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Apuntes del PTS sobre la construcción de un partido revolucionario en Argentina
por : Christian Castillo , Fernando Rosso

28 Aug 2012 |

A diferencia de lo que ocurre en otros países, en Argentina la “extrema izquierda” enfrenta relativamente fortalecida este período signado por la crisis capitalista internacional. Aunque el crecimiento económico de la última década constituyó un bloqueo a un mayor desarrollo de la izquierda revolucionaria, debido a que entre los trabajadores y el movimiento de masas predominaron en estos años las ilusiones reformistas, desde la crisis entre el gobierno y las patronales agrarias, y con más claridad desde la gran lucha de los trabajadores de Kraft en 2009, existe en nuestro país una tendencia a la emergencia política de la izquierda obrera, socialista y anticapitalista, tanto por su papel en los fenómenos de la lucha de clases como en la escena política nacional. En cierta medida, este proceso viene desde 2001 por el papel jugado por el PO en el sector del movimiento piquetero [1] que se mantuvo independiente del gobierno, y por la intervención del PTS en las “fábricas recuperadas”, impulsando desde Zanon y Brukman el bloque que señaló una perspectiva clasista y de lucha frente a la política de integración cooperativista [2], junto con la permanente presencia en el movimiento estudiantil universitario y secundario, pero claramente ha pegado un salto en los últimos años [3]. En 2008 la “crisis de la 125” [4] planteó una dura pelea política en la izquierda, entre quienes apoyaron al gobierno, los que se alinearon con las patronales agrarias y quienes mantuvimos una posición independiente, expresada en particular en la declaración “Ni con el gobierno ni con entidades patronales ‘del campo’” [5]. Los que sostuvimos esta posición, en el marco de una polarización entre los bandos patronales, salimos políticamente fortalecidos, mientras quienes se alinearon con la Sociedad Rural y compañía, como el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) [6] y el Partido Comunista Revolucionario (PCR) [7], sufrieron un muy fuerte desprestigio e iniciaron un derrotero que los llevó a ser hoy parte de la centroizquierda. Con el conflicto de Kraft [8], nuestro partido mostró la capacidad de combinar la utilización audaz del frente único con la dirección reformista que era mayoría en la Comisión Interna (y en los primeros momentos con el propio Rodolfo Daer [9]) con sabernos quedar solos, con el apoyo de los trabajadores, frente a las claudicación de los dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) en la parte final de la lucha. A su vez, supimos recurrir a métodos de acción que permitieron que el conflicto lograra repercusión política, y mostramos potencialmente el poder de la alianza entre trabajadores ocupados, desocupados y el movimiento estudiantil. En esta lucha, ante la brutal represión con desalojo de la fábrica por parte de la policía avalada por los gobiernos nacional y provincial, se produjo una primera crisis entre el kirchnerismo y los sectores de la intelectualidad progresista que surgieron en su apoyo durante la crisis de la 125. Por último, con la victoria en las elecciones de Comisión Interna de la lista encabezada por nuestro compañero Javier “Poke” Hermosilla, se mostró el respaldo logrado entre los trabajadores por el sector más combativo, en el marco de una elección que fue seguida por la prensa nacional, que dio mayor visibilidad a la emergencia del “sindicalismo de base” [10]. Otro hito de este proceso fue la lucha contra la tercerización en el ferrocarril, que comenzó con un gran corte de vías en julio de 2010 impulsado por la Asamblea de Tercerizados y la Agrupación Bordó (orientada por nuestro partido) y luego, en otro intento de corte de vías, le costó la vida al militante del PO Mariano Ferreyra, el 20 de octubre de ese año, a manos de una patota de la burocracia sindical que actuó con complicidad de la Policía Federal. Si bien la muerte de Néstor Kirchner una semana después contuvo en parte el proceso, el asesinato de Mariano despertó un profundo repudio obrero y popular que también impactó en las filas del kirchnerismo, dado que Pedraza y la patota eran aliados del gobierno nacional, corresponsable con la burocracia y los empresarios que están en la UGOFE [11] con la Secretaría de Transporte del sistema de tercerizaciones vigente entonces en el ferrocarril. Esta lucha se continuó luego de la acción asesina de la patota y terminó con el pase a planta permanente de todos los tercerizados, en medio de una importante disputa política con el gobierno y la burocracia, cuya colaboración volvió a quedar de manifiesto en las escuchas telefónicas entre Carlos Tomada y Noemí Rial (Ministro y vice de Trabajo) con Pedraza poco antes de que este fuera detenido [12]. Visto más de conjunto, el ferrocarril viene siendo un lugar de disputa entre los sectores antiburocráticos contra el gobierno y la burocracia, que había tenido episodios anteriores como las denuncias de Aníbal Fernández contra la izquierda cuando pasajeros indignados recurrieron a la quema de vagones y posteriormente, la detención de Rubén “Pollo” Sobrero [13] con una causa completamente fraguada, que terminó en una derrota política del gobierno kirchnerista. A todo esto tenemos que agregar la continuidad de la experiencia de la gestión obrera de Zanon y de la acción del Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Neuquén, referencia ineludible del sindicalismo clasista en el país, que pegó un salto político con la elección como diputados provinciales por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores de dos de sus referentes históricos, Alejandro López y Raúl Godoy. La izquierda clasista también es clave en el nuevo sindicato del subte [14], como lo mostró la intervención destacada de nuestro compañero Claudio Dellecarbonara en el último paro de diez días de duración, donde constituyó una clara alternativa a la dirección encabezada por Roberto Pianelli y Néstor Segovia [15].

A pesar del discurso del progresismo pro gubernamental que se esforzaba en tratar de mostrar que “a la izquierda de los Kirchner solo está la pared”, lo cierto es que estos conflictos dejaron claro el protagonismo de una izquierda que, con diferencias importantes [16], que debatimos públicamente, y en gran medida gracias a las batallas políticas dadas por nuestro partido, mantuvo una política en general independiente del gobierno y de las distintas variantes patronales.

La conformación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) entre el PO, el PTS e Izquierda Socialista [17] para intervenir en el proceso electoral de 2011 permitió dar a este fenómeno visibilidad política en un terreno que, en general, es adverso para la izquierda obrera, anticapitalista y socialista pero que en este caso fue utilizado para aumentar su autoridad política ante el movimiento de masas. En base a una punzante agitación de denuncia del carácter proscriptivo del nuevo régimen electoral, combinando una campaña militante por abajo con una certera y creativa utilización de los espacios electorales gratuitos en televisión, el FIT logró sortear el escollo del piso electoral en las elecciones primarias y su fórmula presidencial pudo estar presente en la elección de octubre, algo que no logró Proyecto Sur, el espacio encabezado por Pino Solanas en el que participan el MST y el PCR, que llevó como candidata a Alcira Argumedo. Luego, en la elección general, el FIT obtuvo 530.000 votos a presidente y vice y unos 660.000 a la categoría de diputados nacionales, con porcentajes superiores al 5% en Córdoba, Neuquén, Salta y la Ciudad de Buenos Aires, y un muy buen resultado también en la Provincia de Buenos Aires. Antes, en las elecciones provinciales respectivas, el frente había obtenido un legislador en Neuquén y uno en Córdoba. Como señalamos, estos resultados no fueron una casualidad ni la expresión de un mero espacio electoral sino que constituyeron un reconocimiento al papel de la izquierda clasista durante el período kirchnerista [18].

Un aspecto destacado que surgió en torno al FIT fue la Asamblea de Intelectuales, Docentes y Artistas conformada en su apoyo, con la presencia de Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Pablo Bonavena, Hernán Díaz, Carlos Mangone y otros importantes intelectuales, que en su primer declaración reunió más de 600 firmantes [19] .

En 2012 la presencia pública de la izquierda fue igualmente muy importante. En primer lugar, estuvo la denuncia por el espionaje ilegal de Gendarmería durante el conflicto de Kraft, motorizada por Myriam Bregman [20] y el Ceprodh junto a la comisión interna de la fábrica. Poco después, ante el crimen social de Once, fue la presencia destacada de los ferroviarios opositores a José Pedraza (y parte de los partidos del FIT) en la denuncia de la situación escandalosa de las concesiones ferroviarias. Luego tuvimos la fuerte presencia de las columnas de los partidos del FIT en las marchas por el aniversario del golpe del 24 de marzo y en el acto del 1° de Mayo en Plaza de Mayo, el más relevante que se hizo a nivel nacional. Posteriormente, fue la muy importante columna clasista en la marcha convocada por Moyano a Plaza de Mayo, con la intervención en varios debates televisivos de los referentes del FIT. Finalmente, toda la actividad relativa al juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra, de la movilización de frente único del primer día del juicio a los escraches y actos en Constitución contra los ataques de la lista verde de Pedraza al mural que recuerda a Mariano [21], y la intervención ya mencionada de Claudio Dellecarbonara en la huelga del subte. A todo esto debemos agregar, el papel jugado por las listas de izquierda en distintas elecciones sindicales (alimentación, gráficos, jaboneros, etc.), que en el mes de octubre va a tener una nueva batalla en la disputa por la conducción de ATEN, el sindicato docente de la provincia de Neuquén. En esta provincia, si la lista en la que participa la izquierda logra conquistar la conducción de ATEN, teniendo en cuenta que ya es conducción de un sindicato emblemático como el ceramista, significaría un salto cualitativo en su conquista de posiciones. En ambos agrupamientos, sobre todo entre los obreros de Zanon como es reconocido, al igual que ahora en el Frente docente (donde participan varias corrientes de izquierda con mayor tradición), nuestro partido juega un rol de innegable importancia.
En este marco de fortalecimiento de la izquierda anticapitalista puede comprenderse la relevancia de la Conferencia Nacional de Trabajadores que impulsamos desde el PTS en el Estadio Cubierto del club Ferro Carril Oeste el 8 de julio de 2012, que reunió unos 4000 participantes. Allí no solo estuvieron presentes delegados y representantes clasistas de los sectores estratégicos del movimiento obrero, sino también de compañeras y compañeros organizados de las capas más explotadas de la clase obrera. Junto a los trabajadores de la alimentación, gráficos, jaboneros, nombrados anteriormente, participaron también, los representantes del Sindicato Ceramista de Neuquén y de Zanon bajo gestión obrera, delegados y referentes de gremios como los compañeros del subte o ferroviarios, mecánicos, metalúrgicos, aeronáuticos, también estatales y docentes de todo el país, entre otros, pertenecientes a 143 sindicatos a nivel nacional. También fue protagonista de la conferencia la juventud trabajadora, en su mayoría precarizada, obreros inmigrantes, mujeres trabajadoras, es decir, de los sectores que tienen las peores condiciones de trabajo y son abandonados por la burocracia sindical. No fue una conferencia que levantó simplemente una perspectiva “sindical” sino que expresó la necesidad de unir las filas de la clase obrera (algo de lo que es enemiga la política “corporativista” que promueven las burocracias sindicales) y la necesidad de una política hegemónica de la clase obrera sobre el conjunto de los explotados. En ella se planteó realizar una gran campaña en torno a las consignas de “sindicatos sin burócratas” y “por un partido de trabajadores sin patrones para que la crisis la paguen los explotadores”.

Si tomamos el fenómeno de conjunto la izquierda obrera, socialista y anticapitalista cuenta con referentes políticos, sindicales, estudiantiles, en el movimiento de derechos humanos y en la intelectualidad como no se veía en mucho tiempo y que, especialmente cuando actúa en común, es visualizada como una suerte de “partido”, aun minoritario, pero actuante y extendido en la vanguardia y con repercusión en la realidad política nacional. Pero sería una ilusión pensar que un partido revolucionario unificado va a surgir de la evolución espontánea y armónica de este espacio de la izquierda clasista o simplemente poniendo fecha a un congreso de unificación, sin una clarificación de los aspectos políticos, programáticos, estratégicos y teóricos que nos separan de quienes hoy son nuestros aliados en el FIT, sobre los que debatimos habitualmente. Entre nosotros existe una constante, y muchas veces dura, lucha política de tendencias, donde el PTS viene batallando permanentemente por golpear en forma unificada con una política de independencia de clase consecuente (como base para desplegar una práctica coherente con un programa transicional y revolucionario), ante las oscilaciones que muestran tanto IS como el PO, que no en pocas ocasiones abandonan esta perspectiva (y cuando ocurre además les da malos resultados). Esta lucha de tendencias, de cara a la vanguardia, que se expresa en las distintas publicaciones de cada organización, la consideramos totalmente necesaria, a diferencia de los sectores sindicalistas que se molestan por la lucha política, o de los que quieren que se “suspenda” la discusión táctica o estratégica, para “mantener la unidad”.

En gran medida la negativa a abrir la discusión sobre la posibilidad de avanzar hacia un partido revolucionario unificado, de cara a la vanguardia y con boletines y blogs internos o públicos de discusión, con páginas especiales de los periódicos de cada organización destinados a este debate, expresa los límites en los niveles de acuerdos políticos que por el momento tiene el FIT [22].

Con IS tenemos mayores diferencias programáticas y políticas, como ha quedado de manifiesto en su negativa a realizar una acción común del FIT en el 30ª aniversario de la Guerra de Malvinas (que fue un eje de disputa política nacional), privilegiando un bloque político sin delimitación del nacionalismo burgués con el PCR, el MST y otras fuerzas. Luego discutimos duramente con su política divisionista de la gran columna clasista que con un programa propio impulsamos en común el PTS y el PO en la movilización de Plaza de Mayo convocada por Moyano, en base al argumento claramente oportunista de que era “sectario” hacer una columna definida por el clasismo. El resultado para IS es que terminaron movilizando una columna de 100 ferroviarios (decían que iban a marchar con unos 1000) con una política que no se delimitaba claramente del moyanismo. El itinerario que siguió luego Moyano (aliado a Scioli y los representantes de la patronal sojera) demostró que era correcto participar en la movilización con una clara delimitación política. También en Neuquén, IS tiene una política oportunista y derechista en Zanon, aliándose a La Cámpora y el PCR contra la dirección clasista del sindicato ceramista, basándose en los sectores más atrasados de la fábrica, para suplantar con acuerdos oportunistas lo que no supieron construir con una política coherente [23]. Y en la misma provincia por una cuestión de cargos dividieron la lista unitaria en ATEN, haciéndole el juego a la burocracia de la kirchnerista lista Celeste. Con estas líneas políticas que la apartan del programa votado por el FIT y del método del clasismo, el resultado no puede ser más que la marginación como fuerza dentro del movimiento obrero y la vanguardia. Las diferencias con IS son también en el terreno internacional, ya que esta corriente tuvo una política de apoyo a los rebeldes libios asistidos por la OTAN [24].

En el caso del PO su negativa a realizar seriamente la discusión con nuestro partido obedece a su política oscilante respecto a la defensa de la independencia de clase. En ciertas ocasiones (como ocurrió en la propia formación del FIT) levanta este planteo pero en otras busca conformar bloques políticos con fuerzas que defienden un programa de colaboración de clases, como ocurre en el movimiento estudiantil, donde comparte frentes con el PCR, los chavistas de La Mella [25] o Libres del Sur [26], que hoy son parte orgánica del frente “sojero” de Binner, el Frente Amplio Progresista (FAP). Estas alianzas lo llevaron, entre otras cuestiones, a mantener vaciada de militancia la Federación Universitaria de Buenos Aires, después de 10 años de conducción, aportando a la pasividad del movimiento estudiantil, y desde hace unos años a una “convivencia” con los chavistas de La Mella con los que comparten la presidencia actualmente.

Con respecto al mismo Frente de Izquierda, el PO en elecciones anteriores se había negado sistemáticamente a conformarlo, con una política autoproclamatoria y sectaria, que lo llevó a no ser parte de los Frentes que conformamos en 2007 y 2009, el PTS, el MAS [27] e IS. Incluso, desde esa ubicación política, llegaron a hacer acusaciones gravemente calumniosas a nuestro partido, en hechos posteriores al asesinato de Mariano Ferreyra, para evitar responder a las críticas que les hacíamos por su política hacia la lucha de los tercerizados. Sin embargo, ante el proceso electoral de 2011, y luego de obtener pobres resultados en las elecciones provinciales de Catamarca, tuvieron que aceptar la nueva relación de fuerzas que hay en la izquierda (con un importante avance de nuestro partido) y conformar el FIT, con un claro programa de independencia de clase (programa que también tuvo que aceptar IS, que venía de apoyar a las patronales del campo en 2008). Y con el PO terminamos también integrando listas comunes en distintos gremios, como en la elección de Cuerpo de Delegados del mismo ferrocarril Roca, en el Subte, en ADEMYS (Asociación de Docentes de Enseñanza Media y Superior) y UTE (Unión de Trabajadores de la Educación –sindicato de docentes de la Ciudad de Buenos Aires) o en gráficos. Cuestión que, junto a la conformación del mismo FIT, demostró la poca seriedad de las acusaciones que nos llegaron a realizar.

Además en diversos planteos tácticos tiende a ceder al frentepopulismo y al centroizquierdismo, como en el llamado a votar por Evo Morales en Bolivia o, más recientemente, a Syriza en Grecia (sin olvidar la participación del PO en el pasado en el Foro de San Pablo [28] o su participación en el frente Pueblo Unido encabezado por el político de extracción radical Gumersindo Parajón [29] en Tucumán). Asimismo, su práctica política se caracteriza por una lógica de “campaña electoral permanente” en detrimento de un trabajo orgánico y metódico en el seno de la clase obrera, algo sin lo cual es imposible construir una fuerte corriente de izquierda clasista.

Por ello, lejos de toda autoproclamación pero con crudo realismo, sabemos que el papel de nuestro partido ha sido y sigue siendo clave para lograr una articulación progresiva de las fuerzas de la izquierda anticapitalista y que cuanto más fuerza conquistemos tanto en militancia, como en posiciones en las organizaciones del movimiento obrero y estudiantil, en mejores condiciones estaremos para garantizar esta perspectiva, conscientes de que es en los acontecimientos de la lucha de clases donde debe probarse la justeza de las distintas posiciones y de que es a partir de lecciones comunes en torno a los mismos que pueden darse nuevos reagrupamientos. Por eso, en el marco de bregar en forma sistemática para intervenir políticamente en común, es indispensable continuar la fuerte lucha de tendencias en torno al programa, estrategia y tácticas revolucionarias que plantea la realidad de la lucha de clases. Solo con este método, que caracterizó toda la historia del bolchevismo (para dar un ejemplo), pueden sentarse las bases para la fusión de la izquierda revolucionaria, lo mejor de sus distintas tendencias, con la vanguardia obrera.

La construcción de una juventud revolucionaria de estudiantes y trabajadores

La política de desarrollar una fuerte Juventud del PTS, trabajadora y estudiantil, como parte de la acumulación de fuerzas que tenemos planteada, está relacionada con este papel que debemos cumplir hacia el conjunto de la izquierda.

Aunque en nuestro país no hubo fenómenos juveniles como se están dando en otras partes del mundo [30], vivimos en un período de despertar de la acción política de la juventud, como no veíamos desde 1968 aunque sin el grado de radicalización política de aquellos. No por casualidad la izquierda tiene un peso importante en el movimiento estudiantil y fue en la juventud, no solo estudiantil sino también trabajadora, donde se concentró gran parte del caudal electoral del Frente de Izquierda y de los Trabajadores en las últimas elecciones. El kirchnerismo tuvo, en particular desde 2009 y más aún luego de la muerte de Néstor Kirchner, un discurso de recrear una juventud militante pero lo que formó fueron organizaciones regimentadas y organizadas desde el propio aparato de estado, como los funcionarios de La Cámpora. Si en el movimiento estudiantil, sobre todo en el universitario, existe una militancia de izquierda que se ha incrementado en los últimos años, la juventud trabajadora carece prácticamente de organización política. En ella se concentran los mayores índices de desocupación, precarización y flexibilización laboral. Al ser quienes más sufren estos flagelos los jóvenes trabajadores se encuentran frecuentemente fuera de las organizaciones sindicales y tienen los empleos peor pagos. Además hay alrededor de un millón de jóvenes que no trabaja ni estudia. Ellos son parte de la Argentina que casi nada recibió en estos años de crecimiento económico. La organización de la juventud trabajadora es una tarea estratégica, ya que en momentos donde no hay un ascenso generalizado y en muchos sectores en blanco o sindicalizados del movimiento obrero priman las ilusiones reformistas, es aquí donde puede encontrarse un mayor inconformismo y energías para el combate. Como plantea León Trotsky sobre la importancia de la juventud en general y la juventud obrera en particular, así como de la mujer trabajadora para un proyecto revolucionario: “Todas las organizaciones oportunistas, por su propia naturaleza, concentran su interés en las capas superiores de la clase obrera y en consecuencia ignoran, tanto a la juventud, como a las mujeres trabajadoras (…) La IV Internacional presta una atención y un interés excepcional a la joven generación del proletariado. Toda su política se esfuerza por inspirar a la juventud confianza en sus propias fuerzas y en su porvenir. Sólo el entusiasmo fresco y el espíritu beligerante de la juventud pueden asegurar los primeros triunfos de la lucha y sólo éstos devolverán al camino revolucionario a los mejores elementos de la vieja generación. Siempre fue así y siempre será así”.

Contra el rutinarismo de muchas de las corrientes de la izquierda que adaptan su construcción en la juventud a las normas y los calendarios del régimen, con “ramas” separadas: secundaria, universitaria en el movimiento estudiantil o en la rama “sindical” y en general dándole la espalda a la juventud trabajadora; nuestro desafío es avanzar en una juventud militante donde confluyan en una organización común la juventud estudiantil y la juventud trabajadora: “(...) sólo se puede ganar a la juventud trabajadora para la IV internacional hablando su lenguaje, expresando sus aspiraciones, dándole una organización propia (...) Organizaciones de combate, ardientes, combativas, unidas a la juventud; en la fábrica, en el cuartel (muchos jóvenes estaban alistados por la cercanía de la guerra NdR), en los campos, entremezclados también en sus diversiones, buscando impregnar todos los actos de la juventud con una voluntad de combate que está latente en ella y solo reclama expresarse” [31], CEIP, Buenos Aires, 2008.]]. Una juventud que pueda actuar como “infantería ligera” frente a distintos conflictos obreros y populares, que gane las calles con audacia y entusiasmo. Por ello el desarrollo de una poderosa Juventud del PTS es uno de los grandes desafíos que tenemos por delante [32]. Ningún partido revolucionario que se precie de tal puede serlo sin proponerse organizar a lo mejor de la vanguardia juvenil, tanto obrera como estudiantil.

El planteo de “Partido de Trabajadores sin patrones” y el llamado a discutir sobre un partido revolucionario unificado

El planteo de un “partido de trabajadores sin patrones”, que votamos junto a la bandera de “sindicatos sin burócratas” en la Conferencia Nacional de Trabajadores y que adquiere características concretas según los desarrollos de la lucha de clases, responde al hecho de que la mayoría de la clase obrera, que se encuentra realizando una experiencia con el gobierno kirchnerista por el que votó, aún no comparte nuestros planteos socialistas y revolucionarios. Es una forma de tender un puente hacia la necesidad de construir un partido revolucionario de la clase obrera, sembrando la idea de la necesidad de la independencia política de los trabajadores en momentos en que por la crisis y el agotamiento del “modelo” K, es poco y nada lo que pueden obtener los sindicatos por vías “reformistas”, con un gobierno que dejó claro que llegó el fin de la etapa de concesiones (más aún, exige que se moderen los reclamos) y patronales endurecidas [33] . Y donde en el curso del año se han desarrollado una serie de luchas importantes (Cerro Dragón, camioneros, subte, estatales de Provincia de Buenos Aires y otras provincias, etc.) que, si no tuvieron un impacto aún mayor, se debió a la política conciliadora de sus direcciones.

Trotsky explicaba a los trotskistas norteamericanos la importancia del combate por un “partido de trabajadores” a fin de la década del ’30, cuando la crisis volvía a resurgir en EE.UU.: “La necesidad de un partido político para los obreros está dada por las condiciones objetivas (…) Por eso debemos decir a los obreros, a las masas: ‘Uds. deben tener un partido’. Pero no podemos decirles inmediatamente: ‘Únanse a nuestro partido’ (…). La primera consigna, el partido obrero independiente (“partido de trabajadores, sin patrones” en nuestro caso, NdeR), prepara el terreno para nuestro partido. La primera consigna prepara y ayuda a avanzar a los obreros y prepara el camino para nuestro partido” [34], CEIP, Buenos Aires, 2008.]]. Para él, como para nosotros hoy, todo avance de los obreros en la ruptura política con los partidos patronales, facilitaría el camino de los revolucionarios para conquistar peso en cada vez más amplios sectores obreros, más allá de si ese partido se pone en pie material y efectivamente.

El planteo de “partido de trabajadores sin patrones” lo hacemos ligado a un programa (el que se desprende de la idea “que la crisis la paguen los explotadores”) y en la perspectiva de la lucha por un gobierno de trabajadores. Esta política es totalmente necesaria cuando las direcciones sindicales, empezando por Moyano, pusieron en la agenda política la discusión de que “los trabajadores tenemos que tener nuestra política”. Para él (como para el resto de la burocracia que apoya al gobierno o a otras variantes opositoras) se trata de preparar el terreno por si avanza la ruptura de sectores de la clase obrera con el kirchnerismo, para llevarlo detrás de otra variante peronista, como podría ser Scioli. A esto, o a la variante centroizquierdista de Binner que apoya la CTA opositora, oponemos la necesidad de un partido propio de la clase trabajadora.

¿Es una propuesta para llevar ya como moción a las organizaciones sindicales? No aún, y en eso se distingue de lo que planteaba Trotsky en EE.UU. a fines de la década de 1930. Nuestro planteo tiene hoy un sentido más propagandístico (ya que aún no se han producido rupturas importantes por izquierda de sectores de la clase obrera con el peronismo) y algebraico (en lo que hace a la relación entre “partido de trabajadores” y “partido revolucionario”), aunque estamos realizando una amplia agitación política con estas consignas. Esto no quiere decir que no pueda transformarse en una propuesta para la acción de desarrollarse un proceso más generalizado de luchas obreras y enfrentamiento con el kirchnerismo, que hagan que la hipótesis de surgimiento de un partido de trabajadores, donde la izquierda obrera y socialista sea un ala que luche por darle una orientación y un programa revolucionario, podría volverse una posibilidad concreta. No vemos que esto pueda darse a partir de una evolución de sectores de la burocracia peronista, sino posiblemente como parte de un movimiento antiburocrático políticamente heterogéneo que empiece a ganar comisiones internas y sindicatos regionales y se encuentre ante la necesidad de tener que dar la pelea en el terreno político. En Brasil, por ejemplo, el PT surgió inicialmente en parte como expresión política de las grandes huelgas del ABC paulista y de un movimiento de enfrentamiento a los “pelegos”, los burócratas sindicales tradicionales de ese país [35] . Pero a diferencia de este ejemplo, donde quien emergió como figura central fue un dirigente de un nuevo sector burocrático ligado a alas de la socialdemocracia y de la Iglesia Católica como Lula, en nuestro país la izquierda clasista cuenta con un peso mucho mayor para tener fuerte incidencia si tendiese a darse un proceso de estas características. El surgimiento de un partido de este tipo plantearía muy posiblemente desde el inicio un enfrentamiento con las fuerzas políticas del régimen y a su vez una fuerte disputa en su interior entre tendencias reformistas, centristas y revolucionarias. Reiteramos, para nosotros es siempre un planteo que tiene la función de hacer avanzar a los trabajadores en su ruptura con todas las variantes patronales y especialmente con el peronismo, y de favorecer que los revolucionarios conquistemos la dirección de la clase obrera, en disputa abierta con los reformistas.

Sin embargo, no es la vía de un Partido de Trabajadores la única hipótesis o posibilidad para emergencia de un partido revolucionario de la clase obrera en nuestro país. Otra variante, es que la radicalización de franjas importantes de la clase obrera y la juventud empuje las tendencias hacia a la unificación en un partido común a las fuerzas que nos reivindicamos de la izquierda obrera, socialista y anticapitalista, o a sectores importantes de la misma, y al crecimiento cualitativo de su influencia orgánica en el movimiento obrero y la juventud. A esta cuestión apuntamos cuando planteamos a los integrantes del FIT abrir la discusión sobre la posibilidad de construir un partido revolucionario unificado, en base a debatir de cara a la vanguardia los acuerdos y diferencias programáticas y estratégicas que existen entre las distintas corrientes. De surgir un partido de este tipo también se planteará inevitablemente una lucha de estrategias en su interior y este deberá levantar diversas tácticas para lograr ganar la dirección del movimiento de masas, por ejemplo, la propuesta de “partido de trabajadores sin patrones” como moción concreta hacia sectores del movimiento obrero que rompan con el peronismo y las demás variantes patronales. Proceso que de darse en una fase de ascenso obrero estaría posiblemente acompañado por el desarrollo de tendencias a la autoorganización obrera y popular, que planteamos en el artículo anterior, y a tener una política para que la clase obrera sea hegemónica sobre el conjunto de los sectores explotados y oprimidos [36] .

Toda la acumulación de fuerzas actual y las posiciones conquistadas hoy por nuestro partido, basadas en las tendencias a la emergencia política independiente de la vanguardia obrera, tienen como fin llegar lo mejor preparados posible a los momentos donde el desarrollo de niveles mayores de radicalización política en la clase obrera y la juventud posibiliten, en alguna de estas variantes o como combinaciones de las mismas, el surgimiento en nuestro país de un verdadero partido revolucionario de la clase trabajadora [37] . Esto es imposible de lograr sin una orientación que, junto con la realización de campañas de agitación política, privilegie la intervención en la lucha de clases y conquistar cada vez más peso orgánico entre los trabajadores y la juventud.

 

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