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Manu Georget, dirigente de la CGT de Philip Dreux: 10 días de control obrero en Francia
por : PTS, Argentina

20 Aug 2010 | Mientras se realiza la VII Conferencia Internacional de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional, con delegados y delegadas de las diferentes organizaciones que la conforman, La Verdad Obrera entrevistó a Manuel Georget, dirigente sindical de la CGT de Philips Dreux, de Francia, y militante del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) del (...)

Mientras se realiza la VII Conferencia Internacional de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional, con delegados y delegadas de las diferentes organizaciones que la conforman, La Verdad Obrera entrevistó a Manuel Georget, dirigente sindical de la CGT de Philips Dreux, de Francia, y militante del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) del “Colectivo por una Tendencia Revolucionaria”. Los trabajadores de la fábrica de televisores Philips Dreux en Francia mantuvieron a principios de 2010, durante 10 días, una experiencia de control obrero ante el anuncio de la patronal de cierre y despidos. Manu será orador en el acto internacionalista en homenaje a Trotsky, este domingo 22 en Racing.

LVO: Contanos cómo empieza tu experiencia en la fábrica Philips, ¿cuándo empezaste a trabajar ahí?

MG: Entré a trabajar en Philips en Dreux en 1987, donde había dos plantas de producción de televisores, y en ese momento había 7.000 obreros, que junto con el personal precarizado sumaban en total 12.000 asalariados en la fábrica.

Hubo varias luchas importantes durante los años ’80. Pero una de las luchas más importantes fue en 1997, cuando los obreros efectivos y precarizados lucharon juntos para que los precarios tuvieran las mismas condiciones laborales y salarios que los trabajadores de “cuello azul” (efectivos). A partir de ese momento, Philips empezó a deslocalizar parte de su producción y para eso hizo una joint venture con la empresa LG, para deslindarse de responsabilidad, y a partir de ese momento empezó a haber despidos.

LVO: ¿Cómo fue el inicio de tu militancia en la fábrica?

MG: En ese proceso, yo trabaja en la fábrica de arriba llamada “Radio 1”. Tenía ese nombre porque antes era una empresa estatal llamada Radiola, que estaba dividida en dos plantas: Radio 1 y Radio 2. Yo trabajaba en la parte donde se hacían los componentes, la parte más concentrada de la producción, mientras en la otra planta, donde trabajaban mayoritariamente mujeres, se hacía el ensamblaje. En ese momento, me pasaron a la planta “Radio 2” con las mujeres. En esta planta nunca había habido luchas y el sindicato CGT era dirigido por una compañera joven, que era ingeniera. Quise hacer una prueba, y terminé provocando una huelga por salarios, y vi que la compañera no solo llevó a cabo la huelga por aumento de salario, sino que logró que me reconocieran como delegado del sindicato y, de esa manera, que no pudieran echarme por haberme involucrado en la huelga.

Junto con esta compañera empezamos a construir el sindicato CGT en Philips, que para nosotros tenía que ser sindicato clasista y de masas, pero veíamos que para ser un sindicato de estas características, clasista, era necesario separarse de la política de la CGT mayoritaria, que es una política traidora.

LVO: ¿Cómo empezaron a organizar el sindicato?

MG: Para hacer lo que llamábamos “la disidencia” de la CGT, necesitábamos tener una legalidad para poder tener un sindicato propio. Al mismo tiempo, dimos una pelea para que los altos ejecutivos no pudieran votar en las elecciones de la fábrica. Antes, había tres categorías o sectores que participan en las elecciones: los obreros, los técnicos y los empleados (administrativos), y los ejecutivos podían votar en las elecciones de los obreros. Los obreros y los técnicos sólo votaban en su sector pero los ejecutivos podían votar en el suyo y en el de los obreros.

Si es una fábrica muy grande, por la cantidad, esto no hace mucho daño, pero con todos los despidos que venía habiendo, en un momento los ejecutivos venían y podían decidir sobre la política de los obreros. Cambiar esto fue la primera política que impulsamos como CGT disidente.

Fue un combate jurídico importante pero muy largo, que al final logramos ganar, y que se transformó en ley para todos los obreros de Francia. Y a partir de ahí tuvimos la política de extender el sindicato disidente de la CGT desde Philips a otros sectores de la región, logrando una especie de coordinación con trabajadores de varios sectores de la industria y el comercio en Dreux. Con esto logramos reforzar las finanzas del sindicato y empezar a hacer política, comenzamos a editar un periódico mensual del sindicato.

LVO: ¿Cómo enfrentaron las oleadas de despidos de los últimos años?

MG: En 2003 hubo una primera oleada de despidos por el cambio de tecnología de tubo de rayos catódicos a LCD, ahí la patronal organizó una primera oleada de despidos de 250 trabajadores. Fue una huelga muy fuerte y muy larga, que terminó con la traición de un sindicato amarillo (pro patronal), que había sido creado por la empresa algunos años antes para romper la hegemonía que teníamos en la fábrica.

En 2008, hubo una nueva oleada de despidos y fue una huelga aún más dura que duró 11 semanas, en la que los trabajadores peleaban por mantener sus puestos de trabajo, no por indemnizaciones, y que aparte fue ofensiva porque no solo mantuvieron un piquete en la puerta de la fábrica sino que decidieron bloquear toda la zona industrial (de Dreux) instalando varios piquetes alrededor de las otras fabricas por toda la ciudad y haciendo dos asambleas por día. Durante 11 semanas, esta huelga indefinida, que había logrado gran adhesión entre los trabajadores, bloqueó de hecho el conjunto de la zona industrial, donde las fábricas no funcionaban por los piquetes de los obreros de Philips.

Después de 11 semanas de huelga, el sindicato pro patronal de Force Ouvrière, que no había participado de la huelga y que incluso habían sido echados por los trabajadores al principio de la misma, sin ninguna consulta con los obreros, firmó un acuerdo con la patronal que aceptaba los despidos. En total fueron 287 despidos en 2008 y Force Ouvrière no sólo firmó un acuerdo para que se los eche sino que acordó con la patronal y el Ministerio de Trabajo que se puedan echar a los sindicalistas (delegados), pero solo a los de la CGT. Además, hay que tener en cuenta que esos 287 trabajadores eran la base radical de la fábrica, era la base de la CGT.

En ese momento no me echaron pero me quedé solo en el sindicato ya que habían despedido a todos mis compañeros, así que dimos una pelea en primer lugar por la reincorporación de los compañeros de la CGT.

LVO: ¿Cómo empezó el proceso de coordinación con otros sectores en lucha?

MG: En ese momento me di cuenta que lo que había hecho a nivel local de coordinación y la acción en Dreux, tenía que hacerlo a nivel nacional. Entonces agarré mi coche y empecé a recorrer las fábricas que estaban en conflicto y empecé a conocer y relacionarme con los dirigentes de las principales luchas como Molex, Continental y Goodyear, que son los sectores más de vanguardia, para construir una coordinación de las luchas. Con estos sectores fue que se empezó a organizar la primera oposición de la historia de la CGT, que era la corriente en la CGT por un sindicato clasista y de masas. Fue ahí que muchos que eran de la CGT se empezaron a organizar por primera vez y convocamos una reunión para organizar esa oposición sindical en la CGT.

Dimos una pelea en la Justicia y logramos la reincorporación de los sindicalistas (delegados) de la CGT en Dreux. La justicia nos dio la razón afirmando que los motivos económicos que había dado la patronal no se justificaban. En ese marco se logró la reincorporación de los sindicalistas, y aunque de forma más lenta, sigue el proceso por la reincorporación del conjunto de los despedidos de 2008.

El año 2009 estuvo marcado en Francia por lo que se conoce como “despidos parciales” (suspensiones), es decir, cuando la patronal obliga a los trabajadores a trabajar menos horas porque no hay producción. Esta fue una de las razones por lo que las marchas de comienzos de 2009 fueron tan masivas. En Philips se veía que la patronal estaba preparando el cierre, no se había resuelto todavía el caso de los anteriores despidos de 2008 pero ya veíamos que se venía una nueva ofensiva de la patronal. En ese marco, fue que con mi compañera Natalie empezamos a pensar en la alternativa del control obrero y dijimos, ya no vamos a hacer una huelga más cocinando chorizos afuera sino que vamos a tratar de estar a la ofensiva.

El proceso de coordinación se siguió organizando y durante el mes de julio de 2009 se puso en pie lo que se llamó el “Colectivo en contra de los Patrones Delincuentes”. Cuando estaban cerrando la fábrica New Fabris, donde los trabajadores amenazaron con hacerla explotar con un tanque de gas, se llamó a una marcha en la ciudad donde se encontraba la fábrica, a la mitad del verano a fines de julio, a la que acudieron 3.000 personas, algo muy raro en Francia. A partir de este momento se siguieron organizando reuniones con sectores de vanguardia en distintas ciudades, y se decidió realizar una gran actividad a la que acudieron más de 1.000 personas. Después de eso, se realizó una marcha en Paris, que fue llamada por sectores de vanguardia.

LVO: ¿Cómo fue la experiencia del control obrero que hicieron en Philips?

MG: En un festejo realizado por los trabajadores en noviembre de 2009 fue la primera vez que se habló del control obrero. Cuando volvimos de las vacaciones en enero de 2010, hicimos una asamblea para discutir con los trabajadores, aunque era muy difícil porque a casi toda la base de la CGT la habían despedido en 2008 y la gente que había quedado en la fábrica eran trabajadores que nunca habían hecho una huelga. En ese momento, al ver que la patronal amenazaba con cerrar, nos dijeron: “Ustedes siempre hablan del control obrero. Por qué no probamos”.

Al principio, cuando empezamos a poner en pie el control obrero hubo trabajadores que decían “A mí no me controla nadie”. Entonces, un trabajador que les dijo, “si no quieren tomar su destino en sus propias manos, vamos a ir a la quiebra y nos va a comer el patrón” y así, todos nos pusimos a trabajar. Como los sectores administrativos también participaron del control obrero, lo primero que hicieron, como faltaban materias primas, fue desviar unos camiones con componentes para fabricar televisores, que se estaban yendo para Hungría, y los trajeron a la fábrica y empezamos a producir.

No teníamos para producir mucho, había para 5.000 televisores pero lo importante era demostrar que la fábrica podía funcionar y que podía pagar los sueldos a los obreros. No tuvimos tiempo, no llegamos a poner en venta los televisores que fabricamos pero lo interesante fue que en periodo tan corto de control obrero, solo 10 días, algunas grandes cadenas de venta de electrodomésticos empezaron a llamar para preguntarnos a cuánto los vendíamos. Pudimos hacer una experiencia con los pocos televisores que tuvimos para producir y los trabajadores estaban empezando a comprender que si vendían un televisor a 600 euros, produciendo 5.000 televisores, y ellos eran 147 obreros, en un mes podían cobrar 20.000 euros, una suma que no alcanzaban ni en un año de trabajo.

En ese momento, la dirección nacional de Philips en Francia convoca a los sindicatos a la oficina central, diciendo que el control obrero es ilegal. La CGT le responde que ellos no tenían nada que ver, que era una decisión de los obreros, mientras que Force Ouvriére no solo dijo que no tenían nada que ver sino que la empresa podía hacer lo que quisiera con la fábrica, incluso retomarla. Ahí empezaron a meter mucha presión, con agentes de seguridad privada y fiscales de la justicia, que llegaron a la fábrica y amenazaron con procesar a nueve trabajadores, amenazando con que ellos iban a tener que pagar por todo lo que se estaba haciendo en la fábrica porque era algo “ilegal”. Bajo las amenazas de la empresa, se terminó votando, con la colaboración de Force Ouvriere, el fin del control obrero. Nosotros planteamos seguir la lucha, teniendo en cuenta que nos podíamos apoyar en una resolución de la justicia, que era favorable a nosotros, y que decía que los fundamentos económicos del cierre de la fábrica no eran válidos.

A medidos de febrero de 2010 los obreros recibieron telegramas en sus casas que decían que no fueran a trabajar el lunes siguiente porque la fábrica había cerrado. Nosotros desde la CGT tratamos por todos los medios, llamando por teléfono a todos y tratando usar los medios de comunicación, de avisar a los trabajadores que no tomen en cuenta la carta de la patronal y que vengan a trabajar todos el lunes. Ese lunes temprano nos enteramos de que algunos trabajadores habían recibido otro telegrama donde la patronal les decía que tenían otra propuesta, que era la de reincorporarlos en Philips pero aceptando que los trasladen a Hungría con un sueldo de 450 euros y les ponían como condición hablar el húngaro de manera fluida. Esto fue un escándalo, estaban todos escandalizados porque se les proponía a los obreros franceses que aceptaran cobrar sueldos de 450 euros, pero lo que nadie denunció es que los obreros húngaros cobran sueldos de 450 euros. En ese momento el conflicto ganó repercusión nacional y en medio de este escándalo salió el ministro de Industria a defender a Philips diciendo que no eran delincuentes y llamó a una reunión a los obreros y los sindicatos en Paris.

Pasó una semana y, mientras se mantenían los piquetes, salió un fallo de la justicia que decía que el lock out de la empresa era ilegal y que la empresa debía retomar la producción. Justo el mismo día que la dirección de la empresa había declarado que la fábrica no produciría nunca más. Tres días después de esa victoria importante, el sindicato Force Ouvrière hizo un acuerdo con la patronal para aceptar el cierre a cambio de indemnizaciones. En Francia, existe un mecanismo escandaloso que permite que un sindicato aunque sea minoritario y no tenga el apoyo de los trabajadores haga un acuerdo con la patronal.

El conflicto terminó como todos saben en una derrota. Una derrota importante, pero sin embargo considero que estoy dejando algún legado a los trabajadores que lucharán en el futuro con esta experiencia de control obrero.

Visita a Zanon y Stefani bajo control obrero

“Que la herencia de León Trotsky sea aprovechada para llevarnos a la victoria”

En Philips Dreux, nosotros hicimos una experiencia de control obrero que si bien terminó en una derrota, nos dio una alternativa de lucha diferente a la que hoy en Francia es defendida por los reformistas que piden solo indemnizaciones. La derrota que sufrimos en Philips fue responsabilidad de burocracia y los sindicatos amarillos [pro patronales] que traicionaron a la clase obrera. Sin embargo, la experiencia de control obrero ha llevado a una toma de conciencia de que hay otra alternativa posible en Francia y en Europa, una alternativa de lucha que nos llevará a la victoria.

Mi viaje a la Argentina es importante porque Europa y el mundo están conociendo una crisis que golpeará a nuestra clase muy violentamente y se muy bien que ustedes en Argentina ya han conocido una crisis en el año 2001 a la que han tenido que responder los trabajadores y el pueblo.

Un ejemplo de esto es la lucha de los trabajadores de Zanon, donde estuve la semana pasada, y pude ver cómo organizan y controlan la producción de su fábrica, mostrando una valentía ejemplar frente a los capitalistas que buscaban ponerlos de rodillas y descargar su crisis sobre ellos.

Estoy muy orgulloso de estar en Argentina y quiero agradecer a todos los compañeros argentinos que me han permitido estar acá y el próximo domingo 22 de agosto estaré con todos mis compañeros internacionalistas el Acto por el 70° Aniversario del asesinato de León Trotsky. Quiero agradecer también a los compañeros de Zanon y Stefani que me recibieron y me mostraron su lucha que empezó hace ya 8 años, como una respuesta a la crisis de 2001, y que han demostrado que si el control obrero es posible en Argentina, también es posible en Francia y en el mundo entero. Quiero rendir homenaje a León Trotsky que nos dejó una herencia importante y espero que esta herencia sea aprovechada para llevar a la victoria a los trabajadores.

 

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