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La crisis internacional y la “unión” suramericana
por : Diego Dalai

04 Aug 2011 | La cumbre de la Unasur del 28/7 en Lima, convocada en principio para discutir la “desigualdad social” en América latina y darle apoyo al flamante presidente Ollanta Humala, dio un brusco giro ante la posibilidad de default en EE.UU.

La cumbre de la Unasur del 28/7 en Lima, convocada en principio para discutir la “desigualdad social” en América latina y darle apoyo al flamante presidente Ollanta Humala, dio un brusco giro ante la posibilidad de default en EE.UU. La reunión de presidentes se transformó en una discusión sobre las consecuencias que una crisis semejante tendría sobre la región y qué medidas tomar para cubrirse.

Sorprendentemente, el que cambió el eje a la cumbre fue el colombiano Juan Manuel Santos, uno de los principales aliados de EE.UU. en el Cono Sur, quien alertó sobre que “el dólar puede seguir debilitándose y nuestras reservas, por ende, perdiendo cada vez más valor, y al mismo tiempo nuestras economías perdiendo capacidad de generar empleo. (…) Tenemos que hacer algo juntos y pensar medidas entre todos para defendernos”. El resto de los mandatarios siguió en el mismo sentido. El ecuatoriano Rafael Correa hasta lo invitó sarcásticamente a ingresar al ALBA. La presidenta brasilera Dilma Rousseff se quejó de que “no es justo que el país que maneja el patrón monetario del resto del mundo lo establezca de cualquier manera, porque nos afecta a todos”.

El carácter que tomó la cumbre y los discursos alarmistas refutan la visión de que la región es inmune a la crisis de los países centrales (o de que existe un cierto “desacople” como señalan algunos analistas) y muestran que el nivel de crecimiento regional, del 5% promedio con picos del 9% como en Argentina, puede verse gravemente afectado por la crisis en EE.UU. y Europa.

La exposición frente a la crisis mundial

Es que, como dijimos en LVO 437, la región, aunque hasta ahora no ha sido golpeada en forma directa por la crisis, y por el contrario se ha beneficiado de algunos de sus efectos (como el aumento del precio de los alimentos y las commodities, lo que de todas maneras provoca fuerte inflación), está gravemente expuesta a los vaivenes de las finanzas y la economía mundiales.

Un eventual default norteamericano, así como también una profundización de la crisis en Europa, golpearía fuertemente a América latina. En primer lugar, porque esta región es de conjunto uno de los mayores tenedores de bonos norteamericanos después de China, por lo que se vería muy afectada si bajara la calificación de los mismos. En segundo lugar, porque los países latinoamericanos tienen de conjunto reservas en dólares por 700.000 millones, que perderían gran parte de su valor de la mano del debilitamiento (devaluación) de la moneda norteamericana.

Particularmente a Brasil, la mayor economía regional que en caso de crisis podría arrastrar a todos sus vecinos, tiene más de 200.000 millones de sus reservas en bonos norteamericanos. Por su parte Argentina, segunda mayor economía regional, tiene cerca de 50.000 millones de dólares en sus reservas.

Debilidades del crecimiento latinoamericano

Otro de los grandes temores es que una devaluación mayor del dólar provoque la caída de la balanza comercial de la mayoría de los países (en una región para la cual EE.UU. sigue siendo el primer socio comercial): ella traería aparejada muy probablemente una invasión de mercancías extranjeras que liquidaría las ya poco competitivas industrias locales [1], y las exportaciones serían mucho menos rentables.

A su vez, un cimbronazo financiero mundial (como hubiera provocado el default de EE.UU. o un agravamiento de la crisis en Europa) podría provocar una huída de capitales especulativos de algunos activos financieros como por ejemplo los alimentos o commodities, lo cual haría caer sus precios internacionales debilitando enormemente la base de la mayoría de las economías latinoamericanas, como los agronegocios en Argentina o el cobre en Chile.

Entre los discursos de unidad y los intereses capitalistas

Ante este complicado escenario, todos dijeron que la clave es aunar esfuerzos para fortalecer la región y evitar un colapso, apostando al fortalecimiento de la Unasur. Sin embargo la realidad muestra la fragilidad de los esquemas de crecimiento en los que están apoyados hoy los países del área. La dependencia de los capitales especulativos, de los precios de las materias primas y del ritmo de la devaluación del dólar, generan también contradicciones y fricciones al interior del bloque.

Aunque en la cumbre se votó la realización de nuevas reuniones para los próximos días para discutir medidas concretas de “blindaje” frente a un posible agravamiento de las condiciones económicas internacionales, al igual que en crisis anteriores, se verá que son absolutamente impotentes para lograr un consenso que pueda favorecer a todos. Por el contrario, cada país defiende sus propios intereses en base a los acuerdos y lazos que los unen a los países imperialistas. Así lo muestra el propio discurso de Cristina contra los capitales especulativos que son una de las bases del crecimiento brasilero, país que mantiene altas tasas de interés para atraer esos mismos capitales. Así mismo, el reciente anuncio de Dilma Rousseff de otorgar subsidios del Estado a los empresarios brasileros por unos 16.000 millones de dólares es visto con recelo por el empresariado argentino que teme una mayor competencia de sus pares vecinos.

Lo más probable es que frente a los primeros efectos fuertes de la crisis, más que una respuesta unificada, veamos un “sálvese quien pueda”. Y que lejos de “profundizar el desarrollo social” intenten descargar los efectos de la crisis sobre los trabajadores y el pueblo pobre. Más que nunca los explotados tenemos que levantar los puños por que la crisis la paguen los capitalistas y el imperialismo.


UNASUR y la “unión” (burguesa) latinoamericana

La Unión de Naciones Suramericanas fue fundada en 2008 como un organismo de “integración” constituido por 12 países de la región. La idea pregonada por Chávez y otros “progresistas” latinoamericanos de que los países atrasados pueden desarrollarse e independizarse del imperialismo de la mano de sus propias burguesías “nacionales” y “productivas” se ha demostrado totalmente falsa y reaccionaria una y otra vez. Cuando el presidente colombiano Uribe, abiertamente proimperialista, otorgó 11 bases militares a EE.UU. fortaleciendo su presencia militar en la región, estos progresistas no fueron capaces de oponer ninguna resistencia más allá de declaraciones y discursos. Cuando el golpe de estado en Honduras, pusieron el grito en el cielo y se llenaron la boca hablando de “democracia”, pero promovieron las negociaciones y el pacto de San José que le dio tiempo a los golpistas (y hasta los reconoció como parte en el conflicto), para luego aceptar las “elecciones” salidas del gobierno de facto.

Otro fiasco es el “Banco del Sur”, propuesto hace años pero que hasta hoy sigue sin hacerse realidad, lo que se ve menos plausible aun con un horizonte de crisis en el que los principales países de la región se niegan a utilizar parte de sus reservas para salvar a otros países.

Además de esta incapacidad de oponerse seriamente al imperialismo y sus lacayos, los gobiernos que fundaron y dirigen la Unasur vienen manteniendo (y profundizando) la dependencia de las economías regionales al capital transnacional. Lejos de cualquier política seria de industrialización y desarrollo, las burguesías “nacionales” y los gobiernos “progresistas” continúan reprimarizando las economías haciéndolas cada vez más dependientes de la exportación de materias primas, alimentos y commodities (productos de bajo valor agregado).

Sólo la clase obrera y los pobres de la ciudad y del campo, enfrentando al imperialismo y sus socios las burguesías locales, pueden dar una salida progresiva y poner en pie la verdadera unión latinoamericana, una federación de repúblicas obreras y socialistas de América Latina.

4/08/2011

 

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