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Bush en la cuerda floja
por : Juan Chingo

22 Dec 2005 |

En la nueva edición de Estrategia Internacional N° 22 de noviembre de 2005, publicamos un artículo sobre la debilidad de la presidencia Bush y los signos evidentes de deterioro de la hegemonía norteamericana bajo su mandato. Esta caracterización sigue siendo el punto clave de la situación internacional. Esta realidad se ha confirmado en el último mes, con nuevos elementos de crisis, aunque la Casa Blanca ha intentado detener la caída de la popularidad de Bush lo que, junto a la realización de las elecciones en Irak el 15 de diciembre, permitió una cierta recuperación de sus niveles de aprobación.

En el plano interno, el debate sobre la llamada “estrategia de salida” [1] pegó un nuevo salto con las declaraciones del “halcón” demócrata, John Murtha, un marine de 31 años de servicio, condecorado en Vietnam, vocero evidente de un importante número de altos oficiales del ejército que no pueden ventilar sus preocupaciones en público. Murtha planteó que “...nuestras tropas se han transformado en el principal objetivo de la insurgencia... Es tiempo de traerlas a casa”. La respuesta del portavoz parlamentario republicano, Dennis Hastert, fue violenta: “Murtha y los líderes demócratas han adoptado una política de ‘salir huyendo’. Ellos preferirían que los Estados Unidos se rindan a los terroristas”.

Pese a esta dura réplica en el Capitolio, Bush acusó el impacto: la Casa Blanca inició una intensa campaña en las últimas semanas buscando redefinir el debate sobre Irak en un intento por frenar el creciente escepticismo de la población con respecto a la guerra, que amenaza su presidencia. En las últimas tres semanas, Bush ha lanzado un nuevo plan para la victoria, manteniendo reuniones privadas en la Casa Blanca con los miembros escépticos del Congreso y dando una serie de discursos que ofrecen una explicación más detallada de su estrategia de guerra. Lejos del triunfalismo del pasado y en un tono mesurado, Bush busca dar un mensaje más realista sobre los errores cometidos y los obstáculos que aún quedan por superar, tratando de cerrar la brecha entre la visión facilista y acrítica del avance de la operación en Irak y la dura realidad del terreno, argumentado contra aquellos que sostienen “que la guerra está perdida”.

Según los republicanos, al enfocarse en Irak, Bush está reduciendo su daño político y reformulando el debate. Muestran en este sentido que el 57% de los norteamericanos consideran que el Ejército estadounidense debe permanecer en Irak hasta que el país se estabilice, comparado con un 36% que apoya una retirada inmediata. Aun muchos más norteamericanos creen que la invasión fue un error que aquellos que la consideran correcta.

Pero a pesar del mejoramiento en sus niveles de aprobación, los problemas de Bush no paran y siguen estallando semana a semana. Recientemente, una nueva ola de indignación recorrió las capitales europeas con la revelación de la existencia de campos de prisioneros de la CIA, conocidas como “lugares negros”, en Polonia y Rumania, así como el transporte y la detención de sospechosos en sus aeropuertos. Estas acusaciones siguen dañando la imagen global de los EE.UU. Colin Powell, ex secretario de Estado de la primera presidencia Bush, mientras acusó a los gobiernos europeos de estar al tanto de los “traslados extraordinarios” de la CIA, reconoció abiertamente que “Los Estados Unidos están atravesando actualmente un período en que la opinión publica mundial está contra nuestro”. En el plano interno, las filtraciones a la prensa que dan cuenta de una escala sin precedentes del espionaje interno sobre manifestantes pacifistas y sobre las escuchas de llamadas y control de correo electrónico de ciudadanos norteamericanos es otra muestra, a pesar del tono desafiante de la Administración frente a sus críticos.

Un avance relativo en Irak

Por otra parte, el 15 de diciembre en Irak se realizaron las elecciones para elegir el primer gobierno permanente post-Hussein con la participación sunnita [2]. Los norteamericanos lo presentaron como un gran triunfo. Sin embargo, a pesar de este avance, este hecho no significa que los sunnitas hayan abandonado la insurgencia y que los problemas constitucionales, cuyo tratamiento se postergó para los primeros meses de 2006, estén resueltos. Por el contrario, los síntomas de tensión se siguen incrementando. Una muestra es la decisión de la región semi-autónoma kurda [3] de iniciar un proyecto de extracción de petróleo con una compañía de energía noruega sin la aprobación del gobierno federal dando un paso más en su autonomía. A su vez, los líderes políticos shiítas [4] han formado un acuerdo político entre ellos para compartir el poder mientras le dan un apoyo tácito a la escalada de violencia cometida contra la población árabe sunnita. Mientras tanto, se asiste a una escalada de violencia que se manifiesta en que la tasa de heridos diarios subió de 26 a principios de 2004 a 64. La mayoría de este incremento puede ser atribuido a la violencia entre diferentes facciones, en tanto los sunnitas insurgentes atacan a la población shiíta, mientras las milicias shiítas responden duramente. Las fuerzas del gobierno transicional también parecen estar contribuyendo en la violencia [5]. En este marco, a pesar de la mayor representación sunnita, nada asegura que estos tengan éxito en prevenir que las regiones kurdas y shiítas socaven el rol del gobierno central, como señala la constitución aprobada en octubre de este año que sienta el camino para el dominio del futuro político de Irak por bloques regionales. Esto sin nombrar las crecientes declaraciones hostiles hacia Israel del nuevo gobierno de Irán, arriesgando una respuesta del estado sionista, pero que muestra que la teocracia iraní está dispuesta a correr los riesgos de una crisis si sus intereses en Irak no son tomados seriamente por los EE.UU.

En este contexto se entiende mejor una frase del documento “Una Estrategia Nacional para la Victoria en Irak”, lanzada con gran fanfarria en noviembre por el Consejo de Seguridad Nacional de los EE.UU., dirigido a persuadir a los que ven que Norteamérica está perdiendo la guerra de que este no es el caso. El documento, citando un discurso de Bush del 6 de octubre de 2005, dice: “En Irak, no hay paz sin victoria. Debemos mantener nuestro ‘temple’ y nosotros vamos a ganar esta victoria”. Los próximos meses dirán si EE.UU. mantiene su “temple” o éste es socavado por las crecientes presiones internas y externas, afectando su resolución política y militar.

 

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