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Medio millón de latinos se movilizan en Estados Unidos
por : Celeste Murillo

26 Mar 2006 |

La movilización latina más grande de la historia

El 25 de marzo las calles de Los Angeles se vieron inundadas por la manifestación hispana más grande en la historia de Estados Unidos. Según los medios de todo el mundo marcharon 500.000 personas en la ciudad donde viven más de cuatro millones de latinos, casi el 50% de su población.

La principal consigna de esta y otras movilizaciones que se dieron durante el mes de marzo fue: NO A LA REFORMA INMIGRATORIA, que busca endurecer las políticas fronterizas y criminalizar la inmigración. La ley migratoria del republicano Sensenbrenner, HR 4437, endurece la protección de las fronteras, cambia el status de la estancia de inmigrantes que ingresaron ilegalmente al país al de criminales y busca imponer una reforma de “trabajadores huéspedes” otorgando visas temporales a trabajadores inmigrantes (medida resistida por el ala más conservadora del propio partido republicano).

Desde la publicación del proyecto, como uno de los puntos de la famosa agenda de Bush luego de su reelección en 2004, ha logrado la resistencia de vastos sectores que apoyan a los inmigrantes latinos. La medida impulsada por Bush se encuentra hoy fuertemente cuestionada, como sucedió con otras políticas gubernamentales, en medio de un contexto crítico por los reveces que viene sufriendo la Casa Blanca en el plano de la política exterior y por los fracasos en dar respuesta a crisis como la devastación que provocó el huracán Katrina o la venta de los puertos a una empresa árabe, que resultó en un cisma político en su propio partido. El escenario se complica cuando faltan menos de seis meses para las elecciones legislativas que pondrán a prueba una vez más la deslucida figura de Bush y los niveles de aprobación de su gobierno, que no puede salir del empantanamiento en Irak, donde ha invertido miles de millones de dólares en una guerra cada vez más cuestionada.

Durante la próxima semana comienzan las sesiones en el Senado para la aprobación de la ley. La movilización de los inmigrantes comienza con un carácter defensivo, ante un ataque reaccionario del gobierno y los sectores más conservadores. Frente a la ausencia de una alternativa independiente hoy el movimiento está contenido principalmente por la iniciativa demócrata, pero su lastimosa trayectoria ha demostrado que no son más que una fracción del mismo partido, aunque se enfrenten de palabra con los republicanos.

Los latinos representan una de las comunidades más importantes en Estados Unidos, y como sostienen los manifestantes en varias ciudades son el pilar de sectores importantes de la economía. Según el Hispanic Pew Center (que monitorea a la comunidad latina) existen en todo el país cerca de doce millones de inmigrantes ilegales, de los cuales una porción considerable está trabajando actualmente a pesar de su status legal. En los últimos meses se publicaron varios estudios por el importante aumento de accidentes laborales (durante el año 2005 murieron casi mil trabajadores latinos ilegales). Los inmigrantes latinos trabajan en la agricultura (20%), limpieza y mantenimiento (17%), construcción (12%), alimentos (11%), industria (8%) y transporte (5%). Todas estas cifras están limitadas justamente por la contratación de inmigrantes ilegales que no es sometida a censo de ningún tipo. Para 2004 los latinos representaban el 71% del total de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos, y de este porcentaje seis millones son mexicanos.

La ley impulsada por el gobierno de Bush transformaría automáticamente en criminales a los inmigrantes indocumentados que están trabajando actualmente, cuyos hijos van a la escuela y muchos de ellos nacieron en ese país. Al mismo tiempo se endurecerían las leyes fronterizas, bajo una bandera cínica de protección de los inmigrantes (que son presa de mercenarios de todo tipo para cruzar el río y el desierto que los separa del “sueño americano”).

“No somos criminales, somos trabajadores”

La primera movilización que puso de manifiesto la fortaleza del movimiento de los inmigrantes fue el 10 de marzo en Chicago donde marcharon más de cien mil personas (la marcha más grande desde las históricas marchas obreras a fin del siglo XIX), entre trabajadores, pequeños y medianos empresarios, organizaciones sociales, políticas, sindicales y religiosas. A Chicago le siguió un reguero de movilizaciones en todas partes del país. En Atlanta cuarenta mil personas participaron de la marcha el 24 de marzo, acompañada por cierre de negocios y boicot comercial, así como también paros parciales, bajo el lema “Un día sin hispanos”, aun así se aprobó en el estado de Georgia una ley antiinmigratoria. Se repitieron marchas que superaban los diez mil participantes en Carolina del Norte, Milwaukee y Phoenix, también hubo manifestaciones en Denver (Colorado), Las Cruces (Nuevo México), Nueva York, Filadelfia (Pensilvania), San Antonio (Texas), Tucson (Arizona) y Washington (DC).

A la multitudinaria movilización de Los Angeles la precedió una jornada de lucha de los estudiantes secundarios de la ciudad y alrededor, la mayoría de ellos hijos de latinos inmigrantes. El viernes 24 dos mil estudiantes interrumpieron las clases y salieron de sus colegios al grito de “No somos criminales, somos seres humanos”, marchando por las rutas que llevan a la ciudad. En otras ciudades de California hubo manifestaciones de estudiantes universitarios apoyando a los inmigrantes.

Hacia la movilización en Washington

Muchas de las movilizaciones, de un claro carácter policlasista, fueron encabezadas por líderes religiosos, comerciantes e incluso representantes demócratas, como el alcalde de Los Angeles, Antonio Villaraigosa (hijo de inmigrantes mexicanos), que es uno de los impulsores del proyecto de ley de los legisladores McCain (republicano) y Kennedy (demócrata). Este proyecto impulsa algún tipo de legalización para los inmigrantes que hayan residido en el país algún tiempo, estén trabajando y paguen sus impuestos. El partido demócrata, sin límites en su cinismo, posa hoy de defensor de los derechos de los inmigrantes, cuando en realidad son quienes apoyan las leyes antiterroristas más duras y han renovado su apoyo a la nefasta Acta Patriótica, que no hace más que multiplicar las políticas represivas hacia los sectores más vulnerables, las comunidades negra, latina y los trabajadores.

Esta ley es vista hoy por hoy como la alternativa a la reforma republicana y será respaldada por una movilización nacional el 10 de abril hacia Washington. La AFLCIO (la central sindical norteamericana) impulsa el proyecto, ha participado de varias marchas y convoca a la movilización nacional de abril. Sin embargo, no ha movido un dedo para poner en movimiento a los millones de trabajadores latinos que trabajan en los servicios mayormente, cuya fuerza podría imponer un freno al ataque reaccionario del gobierno. Esta fuerza se vio ya la dura huelga de los empleados de supermercados de Southern California.

La imponente movilización de los latinos, en su mayoría trabajadores y blanco de la desocupación y la pobreza en el país más rico del mundo, muestra su enorme voluntad de lucha. Los dirigentes de las movilizaciones apuntan a recortar cualquier potencialidad de este movimiento y a limitar el impacto que pueda tener entre la clase obrera norteamericana, que viene sufriendo golpes sin respuesta de sus líderes sindicales, o lo que es peor muchas veces entregando en bandeja de plata las conquistas obreras como el seguro médico, la estabilidad laboral y las jubilaciones, como sucedió recientemente en la automotriz Delphi. Sin embargo algunos sectores de los trabajadores han comenzado a mostrar síntomas de cambio, como la huelga de los trabajadores del transporte en Nueva York o los huelguistas de la Boeing que se impusieron ante la patronal con duras medidas de fuerza.

En los brazos de las trabajadoras y trabajadores latinos descansa gran parte del funcionamiento de los servicios y en el corazón de la clase obrera está su mejor y más poderoso aliado para la lucha contra la opresión y la explotación.

 

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