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60 años de ocupación y genocidio
por : Miguel Raider

16 May 2008 | El 14 de mayo el Estado de Israel celebró 60 años de existencia. El 15 de mayo el pueblo palestino conmemoró 60 años de “Nakba”, la catástrofe que produjo el Estado de Israel
60 años de ocupación y genocidio

El 14 de mayo el Estado de Israel celebró 60 años de existencia. El 15 de mayo el pueblo palestino conmemoró 60 años de “Nakba”, la catástrofe que produjo el Estado de Israel expropiando sus tierras milenarias y expulsando al exilio a un millón de personas. A fines del siglo XVIII la formación de los estados nacionales cumplía una función progresiva, unificando los mercados y desarrollando las fuerzas productivas. Por el contrario, la formación del Estado de Israel fue una resolución íntegramente reaccionaria a la cuestión judía, a partir de la creación de un Estado artificial, funcional a los intereses del imperialismo, como un enclave colonial destinado a someter a los pueblos árabes oprimidos de Medio Oriente.

Durante siglos los judíos circularon por diversas regiones ejerciendo el comercio y la usura, las formas que adquirió el capital mucho antes de desarrollarse como fuerza social. Esas profesiones “impuras” los inhibían a integrarse a las comunidades por expreso mandato de las clases dominantes, ya que actuaban como intermediarios entre éstas y los campesinos pobres mediante el préstamo de dinero. Cuando los terratenientes elevaban los impuestos a los judíos, estos subían los intereses a los campesinos, los cuales reaccionaban contra los judíos con linchamientos violentos promovidos por los mismos señores feudales que acababan expulsándolos de la comarca. Estas características distinguían a los judíos como un pueblo-clase, tal como señaló el gran revolucionario belga Abraham León. Las revoluciones burguesas en Inglaterra, Francia y los países bajos permitieron la integración y la asimilación progresiva de los judíos a dichas sociedades. Sin embargo, el desarrollo burgués atrasado en Europa oriental empujó a los judíos a la proletarización, la pobreza y a la confinación aislada en guetos. Esta separación sirvió a la burguesía para utilizar a los judíos como chivos expiatorios de los padecimientos de las grandes masas. A fines del siglo XIX el antisemitismo había cobrado tal virulencia que se expresaba en las turbas de los pogroms con miles de judíos asesinados. Estas condiciones generaron el flujo de muchas personas de origen judío de Europa oriental hacia los partidos obreros, destacándose Leon Trotsky, Rosa Luxemburgo, Lev Kamenev, David Riazanov, etc. Simultáneamente, en 1897 comenzó a desarrollarse el sionismo como un movimiento político de un pequeño sector de la burguesía judía. Teodoro Hertzl, su dirigente más destacado, sostenía en su libro “El Estado judío” que la colonización judía de Palestina representaba el avance europeo corporizado como “un muro contra el barbarismo” de los pueblos árabes. Hertzl sostenía que Palestina era “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”, “olvidando” que los palestinos moraban esas tierras históricamente. En su prédica sionista, Hertzl no vaciló en reunirse con ministros de la autocracia zarista, responsables de los pogroms y las campañas antisemitas, quienes le prometieron ayuda a cambio de persuadir a los judíos de abandonar su militancia en los partidos obreros. Si bien el sionismo era un movimiento minoritario, el desarrollo del nazismo y el genocidio de 6 millones de judíos en los campos de concentración durante la 2° guerra mundial, fueron utilizados por Inglaterra y EE.UU. como soporte para poner en pie el Estado de Israel, una política reaccionaria promovida por los mismos países que cerraron sus fronteras a los millones de judíos que huían de los nazis.

Las bases del Estado sionista

La declinación del Imperio Otomano, dominante de Medio Oriente hasta fines del siglo XIX, abrió las condiciones para su reemplazo por las potencias capitalistas desarrolladas de Inglaterra y Francia, quienes se repartieron esa región en 1915 mediante el Tratado Sykes-Picot. Así Inglaterra asumió su dominio sobre Palestina bajo un régimen de protectorado. Con la finalidad de neutralizar los movimientos nacionalistas árabes, Inglaterra impulsó en 1917 la declaración de Lord Balfour, postulando la creación de “un hogar nacional judío en Palestina”, permitiendo la entrada a miles de colonos. Bajo la anuencia británica, los sionistas compraron tierras a los campesinos palestinos por bicocas y no dudaron en recurrir a la violencia cuando surgía resistencia. En1935 Inglaterra emitió un decreto que concedía la propiedad de la tierra a todo aquel que tuviese al menos una torre y una empalizada. De un día para el otro los sionistas montaron miles de torres y empalizadas y se apropiaron de vastas extensiones de tierra. En el mismo sentido, los sionistas de “izquierda” establecieron cientos de colonias “socialistas” (kibutzim) como campamentos militares para interferir las comunicaciones entre las aldeas palestinas. Desde la Histadrut (central obrera sionista) los sionistas promovieron la separación de los trabajadores judíos de los palestinos y la compra de mercaderías en comercios judíos. El futuro primer ministro David Ben Gurión decía que era necesaria la “transferencia forzosa” de los palestinos para desarrollar las bases del Estado judío. Así se formaron las milicias paramilitares del Etzel, Leji y Haganá (las bases de futuro ejército), sembrando el terror en las masacres de Dir Yassin, Kfar Kassem, Abu Zabel, Hatsabi,etc.

En 1947 la ONU estableció la partición de Palestina concediéndole a los sionistas el 63% del territorio, sin siquiera consultar una palabra al pueblo palestino. La resistencia de los palestinos fue aplastada por las milicias sionistas, borrando del mapa más de 500 aldeas y obligando a marchar al exilio forzoso a más de un millón de personas.

Sobre esas bases se fundó el Estado judío bajo la aprobación de Stalin y el imperialismo norteamericano, su fuente material de financiamiento hasta la actualidad. Un Estado racista basado en un ejército de ocupación permanente para mantener “una guerra de mil años”, como decía el general Moshe Dayan, contra los pueblos árabes, entre las que se destacan la guerras de 1948, 1956, 1967, 1973, 1982 y 2006. Un Estado terrorista que practica en forma legal la tortura, los asesinatos selectivos y la demolición de casas de todo aquel “sospechoso” de terrorismo. Un Estado heredero de los nazis y sus métodos de limpieza étnica, que condena a Gaza al aislamiento de un gigantesco gueto, mientras disloca la comunicación de las aldeas de Cisjordania mediante el Muro del Apartheid, confiscando las tierras más fértiles, al tiempo que mantiene más de 10.000 palestinos presos y más de 4 millones sin derecho a retornar a sus legítimas tierras. Un Estado teocrático que segrega a los que no profesan la religión judía, y que mantiene a los “árabes israelíes” (el 20% de la población) como ciudadanos de segunda categoría.

La paz entre árabes y judíos sólo será posible mediante la destrucción de ese enclave del imperialismo norteamericano y la lucha por una Palestina obrera y socialista en todo su territorio histórico, en el marco de una Federación de Repúblicas Obreras de Medio Oriente, una tarea que sólo puede ser emprendida por los trabajadores y los campesinos de la región.

Gaza, un gigantesco gueto

El Estado sionista no sólo no reconoció la voluntad soberana de las masas palestinas votando a Hamas en las elecciones de enero de 2006, sino que gracias al colaboracionismo de Mahmoud Abbas y Al Fatah aisló la Franja de Gaza por tierra, aire y mar bajo la venia de EE.UU., la Unión Europea y las burguesías reaccionarias de Egipto y Jordania. Tal como hicieron los nazis con los judíos, el Estado de Israel condena a más de 1,5 millones de palestinos al asedio de un gigantesco gueto, donde el 80% depende de la ayuda humanitaria externa, sin posibilidad de huir por el hostigamiento del ejército sionista, la policía egipcia y los bombardeos efectuados por los aviones F16. La falta de acceso al agua potable, los alimentos y los medicamentos más elementales provocaron el nacimiento de bebes con deformidades y mujeres embarazadas con anemia y desnutrición, mientras el Estado sionista monopoliza el control del suministro de agua, combustible y energía. Es la crisis humanitaria más grande desde 1967, cuando los sionistas ocuparon Cisjordania y Gaza a punta de fusil en la guerra de los 6 días. El plan de paz urdido en Annápolis en diciembre pasado es parte de la pax sionista, la paz de los cementerios.

 

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