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¿Cuál es el debate con los “Black Blocs”?
por : Iuri Tonelo

31 Oct 2013 | Las movilizaciones aún vigentes que permean el escenario nacional han mantenido en el centro de los debates a uno de los más mencionados “actores de junio”: la táctica Black Blocs.
¿Cuál es el debate con los “Black Blocs”?

Las movilizaciones aún vigentes que permean el escenario nacional han mantenido en el centro de los debates a uno de los más mencionados “actores de junio”: la táctica Black Blocs. Hoy ese debate se inserta en la coyuntura de una “ofensiva” represiva, como vimos en Río de Janeiro en los últimos actos, en que uno de ellos terminó con centenas de detenidos y 62 personas presas trasladadas al Complejo Penitenciario de Gericinó, en Bangu, en un brutal ataque de la policía y el gobierno de Paes y Cabral desde junio; un dato que también se expresó en Minas Gerais, que además de dos muertos durante el último período, también hubo al menos 11 presos trasladados al Ceresp (cárcel) acusados de asociación ilícita y corrupción de menores; ya en San Pablo fue sintomática la ofensiva represiva de Alckmin, gobernador del Estado de San Pablo, contra los estudiantes de la Universidad de San Pablo (USP), Universidad de Campinas (UNICAMP) y los Black Blocs en uno de los últimos actos de la movilización de las universidades, que marcaron el regreso de las balas de goma como instrumento represivo, todo envuelto en la reaccionaria “Ley de Seguridad Nacional” promulgada en 1983 y utilizada para controlar a sangre y fuego la inestabilidad persistente después de junio.

En este sentido, los medios burgueses (grandes medios) han presentado una línea de la clase dominante de apuntar a la “criminalización de los encapuchados” para crear otra coyuntura que legitime la persecución a todos los luchadores.

Después del 25 de octubre en una manifestación por la supresión de las tarifas del transporte público convocadas por el Movimiento Pase Libre, la primera de ese carácter desde junio, el gobierno de San Pablo con el explícito aval de Dilma y el coro de todos los grandes medios, se desata una campaña mayor contra los Black Blocs, apoyándose en una reciente encuesta de opinión que indica una caída del apoyo a las manifestaciones en general y un rechazo particular a los Black Blocs; así como a la agresión a un coronel de la policía que por las imágenes muchos especulan haber sido un hecho estimulado por los órganos represivos para descalificar al movimiento. Dos días después en una región pobre de la periferia de la zona norte paulista, un policía asesinó a un joven negro trabajador y estudiante a quema ropa y a la luz del día, provocando una revuelta de la población del barrio que incendió autos y ómnibus, cortó avenidas y rutas, levantó barricadas, realizó saqueos y se enfrentó con la policía hasta la noche del día siguiente, en la cual fue asesinado otro joven.

En las tapas de los diarios y los noticieros del día siguiente, la campaña contra los Black Blocs se extendía a todos los que se habían rebelado contra la brutal violencia policial, en un único coro contra los supuestos “vándalos” y “criminales”, abriéndose un debate entre los gobiernos de San Pablo y Río de Janeiro con el gobierno federal sobre cuáles son las mejores formas de compartir los servicios de inteligencia para contener y reprimir a los llamados “alborotadores”. De fondo, así como los gobiernos y las empresas vienen intentando a través de la criminalización de los Black Blocs descalificar, contener y disciplinar las protestas que se convirtieron en “moda” en el país desde junio; en su reacción a la reciente revuelta de los habitantes de la zona norte de San Pablo, a través de la manipulación de las supuestas acciones de grupos de narcotraficantes que se mezclaron en la revuelta, buscan descalificar y criminalizar las explosiones sociales que vienen siendo un hecho cada vez más frecuente en las favelas contra la violencia policial, la precariedad de los servicios y los desechos.

La primera tarea, por lo tanto, de toda la izquierda, partidos, sindicatos, organizaciones, movimientos sociales, es defender incondicionalmente a los jóvenes contra la represión, prisiones y toda la violencia del Estado burgués.
A partir de esto, y de todo este contexto represivo estatal que comienza a ganar terreno, ajustar el debate con las acciones en marcha, teniendo presente esta dinámica de la coyuntura, se vuelve fundamental. ¿Cuál es la discusión con los Black Blocs?

El “fenómeno” en junio y pos junio

Para desarrollar el debate estratégico con los Black Blocs, primero es necesario comprender la naturaleza del “fenómeno”. Ya en el pos junio, planteábamos que la caracterización de los Black Blocs como un grupo cerrado y delimitado era equivocada porque, más allá de algunos anarquistas con una visión más acabada, en realidad expresaba un “fenómeno” de algunas centenas de jóvenes, en diversos Estados, que extrapolaban el intento de “civilidad” que la burguesía buscó imponer a los actos y que encontraban en la táctica de destruir “los símbolos del capitalismo” su forma de expresión de la lucha.

Sin embargo, pasados algunos meses de las grandes movilizaciones de masas, los Black Bloc han avanzado (en la experiencia que esos jóvenes vienen adquiriendo en estos tres meses) en adquirir contornos más de “grupo” en algunas ciudades y, fundamentalmente, en mantener tácticas aisladas del movimiento de masas y aun de una vanguardia que legitime las acciones.

Así, desde el punto de vista del marxismo, el “fenómeno” Black Bloc es la expresión de una juventud que busca formas de radicalizar su lucha y odio contra los males de este sistema y la represión policial – en oposición a la práctica rutinaria, electoralista y sindicalista de las organizaciones que se dicen de izquierda - pero una táctica que en general cae en la ausencia de una perspectiva estratégica para ligarse a los trabajadores y crear la fuerza necesaria para cuestionar de hecho ese sistema, terminando por desviar ese “odio” de la “generación de junio” en acciones aisladas, ultraizquierdistas (acciones por fuera de las relaciones de fuerza y sin capacidad de hacerse realmente ofensivas contra el sistema, que en la práctica se desvinculan de sus objetivos), especialmente en un momento de reflujo de los actos de masas.

¿Cuál es el debate estratégico con los Black Blocs?

Partiendo de la caracterización, hay que reconocer que para fortalecer el debate de estrategias en el movimiento no se puede dejar de considerar la coyuntura nacional: el interés que la burguesía tiene en este momento en criminalizar fuertemente a los encapuchados está vinculado al enorme peligro que significó el apoyo de amplios de estos sectores a la huelga de los profesores de Río e Janeiro, que llevó al SEPE (Sindicato Estadual de los Profesionales de la Educación de Río de Janeiro) a posicionase a favor de la participación de los Black Blocs en los actos, aunque en el sector vemos distintas sensibilidades (fruto de incoherencias del propio Black Bloc). Pero no es en todos los casos, (o en la mayoría de ellos) que vemos una alianza de los Black Blocs con sectores de clase, expresando en diversas ciudades acciones aisladas ultraizquierdistas por fuera de cualquier lucha obrera y con un programa consecuente para la juventud.

Para encontrar una explicación más detallada, distinguimos tres niveles de acción: el primero, las acciones de resistencia, que cruzan todo el movimiento y son una reacción legitimada por todos los sectores dado el nivel de represión de la policía, sabiendo que solo en base a “muchas resistencias” fue posible que se dieran los hechos de junio; después están las acciones defensivas, una serie de tácticas usadas en el conflicto en las calles para mantener los actos, incluyendo métodos tradicionales de la clase trabajadora, como las barricadas, que también son respetadas e incluso fueron aplicadas muchas veces en los actos de los profesores de Río de Janeiro, cumpliendo un papel importante; y finalmente las acciones “ofensivas” (que en el caso de los Black Blocs han consistido en destrucción de bancos, negocios y otros “símbolos”), que en un contexto de reflujo del movimiento de masas terminan siendo actos aislados y, como planteamos, ultraizquierdistas, que además de impotentes pueden ser contraproducentes y construidos por fuera de deliberaciones democráticas en el movimiento y en las clase, expresan burocratismo.
Hay que “distinguir y ordenar” los hechos, para que podamos debatir con estas centenas de jóvenes: una juventud debe orientarse estratégicamente para ligarse (ahí sí de modo “radical”) a las luchas de los trabajadores y contra las miserias capitalistas, que impiden el derecho al trabajo, la educación, la salud, el ocio, el arte, etc. En este sentido, la juventud debe tomar la bandera de un programa revolucionario que ligue las demandas más mínimas sentidas en la “piel” por la nueva generación a las demandas transicionales, que se enfrentan contra el régimen y el Estado burgués incapaz de asegurar algún futuro a la juventud. La única manera de ganar a las masas de la juventud trabajadora y ligarse al conjunto de la clase es que sus métodos de organización sean la autoorganización de los estudiantes y jóvenes trabajadores, organizándose democráticamente y deliberando sobre cada acción y perspectiva con el conjunto del movimiento. Solo así, la lucha anticapitalista puede ser consecuente hasta el final y verdaderamente revolucionaria.

Disputar la juventud radical de junio que quiere “derrumbar el capitalismo”

Las críticas son fundamentales y la delimitación con algunas de las acciones de los Black Blocs necesaria; sin embargo fueron catastróficos algunos comentarios que quisieron hacer una “crítica por izquierda”, como el PSTU y el PSOL, a las acciones ultraizquierdistas, abordando muchas veces por fuera de un análisis de la coyuntura nacional y sin la preocupación de no quedar pegados a la “campaña” de la burguesía. De este modo, insistieron en errar sucesivas veces (con algunas autocríticas posteriores en el caso del PSTU), no por la necesaria diferenciación con los Black Blocs, sino por el sectarismo de la crítica, por no politizar el análisis, observar las particularidades de los “encapuchados en RJ” y, más grave aún, por no señalar a las masas, en cada crítica al grupo, lo que había detrás de la furiosa campaña de los grandes medios (burgueses) contra los Black Blocs. Por tanto, no elevaron la discusión a un nivel estratégico (para explicar pacientemente” como decía Lenin) y terminaron en diversos “zig-zags” que iban de señalamientos críticos correctos hasta la adaptación completa al discurso burgués (como la idea de que los Black Blocs “actúan como provocadores de la represión policial”).

Lo más importante es que no basta decir con palabras que se está contra cualquier ataque del Estado burgués a los militantes: hay que construir una gran campaña nacional contra la represión a los luchadores y la criminalización de los movimientos sociales. No hacer una campaña fuerte como ésta y condenar vehementemente las acciones de los Black Blocs, tratándolo como un grupo cerrado anarquista que se debe combatir “por la deconstrucción que promueven al movimiento” es un sectarismo importante con un sector de jóvenes templados en las movilizaciones de los últimos cuatro meses.

“Ser radical es tomar las cosas por la raíz” decía Carlos Marx. Los jóvenes que quieren enfrentar al capitalismo deben armarse de una verdadera estrategia revolucionaria y una perspectiva comunista para la sociedad, sabiendo que la juventud solo puede ser revolucionaria si está orientada estratégicamente en una alianza con los trabajadores. Esa es la “verdadera” discusión con los Black Blocs y cada uno de los activistas de la “juventud de junio”.

26/10/2013

 

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