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Egipto: otro modelo fallido de democracias imperiales
por : Media

08 Dec 2012 |

POR MARCELO CANTELMI

08/12/12

La presidencia de la República decide imponer una legislación crucial ordenando que no se le cambie a la redacción de la norma una coma y sin atender en el proceso ninguna opinión opositora. Para fortalecer esa medida autoritaria, enarbola el 52% que obtuvo en las elecciones, decreta que el Ejecutivo está por encima de las leyes y prohíbe –anula– a la justicia discutir cualquier resolución que adopte el gobierno. De pronto, aunque no tan inesperadamente como lo percibe el poder,la gente sale a la calle exigiendo una verdadera democracia, la corporación judicial se une para repudiar la prepotencia gubernamental y el país entra en crisis .
Para un argentino, la escena puede tener trazos familiares, pero se trata de lo que está sucediendo en estas horas en el Egipto de Mohamed Mursi , el primer presidente democrático en la larga parábola de dictaduras de ese país. La ofensiva del mandatario contra todo lo que implica el edificio institucional, enlodó del peor modo la esperanza democrática que se abrió en ese pueblo después de la batalla popular de 17 días que acabó el año pasado con la tiranía de tres décadas de Hosni Mubarak.

Una ilusión hecha añicos en apenas instantes.

¿Por qué se hizo eso? La respuesta a esa incógnita suele ser equivocada. Se sostiene que Mursi, un militante de la cofradía de los Hermanos Musulmanes, un partido islámico moderado aliado de EE.UU., hace lo que hace para imponer su visión y su credo en todo el sistema de leyes y procedimientos del país. En ese criterio, sólo lo motivaría evitar la instauración y desarrollo de una sociedad liberal y secular, con una alta y definida protección de los derechos individuales.

Mursi, al fin del día, sería así un líder motivado por una impronta religiosa.
Tal ambición existe, pero en forma lateral y parece más bien una discusión falsa que oculta lo central. Por encima de esa disputa en la superficie de objetivos supuestamente morales o de credos, el presidente y su partido operan como una continuidad de los poderes reales y más prosaicos que han venido regulando Egipto de la mano de las dictaduras , particularmente la última.

Cuando cae la tiranía de Mubarak, lo que entró inmediatamente en cuestión fue el destino de lo que de modo llano podríamos definir aquí como el establishment. Un sector que se consolidó durante las décadas de tiranía y del cual formaron amplia parte, con empresas y bancos, las propias Fuerzas Armadas. El movimiento civil que logró el enorme cambio republicano en Egipto, y en el cual había, por cierto, enormes masas de creyentes islámicos, surgió realmente no por puro idealismo sino como reacción a una gigantesca deuda social que sólo podía ser resuelta con un salto democrático . Mursi, cuyo movimiento realizó marchas multitudinarias de alabanza a los uniformados después del final de la dictadura, desmontó con buen criterio histórico el poder político de los militares y descabezó a la junta que venia gobernando de facto.

Pero lo hizo para tomar la posta en la preservación de aquellos intereses.
El freno a los militares respondió parcialmente a las demandas de la calle pero, salvo por alguna retórica populista, el mandatario mostró nulo interés en resolver el abismo social y no pudo desactivar las movilizaciones y huelgas .

Es por ese motivo que el borrador de Constitución que elaboró el gobierno mantiene incólume el poder de los militares y hasta preserva la tortura como método de seguridad. La profundidad o no del islamismo en la Carta importa sólo porque está directamente vinculada al control social que se pretende. No se trata de religión sino de poder y de cómo consolidar una estructura autoritaria que mantenga el status quo de explotación que rigió toda la historia moderna de ese país.

El relato, allá, de los Hermanos Musulmanes, que exalta una democracia que se descubre limitada, oculta la alianza nítida que sostuvo esa organización con el régimen de Mubarak. En Egipto lo que se ha instaurado, dato que se advierte más claramente en estos momentos con los tanques en la calle, es una forma de república hiperpresidencialista y con desvíos absolutistas , dirigida a poner un límite contundente a las movilizaciones callejeras y avanzar en programas que transfieran a la población el déficit de las cuentas públicas. Es por eso, también, que Mursi dio el portazo contra la justiciapara actuar sin requerir autorización ni tener que responder por sus acciones .

Pero todo ha sido una mirada de corto vuelo que no tuvo en cuenta el dato de que el pueblo egipcio, al revés que otros, viene de una gigantesca victoria. Las protestas en la calle contra la nueva deriva autoritaria se transformaron rápidamente en un hecho político forzando a que la corporación judicial y la oposición se revelara exigiendo a Mursi el respeto al orden republicano.

El presidente hoy no tiene armas y ya comenzó a retroceder . Sus aliados internacionales difícilmente lo apoyen si avanza contra la gente que lo cuestiona desde las calles y la vereda opositora se ha superpoblado lo que anticipa el fracaso de la nueva Constitución.

La resistencia se esparce de modo tal que la semana pasada miles de obreros textiles marcharon en la ciudad de Mahlla al Kubra en demanda de preservar el sistema democrático. Es un dato ominoso para el gobierno: ese sindicato fue uno de los que jugaron un papel clave en la caída de la dictadura.

Esta nueva victoria en proceso del pueblo egipcio desmiente a los agoreros que enterraron en el escepticismo y el desprecio intelectual al suceso de la Primavera Arabe . Ilumina, además, un fenómeno que se expresa en la extendida aparición de modelos de derecha o izquierda, con arenga religiosa o retórica atea, que elevan como virtud la limitación de las instituciones del Estado.

Así es en la democracia autoritaria rusa, la húngara, lo fue en la experiencia italiana de Silvio Berlusconi, o más cerca en Venezuela o Argentina.

Son formas raquíticas de república de personas y no de leyes, que subsumen las normas de todos al antojo del inquilino del poder como hacían los faraones. Como si fueran imperios, allá o acá ...
Copyright Clarín, 2012.

 

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