Estrategia Internacional N° 6
Invierno de 1996

SOBRE EL DERECHO A LA AUTODETERMINACION NEGRA
EN ESTADOS UNIDOS
POLEMICA CON LA LICR

Christian Castillo, Eva Guerrero y Gustavo Dunga

Introducción
La posición de Trotsky en los '30
Una consigna que libere la fuerza de los oprimidos
Un método distinto al de Trotsky
No existe un muro entre opresión racial y opresión nacional
¿"Real integración" o "sentimientos separatistas"?
La minoría hispana también plantea un "problema nacional"
El camino de una verdadera integración revolucionaria
Una política para unir a los explotados de todo el mundo

La Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria (LICR) ha señalado en su carta la discusión sobre la "cuestión negra" en los EE.UU. como vital. Con los compañeros coincidimos en varias de las apreciaciones que hacen sobre las capitulaciones que tuvo el Socialist Workers Party (SWP) norteamericano hacia las direcciones del movimiento negro, a las que convirtió en "objetivamente revolucionarias". También en las críticas que formulan a grupos como el SWP británico y otros, que plantean a los negros y otras minorías que deben esperar hasta el socialismo para luchar contra el racismo que los aflige. Pero tenemos una divergencia muy importante en la negativa de los compañeros a sostener el derecho del pueblo negro a su autodeterminación nacional en los EE.UU.

Nosotros creemos que en las posiciones que sostuvo Trotsky a fines de los ‘30 con los trotskistas norteamericanos, en particular su insistencia en defender el derecho de los negros norteamericanos a su autodeterminación, está la base para la política que hay que levantar hoy frente a la nueva emergencia de la cuestión negra.

Creemos que la LICR, negándose a sostener esta consigna, expresa una concepción economicista, formal y jurídica del problema nacional, que sólo los puede alejar de la tarea impostergable que tiene planteada toda organización revolucionaria en los EE.UU., que es integrar a sus filas miembros de los sectores más oprimidos y explotados, y de los negros en particular.

Veamos los argumentos que sostienen los compañeros para oponerse a levantar esta consigna.

Para ellos:
1) El derecho a la autodeterminación sólo sería válido si correspondiese "a un definitivo reclamo territorial por parte de los negros".
2) La posición de Trotsky en los ‘30 se basó en observar "la abrumadora concentración de negros en un pequeño número de estados meridionales" y hoy "la población negra está considerablemente más desparramada geográficamente en todo Estados Unidos. Una nación basada en el sur no tendría significado para los millones de trabajadores negros del noreste o de la costa oeste...".
3) Tanto los negros que se rebelaron en Los Angeles como los que se movilizaron en la "marcha del millón" protestaban contra el racismo "y no por una separación nacional (...) la mayoría de los reclamos de levantamientos de las masas negras se han centrado en esto. Ellos han peleado por la igualdad dentro de EE.UU. no por separarse de éste".
4) "La extensión de la población negra ha creado un grado mucho mayor de conciencia de clase y democrática en EE.UU. que de conciencia nacional. La conciencia nacional entre las masas simplemente no se ha materializado".
5) "...el crecimiento de la clase obrera negra por fuera de los estados del sur ha fomentado a pesar del racismo blanco en las ciudades del norte un proceso real de integración y ha eclipsado la posibilidad del desarrollo de una conciencia nacional."
6) "Por todas estas razones la consigna de la autodeterminación no corresponde a la conciencia o a las aspiraciones de las masas negras. Para muchos obreros negros sería una infructuosa desviación pelear por esto."
7) "La historia ha cambiado de la situación en los ‘30 y ha hecho obsoletas las consideraciones (especulativas) de Trotsky sobre la autodeterminación como política revolucionaria práctica".
8) "Sin embargo esto no quiere decir que el hecho de la opresión racial ha dejado de existir. En muchos aspectos está empeorando en este momento y alentando sentimientos separatistas".
9) "Ciertamente ante esto estamos a favor de la autoorganización de la clase obrera negra -caucus en los sindicatos, organizaciones de autodefensa negras y un movimiento obrero negro impulsando la lucha contra el racismo. Una organización así, sin embargo, no es separatista, en el sentido que tiene el objetivo de desarrollar la integración revolucionaria por medio de permitir a los negros pelear contra el racismo dentro de la clase obrera de conjunto y ganar obreros blancos para esa pelea... Es una pelea por la integración de la clase obrera y contra el racismo".
10) "(...) no hay realmente algo así como un "movimiento negro", si por esto uno quiere abarcar a"toda la gente de color". Durante las últimas dos décadas, la "nación americana" ha sido fragmentada en diferentes y aún beligerantes "comunidades" étnicas: los latinos, los coreanos, los chinos, los afro-americanos. En California (la octava economía más grande en el mundo), la afro-americana será pronto sólo la cuarta comunidad más grande en el estado. Su sentido de "identidad" es diverso y sus motivos contra el racismo blanco y el capitalismo no están para nada unificados bajo el concepto de "movimiento negro".

LA POSICION DE TROTSKY EN LOS ‘30

La LICR hace una interpretación errónea de la posición de Trotsky en los ‘30. No hemos encontrado en sus escritos ningún indicio que pruebe que el derecho a la autodeterminación de los negros estuviera para él condicionado por la "abrumadora concentración de negros en un pequeño número de estados meridionales". En sus discusiones con James (dirigente trotskista negro) y Hudson (dirigente del SWP norteamericano), Trotsky polemiza contra dos posiciones, una sectaria y otra oportunista, basadas ambas en un punto de vista que partía de las conveniencias de la clase obrera blanca.

Para James, la separación de los negros sería un gran paso atrás, mientras que para Hudson, la separación de una parte del país y la constitución allí de un estado negro (en esa discusión se trataba de los estados del sur) debilitarían al imperialismo y sería un hecho a favor del conjunto de la clase obrera americana.

El planteo de la separación del llamado "cinturón negro" del sur fue una política del Partido Comunista (PC) a la cual Trotsky criticó por demostrar "una falta de tacto...que sólo podía repugnar a los negros", ya que, en sus palabras es como si los blancos le dijeran a los negros "ustedes deben constituir vuestro ghetto", y no casualmente era visualizada como una política posible por un sector de la burguesía blanca norteamericana.

UNA CONSIGNA QUE LIBERE LA FUERZA DE LOS OPRIMIDOS

Contra todas estas posiciones, la política de Trotsky fue, siguiendo a Lenin, levantar el derecho a la autodeterminación de los negros poniendo el hincapié en que los negros decidieran qué es lo que querían hacer: "No podemos decirles de constituir un estado, porque así se debilitaría el imperialismo, y será bueno, en consecuencia, para nosotros, obreros blancos. Iría contra el internacionalismo mismo. No podemos tampoco decirles ‘quédense aquí al precio del progreso económico’. Sí podemos decirles: ‘está en Uds. decidir. Si Uds. quieren tomar una parte del país (N.deA.: nótese que dice tomar ‘una parte del país’), estará bien. Pero nosotros no queremos decidir por Uds.’ (...) Yo no propongo que el partido defienda, ni que inyecte la idea de la autodeterminación. Solamente que proclame nuestro deber de apoyar la lucha por la autodeterminación, si los negros mismos la reivindican. No se trata de nuestros camaradas negros. Se trata de 13 o 14 millones de negros" (...) "Nuestros camaradas negros pueden decir: la IV Internacional dice que si queremos ser independientes, ella nos ayudará de todas las maneras posibles, pero está en nosotros elegir. Mientras tanto, yo, en tanto negro miembro de la IV Internacional, pienso que debemos permanecer en el mismo estado que los blancos". (León Trotsky, "Autodeterminación para los negros americanos", 4-04-1939, Oeuvres, T. XXI)

Vemos entonces cómo el planteo de los camaradas de la LICR sobre la necesidad de la existencia de una base territorial para levantar el derecho a la autodeterminación de los negros no se corresponde con lo sostenido por Trotsky. Como citamos más arriba, en respuesta a la política del PC norteamericano, para Trotsky no se trataba de constituir un estado negro en los territorios pobres del sur; lo esencial de la política revolucionaria no era decirle a los negros: "tomen tal o cual territorio", sino: "decidan ustedes".

Por eso es un sinsentido que intenten demostrarnos que construir hoy un estado negro en el sur no tendría ningún significado para los negros que se están movilizando. No es la necesidad de la creación de tal estado lo que nosotros postulamos. Pero levantar el derecho a decidir de un pueblo esclavizado durante 200 años, y hoy condenado a morir en los ghettos, sí tiene un significado profundamente revolucionario para el conjunto de las masas negras, tanto en los ‘30 como actualmente.

Trotsky, repetimos, tenía la firme convicción de que no habría integración genuina si a un pueblo oprimido no se le daba el derecho a su autodeterminación nacional (incluyendo el derecho a tener su propio Estado). Ninguna consideración económica (del tipo "la separación será un retroceso de las fuerzas productivas") -como le objetaron a Trotsky cuando apoyó la separación de Ucrania de la URSS- podría prevalecer a esta clara definición política. Seguía en este aspecto los lineamientos generales hacia la cuestión nacional que había señalado Lenín, en particular en la polémica que sostuvo contra Rosa Luxemburgo acerca de defender el derecho de Polonia a separarse de Rusia (a lo que Rosa se oponía argumentando que se le hacía el juego a los nacionalistas polacos; y Lenin contestaba que no levantar este derecho era hacerle el juego a los peores de los chovinistas, es decir, a los nacionalistas gran rusos).

Nótese que la IIIª Internacional consideraba en su Cuarto Congreso que "todos los comunistas deben aplicar especialmente al problema negro las ‘Tesis sobre la cuestión colonial". Es decir que lo consideraba desde el mismo punto de vista que a todas las naciones oprimidas. Trotsky, siguiendo estas mismas consideraciones, también señalaba que: "las diferencias entre las Indias Occidentales, Cataluña, Polonia y la situación de los negros de Estados Unidos, no son decisivas. Rosa Luxemburgo estaba contra la autodeterminación de Polonia. Ella pensaba que era reaccionaria y fantástica, tan fantástica como exigir el derecho a volar. Esto demuestra que ella no poseía la imaginación histórica necesaria en este caso" (León Trotsky, Oeuvres, Tomo XXI, 1939).

UN METODO DISTINTO AL DE TROTSKY

Los compañeros sostienen que hay que supeditar el derecho a la autodeterminación a la existencia de un "reclamo territorial concreto". Si bien afirman que la política de Trotsky era correcta en los ‘30, los hechos habrían variado en forma tal que la han vuelto obsoleta para la actualidad. Nosotros creemos que, en realidad, lo que existe es una diferencia entre el método con el cual Trotsky abordaba el problema y el que desarrollan los compañeros. La LICR enfoca un problema de índole esencialmente político-social con argumentos de tipo jurídico-formal. Veamos cómo Trotsky estaba lejos de supeditar la defensa del derecho a la autodeterminación, a la existencia de un reclamo territorial concreto por parte de los negros, como opinan los compañeros. Analizando la simpatía que había concitado el movimiento encabezado por Marcus Garvey ("Retorno al Africa") decía que: "La mujer negra que ha dicho a la mujer blanca: ‘esperen que Marcus (Garvey, N.deA.) esté en el poder y serán tratadas como lo merecen’ expresaba simplemente el deseo de un Estado que le perteneciese. Los negros americanos se han unido bajo la bandera del ‘Retorno al Africa’ porque esto les parecía una realización posible de su deseo de una casa propia. ¿Ellos no querían realmente ir al Africa? Esto era la expresión de un deseo místico de un lugar donde serían libres de la dominación de los blancos y en el cual ellos controlarían su propio destino. Era también un deseo de autodeterminación. Este se expresaba antaño bajo una cierta forma religiosa y toma ahora la forma del sueño de un Estado independiente. Aquí, en los Estados Unidos, los blancos son tan poderosos, tan crueles y tan ricos que el pobre colono negro no osa decir, aún a él mismo, que quiere tomar para él una parte del país. Garvey hablaba acaloradamente: todo sería bueno y esto sería maravilloso. Cualquier psicoanalista dirá que el contenido real de este sueño es el deseo de tener su propia casa. Esto no es un argumento en favor de la decisión de inyectar la idea. Es solamente un argumento que permite prever la posibilidad de dar a su sueño una forma más realista" (Idem, Autodeterminación para los negros americanos, 4/4/39).

 

Podemos ver este mismo razonamiento en la respuesta que Trotsky daba a Swabeck (dirigente del SWP, uno de sus fundadores), quien decía que los negros no estaban levantando el derecho a la autodeterminación: "Si los negros no están exigiendo ahora el derecho a la autodeterminación es por supuesto por la misma razón que los obreros blancos no están planteando todavía la consigna de la dictadura del proletariado. Los negros aún no se han metido en sus cabezas que puedan atreverse a tomar una porción de los grandes y poderosos Estados Unidos para ellos".

Con Trotsky, podemos decir entonces, que si hoy los negros norteamericanos no tienen un reclamo territorial concreto es por lo mismo que los obreros blancos norteamercanos no se plantean la dictadura del proletariado. Los compañeros tienen todo el derecho a discrepar con la política de Trotsky, pero debemos clarificar que su diferencia parte de analizar el fenómeno con una metodología distinta y no de consideraciones fácticas.

NO EXISTE UN MURO ENTRE OPRESION RACIAL Y OPRESION NACIONAL

Los compañeros también nos dicen que: "la extensión de la población negra ha creado un grado mucho mayor de conciencia de clase y democrática en EE.UU. que de conciencia nacional. La conciencia nacional entre las masas simplemente no se ha materializado". Nuevamente, veamos cómo Trotsky consideraba la vinculación entre la opresión racial y la opresión nacional con un método distinto: "Las naciones surgen y crecen a partir de material racial, bajo condiciones definidas. Los negros de Africa no son todavía una nación, pero están en proceso de formar una nación. Nosotros no obligamos a los negros a transformarse en una nación: si lo son o no, es una cuestión que depende de su conciencia, es decir, lo que desean y lo que anhelan conseguir."

La historia no hizo sino confirmar esta afirmación de Trotsky para los negros africanos. Diez años después de escritas estas líneas, durante la 2da. Posguerra, se produjeron revoluciones anticoloniales en toda Africa, que desbarataron los imperios de las viejas potencias imperiales europeas. De Norte a Sur, de Este a Oeste, se instauraron más de 30 repúblicas negras. Lamentablemente, al estar dirigidas por direcciones nacionalistas burguesas o stalinófilas, y dejadas a su suerte por los proletariados de los países centrales dirigidos por los stalinistas o la socialdemocracia, estas luchas progresivas, encontraron rápidamente sus límites: no sólo respetaron las fronteras establecidas por los imperialismos, dividiendo y enfrentando pueblos y etnias (lo que es una de las causas de las trágicas guerras de exterminio que vemos hoy desenvolverse en el continente africano), sino que se transformaron en revoluciones abortadas. Así, lamentablemente, se transformaron en juguetes de sus viejos amos o peones de la política de los yanquis o del stalinismo durante la "Guerra Fría". Estas direcciones se aferraron a las faldas de sus viejos amos imperialistas, empeorando brutalmente la situación de las masas negras, hundidas hoy en el hambre y las enfermedades endémicas (SIDA, tuberculosis, parasitosis, etc.), la sequía y la destrucción de los recursos naturales, las masacres fratricidas, y por sobre todo el peso insoportable de la deuda externa y la expoliación de los monopolios. Podemos ver, entonces, un paralelo entre la situación que viven hoy los negros de EE.UU., después del "rodeo" dado con la experiencia de la "acción afirmativa", y los negros del Africa, que han visto lo que vale su "independencia" formal bajo las garras del FMI y el Banco Mundial.

Ya estamos viendo cómo la "cuestión racial" negra, se está transformando en "cuestión nacional", a la que es necesario dar respuesta no sólo defendiendo el derecho a la autodeterminación nacional de los negros en los Estados Unidos, sino viendo a estos como vanguardia de la lucha por la liberación del pueblo negro todo. Se vuelve a plantear en toda su magnitud la necesidad de ligar la lucha del pueblo negro en las distintas regiones donde ésta se manifiesta: Estados Unidos, continente africano, América Central, Brasil, etc., tal como hacía la III Internacional. Más allá de que, efectivamente, las situaciones concretas han variado, hoy mantiene toda su vigencia el método con el que la Internacional Comunista planteaba la necesidad de organizar la lucha del pueblo negro, más allá de Estados y países y otorgaba un lugar de vanguardia a la lucha de los negros norteamericanos.

"...Los negros de América, y, sobre todo, los de América del Norte (han sido puestos, N.deA.) a la vanguardia de la lucha de Africa contra la opresión (...) el enemigo de la raza negra es el mismo que el de los trabajadores blancos, es el capitalismo, el imperialismo. Es sobre la base de esta lucha que el movimiento negro debe ser organizado: en América, como centro de cultura negra y centro de cristalización de la protesta de los negros; en Africa, como reserva de mano de obra para el desarrollo del capitalismo; en América Central (Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Colombia, y las otras repúblicas "independientes" donde el imperialismo norteamericano es predominante), en Puerto Rico, en Haití, en Santo Domingo, y en las otras islas del Mar de las Antillas, donde los malos tratos infligidos a los negros por los invasores americanos, han levantado las protestas de los negros conscientes, y de los obreros blancos revolucionarios. En Africa del Sud, y en el Congo, (donde, N. de R.) la industrialización creciente de la población negra, ha provocado levantamientos de formas variadas. En Africa Oriental, la reciente penetración del capitalismo mundial, impulsa a la población a resistir activamente al imperialismo" (Tesis sobre la Cuestión Negra). Como vemos, no es una visión que se detenga en compartimentar la cuestión negra Estado por Estado o país por país.

La propia denominación de los negros americanos como "afroamericanos" o de los negros en Centroamérica como "afrocentroamericanos" o de los negros en Brasil como "afrobrasileros" expresa esta profunda unidad de la cuestión negra, más allá de las fronteras. Esta es una gran base para desarrollar la unidad de los explotados negros contra el imperialismo.

Farrakhan, quien suele ir de gira por todos los países del Africa negra y las naciones musulmanas, ya está viendo esta unidad en la lucha del pueblo negro, pero desde ya no con el fin de enfrentar conjuntamente al imperialismo, sino al servicio de ganar apoyo para su política utópica y reaccionaria de un "capitalismo negro americano".

¿"REAL INTEGRACION" O "SENTIMIENTOS SEPARATISTAS"?

Aunque en su carta la LICR niega que exista una conciencia nacional entre los negros de Estados Unidos, se contradice al afirmar que el aumento del racismo está generando "sentimientos separatistas". ¿Qué son estos, sino el aflorar de la "conciencia nacional" del pueblo negro que los compañeros vienen intentando negar? Si no se asentase sobre un resurgir de una conciencia nacional entre los negros, Farrakhan predicaría en el vacío y no podría haber convocado la más grande movilización en décadas en la historia de los EE.UU, a la que tuvieron que ir a la cola las direcciones reformistas negras como Jesse Jackson, tradicionalmente "integracionistas" y que hoy han perdido predicamento. La realidad es que Farrakhan y la Nación del Islam montan su política reaccionaria de "compre negro" y desarrollo de un "capitalismo negro norteamericano", sobre legítimos "sentimientos separatistas" que se han desarrollado nuevamente en los últimos años, a partir de que los negros han sido los primeros en sufrir las consecuencias de la ofensiva capitalista. En su carta, la propia LICR no puede dejar de reconocer esto.

Salvo que consideremos estos "sentimientos separatistas" que hoy afloran en las masas negras como reaccionarios (como sostenía Rosa Luxemburgo contra Lenin en el caso de Polonia, o James contra Trotsky en los ‘30 sobre la cuestión negra), y no como un motor de la revolución proletaria, no vemos ninguna razón para negarnos a defender el derecho de los negros a su autodeterminación nacional (e incluso a construir su propio Estado si ellos lo desean).

Vemos, entonces, cómo queda sin sustento, y es negado por sus propias afirmaciones, el argumento de que los negros consiguieron en los Estados Unidos una"integración real". Cuando los salarios de los negros nunca han superado el 65% de lo que reciben los blancos, cuando las cárceles están superpobladas de negros, cuando se ven condenados a vivir la miseria de los ghettos, etc. (como señalamos en el artículo precendente) nos parece un enorme error de apreciación hablar de "real integración".

El deterioro actual en la situación de los negros ha dejado claro que el capitalismo en su fase decadente, lejos de "integrar realmente", no hace más que utilizar a los pueblos oprimidos como mano de obra barata en sus momentos de expansión, y lanzarlos luego al desempleo y la miseria cuando la crisis se desencadena, como es el caso, también, de los latinos. Millones de negros han experimentado un gran proceso de desengaño con respecto a las posibilidades de "integración" bajo el dominio del imperialismo y para ellos ha caído el velo de la "acción afirmativa". Pese a la conquista de los derechos civiles y a la coptación de un pequeñísimo sector a las clases dominantes, la situación actual de la amplísima mayoría de la población negra es más acuciante que la vivida en los años ‘60. Y aún en sectores de la alta clase media negra los argumentos separatistas comienzan a tener peso debido a la discriminación que sufren en los mismos barrios residenciales.

Hoy resuena con toda su vigencia la afirmación de la IIIª Internacional de que sin la derrota del imperialismo "es imposible suprimir la opresión nacional y la desigualdad de derechos".

Si los trotskistas no apoyamos en forma decidida (¡y mucho menos si lo tildamos de regresivo!) el legítimo sentimiento nacional de un pueblo oprimido, no hacemos más que favorecer tanto a los nacionalistas negros reaccionarios como ceder a la conciencia racista de los obreros blancos, que pueden conceder cáucuses y hasta llegar a aceptar la organización independiente de las minorías (como en su momento hizo en forma oportunista John Lewis , fundador de la CIO, en los sindicatos, y como hoy vuelve a intentar llevar adelante Sweeny, el nuevo dirigente de la AFL-CIO), pero que se oponen terminantemente a que los negros decidan por sus propios medios.

Si por el contrario estamos a la vanguardia en proponer esta demanda, si somos los más firmes combatientes contra los prejuicios racistas de los obreros blancos, si defendemos resueltamente el derecho de los negros a la autodeterminación nacional (e incluso a tener su propio Estado), los trotskistas nos ganaremos la simpatía de los trabajadores y el pueblo negro y estaremos en inmejorables condiciones para impulsar entre ellos el conjunto del programa trotskista y combatir a los reaccionarios como Farrakhan.

LA MINORIA HISPANA TAMBIEN PLANTEA UN
"PROBLEMA NACIONAL"

En su afán de defender su política, los compañeros de la LICR intentan desestimar la misma existencia de un "movimiento negro" basados en consideraciones étnicas y estadísticas, sobre la existencia de divisiones y enfrentamientos entre las diversas "minorías" existentes entre los Estados Unidos.

Efectivamente, la discriminación que sufren los negros, no es única, sino que también golpea a los chicanos y los "hispanos" en general, igual que a los filipinos, los asiáticos, etc. Para ellos tambien está planteado responder al "problema nacional". En ellos, es el de sus países expoliados y empobrecidos, cada vez más "económicamente inviables" por el saqueo imperialista, que los obliga a emigrar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Así, en estas minorías, la "cuestión nacional" no se expresa como en el caso de los negros, bajo el derecho a construir un nuevo Estado, sino mediante el combate por la liberación de la opresión imperialista de las semicolonias de donde ellos provienen. En el caso de los mexicanos, se trata de plantear, por ejemplo, ¡Abajo el NAFTA! ¡Abajo la explotación de las maquilas! ¡Abajo el robo descarado de la deuda externa mil veces pagada y mil veces reimpuesta sobre el hambre del pueblo mexicano!

Ante la política de la burguesía yanqui de utilizar a los trabajadores mexicanos como mano de obra barata para deprimir los salarios del proletariado yanqui, la clase obrera norteamericana, o sigue el camino de unirse a la lucha de los pueblos oprimidos por su propio imperialismo, empezando por defender los derechos y las reivindicaciones nacionales de las minorías oprimidas en su propio territorio, o se cavará su propia fosa, cayendo bajo la influencia del "nacionalismo económico" pregonado por los Buchanan y otros demagogos racistas y archirreaccionarios.

"Problema hispano" y "problema negro" plantean al rojo vivo dar una respuesta revolucionaria a las reivindicaciones de las naciones oprimidas, requiriendo en cada caso considerar las peculiariadades de la forma en que esta cuestión se expresa. Pese a las divisiones que constantemente la burguesía crea, enfrentando entre sí a las distintas minorías oprimidas, la unidad de negros y chicanos en la rebelión de Los Angeles, demostró que ambos tienen en el imperialismo un enemigo común que derrotar.

EL CAMINO DE UNA VERDADERA INTEGRACION REVOLUCIONARIA

Finalmente, los compañeros nos dicen que pelear por el derecho a la autodeterminación sería una "desviación infructuosa" para muchos obreros negros. Sinceramente esta última afirmación nos ha dejado perplejos. Un obrero negro que se encuentra desocupado o que trabaja por la mitad del salario de los blancos, que ve a su hijo desocupado y atacado por el flagelo de la droga, que muere por enfrentamientos entre pandillas o es parte de la población carcelaria, que ve que su mujer o hija es violada por la policía blanca, que subsiste en ghettos miserables, que en cualquier momento puede ser apaleado como Rodney King, y que se encuentra por fuera de la seguridad social, ¿no puede aspirar a decidir su destino lejos del látigo esclavista de los blancos?, ¿puede llamarse "desviación infructuosa" a querer salirse del infierno al que lo ha condenado el capitalismo, aunque sea con la ilusión de tener su propia nación? Los "frutos" de una intregración revolucionaria no pueden venir de negarle al negro su derecho, sino de darle todas las posibilidades de conquistar su autodeterminación. Lo "infructuoso" es la sumisión que la aristocracia obrera blanca desea del negro, negándole así su mano para luchar contra el enemigo común: el capital.

Aún cuando muchos obreros negros prefieran ellos mismos luchar por sus derechos dentro del estado imperialista, lo cierto es que muchos otros, víctimas a diario del racismo que ha inficionado fuertemente a la propia clase obrera blanca, comienzan a inclinarse por una salida separatista. En nombre de la conveniencia de una "integración ideal" no podemos dejar de dar respuesta a una contradicción que plantea la vida misma. Si no asumimos la defensa del derecho de autodeterminación negra, por más bienintencionados que estemos, no haremos más que poner una barrera artificial entre los trotskistas y las masas negras. Y seremos impotentes para combatir a Farrakhan y otros demagogos por el estilo, que seguirán avanzando en llevar, sí, a una verdadera "desviación infructuosa" a las amplias masas negras.

UNA POLITICA PARA UNIR A LOS EXPLOTADOS
DE TODO EL MUNDO

Repetimos: nuestra política (y en esto creemos ser fieles al método de Trotsky) no se define por decirles a los negros "sepárense" o "intégrense", sino "ustedes tienen el derecho a decidir". Es decir, "decidan ustedes si quieren ser parte de los EE.UU., si quieren ser parte como minoría autónoma, incluso si deciden separarse y tomar una parte del país, está bien, y nosotros los revolucionarios los vamos a apoyar". Es así como Trotsky planteaba cómo abrir el diálogo con los millones de negros en EE.UU., cuyos ancestros fueron arrancados de Africa y esclavizados en las colonias y que hoy están sin trabajo, son la mayoría de los desocupados, viven en gettos en forma miserable y son apaleados por la policía. Que las masas negras decidan la forma de organización política apunta directamente contra la hipocresía de la igualdad formal y jurídica de la democracia imperialista. Mientras sostiene este derecho, todo negro revolucionario conciente explicará la conveniencia de "permanecer en el mismo estado que los blancos".

Esta es la forma de dar impulso a un pueblo que intenta ponerse de pie. Si el pueblo negro norteamericano se lanza a la lucha, si comienza a enfrentar decididamente al imperialismo, será indudablemente punto de referencia de los negros de todo el mundo. Reafirmamos que no fue casual el rol de "vanguardia de la lucha del pueblo negro" que la IIIª Internacional adjudicaba a los negros norteamericanos. Lejos, entonces, de cualquier condicionamiento previo, los trotskistas debemos ubicarnos en la defensa incondicional del derecho a la autodeterminación de los negros (incluso a la separación si ellos así lo desean).

Sólo desde aquí podremos convencer al conjunto de las masas negras que no son ellas las únicas "en sufrir la opresión del capitalismo y del imperialismo, (...) que los obreros y los campesinos de Europa, Asia y América son también víctimas del imperialismo; que la lucha contra el imperialismo no es la lucha de un sólo pueblo, sino de todos los pueblos del mundo; que (...) los pueblos coloniales combaten con heroísmo contra sus explotadores imperialistas, que estas pueblos se rebelan contra los mismos males que aquejan a los negros; que estos pueblos reclaman los mismos derechos que los negros: libertad e igualdad industrial y social." (Tesis sobre la cuestión negra). Que para que esto suceda es fundamental la movilización de los proletariados más concentrados, y luchar porque triunfe la revolución en los centros imperialistas que comenzaría la liberación definitiva de las colonias y las semicolonias.

Durante el reinado de Yalta sucedió todo lo contrario. El dominio de la socialdemocracia y el stalinismo en Europa, y del stalinismo y los movimientos nacionalistas en las semicolonias, llevó a que las revoluciones semicoloniales no se unieran con la revolución en los países imperialistas, por el veneno chovinista con que estas direcciones alimentaban a la aristocracia obrera de las metrópolis, abortando estas revoluciones tanto como el inicio de un proceso en el centro, llevándolas a conquistar una independencia formal, como en Africa o a estados obreros deformados como Cuba o Vietnam.

Una correcta política frente a la cuetión negra no es más que una correcta política frente a la cuestión nacional, que en esta época del dominio imperialista, de "reacción en toda la línea", es una de las formas centrales en que se manifiesta la resistencia de las masas y una de las tareas centrales del proletariado para sellar la alianza de las clases oprimidas capaz de derrotar al imperialismo.