Kirchner tomó cada uno de los puntos del programa del lanzado candidato Lavagna. Como pidió el ex -ministro, el presidente está en una verdadera cruzada por conseguir “inversiones extranjeras” que se “abracen a la Patria” y lo demuestra en su visita a España. Los gerentes de Repsol -abrazados como están desde el gobierno de Menem a semejante negocio-, anuncian invertir 7.500 millones de dólares en los próximos cinco años, destinados en un noventa por ciento a la exploración de nuevos pozos para seguir extrayendo recursos no renovables como el gas y el petróleo. Este tipo de inversiones en industrias extractivas típicas del colonialismo -que se llevan y no dejan nada-, se amplía por los nuevos acuerdos que acaba de sellar en Madrid el ministro De Vido con capitalistas de la Minería que, como viene siendo denunciado, provocan tantos desastres ecológicos como las papeleras en Uruguay. Por su parte, la misión argentina en el Estado Español “comprometió” al grupo empresario Abertis, que controla los peajes de Autopistas del Oeste y Autopistas del Sol, para invertir en ampliar la avenida Gral. Paz y multiplicar su rentabilidad en el usufructo de las rutas nacionales. En cuanto a la compra de acciones de Aerolíneas Argentinas, según el diario español ABC, “todo parece indicar que el Ejecutivo argentino no pagará con dinero estas acciones, sino que buscará otras fórmulas, como subvenciones para rutas deficitarias, subsidios para la compra de combustible y hasta determinadas exenciones impositivas. Tampoco se descarta levantar el veto a la subida de tarifas aéreas, congeladas desde hace años”. Los compañeros aeronáuticos denuncian en estas páginas que esas tarifas aumentarían un 20% o, en el caso que el aumento sea postergado, el Estado subsidiará a los empresarios como agradecimiento por no aumentarlas.

De conjunto, España participa en el 37% del total de la inversión extranjera en la Argentina. Un chiste dice que Kirchner, si en el Mundial le toca a la Argentina jugar contra España, estaría tan indeciso por quién hinchar como la princesa Máxima en el partido contra Holanda.
El embajador Moratinos del Estado Español considera a Kirchner como un “socio constructivo que irá ejerciendo cada vez más esa labor estabilizadora en la zona, donde muchos se obsesionan por el curso político de Venezuela, Bolivia y Cuba”. La cancillería española sostiene que “Washington desea relanzar su agenda” regional, en la que puede “necesitar apoyo” y, para ello, buscarán un acuerdo con Argentina, Chile, México y Brasil, para construir una política regional común. Lejos del “giro a la izquierda” que el ex ministro Lavagna le achaca al gobierno, Kirchner intenta jugar en Latinoamérica un papel reaccionario contra las tendencias que en el continente, como expresión distorsionada de la lucha de clases, manifiesten algún grado de mínimo cuestionamiento a la política imperialista. Y este rol del gobierno nacional se da mientras crecen los chantajes del presidente de la Repsol, Antonio Brufau, a Bolivia amenazando con retirar sus capitales.

A pesar de todas estas evidencias, el periodismo ultraoficialista presenta la política gubernamental como un “paso a paso” del Estado argentino en recuperar posiciones en el control de empresas estratégicas perdidas con las privatizaciones de la década de los noventa. Lo que estamos viendo es, en realidad, un gobierno que administra la decadencia del ciclo de inversiones del capital extranjero luego de la crisis del 2001. A pesar de todas las facilidades otorgadas por el Estado nacional la inversión extranjera directa está en niveles muy inferiores a los que fueron promedio durante la década de los noventa: unos 4.600 millones de dólares actuales contra unos 9.000 millones que promediaron esos años. Más que un “paso a paso” en una dirección progresiva asistimos al salvataje estatal a empresas que han disminuido en estos años sus inversiones en los servicios públicos privatizados y que, encima, son premiadas con subsidios. Lejos de “recuperar soberanía” la entrega continúa.
La Verdad Obrera llama a la izquierda, a las organizaciones combativas de los trabajadores y estudiantes, a los intelectuales antiimperialistas a impulsar, con plena independencia de clase de los gobiernos de la región, una campaña nacional e internacional por la nacionalización sin pago de todas las empresas de gas y petróleo, y su puesta a funcionar bajo la administración directa de los trabajadores.