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Ferroviarios: ¡No hay marcha atrás!”
por : Marcelo Torres

15 Nov 2007 |

La que al inicio parecía ser una inofensiva reivindicación por un convenio colectivo propio se ha convertido en la “mayor huelga ferroviaria de la historia”, tanto por la duración del conflicto, como por su masividad y la radicalidad de las exigencias obreras [1], en otras palabras, la peor pesadilla de los últimos tiempos para la burguesía alemana, acostumbrada a negociar con direcciones sindicales serviles a los intereses de la patronal. Ante la negativa de la patronal a acceder a las reivindicaciones de los trabajadores, los maquinistas a través de su sindicato GDL, que cuenta con alrededor de 17.000 miembros activos [2], de los cuales hasta el día de hoy 3070 se han sumado a la huelga, han ido lentamente radicalizando sus exigencias y su accionar, como lo demuestra los graves problemas que está causando el cese de actividades sobre todo en los nodos centrales como los puertos de Hamburgo y Lubeck, Berlín o también en el este del país, región donde lograron paralizar casi por completo toda actividad, llegando a huelgas espontáneas de los maquinistas de compañías ferroviarias regionales privadas en Schleswig-Holstein y al cierre de esta edición, miércoles 14, provocando la suspensión del turno de la mañana y de la tarde de la planta de ensamblaje de Bruselas de la empresa automobilística Audi por la falta de piezas de recambio.

La desición judicial de levantar la prohibición de hacer huelgas en los tramos de larga distancia y de transporte de mercancías dejó a la patronal a la defensiva, mientras el gobierno se mantiene alejado del conflicto, limitándose a llamados a las partes en conflicto a “entrar en razón”.

La huelga de hoy ha puesto sobre el tapete dos cuestiones de fundamental importancia: la primera es que cuestiona la intención del gobierno de privatizar y hacer cotizar en bolsa a la última empresa alemana en manos del Estado. La segunda es que cuestiona las bases de la cooperación entre sindicatos y capital, es decir que muestra una alternativa a la cogestión sindical de los planes antiobreros de la patronal, y entre los sindicatos y el gobierno sobre las cuales se apoya el régimen actual.

La patronal alemana se encuentra entonces ante la disyuntiva de descomprimir la situación haciendo pequeñas concesiones o apostar por desgastar a los trabajadores para que regresen resignados a sus puestos de trabajo, con lo que se arriesgan a una radicalización mayor del conflicto y a la politización y entrada en escena de otros sectores del proletariado.

Ante el desconcierto en las filas burguesas de cómo proseguir afrontando el conflicto es que afloran las primeras grietas: por una parte hay sectores que culpan al jefe de la directiva de la empresa de ferrocarriles alemana DB (por sus siglas en alemán, Deutsche Bahn) de haber aguzado inútilmente la situación por no haber dialogado con la dirección del GDL y otros, como la dirigencia del SPD, el Partido Socialdemócrata Alemán, que exige de los trabajadores del GDL que regresen al trabajo no cediendo ni un milímetro pues “lo que hoy hacen los maquinistas lo podrían pretender hacer mañana los guardavías o los empleados en las estaciones”, todo esto acompañado de una cruzada mediática contra los trabajadores en huelga.

El proletariado alemán se juega mucho en estos días. Mientras la burocracia sindical ha expresado su predisposición a aceptar un “aumento salarial de un 15%”, alejándose radicalmente de la exigencia de un aumento de un 31%, apostando a que “la presión hacia la directiva de la DB será lo suficientemente fuerte para que a continuación podamos regresar a la mesa de negociaciones” entre los trabajadores “crece el descontento por el hecho de parar parcialmente”, (hasta el sábado a las 2 a.m.) pues, como dice un maquinista, “lo único que (los compañeros) no entienden es por qué no se para indefinidamente de una vez”. “Muchos piensan que es necesario parar hasta que la directiva de la DB ceda. (...) Aquí no hay marcha atrás” [3].

 

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