La huelga tuvo un masivo acatamiento; advierten sobre el riesgo de una crisis "a la argentina"

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Un grupo de policías protesta ante la embajada alemana en Atenas, durante la jornada de paros contra los ajustes. Foto: AFP ATENAS.- Cansados de las medidas de austeridad, los griegos expresaron ayer su rechazo a nuevos impuestos y recortes de pensiones con una nueva serie de huelgas que dejó paralizada a Atenas, capital política y financiera del país.

Los paros, convocados por los trabajadores del transporte, taxistas, maestros y controladores aéreos, se produjeron un día después de que el gobierno socialista de Giorgios Papandreu anunciara otra batería de recortes sociales.

En Atenas y sus alrededores dejaron de circular los colectivos, los trenes, el metro y los tranvías. En otras ciudades del país suspendieron actividades los taxistas, ferroviarios y maestros. Los controladores aéreos pararon durante tres horas, lo que obligó a cancelar 54 vuelos.

Con el objetivo de obtener nuevos pagos del paquete internacional de rescate y acabar con los rumores sobre un supuesto default, el gobierno anunció que despediría a 30.000 empleados públicos y recortaría el gasto público en 6000 millones de euros. Las medidas del gobierno incluyen un recorte de un 20% en las pensiones de más de 1200 euros, que será del 40% en el caso de los jubilados menores de 55 años.

"Es una política que no toleramos. Nos opondremos permanentemente", dijo Yannis Panagopoulos, presidente del sindicato de trabajadores del sector privado (GSEE). Los sindicatos anunciaron dos nuevas jornadas de huelga para los días 5 y 19 de octubre.

Para Costas Andrianopoulos, un trabajador del Teatro Nacional de 32 años, la situación es desesperada: "Estamos viviendo con el terror de que podemos perder nuestros trabajos, nuestras vidas; recortan nuestros salarios y nuestras pensiones, ya no creo que sea por el bien del país. No podemos evitar la quiebra".

Pero el gobierno parece decidido a no dar marcha atrás en sus planes de ajustes. "No hay otro camino; la alternativa es el default, que tendría consecuencias muy duras en cada familia", dijo ayer Papandreu, tras una reunión en el Parlamento con los diputados oficialistas.

Por su parte, el todopoderoso ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, calificó la situación económica de "peligrosa" y la comparó con la que sufrió la Argentina a principios de la década pasada.

"La crisis (griega) no es lo que vivimos actualmente; el riesgo es transformarnos en una Argentina del año 2000", advirtió Venizelos, para quien el problema trasciende las fronteras de su país: "Grecia se encuentra bajo una crisis nacional, pero también arrastrada por una crisis paneuropea; por desgracia, la zona euro no cuenta ni con los reflejos políticos ni con las instituciones que le permitirían manejar tales retos", agregó.

Con cuatro años consecutivos en recesión y los niveles de desempleo en ascenso, Atenas está rezagada en los objetivos de ahorros e ingresos fijados en el acuerdo de rescate con la denominada troika (los países de la zona euro, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo).

La próxima semana, inspectores de la troika viajarán a Atenas para supervisar las finanzas griegas de cara a un próximo pago de 8000 millones de euros. El gobierno de Papandreu debería reducir el enorme déficit público, desde el 10,5% del PBI al 7,5% este año. Grecia ya ha advertido que si no llega ese flujo financiero, el país no cuenta con liquidez para pagar los salarios públicos y las pensiones de octubre.

La oposición conservadora, por su parte, con ventaja en las encuestas, ha reclamado elecciones anticipadas y ha rechazado colaborar con el gobierno para luchar contra la crisis, una postura que ha irritado a los líderes de la Unión Europea.