FT-CI

Presentación

23/02/2010

El inicio de 2010 puso de relieve que estamos asistiendo a una segunda ronda de la crisis económica internacional, que esta vez tiene su epicentro en la Unión Europea y está poniendo en cuestionamiento la continuidad del euro como moneda común.

El 4 y 5 de febrero se desplomaron las bolsas europeas, arrastrando a los principales mercados mundiales a la baja. Esta caída es atribuida centralmente al temor de que Grecia declare el default en su abultadísima deuda, seguida por el Estado Español, Portugal y otros países de la eurozona, y a la persistencia del desempleo en Estados Unidos, a pesar del crecimiento económico registrado en el último trimestre de 2009.

Esta situación es consecuencia directa de los millonarios planes de rescate que implementaron los Estados capitalistas que si bien evitaron una caída catastrófica de la economía, lo hicieron al precio de transformar la deuda privada en deuda estatal, que se volvió un gran negocio especulativo.

El plan de la burguesía es que sean los trabajadores y los sectores populares los que paguen el salvataje de los grandes bancos, acreedores de los estados al borde del default, como Grecia. Las principales potencias de la Unión Europea, como Alemania, antes de aprobar cualquier medida de rescate, le exigen al gobierno griego que dé muestras de su capacidad para aplicar un plan de ajuste draconiano que implica la reducción salarial, el aumento de la edad jubilatoria, despidos, recortes en salud y educación, privatizaciones y el aumento de impuestos al consumo popular.

En el mismo sentido, el gobierno español está intentando implementar una reforma laboral que permita flexibilizar aún más la fuerza de trabajo y postergar la edad de retiro, en el marco de un desempleo que ya ronda el 20%.

Esta receta de ajuste y la reducción del gasto público no tiene nada de novedoso. Es la misma que aplicó el gobierno de De La Rúa en Argentina en 2001, que terminó con la declaración del default, el hundimiento de la economía y una crisis social que llevó a la caída del gobierno.

La huelga general en Turquía en solidaridad con la lucha de los trabajadores despedidos de la empresa privatizada Tekel, el llamado a la huelga general en Grecia precedido por acciones de los trabajadores del sector público, la persistente resistencia de los trabajadores franceses contra los cierres y despidos, que incluso apelan a métodos radicales como la ocupación de fábrica y el secuestro de gerentes, las huelgas de los obreros de la Fiat y otros establecimientos en Italia, son algunos de los síntomas de que los trabajadores europeos van a resistir el intento patronal de liquidar sus conquistas y ser quienes paguen con desocupación y empobrecimiento el rescate de los capitalistas.

Pero aunque el epicentro de la crisis hoy esté en Europa, sus causas y sus efectos tienen alcance internacional y abarcan a las principales potencias imperialistas, sobre todo a Estados Unidos, cuyo déficit presupuestario alcanzó una cifra récord, comparable a la Segunda Guerra Mundial.
El escenario que se perfila en este segundo año de la crisis es de mayores tensiones y disputas capitalistas, anticipadas por los roces cada vez más agresivos entre Estados Unidos y China, combinadas con crisis políticas y situaciones sociales potencialmente explosivas.

En el artículo “La difícil vuelta a un equilibrio capitalista” de Juan Chingo, se exponen las tendencias profundas actuantes en el desarrollo de la crisis capitalista y los posibles escenarios que se abren. En la nota “El imperialismo en la era Obama” de Claudia Cinatti, se analiza el desgaste del gobierno de Obama a un año de su asunción, la escalada guerrerista en Afganistán y la continuidad con las políticas de Bush.

La sección dedicada a Europa incluye el artículo “La crisis española. Un duro test para el régimen heredero de Franco” de Santiago Lupe, sobre la crisis económica que está haciendo crujir al gobierno de Zapatero y su intento de imponer medidas antipopulares; y la nota “Francia. Huelgas obreras. Elementos para un primer balance y propuestas para un programa de acción” de Danièle Cobet, en el que se desarrollan las características de las principales luchas de la clase obrera francesa contra los despidos y los cierres de empresas y el programa necesario para que avancen hacia el combate contra la patronal y su Estado.

El Dossier de este número está dedicado a la situación en Argentina, caracterizada por la crisis política y la emergencia de un nuevo activismo obrero, conocido como “sindicalismo de base”. En el artículo “El fin de ciclo kirchnerista y las tareas de los revolucionarios” de Matías Maiello y Manolo Romano, se analizan las condiciones estructurales que confluyen en este “fin de ciclo”, entre ellas, las contradicciones económico-sociales surgidas del estatus semicolonial del país, la crisis del Estado argentino y del régimen político; la situación de la clase obrera para poder intervenir y aprovechar esta crisis política de las clases dominantes; la fragmentación entre los explotados impuesta por la ofensiva neoliberal, la recomposición de la clase obrera en los años de crecimiento, la crisis de la burocracia sindical y el surgimiento en diferentes conflictos de los últimos años del “sindicalismo de base” hasta llegar a una de sus grandes acciones: la lucha de Kraft. Por último, partiendo de la intervención del PTS en las luchas de este nuevo movimiento obrero –desde la experiencia de control obrero en Zanon hasta el conflicto de Kraft–, se plantea la necesidad de que los revolucionarios peleemos por la recuperación de los sindicatos, la hegemonía obrera en la alianza de clases de los explotados en su lucha contra la patronal y su estado y la oportunidad histórica de avanzar en forma cualitativa en la construcción de un partido obrero revolucionario de vanguardia que pueda intervenir en los momentos decisivos.

En el segundo artículo del Dossier, “La lucha de Kraft Foods. La emergencia del movimiento obrero argentino y la izquierda revolucionaria” de Diego Lotito y Jonatan Ros, se desarrollan los hechos más importantes de esta lucha, que sin dudas, es el conflicto obrero industrial más importante del último período. El conflicto de Kraft, iniciado a partir del despido de 160 trabajadores, entre ellos los miembros de su Comisión interna y gran parte de los delegados por sector, se transformó en un gran hecho nacional que se hizo contra la dirección del sindicato de la alimentación, en manos de la burocracia sindical, y que llevó a la intervención del gobierno nacional y provincial y llegó a involucrar hasta la embajada norteamericana. En esta lucha los trabajadores de Kraft –una de las principales multinacionales de la alimentación– hicieron una experiencia acelerada no sólo con la burocracia sindical sino también con la corriente que mantuvo el control de la Comisión Interna durante los últimos dieciséis años (el PCR de orientación maoísta) y que en los momentos decisivos del conflicto optó por el compromiso con la patronal. Esta experiencia permitió que el ala combativa del conflicto que se opuso a esta política conciliatoria, encabezado por Javier “Poke” Hermosilla de la Agrupación “Desde Abajo” (impulsada por el PTS) ganara la conducción de la Comisión Interna. En la nota pone de relieve el rol que jugó el PTS como parte de la dirección del sector combativo del conflicto, que pudo demostrar en la práctica aspectos de su estrategia política, entre ellos la efectividad de la alianza de clase de los trabajadores y sectores estudiantiles para enfrentar a la patronal y las perspectivas que se abren para impulsar el desarrollo de una tendencia clasista, antiburocrática y antipatronal en la vanguardia obrera.

Como parte de las conclusiones, el conflicto de Kraft Foods es un gran ejemplo contra el escepticismo que ha invadido a la mayoría de las corrientes de izquierda que se reclaman revolucionarias, al demostrar que los marxistas podemos confluir con sectores avanzados de trabajadores.
La revista cuenta, además, con una extensa sección dedicada a analizar la situación política y la lucha de clases en América Latina que contiene el artículo “Brasil, ¿por qué se ufana Lula?” de Val Lisboa y Thiago Flamé, en el que se analiza la estructura desigual y combinada de Brasil y su lugar dependiente en la economía mundial, a pesar de la escala de su economía; el artículo “Haití: entre la devastación y la ocupación imperialista” de Juan Andrés Gallardo, en el que se denuncia la injerencia imperialista en Haití y la virtual ocupación norteamericana luego del terremoto que asoló el país; la nota “Centroamérica, el golpe de Estado en Honduras y el tablero geopolítico latinoamericano”, de Brayan Brenes y Milton D’León, en la que se analizan las causas políticas del golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya, la implicación del imperialismo, los límites de la resistencia y las posibles consecuencias para la región; el análisis del triunfo electoral de la derecha en Chile y sus repercusiones tanto nacionales como latinoamericanas, por Pablo Torres y Juan Valenzuela; el artículo “La transición al ‘Estado Plurinacional de Bolivia’” de Eduardo Molina, en el que se analizan los cambios producidos a partir de la transformación del Estado con la cooptación de los pueblos originarios, y las perspectivas del segundo gobierno de Evo Morales; y por último la nota “La lucha de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas”, de Pablo Oprinari y Mario Caballero, en el que se desarrolla la resistencia obrera frente al ataque lanzado por el Estado mexicano y sus consecuencias para futuras luchas.

En la sección Teoría Marxista, presentamos el artículo “Bolivia. Entre la hibridez del mundo agrario y la idealización populista” de Javo Ferreira, en el que se analiza la relación entre las reivindicaciones estructurales de los pueblos originarios y la revolución social, en polémica con corrientes teóricas y políticas “indigenistas”.

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En este período de crisis económica y emergencia de fenómenos de lucha y organización en sectores de la vanguardia obrera, para los revolucionarios están planteado no sólo tener un programa transicional correcto, que una las luchas actuales con los intereses históricos de la clase obrera, sino también tener una práctica política orientada hacia fusionarse con los sectores más avanzados de los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares para avanzar en construir partidos obreros revolucionarios e internacionalistas, que jueguen un rol decisivo en los enfrentamientos por venir. Las organizaciones que integramos la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional, desde la lucha de Zanon y Kraft en Argentina, hasta la de la USP en San Pablo y el apoyo a los trabajadores del SME en México, pone todos sus esfuerzos para hacer concreta esa perspectiva.

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