Estrategia Internacional N° 7
Marzo/Abril - 1998

Democracia Cristiana, Partido Socialista, PPD, PRSD
LOS "DEMOCRATAS" DE PINOCHET

El 11 de marzo el genocida Pinochet asumió como senador vitalicio, un cargo que él mismo creó -junto a los senadores designados -durante su dictadura y que fue aceptado por los partidos de la Concertación como precio para “recuperar la democracia”.
La asunción del ex dictador despertó el repudio de gran parte del pueblo chileno, sobre todo en los jóvenes y en los sectores obreros y populares. Desde la madrugada del martes, las “poblaciones” (barrios pobres de la periferia de Santiago) se vieron sacudidas por barricadas y enfrentamientos con los carabineros que reprimieron salvajemente con gases, carros hidrantes, balas y en algunos lugares hasta con tanquetas. El miércoles 11 las movilizaciones se extendieron a varias ciudades del país como Concepción, Iquique y Antofagasta. En Valparaíso 3500 manifestantes, con gran participación juvenil, se enfrentaron durante todo el día a la represión de los “pacos”, al igual que en Santiago, donde más de 2000 manifestantes sostuvieron una batalla campal con las fuerzas policiales frente a La Moneda (casa de gobierno), protagonizada en su gran mayoría por estudiantes secundarios, universitarios y profesores.

Según la prensa, las protestas que se realizaron el 10 y 11 de marzo fueron uno de las más violentas de esta década. La durísima represión policial contra los manifestantes dejó un saldo de decenas de heridos, entre ellos a la secretaria general del Partido Comunista, Gladys Marín, y casi 300 detenidos.

En la misma tensa reunión del senado, fue electo presidente de la cámara el demócrata cristiano Andrés Zaldívar con los votos del partido derechista Renovación Nacional. Este pacto fue reconocido incluso por el presidente saliente que declaró que “fue el último acuerdo pactado en esta etapa de la transición” (La Hora, 11/3/98). Zaldívar, que días antes había admitido que “en el caso de la senaduría vitalicia del general Pinochet -seamos francos- nosotros mismos, lo queramos o no, la hemos legitimado” (El Mercurio, 8/3/98), una vez electo afirmó que se seguirá “esforzando por la unidad nacional y la plena reconciliación del país” (La Hora 11/3/98).

La polarización que provocó la llegada de Pinochet al senado también produjo una crisis en la gobernante Concertación: mientras que el presidente Frei y Andrés Zaldivar (ambos de la Democracia Cristiana) llamaron a aceptar la asunción de Pinochet porque está dentro de los “marcos institucionales” fijados por la reaccionaria Constitución del ‘80, un sector de diputados, senadores y la juventud demócrata cristiana, el Partido Socialista y los otros integrantes de la Concertación han repudiado a Pinochet en el mismo senado y ahora se disponen a llevar adelante una “acusación constitucional” contra el ex dictador. Esta “oposición” de los que durante todos estos años sostuvieron este régimen antidemocrático de la constitución del ‘80, es tan simbólica que incluso el juicio político que promueve contra Pinochet no incluye los años de la dictadura militar. Es decir, sólo quieren enjuiciarlo por corrupción y enriquecimiento ilícito y por “afrentas a la democracia” que habría cometido entre 1990 y 1997, y no por el genocidio perpetrado durante su dictadura.

Ante el conflictivo panorama político que abrió la asunción de Pinochet y las divisiones que está provocando dentro de la misma Concertación junto a las bravuconadas de la derecha pinochetista, el presidente Frei hizo un discurso el 5 de marzo, llamando a “la unidad nacional” y a “no quedar presos de la historia”, diciendo que “valora más la democracia que hemos construido que sus limitaciones e imperfecciones”. Una vez más los que ayer apoyaron el golpe genocida de Pinochet hoy garantizan su continuidad y presentan este régimen con los genocidas en el senado como “una democracia sólida y con justicia social”. De esta forma, y aunque ahora con divisiones internas, la Concertación sigue manteniendo la “institucionalidad” del régimen heredada del pinochetismo.

El Partido Comunista que coqueteó durante toda la “transición” con la Concertación, e incluso le dio apoyo electoral al ex presidente Patricio Aylwin -perteneciente a la vieja guardia golpista de la Democracia Cristiana en el ‘73- ha encabezado la campaña contra la asunción de Pinochet y se ha pronunciado a favor de convocar a un plebiscito, coincidiendo con algunos senadores de la Concertación. Aunque ahora denuncia al gobierno por “salvar” a Pinochet, crea expectativas de que es posible terminar con el régimen antidemocrático de la constitución del ‘80 de la mano de los mismos que por años lo han sostenido y han mantenido la continuidad del hambreador “modelo chileno”.

Los partidos de la derecha, la Unión Democrática Indpendiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), que reivindican a muerte el golpe genocida del ‘73, hicieron declaraciones amenazantes desde los primeros cuestionamientos a la asunción de Pinochet como senador vitalicio, exigiendo a los partidos de la Concertación que respeten sus pactos con el pinochetismo. El senador ultraderechista J. Lagos declaró que: “Cuando se tuvo que salir a la calle y levantar la voz en 1973, se hizo. Hoy estamos dispuestos a defender la Constitución de 1980 y veremos en el Senado hasta donde es posible sostener y aguantar tanta falta de respeto, tanta canallada contra la institucionalidad del país”. (El Mercurio, 26/2/98)

Por su parte, las fuerzas armadas genocidas, que se mantienen intactas, tomaron la defensa de Pinochet como una cuestión de honor diciendo que cualquier ofensa contra el general es una ofensa a todo el ejército. No sólo despidieron con todos los honores a Pinochet que dejó la comandancia del ejército después de 25 años sino que en una acción verdaderamente desafiante y provocadora le han jurado lealtad de por vida nombrándolo “Comandante en Jefe benemérito del Ejército”, un cargo honorífico que ni siquiera ostenta el héroe de la independencia chilena, O’Higgings.

La investidura de Pinochet como senador vitalicio, y de los ex-comandantes de las FFAA y de Carabineros como designados, junto al avance de la UDI a costa del pinochetismo “liberal” de RN en las últimas elecciones, representan el triunfo superestructural del pinochetismo, crea un nuevo escenario político que complica al gobierno concertacionista para garantizar “la gobernabilidad” en el Senado, por lo que será necesario “establecer acuerdos”, como lo señala el senador de la UDI H. Larraín, ahora con los mismísimos genocidas, cabezas de la Junta, en el parlamento: Pinochet y R. Stange. Ya vimos esto en la asunción de Zaldívar.

El actual régimen chileno, la supuesta “democracia sólida” que Frei dice defender, con Pinochet senador incluido, en realidad es hijo del pacto entre las fuerzas armadas genocidas y los partidos de la Concertación, apoyados por el Partido Comunista, que se basa en mantener la ultrarreaccionaria constitución del ‘80 aprobada durante la dictadura.

A pesar de las tibias reformas que se hicieron durante los 8 años que lleva la “transición”, se mantiene su andamiaje esencial, como su enorme aparato policial represivo, su antidemocrático sistema electoral binominal, que le ha permitido al pinochetismo tener un protagonismo político enorme, con un senado ultrarreaccionario con senadores designados y en el período que se inicia, con el mismo Pinochet como senador vitalicio. Esta “institucionalidad” diseñada por la dictadura con sus leyes antidemocráticas y antiobreras es la que le garantiza a la patronal y al gobierno de la Concertación la continuidad del “modelo económico chileno” que ha empobrecido a los trabajadores y al pueblo chileno, precarizando el trabajo y quitando conquistas tan elementales como la salud y la educación pública y gratuita. Esto es lo que defienden tanto la derecha pinochetista como los falsos demócratas de la Concertación. Por eso sólo una gran movilización obrera y popular podrá terminar con esta “democracia custodiada” donde un puñado de genocidas junto a los partidos patronales deciden los destinos del país al servicio de la gran patronal y el imperialismo.

EL PARTIDO COMUNISTA LLAMA A CONFIAR EN LOS “DEMOCRATAS” HAMBREADORES DE LA CONCERTACION

El Partido Comunista fue una de las principales fuerzas políticas convocantes a las últimas movilizaciones de repudio a la asunción de Pinochet. Con este objetivo creó el Frente Amplio por un Chile Democrático con la CUT (Central Unica de Trabajadores) y la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile) como sus componentes más importantes, junto a organismos de Derechos Humanos.

A su vez, el llamado Movimiento por la Dignidad, impulsado por algunos parlamentarios de la Concertación, encabezados por el demócrata cristiano Jorge Lavandero que también participa junto al Partido Comunista en las movilizaciones tiene como política central juntar firmas para llamar a un plebiscito sobre algunas reformas en el régimen. Por si quedara alguna duda de que el objetivo de esta política es evitar que el repudio del pueblo a Pinochet se transforme en una gran movilización que termine con este regimen, Lavandero declaró en un reportaje aparecido en el diario argentino Página/12 del 15/3/98 que: “El pueblo chileno ha abierto los ojos y ahora sale a la calle. No le queda otra alternativa que protestar. Nosotros, como somos demócratas, queremos encausar esta protesta ordenadamente a través de un plebiscito, sin que se desborde por la violencia y por las piedras”.

El Partido Comunista quiere hacer creer que “todo vale” para echar a Pinochet, desde el plebiscito y la acusación constitucional que proponen algunos legisladores de la Concertación y la mayoría del Consejo Nacional de la Democracia Cristiana, hasta la querella judicial presentada por su secretaria general, Gladys Marín, ante los mismos jueces pinochetistas que mantienen la impunidad y sólo “han condenado” a algunos años de prisión a unos pocos genocidas como Contreras, el ex-jefe de la terrible policía política de Pinochet, la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), acusado del asesinato del ex-canciller socialista Orlando Letelier. Incluso llama a confiar en la “comunidad internacional”, es decir, los imperialistas de Estados Unidos, el Europarlamento, la Justicia española y los gobiernos cipayos de América Latina y sus jueces, que como la justicia argentina, dejaron libres a todos los genocidas de la dictadura.

Esta política del PC se expresa claramente en las escandalosas declaraciones del Consejero Nacional de la CUT, Adrián Fuentes, aparecidas en un reportaje en El Siglo, donde dice: “Queremos unificar a todos aquellos demócratas de cualquier signo, incluso a quienes en la derecha pudieran en un momento concluir que este estado de cosas es insoportable y estén dispuestos a prestar su apoyo, aunque sea para resolver algunas de las iniciativas que permitan resolver el problema de fondo que es democratizar chile”. (El Siglo 12 al 19/2/98).

En su intento por confluir con los sectores que hoy posan de “opositores” dentro de la Concertación, el Partido Comunista y el Frente Amplio por un Chile Democrático plantean una política muy similar a la de la “izquierda” de la Democracia Cristiana. Sola Sierra, dirigente de DD HH lo confirma: “Nosotros participamos en el Frente Amplio, como también participamos en el Movimiento por la Dignidad de Chile, porque creemos que debemos estar en todos aquellos movimientos que se gestan para impedir que Pinochet llegue al Parlamento, pero también porque Chile sea verdaderamente una democracia”.... “Es de suma importancia generar la unidad de los más amplios sectores en torno a esos valores, no importan los nombres”... (El Siglo, del 20 al 26 de febrero del 98. ¡Con esta misma política de que “los nombres no importan” y que “hay que unir a todos los sectores”, el PC apoyó al ex presidente Patricio Aylwin, uno de los principales golpistas de la Democracia Cristiana del ‘73!

Lo que oculta el PC es que todos estos “demócratas” como los secretarios generales del PPD y PS, que dicen que “Pinochet debería ir a la cárcel y no al senado” son parte de la Concertación, para la que la asunción de Pinochet es un “triunfo de la transición”. Son los mismos que se callaron la boca durante los largos ocho años de la transición dejando a Pinochet al frente del ejército, pese a los “boinazos” y “enlaces” (intentos de levantamientos militares). Y son parte de este gobierno hambreador y proimperialista que mantiene su “modelo económico” gracias a la explotación y a la represión contra los trabajadores y el pueblo.

Una vez más, el PC con su vieja trampa de los “Frentes Amplios”, busca subordinar la acción de los trabajadores y el pueblo a algún sector patronal, en este caso sectores de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista; es decir, del mismo gobierno concertacionista. Su política es utilizar las movilizaciones para lograr, en el mejor de los casos, algunas reformas menores aunque dentro de los marcos del régimen de la transición pinochetista-concertacionista. Y aunque dice estar a favor de una “Nueva Constitución”, ésta propuesta no implica para el PC ningún cambio radical sino tan sólo eliminar los “énclaves autoritarios que aún persisten”. Es decir meros retoques de lo existente. Por ello no extraña que el PC no llame a pelear por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, sino sólo a juntar firmas por un plebiscito, llevando el repudio obrero y popular contra Pinochet tras la vía muerta de una salida “institucional” y antidemocrática. ¡Cómo si fueran firmas y plebiscitos los que van a terminar con la constitución del 80!

El Partido Comunista -que en el 73” llamó a las masas obreras y populares a confiar en los “militares patrióticos” o “constitucionalistas” y que llevó a las movilizaciones democráticas de los ‘80 a la trampa de la Concertación y la “transición pactada”- hoy vocifera contra Pinochet pero en lugar de poner todo su peso, como dirección de la CONFECH y de gran parte de la CUT para llamar a una gran movilización extraparlamentaria obrera y popular y a la huelga general para tirar abajo la Constitución del ‘80 y que sobre sus ruinas se convoque a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, sólo se pone a la cabeza de las movilizaciones para contenerlas y mantenerlas dentro de las “instituciones”, actuando como “cobertura de izquierda” de la Concertación y con ella del régimen de conjunto.

ABAJO LA CONSTITUCIÓN DEL 80” Y EL REGIMEN PINOCHETISTA-CONCERTACIONISTA

Los trotskistas de la LOT luchamos por una República Obrera (dictadura del proletariado), que es cien veces más democrática que la más democrática república burguesa, porque es el dominio de la inmensa mayoría trabajadora. Pero mientras la mayoría de los trabajadores y el pueblo oprimido no compartan esta salida, estamos dispuestos a luchar junto a ellos para terminar con este régimen antidemocrático sostenido por la Constitución pinochetista del ‘80 imponiendo una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. Para terminar con los pactos entre las fuerzas armadas genocidas con sus senadores vitalicios y los partidos de la Concertación. Para tirar abajo este régimen antidemocrático y antiobrero y que sean los trabajadores que resisten la explotación y el hambre del “modelo chileno”, los jóvenes y el pueblo oprimido los que decidan los destinos del país, y no los acuerdos entre los golpistas de ayer y los hambreadores de hoy.

Una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que delibere y decida, con representantes elegidos tomando el país como distrito único, sobre todos los problemas más acuciantes de las masas y el pueblo. Que disuelva el ultrarreaccionario Senado, termine con la institución presidencial, instaure una cámara única ejecutiva y legislativa, con 1 representantes elegidos cada 10 mil habitantes, mayores de 16 años, y revocables en cualquier momento por sus electores, que no ganen un salario mayor al de un obrero medio. En ella la LOT luchará por anular la ley de amnistía del ‘78 en la que se amparan los genocidas y torturadores, por el juicio y castigo a todos los genocidas, empezando por Pinochet, los ex miembros de la Junta Militar, R. Stange, G. Leigh y todos los demás genocidas y torturadores, tanto militares como civiles, mediante tribunales obreros y populares y de los organismos de derechos humanos, por la disolución de la casta de oficiales genocidas de las fuerzas armadas y carabineros, por la anulación de todas las leyes antiobreras, por el derecho a la educación y a la salud pública y gratuita y por la ruptura del país con el imperialismo.

Creemos que hay que organizar y preparar grandes movilizaciones en las calles de los trabajadores, estudiantes y demás sectores populares y oprimidos, porque sólo una lucha puede permitir que Pinochet vaya a la cárcel y terminar con la impunidad, anulando la ley de amnistía del 78 e imponiendo el juicio y castigo a Pinochet, Stange (que fue elegido Senador), G. Leigh, que son ex miembros de la junta militar asesina, y a todos los demás genocidas y torturadores militares y civiles, que se encuentran sueltos por las calles.
Si verdaderamente los dirigentes de la CUT, la Confech y de los Derechos Humanos, están por luchar verdaderamente contra este régimen, deben demostrarlo impulsando grandes movilizaciones que planteen como salida una Asamblea Constituyente libre y soberana, junto al resto de los reclamos populares y de la clase obrera.
Aunque Pinochet y los senadores designados ya hayan asumido, la lucha por terminar con esta “democracia custodiada” por los golpistas del ‘73 y por el juicio y castigo a los que cometieron el peor genocidio contra el pueblo chileno, sigue más vigente que nunca. El sector “opositor” de la Concertación con la ayuda de la dirección del Partido Comunista, intentarán desviarla con trampas como plebiscitos y acusaciones constitucionales. A esto deben oponerse los miles de jóvenes que se han movilizado enfrentando con gran combatividad la represión de los carabineros, los oprimidos de las “poblaciones” y los que espontáneamente salieron a manifestar su bronca con barricadas y apagones.
Es vital que la clase obrera intervenga con sus propios métodos de lucha, levantando ésta salida entre sus demandas junto a la pelea contra la esclavitud, la desocupación, la entrega del país , levantando esta salida entre sus demandas, porque es la única clase que puede con sus acciones independientes de los partidos patronales y sus agentes los partidos reformistas con sus pactos con los genocidas, llevar hasta el final los legítimos reclamos de las masas oprimidas y explotadas.

GLOSARIO DE PARTIDOS POLITICOS:
CONCERTACION POR LA DEMOCRACIA: Coalición que asumió el gobierno en 1990, al fin de la dictadura, y que ganó luego las últimas elecciones presidenciales. Está integrada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partido Socialista (PS), el Partido por la Democracia (PPD) y el Partido Radical Social Demócrata (PRSD)
Unión Demócrata Independiente (UDI): Partido de la extrema derecha pinochetista al que pertenece la mayoría de los empresarios.
Renovación Nacional (RN): Partido de la derecha pinochetista moderada.
Partido Comunista (PC)
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR): corriente guevarista que en los ‘70 fue la principal organización a la izquierda del PC, hoy muy en crisis.

LA CRISIS ECONOMICA GOLPEA AL "MODELO CHILENO"

Sobre la base de la derrota de la clase obrera y el pueblo chileno a manos de la sangrienta dictadura de Pinochet y la permanencia de fuertes rasgos bonapartistas en el régimen de la “transición” que siguió a la dictadura, la patronal chilena pudo construir su “modelo” económico.
Usado como ejemplo por el propio imperialismo, Chile mantuvo un índice de crecimiento promedio de alrededor de 6,8 % en los últimos 8 años. Esta estabilidad económica basada en la precarización del trabajo, en la explotación sin límite de los trabajadores “no calificados” y “temporeros” en la fruta y en la minería, empezó a tambalear como resultado de la crisis económica y financiera mundial desatada en octubre del año pasado que ha causado una importante baja del precio de varias materias primas. Este tambaleo se expresa en el aumento del déficit comercial y en previsiones mucho más cautas de crecimiento para 1998. Según las cifras publicadas en El Mercurio “el valor de las exportaciones totales exhibió un descenso respecto a enero de 1997 de un 19 %”, agregando que “este crecimiento negativo responde a la baja del 21 % en el valor de los embarques al exterior del cobre (...) que enfrenta una disminución de precios de alrededor del 30% respecto de igual mes del año pasado.”
Según los analistas, la causa principal de la caída abrupta en el precio internacional del cobre -que se sitúa en su nivel más bajo desde 1993- es la sobreoferta de 350.000 tn como producto de la crisis asiática (El Mercurio, 24-2-98).
Pero no sólo está afectado el cobre, el principal producto de exportación chileno, sino que el resto de las exportaciones, como la fruta fresca, corrieron la misma suerte, a la vez las compras al exterior crecieron un 17% entre bienes de consumo y bienes de capital.
El déficit en la balanza comercial chilena, que fue cuatro veces superior a las previsiones para 1997, no es más que una muestra del intercambio desigual en el mercado mundial de los países semicoloniales con respecto al imperialismo, a los que éste les tiene reservado la producción de materias primas.

QUIEREN QUE LOS TRABAJADORES PAGUEMOS LA CRISIS

Una vez más los gobiernos cipayos de la región buscarán descargar todo el peso de la crisis sobre los trabajadores y sectores populares, como hicieron el gobierno y la patronal el año pasado con el cierre de las principales minas en Lota. Ya las centrales sindicales mineras están denunciando el despido de alrededor de 20.000 mineros por la caída del precio de los minerales y la suspensión de proyectos y obras y han anunciado que de seguir así comenzarían a movilizarse en marzo.
El Partido Comunista, que dirige importantes sectores de la clase obrera agrupados en la CUT plantea en su periódico que “la crisis muestra la absoluta dependencia de la economía chilena respecto del exterior y reclama una política nacional de regulación. Respaldamos las movilizaciones de los trabajadores y el pueblo. Su lucha debe estar dirigida contra el recorte mayor de sus ingresos, por reajustes de sueldos y salarios y una reforma tributaria, por un mayor papel del estado que controle y fiscalice a las transnacionales y grupos económicos, por industrialización que sustituya las importaciones y ahorre divisas, por la reducción del gasto militar. En suma, la crisis eleva el imperativo (...) asumiendo un proyecto de desarrollo nacional, en beneficio de los intereses de la mayoría nacional.” (El Siglo, 13 al 19-2-98) Esto no es más que la reedición de la vieja política stalinista de buscar a la “burguesía nacional” que “trabaje para el bien de todo el país”, y que ha llevado a las peores derrotas, como fuera en 1973.
Los trotskistas de la LOT planteamos que sólo los trabajadores chilenos, acaudillando a los campesinos y sectores populares pueden dar una salida revolucionaria. Para ello es necesario prepararse para resistir la ofensiva patronal, como hicieron los mineros de Lota o los trabajadores de las AFPs, levantando un programa obrero de salida a la crisis y enfrentando las traiciones de la burocracia sindical y la trampa de la colaboración de clases a que lleva el Partido Comunista.

 

EL PARTIDO COMUNISTA Y SU NEFASTA POLITICA DE COLABORACION DE CLASES

El PC chileno ha seguido al pie de la letra el proceso de “reciclamiento” del neo-stalinismo mundial. Sus reclamos y lamentos sólo por “democracia en todo”, o “profundización de la democracia” (burguesa por supuesto), sus constantes llamados, a hacer frentes para luchar “contra el neo-liberalismo” -y no contra el sistema capitalista en su conjunto- y para “humanizar” al capitalismo -y no para derribarlo- son la expresión del proceso de socialdemocratización del stalinismo chileno.
Consecuente con su estrategia de colaboración de clases el Partido Comunista propuso, en el pasado proceso electoral de diciembre, un pacto “instrumental” o “acuerdo nacional por la democracia”, con los partidos de la Concertación para “terminar con los enclaves autoritarios”, pidiéndole al gobierno antiobrero y proimperialista de Frei que “cumpla con su programa”, lo mismo que le plantearon anteriormente al gobierno de Patricio Aylwin. Es que el Partido Comunista con su llamado a “Votar por los cambios”, pretendió hacer creer que se puede “profundizar la democracia” o la “democracia en todo”, junto a los partidos concertacionistas, los socialdemócratas PS, PPD, PRSD, y el principal partido golpista civil del 73”, la Democracia Cristiana. Si finalmente los concertacionistas no aceptaron el acuerdo no fue por falta de voluntad del PC.
Si bien el PC en las pasadas elecciones logró un importante triunfo superestructural (especialmente por los votos recibidos por su dirigente Gladys Marin), que lo deja mejor posicionado como “pata izquierda” del régimen para negociar posteriores acuerdos con sectores de la Concertación, no aumentó considerablemente su votación como eran sus expectativas (sólo lograron 50 mil votos más que en las anteriores parlamentarias).
Pero la votación del PC también reflejó que ha empezado a cambiar en este autodenominado “partido de los trabajadores” su base social electoral. A pesar de dirigir mayoritariamente la CUT no logró atraer el voto de los sectores más explotados. El PC creció entre un 90 a 120% en las tres comunas más ricas de Santiago, y en otras ciudades del país. Por el contrario en las 3 comunas más pobres del Gran Santiago su votación solo aumentó como promedio un punto, las mismas comunas donde se ubicaron los más altos porcentajes de voto nulo. Por otro lado un verdadero “castigo electoral” sufrió el PC en la comuna de Lota que tuvo el tercer porcentaje más alto de votos nulos del país, este caso indudablemente está relacionado con la traición de la lucha de los mineros del carbón.
Donde la vieja política de colaboración de clases del PC ha venido provocando las peores consecuencias es en las luchas de resistencia que se han desarrollado en los 2 últimos años. Los principales dirigentes comunistas en el movimiento obrero, que son mayoría en la “Nueva CUT”, por su pacto con los socialistas, han colaborado abiertamente con el gobierno para derrotar esas luchas firmando “protocolos de acuerdo”, política que inauguraron Labraña,Carrillo y Tiznado y otros dirigentes de los sindicatos mineros del carbón, que llevó al despido de cerca de 500 mineros, primero, y al cierre de la mina de Lota después, sumiendo a esa zona en la más absoluta desocupación, aumentando la miseria y degradación. También la conducción comunista de los trabajadores de la salud, encabezada por H. Cabrera, de los profesores por H. Pavéz y del movimiento estudiantil universitario de las universidades estatales, que protagonizó una enorme lucha y que lideraron R. Roco, Marisol Prado y Jeannete Jara entre otros, fueron llevados a la derrota por estos dirigentes y sus pactos con el gobierno.
Bajo “renovadas” concepciones “teóricas y políticas” la dirección stalinista del PC está mostrando que sólo puede llevar a nuevas y catastróficas derrotas a la clase obrera y los sectores populares, derrotas tan graves como la del 73, o como de la “transición a la democracia” donde fueron parte de la política contrarrevolucionaria del imperialismo, la iglesia y la burguesía, que culminó en su apoyo al jefe gorila golpista del 73, Patricio Aylwin, que fue elegido presidente.
Por ello, creemos que más que nunca antes, la clase trabajadora , que en los ‘70 fue capaz de levantar sus propios organismos de autoorganizacion, en lucha por el poder obrero, como fueron los Cordones Industriales, tiene que construir sus propias herramientas sindicales y políticas, con plena independencia de clase frente a todas las variantes patronales, socialdemócratas y de colaboración de clase del PC, y el centrismo populista del MIR, que llevaron al proletariado y las masas populares a las más terribles derrotas.
Los trotskistas de la LOT (Liga Obrera Trotskista) sostenemos que la única manera de evitar nuevas catástrofes para el proletariado y las masas populares, es luchando por la construcción de un autentico Partido Obrero Revolucionario, es decir trotskista, que combata en primer término por la reconstrucción-refundación de la IV Internacional fundada por León Trotsky en 1938, en lucha frontal contra el stalinismo, o neo-stalinismo en cualquiera de sus variantes
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DURANTE 1996 Y 1997 LOS TRABAJADORES ENFRENTARON LA OFENSIVA PATRONAL

Desde hace 2 años que se viene generando un continuo proceso de resistencia de los trabajadores, contra los planes hambreadores, y esclavistas de los patrones y el FMI. Resistencia que empezaron a profundizar los mineros de Lota, con su huelga de 67 días, contra el cierre de la principal mina de carbón y que continuaron los profesores, trabajadores de la salud, empleados estatales y municipales, etc., hasta la última gran pelea de un sector privado como las AFPs. (Administradoras de Fondos de Pensión) durante más de 60 días.
Estos procesos moleculares de resistencia, han terminado en su mayoría derrotados. Pero no ha sido por la falta de ganas de pelear de los trabajadores, que han puesto todas sus fuerzas, sino por esa verdadera alianza tejida entre el gobierno y la burocracia sindical de la CUT, (que en los primeros años de la “transición” pactó los “acuerdos marcos” laborales y salariales) en todas sus alas políticas, pero principalmente del PC que dirigía a la gran mayoría de los gremios en lucha, y que después de llevarlos a la vía muerta de la lucha de presión, pactó los llamados “protocolos de acuerdo” (que son casi una nueva versión de los nefastos “acuerdos marcos”, de los primeros años de la “transición”). Protocolos que ha permitido al gobierno descargar nuevos ataques contra los trabajadores, lo que no ha impedido que estos vuelvan a salir a pelear, como ha ocurrido con los estatales, a los que se sumaron el año pasado en una gran lucha conjunta tanto los trabajadores, académicos y estudiantes de todas las llamadas universidades tradicionales.
Sin embargo el proceso no ha podido ser contenido y en las últimas luchas de la salud y del conjunto de los estatales, a pesar de la traición del conjunto de la burocracia cutista, pero principalmente del Partido Comunista, los trabajadores han empezado a radicalizar sus luchas, como las tomas de los hospitales o la desarrollada por los mineros del carbón de Lota antes y la lucha callejera de los trabajadores de las AFPs. en los 2 últimos meses del año pasado. Los trabajadores tendrán que sacar las lecciones de estos primeros duros combates y en este camino recuperar y retomar la experiencia de autoorganización independiente como fueron los cordones industriales del ‘73.
La patronal le está haciendo pagar los costos de la “estabilidad del modelo chileno” a los trabajadores y al pueblo con más precarización del empleo y despidos. Desde la LOT peleamos porque la crisis la paguen ellos. Luchamos por el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos obreras, manteniendo el salario al nivel del costo de la canasta familiar reajustado cada mes por IPC, por la nacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre, de las empresas privatizadas y de toda empresa que cierre o despida, por echar al imperialismo y tirar abajo el plan económico de Pinochet, la Concertación y el imperialismo e imponer una salida obrera.

 

PACTOS DE IMPUNIDAD

Sesudos políticos, politólogos, periodistas y analistas varios, autodenominados “demócratas”, han alabado una y otra vez los pactos entre la Concertación y Pinochet como un ejemplo de madurez política que habría evitado la “guerra civil en Chile”, como señaló por ejemplo el conocido periodista argentino Horacio Verbitzky en el diario Página 12. Los “arquitectos” de la Alianza argentina han hecho claras afirmaciones en el mismo sentido a la vez que han alabado las “virtudes económicas” del “modelo chileno”. Estos mismos “demócratas” son los que dicen que es irresponsable “volver atrás” en la impunidad de los genocidas de la dictadura en Argentina y alaban al general Balza del Ejército Argentino como “símbolo del ejército democrático”. Vale señalar que Balza estuvo presente en el traspaso de mando de Pinochet, donde se juntaron los asesinos de los trabajadores a uno y otro lado de la frontera.
Los reiterados llamados a la “reconciliación nacional” con los genocidas, que hacen estos periodistas y políticos, como los concertacionistas chilenos y los de la Alianza argentinos, buscan evitar que las aspiraciones de las masas porque los militares asesinos vayan a la carcel (un 69% de la población chilena se opone a que Pinochet sea senador, un 70% de la población argentina está por declarar nulas las leyes de la impunidad) se transforme en movilización generalizada y termine haciendo saltar los distintos pactos que han garantizado la impunidad de los genocidas: respeto a la Constitución del 80 en Chile, leyes de obiencia debida, punto final y decretos de indultos en Argentina, “Pacto del Club Naval” en Uruguay. “Reconciliación” es el nombre que hoy adquiere la misma política que ayer, a la caída de las dictaduras, se llamó “transición a la democracia”,que fue el eufemismo con que denominaron la ingeniería política burguesa destinada a evitar que el odio antidictatorial terminase en una movilización anticapitalista directa. Es que estos “demócratas” defienden los mismos intereses que impulsaron a los militares a dar los golpes de estado y establecer las dictaduras genocidas, los de los grandes capitalistas y el imperialismo. La CIA fue la organizadora del golpe pinochetista junto con la patronal chilena y partidos como la Democracia Cristiana que lo apoyaron entusiastamente. En Argentina radicales y peronistas participaron con centenares de funcionarios en una dictadura militar que fue impuesta con el concurso del imperialismo yanki, la gran patronal del Consejo Empresario Argentino, la Iglesia y los mismos políticos patronales para terminar con el ascenso obrero y popular desatado después del Cordobazo. Por eso a lo sumo se limitan a cuestionar a los genocidas por “corruptos” o por “hablar de más” y no por los miles de asesinatos y actos aberrantes realizados contra los trabajadores y el pueblo durante las dictaduras. Oa condenar a alguno para dejar indemne a la “institución” represora. Todos estos políticos gobiernan o se preparan para gobernar de acuerdo a los intereses de los explotadores.
Las justas aspiraciones al castigo de los milicos asesinos no se resolverán de mano de estos “demócratas” y de la “institucionalidad democrática” (justicia, parlamento) utilizada por la burguesía para seguir hambreando a los trabajadores. Sólo podrá provenir de la movilización extraparlamentaria de las masas. La clase trabajadora latinoamericana, que es en todo el sub-continente la que fue la principal víctima de los milicos asesinos, tiene en sus manos la fuerza social y los métodos de lucha para encabezarla.                                        Por C. Cinatti