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El lado oscuro de las olimpíadas
por : Alejandra Ríos

29 Aug 2008 | Aunque los medios pretendieron mostrar durante estos 16 días un ambiente donde reina el espíritu deportivo, la realidad está muy lejos de esto.
El lado oscuro de las olimpíadas

El pasado 24 de agosto concluyeron los Juegos Olímpicos 2008, que fueron seguidos por millones de televidentes en todo el mundo. Aunque los medios pretendieron mostrar durante estos 16 días un ambiente donde reina el espíritu deportivo, de competencia sana donde el esfuerzo individual es la fórmula para lograr un nuevo récord, la realidad está muy lejos de esto.

Casi veinte años después de la matanza en la Plaza de Tiananmen, Beijing, la misma ciudad que fue testigo del paso de los tanques que aplastaron la revuelta, se convirtió en el escenario de los Juegos Olímpicos. La ceremonia de apertura, que contó con la presencia de la alta plana política mundial desde George Bush, Nicholas Sarkozy, George Brown, pasando por Vladimir Putin el primer ministro del país anfitrión Wen Jiabao y toda la cúpula del PC Chino, es un verdadero retrato de la hipocresía detrás de este manufacturado espectáculo deportivo. Sus palabras defendiendo la armonía y la estabilidad internacional bajo el lema “un mundo un sueño” suena más hipócrita en boca de quienes son responsables de las invasiones en Afganistán e Irak o la represión de Tiananmen.

En realidad el ‘espíritu’ de los juegos desde que fueran resucitados en 1896 por el Barón de Pierre de Coubertin, siempre ha sido el de resaltar el esfuerzo individual, más allá de las condiciones de entrenamiento tan diferentes de los atletas de un país imperialista comparados con los de un país dependiente. Por otra parte estas jornadas han servido para recrear el patriotismo y chauvinismo de las naciones, donde lo que importe es ver qué país gana más medallas. Ya en 1936, en las Olimpíadas de Berlín, las grandes potencias imperialistas mostraban su complacencia con los nazis. En 1968, los Juegos celebrados en México tuvieron como trágico escenario la masacre de Tatlelolco, cuando el día 2 de octubre, justo a 10 jornadas de que comenzaran los Juegos Olímpicos de México, los estudiantes convocaron un acto y marcha en la Plaza de las Tres Culturas, la que fue brutalmente reprimida y aunque hasta la fecha no se han aclarado los hechos se habla de 300 manifestantes asesinados.

Como en tantos otros eventos deportivos o culturales que apelan a un gran público, la organización y ganancias quedan en manos de una elite. En el caso del Comité Olímpico Internacional, que es el organismo que decide la sede, ha sido foco de críticas ya que se lo recibió varias acusaciones de coimas y fue salpicado con casos de corrupción a la hora de determinar la ciudad ganadora. No podía ser menos, ya que este comité selecto está compuesto por nueve presidentes, cinco de los cuales ostentan títulos nobiliarios, otro de ellos, Samaranch, ha sido un alto mandatario del General Franco. ¡Una verdadera joyita!

Otra faceta de la hipocresía manifestada en este evento internacional es el rol de los patrocinadores oficiales de las multinacionales como Pepsi, Omega y McDonald’s y la sed de competencia de los grandes cadenas televisivas por los derechos de transmisión con las subsecuentes ganancias que estas representan al contar con millones de televidentes en todo el mundo.

Hay más aspectos a denunciar en estos juegos. El negocio de la construcción de los predios utilizados para los juegos no deja lugar a dudas de los reales intereses que están en juego. Los gastos de construcción de los juegos han sido enormes. Beijing ha gastado 40 mil millones de dólares en la construcción de estaciones de trenes y facilidades para las olimpíadas. La construcción del estadio de deportes principal, bautizado “Nido de pájaros” costó 500 millones de dólares, el centro de natación 100 millones. Para poder construir estos predios se ha desalojado a 1 millón y medio de residentes, y por su construcción, los trabajadores han recibido un pago de 4,7 dólares por día de promedio y son obligados a trabajar 7 días por semana. Como en su mayoría este trabajo es realizado por inmigrantes que se desplazan a la ciudad, por lo general viven en los lugares de trabajo, a la intemperie y sin ningún tipo de seguridad laboral. Mientras las grandes empresas constructoras que se quedaron con la licitación son premiadas con grandes ganancias y van a tener concesión de la administración por 30 años, a pesar del financiamiento público, los que han salido a manifestarse y han organizado protestas contra estos abusos han sido silenciados o enviados a la cárcel. Sumado a esto, los barrios pobres de la ciudad que fueron afectados, sufren un proceso de aburguesamiento tal, que sus facilidades serán luego accesibles sólo para aquellos que puedan pagar servicios privatizados. A pesar de esto, está por verse si los más de 40.000 millones de dólares invertidos por China para realizar los Juegos Olímpicos le depararán algún beneficio.

Claro que quienes realmente pierden en estas olimpíadas son los trabajadores chinos. Casi el 50% de ellos subsiste con salarios inferiores a los dos euros, la mitad de los cuales lo hace con sólo un euro por día (menos de 5 pesos). Como hemos dado cuenta en los artículos de la revista Estrategia Internacional, el milagro chino se basa en la superexplotación de su fuerza de trabajo, con jornadas de hasta setenta horas semanales y salarios por debajo del sueldo mínimo. Se registran más de 15 mil muertes de obreros al año a causa de accidentes laborales y denuncias de casos de explotación infantil a niveles casi de esclavitud.

Este, sin embargo, ha sido un año adverso para China. Una serie de catástrofes naturales; las tormentas de nieve en febrero y el terremoto del 12 de mayo en Sichuan el 12 de mayo, que destruyó centralmente escuelas, han puesto en evidencia el mal estado de los sistemas de electricidad y edilicio existente en China y la presencia de altos niveles de corrupción y pago de coimas en la industria de la construcción. Es por eso que el gobierno salió rápidamente a auxiliar a las víctimas del terremoto para cubrir su imagen internacional. Otro aspecto que también fue objeto de crítica, ha sido la brutal represión de la revuelta del Tibet, aunque por supuesto no es de las voces de George Bush, Putin o Gordon Brown de donde saldrán buenos consejos en esta materia.

Muchos espectadores se alegran al ver que deportistas amateurs logran obtener alguna medalla, ya que simpatizan con su dedicación fuera del trabajo, muy diferente a las condiciones de los atletas profesionales. Sin embargo, detrás de esta imagen de espíritu deportivo, y contrario a las palabras del jefe del comité organizador de los juegos, Liu Qi, quien dijo que las olimpiadas fueron "una gran celebración del deporte, la paz y la amistad", hay una triste verdad producto de la manipulación de los medios y la sed de ganancias de las grandes empresas. No se trata de ninguna novedad lo mismo ocurre con las transmisiones de los mundiales de fútbol que dejan miles de millones de dólares para las grandes multinacionales que dominan los medios de comunicación.

 

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