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Estado español - Entrevista

“Pasar de la indignación a la lucha consciente por la Revolución”

08/03/2012

Entrevista a Santiago Lupe publicada en Contracorriente, periódico de Clase contra Clase grupo hermano del PTS en el Estado español. Durante el masivo movimiento de “indignados” que recorrió el país durante mayo y junio de 2011 que tomó el nombre de 15M, Santiago Lupe, quien es dirigente de Clase contra Clase, fue uno de los impulsores, junto a decenas de jóvenes de la Comisión de trabajadores hacia la huelga general de Plaza Catalunya y muchas de las expediciones del movimiento a las empresas en lucha de Barcelona. La entrevista, fue realizada en momentos que miles de jóvenes salieron a la calle en solidaridad con la “primavera valenciana”, un importante proceso de movilización estudiantil con centro en Valencia y Barcelona, y a pocos días de las grandes marchas que recorrieron las principales ciudades contra la Reforma laboral del derechista presidente Rajoy.

Contracorriente: ¿Cuáles son las perspectivas políticas que se abren ante la crisis económica en curso?

Santiago Lupe: Las perspectivas son enormemente contradictorias. Por un lado vemos una crisis que sigue profundizándose y no nos da respiro. Los ataques se incrementan día a día. La burguesía en todos los países degrada aún más sus “democracias” con Gobiernos “técnicos”-como en Grecia o Italia-, dura represión, fogueando el discurso racista y nacionalista. Esto también se da en el Estado español. Lo estamos viendo con los palos y golpes a los jóvenes que luchan por una educación ya destrozada en Valencia, con una Policía que nos recuerda a los “grises” (cuerpo especial de policía del dictador Franco) o con los trabajadores inmigrantes. Para éstos últimos, al no ser “útiles” ya como mano de obra barata para los capitalistas, les tienen preparados CIEs -verdaderos campos de concentración-, maltratos y expulsiones.

Este sistema capitalista está demostrando que las perspectivas para las actuales y futuras generaciones son negras. Con cinco millones y medio de parados, olvidados por el sistema pero visibles en las filas de las puertas del INEM de las grandes y modernas ciudades, donde el lujo es para unos pocos. La mayoría son jóvenes e inmigrantes. Otro dramático problema es la cuestión de la vivienda, con decenas de miles de desahucios que superan ya los 200 por día, mientras que ahora se calcula que existen seis millones de casas vacías. Pero todo esto no es suficiente para la burguesía, como demuestra la nueva Reforma Laboral propuesta por el Gobierno y el Régimen. Esta democracia degradada, el Régimen político de la Transición heredero de Franco, busca un retroceso histórico del nivel de vida y los derechos arrancados con la lucha de la clase trabajadora.

La catástrofe con la que nos amenaza el declinante capitalismo español es una de las expresiones más extremas de la crisis de la UE, que tiene su cara más trágica en Grecia, con el estatuto de vasallaje que significa el reciente acuerdo, expresión a su vez del carácter histórico de la crisis del capitalismo mundial. Como ya pasara en el Siglo XX, el capitalismo nos vuelve a llevar a nuevas formas de barbarie. El paro de masas, el racismo galopante, los CIEs... son para mí un anticipo de lo que nos prepara el capitalismo.

Sin embargo, en la otra cara estamos viendo cómo se empiezan a desarrollar profundos y cada vez más intensos procesos de lucha de los trabajadores y la juventud. Posiblemente los vientos de revolución en los países árabes puedan estar llegando a Europa vía Grecia, donde las tendencias a la insubordinación y la crisis del régimen político es cada vez más patente. Es en estas luchas donde reside la posibilidad de que impongamos una alternativa de los explotados a las diferentes variantes de ajuste, miseria, racismo... que levanta la patronal, los banqueros y sus Gobiernos.

CC: ¿Qué papel crees que ha jugado el movimiento de los “indignados” en precisamente poder abrir la posibilidad de que los explotados impongamos una alternativa nuestra a la crisis capitalista?

SL: El 15M lo que mostró es cómo contra estas perspectivas terribles, la juventud y los trabajadores hemos comenzado a dar las primeras respuestas. Y ahora vemos cómo la indignación no sólo no se ha acallado, sino que se extiende.

Los “indignados”, como otras luchas similares que estamos viendo en el mundo, abren en primer lugar una discusión que se nos había vendido como superada. ¿Es el capitalismo el único sistema posible?, ¿Podemos tumbarlo y construir otra sociedad? Todo al mismo tiempo que hace nacer a la vida política, a la militancia, a decenas de miles de jóvenes y trabajadores.

El 15M ha sido una de las respuestas más contundentes que ha habido en el último año de la crisis en el Estado español. Al grito de “No nos representan” miles de luchadores han iniciado una experiencia con el Régimen del 78, sobre todo con sus partidos y sus gobierno de turno. Aquella indignación de masas de mayo y junio ha continuado todo este tiempo, adoptando nuevas formas. En los últimos meses hemos visto todo tipo de conflictos; laborales, contra los recortes en sanidad y educación, estudiantiles, conflictos por el grave problema de la vivienda, entre otros. Mientras me haces esta entrevista parece que los jóvenes de Valencia nos están abriendo una nueva primavera, la que ya se conoce como “primavera valenciana”. Si se intensificaran las movilizaciones estudiantiles y de la juventud, y éstas confluyeran con las enormes movilizaciones contra la Reforma Laboral, como las del 19F, cambiaría a saltos la situación y el PP se vería contra la pared.

CC: ¿Entonces vez posible que resurja el proceso del 15M?

SL: Probablemente nos tengamos que preparar para procesos aún mayores, grandes conmociones sociales y políticas. El 15M, el desapego creciente de cientos de miles de jóvenes con esta falsa democracia para ricos, creo que debemos tomarlo como un primer y en muchos aspectos inmaduro anuncio de esto. Lo estamos viendo en Grecia, con huelgas generales y combates callejeros que mantienen los trabajadores y la juventud, con ocupaciones de facultades, fábricas y puestas bajo control obrero de algunos centros de trabajo, como el Hospital de Kilkis. Y también nos lo muestran los procesos revolucionarios que tiraron abajo a Gobiernos dictatoriales títeres del imperialismo, como Ben Ali o Mubarak y su continuidad a lo largo de todo el año. Creo que más reproducirse el 15M tal cual fue, debemos ponernos en el horizonte procesos como estos que te digo e incluso más profundos.

Estas son precisamente las perspectivas que empiezan a preocupar a los capitalistas. Muchos ya se lamentan de cómo la crisis económica está dando lugar a crisis políticas y sociales, y que la estabilidad lograda en décadas de ofensiva neoliberal empieza a ser cuestionada... incluso algunos están estableciendo algunas comparaciones con la década de los años 30 en este sentido. Lo que para ellos es terror, para nosotros es esperanza. Esta crisis puede ser partera de nuevos procesos revolucionarios, que nos devuelvan la oportunidad a los explotados de acabar no sólo con los ajustes y ataques que nos están lanzando, sino con el sistema capitalista que nos ha traído hasta aquí.

CC: Sin embargo dentro del movimiento de los “indignados” hay muchos sectores que consideran que es posible humanizar el “capitalismo” mediante reformas políticas, medidas fiscales ¿Qué opinas sobre estas ideas?

SL: Llevamos décadas escuchando como a los que apostamos por un cambio revolucionario de la sociedad nos tachaban de utópicos. Sin embargo creo que esta crisis lo que demuestra es que lo utópico hoy son precisamente las salidas reformistas que creen que este capitalismo se puede humanizar “repartiendo la riqueza”, con “reformas fiscales” o reformas de la Ley Electoral. Esto lo hemos escuchado mucho en las plazas, incluso hay algunos intelectuales que hacen mucha propaganda de este tipo de alternativas, como Vicenç Navarro o Arcadi Oliveres.

Desgraciadamente, cuando el capitalismo entra en una crisis aguda, la perspectiva revolucionaria está borrada en la mayoría de las organizaciones de izquierda, que tras décadas de retroceso y ataque a la clase trabajadora y las consecuencias del reinado estalinista en los países en donde se había liquidado al capitalismo, se han vuelto escépticos de la potencialidad de la misma. Y esto precisamente cuando la necesidad de una revolución es más urgente y necesaria que nunca.

En estos momentos el capitalismo nos está diciendo que las próximas generaciones no podremos ni siquiera disfrutar de las conquistas obtenidas por la lucha de nuestros padres y abuelos, que debemos resignarnos a vivir cada día peor. Por eso a los explotados y oprimidos, los jóvenes precarios, estudiantes, jóvenes sin futuro que despreciativamente nos llaman “ni ni”, decimos que este capitalismo es el que Ni nos deja estudiar, Ni nos deja trabajar. Hemos comenzado a rebelarnos contra un sistema que no tiene nada que ofrecernos más que cadenas, miseria y un oscuro futuro.

CC: ¿Se trata entonces de prepararnos para hacer la revolución?

SL: Efectivamente, aunque esto no quiera decir que la revolución esté a la vuelta de la esquina. Pero si no planteamos abiertamente la perspectiva de que lo único realista es luchar contra el capitalismo para derrocarlo y no reformarlo, todo lo que acumulemos puede ser un castillo de arena. Hoy una salida revolucionaria es menos “utópica” que la reforma de un sistema que se demuestra putrefacto, y que mientras cae se muestra cada vez más destructivo para la humanidad.

Te leo algo que escribió el revolucionario ruso, León Trotsky “El mundo capitalista está herido de muerte. (…) En el medio de la abundancia, con un aparato de producción que bien dirigido y organizado podría cubrir todas las necesidades actuales de la humanidad, el capitalismo condena a millones de hombres a la desocupación, a miserables prestaciones sociales o al hambre”. Esto lo decía en el “Manifiesto a los trabajadores del mundo entero”, escrito en 1938 pero de gran actualidad en nuestro 2012.

No se trata sólo de la única salida para poner fin al deterioro que nos está imponiendo la crisis en nuestra calidad de vida, derechos... Como decía antes, el capitalismo y su crisis amenazan con repetir formas de barbarie como las que ya dio en el Siglo XX. En el caso de Europa, para salvarnos de que la crisis del euro y de la UE nos arrastre a la miseria y a una espiral de nuevos nacionalismos y xenofobia que podría conducirnos de nuevo a guerras y otras catástrofes de este tipo, nosotros creemos que debemos luchar en la perspectiva de construir los Estados Unidos Socialistas de Europa. El ascenso de los populismos de extrema derecha, del racismo anti-inmigrante, del discurso de Merkel contra los “vagos del Sur”... son solo nefastos anticipos de esto.

Frente a esta perspectiva nefasta, tanto a nivel nacional como continental y mundial debemos pasar de la indignación a la lucha consciente por la revolución obrera y socialista, única perspectiva progresista frente a la catástrofe que nos amenaza.

CC: Esta es una apuesta fuerte...

SL: Sí, hasta el final. Es que contra la barbarie capitalista nosotros queremos revolucionar los cimientos de este sistema capitalista, desde sus bases más estructurales para acabar con la explotación que sufrimos. Pero también contra todo un sistema de valores opresivo que invade todos los ámbitos de nuestra vida. Que condena a las mujeres a ser “ángeles del hogar”, y a la vez las mantiene doblemente explotadas en el trabajo, siendo las peores pagadas y las más precarias, y permitiendo que, en el Estado español, aumente año tras año los asesinatos por violencia machista. Se nos transmiten ideologías racistas -que ahora se revitalizan- contra los inmigrantes, culpándolos de la crisis y siendo víctimas de los peores maltratos no sólo a nivel institucional, sino de parte de la misma sociedad. Porque queremos subvertir el orden, chocamos constantemente contra estos valores, contra del individualismo rabioso que se fomenta desde el sentido común de una vida organizada como una carrera de lobos, donde la persona que tenemos al lado es un competidor o una mercancía. Donde quieren que el único amor posible sea el socialmente aceptado, el que se adapta a la heteronormatividad, condenando a miles de homosexuales, lesbianas, bisexuales y trans a tener que esconder su amor y deseo. Porque rechazamos el conformismo expresado en la cínica frase “es lo que hay”, naturalizando un sistema que parece ser estático e imposible de cambiar. Y porque no somos escépticos de la revolución, somos optimistas del futuro y pesimistas del presente sistema capitalista.

CC: Para poder empezar a pasar de la indignación a la lucha consciente por la revolución ¿Qué pasos crees que debemos dar la llamada juventud “indignada”?

SL: Creo que si queremos acabar con la barbarie capitalista tenemos que empalmar con la clase que precisamente hace funcionar este sistema, maneja todos los engranajes que generan la riqueza, permiten que esto ande. Hablo de los trabajadores, de todos aquellos que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo para poder vivir. De los que fabrican los coches, las casas, los bienes de consumo, alimento... los que hacen funcionar los transportes y las comunicaciones, los servicios, independientemente de si lo hacen en negro, en blanco, fijos o en precario.

Debemos lograr que en los próximos enfrentamientos, que inevitablemente se van a dar, la clase obrera pueda intervenir de una forma central, con sus métodos y organizaciones para la lucha. Creo que sólo así los podrá conducir al derribo de los actuales Regímenes políticos y a la transformación socialista de la sociedad, a que los recursos que hoy manejamos los trabajadores estén bajo nuestro control para satisfacer las necesidades de la mayoría.

Para ello será necesaria pelear contra la burocracia sindical, por la unidad de las filas obreras, la auto-organización y retomar todas las tradiciones de lucha que han quedado en el olvido. En este sentido los militantes de Clase contra Clase estuvimos intentando llevar la voz de la clase trabajadora a las asambleas masivas del 15M con esta perspectiva; impulsando comisiones de trabajadores con decenas de jóvenes que hacían expediciones a las fábricas en lucha, como la Sharp, Yamaha, Nissan, Seat, Derbi, Barcelona City Tour, Alstom, etc. Impulsamos Encuentros de Trabajadores en lucha, en los que participaban cientos de trabajadores y trabajadoras, y la izquierda sindical y alternativa. Y a la vez peleábamos por una perspectiva de independencia de la clase trabajadora, denunciando al Régimen político, al Gobierno del PSOE y a la burocracia sindical de CCOO y UGT, luchando por recuperar los sindicatos para la lucha. Éramos los militantes que junto a jóvenes que despertaban a la vida política, apasionadamente íbamos a los polígonos; cuando las corrientes autonomistas, y hasta la misma izquierda “anticapitalista” y sindical hablaba contra los “obreros clásicos”, nos llamaba “obreristas” y nos ridiculizaba cuando hablábamos de recuperar los métodos de lucha de la clase obrera como la Huelga General.

Esto es lo que tratamos de hacer en nuestra lucha cotidiana. Lo hicimos en Telepizza, donde organizamos una potente campaña que logró la readmisión de nuestro compañero Asier y que se formase un Comité de Empresa. Ayudamos a que un sector muy precario de jóvenes trabajadores pudieran organizarse y empezar a luchar contra la segregación que sufren del resto de trabajadores de hostelería. Y lo hicimos buscando la solidaridad y coordinación con otros sectores de trabajadores con mayor tradición que nos apoyaron, de profesores, estudiantes... También lo hacemos en el movimiento estudiantil, peleando por la unidad obrero estudiantil, tanto dentro de la comunidad educativa, como con otros sectores de trabajadores en lucha, como ahora mismo con la unión de la huelga universitaria y la de TMB por la que estamos peleando. O impulsando organismos de auto-organización de los estudiantes, como la CEEM de Zaragoza.

CC: ¿Es pues necesario empezar a debatir cómo hacemos la revolución? ¿Con qué ideas, con qué estrategias?

SL: Yo creo que cada día son más los jóvenes que están sacando la conclusión de que hay que pensar en términos de cambios profundos, que no hay otra salida. Incluso empieza a haber trabajadores y jóvenes, aquellos que han luchado en el 15M, en las asambleas, en las expediciones a las fábricas y centros de trabajo, que también lo están haciendo en el movimiento estudiantil, contra la reforma laboral y los recortes, que empiezan a pensar en la idea de organizarse para pelar por esta perspectiva en los procesos de luchas agudas que se avecinan. De hecho este despertar a la militancia ha permitido que los militantes de Clase contra Clase pudiéramos poner en pie junto con otros jóvenes la Agrupación Revolucionaria No Pasarán.

La misma agrupación recoge todo un valioso legado de lecciones comunes sacadas de la misma intervención en el 15M. Como que hay que pelear por confluir con la clase trabajadora, recuperar sus métodos y mejores tradiciones de lucha, que hay que luchar contra el Régimen heredero de Franco, el imperialismo español... De una u otra manera muchos jóvenes que están participando del 15M están sacando conclusiones en esta misma dirección. Yo creo que partiendo de éstas lecciones debemos avanzar un paso más, aunque muy importante: pensar como nos preparamos para intervenir en los combates siguientes con la perspectiva de lograr derrocar verdaderamente el sistema capitalista. Para ello nuestra experiencia actual debe nutrirse de las grandes lecciones de las revoluciones que nos han precedido, porqué triunfaron o fracasaron, qué desvíos y trampas sufrieron.

CC: ¿Qué discusiones consideras fundamentales para empezar a abordar?

SL: Por ejemplo la misma idea de la necesidad de una revolución y de construir partidos revolucionarios para triunfar. Cuando hablamos de revolución, de clase obrera, muchos nos llaman “dogmáticos” y bajo el discurso de las “nuevas formas de lucha” nos muestran salidas reformistas, que conviven con el sistema sin siquiera cuestionarlo. Detrás de algunos discursos con frases aparentemente muy “cuestionadoras”, hay proyectos que solo ofrecen salidas individuales y parciales al capitalismo y que en última instancia llevan a convivir con él. Me refiero a lo que levantan algunos sectores “autonomistas”, como las cooperativas de consumo, la vida paralela, “liberar” espacios, el auto-empleo, etc.

La llamada izquierda “anticapitalista” creo que también se encuentra muy adaptada a tres décadas de democracia burguesa, de “prosperidad”, y a las modas ideológicas hijas de la ofensiva neoliberal que desvalorizaban el rol histórico de la clase trabajadora, la necesidad de construir partidos revolucionarios o la preparación de la lucha por la conquista del poder. Dicen que la estrategia revolucionaria “es cosa del pasado”, y que hoy lo que priman son “nuevos sujetos”, “nuevos partidos” y “nuevas estrategias”, como los partidos anticapitalistas amplios sin delimitación de clase y perspectiva de poder. Como demuestra la crisis del NPA francés, que mostramos en el periódico anterior, estos atajos se han demostrado totalmente inviables antes incluso que se dieran los principales combates.

CC: ¿Qué otras cuestiones te parece que habría que discutir?

SL: A la vez creo que hay que dar respuesta a un sentimiento contradictorio que existe en la juventud y en sectores de trabajadores. Por un lado hay, y esto es muy progresivo, hay un gran rechazo a los partidos políticos del Régimen de esta democracia para ricos. El grito de “No nos representan” da cuenta de cómo un amplio y masivo movimiento está cuestionando a este Régimen bipartidista. En este odio a los partidos entran también la izquierda institucional que se adaptó a la socialdemocracia devenida en social-liberalismo del PSOE, y a los restos del estalinismo español, que tras traicionar la revolución española de 1936 y posteriormente el ascenso obrero y popular que metió en crisis a la Dictadura, se ha convertido en una pieza más del Régimen. Hablo del PCE y de IU. Frente a esta realidad, muchos jóvenes que empiezan a despertarse a la vida política temen que cualquier organización acabe como estos partidos; es lo que está detrás de los fuertes prejuicios a organizarse.

Pero este sentimiento antipartido lleva a cuestionar la misma idea de una organización fuerte y no pasajera, capaz de enfrentar con éxito al Estado centralizado de la burguesía, y cae en el error de no diferenciar a los partidos de la burguesía y la llamada “izquierda” totalmente adaptada al Régimen democrático burgués, de la idea de construir verdaderos partidos obreros y revolucionarios. Ante el capitalismo y su debacle, la lucha de clases tarde o temprano será inevitable. De lo que se trata es que en esta lucha la clase obrera triunfe, y para ello es necesario un partido revolucionario de combate que dote de un proyecto propio y revolucionario a la clase trabajadora, la juventud y los sectores oprimidos.

Tomando un ejemplo actual, el de los procesos revolucionarios árabes, podemos ver como la ausencia de organizaciones políticas de la clase trabajadora con influencia de masas que levanten una política revolucionaria independiente de las distintas alas de la burguesía y el imperialismo, ha facilitado que figurones del antiguo Régimen, reformistas burgueses o instituciones como el Ejército, hayan podido montarse por el momento encima de los procesos, para intentar contenerlos. Esto ha abierto las puertas a salidas reaccionarias, bien sean en forma de contra-revolución, “democrática” o abierta, o de intervención imperialista, aunque no han podido aun liquidar el potencial revolucionario de las masas como demuestra la continuidad de sus acciones en los últimos meses.

CC: Aportar a construir este partido en el Estado español es una de las tareas que señalamos como fundamentales desde Clase contra Clase ¿Cómo crees que cae esa idea entre el sector más de izquierda del movimiento de los “indignados”?

SL: Como dices todo lo que los militantes de Clase contra Clase y nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista, hacemos tiene un fin que marca cada paso de nuestras vidas, que es construir una organización revolucionaria junto a una nueva generación de jóvenes y trabajadores que comiencen a abrazar la idea de la revolución al calor de una experiencia común. Para nosotros esa organización revolucionaria debe además ser internacional, pensar como un Partido de la Revolución Mundial, como fueron la III Internacional hasta la muerte de Lenin y la IV Internacional que fundó León Trotsky.

Solo si pensamos la idea de la revolución internacional es posible plantearse la tarea de derrotar al capitalismo a nivel nacional, sobre todo después del fracaso nefasto para los revolucionarios de la “construcción del socialismo en un solo país” (consigna elaborada por Stalin). Y más aun cuando la economía mundial está más entrelazada que nunca, como muestra la internacionalización del proceso productivo. Por no hablar a nivel europeo, donde la burguesía ha intentado en las últimas décadas. Después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, de resolver a su manera esta cuestión, de forma reaccionaria y con todas las consecuencias terribles que ahora estamos viendo patentemente. La revolución deberá comenzar en uno o varios países determinados, pero deberá extenderse al conjunto del mundo para poder terminar de derrotar al capitalismo. Para nosotros se trata en definitiva de retomar la estrategia del marxismo revolucionario y el legado del trotskismo, es decir, la necesidad de construir partidos revolucionarios en todos los países y reconstruir la IV Internacional.

CC: Sin embargo muchos de los jóvenes que se están saliendo a la lucha, sobre todo los más combativos y que más combaten las ideas reformistas y “pacifistas” de una parte del 15M, desconocen en gran parte la estrategia del trotskismo o lo que fue la IV Internacional. Es más una parte importante de ellos se referencian en otras tradiciones e ideologías muy contrarias a la nuestra, como el anarquismo.

SL: Con algunos de estos jóvenes, que toman como referente el anarquismo, estamos construyendo en común No Pasaran. Su apego a esta ideología y a todo el imaginario que la rodea están reforzados por el hecho de que la idea de “tomar el poder”, de construir un Gobierno de los trabajadores y explotados para poder liquidar el dominio político, económico y cultural que hoy por hoy ejerce la burguesía, ha sido totalmente denostada por la experiencia del estalinismo. Muchos jóvenes identifican la lucha por el poder político con la construcción de regímenes totalitarios como el que se impuso en la URSS y el resto de países del “socialismo real”.

Sin embargo, si pensamos en una estrategia para vencer, la visión que tiene por ejemplo el anarquismo (también otras ideologías como el autonomismo) de que es posible cambiar el mundo sin tomar el poder, creemos que llevaría a las siguientes revoluciones a cometer errores trágicos como los de la misma Revolución española. En aquel momento, a pesar del heroísmo sin límites de los obreros en armas, la concepción anarquista del poder llevó a que la multiplicidad de comités y milicias que se pusieron en pie no se desarrollasen y centralizasen para oponerse y terminar de liquidar al poder burgués de la zona republicana. Esto facilitó que la Generalitat y el Gobierno de Madrid pudieran recomponerse al margen del poder de los obreros, y después pasar a la contra-revolución abierta. Además de la vil traición de los dirigentes de la CNT -y también del POUM- que participaron de los Gobiernos catalán y central, los prejuicios hacia la idea del poder que cundían en gran parte del proletariado español por la influencia del anarquismo, fueron un gran obstáculo para poder construir una alternativa a estas mismas direcciones de la CNT y el POUM.

Nosotros somos parte de una tradición, el trotskismo, que fue precisamente la única que supo combatir y explicar las razones económicas y políticas que llevaron a la burocratización monstruosa de la URSS. Es decir la única que hoy puede contestar a las falacias de la burguesía que vienen a decir que cualquier régimen donde no gobierne ella terminará en una nueva dictadura totalitaria.

Pero además los trotskistas fueron quienes lucharon por promover revoluciones contra ese aparato burocrático que evitasen que la restauración capitalista fuera impuesta por la misma burocracia. Nosotros recuperamos ese legado. Tanto en el Siglo XX como en el XXI luchamos porque este poder esté en manos de los trabajadores. Por lo tanto no puede estar basado en un régimen burocrático y totalitario. El poder obrero por el que luchamos debe estar basado en organismos de autodeterminación de los trabajadores; comités, consejos, asambleas o el nombre que adopten. Una forma superior a cualquiera de las formas políticas que han existido hasta ahora, que permitirá la deliberación y decisión de las más amplias masas en la determinación de su propio destino, abriendo lugar a las condiciones para la más amplia independencia y creatividad del ser humano.

26-02-2011

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