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Kirchner, la Plaza y el petróleo
por : Manolo Romano

18 May 2006 |

La decisión de Evo Morales ante las petroleras en Bolivia, aún limitada a nacionalizar el 82 % de la renta de los hidrocarburos con el objetivo de formar una empresa mixta entre el Estado y las empresas extranjeras, de todas maneras dejó al descubierto la sumisión de Kirchner a la Repsol. Y volvió a poner en el centro de la discusión nacional los graves problemas de Argentina, como semicolonia, en torno a la propiedad de los recursos naturales no renovables de gas y petróleo. Son públicas las cifras del saqueo: cada 5 barriles que extrae Repsol, no alcanza a reponer uno porque, la empresa que más factura en la Argentina, no invierte en nuevas exploraciones. Esta práctica colonialista significa el agotamiento del petróleo en no más de 10 años.

Ante esta “crisis nacional” latente, se llegó a hablar de anuncios para el acto del 25 de mayo sobre la intención de comprar un porcentaje menor de las abaratadas acciones de Repsol y presentarlos como una gran “causa nacional”. Las acciones de la petrolera están bajas por lo que los gerentes de Repsol se mostraron dispuestos a desprenderse de un porcentaje, claro está, para capitalizarse. Se habló de adquirir hasta el 10 % de las acciones por parte del Estado con los fondos de la caja de De Vido-el recaudador y/o con capitales de “empresarios nacionales” tan intachables como Bulgheroni, que serían subsidiados por el Estado para hacer lo que Repsol no hace: invertir en la exploración de nuevos pozos. Así y todo ni siquiera estaba claro, según reconocen los medios oficiales, que esto fuera para ejecutarlo de inmediato ya que para ello “habría que seguir aumentando las reservas”. Por menos que esto Barrionuevo haría flamear las banderas argentinas al frente de la columna del sindicato gastronómico en la Plaza de Mayo.

Después de la decisión boliviana, lo que ya era una hipocresía pasó a ser completamente ridículo y desenmascararse como reaccionario. Kirchner tuvo que viajar a la Cumbre con los presidentes Chávez, Evo Morales y Lula, para actuar en bloque con el líder del PT como abogado de las petroleras. Ya no se trataba de controlar el precio de los alimentos en acuerdo con los supermercados; ni siquiera de la importante disputa con los ganaderos por la carne. Kirchner y De Vido salieron a tratar de moderar el impacto de los decretos de la semi-nacionalización boliviana porque actúan sobre los precios del gas que pueden multiplicar la inflación de conjunto. Y aun más: Kirchner debió salir a jugar en la región el conservador papel de resguardar la propiedad y las superganancias de las empresas imperialistas, porque la obsesión kirchnerista es garantizar la “seguridad jurídica” de las privatizaciones de los ’90 para atraer inversiones del capital extranjero. Justamente lo que pide el Estado Español cuando declara, en boca de su Ministro de Economía, Solbes, que las decisiones soberanas de Bolivia son “inaceptables”: “Si hay que mantener procesos de inversión en los países que son fundamentales para desarrollarlos, o hay seguridad jurídica o es muy difícil que las cosas al final terminen bien”. Sin esas inversiones, reza el credo oficial, el crecimiento económico actual no tiene la “Esperanza” que prometerán en Plaza de Mayo el 25. Esto pone en claro lo que decimos los socialistas del PTS que este “nuevo modelo” es un neoliberalismo de 3 a 1: tiene la misma dependencia del capital extranjero que el Menem y Cavallo, pero con un dólar a tres pesos.

Como “causa nacional” a la Plaza del SI solo parece quedarle la disputa diplomática con Tabaré Vázquez (que si no fuera por el apoyo que tiene de los sindicatos uruguayos se parecería bastante a De la Rúa) por la instalación contaminante de las papeleras Botnia y Ence. Aunque ésta tampoco es una lucha contra las empresas imperialistas. Los ambientalistas de Gualeguaychú critican al presidente por no decir “No a las papeleras” en el acto junto a gobernadores que de ambientalistas no tienen nada, incluyendo el caso de los pingüinos empetrolados de Santa Cruz. Y encima, la “heroína nacional” de los medios no fue por estos días Cristina de Kirchner, sino Evangelina Carrozo.

El PJ, que surgió con las banderas del nacionalismo burgués de Perón, culminó su ciclo con Menem como agente directo del capital extranjero. Kirchner lo quiere recomponer detrás de su figura y valiéndose del viejo aparato. El mismo fue parte de los privatizadores de YPF de los ’90 en su provincia y se esfuerza para mantener la continuidad de esa entrega nacional. Uno de los lemas del gobierno para convocar a la Plaza del 25 es “Nosotros no ajustamos”. Es explicable: el mecanismo para mantener el superávit fiscal que pide el FMI y los organismos financieros internacionales no es ya el de los permanentes recortes al gasto público, a los presupuestos de salud y educación y las rebajas de salarios que necesitaban Menem y De la Rúa para acumular divisas y mantener la “convertibilidad”. Pero el PJ que se reunirá en la Plaza podría decir, con Duhalde “Nosotros devaluamos, así redujimos el costo salarial y favorecimos a los exportadores, facilitamos las superganancias empresarias y ahora le ponemos un techo al reclamo salarial para mantenerlas”. El acto del 25 de Mayo es una estafa política. De otra manera no estaría al frente la más rancia burocracia sindical y los viejos punteros del PJ. Ninguna “causa nacional” puede quedar en sus manos.

El PTS insiste en su llamado a las organizaciones obreras y estudiantiles combativas, a los delegados y activistas antiburocráticos, para impulsar juntos una elemental consigna de independencia de clase en los lugares de trabajo y estudio, explicando a los trabajadores y los sectores populares que no vayan a la Plaza del Si de Kirchner, contraponiendo una campaña política obrera a la propaganda oficial y de las conducciones gremiales.


Repsol ganó 42.000 pesos por minuto en el 2005. Desde que las empresas privadas tomaron el control de YPF y Gas del Estado extraen un 50% más de petróleo y el doble de gas, que exportan a altos precios internacionales. Vinieron con el cuento que repetía Menem de que la inversión de capital extranjero traía progreso, la entrada al Primer Mundo, el “derrame” de la riqueza de los de arriba para los pobres de abajo. Toda la maquinaria estatal se puso a su servicio: el Congreso, la justicia y por supuesto el gobierno en manos del PJ, pero también la UCR con Alfonsín (que por estos días visitó a Kirchner). Hasta un Pacto de Olivos hubo para la reelección de Menem (¿la historia volverá a repetirse?) pero también para poner a tono a la Constitución argentina con los nuevos derechos adquiridos de las empresas imperialistas que habían desembarcado. En el caso del petróleo, Argentina sólo se compara con Bolivia por el nivel de la entrega. Por eso, el derecho de Bolivia a disponer de su petróleo debe ser defendido por soberano. Y toda política que, como la de Kirchner, garantice la “seguridad jurídica” de las privatizaciones de Menem y el Pacto de Olivos debe ser enfrentada por “anti-nacional”. Repsol, las petroleras y las empresas de gas no dejan nada al pueblo argentino, sólo se llevan. El viejo colonialismo español de las carabelas de Colón que empezó la masacre de los pueblos indígenas para llevarse las riquezas naturales, introdujo las primeras formas capitalistas en un mundo más atrasado. Pero este imperialismo actual del Estado Español sólo trae saqueo, es un capitalismo completamente parasitario.

Los trabajadores y campesinos pobres de Bolivia, desde la rebelión que tiró a dos presidentes, plantea la nacionalización sin pago de los hidrocarburos, mucho más allá de la actual medida del presidente Evo Morales. Y tienen razón. Sólo la completa nacionalización sin indemnizaciones a las empresas imperialistas y bajo administración directa de los trabajadores -no de una burocracia corrupta que viva a expensas de todos como en la vieja YPF-, puede ser la solución.

El PTS junto a socialistas internacionalistas de Bolivia, el Estado Español, Brasil, Venezuela y otros países, ha lanzado un llamamiento a las organizaciones combativas de los trabajadores y la izquierda (ver págs. centrales) para impulsar con fuerza y en forma unitaria una gran campaña internacional antiimperialista.

 

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