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El EZLN y la VI Declaración de la Selva Lacandona
por : Martín Juárez

28 Aug 2005 |

Una nueva propuesta a debate

Con la “VI declaración de la Selva Lacandona”, el EZLN reapareció en la escena política nacional. En la misma, propone la “unidad de obreros y campesinos”, y la alianza con “sectores de izquierda,” tras un “programa nacional de lucha” para luchar contra el neoliberalismo. En las últimas semanas, el EZLN se reunió con organizaciones políticas, sociales y sindicales, con el fin de articular su “otra campaña” que se plantea contrapuesta a la campaña electoral del 2006. Esto se da en el contexto de nuevas contradicciones y cambios en la situación nacional.

Después del triunfo electoral de Vicente Fox en el 2000, presentado por muchos como la apertura de un nuevo ciclo de estabilidad burguesa, desde el año 2003 las instituciones del régimen de la alternancia sufrieron importante desgaste y aumentó el descontento obrero y popular. El movimiento de masas incipientemente comenzó a ponerse a tono con las luchas que recorren Sudamérica, aunque todavía lejos de acciones como las jornadas revolucionarias de Bolivia o las luchas obreras en Argentina. Las movilizaciones de los trabajadores electricistas, la lucha y el proceso antiburocrático en la salud y, más recientemente, la huelga de los trabajadores estatales en Chiapas y de los mineros de Sicartsa, son indicadores de una nueva subjetividad obrera que comienza a asomar.

El resurgimiento político del EZLN, que en años recientes se limitó a gobernar los municipios autónomos, cayendo en un fuerte aislamiento fruto de su estrategia autonomista, es un intento de posicionarse frente a este fenómeno que recorre el movimiento obrero y de masas. En un contexto de inestabilidad política y social, las declaraciones de Marcos despertaron expectativas entre los trabajadores, los campesinos y la juventud descontentos con el “gobierno del cambio”.

La represión contra las bases zapatistas y las reacciones del régimen

En el mes previo a la VI Declaración, se intensificó la militarización de Chiapas. Declaraciones del Ejército sobre supuestos plantíos de marihuana y acusaciones de “narcoterrorismo”, y la cancelación por parte del Banco Bilbao Vizcaya de las cuentas bancarias de “Enlace Civil” (de apoyo internacional al EZLN), fueron parte de esta ofensiva, mientras el Ejército mantiene 111 posiciones y más de 17000 efectivos en Chiapas. Ante este hostigamiento, los socialistas de la LTS planteamos la urgencia de rodear de solidaridad a los campesinos e indígenas, defendiendo al EZLN y sus bases de cualquier ataque del estado burgués, exigiendo el cese de la represión y la salida inmediata del ejército y la disolución de las bandas paramilitares.

En los días siguientes a la “Sexta Declaración”, Fox afirmó aventureramente que se abría “un nuevo diálogo” y la posibilidad de integración de los zapatistas al “sistema político”. Aunque esta línea política no tuvo continuidad, el régimen podría tratar nuevamente de atraer al EZLN y lograr su integración política, para contener el descontento de las masas y fortalecer las desprestigiadas instituciones.

La critica zapatista del PRD

La crítica al PRI, del PAN y del PRD despertó expectativas entre muchos luchadores obreros y juveniles. Los socialistas de la LTS compartimos gran parte de la denuncia del EZLN y también opinamos que el PRD es “más de lo mismo”. Es por ello que, en años pasados, planteamos que el PRD era soporte de la trampa de la transición pactada (1994) y de la alternancia (2000), y denunciamos cómo este partido burgués aplicó el garrote donde gobernó. Pero en 1994 la dirección zapatista llamaba indirectamente a votar por Cárdenas, al decir: “ni un voto al PRI ni al PAN”. Esta política de acuerdos con un partido burgués (traidor lo nombra Marcos hoy), contribuyó a que muchos trabajadores y campesinos confiasen en el PRD. Hoy el EZLN modificó su actitud, y su delimitación del sol azteca provocó la satanización por parte del periódico “La Jornada” y de la intelectualidad “progresista” que lo acusan de “hacerle el juego a la derecha” para debilitar la campaña del PRD y de AMLO (lo que recuerda las difamaciones que en el año 1999 lanzaron contra los huelguistas “ultras”). Los socialistas de la LTS llamamos a repudiar y denunciar esta campaña de persecución y linchamiento, mas allá de las profundas diferencias estratégicas que nos separan de la dirección del EZLN.

En esta situación, si lo que se pretende es luchar verdaderamente por los intereses de los campesinos, los indígenas y los obreros, es necesaria una estrategia y un programa de independencia política de los partidos patronales, y de lucha contra las instituciones de la burguesía, como desarrollamos a continuación.

La lucha por la unidad de los obreros y los campesinos

La VI Declaración plantea que “Un nuevo paso adelante en la lucha indígena sólo es posible si el indígena se junta con obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados... o sea los trabajadores de la ciudad y el campo.”. Junto a esto, que “vamos a ir construyendo, junto con esa gente que es como nosotros, humilde y sencilla, un programa nacional de lucha, pero un programa que sea claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo mexicano.” Y dice que para esto, enviará una delegación a recorrer el país, buscando “una política de alianzas con organizaciones y movimientos no electorales que se definan, en teoría y práctica, como de izquierda.” impulsando a la vez una “CAMPAÑA NACIONAL para la construcción de otra forma de hacer política, de un programa de lucha nacional y de izquierda, y por una nueva Constitución.”. Esto, supone profundizar respecto a cómo construir la unidad obrera, campesina y popular y bajo qué perspectiva, objetivos y programa.

En la LTS pensamos que luchar por “la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo” requiere de una estrategia de organización y movilización independiente de los partidos e instituciones del régimen. Lo cual exige superar toda ilusión en el Congreso, el gran mecanismo de desvío del descontento popular, y romper con el PRD. La unidad obrera y campesina y la lucha por sus demandas, debe asentarse sobre la independencia del régimen y sus partidos.

Esto lo constatamos en el año 2001, cuando el Congreso votó una reaccionaria reforma de la Ley sobre Derechos Indígenas. En ese momento, dijimos que se desaprovechó la oportunidad de potenciar el movimiento de las masas rurales, pues no se llamó a un Plan Nacional de Lucha que unificara la resistencia bajo una huelga nacional contra el régimen de la alternancia. Y es que, lamentablemente, mientras la caravana zapatista despertó gran apoyo popular, la dirección del EZLN llamó a “convencer” al Congreso de que votase una ley favorable. Todos vimos cual fue el accionar de esa cueva de ladrones al servicio de los terratenientes (incluyendo al PRD). Cualquier ilusión en que las instituciones y partidos de la burguesía resuelvan las demandas obreras y populares, sólo traerá desmoralización y nuevos engaños. Una estrategia combativa y de lucha debe hacer eje en la movilización en las calles, llamando a confiar exclusivamente en la acción de los oprimidos y explotados.

En los últimos años, las luchas obreras y campesinas fueron por distintos carriles. Si las burocracias sindicales fueron las principales responsables, la dirección del EZLN no tuvo una política para acercarse a la clase trabajadora, como en la huelga del sindicato de la “Ruta 100” o en las recientes huelgas en Chiapas). Ahora la VI Declaración llama a la “unidad de obreros y campesinos”. Para forjar esta unidad, la primera tarea de los sindicatos es enfrentar -con la movilización en las calles- la militarización. Esta unidad es imprescindible, ya que para imponer las demandas de las bases zapatistas y derrotar los planes del gobierno, es necesaria la participación de la clase obrera que, concentrada en las grandes industrias y servicios, es la fuerza fundamental que mueve los resortes de la economía capitalista. Y es que, con un programa que integre el conjunto de la demandas, la clase obrera puede encabezar la lucha de todo el pueblo oprimido y explotado.

Una gran lucha requiere que discutamos democráticamente los pasos a dar. Para ello, los acuerdos entre las direcciones de las organizaciones son insuficientes, como es el curso adoptado por el EZLN en los encuentros en Chiapas, donde se divide la asistencia entre organizaciones políticas, sindicales y sociales. En lugar de ello, hay que impulsar la organización desde las bases, y convocar a un gran Encuentro Nacional de organizaciones obreras, campesinas, indígenas y populares, basado en delegados electos, con mandato y revocables. Sindicatos como el SME, los trabajadores de la Salud y los obreros de Sicartsa, así como organizaciones como el EZLN, podrían llamarlo, y allí los delegados con mandato de las comunidades zapatistas, de los sindicatos y las agrupaciones campesinas, podrían resolver un plan de lucha y movilización que preparase la realización de un paro nacional contra el gobierno y sus planes.

UNA LUCHA CONSECUENTE CONTRA EL REGIMEN DE LA ALTERNANCIA

Los partidos a los que el EZLN critica son los pilares de este régimen garante de la explotación y la opresión. Estos 5 años demostraron que la “transición democrática” sólo favorece los negocios de la patronal y, que no resolverá las demandas de las comunidades zapatistas y del conjunto del pueblo trabajador. Por ello, una movilización consecuente debe orientarse contra el régimen de la alternancia y toda tramposa “reforma democrática” que busque preservarlo.

Ante esto, el EZLN propone una “nueva constitución”. Pero ¿esta “nueva constitución” se logrará en convivencia y en los marcos de las instituciones garantes de la explotación capitalista? Eso sería contradictorio con la resolución de las demandas de los campesinos e indígenas (como la tierra), que no se lograrán bajo una constitución compatible con el régimen de dominación capitalista. Lo demuestra la experiencia histórica: aún la constitución de 1917 y sus artículos 17 y 123 (que hicieron de esa constitución burguesa la más avanzada de su tiempo), fueron funcionales para mantener el régimen de propiedad privada y desviar las aspiraciones de los campesinos insurrectos hacia la ilusión en una “nueva constitución”. La actual miseria en el campo es prueba de ello.

Una de las grandes enseñanzas de la revolución de 1910/1920 es que, para imponer las reivindicaciones hay que derribar el régimen de dominio (“abajo el mal gobierno” decían los zapatistas en 1910). Retomemos ese camino, impulsando un programa revolucionario, a través de la movilización en las calles y de la preparación de la huelga general. Los socialistas de la LTS pensamos que eso significa luchar por un gobierno de los obreros y campesinos, que reorganice el país de acuerdo a los intereses de las grandes mayorías.

Pero esto parece estar en contradicción con la trayectoria del EZLN que, sosteniendo que “no luchamos por el poder”, se limitó a gobernar los “Caracoles” para construir desde ahí un “contrapoder”. Los proyectos autonomistas -que pueden tener el mérito de mostrar la capacidad y la originalidad de las masas- no resuelven la situación de los explotados del conjunto de la nación y ni siquiera de las mismas comunidades de Chiapas. Y es que se requiere luchar por el poder político nacional, el “sistema nervioso central” sobre el que asienta su dominación económica la patronal y los terratenientes; sólo arrancando el poder a los explotadores y expropiando a terratenientes y capitalistas, se garantizarán las demandas de las comunidades como la autonomía, una verdadera reforma agraria en el campo, erradicar las bandas paramilitares, y garantizar -desde las ciudades, la industria y el sistema bancario- los recursos para que los campesinos y los indígenas trabajen y vivan dignamente.

Solo si la propuesta del EZLN apuntara a una salida independiente de los partidos y las instituciones y trampas del régimen (como la farsa electoral del 2006), impulsando la movilización en las calles, la organización democrática desde las bases, y la lucha por una huelga general contra el gobierno, podría ayudar a dar un paso adelante a la lucha de los explotados y oprimidos. Pero el EZLN debe demostrar con su acción y sus alianzas (por ejemplo con su actitud hacia las direcciones enemigas de la lucha frontal contra el gobierno), hacia donde va la propuesta de la VI Declaración de la Selva Lacandona.

 

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