguesía nacional, a condición de que sirvieran al propósito de "luchar mejor contra el imperialismo en su conjunto". Y de todos modos, él subrayaba la necesidad de no olvidarse que "esa gente con quienes nosotros estamos preparando un bloque son nuestros enemigos":

Estos acuerdos con fuerzas burguesas locales deben permanecer en un terreno estrictamente práctico. Nada de pancartas con firmas comunes. Nada de programas en común. Nada de organizaciones en común. Cada clase debe mantener su completa libertad de crítica incluso al calor de la lucha...

Un acuerdo práctico no es una coexistencia pacífica del lobo y el cordero... Un acuerdo práctico no es un intento de hacer ‘un matrimonio de conveniencia’ entre dos clases básicamente antagónicas...

Un acuerdo práctico no es nada más que una nueva forma de lucha, muy rica en su contenido, por la cual el proletariado entra a competir con la burguesía. Y de todas formas es una lucha de clase. No puede tener ningún otro significado46.

Los Oposicionistas de Izquierda indochinos estaban completamente de acuerdo con el reconocimiento de Trotsky acerca de la necesidad de relacionarse políticamente a los movimientos burgueses nacionales en los países atrasados. Trotsky tampoco rechazaba los "acuerdos estrictamente prácticos, rígidamente delimitados, que sirvan cada vez a un objetivo bien definido"47. con aquellos sectores de la burguesía nativa que, en una coyuntura dada, realmente podrían luchar contra el imperialismo. En la opinión de Trotsky, tales acuerdos no tenían una naturaleza estratégica, a largo plazo, ya que él no creía "ni por un momento en la capacidad o la disposición de la burguesía, sea para encabezar una lucha genuina contra el imperialismo o para no bloquear a los obreros y campesinos"48. En otras palabras, como sus seguidores en Indochina, Trotsky no descartó la posibilidad de que, debido al desarrollo concreto de la lucha antimperialista, fuerzas de clase cualitativamente diferentes podrían agruparse para luchar contra un enemigo común en los países coloniales y semi-coloniales. Pero una condición previa crucial para este "acuerdo separado, práctico y conveniente" era "no permitir que se mezclen las organizaciones o las banderas directa o indirectamente durante un solo día o una sola hora"49.

América Latina pasando por la Comintern de Lenin a la Cuarta Internacional de Trotsky. Los mismos puntos de vista fueron sostenidos por Trotsky con respecto a América Latina. Aquí, sin embargo, debe decirse que -a diferencia de Asia oriental- las perspectivas permanentistas no habían estado ausentes de los primeros documentos oficiales de la Comintern sobre América Latina. En un llamado dirigido a la clase obrera del continente americano, publicada a principios de 1921, el Comité Ejecutivo de la Comintern exigía la construcción de partidos comunistas sudamericanos que debían ganar influencia entre las masas campesinas pobres, ya que "la unidad revolucionaria de la clase campesina pobre y la clase obrera es indispensable; sólo la revolución proletaria puede liberar al campesinado rompiendo el poder del capitalismo; sólo una revolución agraria puede salvar a la revolución proletaria del peligro de ser aplastada por la contrarrevolución"50. Y dos años después, el Cuarto Congreso de la Comintern publicó otro llamado dirigido a los obreros y campesinos latinoamericanos, completamente opuesto a la política etapista de colaboración de clases adoptada por el mismo congreso acerca de la cuestión de Oriente. En lugar de llamar a la creación de un frente único antimperialista con la famosa burguesía nativa revolucionaria, el llamado sostenía que "debe oponerse la unidad proletaria a la ofensiva burguesa". Las masas trabajadoras latinoamericanas fueron empujadas a la lucha contra su propia burguesía para luchar también "contra el imperialismo yanky que encarna... la reacción capitalista"51.

Así, la política de la Comintern en sus inicios para América Latina giraba alrededor de la perspectiva de construir una alianza del proletariado urbano y rural, opuesta tanto al imperialismo norteamericano como al capitalismo nacional, es decir, la burguesía nacional. Las diferentes clases capitalistas nacionales gobernantes no estaban interesadas en luchar por la independencia -que ellas habían ganado formalmente en el siglo XIX, pero que sólo había llevado a una dependencia económica creciente del capital financiero extranjero-, ni en llevar a cabo una reforma agraria radical, porque ellas estaban estrechamente ligados, y entrelazados, con los grandes terratenientes. La realización de estas tareas democrático burguesas recaía sobre los hombros del pueblo trabajador.

La posición de Trotsky acerca de los problemas de la revolución latinoamericana era bastante similar a la sostenida por la Comintern en sus primeros años. Por ejemplo, en el borrador final de sus tesis de 1934 sobre "La guerra y la Cuarta Internacional" mostró una total desconfianza hacia "la atrasada burguesía sudamericana, un agente completamente venal del imperialismo extranjero"52. En la misma tesitura, durante una discusión que tuvo lugar en 1938, Trotsky sostuvo que la burguesía latinoamericana, de la misma manera que la burguesía en Rusia y China, era "incapaz de resolver [las] tareas democráticas"53 planteadas por la lucha antimperialista. También planteó la cuestión de mantener la independencia de clase del proletariado en oposición a la burguesía nativa, sobre todo con respecto a la cuestión agraria que jugaría un papel decisivo en el marco de una lucha genuina contra el imperialismo:

…durante la lucha por las tareas democráticas, nosotros oponemos el proletariado a la burguesía. La independencia del proletariado incluso al principio de este movimiento es completamente necesaria, y nosotros oponemos el proletariado a la burguesía sobre todo en lo que toca a la cuestión agraria… Si los campesinos siguen apoyando a la clase burguesa, como de hecho sucede ahora, entonces esto resultará en un estado semidemocrático, semi-Bonapartista tal como los que ahora existen en todos los países de América Latina, con inclinación hacia las masas.

Éste es el período en el que la burguesía nacional busca obtener un poco más de independencia de los imperialistas extranjeros. La burguesía nacional está obligada a coquetear con los obreros, con los campesinos, y entonces tenemos el hombre fuerte del país, orientado hacia la izquierda como sucede ahora en México.

Si la burguesía nacional es obligada a cesar en su lucha contra los capitalistas extranjeros y a trabajar bajo el tutelaje directo de los capitalistas extranjeros, entonces tendremos un régimen semifascista, como en Brasil por ejemplo. Pero la burguesía allí es completamente incapaz de crear un dominio democrático, porque por un lado se halla el capital imperialista, y por otro lado teme al proletariado, porque la historia se salteó una etapa allí, y el proletariado se transformó en un factor importante antes de la organización democrática de la sociedad entera54.

Los bloques militares con las fuerzas nacionalistas y la lucha contra las sanciones imperialistas. En el curso de esa misma discusión sobre América Latina, Trotsky fue contundente en cuanto a la necesidad de apoyar a la burguesía nacional "en cada caso donde haya una lucha directa contra los imperialistas extranjeros o sus agentes fascistas reaccionarios"55. Tal apoyo a movimientos de masa antimperialistas dirigidos por la burguesía nativa no deben, sin embargo, ser confundidos con el apoyo político a la propia burguesía. El apoyo del proletariado y su participación en las luchas antimperialistas en los países coloniales y semi-coloniales, debería perseguir el objetivo de contraponer el nacionalismo genuinamente revolucionario-democrático y las expectativas del pueblo al nacionalismo reaccionario de la traicionera burguesía nativa, es decir, agudizar la contradicción entre el carácter progresivo, antimperialista, del movimiento y la naturaleza contrarrevolucionaria de las fuerzas que lo estaban dirigiendo.

Como hemos visto, Trotsky no descartó la posibilidad de apoyar a la burguesía nacional en la medida en que ésta última diera algunos pasos en el camino de una lucha directa contra el imperialismo. En su opinión, esto podría hacerse sea en la forma de aquellos acuerdos prácticos rígidamente delimitados, requeridos por la dinámica concreta de la lucha antimperialista o en la forma de un bloque militar con las fuerzas de la burguesía y/o pequeño burguesía nacionalista, en caso de una confrontación militar abierta con las tropas imperialistas. Las dos formas de cooperación perseguían el objetivo de ganar la dirección del movimiento de masas a los políticos nacionalistas burgueses o, siempre que estos últimos estuvieran en el poder y enfrentados a una agresión imperialista, a preparar políticamente su derrocamiento denunciando su debilidad y sus vacilaciones traicioneras a los ojos de las masas coloniales.

En caso de una agresión imperialista contra un país colonial o semi-colonial, por consiguiente, Trotsky subrayaba la necesidad de apoyar la lucha progresiva de este último por la independencia del yugo extranjero. Éste era el caso, por ejemplo, con el conflicto entre Italia y Etiopía que estalló en octubre de 1935. Trotsky había empezado a esbozar la posición del movimiento cuartainternacionalista hacia ese conflicto en un período en el que la agresión todavía se estaba preparando: la lucha de los revolucionarios debía ir "dirigida no contra el fascismo, sino contra el imperialismo"56 en su conjunto. Así, señalaba el carácter antimperialista de la lucha de Etiopía y se declaraba a favor de una victoria de Etiopía sobre la Italia imperialista y fascista.

Este punto de vista encontró una aplicación práctica en la actitud adoptada por los seguidores italianos de Trotsky con respecto a las sanciones contra la Italia fascista decretadas por las potencias imperialistas "democráticas" a través de la Liga de las Naciones: a la política de las fuerzas stalinistas, socialdemócratas y centristas que, estando a favor de la derrota de la maquinaria de guerra de Mussolini, apoyaron de hecho las medidas de la Liga de las Naciones, en el marco de una suerte de sagrada unión internacional con un sector de la burguesía imperialista, los trotskistas opusieron una orientación revolucionaria independiente que fue resumida por Alfonso Leonetti en una reunión del Secretariado Internacional a fines de octubre de 1935 así: "Las sanciones son un asunto de los imperialistas. Nosotros no podemos estar en favor o en contra de las sanciones imperialistas; nosotros debemos denunciarlas y llamar a la acción autónoma del proletariado"57.

Semejante acción que incluyó un boicot revolucionario contra todos los imperialismos y una propaganda por la confraternización de los soldados italianos con los luchadores abisinios, fue alimentada por la conciencia de que una derrota de la Italia fascista a manos de Etiopía no sólo podría ser una oportunidad de hacer revivir al proletariado italiano en vista de un posible derrocamiento revolucionario de la dictatura fascista, sino que también, y sobre todo, habría impulsado a la rebelión de todos los pueblos coloniales oprimidos contra el imperialismo (italiano, británico, francés o el que fuere), ayudando así también a abrir nuevas perspectivas para la lucha de la clase obrera en las metrópolis imperialistas, tanto en los países fascistas como en los "democráticos". O, para decirlo con las palabras de Trotsky:

Si Mussolini triunfa, esto significa el refuerzo de fascismo, el fortalecimiento del imperialismo, y el desaliento de los pueblos coloniales en Africa y en todas partes. La victoria del Negus, sin embargo, no sólo significaría un golpe poderoso al imperialismo italiano, sino también al imperialismo en su conjunto, y prestaría un impulso poderoso a las fuerzas rebeldes de los pueblos oprimidos58.

El mismo razonamiento fue aplicado por Trotsky a la suposición hipotética de una agresión militar británica contra el Brasil "semifascista":

...Les pregunto: ¿de qué lado del conflicto estará la clase obrera? Yo responderé personalmente; en este caso yo estaré del lado del Brasil "fascista" contra la "democrática" Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque el conflicto entre ellos no se trata de una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra resulta victoriosa, pondrá a otro fascista en Río de Janeiro e impondrá cadenas dobles a Brasil. Si Brasil, por el contrario, resultara victorioso, esto dará un impulso poderoso a la conciencia nacional y democrática del país y llevará al derrocamiento de la dictadura de Vargas. La derrota de Inglaterra significará, al mismo tiempo, un golpe para el imperialismo británico y dará impulso al movimiento revolucionario del proletariado británico59.

 La política de bloques militares en la práctica: la guerra chino-japonesa. La política de bloques militares contra la agresión imperialista fue planteada por Trotsky de una manera muy sistemática durante la guerra entre China y Japón. Esa política, que él también aplicó al "gobierno de Stalin-Negrín" durante la guerra civil española, derivaba directamente de la experiencia bolchevique en la lucha contra el intento de golpe perpetrado por el general Lavr Kornilov contra el gobierno provisional presidido por Alexander Kerensky en septiembre de 1917. Como el propio Trotsky recordaba veinte años después:

Los bolcheviques no se mantuvieron neutrales entre el campo de Kerensky y el de Kornilov. Ellos lucharon en el primer campo contra el segundo… Fue precisamente en el mes de agosto, con el levantamiento de Kornilov, que comenzó el ascenso prodigioso de los bolcheviques. Este ascenso sólo se hizo posible gracias a la política bolchevique de doble filo. Mientras participaban en la primera línea del combate contra Kornilov, los bolcheviques no tomaron la más mínima responsabilidad por la política de Kerensky. Al contrario, ellos lo denunciaron como responsable del ataque reaccionario, y también por su incapacidad de sofocarlo. De esta manera, ellos prepararon las premisas políticas de la Revolución de octubre, en la que la alternativa Bolchevismo o contrarrevolución (comunismo o fascismo) se transformó de una tendencia histórica, en una realidad viviente inmediata60.

Así, cuando las tropas japonesas invadieron China en julio de 1937, Trotsky declaró que, mientras "participaban activamente en la guerra", los revolucionarios chinos "no pueden y no deben tomar sobre sí la más mínima responsabilidad política por el gobierno burgués"61 de Chiang Kai Shek. En cambio, incluso en tiempos de guerra, ellos tenían que mantenerse "en oposición irreconciliable a la burguesía", y "soldar a los obreros alrededor de la vanguardia revolucionaria, reagrupar a los campesinos alrededor de los obreros, y de este modo prepararse para... la dictadura del proletariado"62. Trotsky no abrigaba "ninguna ilusión en Chiang Kai Shek, su partido, o la clase dominante china en su conjunto"63, pero también reconoció que era necesario que los revolucionarios tomaran parte en la lucha emancipatoria progresiva de China, a través de la creación de un bloque militar con la burguesía nativa, como sucedió por la época de la Expedición Norteña de Chiang en 1926.

En el marco de este bloque, sin embargo, el partido revolucionario debe "mantener una entera independencia política y organizativa", y la clase obrera, "mientras permanece en la primera línea de la lucha militar, [debe] preparar el derrocamiento político de la burguesía"64, porque esta última "teme a sus propias masas armadas más de lo que teme a los intrusos japoneses. Aunque Chiang Kai Shek, el verdugo siniestro de la revolución china, se vea empujado por las circunstancias a librar una guerra, su programa todavía está basado, como antes, en la opresión de sus propios obreros y en los acuerdos con los imperialistas"65.

Ésa era la actitud de Trotsky hacia una cuestión crucial de la revolución en los países coloniales y semi-coloniales, es decir, hacia la burguesía nacional, una clase que:

…tolera todas las formas de degradación nacional en la medida en que pueda esperar mantener su propia existencia privilegiada. Pero en el momento en que el capital extranjero se propone asumir el control irrestricto de la riqueza entera del país, la burguesía colonial se ve obligada a recordarse a sí misma sus obligaciones "nacionales". Bajo la presión de las masas puede verse arrastrada hacia una guerra. Pero ésta será una guerra emprendida contra una de las potencias imperialistas, la menos acequible a las negociaciones, con la esperanza de ponerse al servicio de algún otro poder más magnánimo... Sólo esa clase que no tiene nada que perder, excepto sus cadenas, puede llevar hasta el final la guerra contra el imperialismo por la emancipación nacional66.

 

Versión original escrita en marzo de 1990 Revisada y extendida en julio del 2000

Paolo Casciola


Notas:

1.Esta es una versión revisada y considerablemente ampliada de un trabajo con el mismo título que yo había preparado para el simposio internacional sobre Leon Trotski 1879-1940/1990. Kritiker und Verteidiger der Sowjetgesellschaft, que se llevó a cabo entre el 26 y el 29 de marzo de 1990 en Wuppertal (Alemania Occidental). Este fue concebido no sólo como una contribución especializada, sino también sobre todo como un documento polémico y una crítica política a aquellos trotskistas -tales como el Workers Power británico o el Partido Obrero Revolucionario de Guillermo Lora en Bolivia- que todavía siguen reivindicando la política etapista, de colaboración de clases del "Frente Unico Antimperialista". La versión original inglesa y su traducción italiana fueron publicadas en forma de folleto por el Centro de Estudios Pietro Tresso en abril de 1990, con una nota adicional sobre las posiciones de Trotsky con respecto a las relaciones entre el Partido Comunista chino y el Kuomintang en el período 1922-27.

2. V. I. Lenin, "La atrasada Europa y la avanzada Asia" (10 [23] de mayo de 1913, en V. I. Lenin, El movimiento de liberación nacional en Oriente, Editorial Progreso de Moscú, 1969, págs. 83-84 (subrayado en el original).

3. V. I. Lenin, "La democracia y el populismo en China" (publicado el 15 [28] de julio de 1912), Idem, pág. 59 (subrayado en el original).

4. V. I. Lenin, "China regenerada" (publicado el 8 [21] de noviembre de 1912), Idem, pág. 67 (subrayado en el original).

5. V. I. Lenin, "Discurso ante el Segundo Congreso Panruso de las organizaciones comunistas de los pueblos de Oriente", (22 de noviembre de 1919), Idem, págs. 252-253.

6. V. I. Lenin, "China regenerada" (publicado el 8 [21] de noviembre de 1912), Idem, pág. 67 (subrayado en el original).

7. L. D. Trotsky, "Informe sobre la crisis económica mundial y las nuevas tareas de la Internacional Comunista" (23 de junio de 1921), en L. D. Trotsky, Los primeros cinco años de la Internacional Comunista, Vol. II, Monad Press, Nueva York, 1972, pág. 223.

8. L. D. Trotsky, "Informe al Cuarto Congreso mundial" (28 de diciembre de 1922), Idem, pág. 317.

9. Ver Chen Tu Siu, "Llamado a todos los camaradas del Partido Comunista chino" (10 de diciembre de 1929), en León Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 599.

10. L. D. Trotsky, "Carta a Max Shactman" (10 de diciembre de 1930), Idem, pág. 490 (subrayado nuestro).

11. L. D. Trotsky, "Objections au livre de d’Isaacs", (1 de noviembre de 1937), en L. D. Trotsky, Oeuvres, Vol. 15, Institut Leon Trotsky, París, 1983, pág. 243 (subrayado nuestro).

12. L. D. Trotsky, "Mi vida. Intento de una autobiografía", Penguin Books, Harmondsworth 1975, pág. 552 (subrayado nuestro).

13. L. D. Trotsky, "Carta a Max Shactman" (10 de diciembre de 1930), Op. Cit., págs. 490-491 (subrayado nuestro).

14. Ver Horst Lauscher, "Trotsky y el Kuomintang" [Carta], Revolutionary History, Vol. 5, N° 3, otoño de 1994, págs. 269-270, con una réplica de Al Richardson en las páginas 270-271. Está claro que Lauscher no leyó mi trabajo sobre Trotsky y las luchas de los pueblos coloniales y se basó en un conocimiento de segunda mano de éste, a través de una cita deformada realizada por Al Richardson en una nota al pie de página a su introducción al libro C.L.R. James, World Revolution 1917-1936. Rise and Fall of the Communist International, Humanities Press, Atlantic Highlands (New Jersey), 1993.

15. L. D. Trotsky, "Zur 15 Parteikonferenz (Auszug)" (mediados de setiembre de 1926), en L. D. Trotsky, Schriften 2, Über China, Vol. I, Rasch und Röhring Verlag, Hamburg 1990, pág. 102 (subrayado en el original).

16. L. D. Trotsky, "El Partido Comunista chino y el Kuomintang" (27 de setiembre de 1926), en León Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 113.

17. Idem, pág. 114.

18. Idem.

19. Idem, pág. 166 (subrayado nuestro).

20. L. D. Trotsky, "Segunda carta a Radek" (4 de marzo de 1927), Idem, pág. 123.

21. L. D. Trotsky, "Relaciones de clase en la revolución china" (3 de abril de 1927), Idem, pág. 146.

22. L. D. Trotsky, "Carta a Alsky" (29 de marzo de 1927), Idem, págs. 130-131.

23. Idem, pág. 129 (subrayado en el original).

24. L. D. Trotsky, "Segundo discurso sobre la cuestión china" (24 de mayo de 1927), en León Trotsky sobre China, Monad Press, Nueva York, 1976, pág. 235 (subrayado en el original).

25. L. D. Trotsky, "La cuestión balcánica y la socialdemocracia" (publicado el 1 [14] de agosto de 1910) en La correspondencia de guerra de León Trotsky. La guerra de los Balcanes de 1912-1913, Monad Press, Nueva York, 1980, pág. 40. Fue Ian Harrison quien me llamó la atención sobre este artículo.

26. L. D. Trotsky, "La revolución permanente. Resultados y perspectivas", Pathfinder Press, Nueva York, 1986, págs. 276-277 (subrayado en el original).

27. L. D. Trotsky, "La agonía mortal del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional" (1938), en L. D. Trotsky, El programa de transición para la revolución socialista, Pathfinder Press, Nueva York, 1974, pág. 98 (subrayado en el original).

28. L. D. Trotsky, "La revolución en la India. Sus tareas y peligros" (30 de mayo de 1930), en Escritos de León Trotsky (1930), Pathfinder Press, Nueva York, 1975, pág. 243.

29. Idem, pág. 245 (subrayado en el original).

30. Idem, pág. 246.

31. Idem, pág. 247.

32. Idem, pág. 248.

33. Idem, pág. 244.

34. Idem, pág. 249 (subrayado nuestro).

35. L. D. Trotsky, "India enfrentada a la guerra imperialista" (25 de julio de 1939), en Escritos de León Trotsky (1939-1940), Pathfinder Press, Nueva York, 1973, pág. 32.

36. Idem, pág. 29.

37. Idem, págs. 31-32 (subrayado en el original).

38. Idem, pág. 32.

39. L. D. Trotsky, "Carta sobre India" (24 de noviembre de 1939), Idem, pág. 109.

40. Idem.

41. L. D. Trotsky, "Sobre la declaración de los Oposicionistas indochinos" (18 de setiembre de 1930), en Escritos de León Trotsky (1930-1931), Pathfinder Press, Nueva York, 1973, pág. 30.

42. Idem (subrayado en el original).

43. Idem, pág. 31.

44. Idem (subrayado en el original).

45. H. H. T. [Ho huu Thuong], "Á tous", [parte 2], Le Militant (Saigón), Vol. 1, N°2, 8 de setiembre de 1936, pág. 7. Todas las citas en este párrafo y los que siguen están tomadas de ese artículo.

46. Idem.

47. L. D. Trotsky, "Resumen y perspectivas de la revolución china. Sus lecciones para los países de Oriente y para toda la Comintern" (junio de 1928), en León Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 292.

48. Idem (subrayado en el original).

49. Idem.

50. Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, "Sobre la revolución en América. Un llamado a la clase obrera de las dos Américas", L’Internationale Communiste, N°15, enero de 1921, pág. 332.

51. Cuarto Congreso Mundial de la Internacional Comunista, "Aux ouvriers et paysans de l’Amerique du Sud", La Correspondance Internationale, N°2, 20 de enero de 1923, pág. 27.

52. L. D. Trotsky, "La guerra y la Cuarta Internacional" (10 de junio de 1934), en Escritos de León Trotsky (1933-1934), Pathfinder Press, Nueva York, 1975, pág. 306.

53. L. D. Trotsky, "Problemas de América Latina: Transcripción" (4 de noviembre de 1938), en Escritos de León Trotsky. Suplemento (1934-1940), Pathfinder Press, Nueva York, 1979, pág.784.

54. Idem, págs. 784-785 (subrayado nuestro).

55. Idem, pág. 785.

56. L. D. Trotsky, "El conflicto entre Italia y Etiopía" (publicado el 17 de julio de 1935), en Escritos de León Trotsky (1935-1936), Pathfinder Press, Nueva York, 1977, pág.41 (subrayado en el original).

57. Actas de la reunión del Secretariado Internacional realizada el 30 de octubre de 1935, en los papeles del exilio de Trotsky en la Houghton Library, Harvard University, Cambridge (Mass.), 16495. El conflicto entre Italia y Etiopía suscitó importantes discusiones entre los exiliados italianos. La Verité N°250, fechada el 25 de octubre de 1935, contenía un llamado de los bolcheviques leninistas italianos al proletariado italiano que concluía con la consigna: ¡Abajo la guerra imperialista en Africa! ¡Viva la guerra civil en Italia! En noviembre de 1935, el grupo oficial bolchevique leninista publicó un extenso folleto redactado por Pietro Tresso (Blasco) sobre la guerra en Etiopía titulado La nueva incursión del imperialismo italiano en Africa y las tareas del proletariado revolucionario. Un artículo del mismo tono fue también publicado por el grupo disidente Nostra Parola, dirigido por Nicola Di Bartolomeo (Fosco) en enero de 1936.

58. L. D. Trotsky, "Sobre los dictadores y la Cumbre de Oslo. Carta a un camarada inglés" (22 de abril de 1936), en Escritos de León Trotsky (1935-1936), Op. Cit., págs. 317-318.

59. L. D. Trotsky, "La lucha antimperialista es la clave para la liberación. Una entrevista con Mateo Fossa" (23 de setiembre de 1938), en Escritos de León Trotsky (1938-1939), Pathfinder Press, Nueva York, 1974, pág. 34.

60. L. D. Trotsky, "Los ultraizquierdistas en general y los ultraizquierdistas incurables en particular (Nuevas consideraciones teóricas)" (28 de setiembre de 1937), en León Trotsky, La revolución española (1931-1939), Pathfinder Press, Nueva York, 1973, págs. 296-297.

61. L. D. Trotsky, "Epílogo" (3 de setiembre de 1937), en León Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 565.

62. Idem.

63. L. D. Trotsky, "Sobre la guerra chino-japonesa" (23 de setiembre de 1937), Idem, pág. 568.

64. Idem, pág. 570 (subrayado en el original).

65. L. D. Trotsky, "Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial" (mayo de 1940), en Escritos de León Trotsky (1939-1940), Pathfinder Press, Nueva York, 1973, pág. 203.

66. L. D. Trotsky, "La revolución y la guerra en China" (5 de enero de 1938), en León Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 584.

 

   

 

   
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