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Segunda vuelta: ni Lula ni Alckmin
por : LER-QI, Brasil

12 Oct 2006 |

Superando las encuestas de intención de voto divulgadas hasta un día antes de las elecciones, el tucano (miembro del Partido de la Socialdemocracia Brasilera - PSDB) Geraldo Alckmin obtuvo el 41,6% de los votos, contra el 48,6% de Lula, logrando pasar a la segunda vuelta electoral. En tercer lugar quedó Heloísa Helena (miembro del Partido Socialismo y Libertad - PSOL y candidata por el Frente de Izquierda [1]) con 6,85% y, en cuarto, Cristovam Buarque del PDT (Partido Democrático Laboralista), con 2,45%.

El crecimiento de los tucanos en la recta final se debe a la clase media de San Pablo, del Sur y del Centro-oeste del país. La clase media, principalmente paulista, que votó a Lula en 2002 creyendo en la posibilidad de cambios, expresó un regreso a sus representantes tradicionales del PSDB frente al continuismo y la corrupción del gobierno de Lula. Neoliberalismo por neoliberalismo, ven en Alckmin la posibilidad de un gobierno “responsable” y “eficiente”. Los votos que casi llevaron a Lula a la victoria en la primera vuelta se concentraron en el Norte y Nordeste del país, en el Sudeste, a excepción de San Pablo, y en los sectores de menores salarios de ese estado y en los del Sur, donde ganó Alckmin. Esa votación se debe al programa “bolsa-familia”, que alcanza a más de 11 millones de familias, la mayoría del Nordeste, a programas sociales de bajo alcance como el “Universidad para Todos”, pero de gran repercusión, además de haber invertido dinero del gobierno federal en esta región siempre relegada.

Los extremos del espectro político nacional salieron debilitados. De un lado el PFL perdió peso en los estados y sufrió una derrota histórica ante el PT en Bahía, tradicional feudo político del coronelista Antônio Carlos Magalhães. Al mismo tiempo, la “bancada de la bala” [2] disminuyó en el Congreso Nacional. Del otro lado, la izquierda también disminuyó. En la bancada del PT ganó peso el ala derecha en detrimiento de la “izquierda petista” que perdió 6 diputados federales. El PSOL, aunque logró una considerable votación, no alcanzó las expectativas generadas y pasó de siete representantes que tenía en el Congreso Nacional (elegidos cuando todavía eran parte del PT) a tres. El PSTU, disuelto en el Frente de Izquierda, prácticamente no apareció como partido y salió debilitado. El PCO, que ya venía teniendo una política de aislamiento de la vanguardia, cuya candidatura presidencial fue impugnada en una medida ultra reaccionaria de la burguesía brasileña, e impotente para responder a este ataque, obtuvo una votación ínfima, profundizando su aislamiento.

Voto nulo en la segunda vuelta

Los trabajadores ya conocen la agenda de Lula. En su segundo mandato éste buscaría profundizar las reformas neoliberales: la aprobación de la segunda fase de la reforma previsional, la aplicación de una reforma laboral, de una reforma tributaria y mantener una política favorable a los grandes bancos y multinacionales. Parte importante de esta ofensiva patronal es compartida por Alckmin. Los trabajadores no tenemos nada para ganar con ninguno de estos dos candidatos. Pero objetivamente un triunfo de Alckmin reforzaría la política imperialista para América Latina y sería un giro de la tendencia (iniciada al comienzo de la década) al recambio del personal gubernamental en la región por variantes más reformistas hacia un gobierno de los partidos o variantes tradicionales de la burguesía, con consecuencias nacionales y a nivel regional por la importancia de Brasil.

Lula aplicó sus planes neoliberales estableciendo un equilibrio entre los distintos sectores de una burguesía fraccionada, apoyándose en organizaciones de masas como la CUT y el MST, con medidas demagógicas o asistencialistas y en su carisma y origen social para gobernar el país. Alckmin se apoyaría mucho más en el imperialismo norteamericano, y en una política interna de mayor represión. Sería un aliado estratégico de EE.UU. en la región para combatir gobiernos como el de Chávez y Evo Morales. En la negociación de Petrobrás con el gobierno boliviano, por ejemplo, Alckmin ya expresó que tendría una línea aún más dura que la de Lula.

En la disputa entre Lula y Alckmin, no se trata para los trabajadores de elegir el mal menor. Llamamos a votar nulo porque la tarea que tenemos por delante es hacer avanzar a un sector de la poderosa clase obrera brasileña en su independencia de clase y preparar así el terreno para la resistencia a los ataques que vendrán, sean aplicados por tucanos o por petistas.

El PT y el movimiento obrero

El PT conservó los votos de la mayoría de su base obrera, pero cambió cualitativamente su relación con ella. Definitivamente no es más un partido de militancia, lo que podemos constatar con la ausencia del activismo de organizaciones como el MST (Sin Tierra) y la baja votación de importantes sindicalistas de la CUT. Eso también se expresa en una votación más desconfiada en Lula y en el PT y en la reducción de la cantidad de parlamentarios de la “izquierda petista”. Ese espacio a la izquierda en el movimiento obrero que ya se venía mostrando en las elecciones sindicales donde Conlutas (Coordinadora Nacional de Luchas) obtuvo buenas votaciones, se confirmó en los procesos de lucha. En la Volkswagen, por ejemplo, cerca de 40% de los obreros votó contra el acuerdo entre el sindicato y la patronal alrededor de los retiros voluntarios. En la actual lucha salarial de bancarios en varios estados los trabajadores se declararon en huelga a pesar del comando nacional dirigido por el PT.
Lamentablemente, ese desgaste petista que le abre un espacio claro de influencia a la izquierda dentro del movimiento obrero no se expresó en las elecciones.

¿Qué pasó con el Frente de Izquierda y la candidatura de Heloísa Helena?

Si bien es verdad que el Frente de Izquierda no estaba compuesto directamente por sectores burgueses, lo que hubiera conformado un Frente Popular, fue profundamente hegemonizado por sectores pequeñoburgueses oportunistas, con el PSTU diluyéndose al no dar una batalla efectiva por un Frente Clasista. El ejemplo más claro de esa pasividad fue negarse a votar en el CONAT (Congreso Nacional de Trabajadores) un programa y una política clasista para las elecciones, para llevar a la vanguardia expresada en ese congreso a la lucha por la hegemonía de las posiciones clasistas en un eventual frente contra las posiciones pseudo antineoliberales.

Pero cuando empieza la campaña, Heloísa Helena comienza a frustrar la expectativa de amplios sectores de la vanguardia y de la militancia del propio PSOL y del PSTU. Optó por el intelectual desarrollista César Benjamin como vice, buscando la confianza de sectores empresariales y le hizo un guiño a la clase media en cada aparición pública, con un discurso moralista de “ética en la política”. Lejos de partir apoyándose en la poca base que tenía en sectores de vanguardia para buscar crear alguna relación orgánica con sectores del movimiento de masas y presentarse como una verdadera alternativa para los trabajadores, Heloísa Helena se despegó lo máximo posible de esos sectores para presentarse como alternativa... para la clase media y la burguesía “progresista”.

En este sentido, Heloísa Helena insistió en diferenciarse poco de las candidaturas burguesas de Alckmin del PSDB (partido de Fernando Henrique Cardoso) y Cristovam Buarque del PDT (ex ministro de Lula) poniendo como eje la “reducción de la tasa de interés” y la “ética política”. Intentó presentar este programa como “viable” en los marcos de este régimen carcomido y desgastado por los escándalos de corrupción. Repitió mil veces que gobernaría en los marcos de la actual Constitución, con el Congreso de corruptos, que según ella se tornaría más “ético” y permeable a su capacidad de “diálogo”. En todas las oportunidades en que fue comparada por la burguesía con Chávez o Evo Morales, insistió en diferenciarse... por derecha, no siendo consecuente siquiera con su perfil “antineoliberal”. Para completar, se presentaba como una candidatura de la “madre cristiana”, oponiéndose incluso a la legalización del aborto.

Ante los drámáticos 3600 despidos en la Volkswagen de São Bernardo, Heloísa Helena se ubicó a la derecha del gobierno Lula, de la burocracia de la CUT y de sectores de la misma burguesía nacional criticando la suspensión temporaria del préstamo del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) a esta empresa, defendiendo una política de inversión pública en los llamados “sectores productivos”. En su propuesta para el salario mínimo, llegó a defender duplicar su mísero valor ¡en 12 años!

Como si fuera poco, Heloísa Helena pregonaba una reforma agraria “por la ley”, como forma de terminar con las ocupaciones de tierra y calmar a los latifundistas, pisoteando la “bandera histórica” del movimiento campesino que siempre luchó por la reforma agraria “por la ley o por la fuerza”. Defendió la “represión implacable” como medida de emergencia para la seguridad pública. Finalmente, en un país donde viven 6 millones de árabes, se calló ante la masacre de Israel contra el pueblo libanés y palestino.
No es por nada que, al dirigirse sólo hacia la pequeñoburguesía anti-Lula, según las últimas encuestas, de sus 6,5 millones de votos, 3,9 millones irán a Alckmin.

Un PSOL opacado

La realidad estuvo lejos de los delirios de Heloísa Helena de llegar a la segunda vuelta. Sin embargo, tuvo una votación significativa convirtiéndose en una figura pública y el PSOL se proyectó nacionalmente. Aunque el espacio electoral de Heloísa Helena es muy superior al del PSOL como partido, por ejemplo, la votación nacional para diputados federales fue de sólo 1,27%. Por el carácter pequeñoburgués de su dirección y programa, ni siquiera buscó transformar su espacio electoral en relaciones orgánicas con los sectores más avanzados del movimiento obrero.

La campaña hegemonizada por los sectores más oportunistas del PSOL fortaleció principalmente a corrientes reformistas como la APS (Acción Popular Socialista - ex PT). Esto se expresa en la crisis abierta frente a la segunda vuelta en la ubicación del partido con esos sectores defendiendo abiertamente el voto a Lula. Del otro lado, el MES de Luciana Genro y la CST de Babá, aunque se adaptaron completamente durante la formación del PSOL y en la escandalosa campaña electoral de Heloísa Helena, en este momento defienden el voto nulo. Eso demuestra la falencia de este tipo de partido que pretende unificar reformistas y corrientes que se proclaman revolucionarias, lo que finalmente fortalece a los primeros. Es lo que se puede concluir de la resolución aprobada por este partido de “neutralidad”, en vez de voto nulo. O sea, Heloísa Helena se niega a llamar al voto nulo para no enfrentarse con Lula y el PT ni con sectores de su electorado que ahora va a votar a Alckmin.

PSTU: la inconsecuencia para luchar por una política de clase

En las elecciones de 2002, el PSTU llegó a presentar a Lula como una candidatura clasista [3] y en la segunda vuelta votó al Frente Popular de Lula - Alencar. Hoy esta inconsecuencia en la lucha por una verdadera independencia de clase se repite en torno a Heloísa Helena.

Es lamentable que la dirección del PSTU en su periódico Opinião Socialista, en los discursos y en decenas de miles de volantes con sus candidatos, en el artículo firmado por la LIT escrito el 25 de septiembre sobre el Frente de Izquierda y en la TV, presentaba a Heloísa Helena como una “alternativa para los trabajadores”, mientras que para los pequeños sectores de la vanguardia, a través de Opinião Socialista, hacía críticas correctas que de ser tomadas en serio liquidaban la política del PSTU de apoyo a Heloísa Helena.

A fin de cuentas, ¿cuál es la posición del PSTU? Asegura que Heloísa Helena es una pequeñoburguesa oportunista pero no dice la verdad a la vanguardia y a las masas para justificar su adaptación al Frente de Izquierda, ¿o cree de hecho que ella es una “alternativa para los trabajadores”? ¿Qué significa entonces una “alternativa para los trabajadores”? ¿Una “caricatura empeorada de Lula” como dicen muchos militantes del PSTU? ¿Podrían presentar entonces a la vanguardia un buen argumento de por qué Heloísa Helena es esa alternativa? Si ella es una alternativa para los trabajadores, ¿por qué respondió a las críticas del PSTU diciendo: “los disconformes que se retiren”? Lo mínimo que la dirección del PSTU debería hacer después de haber ayudado a proyectar a Heloísa Helena como una de las principales figuras públicas nacionales, sería responder a estas preguntas sin tergiversaciones...

Como resultado de esta política, el PSTU prácticamente desapareció como partido durante el período electoral, condenando a CONLUTAS a un papel testimonial en la situación. Su adaptación a Heloísa Helena y al PSOL no le sirvió al PSTU siquiera para lograr un cargo parlamentario o aunque sea para proyectar alguna figura pública a nivel nacional. El PSTU no se construyó en la campaña electoral y su slongan “Contra el burgués, vote 16 [4]” desapareció, dando lugar a Heloísa Helena como “alternativa”. Los datos de esta elección terminaron castigando a la dirección del PSTU por diluirse en el Frente de Izquierda. [5]

Es preciso abrir una discusión para la construcción de un partido revolucionario de trabajadores

A pesar del fuerte voto a Lula, los últimos meses demostraron que el giro a la derecha de éste y el PT desde 2002 abrieron una oportunidad para la construcción de un partido revolucionario en sectores de vanguardia de los trabajadores. Lo que las elecciones mostraron es que ninguna de las organizaciones que se reivindican revolucionarias en Brasil está hoy en condiciones de organizar a ese sector de obreros que viene expresándose en los procesos de movilización y de reorganización en ruptura con el PT. Más que nunca es urgente que se abra en la vanguardia de los trabajadores y la juventud la discusión de la necesidad de formar un partido revolucionario de trabajadores. La falta de este partido hizo que en estas elecciones los trabajadores, que a partir de una experiencia con el gobierno de Lula iniciaron un lento giro a izquierda, no tuvieran ninguna vía para expresarse con independencia de clase.

 

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