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No hay 19 sin 20

Pérdida de hegemonía kirchnerista, disidencia obrera e izquierda revolucionaria

09/04/2013

Durante noviembre y diciembre de 2012 en Argentina se sucedieron una serie de manifestaciones y movilizaciones que expresaron, de manera gráfica, la pérdida de hegemonía del gobierno kirchnerista y la profundidad de su crisis de sucesión. Primero fue el cacerolazo del 8 de noviembre, que había tenido un antecedente directo en el cacerolazo del 23 de septiembre. Allí, las clases medias y medias altas salieron masivamente a las calles de la Ciudad de Buenos Aires y otras ciudades del país, alentadas por las grandes corporaciones empresariales, la Iglesia y con el apoyo de políticos de la oposición de derecha como Macri, De la Sota, Carrió o De Narvaez.

Dos semanas después, mientras el oficialismo se ufanaba de que la única oposición al gobierno nacional era por derecha, se llevó a cabo el primer (y contundente) paro nacional al gobierno kirchnerista. El paro fue convocado por los líderes de la burocracia sindical opositora, Hugo Moyano de la CGT disidente (que fue durante casi 10 años el aliado sindical del gobierno nacional) y Pablo Micheli de la CTA disidente. Sin embargo, tuvo una adhesión que trascendió ambas centrales sindicales opositoras y se extendió a los principales gremios de las centrales ultra oficialistas como la CTA de Hugo Yasky y la CGT de Antonio Caló, en los que hubo un elevadísimo ausentismo. El paro no sólo mostró el descontento de sectores muy amplios de la clase obrera ocupada, sino que mostró también la fragilidad y contradicciones de la política del gobierno de Cristina Fernández de dividir el movimiento obrero en cinco centrales sindicales [1]. El 20 de noviembre, la masividad del paro general (expresado fotográficamente en la postal de una Buenos Aires vacía), terminó de poner al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner a la defensiva, profundizó la pelea dentro del peronismo por la sucesión gubernamental [2] y cambió la situación política.

Este es el contexto en que se llega al acto del 19 de diciembre en la Plaza de Mayo. Convocado por Moyano y Micheli, el 19D abrió, al interior de los partidos de izquierda que conformamos el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), una serie de debates sobre el carácter de la manifestación y la necesidad de participar en ella o no. Al respecto, lo primero que hay que decir es que carece de sentido discutir el 19D sin poner en el centro del debate el paro nacional del 20 de noviembre de 2012.

Inicio de una ruptura de sectores del movimiento obrero con el gobierno nacional

Como dijera un reconocido intelectual que apoya el FIT, el 20N es un acontecimiento inaugural. Fue el primer paro nacional al kirchnerismo en el gobierno, convocado por la burocracia opositora de Moyano y Micheli, y mostró dos cuestiones que lo volvieron el acontecimiento del año.

La primera, que lejos del discurso kirchnerista de que la única oposición al gobierno era por derecha, el 20N fue un paro contundente que mostró lo que, desde el PTS, veníamos señalando como disidencia de izquierda. Esto es: sectores de la clase obrera que, disconformes con la política gubernamental, comenzaron a mostrar el inicio de una ruptura con el gobierno kirchnerista sin que este inicio de ruptura signifique, necesariamente, su encolumnamiento en alguno de los proyectos de la oposición burguesa. El paro general, cuya demanda central era en contra del impuesto al salario [3] (llamado cínicamente “impuesto a las ganancias”), hizo hablar con voz y métodos propios a una fracción significativa de la clase obrera que asustó al gobierno y en cierta medida a toda la burguesía, más por la peligrosa potencialidad que puso de relieve, que por el presente de la acción misma determinada por los límites que le puso la cobarde dirección. Los motivos de este inicio de ruptura (y los de su importancia) hay que buscarlos en la combinación de la crisis del llamado “modelo kirchnerista” en términos económicos (cuya manifestación más sentida por el gobierno es el déficit fiscal y la más sentida por las masas es hoy una inflación que está desbocándose), y la crisis “de sucesión” en términos políticos del gobierno nacional. Esto último, presenta vital importancia porque si bien el gobierno no puede garantizar su propia continuidad, lo cierto es que la oposición burguesa no puede garantizar tampoco su preponderancia. Es justamente este escenario social y político en el país, el que vuelve tan importante la segunda característica del paro del 20N: el peso orgánico que la izquierda, y particularmente el trotskismo, mostró en el paro. La izquierda denominada “radical” mostró que dirige sectores del movimiento obrero (el denominado sindicalismo de base que se extiende por comisiones internas y cuerpos de delegados), y que estos sectores fueron parte de la jornada de huelga con sus propias demandas. A tal punto este hecho es insoslayable, que tuvo que ser destacado por los grandes medios burgueses y reconocido por la propia burocracia sindical. Durante la mañana del 20N, el paro nacional era mostrado por televisión con la cámara puesta en el Corte de Panamericana y Henry Ford, donde se congregaron las comisiones internas antiburocráticas y clasistas de las fábricas de la zona. Y el cartel que podía leerse en la pantalla televisiva era “no somos moyanistas”. Eso, que la prensa destacó en toda su dimensión al inicio y que luego (con instinto burgués) comenzó a licuar, no “cayó del cielo” como pueden suponer algunas corrientes de izquierda que no tienen ninguna inserción en el movimiento obrero. Fue parte de una lucha política consistente en reivindicar lo justo del reclamo y las demandas con que fue convocado el paro (contra el impuesto al salario, el 82% móvil para los jubilados y las asignaciones familiares), incluso en aquellos sectores donde la burocracia oficialista llamaba a carnerear, al tiempo que diferenciarnos completamente de la dirección burocrática que sí convocaba. El PTS llevó abierta y públicamente esa lucha política a cada fábrica y establecimiento que dirige. A las 6 am, estaban cortando la Panamericana los trabajadores de Kraft, PepsiCo, Stani, Fate, docentes de la corriente “9 de Abril”, junto a compañeros de la línea 60 y del Frigorífico Rioplatense subieron en el km. 35 y cortaron ambas manos. Al poco tiempo una combativa columna de más de 200 gráficos de Donnelley, Word Color y Printpack llegaban desde el norte y se unían al primer piquete del paro. Llegaron a ser 700 cuando todos los obreros se concentraron acompañados por la regional Norte de nuestro partido y la Juventud del PTS, los telefónicos de la Lista Violeta, la “Marrón” de estatales y delegaciones del FIT y otros grupos de izquierda. Desde la Panamericana, le hablaron al país nuestros compañeros delegados Javier “Poke” Hermosilla y Lorena Gentile de Kraft, Eduardo Ayala de Donnelley, junto a Luis Medina de PepsiCo; también estuvo presente Christian Castillo, dirigente del PTS. Desde Aeroparque, los delegados de LAN Charly Platkowky y Eduardo Saab explicaban por televisión por qué pese a la dirección del sindicato APA, los compañeros estaban parando. Las pantallas se dividieron en dos para mostrar al mismo tiempo el corte de Panamericana y cuando la Juventud del PTS de Capital copó Callao y Corrientes, símbolo de la unidad obrero-estudiantil desde el paro de 2009 de Kraft. Era el primer corte estudiantil del paro del 20 y el único con repercusión pública. Simultáneamente, fue noticia la línea “B” del subte. Nuestro compañero Claudio Dellecarbonara explicaba en los medios el paro, pese a que el sindicato alineado con el gobierno no llamó a la lucha y se negó a organizar asambleas que expresaran el apoyo mayoritario a la medida. Nada impidió que los compañeros de la “B” paralizaran este servicio tomando la medida votada en asamblea en sus manos, con los métodos opuestos a los de Moyano. Todas estas acciones (más otras muchas en Capital y GBA, y el interior del país) en las que el PTS se jugó con gran fuerza abrieron la jornada en la que la clase obrera mostró sus músculos en el primer enfrentamiento masivo contra el gobierno.

Cambio de situación política y oportunidad histórica para la izquierda

El 20N implicó un cambio de situación política. Desde 2003 a 2009 la situación nacional fue claramente no revolucionaria y signada por los esfuerzos del kirchnerismo por recomponer la autoridad del Estado y el régimen político en crisis por la rebelión de 2001. En 2009 el escenario cambió cuando la crisis mundial golpeó a la economía local provocando cientos de miles de despidos y un sector de la burguesía se pasaba a la oposición con el lockout agrario. La debilidad gubernamental se evidenció en las elecciones de medio término, pero luego el oficialismo se recompuso, entre otras razones, gracias a que otorgó a sectores del pueblo pobre la Asignación Universal. Además, el gobierno contó con la episódica recomposición de la economía mundial de 2010 y 2011.

Hoy existe una nueva situación. Los síntomas de agotamiento del “modelo” se agudizan y la izquierda revolucionaria, que mostró inserción orgánica en sectores de la clase obrera, tiene ante sí una oportunidad histórica: la construcción de una izquierda de los trabajadores en Argentina que prepare las bases para un partido revolucionario. Nuestra propuesta de una Asamblea Nacional de Trabajadores que discuta Sindicatos sin burócratas y partido de trabajadores sin patrones tiene como fin discutir con todas las fuerzas que se reivindican antiburocráticas y clasistas, la construcción de esa izquierda de los trabajadores.

Ese es el contexto en que se dio la convocatoria al acto del 19 de diciembre. El 19D presentaba, efectivamente, muchísimos límites. Una convocatoria realizada por Moyano y Micheli por las mismas demandas del 20N (contra el impuesto al salario, por el 82% móvil para los jubilados y por las asignaciones universales, a las que se agregó el reclamo de la burocracia por la devolución de los fondos de las obras sociales actualmente adeudados por el estado nacional), pero con un diferencia sustancial respecto del 20N: en lugar de llamar a un paro nacional como continuación del anterior, fue un llamado a un acto, sin paro ni discusión democrática en las bases (excepto allí donde la izquierda la garantizó). Efectivamente, el objetivo de la burocracia era mucho más llevar harina para el costal de la oposición burguesa que siquiera “golpear para negociar”. Pero entre el objetivo de la burocracia sindical y el malestar de la clase obrera no hay identidad. Por el contrario, el desprestigio de la burocracia (granjeado en la década del ’90) no ha desaparecido sino que perdura y esto abre, entre los trabajadores y la burocracia, una grieta para disputar la dirección. El 19D era un escenario de masas para esa disputa. Por eso la responsabilidad de la izquierda clasista (que emergió como un fenómeno ante los ojos de las masas el 20N) para mostrar una alternativa a la burocracia y a la oposición patronal, era enorme. El PTS propuso a las fuerzas que conforman el FIT, la realización de una columna unitaria que ingresara a la histórica Plaza de Mayo mostrando un polo antiburocrático, combativo, clasista y de la izquierda. Una columna que, encabezada por decenas de dirigentes obreros, mostrara una alternativa ante los millones que estaban pendientes de esta nueva movilización. Como puede leerse acá, el PO tuvo una política errática que osciló entre el sectarismo de llamar a la no participación en la marcha del 19D, al oportunismo de participar para “mostrar” el FIT. Entre ambas políticas, una coherencia: el cada vez más pronunciado electoralismo que se vuelve un obstáculo para transformar al FIT en un trampolín para la construcción de una izquierda revolucionaria en Argentina con fuerte inserción entre los trabajadores. IS, profundizando la línea que ya había expresado en el paro nacional del 20N, se negó a una columna unitaria de clasismo y la izquierda, para terminar en el palco junto a Moyano y Micheli. El PTS, participó del 19D detrás de una columna de centenas de trabajadores y trabajadoras encabezados por la siguiente bandera: “Sindicalismo combativo y clasista”. Entre las columnas se leían las pancartas que decían “Ni K, ni oposición patronal” y “Plan de lucha votado en asambleas”. Así, hicimos nuestros mayores esfuerzos para que el sindicalismo combativo y la izquierda mostraran en la Plaza una presencia destacada, como ya se había expresado en el 20N.

El 2013 que comienza impone la necesidad de discutir las formas de sembrar la idea de independencia política en las amplias franjas del movimiento obrero que inician su ruptura con el gobierno (y a las que Moyano-Micheli quieren llevar detrás de otras variantes patronales), de la necesidad de construir su propio Partido de Trabajadores sin patrones, para luchar porque la crisis la paguen los capitalistas y por un gobierno de los trabajadores.

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores es una gran conquista que debemos renovar programáticamente, mediante un debate que clarifique y reafirme su programa de independencia de clase de cara a las elecciones. Pero esta conquista táctica debe ser parte de una batalla estratégica porque la clase obrera conquiste su independencia política.

27/02/2013

  • NOTAS
    ADICIONALES
  • [1Durante el primer gobierno de Cristina Fernández, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) oficializa su ruptura entre un ala abiertamente oficialista, dirigida por el líder del gremio docente, Hugo Yasky; y un ala opositora, ligada al Frente Amplio Progresista, encabezada por el líder de los estatales de ATE, Pablo Micheli. Hacia finales de 2011, inmediatamente después del triunfo electoral de Cristina Fernández por el 54% de los votos, los roces entre Hugo Moyano (el “hombre” del kirchnerismo en el movimiento obrero) y el gobierno provocaron la ruptura.

    [2Cristina Fernández cumple actualmente su segundo mandato presidencial sin posibilidades de reelección, dada la constitución nacional en Argentina. Ante esta imposibilidad y la inexistencia de un candidato kirchnerista que ranquee bien en las encuestas de opinión, durante la primera mitad de 2012, el staff gobernante lanzó la campaña por la “reforma constitucional” para habilitar una nueva re-elección presidencial, campaña que ha perdido fuerza (aunque no está descartado que retorne) en forma directamente proporcional al crecimiento de las manifestaciones opositoras. Esto ha acelerado (teniendo en cuenta que aún faltan dos años para la elección a presidente de la república en 2015) las pujas internas en el Partido Justicialista por la sucesión presidencial. En estas pujas quien mejor posicionado está es Daniel Scioli, exponente del ala centro-derecha del Partido Justicialista, ex vice-presidente de Néstor Kirchner y actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, distrito electoral clave.

    [3El carácter masivo que adoptó el reclamo por la suba del mínimo no imponible, es la expresión de la pérdida de poder adquisitivo del salario en franjas significativas de trabajadores asalariados registrados. Esto es así porque la combinación de una inflación cada vez más acelerada, aumentos salariales que intentan perseguir esa inflación y mantenimiento del minimo no imponible en los mismos niveles de hace 2 años, ha hecho que el impuesto al salario afecte hoy a cada vez más trabajadores, incluidos aquellos que ganan un salario por debajo de la canasta familiar. Hace dos años el impuesto al salario afectaba al 3% de los trabajadores registrados, mientras que hoy, ronda el 25%.

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