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La Huelga del Metro de Madrid: Primeros combates de nuestra clase contra la crisis y las lecciones para el futuro

02/08/2010

El recientemente terminado conflicto del Metro de Madrid ha sido uno de los primeros combates, y hasta ahora el de mayor importancia, de un sector de nuestra clase contra los planes de ajuste que prepara la burguesía contra nosotros. Creemos que por el contenido de la lucha y sus métodos nos permite además reflexionar sobre el mismo a fin de extraer las mejores lecciones para las batallas que están por venir.

Una lucha contra los planes del PP y el PSOE contra la clase trabajadora

La Comunidad de Madrid les quería imponer una rebaja del 2,5%, lo cual además de la merma de salario constituía un ataque sin precedentes, ya que suponía modificar por decreto-ley un convenio colectivo pactado el año anterior. Aguirre, seguía así la senda marcada por Zapatero y la extendía a los trabajadores de empresas públicas, arremetiendo contra el salario de los trabajadores, y ya de paso sentaba un pernicioso precedente contra la negociación colectiva.

No se trataba de una “política de la derecha”, sino más bien de la política que comparten casi al 100% la derecha del PP y los social-liberales del PSOE, que son quienes la impulsaron desde el Gobierno central, y quienes también la están aplicando en las Comunidades donde gobiernan. En estos casos incluso con el apoyo de fuerzas de la “izquierda” parlamentaria como ERC o EUiA- ICV en Catalunya.

La Huelga del Metro se encuadra pues en la lista de las primeras respuestas obreras que se está realizando ante los planes de ajuste del PSOE, el PP y el conjunto del Régimen del 78. Esto la convertía en un conflicto que se salía claramente de los marcos del conflicto salarial o de empresa. No estaba desafiando un ataque empresarial puntual, sino los puntos esenciales del ataque de la burguesía. Así pues la victoria de esta lucha iba a pasar por sacarla de la empresa, buscar la coordinación y el apoyo de otros sectores obreros y populares que también sufren la crisis y los planes del Gobierno. En definitiva convertir la huelga del Metro en una punta de lanza para abrir el camino a la derrota de los planes de los Zapatero y las Aguirre de turno.

La Huela Total, recuperando grandes tradiciones del movimiento obrero

La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y convocaron huelga para los días 28, 29 y 30 de Junio. El Gobierno de la Comunidad haciendo uso de un reglamento de huelga que data de 1977 (anterior a la propia Constitución), impuso unos servicios mínimos del 50%, reduciendo cualitativamente el impacto de la protesta. Sin embargo esta vez los trabajadores en asamblea decidieron romper los marcos legales en los que el Régimen del 78 (haciendo uso de su herencia franquista) trata de descafeinar y debilitar la fuerza de nuestra clase. El incumplimiento de los servicios mínimos los días 29 y 30 de Junio permitieron que todos los trabajadores pudieran ejercer su derecho a la huelga, llegándose a cerrar por completo el servicio.

Este hecho, junto con la discusión y votación en asamblea de los pasos a seguir, ha sido un bofetón a todos los sectores burgueses; demostrándoles a muchos trabajadores que ante la magnitud de los ataques que se preparan, el camino pasa por desconocer su legalidad y pasar a la acción con nuestros propios métodos de clase. Había que remontarse al invierno de 1976 para volver a ver el Metro de la capital cerrado por huelga. Hoy como entonces las victorias obreras no se pueden obtener cumpliendo las reglas del juego que marcan los mismos contra los que luchamos.

Por otro lado las asambleas vienen a poner en cuestión parcialmente el modelo sindical que se ha ido enraizando desde los Pactos de la Moncloa. Las negociaciones casi secretas entre la empresa y los Comités, de empresa o de huelga, convierten muchas veces las protestas en meras piezas de presión, abriendo el camino con mayor facilidad a pactos de vergüenza o traiciones abiertas.

Estos han sido sin duda los elementos más progresivos de la lucha, lo que potencialmente la convertía en un posible punto de inflexión para el movimiento obrero en caso de haber obtenido una victoria importante; frenando el ataque al convenio y echando para atrás las medidas disciplinarias contra más de 2000 trabajadores por luchar. Sin embargo conviene reflexionar cuáles eran los límites que han llevado a la aceptación de un mal acuerdo en cuanto al salario (-1%) y el convenio (que queda tocado), y a dejar en manos de los tribunales los 2000 expedientes.

¿Pudo haberse convertido el conflicto en una gran batalla política de la clase obrera?

Como decimos la lucha del Metro era objetivamente política ó tenía un carácter político, en el sentido de que se enfrentaba a los planes de la burguesía y en su desarrollo vino a cuestionar aspectos del modelo sindical y las leyes anti-huelga del Régimen del 78.

La cohesión y combatividad demostrada por toda la plantilla en las huelgas de Junio eran un gran punto de arranque para lograr vencer en este conflicto que de entrada iba a ser muy duro. Además, las consecuencias de la huelga total para el usuario, facilitarían al enemigo poder criminalizar la protesta, lo cual hacía aún más necesario ganar la “batalla de la opinión pública”. Aguirre y Zapatero contaban con la policía, y con absolutamente todos los medios de comunicación de masas. Los trabajadores debíamos oponerle una gran campaña en búsqueda de la solidaridad de otros sectores obreros y populares, y extender la lucha más allá de la empresa.

El Comité de Huelga [1] propuso e impulsó la huelga total, pero sin contar preventivamente con la necesidad de, antes o a la vez que se cerraba el Metro, acudir a las empresas, polígonos y barrios obreros ha realizar una gran campaña política contra el Gobierno del PP en Madrid y el de Zapatero, contra sus planes, y llamando al conjunto de los trabajadores y sectores populares a apoyar y sumarse a la lucha. Esto implicaba exigir a CCOO y UGT para que impulsasen la campaña, que incluyese una Huelga del conjunto de los empleados que dependen de la Comunidad de Madrid, empezando por el resto de sociedades mercantiles como Telemadrid o en Canal de Isabel II. Asimismo la exigencia tenía que extenderse a otras fuerzas de la izquierda sindical que tienen peso en empresas tan importantes como por ejemplo los autobuses urbanos de Madrid (EMT), que de haberse unido a la lucha hubieran amplificado la fuerza notablemente.

De esta manera la huelga total partía de una gran fortaleza interna, y una gran debilidad externa. Una campaña anti-obrera durísima se desplegó contra los trabajadores del Metro en todas las radios, periódicos y televisiones. Además, apoyándose en esta histeria tatcheriana, Aguirre anunciaba la imposición de sanciones a miles de huelguistas que no habían cumplido los servicios mínimos. Ese fue el momento más crítico de la lucha. A esas alturas se produjo la “tregua” del fin de semana del orgullo gay. Dos días con servicios mínimos y tres sin paros.

Este retroceso podía ser táctico o convertirse en el principio de una dinámica descendiente. Fue una gran oportunidad para iniciar una fuerte campaña política para contrarrestar la ofensiva de Aguirre, y a la vez ir retomando los paros hasta volver a cerrar por completo el Metro. Pero esta vez tratando de romper el aislamiento a través de la alianza con otros trabajadores afectados por los decretos de Aguirre y Zapatero que quisieran pelear contra los planes de ajuste, la Reforma Laboral, junto a los parados, usuarios del transporte público incluyendo reivindicaciones sobre el alto coste... Sin embargo el CdH no organizó ninguna iniciativa en esta dirección en aquellos cinco días. En la asamblea del 5 de Julio algunos trabajadores intervinieron en ese sentido, sin embargo el CdH al completo propuso continuar con la tregua desconvocando la huelga indefinida que había legalizado Solidaridad Obrera. Se trataba de un retroceso unilateral para según el CdH poder abrir negociaciones, ya que la Comunidad, envalentonada, se negaba a recibirlos mientras seguía adelante con los expedientes.

Finalmente el 12 de Julio una nueva asamblea votó la propuesta de re-emprender los paros con servicios mínimos. También se empezaron a aprobar algunas medidas en la línea de organizar la solidaridad, como la creación de una Caja de Resistencia. Ya algunas fuerzas de la izquierda sindical y organizaciones sociales se habían pronunciado en apoyo a su lucha. Una política correcta que sin embargo tuvo poco tiempo para desarrollarse y que además se puso en marcha cuando ya la línea moderantista que se impuso desde la primera tregua había ido desgastando y desmoralizando a buena parte de la plantilla (lo cual además se expresaba en asambleas cada vez más pequeñas). Esa misma semana todo el CdH menos Solidaridad Obrera llegaban a el principio de acuerdo con la empresa que se ratificaría días más tarde.

Un mal acuerdo fruto del giro moderantista del Comité de Huelga

El acuerdo firmado dista mucho de las reivindicaciones desde las que partía el conflicto, y que fueron el cemento que cohesionó a toda la plantilla en las jornadas de la huelga total. Este acuerdo supone la aceptación de una rebaja salarial del 1%, pero lo más preocupante son otras medidas de reducción del gasto como son la re-estructuración del transporte nocturno de personal, el que no se cubran las bajas vegetativas que se produzcan a lo largo de este ejercicio o la reducción de las dietas y los gastos de formación.

Es un acuerdo que contiene importantes recortes salariales y laborales para los trabajadores, que sienta precedente en cuanto a futuras vulneraciones del convenio y que además no dice nada de los más de 2000 expedientes que se posponen a su resolución uno por uno por la vía jurídica. Fue ratificado por la Asamblea de trabajadores, a propuesta de 4 de los 5sindicatos el CdH, el pasado lunes 19 de julio, con un 69,3% de votos a favor, pero con un importante rechazo del 30%. Este resultado expresa que a pesar del desgaste al que ha llevado el giro moderantista del CdH, aún quedaba una fracción importante de los trabajadores dispuestos a seguir adelante.

Las potencialidades del conflicto de las que hablábamos más arriba quedaron eclipsadas por la política de la dirección, que, optó por una vía declinante que fue mermando las fuerzas hasta convertir el mal acuerdo en el “único posible” para una buena parte de la plantilla.

La oposición de Solidaridad Obrera al acuerdo es a nuestro entender una posición correcta y de principios. Este acuerdo es inasumible no solo por su contenido, sobre todo al dejar fuera a los 2.000 expedientados, sino también en cuanto a que el conflicto tenía las potencialidades suficientes para ganar como hemos explicado. Sin embargo durante toda la lucha han mantenido una “lealtad” a la política del CdH que creemos no beneficiaba en nada a la lucha. Consideramos que la constitución de un CdH unitario es un paso importante para emprender la lucha. Sin embargo no compartimos asociar la defensa de la unidad sindical para luchar, con el unitarismo que acaba condenando al silencio a aquellas posiciones que discuten la línea mayoritaria. Como fuerza encuadrada en la izquierda sindical, era necesario que Solidaridad Obrera hubiese planteado en las asambleas una alternativa política a la línea que se hizo hegemónica en el CdH y que encabezaba su portavoz de CCOO, aún si se quedaba en un principio en minoría. El moderantismo sindical, sin política para “volver a la carga en mejores condiciones”, no ha sido combatido en las asambleas de trabajadores en nombre de la “unidad del CdH”. Esto ha facilitado que esta línea acabara por imponerse por convencimiento o por desgaste en la mayoría de la plantilla, y ha evitado que desde las asambleas, además de deliberar y votar sobre las propuestas aprobadas en el CdH, se pudiera gestar una alternativa desde las bases que hiciera cambiar el rumbo de la lucha.

Lecciones para los próximos combates obreros

Como decíamos al principio más allá del resultado, desde nuestro punto de vista un mal acuerdo, el conflicto del Metro ha dejado planteado algunos elementos que se deben tomar como lecciones para los combates que están por venir. Muchos serán los convenios que se incumplirán si pasa la Reforma Laboral. La lucha para echarla atrás es sin duda el siguiente combate de importancia al que está llamada toda la clase obrera del Estado. La Huelga del 29 de Septiembre debemos convertirla en una primera jornada de un plan de lucha que llegue hasta la derrota del Gobierno. Para conseguirlo debemos tomar en cuenta dichas lecciones.

La legalidad burguesa del Régimen del 78, que en ocasiones data incluso de la etapa final del franquismo, apuntala la defensa de los intereses de la patronal y la banca. Sus leyes y reglamentos van siempre a tratar de mermar nuestras fuerzas, a la vez que no dudarán en emplear la represión cuando lo estimen necesario. Así ha quedado demostrado con las amenazas de militarización del Metro del Consejero de Transportes o la última propuesta del Ministro de Fomento de resolver el conflicto de los controladores con militares en las torres de control. Los trabajadores tendremos que romper esos corsés impuestos si queremos poder poner toda la carne en el asador para vencer los planes de ajuste draconiano que se están cocinando.

El burocratismo incrustado en la mayoría de los sindicatos y Comités puede combatirse, los dirigentes vendidos y vende-obreros solo pueden caer si imponemos una férrea democracia obrera basada en la asamblea como órgano de deliberación, toma de decisiones y control de nuestros representantes electos. Sin embargo la más amplia democracia de base no es suficiente para ganar, como demuestra la lucha del Metro. Hace falta construir corrientes en el seno de las empresas, los Comités y los sindicatos, que levanten y peleen por una alternativa a la política de los dirigentes reformistas que son hegemónicos en el movimiento obrero. Una corriente que plantee convertir los conflictos que están por venir en verdaderas “escuelas de guerra” para los trabajadores, convirtiendo los conflictos en batallas políticas contra la patronal y sus representantes políticos, impulsando la coordinación con otras luchas y sectores sociales, como el movimiento estudiantil y el vecinal, organizando la solidaridad... Una corriente que de pasos en recuperar los sindicatos, secciones, Comités... para la lucha, expulsando a las direcciones burocráticas que los han ido copando en las últimas décadas.

En esta tarea de reconstrucción de las fuerzas del movimiento obrero los compañeros de Clase contra Clase creemos que la izquierda sindical y las fuerzas que nos reclamamos del marxismo revolucionario debemos poner todo nuestro esfuerzo siendo parte de las batallas que se dan con una política y un programa que aporte a la construcción de esta corriente.

  • NOTAS
    ADICIONALES
  • [1El comité de Huelga es la representación de los sindicatos que desde el Comité de Empresa convocan huelga. En este caso, todos los sindicatos apoyaban las huelgas. Los acuerdos del CdH eran presentados en las Asambleas de Trabajadores.

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