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Venezuela: Crónica de una capitulación anunciada
por : Milton D’León

16 Nov 2006 |

Se ha recalcado muchas veces la expresión de Hegel que “la historia se repite dos veces”, complementada por Marx, “una vez como tragedia y otra como farsa”. Aunque la frase se refiere a grandes hechos históricos, no deja de tener su asidero con respecto a cuestiones de menor importancia histórica pero de grandes implicancias políticas en la izquierda del trotskismo. Es que cuando no se sacan las lecciones de las experiencias políticas del pasado, sobre todo cuando se trata de orientaciones que llevaron a la capitulación desastrosa, estas se repetirán nuevamente, pero no ya como en el drama original sino como en el sainete grotesco de la imitación. Podemos afirmar entonces, sin temor a equivocarnos, que la política de los compañeros de la dirección mayoritaria del Partido Revolución y Socialismo (PRS) hacia el chavismo adquiere cierta proximidad, como lo demostraremos, con la experiencia política del “entrismo” en el movimiento nacionalista burgués peronista en Argentina en la década de los años ‘50 que llevó a cabo la corriente política liderada por el dirigente trotskista Nahuel Moreno [1]. La política del “entrismo” en el peronismo significó, como veremos, un completo desastre político que llevó no sólo a una capitulación hacia ese movimiento nacionalista burgués argentino [2] en aquellos años, sino que significó también un real retroceso de las propias fuerzas de los trotskistas de la época. Al mismo tiempo se perdió una oportunidad histórica para que la clase obrera argentina pudiera dar pasos en su experiencia política con el peronismo avanzando hacia su independencia de clase. Demasiado caro se pagó aquella experiencia al no haber sacado las lecciones históricas necesarias, para que hoy se vuelva a repetir alegremente, sin medir las graves consecuencias políticas, una orientación semejante en el chavismo [3].

Así vemos actualmente cómo la dirección mayoritaria del PRS se encauza en el mismo camino casi calcado, no estando nuevamente “a la altura de los tiempos”, para usar una frase de Goethe, para que la clase obrera avance hacia una real independencia de clase, ya que su seguidismo al chavismo se marca en un giro sin atenuantes desde que se fundó el PRS [4]. No sólo que se abanderan tras la campaña oficial del gobierno de los “10 millones de votos” para la reelección de Chávez sino que también no tienen como orientación delimitarse abiertamente del mismo con una clara política de denuncia ni llaman a la movilización contra las políticas del gobierno que golpean a los trabajadores. Si en las discusiones y los documentos internos hablan de una delimitación con respecto a Chávez, no han tenido ningún empacho al afirmar públicamente en el marco de la campaña electoral que “la candidatura del actual Presidente de la República y Líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías representa la esperanza de un pueblo que lucha por una transformación social radical que permita alcanzar un nuevo modelo económico de justicia social y lo considera su principal instrumento en la batalla contra el imperialismo y la oposición golpista” Opción Socialista Nro. 8. . Como consecuencia de esto, la fuerte inserción sindical de dirigentes claves del PRS entre los trabajadores vía la corriente sindical C-CURA se desarrolla sin la más mínima delimitación política del chavismo, quedando todo en el plano de la independencia organizativa. De esta manera, la dirección mayoritaria del PRS está repitiendo de forma degradada y caricaturesca políticas que se emparientan con el “entrismo” en el peronismo argentino cuando se constituyeron como Palabra Obrera [5] en los años ’50, nombre del periódico que surge como “órgano del Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO)” [6] en julio de 1957 y que “desde un comienzo... comenzó a considerarse parte del movimiento peronista” [7]. Partiendo de la definición de que el peronismo “no dejó y posiblemente no deje por mucho tiempo ninguna posibilidad de organización política independiente de la clase obrera” la corriente morenista definió que “el entrismo es posible e inclusive necesario cuando el movimiento obrero apoya a ese movimiento nacional y no hay brotes importantes de organización independiente de la clase obrera” buscando convertir al Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO) que ellos orientaban en “la fracción trotskista legal del peronismo”.

Por eso consideramos que el giro acelerado de la dirección mayoritaria del PRS hacia una política en el movimiento sindical sin delimitarse del chavismo, expresada no sólo en el apoyo sin paliativos a la campaña por los 10 millones de votos por la reelección de Chávez, sino que también en la política concreta hacia el movimiento obrero en nuestro país (en gran parte chavista) sin la más mínima diferenciación de Chávez, no es más que expresión de los desastres históricos que en el pasado ha llevado la política que están sosteniendo actualmente. En el movimiento obrero luchas cruciales se libran por reivindicaciones salariales, por derechos sindicales, por mejores condiciones de vida, en fin, por sus reivindicaciones fundamentales. Pero no existe ninguna política de coordinación y centralización de estas luchas llamando a verdaderos encuentros obreros con delegados mandatados por la base en cada fábrica, en cada lugar de trabajo, y discutir cuál es el plan de lucha de los trabajadores para enfrentar las políticas no sólo de la patronal sino también la del gobierno nacional. ¿Por qué no lo hacen? La explicación está en que esto los llevaría a enfrentar al gobierno de Chávez. De esta manera, si observamos detenidamente la actual política de los sectores de la dirección mayoritaria del PRS hacia el movimiento sindical, encontramos interesantes puntos de contacto con este “entrismo” en el peronismo que señalamos realizado por Palabra Obrera. Los altos dirigentes peronistas de la época reivindicaban la lealtad al peronismo de la corriente identificada como Palabra Obrera en aquel período, donde lo definían como un “semanario obrero, como contenido... [y] declaraciones de fidelidad peronista, colaboradores...” [8].

Si hoy, con el argumento de “preservar la unidad de la UNT”, los dirigentes mayoritarios del PRS en C-CURA hacen llamados y aceptarían que co-dirija la burocracia progubernamental, afirmando que “la dirección original de la UNT conduzca la central hasta las elecciones”, la misma que los trabajadores de vanguardia repudiaron en el II Congreso de la central sindical; Palabra Obrera en los años ‘50, hacía lo propio en Argentina con la “nueva burocracia” surgida alrededor de las 62 Organizaciones Peronistas de la CGT. Si la C-CURA se ubica como ser los “chavistas consecuentes” en contra de la burocracia de la UNT, concretizada en las palabras de uno de los máximos dirigentes sindicales cuando respondía ante la acusación de la burocracia que “eran el chavismo sin Chávez” [9], afirmando que “somos el chavismo sin burócratas ni corruptos”, en los años ‘50 los dirigentes de Palabra Obrera sostenían para su entrismo en el peronismo que “desde la creación del MAO, nos consideramos parte del movimiento peronista, independientes, pero parte del movimiento. ¿Qué quiero decir con esto? Que nuestro entrismo no se concretó cuando fuimos reconocidos oficialmente por la dirección peronista, o cuando nosotros decidimos expresamente ser la fracción trotskista dentro del peronismo. Es más, llegó un momento que nuestro periódico salía con la leyenda ‘Palabra Obrera, bajo la disciplina del General Perón’” [10]. Hoy como ayer, jamás entendieron que la unidad del movimiento obrero no depende de la fusión de los aparatos sindicales sino de la unificación de la mayoría de la clase obrera alrededor de consignas y métodos de lucha revolucionarios.

Si la dirección mayoritaria del PRS se propone el 3 de diciembre del año en curso “reventar las urnas con millones de votos para Chávez”, la corriente política Palabra Obrera en 1958 acataba abiertamente la orden del General Perón, que se encontraba en el exilio, de votar por el dirigente burgués proimperialista Arturo Frondizi, declarando en su periódico: “Acatemos la orden de votar a Frondizi, pero críticamente para salvar la unidad del movimiento, del bloque obrero y de las agrupaciones” [11]. Como vemos, al revés de lo que indicaban, el lema “bajo la disciplina del General Perón” que llevaba Palabra Obrera no era un simple cuestión formal. “Acatar la orden” del General sin importar que esto fuera el desplome político del movimiento obrero y con graves consecuencias políticas. Consecuencias que ellos mismos reconocían en la época: “nosotros consideramos que, gracias a la orden, Perón ayudó a frenar el nuevo ascenso que tuvo como epicentro en el paro de 48 horas del 22 y 23 de octubre de 1957” [12]. Llegando a revelar ahora las consecuencias de la desastrosa política: “Para nosotros el acuerdo entre Perón y Frondizi fue, en verdad, un reconocimiento expreso, porque a partir de ahí se abandonó toda perspectiva de lucha y se abrió una tregua, al ‘gorilato’ [13] y al mismo Frondizi, que llevó a la desmovilización y desconfianza a la clase obrera” [14]. Pero eso no importaba, había que acatar la orden del General Perón que enterraba las luchas del movimiento obrero y fortalecía una de las variantes proimperialista de la burguesía argentina de la época. Llegaron incluso una vez instaurado el gobierno de Arturo Frondizi a tener simplemente “una política de presión al nuevo gobierno frondizista” [15]. Hoy “reventar las urnas” por Hugo Chávez, como hemos venido insistiendo, significa, por más que se diga lo contrario, llevar a los trabajadores tras el plan del Comandante en su plan de negociaciones con los empresarios, de concesiones a las grandes transnacionales, en fin, para avanzar en fortalecer el plan donde los explotadores de siempre continúan con sus grandes ganancias, y sacar al movimiento obrero de la escena política (que ha venido mostrando una clara recuperación de sus fuerzas y un nuevo proceso en sus luchas).

La dirección mayoritaria del PRS insiste que lucha por un partido independiente que pelea por la revolución socialista pero que vota a Chávez por una cuestión meramente táctica, - no criticando abiertamente al gobierno ni movilizándose contra sus políticas antiobreras, sino sólo contra la patronal. De la misma manera la corriente Palabra Obrera en la época del “entrismo” justificaba su adaptación al peronismo diciendo que sólo hacía “algunas concesiones formales” tales como: “decirnos ‘peronistas’, poner a nuestro periódico ‘bajo la disciplina del general Perón’, no atacar abiertamente su figura, cantar la Marcha, ‘sacarnos el saco’ [16] en los plenarios”. En otro apartado el propio Nahuel Moreno argumentará que: “Allí no teníamos que someternos a ninguna disciplina política para expresar públicamente nuestras posiciones porque la única exigencia era aceptar formalmente la disciplina del Consejo Superior Peronista y sacarnos el saco en las reuniones sindicales” [17]. Hemos visto cómo no se trataba de nada formal poner el lema “bajo la disciplina del General Perón”, “aceptar formalmente la disciplina del Consejo Superior Peronista” y del “decirnos peronistas”. Los dirigentes mayoritarios del PRS afirman también que apenas son cuestiones formales o meramente tácticas para poder “dialogar” el no criticar abiertamente a Chávez en los encuentros obreros ni llamar a movilizar contra él a no ser marchas contra la burocracia y la corrupción, cuando cada vez más las propias políticas del gobierno arremeten contra los trabajadores, incluyendo la represión de la Guardia Nacional. Es más, han avanzado lo más lejos posible con esta política llegando a establecer una alianza electoral con el agrupamiento UPV de Lina Ron, llevándolos en los hechos tras la consigna de este partido, “Con Chávez todo, sin Chávez nada” y “Ordene mi Comandante [18].

La política adoptada de conjunto por los sectores mayoritarios del PRS tiende a frustrar y abortar en los hechos el desarrollo del mismo, no sólo como partido revolucionario, sino como organización política en general, dejando atrás definiciones programáticas tan fundamentales como la lucha por la revolución obrera para implantar un gobierno de los trabajadores. Producto de su política oportunista se ha terminado por diluir lo que era originalmente el PRS en la corriente sindical. Como vemos, no sólo se trata del apoyo a Chávez, sino que la dirección mayoritaria marca un camino que diluye el contenido político revolucionario que debe tener un «partido de trabajadores que lucha por el socialismo», como se afirma en los documentos fundacionales del PRS. Con la excusa de “dialogar” con las masas y “acompañarlas” en su experiencia política con Chávez, llevan adelante una política que no puede más que calificarse de oportunista y diluyente de la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores.

Si ayer con el entrismo en el peronismo, los dirigentes de Palabra Obrera no se paraban a reflexionar ni un segundo sobre la relación entre “forma y contenido”, hoy vemos también cómo la dirección mayoritaria del PRS transita el mismo camino al hablarnos de “concesiones formales” expresiones del tipo “somos el chavismo sin burócratas ni corruptos” en la corriente sindical. Hoy como ayer hablan del combate al “sectarismo” frente a aquellos que, como la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR), se plantan firme en la construcción de una corriente marxista revolucionaria. Los dirigentes morenistas de los años ‘50, hablaban de haber hecho un gran “aporte contra el sectarismo”, afirmando que: “dejando de lado todo impresionismo, y empalmando con la mejor tradición del movimiento, hemos dado un aporte contra el sectarismo y por la integración en los movimientos de masas” [19]. Palabras más, palabras menos, es la misma letanía de la dirección mayoritaria del PRS con su política con respecto al movimiento chavista, repitiendo tal cual la cantinela de siempre contra la JIR que viene luchando por una política marxista revolucionaria, usando el epíteto de “sectarismo”. Pero en realidad, más que un “aporte contra el sectarismo”, esta política de mantenerse siempre como un “ala” de movimientos abiertamente burgueses como el peronismo, y negarse a construir una corriente marxista revolucionaria con cuadros sólidos “... cediendo a la presión del movimiento burgués en el cual hacía[n] entrismo” [20], es la razón principal que llevó a que la corriente morenista llegara en Argentina completamente mal preparada al ascenso de los trabajadores en los años ‘70. El propio Nahuel Moreno reconocerá que “es totalmente cierto que, a partir de nuestro entrismo, y principalmente desde la publicación de Palabra Obrera, nuestra organización sufrió graves desviaciones oportunistas. Todas esas desviaciones tuvieron una matriz común: la capitulación al peronismo y a la burocracia sindical” [21]. Por su coqueteo con estrategias no trotskistas, los dirigentes de Palabra Obrera y como consecuencia la corriente morenista llegó tarde a los grandes acontecimientos que sacudirán a la nación del Sur en aquellos gloriosos años de luchas obreras.

Pero lo más triste fue el resultado concreto del desastroso entrismo en el peronismo para quienes pretendían una “integración con el movimiento de masas”, saliendo del mismo en una situación de crisis, reducidos numéricamente y aislados. En su balance del momento no dejaron de admitir: “En el primer Congreso de Palabra Obrera también se señaló que la organización no había sabido aprovechar en esos dos años la inserción de la corriente en el movimiento obrero [22]. “Toda la actividad ha sido fundamentalmente sindical y aunque estamos rodeados de verdaderos luchadores antipatronales no hemos sabido nuclearlos” [23]. Y lo más lamentable del desastre político, concluían que “Nuestro partido no pudo superar esa conciencia política atrasada de los trabajadores [la conciencia peronista], favorecida por el ‘populismo’ peronista de la época de las ‘vacas gordas’” [24]. Del desastre a la desmoralización de la corriente había solamente un paso: “A partir de ahí, nuestro esfuerzo por construir una corriente revolucionaria dentro del peronismo chocó con la desmoralización y el escepticismo, que favoreció el espíritu de inercia y retroceso en la conciencia de los trabajadores. Esa vanguardia derrotada mantuvo su identificación e ideología peronista” [25]. La crisis se expresó en toda su magnitud en la pérdida de sus propios militantes, incluyendo militantes históricos: “Como parte de esa situación, compañeros... -que no llegamos a ganar a fondo para el trotskismo- se alejaron de nuestra organización a partir de 1960. También cuadros trotskistas de años tomaron un curso de adaptación a la burocracia, para luego separarse del partido, y finalmente abandonar toda actividad política y sindical” [26]. Del “entrismo” en el peronismo para “integrase con el movimiento de masas” con esta política capituladora, gran parte de sus cuadros terminaron siendo absorbidos por el propio peronismo. Como reza un refrán popular, “fueron por lana y terminaron esquilados”. “Estos errores [capitulación y desastre habría que decir, n de r.],...se manifestaron en una profunda crisis de Palabra Obrera” [27]. Nuevamente, y en situación peor de la que habían entrado [28] en el movimiento peronista, quedando reducidos a su mínima expresión, -en 1963 no restaban más que entre 9 y 12 militantes- solo les restó concluir: “debimos volver a remar contra la corriente” [29].

Vemos de esta manera que esa misma tradición centrista del morenismo de Palabra Obrera creemos que es la que guía la política del sector mayoritario de la dirección del PRS y de la UIT [30] que la inspira, demostrando que no han aprendido nada de la experiencia anterior. Como hemos visto, la política que hoy sostiene la dirección mayoritaria del PRS constituyó una de las principales tragedias del trotskismo argentino. Por eso consideramos un crimen la política de estos compañeros, que ya ha demostrado cómo sin ganar y formar cuadros en el marxismo revolucionario y la negativa a realizar las tareas preparatorias lleva inevitablemente, cuando lleguen momentos claves, a no contar con una acumulación sólida de cuadros, experiencia política, teoría y programa que permita actuar decisivamente.

 

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