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Blair humillado en Irán
por : Claudia Cinatti

13 Apr 2007 |

Luego de 13 días de tensión, el pasado 4 de abril el gobierno de Irán decidió liberar a los 15 marines británicos tomados prisioneros por un escuadrón de la Guardia Revolucionaria cuando realizaban operaciones de inteligencia en el estrecho de Shatt al Arab, una zona fronteriza que históricamente ha sido motivo de disputa entre Irán e Irak.

La situación generada por la captura de los militares británicos, que admitieron públicamente haber violado la soberanía iraní y agradecieron en persona al presidente Mahmud Ahmadinejad por su liberación, fue una humillación para Blair y su amigo Bush y una muestra elocuente de las consecuencias desastrosas para el imperialismo de la ocupación de Irak. A tal punto que la prensa lo comparó con la toma de rehenes en la embajada norteamericana en Irán en noviembre de 1979.En lo inmediato, el resultado del "episodio marines" favoreció al gobierno de Irán.

Aunque Gran Bretaña trató de negarlo, sus militares fueron puestos en libertad como producto de un intercambio de prisioneros, dado que lo que abrió la buena "voluntad del gobierno" iraní fue la liberación de Jalal Sharafi, un alto diplomático de la república islámica secuestrado en Bagdad en febrero pasado por agentes iraquíes al servicio de Estados Unidos. Recordemos que la crisis se da en el contexto de la disputa más profunda sobre quién obtiene una relación de fuerzas mejor para una eventual negociación política en el Irak ocupado, donde Irán tiene influencia.

Los argumentos del gobierno británico y las denuncias de los marines de que sus declaraciones fueron arrancadas bajo tortura física y psicológica se debilitaron por la propia arrogancia de las tropas imperialistas. El capitán Chris Air, jefe de los marines detenidos, había declarado a la televisión británica unos días antes de la captura, que la embarcación realizaba tareas de inteligencia y espionaje y tenía como objetivo extraer información a los pescadores del lugar sobre cualquier tipo de actividad iraní en la zona.

A modo de confirmación de que esta vez había logrado una pequeña ventaja, a sólo pocos días de concluido el incidente con Gran Bretaña, Ahmadinejad anunció en tono desafiante que Irán "ha entrado en el club de naciones que pueden producir combustible nuclear a escala industrial", reafirmando el derecho de su país a continuar con su programa nuclear, a pesar de las sanciones de la ONU y de la amenaza imperialista.

Hostigamiento

Estados Unidos y el Estado de Israel, con el aval de las Naciones Unidas, vienen ejerciendo una presión creciente sobre Irán con el objetivo de frenar el desarrollo nuclear del país, implementando sanciones económicas y políticas cada vez más duras, buscando aislar al régimen iraní y eventualmente generar las condiciones para algún tipo de acción militar.

Los halcones más decididos de la administración Bush, el vicepresidente Dick Cheney y su asesor Elliot Abrams y el Estado de Israel, ven que la única forma de frenar la "amenaza" iraní es bombardeando sus capacidades nucleares y de paso debilitar a otras fuerzas que resisten la ocupación imperialista en Irak o a enemigos del Estado de Israel como Hamas y Hezbollah. La existencia del plan militar de estos sectores fue revelada en detalle en un artículo reciente por el prestigioso periodista Seymour Hersh, el mismo que sacó a luz las torturas en la cárcel de Abu Ghraib y la matanza de My Lai durante la guerra de Vietnam.

Esta tendencia guerrerista no sólo se debate abiertamente dentro del gobierno, el Congreso y la prensa estadounidenses, sino que se apoya en la concentración de fuerzas navales norteamericanas y británicas en el Golfo Pérsico, muy próximo a Irán, de las que formaba parte la patrulla interceptada por los guardias iraníes. El objetivo de esta fuerza es aumentar la presión contra el régimen de Teherán, para que abandone el programa nuclear y deje de apoyar con armamento y entrenamiento militar a milicias aliadas en Irak.

Según el diario The Guardian, incluso "Estados Unidos ofreció emprender alguna acción militar por los 15 marines detenidos en Irán". Entre las opciones figuraba "que aviones de combate norteamericanos patrullen de forma agresiva las bases de la Guardia Revolucionaria Iraní para resaltar la seriedad de la situación".

Pero nada de esto ocurrió y Blair optó por la negociación, lo que fue criticado por sectores de la derecha conservadora, igual que la actitud de los marines que no resistieron la detención.

Aunque no se puede descartar que el gobierno de Bush busque salir del pantano de Irak -y de la situación cada vez más complicada en Afganistán- escalando el conflicto contra Irán, por ahora esta salida parece poco probable y lo que hasta el momento prima es el ala más "negociadora" de la administración republicana de la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el jefe del Pentágono Gates, partidarios de mantener una presión económica y política sostenida sobre el régimen de Teherán como forma de mantenerlo bajo control.

Fuera el imperialismo de Irak y Medio Oriente

El incidente diplomático entre Irán y Gran Bretaña se da en una situación cada vez más difícil para el dominio imperialista en Medio Oriente. El gobierno de Bush, repudiado internamente por su política guerrerista, no encuentra una salida "digna" al pantano de la ocupación de Irak. A pesar de haber incrementado el número de efectivos y de la campaña para "liquidar a la insurgencia", las bajas imperialistas no dejan de aumentar -ya llegan a casi 3.300 soldados- los combates no cesan e incluso se vuelven más violentos como el reciente enfrentamiento en la ciudad de Diwaniya, al sur del país, entre las tropas norteamericanas y las milicias chiítas. El reclamo por el fin de la ocupación ha tomado un nuevo impulso. El pasado 9 de abril, centenares de miles de iraquíes, mayormente chiítas dirigidos por el clérigo radical Muqtada al Sadr, -en la clandestinidad desde febrero-, colmaron las calles de Najaf para exigir el retiro de las tropas imperialistas en el cuarto aniversario de la caída de Bagdad. A pesar de los sangrientos enfrentamientos interreligiosos entre sunitas y chiítas que han proliferado en el último tiempo, en la movilización participaron también sectores sunitas. Según el diario New York Times, ésta fue "la movilización más grande en Najaf, el corazón del poder religioso chiítas, desde la invasión norteamericana en 2003". En este marco, una acción militar contra Irán podría tener consecuencias impredecibles.

Más que nunca está planteada la unidad de las masas explotados y oprimidas de Irak y Medio Oriente y la más amplia movilización obrera y popular en todo el mundo para lograr la derrota de Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados.

 

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