Estrategia Internacional N° 7
Marzo/Abril - 1998

UN NUEVO PACTO PARA SOSTENER AL PRIATO HASTA EL 2000
La trampa de la transición "democrática" de Clinton, Zedillo y Cárdenas

Este artículo está redactado en base a distintas elaboraciones realizadas por la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) de México, especialmente por el proyecto de documento programático presentado por su dirección para discutir, junto a la Juventud de Izquierda Socialista (JIS) y los compañeros universitarios de "Contra Corriente", las bases para dar un nuevo salto en la construcción de una liga trotskista revolucionaria en México.

El levantamiento armado de los campesinos chiapanecos en enero de 1994, y el eco provocado en las ciudades, con movilizaciones de decenas de miles en su apoyo, abrieron una nueva página de la historia mexicana caracterizada por la crisis terminal del priato.
Luego del levantamiento, los pactos del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) con los partidos patronales “opositores”, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido de Acción Nacional (PAN), y con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en pos de una “transición pacífica a la democracia”, si bien lograron por medio del engaño quitar a las masas de la escena política nacional no lograron evitar que continúe agravándose la crisis del regimen, basado en el PRI como partido-estado.
De ahí que Clinton, Zedillo y la oposición, hayan acordado una “autorreforma” del priato para sostener a éste hasta el 2000 (año de elecciones presidenciales), para controlar a las masas vía las ilusiones en una “transición pacífica a la democracia”. Esta política tiene el obvio objetivo contrarrevolucionario -al presentar la alternancia de partidos, el voto en elecciones limpias como la conquista de la democracia- de avanzar con mayor eficacia en la aplicación de los planes del imperialismo, manteniendo los rasgos esenciales del aparato bonapartista (un poder ejecutivo con enormes atribuciones, el control caciquil de los estados predominantemente campesinos, los charros, etc). Y es que en la época imperialista, las aparentes reformas en el régimen impulsadas por la burguesía son para mantener en esencia la opresión y explotación a la clase trabajadores y a los sectores populares evitando todo tipo de concesión. En este camino, el triunfo de Cárdenas en el D.F. en las elecciones de julio de 1997, el funcionamiento de un parlamento que por primera vez en la historia encuentra al priato sin mayoría absoluta, las múltiples derrotas infligidas a los campesinos rebeldes, han constituido un importante avance del régimen de transición. Pero éste aún no ha logrado consolidarse. Como veremos más adelante, las tensiones por derecha e izquierda así lo demuestran (1).

La derrota electoral contundente que sufrió el PRI en las elecciones puso nuevamente de manifiesto la ilegitimidad que tiene para gobernar al pueblo mexicano. Pero en manos de los partidos opositores patronales, y principalmente el PRD, los millones de votos fueron la base de sustento para prestigiar el régimen de transición. En definitiva, el PRD y PAN realizaron una verdadera estafa, usaron la fuerza que le dieron los votos contra el PRI para coronar a Zedillo como el rey de la transición a la “democracia”.
El rol de sostén del priato hasta el 2000 del PRD, como se vió con la masacre de Acteal, lo convierten en el barrendero de las manchas de sangre que el PRI y el régimen de transición van dejando a su paso, intentando a cada paso darle credibilidad. Y es que el PRD tiene que demostrar que es capaz de aplicar los planes del imperialismo a rajatabla, sobre la esencia del viejo orden creado por el priato. Por eso, Cárdenas en su flamante sillón de gobernador del D.F. tomó como primer medida el aumento de servicios y bajo su órdenes, la policía desalojó a 400 familias pobres que habían ocupado un predio apaleándolas brutalmente e incendiando sus viviendas. Lamentablemente, el apoyo que continuamente le da el EZLN, al decir que en el D.F. se juega “la posibilidad de otro México con mayor participación social” (2), es el mayor obstáculo para que las masas hagan una rápida experiencia con el “democrático” PRD.
El movimiento obrero no tuvo más alternativa que votar al PRD, gracias al silencio cómplice de las organizaciones sindicales “independientes”, para expresar su profundo odio al PRI y a los charros de sus sindicatos. La ruptura actual de un sector de los foristas (3) con el Congreso del Trabajo y la formación de la nueva central sindical es la expresión por arriba de la crisis que corroe al estratégico aparato charro priísta. Esta ruptura es una variante charra preventiva para contener un posible desborde de los trabajadores que, con su odio al priato y los charros, aprovechen las fisuras que abrió la muerte de Fidel (4) para sacarse de encima a los gangsters de los sindicatos.
Mientras todos se llenan la boca hablando de “transición democrática” , en el campo se vive una guerra de baja intensidad de los guardias blancas y grupos de choque armados por los terratenientes y caciques priístas y el cerco militar del ejército nacional sobre las comunidades rebeldes. La política del EZLN a nivel nacional es de apoyo a la perspectiva de la transición “democrática” y en la que apuesta a un futuro gobierno del terrateniente Cárdenas. Para el neozapatismo, que declara no luchar por el poder, el triunfo electoral de Cárdenas en el D.F. “puede llegar a simbolizar esta posibilidad de que la insurgencia ciudadana se traduzca en democracia, libertad y justicia para todos...De abanderado en la lucha pacífica por la democracia en México (Cuauthémoc Cárdenas) se ha convertido en bandera” (5). A su vez, la promesa que hace el EZLN de una “transición pacífica a la democracia” en el campo, si el gobierno firma los acuerdos de San Andrés, lo convierten en la pata izquierda de esta política.
Sin embargo, la manta de engaño de los acuerdos que sostienen al régimen de transición, y en particular al PRI, ni alcanza para tapar la inestabilidad que se vive en el campo ni tampoco para cerrar la crisis.

La Masacre de Acteal

La nueva masacre ocurrida en Acteal de Chenalhó el 22 de diciembre de 1997, el asesinato de 45 campesinos a manos de guardias blancas y grupos de choque a sueldo de los terratenientes y caciques priístas del sur, con la complicidad probada del ejército, ha desnudado con la sangre campesina el carácter de la “transición pactada”. Demostró que mientras los campesinos eran desarmados y aislados por la vía de los Acuerdos de San Andrés pactados por el EZLN con el gobierno, los terratenientes y caciques priístas del sur se fortalecían. Estos últimos pretendieron acelerar lo que en cuenta gotas viene garantizando Zedillo y los pactos con el PRD y el EZLN: sacarle a los campesinos todo lo conquistado en el levantamiento del ´94 y hacerles pagar con su sangre por los cuatro años de rebeldía.

Después de las obligadas renuncias del gobernador de Chiapas y del ministro del interior, producto del repudio nacional e internacional a la salvaje masacre (que intentó ridículamente explicar como un producto de enfrentamiento entre indígenas), el gobierno de Zedillo, en las últimas semanas, ha pasado a una nueva ofensiva con el objetivo de imponer nuevos términos en la negociación con el EZLN. La primer medida fue el envío de más tropas del ejército agravando la permanente hostilidad que sufren las comunas campesinas. A posteriori, el presidente Zedillo lanzó una campaña xenófoba, la expulsión de los extranjeros que realizan tareas humanitarias en el sur de Chiapas y en particular, la del obispo francés que durante 32 años estuvo a cargo del poblado de Chenalhó. Actualmente, se niega a aceptar el proyecto de ley presentado por la Cocopa (5), por considerar que excede los términos acordados en los Acuerdos de San Andrés.

Después de haber logrado por medio de estos acuerdos limitar la rebelión campesina al reclamo de autonomía, Zedillo, montado sobre los sectores más duros del PRI que impunemente asesinaron a los campesinos, quiere obligar al EZLN a aceptar una ley donde ni siquiera esté contemplado el reclamo de autonomía. Mientras tanto, la oposición defiende como alternativa a la política del gobierno el proyecto de ley presentado por la Cocopa, en el que no se ataca, como era de esperarse, la propiedad de los latifundistas. El gobierno ha objetado este proyecto diciendo que es violatorio de los acuerdos de San Andrés. La iglesia y el PRD temen que si el gobierno se endurece demasiado, las masas reaccionen, como lo señala el perredista Carlos Payán “Hoy por hoy, el único instrumento que puede hacer posible que avance la pacificación de la región y el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés es la Cocopa; no hay otro instrumento. Sacar a la comisión de la negociación sería la guerra y lo que no queremos es que mueran más indígenas, más soldados”.

Guardias blancas y matones a sueldo de los terratenientes, más de 30.000 soldados del ejército amedrentando a los campesinos del sur de México, los asesinos de Acteal libres, más de mil campesinos muertos en los últimos cuatro años, miles de presos políticos son el resultado de la “pacificación de la región” y de la negociación establecida por los Acuerdos de San Andrés. Este es el camino que propone en nombre de la “paz”, el “democrático” PRD: la paz de los cementerios. Gracias al aval que le da el EZLN, los campesinos han quedado presos de los cantos de sirenas de los Acuerdos de San Andrés con el PRI y de “la bandera de la democracia” Cárdenas, e indefensos ante el ataque continuo de los guardias blancas y los grupos de choque priístas creados para apagar las chispas de las comunas rebeldes.

Las contradicciones de la transición pactada y las perspectivas

La masacre de Acteal puso en claro las contradicciones que provoca el “régimen de transición pactada al 2000”, tanto a derecha como a izquierda.
Por derecha se encuentran los caciques y terratenientes del PRI que controlan política y económicamente los estados del sur. Atrincherados en sus feudos y lanzando ataques a las bases campesinas rebeldes, pujan por inclinar la “balanza de la transición” hacia la derecha, negándose incluso a aceptar los mecanismos que le han permitido a Zedillo elevarse como rey de la transición, tales como la cesión de cuotas de gobierno a la oposición patronal. Lo mismo puede decirse de los políticos, funcionarios, gobernadores de mucho peso dentro del PRI, denominado el grupo Atlacomulco o los charros de la CTM que conforman el ala dura del PRI y mejor reflejan la máxima de Fidel Velázquez : “a tiros llegamos y a tiros nos tendrán que echar”. Metáfora que no se puede descartar que se convierta en una realidad (como mostraron los asesinatos de Colossio y Ruiz Massieu en 1994) frente a las disputas por la designación del próximo candidato presidencial del PRI, si se confirman las perspectivas de un triunfo opositor en el 2000, o si las masas sobrepasan los marcos de la transición pactada o ante “excesivas” concesiones a la oposición patronal.
Por izquierda se ubicaron las masas. En masivas manifestaciones en las ciudades, trabajadores y sectores populares repudiaron la masacre de Acteal al grito de Zedillo asesino. Al mismo tiempo, los campesinos, de algunas de las comunidades rebeldes de Chiapas que se movilizaron, se enfrentaron al “ejército de la paz”, cuyas tropas fueron enviadas por Zedillo luego de la masacre. El éxodo de más de 3000 campesinos pobres hacia las comunas rebeldes, que abandonaron sus tierras atemorizados por futuros ataques de las guardias blancas, junto a la provocación permanente de las fuerzas represivas y las condiciones de extrema pobreza en la que se encuentran cercados, es caldo de cultivo de un nuevo alzamiento campesino.
A su vez, se avecina otro frente de tormenta para Zedillo y el régimen de transición, la crisis económica ocasionada por el efecto del desplome de los tigres asiáticos. La baja del precio internacional del petróleo y la abultada deuda externa empujará al gobierno de Zedillo y los gobernadores de los estados a descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, campesinos y sectores populares. Ya el gobierno anunció un recorte de presupuesto de 2500 millones dólares y se anunciaron despidos en la Secretaría de Desarrollo Social (2000 puestos que significan un 30 % de la planta total). Además del encarecimiento del crédito con tasas de interés de 20 %, que perjudican aún más a los endeudados pequeños productores del campo y los comerciantes.
Las propias contradicciones que conlleva el PRI en su seno y el régimen de transición son las que pueden permitir que las masas hagan una pronta experiencia con el engaño de la “transición pacífica a la democracia”. Y retomen el camino de la movilización contra el asesino PRI, sus charros y caciques, sostenido por el “democrático” PRD y el apoyo de Clinton. Perspectiva a la que apostamos los revolucionarios.

Abajo el Priato y la transición pactada

El gran handicap que han tenido la burguesía y el imperialismo para desviar el curso de lucha de las masas contra el priato ha sido la ausencia de una acción independiente del movimiento obrero. Fueron los charros los que se encargaron de impedirlo. Esto permitió que sea el burgués PRD el que aparezca ante los ojos de las masas como la única oposición democrática al odiado PRI, fortalecido por el apoyo recibido de gran parte de los dirigentes de los sindicatos “independientes” y “democráticos” (como la mayoría de los que forman la Intersindical), los distintos grupos maoístas, y hasta algunos que se reclaman “trotskistas” como UNIOS, y también el EZLN.
La clase obrera mexicana, que se ha reforzado numéricamente con el joven proletariado superexplotado de las maquilas, ha demostrado su apoyo a los campesinos, participando en las masivas movilizaciones en las ciudades junto a sectores populares pero de manera diluida. La clave reside en que los trabajadores levanten las demandas democráticas del conjunto del pueblo pobre mexicano bajo su propia bandera y su propia organización proletaria, planteando una salida radical para concretarlas. Esta es la única forma de arrancar a las masas de la influencia de la burguesía democrática, demostrando a cada paso su hipocresía y la capitulación de las direcciones pequeño burguesas.

Contra la trampa de la “transición democrática” del PRI, PAN, PRD y Clinton, la única perspectiva verdaderamente democrática para las masas es tirar abajo al priato y los pactos que lo sostienen y llamar a una Asamblea Constituyente revolucionaria sobre sus ruinas.
Frente a la guerra de baja intensidad lanzada por el gobierno sobre los campesinos chiapanecos, hay que exigir el inmediato retiro del ejército del campo, la disolución de los guardias blancas y los grupos de choque, y levantar la libre autodefensa de las organizaciones campesinas y comunas zapatistas. Junto a ello, toda organización que se reivindique “independiente” debe luchar también por el encarcelamiento de los genocidas de Acteal y la libertad de los miles de presos obreros y campesinos.
El agravamiento de la situación económica de los campesinos, junto al nuevo ataque al nivel de vida de los trabajadores, que preparan el gobierno y la patronal en sus pactos con los charros, tienen que ser enfrentados por la clase obrera. Hay que levantar un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. En él, debe jugar un rol central, en enfrentamiento al TLC, que subordina a México al imperialismo norteamericano. Hay que exigir, la ruptura inmediata del TLC y demás pactos que atan a México a los Estados Unidos, y el no pago de la deuda externa.
La nueva central de los foristas (Unión Nacional de Trabajadores) no es ninguna alternativa. Los trabajadores tienen que aprovechar la crisis del Congreso del Trabajo y oponerle a la central de los neocharros foristas una nueva central sindical sin charros ni neocharros, independiente del estado y los partidos patronales. Una nueva central agrupe a los trabajadores ocupados, desocupados, migrantes y trabajadores de las maquilas, y rompa con la división impuesta por la patronal y los charros. Una nueva central independiente de los partidos patronales que propugne el odio de clase y combata la influencia que partidos como el PRD, ejercen en sus filas.
Junto con esto, es necesario la construcción de un partido obrero independiente basado en las organizaciones de la clase, que empuñe la lucha contra el imperialismo y el régimen asesino del PRI que, sobre sus muletas el PRD y el PAN, lo representa.
Sólo la clase obrera puede llevar hasta el final las demandas de “Abajo el TLC”, porque es la única capaz de forjar una verdadera alianza con los campesinos y sus hermanos de clase al otro lado de la frontera. A la vez, es la única clase que puede lograr que los chicanos, junto con los negros y otras minorías explotadas y oprimidas encabecen en los propios EEUU una lucha revolucionaria contra la opresión imperialista, peleando por aliarse con los propios trabajadores yankis.
En esta lucha, los trabajadores, campesinos y sectores populares tendrán que poner en pie organizaciones de democracia directa para el combate contra los charros, los caciques y sus guardias blancas, el ejército del PRI y los partidos opositores patronales que bajo el fuego de las balas o de los cantos de sirena de “la democracia” saldrán en defensa del PRI y el régimen de “transición a la democracia”. Sobre estos organismos deberá apoyarse un gobierno obrero y campesino que es el único que, sobre las ruinas del regimen del PRI y su “transición pactada”, puede resolver las demandas de las masas explotadas y oprimidas del país.

NOTAS:
(1) Para definir el actual proceso en el régimen usamos la categoría marxista bismarkismo senil no asentado. El régimen de Bismark (1848, Alemania) por medio de pactos con los señores feudales y concesiones al movimiento obrero avanzó en la reforma del estado burgués, sin necesidad de una revolución burguesa. En la época imperialista esta reforma de ninguna manera puede dar como subproducto un régimen o tipo de Estado más progresivo, por eso lo definimos como bismarkismo senil.
(2) La Jornada 27/2/98
(3) Los foristas surgen del corazón charro como oposición a la CTM dentro del CT apoyados por el gobierno de Salinas de Gortari. Promovían la necesidad de un sindicalismo no corporativo y acorde a los nuevos tiempos del neoliberalismo. De ahí que este sector, entre los que se agrupan principalmente los sindicatos de servicios, se halla destacado por su colaboración en el proceso de privatizaciones.Si bien siguen integrando el PRI, hace pocos meses rompieron con la CTM y formaron la UNT (Unión de Trabajadores de México) con un discurso demagógico “pelean” su lugar en las negociaciones y pactos con las cámaras empresariales.
(4) Fidel Velázquez, fue el secretario general de la principal central sindical, la Confederación de Trabajadores Mexicanos, desde 1947 hasta su muerte a los 96 años, en 1997. Este capo de los charros durante 50 años mantuvo la cohesión de la central sindical con métodos gangsteriles, aniquilando cualquier tipo de oposición. Al velorio de este dinosaurio priísta no concurrió ni un sólo trabajador, es más, muchos charros, ante la debacle del PRI, evitaron concurrir. Hoy en día la CTM es dirigida por otro octogenario dinosaurio, Rodríguez Alcaine mientras que se desarrollan fuertes pujas entre distintos sectores de charros por tomar el timón de la CTM y el CT.
(5) La Jornada 12/8
(6) La Comisión de Concordia y Pacificación es conformada por legisladores del parlamento del PRD, PAN y PRI. Surge a iniciativa del PRI en 1995 y su función es la elaboración de la ley que surgió de los Acuerdos de San Andrés.

LAS IMPLICANCIAS DEL TLC EN MEXICO

El Tratado de Libre Comercio (TLC), que rige desde el 1º de enero de 1994, ha provocado un nuevo salto en la penetración imperialista en la economía mexicana que se está desarrollando desde la década del ´80. En 1983, cuando se inicia la apertura, tras la crisis de la deuda, el contenido nacional de las exportaciones manufactureras era de 91,4% y en 1994 era sólo de 39%. Son 300 empresas, la mayoría transnacionales, las responsables de 70% de las exportaciones totales. El grueso de las importaciones son bienes intermedios (principalmente materias primas). Estas importaciones antes del TLC estaban bajando, a partir de 1993 empezaron a subir. Durante los primeros tres años pasan de 71,2 del total a 80.3, este aumento significa la pérdida de empleos debido al cierre de innumerables empresas que producían dichos bienes.
Las manufacturas han ido aumentando como porcentaje del total de exportaciones, hasta llegar en 1996 a 83.64%. El sector exportador se ha convertido en un enclave, con escaso efecto de arrastre sobre el resto de la economía y en la creación de empleos. Alrededor de la mitad de estas exportaciones manufactureras son maquila varia - en 1996 son 46%- cuyo porcentaje de contenido nacional (incluyendo mano de obra) oscila en el 22% y un 2.2% de la PEA. Las maquilas son industrias autopartistas, cuyos insumos son importados de EEUU e industrializados en México, y sus trabajadores, mayoritariamente mujeres y jóvenes, carecen “por convenio” de todo derecho laboral.
La productividad del trabajo aumentó un 12.62%, mientras que el salario medio real por obrero ocupado bajó 21.9%. El salario promedio por hora de un obrero manufacturero en EEUU en 1993 alcanzó para pagar 5 de su similiar en México, para 1995 equivalía a más de un día (8.75 horas). En los dos primeros años del TLC los salarios promedios de la manufactura en México medidos en dólares bajaron 60%.
La inflación acumulada en los tres primeros años del TLC fue de 107.7% y el índice de precios de la canasta básica fue de 131.4%.
De fines de 1994 a abril de 1995 el salario por hora promedio en dólares pagado por las empresas maquiladoras pasó de 0.71 a 0.39 dólares.
En 1985 la inversión extranjera en el sector agropecuario era de 6.2 millones de dólares, para 1994 se incrementó en 216 millones dólares, creció 3483.9% (compra y renta de tierras). La importación de maíz (producto básico de producción y consumo mexicano) en 1996 fue 105 % mayor que en 1995 y 145 % respecto a 1994. México rebasó en más del doble la cuota de importación de maíz que para 1996 era de 2.652.250 toneladas, al importar 5.850.000. Las restantes 3.197.750 debieron pagar un arancel de 189.2%. Esa era la protección con que contaban los productores mexicanos. No obstante, estas importaciones entraron al país sin pagar arancel alguno. Entre septiembre y diciembre de 1996, los productores de maíz realizaron movilizaciones en Chiapas, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Durango y Baja California para demandar un aumento a los precios de referencia fijados por Conasupo y el cierre de fronteras a las importaciones. La movilización más importante se dio en Chiapas, el 9 de noviembre y fue reprimida por la policía de seguridad pública y judicial del estado, con un saldo de tres campesinos muertos, varios heridos y una docena de desaparecidos. El Secretario de Agricultura acordó con el Congreso Agrario Permanente un precio de 153 dólares por tonelada. El maíz importado se pagó en promedio 170 dólares por tn. Como es evidente, el gobierno mexicano realizó dumping contra los propios productores nacionales de maíz al eliminar el arancel de las importaciones.
Según el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) de los EEUU, en 1996 se deportaron 1,6 millones de mexicanos y asumen que en los últimos 25 meses murieron 77 mexicanos al pretender cruzar la frontera, 20 de ellos en los primeros dos meses de 1997.
Según fuentes estadounidenses, durante 1990/95, la cifra de personas nacidas en México que residen de manera permanente en EEUU, pasó de 4.3 a 6.7 millones de personas. De acuerdo con el Banco de México, en 1995 casi mil millones de dólares ingresaron al país por medios electrónicos. El impacto de este flujo de divisas en las comunidades de donde son originarios los migrantes se ubica, después del petróleo, las maquiladoras y el turismo en la cuarta principal fuente de divisas del país. 

(Datos extraídos del libro “A tres años del TLC”, 1997)

 

EL LEVANTAMIENTO DE LOS CAMPESINOS CHIAPANECOS

Los planes imperialistas aplicados después de la derrota del proceso 68/78 y la crisis de la deuda externa mexicana del ´82 significaron un salto en la recolonización de México, privatización de miles de empresas estatales, una mayor maquilización de la industria, etc. La reforma del artículo 27 (artículo que consideraba no enajenable la propiedad comunal de la tierra) en 1992 permitió el avance de los monopolios del agro yankis sobre el campo y la “libre competencia” entre los subsidiados farmers yankis y el campesinado mexicano.
La firma del Tratado de Libre Comercio entre México y EEUU el 1 de enero de 1994, significaba ni más ni menos que la legitimación y profundización de los planes imperialistas de la mano del odiado priato (ver recuadro “Las implicancias del TLC en México”).
Ya en las elecciones presidenciales del ´88, el descontento del pueblo mexicano se expresó en la votación por abrumadora mayoría al flamante Partido de la Revolución Democrática (PRD, surgida como fracción del PRI en el ´87). Movilizaciones de cientos de miles de trabajadores y sectores populares de las ciudades se levantaron contra el resultado fraudulento que dio el priato. Y si el priato pudo mantener las riendas del gobierno fue gracias al PRD y Cárdenas que pusieron todo su peso al servicio de impedir el desarrollo de la movilización. Los acontecimientos del ´88 fueron la primer campanada de la crisis terminal del priato. Como régimen de dominación era cuestionado por el propio imperialismo, que exigía nuevas reglas de subordinación, y por el odio de masas que el priato ya no podía contener.
El levantamiento armado de los campesinos dirigidos por el EZLN, el 1º de enero de 1994, al mismo tiempo que desafió el poder caciquil del estado de Chiapas, instaurando comunas rebeldes, al grito de “Abajo el TLC”, “Abajo el mal gobierno” y tierra para los campesinos, desató en las ciudades movilizaciones masivas de apoyo a su lucha.
El priato, cuya suerte ya había sido amenazada por las masas en el ´88, nuevamente pendió de un hilo. Más aún, el desarrollo de la movilización de las masas planteaba, de desarrollarse, la caída revolucionaria del fiel representante por décadas de las 14 familias, el imperialismo y los terratenientes.
De ahí se explica, el rápido frente de salvataje que el mismo PRI, junto al PRD y la Iglesia formaron proponiendo a la dirección neozapatista una negociación para lograr “la paz” a los diez díaz del levantamiento. El EZLN a los 12 días abandona sus demandas iniciales de lucha contra el priato, el TLC y por tierra para los campesinos, limitándose a reclamar por la autonomía indígena, y se sienta en la mesa de negociación por la “paz” con el Priato, avalando el rol mediador del terrateniente y amigo de Clinton, Cuauthémoc Cárdenas y la Iglesia. Este voto de confianza dado por la dirección guerrillera, le dió al PRI, en la persona del presidente, un respiro y aún más le permitió erijirse como el “partido de la paz”.
El PRI aunque logró disipar la movilización de las masas por medio del engaño de la negociación y los pactos con el PRD y el EZLN, no pudo evitar las profundas fisuras que se abrieron en su interior, dividiendo al grupo gobernante en torno a cómo encarar la crisis, evidenciando con los asesinatos del candidato presidencia Luis D. Colosio y del procurador general de la nación Francisco Ruíz Massieu, el grado de descomposición del priato.
A fin de ese mismo año, el “tequilazo” (la huída de capitales y una devaluación del 90% frente al dólar) puso nuevamente sobre el tapete la decadencia del régimen para hacer pagar los costos de la crisis a los trabajadores y los sectores populares y el peligro latente de la emergencia del ascenso de masas fortalecido por el fin del espejismo del “ingreso al primer mundo”. Fundamentalmente la debilidad y desprestigio de la institución más importante que el partido-estado venía preservando durante décadas, la presidencia, alarmó seriamente al imperialismo. De ahí se explica la excepcionalidad del apoyo de EEUU y el FMI para contener la crisis económica mexicana. Al imperialismo yanki no le tembló el pulso para socorrer, mediante un crédito de la magnitud de los dispuesto al Plan Marshall y la reconstitución en la Europa de postguerra. Los 50.000 millones de dólares extendidos por el imperialismo, en la medida que respaldaba al priato en el gobierno, comprometiéndolo en el avance de los planes (y principalmente la privatización de la resistida y poderosa industria petrolera), para descargar la crisis del tequilazo sobre las masas. Lo obligaba, a su vez, a avanzar en la política de autorreforma del régimen que permitiera contener las enormes aspiraciones democráticas de las masas reavivadas por la crisis económica, por la vía de la ilusión en la política de la “transición pacífica a la democracia”. Las masas pagaron con desocupación y rebaja salarial los costos del tequila, mientras los banqueros y la gran patronal se llenaban los bolsillos. Sobre esta base, la economía mexicana, logró una importante recuperación en los últimos tres años, ahora amenazada por la crisis mundial.
Sintomáticamente, desde 1995, los 1 de Mayo, empezaron a ser la expresión de repudio de cientos de miles de trabajadores que tomaban las calles del Zócalo para repudiar al PRI y a su aparato charro, que desde es mismo año decidió evitar encabezar los tradicionales desfiles del día del trabajador, poniendo en evidencia la profunda descomposición del principal sostén del priato, el aparato policíaco de la burocracia charrista.