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El discurso de Lula y la crisis del PT
por : Iuri Tonelo

12 Feb 2015 | En el último fin de semana el Partido de los Trabajadores conmemoró 35 años de existencia. En esa ocasión, con un discurso, volvió a la escena el ex presidente Lula. Como suele ocurrir, no faltó habilidad retórica en lo que decía, pero esta vez tuvo que buscar la mejor manera para hablar de un problema profundo: “el verdadero problema del PT es que se (...)
El discurso de Lula y la crisis del PT

En el último fin de semana el Partido de los Trabajadores conmemoró 35 años de existencia. En esa ocasión, con un discurso, volvió a la escena el ex presidente Lula. Como suele ocurrir, no faltó habilidad retórica en lo que decía, pero esta vez tuvo que buscar la mejor manera para hablar de un problema profundo: “el verdadero problema del PT es que se transformó en un partido igual a los demás”, según las palabras del propio Lula.

La crisis del PT parece ser profunda y se viene alimentando de distintos factores de gran dimensión. Entre ellos, partimos de destacar que su incorporación al régimen político brasilero, al frente del principal órgano ejecutivo desde hace 12 años, hizo que el PT pierda aceleradamente la “marca” de lucha contra la corrupción.

Primero, en 2005, el partido pasó por uno de los mayores escándalos de corrupción de la década, que terminó con algunos de sus más importantes dirigentes, como José Dirceu, juzgados y condenados, en lo que pasó a la historia como el “mensalào” y fue una primera herida en su seno. Aparentemente, el PT va camino a la segunda, con los enormes escándalos de corrupción de la operación denominada “Lava-Jato” -que en portugués significa algo así como “autolavado”- y que involucran también a otros partidos como el PMDB pero recaen hasta el momento con más fuerza sobre el PT.

En la última encuesta de popularidad de Datafolha, ese problema se hizo más notorio: 44% de la población considera al gobierno de Dilma entre malo y pésimo, y como parte de esa problemática, la corrupción pasó a ser la segunda preocupación de los brasileros, inmediatamente detrás de la salud.

Frente a esta completa integración del PT al régimen político y sus vicios, inmerso en el problema de la corrupción, Lula usa la estrategia de asumir los errores: “El verdadero problema del PT es que se transformó en un partido igual que los demás. Dejó de ser un partido de las bases y se transformó en un partido de gabinetes. La estructura a disposición de un diputado es mayor que la de un directorio estadual del partido. La estructura de los cargos de gobierno también. Con el paso del tiempo, eso alteró la vida interna del partido. Hay mucho más preocupación en ganar las elecciones, en mantener y reproducir mandatos, que en vitalizar al partido. (...) Hablando francamente: muchos de nosotros están más preocupados en mantener – mantenerse – en estas estructuras de poder que en hacer la militancia partidaria, que estaba en el origen del PT. Ese es el origen de los vicios como la militancia rentada, la disputa por cargos en gabinetes, la inversión de grandes recursos en campañas electorales, en fin: vicios que nosotros siempre criticamos a la política tradicional”.

Podría parecer chocante, pero la verdad es que esas palabras de Lula solo son un certificado tardío de algo que ya había sido puesto de manifiesto por la realidad antes de la actual discusión de corrupción: en las mismas elecciones, como demostramos en artículos anteriores, el PT perdió base en su aliado histórico: el movimiento obrero industrial, perdiendo las elecciones frente al PSDB en las principales concentraciones obreras del país, y aún cuando es una pérdida relativa, según datos aproximados y no definitiva, es un dato impactante.

La otra fracción de los trabajadores, los que ganan menos de 2 salarios mínimos, se transformó en una de las bases de la victoria del PT, concentrados sobre todo -pero no solo- en la región noreste. Estos trabajadores, denominados working poor o trabajadores pobres, son los que más van a sufrir los nuevos ajustes, tanto con los decretos que afectan derechos como el seguro-desempleo, especialmente en sectores con alta rotatividad, como también con el aumento del costo de vida, la luz, alimentos entre otros, que ahora estarán más caros. Ese aliado, al revés de los obreros industriales que tuvieron una relación más histórica con el PT, puede romper más rápidamente con el partido.

Es decir, aquí está una primera determinación fundamental de por qué se hacen cada vez más agudas estas crisis. Porque, a diferencia del escándalo del mensalào, en la actual situación el ciclo económico petista -que permitía amplias concesiones de crédito, favorecía el consumo, mantuvo la inflación en niveles controlados y podía mantener acuerdos salariales en las principales ramas por encima de la inflación- se desvaneció frente a la “nueva política económica” de ajustes.

Pero no fue solo entre los que construyeron su historia, no fue solo en el pasado donde el PT perdió fuerza, sino también entre la juventud, en “la voz del futuro”. Las jornadas de junio de 2013 tuvieron, entre otros, la imagen del PT como uno de los principales blancos y se insertaron en un cuadro de cambio más amplio de la situación nacional, en la medida que instauraron una fuerte crisis de representatividad en el régimen político. El año 2013 por lo tanto marca uno de los giros en el que esos escándalos de corrupción y quita de derechos no son ya tolerados pasivamente por la población.

Lula dice que su partido nació para dos cosas, “para cambiar” y “para ser distinto”, y llama a los afiliados a rescatar ese espíritu. Nos trae a la memoria un falso hechicero que finge reconocer los errores de su propia magia, pero busca usar los falsos hechizos para reanimar un alma fallecida. Así se desarrolló el discurso de Lula, intentando reanimar un partido dilacerado por no saber el porqué de ser distinto ni el qué debe cambiar, sin partir del verdadero balance de que ya en la raíz el PT nunca se propuso romper con esa estructura política apostando a una salida independiente de los trabajadores, sino que siempre tuvo inscripta la posibilidad de adentrarse en la máquina política de la clase dominante.

Las consecuencias actuales son la de un partido que fue dilacerado por la integración al régimen político y su corrupción sistémica y entró en decadencia, sin encantar a la juventud y perdiendo base entre los obreros. Nadie cree que el PT sea distinto o pueda cambiar algo con su estrategia.

De esta manera, el discurso de Lula es un certificado de que la crisis del PT está instalada: toda su estrategia, en este sentido, es la de generar un espíritu de oposición a la derecha con otra política, que pueda reagrupar a sectores y recrear la esperanza en un PT de lucha y distinto. Pero las posibilidades de reanimar a este partido son coyunturales, no estratégicas. El proyecto del PT realmente demostró toda su bancarrota.

Queda la necesidad de forjar una alternativa a la altura en la izquierda, para transformar esa crisis en lecciones y preparar una nueva alternativa de los trabajadores, esta vez orientada verdaderamente hacia una revolución social y el socialismo.

 

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