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Lecciones de la huelga y ocupación de la USP
por : LER-QI, Brasil

26 Jun 2007 | La lucha de las universidades paulistas aún se mantiene en la Unicamp y de algunos campus de la Unesp, así como algunos cursos y facultades que se mantienen en huelga. Son las fuerzas que quedaron de un enorme movimiento...

La lucha de las universidades paulistas aún se mantiene en las ocupaciones de la DAC (Dirección Académica) en la Unicamp y de algunos campus de la Unesp, así como algunos cursos y facultades que se mantienen en huelga. Son las fuerzas que quedaron de un enorme movimiento que se esparció por el estado y conquistó simpatía en la clase media y entre los trabajadores.

La LER-QI, que actuó en conjunto con los compañeros independientes del Movimiento A Plenos Pulmones y diversos independientes, durante todo el proceso advertimos sobre los golpes y peligros que estaban planteados y cuál era la mejor forma de responderles para llevar el movimiento a la victoria. No consideramos que el movimiento de conjunto esté cerrado y por eso no haremos aquí un balance final del conflicto, pero sí de sus últimos acontecimientos más importantes, sacando algunas lecciones de la huelga y ocupación de la USP.

La huelga estudiantil, así como la de los trabajadores y profesores se desarrolló a partir de la ocupación de la rectoría de la USP, que fue tomada por un nuevo movimiento estudiantil espontáneo, que chocó y pasó por arriba al DCE (Directorio Central de los Estudiantes) oficialista (PT, PCdoB y PMDB). El PSTU y el PSOL iniciaron la ocupación para hacer solo un acto y en seguida pasaron a defender el final de la ocupación a partir de la primera propuesta de la rectora de conceder algunas viviendas. En ese momento del conflicto dos estrategias se enfrentaron: de un lado, la estrategia estrecha y sindicalista del PSTU y del PSOL, que vieron en la primera propuesta del rectorado la posibilidad de salir de la ocupación con algunas conquistas parciales y presentarse como “direcciones combativas” en las próximas elecciones estudiantiles. De otro, la estrategia que posibilitó el desarrollo de la huelga, que veía la ocupación de la USP como una palanca para decretar la huelga como una lucha política consecuente contra el gobierno y la burocracia académica por la caída de los decretos de Serra.

La huelga se expandió como un reguero de pólvora en decenas de cursos y unidades de trabajadores, con asambleas estudiantiles históricas que mostraron la gran fuerza del movimiento. Pero ese proceso masivo se disipó porque la ocupación que al principio fue una trinchera fundamental de la huelga, se aisló de la base de los cursos y no hubo ningún tipo de unificación con los cursos. Eso se dio por la inexistencia de un Comando de Huelga de la USP con delegados elegidos en las asambleas de curso y revocables que pudiese unificar y dirigir de forma democrática el movimiento, de forma unificada con los combativos trabajadores de la USP. Fue lamentable ver a todos los partidos que se ubican en el campo de la izquierda (PSOL) y se reivindican trotskistas (PSTU y PCO), hacerle el juego a los independientes que querían “autorepresentarse” impidiendo que surgiese ese organismo de autoorganización que fue la clave de luchas históricas del movimiento estudiantil internacional como la huelga de la UNAM de 1999 y la lucha contra el CPE en Francia. Esos sectores prefirieron imponer una dinámica burocrática en el movimiento, con asambleas generales cada vez más vacías y reuniones de la ocupación cada vez menos representativas, compuestas por estudiantes “autorepresentados” y por el PCO (en las cuales se tomaban importantes decisiones en nombre de miles de estudiantes en huelga).

Al mismo tiempo, junto a esta orientación vanguardista, el activismo de la ocupación nunca puso como prioridad la alianza con los trabajadores de adentro y de afuera de la universidad. La principal expresión de eso fue cuando los estudiantes de la USP se negaron a defender de forma seria y categórica el Sintusp, y los no docentes de la USP, que junto al PSOL, PSTU y PCO fueron brutalmente atacados por la prensa, por la burguesía de conjunto y por la burocracia académica en una nota publicada por el diario Estadão, en la cual se expresó claramente la política de esos sectores de persecución a los dirigentes y luchadores más conocidos de la USP.

A pesar de esas debilidades fundamentales que marcamos durante todo el proceso, la crisis alcanzó no solamente a la burocracia académica, sino golpeó las bases del gobierno del estado, obligando a Serra a retroceder con el inédito decreto declaratorio, que restituyó la falsa autonomía universitaria anterior (que es la autonomía para que una casta de burócratas académicos parásitos gestionen las magras partidas presupuestarias que son destinadas a la universidad); con excepción de la Unesp, donde la separación del Centro Paula e Souza (Fatecs) constituyó una derrota impuesta por los decretos a la cual aún está por delante la tarea de recomponer nuestras fuerzas para revertir.

Pero aún este retroceso de los planes de Serra en relación a la autonomía financiera de las universidades fue una conquista parcial del movimiento, ya que se mantuvo lo fundamental de la “reforma universitaria tucana” con la Secretaría de Enseñanza Superior, que proporciona mayor control del gobierno y del capital privado sobre las universidades para mejor adaptarlas al mercado.

La negativa de construir una huelga unificada por parte de las direcciones sindicales oficialistas (PCdoB y el PT) de otros sectores de empleados públicos (profesores de la Apeoesp, trabajadores de la salud, del subte, de la Sabesp/Cetesp, principalmente), impidió una lucha unificada capaz de revocar los decretos del gobierno tucano para proteger los acuerdos del PT y del gobierno Lula con los principales representantes de la burguesía paulista. Esta estrategia corporativista del sindicalismo ligado al oficialismo pudo triunfar rápidamente porque el PSTU y el PSOL se rehusaron a poner todos los sindicatos y oposiciones que dirigen al servicio de la solidaridad activa con la lucha de las universidades y usarla como palanca de una huelga unificada de empleados públicos. Conlutas, por la política del PSTU siquiera convocó un plenario estadual de los empleados públicos para organizar una huelga unificada y se negó a levantar esto como exigencia a las direcciones cutistas.

Así, el golpe del gobierno da resultado: con el decreto declaratorio, la ADUSP (ligada al PT) traiciona el movimiento y comienza la operación de desarmado de la huelga, que alcanza progresivamente a los profesores de la Unicamp, Unes, varios cursos de la USP y algunos de la Unesp y Unicamp. Con el creciente debilitamiento de la huelga y las amenazas de represión del estado y de la burocracia académica, desde la LER-QI, planteamos que la huelga no tenía más fuerzas para revocar los decretos, siendo necesario un retroceso organizado, con eje en el combate a la represión a estudiantes y trabajadores de la USP, Unesp y Unicamp, en especial a los trabajadores de la USP, que eran los principales amenazados. Nosotros, que ya vimos la represión en general a los trabajadores y estudiantes provocar reflujos de años, en particular en la USP, tenemos como tarea alertar de este peligro y preservar a los mejores sectores para las batallas que están por venir. Planteamos también que donde hubiese fuerza para levantar las demandas internas de cada universidad o facultad era necesario hacerlo.

El viernes, en un acto con más de 500 estudiantes y trabajadores de la USP, el rectorado fue desocupado después de 50 días. Al contrario de lo que el PSOL y el PSTU defendieron en la última asamblea, de que la propuesta del rectorado y el retroceso del gobernador con el decreto declaratorio fueron una gran victoria, nosotros defendemos que hubo conquistas parciales y que el movimiento había ido lo más lejos que las direcciones habían permitido. En la lucha de clases hay un factor esencial que es la correlación de fuerzas, que el PCO, el grupo Negación de la Negación y algunos independientes literalmente prefieren no ver al defender la posición de mantener una ocupación aislada y una huelga en pocas unidades, exponiendo a los sectores de vanguardia a la represión.

Desde el punto de vista reivindicativo, la huelga obtuvo conquistas parciales como el retroceso del gobierno del decreto declaratorio, las 384 viviendas y otras demandas estudiantiles. Pero un balance no debe darse solamente desde el punto de vista reivindicativo, sino políticamente. Desde ese punto de vista, podemos remarcar que para el movimiento estudiantil universitario nacional, después de años de parálisis, fue un salto que puede ser la base de nuevos procesos de movilización, e incluso estar anticipando grandes luchas del movimiento obrero. Es un elemento de calidad que los estudiantes pasen a creer en sus propias fuerzas y se movilicen más allá de los límites puestos por las direcciones conciliadoras. El gobernador Serra, un candidato preferencial de la burguesía para el 2010, salió desgastado en la clase media y en los trabajadores, lo que limita sus márgenes de maniobra para emprender mayores ataques. La movilización rompió toda la “normalidad” académica y cuestionó la estructura de poder de la universidad, lo que puede abrir procesos posteriores más profundos de movilización que cuestionen el carácter de esta universidad elitista y racista en Brasil. Están planteadas las bases para enfrentarse en un nivel superior contra los directores de unidad que son parte del sector más reaccionario de la burocracia académica y que salieron bastante rechazados por el conjunto del movimiento. Es verdad que los trabajadores de la USP no tuvieron mayores conquistas en su pliego específico, sin embargo esos elementos planteados arriba solo fueron posibles de ser conquistados gracias a su combatividad y politización, que seguirán siendo la clave en las próximas luchas.

Pero el movimiento no llegó a su fin. Algunas ocupaciones siguen en pie en la Unicamp y en la Unesp y la derecha intenta levantar la cabeza para reprimir estudiantes y trabajadores. Ante la amenaza de represión y castigos a diversos sectores del movimiento ya planteadas de manera explícita por los medios burgueses, nuestra principal consigna debe ser: SI ATACAN A UNO, ATACAN A TODOS! No podemos permitir el castigo a ningún luchador de las tres universidades, sea cual fuere el argumento utilizado para eso, por lo tanto, tenemos la tarea de hacer una amplia campaña contra la represión. Eso será determinante en el próximo período para lograr mantener y consolidar una vanguardia de estudiantes y trabajadores que saque las lecciones de esta lucha y esté fortalecida para preparar luchas aún más fuertes contra la reforma universitaria de Serra y de Lula y para la lucha por una universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo pobre.

Los elementos que planteamos arriba son algunos elementos políticos que, junto a las conquistas parciales reivindicativas, debe llevar cada estudiante y trabajador de la USP, a partir de un balance profundo de esta huelga, para sacar las lecciones necesarias que puedan transformar a cada luchador en un sujeto más avanzado para las próximas batallas. Nosotros, desde la LER-QI, en la medida de nuestras fuerzas, creemos haber aportado para que esta lucha fuese lo más avanzada posible y queremos discutir con cada estudiante y trabajador de la USP este balance y los próximos pasos de nuestra lucha.

 

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